Una nueva edición de la Revista Aurora: «Educ..ando»

La pandemia, y el aislamiento social al que nos ha obligado, provocó el cierre repentino y generalizado de la actividad presencial en todas las instituciones educativas. Sin embargo, en menos de una semana, en todos los países se dio continuidad a la formación de los estudiantes a través de estrategias de educación virtual. Las comunidades educativas emprendieron un viaje inesperado, “educ…ando” por un camino que han tenido que construir al andar.»

Con estas palabras inicia el Volumen 6 de Aurora, una presentación de Maritza Barrios Yaselli del Centro Virtual de Pedagogía Ignaciana que muestra con claridad el panorama completo que veremos en esta edición, compuesta por una serie de artículos en los que se hace referencia a principios de la Pedagogía Ignaciana que han inspirado las decisiones y acciones de las redes Educativas de cara a la emergencia: el discernimiento, la flexibilización y adaptación a “tiempos, lugares y personas”, la atención a la dimensión espiritual-pastoral con modos creativos, la preocupación por lo social-humanitario más allá de lo académico, entre otros.

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Jorge Lugones: «si no hay esperanza para los pobres no la hay para nadie»

En una entrevista para el portal Religión Digital, el obispo argentino y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social Jorge Lugones reflexiona sobre la Semana Social de la Iglesia argentina y otros retos tras la pandemia. Apostando por el diálogo y la ecología para la reconstrucción social, Lugones reivindica acompañar «a los pobres no por un momento cargado de entusiasmo, sino con un compromiso que se prolonga». Cree que, después de la pandemia «no debería continuar la preeminencia del mundo financiero sobre el productivo» y asegura que Francisco es un gran líder «criticado, pero también valorado», porque va siempre un paso por delante, en alas del Espíritu.

Una Semana Social atípica y marcada por la pandemia, ¿verdad?. Como ya lo expresamos en el mensaje final, y a pesar de que no pudimos realizarlo como todos los años presencialmente con toda la riqueza de lo interpersonal, la tecnología permitió, por primera vez para nosotros, llegar a mayor número de personas de todo el país y del exterior, que de otra manera no hubieran podido participar de los paneles en simultáneo.

¿Ha sido un éxito, a pesar de todo?. Creemos que sí ya que sólo el primer día (recordamos que fueron cinco encuentros en cinco días consecutivos), tuvimos 5.843 visualizaciones, y casi 900 participantes en simultáneo. Además del interés que suscitó el sistema de chat que permitió hacer preguntas a los panelistas cada día.

En el mensaje final se hace un triple llamamiento:

Primero, a la unidad. ¿Por qué?

El lema de esta semana Social fue “Nadie se salva solo” pues hace referencia a la necesidad de unirnos por encima del conflicto. Creo que la unidad tiene como finalidad  la necesidad de cuidar y cuidarnos, y cuidarnos para cuidar a otros. El tema del cuidado creo que es muy importante. Para englobarlo diría que tenemos tres ejes que no podemos perder de vista y que debemos fortalecer si queremos consolidar la unidad, que son: el encuentro, el diálogo y el cuidado.

El encuentro, porque si no hay encuentro y cada uno va a seguir particularizando su sector político o social, no aportando al bien común, vamos a tener un problema.

Diálogo porque si no hay encuentro no hay diálogo. Para que haya diálogo nos tenemos que encontrar. Ahora, ¿pero qué diálogo queremos? ¿Un diálogo en el que voy a dejar que el otro hable pero yo estoy pensando en otra cosa? ¿O realmente respeto la opinión del otro y además a lo mejor empezamos por las coincidencias y no por las diferencias? Si empezamos por las diferencias después se hace todo muy difícil.

Finalmente el tema del cuidado. Es fundamental para el futuro. Cómo cuidamos el planeta pero, además, cómo cuidamos a la persona humana. Ante el hecho de no poder cuidar a la gente en situación de vulnerabilidad en los barrios populares o en las villas, lo que hemos visto es la toma de conciencia de la organización comunitaria, social, solidaria y fraterna.

En segundo lugar «a la esperanza para los pobres»

La esperanza se comunica a través de la consolación, que se realiza acompañando a los pobres no por un momento cargado de entusiasmo, sino con un compromiso que se prolonga en el tiempo. Los pobres obtienen una esperanza verdadera no cuando nos ven complacidos por haberles dado alimento, abrigo, o un poco de nuestro tiempo, -como expresa LS- sino cuando reconocen en nuestro sacrificio un acto de amor gratuito que no busca recompensa.

La virtud de la esperanza se nutre de la confianza. Una de las notas de la esperanza es la “espera confiada”, por ello confiamos en la reserva de nuestro pueblo, teniendo siempre presente que “si no hay esperanza para los pobres no la hay para nadie”.

Y en tercer lugar, a «una economía con rostro humano»

Más que nunca es necesario repensar la economía con rostro humano para el escenario post pandemia. Una economía que ponga el centro de la atención en las personas, en la dignidad del trabajo, en el diálogo como factor articulador de las diferencias políticas y sociales. En una economía de la producción y el consumo antes que en una economía de la especulación.

