El año pasado, Fe y Alegría Uruguay celebró sus diez años. En esta nota, te contamos algo de la historia y de la laborar actual de la obra, de la que participan más de 2.000 jóvenes participan de una gama muy variada de propuestas.
“En Fe y Alegría estamos convencidos de que la educación es el medio para la transformación de los pueblos en sociedades verdaderamente libres y capaces de construir un mundo más fraterno”, dice Martín Haretche, director nacional de Fe y Alegría Uruguay. Esta obra se inició en Venezuela en el año 1955 como una respuesta a las necesidades educativas de las poblaciones más pobres. Actualmente tiene presencia en 24 países de toda Latinoamérica además de África y Europa.
El Padre Vélaz, sacerdote jesuita fundador del movimiento, decía que las escuelas de Fe y Alegría comienzan donde termina el asfalto. De esta manera, en muchos países se transformó en un aliado muy importante del Estado para impartir educación en aquellos lugares de muy difícil acceso; como por ejemplo en comunidades indígenas o campesinas alejadas donde no siempre es fácil acceder a una escuela. A nivel global, hoy en día más de un millón y medio de alumnos, de los más diversos orígenes culturales y religiosos, participan directamente en la organización. “El amor se ha de poner más en las obras que en las palabras”, decía San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.
15 centros educativos y 26 unidades educativas en el país
En Uruguay, Fe y Alegría se fundó en el año 2008 impulsada por el entonces Provincial de los Jesuitas, el P. Juan José Mosca. Comenzó con un grupo de cinco centros educativos que ya existían, en su mayoría de educación no formal: clubes de niños, CAIF y Centros juveniles en convenio con el INAU que compartían la preocupación por las carencias de la educación en los sectores más desfavorecidos. Actualmente nuclea una red de 15 centros educativos, en su mayoría gestionados directamente por la Asociación Civil Fe y Alegría Uruguay; pero también, hay centros asociados que participan de los programas educativos de Fe y Alegría y que mantienen una independencia administrativa.
Cada uno de esos centros incluye más de una unidad educativa. Por ejemplo, el Centro La Esperanza cuenta con un CAIF, un Club de Niños, un Espacio Adolescente y un FPB, una propuesta de formación secundaria con capacitación en oficios que desarrollan en alianza con la UTU. En total son 26 unidades educativas, de las que participan más de 2.000 niños, niñas y adolescentes en una gama muy variada de propuestas, entre CAIF, colegios, clubes de niños, centros juveniles y programas de capacitación laboral.
Martín es director nacional de Fe y Alegría desde el año 2009, casi desde los comienzos en Uruguay. “Me toca un trabajo muy variado, sobre todo en lo que hace al trato con las personas. En un mismo día uno puede estar pensando un plan de trabajo con un grupo de educadoras o conversando con algunas familias, y al rato estar reunido con autoridades políticas firmando un convenio de colaboración. También me toca reunirme con empresarios que apoyan nuestros proyectos educativos y con las comisiones directivas que llevan adelante nuestros centros”, comenta. Cabe destacar que las comisiones directivas están conformadas por profesionales que, de manera honoraria, ponen a disposición su tiempo, su experiencia y sus conocimientos para garantizar una gestión de calidad que impacta directamente en la propuesta educativa del centro.
La propuesta educativa
Una vez que Fe y Alegría asume o instala un nuevo centro, rápidamente comienza a trabajar con el sistema de gestión que los jesuitas aplican en sus colegios. Básicamente consiste en un modelo de autoevaluación que ha sido adaptado al contexto en el que se desarrollan sus actividades. A partir de aquí cada lugar determina sus propuestas de mejora en las que trabaja durante todo el año. “Fe y Alegría ha encontrado un modo de ser, de proceder y de examinarse, que en buena medida está inspirado en la espiritualidad ignaciana, que permite articular una propuesta educativa de calidad con una gestión profesional, eficiente y descentralizada. Esto nos permite rapidez en la toma de decisiones y la capacidad para adaptarnos a los diferentes contextos en los que trabajamos para dar mejores respuestas a las necesidades de las comunidades”, reflexiona Martín.
