De la homilía de este Pentecostés – José María Rodríguez Olaizola

Podéis pensar que esto no os ha pasado, que nunca hemos sido capaces de arder, ni siquiera de dar una pequeña luz. Pero no es verdad…. ¡Hay mucho bien en torno! Y mucho bien en nosotros mismos. Y quizás ahora, cuando es tan fácil desanimarse, es más necesario si cabe detectarlo, en nosotros y en otros. Son todos esos dones del espíritu, esa semilla que Dios va poniendo en nosotros…

¿Alguna vez habéis sido capaces de perdonar, más allá de motivos, razones o medidas? En ese perdón está el espíritu de misericordia, que nos sana y nos devuelve a la concordia

¿Alguna vez habéis amado u os habéis sentido amados mucho más de lo que mereceríais, tal y como sois, sintiendo que quien os quiere os quiere de verdad, sin negociación ni exigencia… y eso os ha dado seguridad, certidumbre y esperanza? Ese es el espíritu de Amor que se nos ha prometido.

¿Alguna vez te conmueves por las cosas que ocurren, y entonces algo dentro te dice que no puede ser, y sientes el impulso de hacer algo, de dedicar tu tiempo, tus capacidades y energías, a intentar sanar alguna herida, tender algún puente, abrazar alguna soledad? Es el espíritu de compasión que llevamos grabada en la entraña.

¿Alguna vez os habéis negado a enzarzaros en espirales de violencia, de crítica mordaz, de ruido que solo destruye, optando, en cambio, por el silencio, la palabra de reconciliación o la paz? He ahí el espíritu de la paz con la que el Señor nos envía.

¿Alguna vez habéis descubierto, en un momento de lucidez, que muchas de las cosas que perseguimos en la vida son en realidad mentiras, y con ese descubrimiento ha venido la paz, la alegría profunda, el sentido? Lo llamamos espíritu de sabiduría

¿Alguna vez habéis llorado, pensando que no había salida, y sin embargo la ha habido (a veces en forma de palabra, de canción, de gesto o de alguien que ha tirado de vosotros)? Espíritu de esperanza

¿alguna vez, pese a las dudas y lo incierto, pese a la rutina y la grisura, pese a su silencio, o vuestra resistencia, os habéis atrevido a decir: “Creo”? Porque en esa apertura, arriesgada, valiente, audaz, a Dios. Que es al tiempo pregunta, respuesta, silencio y palabra… ahí está el espíritu de fe.

Todo eso era y es el espíritu de Dios, fuego que nos sigue encendiendo, para incendiar el mundo…

Card. Michael Czerny sj: Sinodalidad y el pueblo de Dios. Superar el escollo del clericalismo

En la Constitución pastoral del Vaticano II, los Padres conciliares quisieron indicar como deber permanente de la Iglesia, la actitud de discernir «a fondo, los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio» (GS 4). Es a partir del diálogo y de la confrontación con la historia, que la necesidad de la Iglesia actual de volver a ponerse en camino, como Pueblo de Dios, junto con la familia humana, se declina como conversión en cuatro direcciones diferentes: pastoral, sinodal, social y ecológica. El Concilio delineó también un estilo teológico y eclesial que da «forma» a la semper renovanda conversión integral de la Iglesia, porque la orienta a la conformación a Cristo: a la comunión.

Desde 2007, se ha hecho mucho. Los retos trazados en el Documento Final de Aparecida siguen siendo vigentes. Los problemas planteados por la globalización, las migraciones, el recrudecimiento del racismo, la intensificación de la violencia social, la precariedad de la vivienda, el aumento de la pobreza y el descuidado de la creación, siguen constituyendo a día de hoy el banco de pruebas en el que la Iglesia latinoamericana y caribeña está llamada a confrontarse con el mensaje evangélico.

Además, la pandemia, como una lente de aumento, ha evidenciado estas criticidades con mayor claridad, revelando otros aspectos concomitantes, como la emergencia sanitaria, la educativa, pero también la necesidad de un liderazgo político capaz de orientar las opciones comunes hacia el bien de todos.