Por eso Laudato Si no habla de crisis laboral ni económica, sino de “crisis ecológica”, porque lo engloba todo: la diversidad del ambiente y de la persona, la cuestión de la “tres T” (tierra-techo-trabajo). La crisis ecológica es un problema cultural antes que económico y su resolución -según nos dice el Papa- es la conversión de las estructuras culturales mediante la política, entendida esta como “la forma más alta de caridad”.

Necesitamos mejorar nuestro rumbo, un rumbo que, para ser sostenible, necesita colocar en el centro del sistema económico a la persona humana -que siempre es un trabajador y una trabajadora-, integrando la problemática laboral con la ambiental.

La cuestión laboral reclama la responsabilidad del Estado, al cual compete la función de promover la creación de oportunidades de trabajo, incentivando para ello al mundo productivo tanto como al científico-tecnológico y cultural, que se debe corresponder con un mundo de acceso social a los bienes y el consumo.

Fortalecer la realidad de los trabajadores de la economía popular con sus unidades productivas, y diseñar, en diálogo con todos los involucrados, políticas que contemplen las diferentes necesidades del sector y las modalidades de integración a la sociedad y al aparato productivo nacional.

Nada parece será igual, después de la pandemia, la armonía entre los diferentes sectores sociales y políticos debe aportar para realizar los cambios necesarios. No debería continuar la preeminencia del mundo financiero sobre el productivo.

¿Qué cambios visibles y concretos debe arbitrar la Iglesia después del coronavirus? Hemos sido sorprendidos por el hambre de Dios de nuestra gente, la iglesia doméstica se ha visto fortalecida, la oración en familia, la vida espiritual robustecida por la participación masiva a través de los actos religiosos y de piedad por la web es un signo del valor intangible de la fe en nuestro pueblo. Como pastores hemos corroborado la paciencia y el amor con que los fieles han demostrado su confianza en Dios, en su Madre la Virgen y en el fructuoso hábito de compartir la Palabra de Dios.  Sólo crecemos cuando dejamos atrás nuestro pesimismo, nuestra forma nostálgica y amarga de mirar la vida, y nos animamos a buscar a Dios que está siempre delante nuestro para guiarnos, para orientarnos.

Decididamente el Discernimiento Social de la Iglesia insta a encontrar maneras de poner en práctica la fraternidad como un principio regulador de orden económico. Donde otras líneas de pensamiento sólo hablan de la solidaridad, el Discernimiento Social de la Iglesia habla también de fraternidad. Reconocer al otro en forma personal implica visibilizarlo con bondad, implica no prejuzgarlo, y con lucidez, es decir con discernimiento, percibir, descubrir cuál es la urgencia, la necesidad o la situación particular de mi prójimo.

La situación vivida nos invita a repensar nuestros proyectos pastorales, a cuestionar nuestra escala de valores, a pensarnos como personas interdependientes, a unir voluntades, a repensar nuestras catequesis desde la dimensión social de la fe y de una  Iglesia cercana, abierta, samaritana, encarnada y arraigada en del mandamiento del amor.

Como expresa el Papa Francisco: No sería correcto interpretar este llamado al crecimiento exclusiva o prioritariamente como una formación doctrinal. Se trata de «observar» lo que el Señor nos ha indicado, como respuesta a su amor, donde se destaca, junto con todas las virtudes, aquel mandamiento nuevo que es el primero, el más grande, el que mejor nos identifica como discípulos… La exigencia ineludible del amor al prójimo.

Podes encontrar la entrevista completa en: www.religiondigital.org

Oscar Freites SJ: «he podido resignificar el deseo de entregar la vida por los demás»

Desde la frontera Colombo-Venezolana, Oscar Freites nos cuenta sobre su experiencia apostólica desde que ingresó a la Compañia de Jesús hasta hoy: el acompañamiento a los jóvenes y  su labor en el Servicio Jesuita a Refugiados. «Voy vislumbrando que las fortalezas metodológicas, estratégicas y proyectivas del apostolado social tienen mucho para aportar a nuestro servicio entre los jóvenes.», afirma.

Testimonios SJ

Soy Oscar Freites, oriundo de la ciudad Río Cuarto en el sur de la provincia de Córdoba; hijo de Oscar Esteban y Delia del Carmen, y hermano de Julio César. Tengo 34 años de edad e ingresé a la Compañía de Jesús en marzo de 2011. Actualmente me encuentro estudiando teología en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

Mis principales horizontes apostólicos, antes de ingresar a la Compañía y durante los primeros años de la formación, han estado vinculados con la pastoral entre los jóvenes. Desde los grupos misioneros de jóvenes hasta las pastorales juveniles diocesanas en Río Cuarto y en San Miguel (Buenos Aires), acompañando grupos del MEJ y alentando la articulación de la Red Juvenil Ignaciana. El magisterio también fue un tiempo para profundizar y hacer síntesis de este trabajo entre los jóvenes colaborando en el Centro Manresa de Córdoba. Así mismo, las horas de clases de las materias de formación en la UCC también me ubicaron dentro del mundo juvenil cordobés.

