No Sólo Santos en los Altares
Hace unos días celebrábamos la canonización de 7 nuevos santos para toda la Iglesia entre los que estaba el argentino José Gabriel del Rosario Brochero. Eventos como estos pueden invitarnos también a reflexionar sobre el significado de la santidad hoy.
Por Javier Rojas SJ
Hay momentos en que Dios nos permite comprender el amor que nos tiene, descubriendo cómo es capaz de amar un hombre o una mujer, como vos o como yo. Tal vez me dirás, ¡esos son los santos! Sí, los santos son tales por su capacidad de amar y servir a Dios y al prójimo; pero no me refiero a los santos canonizados, sino a esas personas de carne y hueso como las que encontramos caminando por las calles, sentados en un banco en la plaza, compartiendo su tiempo con amigos, ayudando y sirviendo a los que necesitan de apoyo y consuelo, y que embellecen nuestro mundo.
¿Qué los hace especiales entonces? Precisamente que no tienen “nada” de especial. Su amor no es especial, es simplemente amor. Al igual que el amor de Dios, es simple y generoso a la vez. En ocasiones ni siquiera ellas son conscientes del amor que son capaces de dar. No se sienten distintas ni diferentes al resto. Sólo son ellas mismas. Su capacidad de amar (perdonar, compadecerse, sacrificarse, etc.), pasa inadvertida para ellas, pero no para quienes sabemos que esa calidad de amor proviene de la Fuente del Amor: Dios.
Hace poco conocí una persona así. No quiero dar su nombre por respeto, pero me gustaría decir que me cautivó su historia. Cuando la escuché hablar me sorprendió. Estaba algo nerviosa y hasta podría decir que sentía vergüenza, no lo sé con exactitud, pero en su voz fui percibiendo mayor serenidad a medida que relataba y ahondaba en su historia, no sin hondas pausas producidas por las lágrimas. Era una historia de dolor y de amor. Historia de pecado y de perdón. Historia de desconciertos y de confianza. Historia de pérdidas dolorosas y de reencuentros. En pocas palabras, alguien que aprendió lo que es amar.
Las personas que desarrollan y potencian su capacidad de amar tienen en común que han atravesado por momentos muy difíciles en sus vidas. A veces incluso, trágicas. Pero, en lugar de hundirse en el dolor, el lamento o la depresión, han sacado sabias experiencias de esos momentos. Es como si el dolor las hubiera fortalecido en la bondad y el amor. Las dificultades no les amedrentan ni los fracasos les impiden continuar. ¿Qué hay en estas personas que parecen invencibles? Se han conectado con la Fuente de Amor. El amor que tienen hacia los demás y las ganas de vivir traspasan los límites del bienestar meramente personal. No se mueven por la sensiblería empalagosa de los anuncios televisivos que invitan a colaborar en alguna colecta por los “más pobres”, sino que amar y servir se ha convertido en un estilo de vida para ellos.
Cuando conectamos con Dios y comprendemos que su amor hacia nosotros es más grande que cualquier dificultad, cuando nuestra confianza en Jesús es más fuerte que la muerte y comprendemos que nada nos separará de Él, encontramos que en cada tropiezo hay una mano firme y fuerte que se tiende para levantarnos. Ese es Dios, el Padre bondadoso y misericordioso que nos ama como ningún otro. Amor que no se entiende hasta que lo compruebas o vislumbras latiendo en el corazón de personas con capacidad para amar. Tu corazón, ¿es capaz de amar y servir?
Fuente: Click to Pray
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!