Desde el punto de vista intraeclesial, hacer de la misión la expresión directa e intrínseca de nuestra identidad bautismal, significa devolver a todo el Pueblo de Dios la plena dignidad de sujeto activo de la evangelización (EG 114). Desde el texto final de Aparecida hasta la Constitución apostólica Predicate Evangelium, pasando por el Sínodo sobre la sinodalidad, se nos plantea un nuevo desafío: reformar las estructuras eclesiales de modo que se incorpore el testimonio y la acción de los laicos en la vida y en la misión de la Iglesia, a todos los niveles, hasta el punto de no considerar como un hecho anómalo y extraordinario la posibilidad de que éstos ejerzan funciones y responsabilidades de gobierno en las Iglesias locales y en la Curia romana.

La sinodalidad no debe confundirse con una estructura particular, como un sínodo o una asamblea, ni reducirse a un instrumento al servicio de la colegialidad episcopal; es más bien aquello que cualifica el modus essendi et vivendi de la Iglesia, en la expresión de sinergias y carismas diferentes que convergen en la comunión y la unidad.

Sin embargo, para que se instaure un modelo circular de Iglesia, no basta con «abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe» (DAp 365), para así adquirir formas de participación más amplias, estrategias de toma de decisiones más proclives a la escucha y al diálogo. En otras palabras, para «invertir la pirámide», debemos ante todo empezar por la conversión de los corazones y de un cambio de ritmo en la forma en que nos consideramos miembros vivos del Cuerpo eclesial. Para ello, es urgente superar el escollo del clericalismo, es decir, dejar atrás esa mentalidad autorreferencial, que desde siempre impide a la fuerza transformadora del Evangelio expresarse en una actualización concreta de estilos de vida cristiana, inspirados por el Evangelio y animados por el amor fraterno y recíproco.

Me detendré brevemente en el clericalismo, dado que considero útil hacer hincapié en algunos de sus rasgos distintivos, para discernir la dirección a seguir y el trabajo que aún nos queda por hacer, por el bien de la Iglesia. Es ante todo una praxis que genera un estilo relacional. Esto significa que se aprende por imitación, siguiendo modelos que se convierten en ejemplares y que, posteriormente, generan un horizonte en el que situar la propia forma de pensar.

Si el ejemplarismo clerical ejerce tal poder de sugestión sobre las nuevas generaciones de sacerdotes y sobre su imaginario, es porque transmite una sensación de eficiencia alentadora y una apariencia de control y de seguridad. La prioridad no se encuentra en la determinación de iluminar, mediante la Palabra de Dios, los problemas de la sociedad, sino en imponer una disciplina que pueda regular los aspectos prácticos de la experiencia creyente. Debemos reconocer, con dolor y contrición ante Dios y ante las víctimas, que las relaciones verticalizadas y discriminatorias que se crean en ciertos ambientes eclesiales clericalizados, han generado y siguen dando lugar a numerosos casos de abuso de autoridad, de poder, de conciencia y de desorden con connotaciones sexuales.

La resistencia a la hora de acoger los documentos conciliares, como también el magisterio de Francisco, incluso el documento de Aparecida en el contexto latinoamericano, se debe en gran medida a la dificultad de convertir el corazón de obispos, presbíteros y religiosos a la idea de una Iglesia de «puertas abiertas», casa de todos, en la que la afirmación de la diversidad de ministerios y de carismas, no implica la subordinación de un laicado discente a una jerarquía docente. Incluso la reticencia de numerosos exponentes del clero hacia la conversión sinodal, nace a menudo del temor, comprensible y a veces no del todo injustificado, de que abrir la participación en el gobierno eclesial a los laicos pueda causar un debilitamiento de la estructura de la Iglesia, permitiendo la entrada de ideas y la implantación de dinámicas, del todo ajenas a la fe y a los valores de la moral católica. Se escucha a menudo que el clericalismo y el arribismo de los laicos es más nocivo y deletéreo que el de los clérigos.