Frente a estas experiencias, el apostolado durante la teología me ha propiciado un escenario pastoral muy diferente: el Servicio Jesuita a Refugiados – Colombia (JRS/COL). El trabajo entre los migrantes y desplazados forzados me ha vinculado novedosamente con el sector social de la Compañía de Jesús, siendo una oportunidad de crecimiento personal y de fructuosos aprendizajes en torno a los institucionales modos de proceder en el servicio entre los más pobres.

Una de las experiencias más significativas de este tiempo en Colombia ha sido poder estar cerca de las comunidades campesinas que se dedican al cultivo de coca en la frontera colombo-venezolana. Comunidades víctimas del conflicto, desplazados forzados y migrantes que aún viven entre el fuego cruzado de los grupos armados y bajo la presión de los narcotraficantes. Allí, junto a sus líderes sociales, he podido resignificar el deseo de entregar la vida por los demás, el valor silencioso del servicio, la gratuidad de lo celebrativo y la fortaleza de aquello que se construye comunitariamente. Así también, desde esta experiencia de resistencia, compromiso y esperanza comunitaria estoy escribiendo mi trabajo de grado.

Colaborando con el Servicio Jesuita a Refugiados Colombia he descubierto que las herramientas y los aprendizajes del trabajo entre los jóvenes me han sido muy útiles para el acompañamiento a nuestros asesores y colaboradores. Profesionales jóvenes que, en medio de la diaria tarea de acompañar, servir y defender a la población en situación de movilidad humana, siguen discerniendo su personal proyecto de vida. Personas que también van reconociendo en su propia historia heridas que necesitan narrarse y ser escuchadas para comenzar a reconciliarse. Pero así también, voy vislumbrando que las fortalezas metodológicas, estratégicas y proyectivas del apostolado social tienen mucho para aportar a nuestro servicio entre los jóvenes. Frente a ello, me voy sintiendo llamado a poder establecer este diálogo y articulación; reconociendo la importancia de la proyección social de nuestra tarea entre los jóvenes y del acompañamiento discerniente con cada uno de nuestros colaboradores del sector social.

La vocación de hermano jesuita

San Ignacio creía profundamente en la diversidad de vocaciones basada en el hecho de que Dios llama a cada uno por su nombre. Por ello, la figura del hermano es, desde la fundación de la Compañía de Jesús, una forma diferente de incorporarse a un único Cuerpo y de servir a una misma misión. Ya la Congregación General 31 afirmaba que “la actividad apostólica de los hermanos se define por los mismos principios por los que se define el apostolado de toda la Compañía”.

Por Haydée Rojas

¿Ser sacerdote o hermano? Es la pregunta que al menos se hicieron, en los últimos años, cinco hombres mientras realizaban su noviciado en la Compañía de Jesús y que hoy están apostólicamente activos, realizando múltiples tareas. Una pregunta que recuerda también la que muchos otros se han hecho a lo largo de la historia de la Compañía en Chile y en otros países.

Leopoldo Labrín (médico que trabaja en África en el hospital de Goundi, en el Tchad); René Cortínez abogado, profesor de Derecho en la U. Alberto Hurtado y responsable del Archivo de la Provincia); Pablo Escobar (médico, trabaja en el CESFAM de Puerto Montt y en la Pastoral del Colegio San Francisco Javier); Pablo Mayorga (estudia Pedagogía en Artes y Teología en la Universidad Javeriana de Colombia), y Hernán Rojas (está terminando un doctorado en teología en Innsbruck, Austria), optaron por su vocación de hermanos jesuitas.

Ellos también han consagrado su vida a Dios y profesado los votos de obediencia, castidad y pobreza, pero no se sienten llamados a ejercer el ministerio sacerdotal. Su vocación religiosa la viven a través de su profesión u oficio y con disponibilidad total para el servicio a los demás.

Una concordancia total con lo que San Ignacio definía como vocación: el deseo de amar más, de servir siempre, de construir un mundo más inclusivo, y de hacerlo en la Iglesia.

Los primeros hermanos siguen hoy inspirando estas vocaciones. Es el caso del español Alonso Rodríguez SJ, patrono de los hermanos jesuitas, quien vivió en profunda humildad y sencillez, y ganó merecida fama por la mística y santidad a la que llegó en su trabajo como portero en el Colegio Montesión, en Palma de Mallorca.

Quiénes han sentido esta vocación, aseguran que es un llamado muy fuerte que expresa su radicalidad evangélica en el servicio a los demás.