Todos los años Fe y Alegría promueve y financia, para sus educadores, capacitaciones en cursos que van desde talleres de arte hasta posgrados o maestrías en educación. Por ejemplo, el año pasado 16 maestras y educadoras de diferentes centros viajaron a Buenos Aires, Argentina, para el primer ciclo de formación en la metodología de Nazareth Global Education.
Se procura que los educadores reciban formación constante.
Metodologías de trabajo de vanguardia
“Para nosotros lo importante no es que nuestros centros sean los mejores, sino que la educación pública sea cada vez mejor (…). Tenemos que decir que la apertura que se ha logrado a través del INAU, para la gestión de la educación no formal, es un ejemplo mirado y admirado desde muchos otros países. El plan CAIF es un ejemplo donde el Estado y la sociedad civil organizada llevan adelante una política pública educativa con gran éxito”, señala Martín.
Prueba de esto es el hecho de que el método Vaz Ferreira, que atiende a la primera infancia y que comenzó a ser implementado por Fe y Alegría hace tres años en un centro CAIF, hoy se impuso en los CAIF de todo el país. Lo mismo pasa con el programa de Crianza positiva, que elaboraron en conjunto con la Universidad de Montevideo (UM) y la fundación chilena América por la Infancia.
El director explica que “en estos años también podemos decir que hemos logrado el reconocimiento y apoyo de parte de las autoridades públicas, en especial del INAU o de la Intendencia de Canelones, quien nos declaró como una institución de interés departamental. Pero también trabajamos con el MIDES, la UTU, la OPP, el MTOP entre otros organismos públicos”.
“La fe es nuestro motor, lo que nos mueve”
Todos los años la directiva nacional organiza encuentros para los educadores, retiros u otros planes de formación que apuntan al crecimiento espiritual. “En los centros donde no hay convenios con el Estado podemos hacer esto de un modo explícito. En donde hemos firmado convenios, los respetamos, aunque no son pocos los casos en que tanto educadores como jóvenes o familiares nos piden que compartamos con ellos también nuestra vivencia de la fe y así lo hacemos”, puntualiza Martín.
Y agrega: “La fe es nuestro motor, lo que nos mueve. Todos los días nos preguntamos qué quiere Dios de nosotros, desde dónde Dios nos está llamando. Como organización jesuita, el discernimiento forma parte de nuestro ADN. Es desde ahí que entendemos todo lo que hacemos. Sabemos que no hay nada más liberador y esperanzador que una profunda experiencia de encuentro con Dios. Esto es lo que transmitimos porque así entendemos que debe ser una educación integral… de lo contrario, nos quedaríamos con una educación a medias”
Cuentas claras
En el año 2018, aproximadamente el 60 % del presupuesto de Fe y Alegría provino del Estado; básicamente a partir de los convenios con el INAU, pero también del MTOP y la Intendencia de Canelones. El resto de los ingresos proviene de donaciones: del aporte de las familias, de fundaciones locales y del exterior, de empresas nacionales, de personas particulares que deciden apoyar alguno de los proyectos y de eventos solidarios. El manejo de los fondos requiere una total transparencia. Sus balances son anualmente auditados y se comparte esta información con todos sus donantes. Para este año 2019 comenzaron a trabajar en un proceso de auditoría interna pensando en que en un mediano plazo se puedan certificar todos los procesos administrativos.
Esta forma transparente de manejar los recursos, sumada a los resultados educativos, hicieron que el año pasado el Parlamento incluyera a Fe y Alegría en la lista de organizaciones que pueden recibir donaciones con beneficio fiscal de parte de las empresas. Este hecho les ha abierto las puertas para que nuevas empresas se vayan sumando a esta propuesta educativa, afirman desde la dirección de la obra.
Fuente: Fe y Alegría Argentina