Aunque esto fuera cierto, la solución no pasa por perpetuar un modelo de gobierno vertical y autoritario, sino por promover y formar a los laicos en un auténtico y genuino espíritu de pertenencia y participación eclesial. Hablo de laicos, que no sólo sean competentes en aquellos ámbitos en los que lo pueden hacer mejor que los sacerdotes, sino que ante todo sean hombres y mujeres de fe, discípulos en camino, enamorados de Cristo y de la Iglesia. No se puede contrarrestar el clericalismo si, al mismo tiempo, no se permite que surja un laicado responsable y fiable. En este sentido, está en juego el futuro del anuncio evangélico: la crisis de autoridad en la Iglesia, de hecho, se refleja en la inmediata y consiguiente desconfianza de las nuevas generaciones hacia una institución que se presenta esclerótica e inflexible, fuertemente clerical y anclada en un formalismo obsoleto.

*Fragmento de Actualizar y renovar la Doctrina Social de la Iglesia bit.ly/3OviOHm

Reflexión: Los ojos en el cielo y los pies en la tierra

Por Jaime Tatay SJ

«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? Este Jesús, que de entre vosotros ha sido llevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir» (Hch 1, 11).

Esta es la reacción de los ángeles, sorprendidos al ver a los discípulos embobados mirando a lo alto tras la partida definitiva de Jesús. Es también la historia que leemos en la fiesta de la Ascensión, cuando recordamos que Jesús, el hombre que venía de Dios, regresó de nuevo, tras nacer y vivir en la tierra, junto a Dios.

Según la Tradición, Jesús es alguien con una doble naturaleza y una doble orientación: divina y terrestre. Aquí se encuentra una de las claves de la fe cristiana. Y uno de los retos a los que nos enfrentamos los creyentes para comprender y vivir nuestra fe: ¿Qué significa que Jesús fuese Dios y hombre? ¿Y qué implicaciones tiene para los que creemos en él?

Tanto la meditación de la Sagrada Escritura como la contemplación de la creación pueden ayudarnos a responder esas preguntas. Fijémonos primero en aquellas realidades del mundo natural que también poseen una doble orientación: las semillas.

Al observar el proceso de germinación de una semilla comprobamos que la raíz se orienta hacia la oscuridad, buscando la tierra, mientras que el tallo y las hojas buscan la luz. La biología explica este fenómeno usando dos conceptos complementarios: fototropismo y geotropismo.

Un tropismo es la tendencia de un organismo a reaccionar de una manera definida a los estímulos exteriores. El fototropismo es la respuesta al estímulo luminoso. El geotropismo es la tendencia en el crecimiento de las plantas hacia el estímulo gravitacional, hacia el centro de la tierra (la gea). Por eso las raíces son positivamente geotrópicas mientras que el tallo y las ramas son negativamente geotrópicas. Ambos conceptos permiten comprender el comportamiento de una planta, esa forma de vida que, a pesar de su apariencia inmóvil, crece y se desplaza en dos direcciones.

Tras este breve excursus por el libro de la creación volvamos de nuevo al libro de la Escritura para preguntarnos por el significado de la vida de Jesús y el doble tropismo que orientó su misión.

La historia de la salvación se ha interpretado como un ir y venir, como un conjunto de intervenciones de Dios y visitas de mensajeros que irrumpen para transmitir un mensaje y ascender de nuevo. El modo de ser de Dios se revela en cada una de esas misiones.

La peculiaridad de Jesús es que su misión no fue una mera visita, sino que se enraizó en la historia humana, se encarnó haciéndose uno de nosotros. Él es el único que ha vivido plenamente con los pies en la tierra y los ojos en el cielo.

En el relato de la Ascensión hay otro detalle que a menudo pasa desapercibido, uno que puede darnos otra clave importante. Según Lucas, mientras ascendía, los discípulos se quedaron desconcertados mirando al cielo. La intención principal de esa escena no es describir un ascenso físico a un lugar concreto –el «cielo»–, ni explicar el modo como está configurada la Trinidad, sino indicar la forma de vivir la vocación cristiana y continuar la misión del Hijo.

Entre la Ascensión y el Juicio Final, la comunidad cristiana no puede permanecer con los brazos cruzados. La crítica a la contemplación extasiada del «cielo» nos advierte de que la oración no debería ser excusa para desentendernos de la «tierra». Los creyentes no estamos en el mundo para quedarnos parados, distraídos por un misticismo desencarnado y vacío.