Pablo Mayorga SJ, explica desde Colombia que la decisión de ser hermano vino en el noviciado. “Un día, durante la oración, me surgió la pregunta de si ser hermano no sería una opción más radical. Eso me quedó dando vueltas, al punto que me pareció importante hablarlo con el maestro de novicios (Pablo Peña SJ, en aquel entonces). Él me hizo ver que no necesariamente el ser hermano era más radical que ser sacerdote, pero que pusiera atención a esas preguntas. Así, durante casi los dos años que estuve en Melipilla intenté sondear por qué camino me estaba invitando el Señor. En ese proceso conté con la ayuda de varias personas, pero particularmente importante fue la orientación que me dio el hermano René Cortínez SJ.

Pablo Escobar SJ, quien hizo los votos en 2017, lo explica: —Ser hermano jesuita es como una vocación dentro de la vocación. Mi elección tiene que ver con que me sentí más llamado a acompañar que a pastorear.

Dice que no se sintió llamado a administrar sacramentos, sino que a vivirlos como los laicos, pero consagrado a Dios. “Entendí que Dios me pedía que me consagrara a través de la medicina”, puntualiza.

En tanto, desde Austria, el hermano Hernán Rojas SJ nos cuenta que ingresó a la Compañía sin decidir aún por qué optaría. Intuía que “la decisión más relevante para mí era ser jesuita, más allá de ser sacerdote o no”. Explica que “me sentía invitado a consagrar mi vida entera a Jesús, al modo de la Compañía, por medio de los votos religiosos. Y esa consagración me parecía que se veía con mayor claridad, si era religioso ‘a secas’”.

¿Qué te decidió a ser hermano?

Estar en la parte del Pueblo de Dios que es “asamblea” en la misa y a la vez tener muchos amigos que están en la parte del Pueblo de Dios que es “presbiterio”, contesta Rojas.

Mayorga, en cambio, cree que lo que más ha gozado de ser hermano es que se ha liberado de buscar cargos y reconocimientos, “algo que, personalmente, siempre me ha tentado mucho”, reconoce con humildad. Y agrega que “junto a lo anterior, lo que a ratos se vive como tensión pero que también siento como gracia, es el ejercicio constante de discernimiento al que esta vocación me somete. Sin un rol tan definido dentro de la vida de la Iglesia (en contraste con el escolar o el sacerdote), el ser hermano me invita constantemente a preguntarme por lo que soy y por mi misión particular.

Dos opciones que se potencian

Antiguamente, a los hermanos se les llamaba “coadjutor temporal”, es decir, persona que ayuda a otra en el desempeño de un cargo, especialmente el eclesiástico. La denominación quedó obsoleta y en la Congregación General 34 se determinó que se usaría en adelante solo el término “hermano”, o “hermano jesuita”.

Pablo Escobar explica que San Ignacio creó esta figura orientado hacia el trabajo al interior de las comunidades y que por eso los primeros hermanos se dedicaban a las labores más domésticas. Pero con el tiempo eso fue cambiando y hoy esa consagración se vive a través de una profesión u oficio.

A lo mismo apunta Hernán Rojas, quien reconoce que por mucho tiempo “se hizo una diferencia muy grande entre los sacerdotes que trabajaban en tareas ‘espirituales’ en la misión apostólica de la Compañía (‘ad extra’), y los hermanos, que se ocupaban de las tareas prácticas (se las llamaba ‘temporales’) o en los ‘oficios humildes’ al interior de nuestras comunidades (‘ad intra’). Esa diferenciación está agotada. Todos los jesuitas somos responsables de nuestra vida comunitaria y todas nuestras tareas son apostólicas. Y, es , todos debiéramos ser humildes en nuestros servicios,sean cuales sean… aunque la humildad no nos salga tan fácil”.

Indistintamente, ellos coinciden en que están plenamente incorporados a sus comunidades y que se sienten valorados por sus compañeros sacerdotes, porque, como recalca Escobar, “soy uno más, son dos vocaciones distintas, pero que se potencian”.

No obstante, reconoce que a los laicos les cuesta entender la figura del hermano jesuita. “En la mayoría de los lugares no termina de comprenderse del todo. En el consultorio no soy el médico habitual, a veces tengo criterios distintos y no cumplo con el estereotipo. Y, por otro lado, en el colegio la gente no me termina de ver como al resto de los jesuitas porque trabajo en un consultorio y porque no hago misa. Cuando le conté a un hermano jesuita argentino que había elegido esta vocación, lo primero que me dijo fue: “Bienvenido a algo que solo tú y Dios saben de qué se trata”. Y tiene un poco de eso, pero el tema es que, si uno siente que las piezas encajan, que está en el lugar adecuado, que es su identidad, su vocación, entonces está todo bien. Poco a poco la gente va entendiendo lo que es un hermano”.

Para Pablo Mayorga, “si bien es muy claro para todos que los hermanos no presidimos la celebración de los distintos sacramentos, a muchas personas les resulta difícil entender por qué alguien querría renunciar a tanto sin obtener nada a cambio. Creo que esto delata una visión sobre el sacerdocio que es bastante común y que no contribuye mucho a la vida de la Iglesia, esa idea del sacerdocio como una cuestión económica (yo renuncio, pero gano atribuciones que no todo el mundo tiene), más que como un servicio, como un modo de servir”.

Lo mismo piensa Rojas: “A veces la gente cree que los votos son como ‘el precio a pagar’ para ser sacerdote. Que existan los hermanos es un signo de que los votos son un bien en sí mismo para nosotros los jesuitas (hermanos y sacerdotes), no solo un ‘medio’ para alcanzar algo. Pero claro, como todo signo eso resulta solo si nuestro testimonio es coherente con nuestra consagración”.

Algo de eso vivió Escobar cuando, al terminar sus estudios de Medicina en la Universidad de Chile, contó que entraría al noviciado:

El primer shock fue que entraba a la Compañía y renunciaba a la medicina. El segundo impacto fue que no iba a ser sacerdote, sino hermano. Más de alguien me comentó que eso “no era ni chicha ni limonada”. Ha sido un proceso largo, pero han entendido que estoy feliz y que no dejé mi profesión.

Pablo Mayorga concluye que “ser hermano, sobre todo al comienzo, se presenta más como una variedad de posibilidades que como una certeza y, por lo tanto, solo el tiempo y la vida van permitiendo que tanto uno como los más cercanos podamos ir comprendiendo cómo se encarna esta vocación”

 

Artículo publicado en revista Jesuitas Chile n. 50

Nueva serie documental: “Querida Amazonía: Los sueños del papa Francisco para la Panamazonía»

El pasado lunes 6 de julio, la productora Verbo Filmes y la REPAM lanzaron una nueva serie documental llamada: «Querida Amazonía: Los sueños del papa Francisco para la Panamazonía».

El primer capítulo presenta el sueño social del Papa para la región y sus pueblos, de acuerdo con su Exhortación Apostólica Postsinodal ‘Querida Amazonía’, publicada el 2 de febrero de 2020.

En la presentación del proyecto, el secretario ejecutivo de la REPAM afirmó: «Aún en medio de tiempos tan difíciles, recordando en este momento los cinco años de la encíclica ‘Laudato Si’, que nos invita a mirar nuestra Casa Común, ver cómo la hemos dañado, destruido, ultrajado; pero también reconocer todas las posibilidades que todavía tenemos de salvarla.

Abrazar nuestra fe, nuestra identidad, todo lo que nos hace creyentes en este sueño del Reino y buscar otros caminos desde la ecología integral. La navegación en el proceso sinodal implicó muchos pasos, como todo proceso que vale la pena: manos diversas, corazones diversos, voluntades diversas…»

El director de la productora Verbo Filmes señala que, a pesar de las limitaciones que implica este momento, están llevando adelante este proyecto que se presenta con un formato especial: «las mismas personas que dieron testimonio se encargaron de hacer la grabación, usando la cámara del celular. Y el resultado fue muy positivo.»

Primer capítulo: Un sueño social

En el primer documental de la serie, que lleva por título ‘Un sueño social’, participaron indígenas, campesinos, ribereños, afrodescendientes y agentes de pastoral: Catorce personas, des seis países de la Amazonía (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) grabaron sus reflexiones: siete mujeres y siete hombres.

Aprendiendo a promover la justicia en un contexto chino

Fernando Azpiroz SJ escribió un artículo para el anuario 2020 de la Compañía de Jesús en el que comparte su experiencia de misión en China, desde el enfoque de la espiritualidad ignaciana. 

El texto

Vivir una fe que promueve la justicia significa también actuar y tomar decisiones en medio de ambientes difíciles y desafiantes. Cuando nos enfrentamos a contextos así, diversas imágenes llenan nuestros sentimientos, imaginación, mente y corazón. La espiritualidad ignaciana presta una atención especial al discernimiento de las imágenes, en el momento en que aún estamos buscando un sentido, como condición previa antes de buscar soluciones sólidas a problemas concretos.

En estas líneas quisiera compartir unas reflexiones sobre tres imágenes que tienen raíces tanto en la tradición ignaciana como en la cultura china. Expresan mi aprendizaje personal y mi integración de aquellos elementos ignacianos que han influido en la manera en que yo llevo a cabo nuestra misión en China. Estas imágenes y aprendizajes se expresan con tres caracteres chinos: aprender a dialogar con el diferente, representado por el carácter «Ren» (仁), que significa «humanidad»; aprender a esperar lo improbable, representado por el carácter «Wang» (望), que significa «esperanza»; y aprender cómo hacerse innecesario construyendo un «juntos para la misión», representado por el carácter «Dao» (道), que significa «el Camino».

Desde los tiempos de Matteo Ricci, los jesuitas se han sentido atraídos por el carácter Ren , que representa a una persona con un número dos. Lo que nos hace humanos es la relación con el otro. Los modernos confucianos expresan esto como la capacidad de sentir con el corazón de otra persona. Cuanto mayor es la brecha que separa a esas dos personas, más fuerte resulta esta experiencia de hacerse humano. En mis 13 años en China, colaborando en Ricci Social Services (Servicios sociales Ricci), he sido bendecido entrando en estrecha relación con personas que eran muy diferentes a mí. Personas con lepra, niños y adultos que vivían con el VIH/SIDA, las religiosas chinas que los servían, trabajadores del sexo, funcionarios públicos, etc. Después de todos estos años, me resulta imposible entenderme a mí mismo sin ellos: se han convertido en parte de quién soy y de cómo entiendo nuestra misión, que es la fuente de nuestra identidad como jesuitas. Muchos de ellos, incluidos los funcionarios, se han convertido en mis amigos, mis compañeros de misión y mis mejores maestros.

Dialogar con nuestras diferencias ha supuesto un largo proceso de comprender lo que nos une, lo que nos complementa y lo que nos empuja en direcciones opuestas. Este diálogo ha significado la construcción de un espacio de libertad mutua, que ha transformado y hecho más profundas nuestras identidades. El diálogo – especialmente con aquellos que parecen estar contra nosotros – está inscrito en el fondo de nuestro ADN jesuita. No es solo una forma de negociar con contextos difíciles para llevar adelante nuestra misión. El diálogo ha sido y es en sí mismo una parte fundamental de nuestra misión de reconciliación y justicia, como dice la Congregación General 36.

Pero el diálogo en China no funciona tan rápido, así que tuve que empezar a «aprender a esperar lo improbable». Cuando comenzamos nuestro servicio a las personas afectadas por la lepra en China hace 30 años, las condiciones eran terribles. Ni siquiera los pacientes de lepra lograban entender por qué las religiosas que trabajaban con nosotros querían venir a los lugares más inhóspitos de China para quedarse y vivir con ellos. «¿Cuándo se van a marchar?» era la pregunta habitual que les hacían a aquellas heroicas religiosas en aquellos días. Lo mismo ocurrió cuando empezamos a servir a los enfermos de VIH/SIDA hace 15 años, o a las mujeres en riesgo hace cinco años. El carácter chino que significa «esperanza» representa un sabio mirando a la luna, pero firmemente plantado en el suelo. Para mí, esto ha significado amar el presente y sus circunstancias y tener esperanza en el futuro; servir y dialogar cada día con la realidad presente, sabiendo que al hacerlo nos estábamos preparando para el don del futuro. «Esperanza» ha sido una de las palabras más importantes en nuestras recientes congregaciones y uno de los mayores regalos que he recibido en mi misión en China.

Esto nos lleva a mi tercer carácter: aprender cómo hacerse innecesario. Lao-Tse escribió que los mejores gobernantes con aquellos cuya existencia es casi ignorada por el pueblo. «El mejor gobernante permanece detrás de la escena y su voz rara vez se escucha». Cuando cumple sus tareas, el pueblo dice: «Lo hemos hecho nosotros». Un elemento central de nuestro modo de proceder jesuita es la construcción de un cuerpo apostólico para la misión. La misión – que no nos pertenece – no se confía a individuos sino a todo el cuerpo apostólico. El camino jesuita coincide en esto con el camino chino o Dao (道), «el Camino del Rey Sabio». Esto es muy importante cuando hace falta construir confianza mutua en un contexto chino, donde todo cambia con mucha rapidez. Los 30 años de servicio en China deRicci Social Services demuestran que es la continuidad de toda una comunidad y no la de personas individuales la que hace que una misión progrese.

Aprender a dialogar con el diferente, a esperar lo improbable y a hacerse innecesario. A mí me falta mucho para graduarme. Como decimos en China, cuanto más tiempo vives, más tienes que aprender.

 

Fuente: jesuits.global

Se presentó la versión digital del anuario 2020 de la Compañía de Jesús

A comienzos del mes de Julio se presentó la versión digital del anuario de la Compañía de Jesús del año 2020, cuya versión impresa fue distribuida el pasado mes de diciembre.

En la portada vemos la imagen de un indígena ticuna con mirada hacia el futuro en el Lago Tarapoto de Puerto Nariño, en la Amazonía; una fotografía de María Teresa Urueña, del Servicio Jesuita Panamazónico. Es una oportunidad para tener en mente el trabajo del Sínodo sobre la Amazonia celebrado en octubre de 2019. El tema de este encuentro, «Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral», está directamente relacionado con las Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía de Jesús, en particular con el cuidado que se debe dar a «nuestra casa común».

El Padre General Arturo Sosa SJ comenta en la presentación que “Todos sus artículos cuentan una historia, que es la historia de Jesús, la historia del Evangelio. Les presentamos un relato diferente sobre nuestro mundo: un relato en el que los pobres son bendecidos, los últimos son los primeros, el liderazgo consiste en el servicio y la vida se manifiesta incluso en medio de la muerte y la oscuridad.”

La publicación ofrece en la primera parte ejemplos de la implementación de cada una de las cuatro Preferencias Apostólicas Universales. Y en la segunda parte, artículos sobre el apostolado social de la Compañía, contribuyendo a las celebraciones del 50º aniversario del Secretariado para la Justicia Social y la Ecología.

Haciendo click en la imagen podrás descargar el anuario en formato pdf.

 

Fuente: noticias.jesuitas.pe

Reflexión del Evangelio – Domingo 12 de julio

Evangelio según San Mateo 13,1-23

Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar.
Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa.
Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: «El sembrador salió a sembrar.
Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron.
Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda;
pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron.
Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron.
Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta.
¡El que tenga oídos, que oiga!».
Los discípulos se acercaron y le dijeron: «¿Por qué les hablas por medio de parábolas?».
El les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.
Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden.
Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán,
Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.
Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen.
Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.»
Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador.
Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino.
El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría,
pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe.
El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto.
Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno».

Reflexión por P. Hermann Rodríguez Osorio, S.J

Padre amoroso y bueno,

sembrador incansable de los tiempos,

tu que desde el principio del mundo,

cuando todo era caos y oscuridad,

saliste a los caminos de la historia

con tu costal repleto de semillas generosas

y fuiste repartiendo con paciencia

los gérmenes fecundos de una vida nueva.

No nos dejes caer en la tentación

de hacernos caminos resbalosos

que no recogen en su seno

las maravillas infinitas

de tu exuberante creación.

Señor Jesús,

semilla primordial,

tu que sabes de siembras dadivosas,

de dar sin recibir,

de amor hasta el extremo,

enséñanos a estar dispuestos

para acoger tu vida

que explota hasta nosotros.

No nos dejes caer en la tentación

del crecimiento fácil y veloz

que brota sin raíces

y muere prematuro

sin ofrecer al mundo

su cosecha amanecida de belleza.

Espíritu de sabiduría,

luz que penetras las almas,

e iluminas sin descanso

nuestras oscuras tinieblas,

haz germinar en nosotros

la Palabra de la vida.

No nos dejes caer en la tentación

de ahogar en nuestro surco

la semilla humilde y débil

que crece vacilante

en medio de las preocupaciones,

las riquezas y placeres de la vida.

 

Dios uno y trino,

que sigues repartiendo tus semillas

con paciencia sin fronteras

y la libertad del viento,

ayúdanos a ser tierra buena,

que se abre a tu Palabra

para recibir sin condiciones

tu semilla siempre nueva.

Hágase tu voluntad en nuestra tierra

y danos un corazón perseverante,

para ofrecer al mundo

los desbordantes gozos

de una cosecha centuplicada

que salte con la alegría

de la espiga agradecida.

 

Amén

Escribí esta oración para algún encuentro, intentando combinar las imágenes de la parábola del sembador con algunas peticiones del Padrenuestro… A través de esas cuatro imágenes que Jesús nos ofrece en su parábola, nos invita a revisar cómo nos disponemos para el “Encuentro con la Palabra”. Podemos ser resbalosos y duros como el camino que permite que las aves se coman lo que Dios quiere sembrar en nosotros; o producir resultados rápidos y superficiales que no soportan el castigo del sol, por falta de raíces y hondura en el corazón; podemos también dejar que los espinos nos ahoguen en medio de la preocupaciones y afanes de la vida. Por último, es posible que la Palabra encuentre en nosotros tierra buena, que acoge la semilla y la deja crecer, para ofrecer al mundo los desbordantes gozos de una cosecha centuplicada.

 

Fuente: jesuitas.lat

Fe y Alegría: la educación multimodal como respuesta en América Latina

En el contexto de crisis que venimos atravesando hace ya varios meses, la red de educación popular jesuita «Fe y Alegría», propone y conjuga acciones educativas a distancia para abordar los desafíos de la pandemia en los distintos países latinoamericanos.

“Hemos visto como uno a uno, los gobiernos de los países donde Fe y Alegría hace vida fueron cerrando las escuelas por medidas sanitarias, menos Nicaragua”, comenta Gerardo Lombardi, coordinador de comunicación, acción pública e incidencia. Evidentemente, en el ámbito educativo el coronavirus “tomó por sorpresa a los gobiernos».

Las respuestas han sido variadas y extremas: “unos obviaron casi por completo la complejidad de la situación, otros han respondido de forma más sistémica desde los ministerios de educación con programas de educación a distancia, y otros con respuestas más tímidas”, comenta Lombardi.

Por su parte, el movimiento de educación popular busca garantizar la educación de calidad multimodal, mediante “respuestas de educación a distancia donde hay conectividad, educación por radio y reparto de guías físicas para el autoaprendizaje“. En este sentido Fe y Alegría se ha adaptado a las circunstancias con creatividad, considerando las posibilidades de las instituciones y, sobre todo, de los estudiantes.

Ante la emergencia sanitaria y humanitaria la red jesuita también ha entregado kits de salud y ha llevado comida a las escuelas, sin dejar de encarar “la tendencia a recortar presupuesto a la educación frente a la crisis de recesión económica”.

La educación por radio

“En este contexto, nuestra opción de desarrollar programas de educación popular de calidad se ha visto movida a buscar nuevas formas, y otras no tan nuevas, de educación a distancia transitando por metodologías ya probadas como la teleeducación”, comenta Lombardi, quien también sostiene que “hemos vivido el resurgimiento de la educación por radio que hacemos desde hace más de 45 años para contextos de poca conectividad y falta de equipos tecnológicos en las casas”.

Modificar metodologías pedagógicas, tiempos, contenidos y desarrollar competencias para estos tiempos excepcionales, ha sido una de las claves de Fe y Alegría, lo mismo que el acompañamiento psicológico, afectivo, espiritual y pedagógico. “Cuidamos sobremanera la atención a las personas que somos y hacemos Fe y Alegría, cuidamos a las personas cuidadoras“, detalla Lombardi, en consecuencia con la consigna de “transformar personas para cambiar el mundo”.

Lecciones aprendidas

Por lo pronto, el impacto del coronavirus en la educación popular ya deja varias lecciones. Para Gerardo Lombardi “es necesaria la escuela como espacio de socialización, se necesitan más escuelas pero mejor conectadas y dotadas, con propuestas pedagógicas mixtas y adaptadas a la realidad”.

Por otra parte, la pandemia ha llevado a “revalorizar la función docente”. “Un maestro o una maestra es más importante que una estrella del fútbol, una escuela es más importante que un mall [centro comercial], y un programa educativo es más importante que una estrategia de marketing comercial”, concluye el directivo de Fe y Alegría.

Fuente: vidanuevadigital.com

Semana Social: los Obispos llaman a «remar juntos» hacia la unidad

La Comisión Episcopal para la Pastoral Social (Cepas) inauguró este lunes 6 de julio la tradicional Semana Social, por primera vez en modalidad virtual, con la consigna «Nadie se salva solo. Es tiempo de actuar ahora para el futuro».

En el acto de apertura, que se transmitió por Youtube, participaron el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Vicente Ojea, y el obispo de Lomas de Zamora y presidente de la Cepas, monseñor Jorge Rubén Lugones SJ.

Monseñor Ojea se refirió a la nueva ética del sistema financiero que propugna el Papa Francisco. «He aquí que nos encontramos frente a esta pandemia, una suerte de noche, de tinieblas, todos en la misma barca”, afirmó en relación con la crisis que vive el mundo.

El prelado dijo que lo primero que le surge es que han quedado expuestas las falsas seguridades en las que habíamos construido nuestras agendas. El segundo mensaje, sostuvo, es animarse a ser creativos incubando la posibilidad de un mundo distinto. En tercer lugar, generar una nueva conversión para dejar de idolatrar el dinero y el consumo. “En cada crisis sale lo mejor y lo peor de cada uno”, señaló.

El presidente de la CEA planteó que la situación de los desocupados, del hambre, de la marginalidad requiere la unidad de pensamiento, por lo que consideró que el objetivo es trabajar juntos para lograr una unidad poliédrica, como define el Papa, una unidad con los que piensan distinto.

Agregó que el Estado, lógicamente, no puede estar ausente en una situación como la que padecemos, pero no todo puede venir del Estado. “Hay experiencias conmovedoras en nuestro pueblo que se brindan por el prójimo en la adversidad”, aseguró.

Para finalizar, monseñor Ojea manifestó que “es momento impostergable de repensar la economía y los valores culturales de nuestra sociedad”.

Por su parte, monseñor Lugones adviritió que “la pandemia ha puesto en evidencia la enorme cantidad de excluidos o descartados del sistema, como dice el papa Francisco, que hoy requieren de cuidados y atención, además de oportunidades para el futuro», por lo que pidió: «No caigamos en las mezquindades que nos han llevado a visualizar en esta pandemia las desigualdades que hemos generado”.

“América latina no es el continente más pobre pero sí el más desigual. La Argentina no es una excepción, la pandemia ha manifestado todas las desigualdades, desigualdad educativa, desigualdad sanitaria, desigualdad de conectividad, desigualdad en la bancarización, etc.”, puntualizó.

El presidente de la Cepas consideró que “más que nunca es necesario repensar la economía con rostro humano para el escenario post pandemia”, y enfatizó: “Una economía que ponga el centro de la atención en las personas, en la dignidad del trabajo, en el diálogo como factor articulador de las diferencias políticas y sociales. En una economía de la producción y el consumo antes que en una economía de la especulación”.

Monseñor Lugones sostuvo que urge deponer “odios que nos despersonalizan, distanciamientos ideológicos y acusaciones constantes que no hacen más que generar enemistad, descalificación, mediocridad y culpabilizaciones sin solución”.

“Estamos en una coyuntura donde la creatividad de todos debe poder ayudarnos recíprocamente, será posible con la participación de todos los sectores, como podremos encontrar los mejores caminos de salida, ya que -como dice el papa Francisco- ‘estamos todos en la misma barca’ y sólo saldremos juntos”, concluyó.

Podés ver los encuentros de toda la semana en el canal de Youtube: Comisión Episcopal de Pastoral Social

Fuente: aica.org