El cristianismo es misión, testimonio, vida apostólica. Es oración contemplativa y contemplación en la acción. Todo creyente está llamado a vivir enraizado en este mundo, con los ojos en el cielo y los pies en la tierra.

Fuente: pastoralsj.org

 

Fallece el P. Víctor Codina SJ

El lunes 22 de mayo, a los 92 años, falleció en Barcelona Víctor Codina SJ. Se encontraba allí desde 2018 luego de haber vivido 36 años en Bolivia.

El jesuita español ha sido considerado uno de los grandes teólogos latinoamericanos que, “desde abajo, desde los pobres” aportó realidad a la Teología.

Uno de sus últimos grandes aportes a la Iglesia fue el ser perito en el Sínodo para la Amazonía, donde tuvo un papel destacado, siendo una de las plumas que escribió el Instrumento de Trabajo que sirvió como punto de referencia para los debates llevados a cabo en la Asamblea Sinodal. Cuatro años atrás insistía en la inculturación, interculturalidad y diálogo intercultural, llamando a reflexionar sobre los elementos que deben estar presentes en el trabajo de la Iglesia con los diferentes pueblos.

Codina siempre apostó por una Iglesia que no estuviese encerrada en sí misma, desafiada a descubrir que el Espíritu está también allá donde la Iglesia va. Lo contrario a estas actitudes es mostrar “una falta de fe en el Espíritu”, afirmaba entonces. Un Espíritu que “actúa desde abajo, desde los pobres, desde los diferentes, desde los indígenas, y dentro de los indígenas desde las mujeres. Por eso, Codina afirmaba que “lo que nos toca es escucharlo”, una escucha que tras el Sínodo para la Amazonía impulsó los cambios que la Iglesia está viviendo y que, entre muchos otros, debemos agradecer al pensamiento del padre Víctor Codina.

Que su continuo llamado a escuchar al Espíritu en la voz de los pueblos nos ayude a entender e imitar el actuar de Dios en la historia, a ser una Iglesia atenta a sus clamores, a dejar de ser una Iglesia que “todavía resulte distante, colonial, clerical, impositiva, ajena a sus lenguas, culturas y espiritualidad, más de visita que de presencia cercana”. A ser una Iglesia que se involucra en “denunciar proféticamente la injusticia de los poderosos y buscar una conversión ecológica integral de la sociedad y de la Iglesia, edificar una Iglesia de rostro amazónico, salvar la Amazonía y el planeta tierra”.

Conocé sobre su vida y obra aquí: cristianismeijusticia.net

57ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: «Comunicar con el Corazón»

«La llamada a hablar con el corazón interpela radicalmente a nuestro tiempo, tan propenso a la indiferencia y a la indignación», escribe el Papa Francisco en su Mensaje para la 57ª  Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que este año se celebrará el domingo 21 de mayo, con el lema: «Hablar con el corazón, en la verdad y en el amor».

La dinámica de «comunicar cordialmente»

El tema, está conectado con el del pasado año que llamaba a “escuchar” y con el de 2021, que instaba a «ir, ver» como condiciones para una buena comunicación. En esta ocasión el Papa quiere insistir en «hablar con el corazón» que es lo que mueve a acoger, dialogar y compartir, desencadenando una dinámica que Francisco define como la de «comunicar cordialmente».

Acoger al otro es lo que permite, después de escuchar, «hablar en la verdad y en el amor” sin miedo “a proclamar la verdad, aunque a veces sea incómoda. Un corazón que, con su latido, revela la verdad de nuestro ser, y que por eso hay que escucharlo. Esto lleva a quien escucha a sentir en el propio corazón el latido del otro. Entonces se hace posible el milagro del encuentro.”

Hablar con el corazón significa dejar entrever una participación «en las alegrías y los miedos, en las esperanzas y en los sufrimientos de las mujeres y los hombres de nuestro tiempo», dice el Papa. Es un llamamiento que interpela especialmente a quienes comunican en un contexto hoy «tan propenso a la indiferencia y a la indignación, a veces sobre la base de la desinformación, que falsifica e instrumentaliza la verdad».

Leer la nota completa: bit.ly/3pWjICB

Silenciosos en la acción

en /por

Fragmentos extraídos de la publicación “Jesuitas 2022 – La Compañía de Jesús en el mundo”

Stivel Toloza, SJ – Director, Red Juvenil Ignaciana, Provincia de Colombia

Una pastoral juvenil revitalizada con la experiencia del silencio, la contemplación y la acción.

En general, muchos jóvenes asocian el silencio al tedio, a cosa de monjes y monasterios. Nada más hay que ver cuán difícil se torna en ocasiones proponer, en los retiros espirituales que ofrecemos a los jóvenes de nuestras instituciones educativas, orar en silencio. Cada vez más tenemos que acudir a películas, a actividades lúdicas, a rondas recreativas, etc., para posibilitar que los retiros no sean «aburridos» y, en consecuencia, evitar que estos dejen de ser atractivos para ellos y ellas.

Por supuesto que en ningún momento estoy poniendo en tela de juicio lo importante que son estas estrategias más didácticas para que los jóvenes se encuentren con su Creador, pues todas estas metodologías se convierten en recursos valiosos para alcanzar dicho fin. Sin embargo, creo que vale la pena traer a la reflexión el lugar y la vigencia que el silencio tiene hoy en el camino espiritual de los jóvenes y cómo esta escucha atenta puede llegar a ser o seguir siendo un elemento que en la vida de los jóvenes puede dinamizar su propia conversión y su compromiso decidido y valiente con la transformación de la realidad.

Con la expresión «silenciosos en la acción» no pretendo afirmar que en adelante los retiros o Ejercicios espirituales para jóvenes deban ser siempre en un silencio absoluto. Sería ingenuo proponer algo así. De hecho, para hacer silencio no se necesita una casa de retiros para sentir el canto de los pájaros y el susurro del viento. Los jóvenes pueden vivir la experiencia del silencio en el trayecto del bus urbano, en el compartir fraterno departiendo la vida en un bar, en el concierto de música tan esperado, o, por qué no, a partir de una mirada más contemplativa y menos superficial de las redes sociales.

En medio de todo ello, la pedagogía del silencio contemplativo invita a que los jóvenes puedan escuchar su corazón y reconocer en ese corazón joven la voz de Dios que se encarna en los más sublimes silencios, pero también en el bullicio de la cotidianidad y de la rutina.

En consecuencia, la novedad de la propuesta de la Red Juvenil Ignaciana es un llamado a abrazar el silencio para ver todas las cosas nuevas en Cristo, aquel silencio en el que Dios también se nos comunica; que está lejos de ser pasivo y menos aún cómplice; silencio que se torna más bien en oportunidad para vivir con mayor autenticidad esa creación de un futuro (y un presente) esperanzador a la que nos invita la Compañía de Jesús.

 

 

Cambios, desafíos y avances. Un balance sobre la propuesta educativa de la Universidad Católica del Uruguay

El departamento de comunicación de la Arquidiócesis del Uruguay entrevistó al P. Julio Fernández Techera, actual rector de la Universidad Católica del Uruguay. Allí, quedó reflejada su mirada sobre los desafíos del presente y las posibilidades del futuro para el ámbito en el que se desempeña.

Buscando palabras que definan y resuman a la Universidad Católica, Julio afirma: “La universidad católica es manifestar la presencia de la Iglesia en el ámbito de la enseñanza superior, de la investigación, de la vinculación con el medio. Es poder aportar en esos lugares desde nuestro ser católico en áreas sociales que tienen una gran importancia. También es una posibilidad de brindar un tipo de educación donde lo trascendente y las grandes temáticas de la persona, del mundo y de Dios, estén también presentes.”

A la UCU llegan a estudiar una gran cantidad de personas, en esa diversidad la universidad encuentra también su misión: «Probablemente, la mayoría de nuestros estudiantes no sean católicos. Eso no cambia nuestra identidad, que es clara, nosotros queremos generar instancias de diálogo. Ellos saben que hay un gran respeto por todas las ideas, pero también un respeto desde los estudiantes, los profesores y el propio personal, hacia la identidad y la misión de la Universidad Católica.»

La revolución tecnológica trajo numerosos desafíos para el ámbito educativo, Julio cuenta cómo pudo afrontarlos siendo rector de la Universidad: Entendí que había que dar un salto hacia el siglo XXI, y desde ese momento empecé una búsqueda personal hacia algo completamente distinto. Nunca fui una persona de ‘modas’, pero la universidad precisaba un cambio radical que involucre los modelos, la organización, la manera de pensar, y eso es lo que comenzamos a hacer en estos seis años y medio que llevo como rector. Llegamos a la conclusión de que queríamos otra universidad, y creo que hoy en día lo logramos.”

Por supuesto que hay mucho para hacer y para mejorar, pero parte de la idea es esa: no pasamos de un modelo estático a otro modelo estático, sino que se cambió hacia uno dinámico. Claramente esto significa que, dentro de dos años, cosas que ya hicimos hace un par de años nos parecerán obsoletas.”

Los desafíos asumidos traen para Julio un balance positivo sobre el proceso de cambio implementado en el último tiempo: “Fue un proceso de mucho aprendizaje. No empecé con un plan, sino que la realidad me fue enseñando. Fue un enorme privilegio haber conocido gente tan interesante aquí en la universidad, de todo tipo. Para mí ha sido un regalo de Dios, le agradezco la posibilidad de aprender de personas tan entregadas y comprometidas con su trabajo. Considero que en este tiempo conseguí una experiencia que, claramente, no tenía cuando empecé. Siento que estoy en una universidad que tiene una perspectiva de futuro, y eso me hace muy feliz.”

Leé la entrevista completa aquí: icm.org.uy

CVX Uruguay: un carisma, mil maneras

La Comisión de Formación  de la CVX en Uruguay inauguró el espacio «CVX: un carisma, mil maneras», una iniciativa que busca mostrar los diferentes rostros concretos de la forma de vivir el carisma CVX y conocerse un poco más.

Dentro de este espacio, iniciaron el ciclo «La comunidad responde» que consiste en breves entrevistas de entre 5 y 10 minutos. Allí se plasma el testimonio de vida y de fe de diferentes integrantes de CVX. 

Enlace para ver el primer testimonio: Caro Ferreira

cvxuruguay.org

Palabra de la CPAL: Amazonía, una MISIÓN conjunta.

La Palabra que la Conferencia de Provinciales de América Latina y el Caribe (CPAL) comparte a jesuitas y colaboradores en el mes de abril de 2023.

Como parte del proceso de transición del cambio de presidente de la CPAL, tuvimos un fructífero encuentro en Lima, donde nos reunimos junto al equipo dinamizador del SJPAM, su presidente saliente y el recién nombrado de la Conferencia, con los cinco Provinciales del territorio Panamazónico (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela), el Superior Regional de Guyana y el Delegado para la Amazonía de Brasil.

El diálogo franco y sereno marcó el ambiente de la jornada, en la que pudimos compartir el proceso que se ha ido gestando a lo largo del trabajo desarrollado en la región amazónica, especialmente las dinámicas que se iniciaron luego del cambio de equipo y de visión del Servicio Jesuita Panamazónico, y los retos que se plantearon en el Preforo Jesuítico en Belem de Pará; luego del cual avanzó la propuesta de tener un equipo dinamizador que llevara adelante los compromisos adquiridos y que generara un proceso hacia la configuración del SJPAM.

Este equipo dinamizador está compuesto por David Romero S.J. (BRA), Fabio Garbari S.J. (BOL), Joicy Falcao (BRA), José Romero (BRA); María Eugenia Carrizo (BOL), Silverio Perry (GUY) y Silvio Márquez S.J (BRA).

Los principales frutos, marcados por la unión de ánimo y el espíritu de cuerpo apostólico, fueron plasmados en la carta que dirigieron los cinco provinciales y los dos superiores regionales a todo el cuerpo de la Compañía de Jesús en América Latina y el Caribe.

De esta carta quiero rescatar:

  • La mirada a la misión como criterio fundamental para organizar el gobierno y la forma de responder a los retos, la cual ha sido clave para el desarrollo de la propuesta. Asumir la Amazonía como una misión conjunta, querer configurar una presencia con horizonte común y
    apostar por la elaboración de un plan apostólico Panamazónico son frutos de trabajos y reflexiones que se han fraguado en el espíritu de responder de forma creativamente fiel al
    llamado que se nos hace en la Panamazonía.
  • Tener en el horizonte cercano la propuesta de un delegado de la CPAL para animar e impulsar la misión y el plan que se sueña, es un elemento que nos reta de forma novedosa y supone audacia en medio del camino de reorganización y reestructuración de provincias. Se busca así unir esfuerzos, voluntades y vocaciones para realizar un servicio generoso, a la Compañía de Jesús, a la Iglesia, a la Amazonía, con sus pueblos, y a todo el planeta.
  • Un aspecto importante es el modo en que se están llevando adelante estas reflexiones y trabajos, pues se realizan como cuerpo apostólico, en colaboración y mirando las oportunidades que tenemos gracias a las posibilidades de aliarnos y trabajar en red. La participación del cuerpo apostólico en la Amazonía, las instancias de gobiernos provinciales y superiores regionales, la mirada y el sentir con la iglesia y con la sociedad, nos impulsan hacia el reconocimiento de nuestras debilidades y a la necesaria articulación con todos los actores que sumen capacidades y recursos a esta misión de la Iglesia.

Sin duda, todo esto supone grandes esfuerzos conjuntos y cambio de mentalidades y posiciones, pero, sobre todo, requiere de un espíritu abierto para discernir y caminar juntos en todos los procesos que surgen como Buena Noticia y Don de Dios. La escucha es el valor más resaltado en todos los encuentros que se han tenido, y es sin duda, un gran reto poder asumirla como modo fundamental para el desarrollo de toda propuesta, pues junto a la actitud de aprendizaje, constituye la clave para ser pertinentes y para construir desde los distintos saberes la presencia y la misión en la Amazonía.

Además, la novedad de lo que se está proponiendo en el modo de organizar la misión, nos hace buscar el sano equilibrio entre la vinculación de las provincias y regiones con la responsabilidad de las redes y de la CPAL, pues se tiene claro que no estamos buscando en este momento la formación de una nueva provincia, sino que es una nueva forma de concebir la respuesta al llamado, a la misión que se nos encomienda como Cuerpo Apostólico de la Compañía de Jesús.

Deseo que San Ignacio siga intercediendo por nosotros para que con “ánimo y liberalidad” sigamos caminando juntos con mucho entusiasmo y compromiso a lo largo de todo este proceso.

Rafael Garrido, S.J.

28 de abril de 2023

Ligeros de equipaje: experiencia de Ejercicios Espirituales para jóvenes

La experiencia Ligeros de Equipaje reunió a jóvenes de diferentes territorios de Chile como Arica, Antofagasta, Santiago y Región del Bío Bío con el fin de proponerles una experiencia diferente de encuentro con Dios, a través de los ejercicios Espirituales y el compartir en Comunidad, por medio de la experiencia en la naturaleza y la inmersión en nuevas culturas. En este sentido, para el año 2023 se realizaron dos experiencias simultáneas de Ligero de Equipaje.

La primer experiencia se realizó en el sur de Chile, por medio del Trekking, Ejercicios Espirituales y acompañamiento en comunidad, se invitó a que los participantes fuesen conscientes de aquellas cosas que les genera peso en su vida que les distrae y les quita el foco de lo esencial, fortaleciendo vínculos y la experiencia de oración.⁣ Esta experiencia se realizó del 21 al 30 de enero del presente año.

La segunda experiencia se realizó en Bolivia, este encuentro estuvo marcado por una tanda de Ejercicios Espirituales en la ciudad de Cochabamba, días para reflexionar en el silencio por tanto bien recibido durante el año recién pasado y tomar fuerzas para comenzar este año con más esperanza. Esta experiencia se realizó del 16 al 26 de enero del presente año.

Conocé más sobre la experiencia aquí: