El Trabajo que No Educa y Refuerza la Pobreza

Aunque el trabajo infantil suene para muchos como una realidad perteneciente a otra época de la historia u otros lugares del mundo, lo cierto es que la problemática está latente en nuestro país y afecta las oportunidades y la vida de niños y adolescentes de todo el país.

En el marco del Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, los gremios han alertado por el impacto en la escolarización.

La inspección al horno ladrillero llegó de imprevisto, como debe ser. No los esperaban y la mujer sentó a sus hijos alrededor suyo. Era una familia oriunda de Bolivia, los nenes no pasaban de los siete años y de las rodillas para abajo estaban tapados con un poncho. Después de resistir la negativa de la madre y hablarles en su lengua originaria, uno de los inspectores logró ver que debajo del poncho ocultaban una cruel postal del trabajo infantil: los pies desnudos y llenos de barro evidenciaban que los nenes habían estado trabajando en la fabricación de ladrillos. La escena tuvo lugar hace poco un horno ladrillero de la localidad santafesina de Recreo y permite ponerle rostro a la naturalización de que los chicos trabajen junto a los adultos. “Esos chicos que están ocho o diez horas en esos lugares después no están en la escuela”, señalan desde el Sindicato de Ladrilleros.

La Ctera, por su parte, advierte que los mayores niveles de trabajo infantil se siguen dando en el campo, pero que el que más cuesta detectar es el de los chicos que realizan tareas domésticas.

El trabajo infantil en las ladrilleras, uno de los sectores que presentan esta problemática

A mediados de mayo la ciudad de Santa Fe fue sede del lanzamiento de una campaña por la erradicación del trabajo infantil impulsada por la Unión Obrera Ladrillera de la República Argentina (Uolra), en consonancia con una movida del sindicato a nivel nacional. “Nuestra preocupación es a raíz de que tenemos mucho trabajo infantil en las ladrilleras”, admite Ramón Romero, delegado normalizador en Santa Fe de la Uolra.

Un estudio cualitativo realizado por el Ministerio de Trabajo provincial da cuenta que “la fabricación artesanal de ladrillos con presencia de población infantil se realiza bajo la modalidad de emprendimiento familiar de uno o varios hogares asociados”, donde según algunos relatos recabados, los niños realizan estas tareas en contraturno a la escolaridad obligatoria. Y describe que entre otras labores, los chicos ayudan en la carga y descarga de la leña para los hornos, preparan la mezcla para elaborar los ladrillos o directamente se encargan de acomodar los ladrillos en las “canchas”.

Reconquista, Avellaneda, Esperanza, Monte Vera y Recreo son algunas de las localidades que menciona el dirigente gremial donde han encontrado chicos explotados laboralmente. Destaca ante estos casos el compromiso por parte del Ministerio de Trabajo provincial para dar respuestas a las familias, ya sea mediante becas o la compra de útiles y bicicletas. La provincia cuenta también con más de 30 Centros de Cuidado Infantil en distintas localidades “para prevenir el trabajo infantil doméstico y/o peligroso y las peores formas de trabajo adolescente, en ámbitos urbanos y rurales”, tal como describe el sitio oficial del gobierno santafesino. Santa Fe tiene además una Comisión Provincial para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil (Copreti), conformada por organismos del Estado provincial y municipal, gremios, empresas y cámaras de empleadores; y ONGs.

De todas maneras, Romero advierte que en muchos casos falta un mayor compromiso de las comunas, tanto para erradicar el trabajo infantil como el empleo precario en el sector. “En los lugares donde llegamos como gremio las personas trabajan ocho horas, pero donde no hemos llegado trabajan hasta doce horas. Hasta que no les rindan a ellos no dejan de trabajar y el patrón los explota. A veces llegás a las ocho de la noche, como nos ha tocado ver en algunos hornos, y los chicos están ayudando a los padres a apilar los ladrillos. Y esos chicos a veces no están yendo a la escuela”.

El campo sigue siendo uno de los sectores que registra altos niveles de trabajo infantil.

Oportunidades

“Trabajo infantil: la única oportunidad es la escuela” es el nombre del material realizado por la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera), para alertar sobre esta problemática. Allí aclaran: “Se entiende por trabajo infantil a toda actividad económica y/o estrategia de supervivencia, remunerada o no, realizada por niñas y niños, por debajo de la edad mínima de admisión al empleo o trabajo, que no han finalizado la escolaridad obligatoria o que no han cumplido los 18 años si se trata de trabajo peligroso”.

El material —que año a año el gremio docente actualiza con nuevos aportes— destaca la importancia de “garantizar la educación como respuesta adecuada para erradicar el trabajo infantil”. Viviana Doval, quien es una de las referentes de Ctera en la temática, advierte que pese a todos los avances y mayores niveles de concientización social, “nunca se termina de hacer campaña para visibilizar y sensibilizar el tema”. En uno de sus párrafos, el documento de Ctera afirma que “una sociedad con trabajo infantil refuerza y multiplica la pobreza”.

Por tratarse de una problemática compleja, Doval propone abordarlo de forma integral, entendiendo el entramado social que se teje detrás del niño o adolescente que trabaja. Y aclara: “Si bien tenemos una legislación fantástica que hasta lo considera delito, no se puede solo denunciar que un chico está trabajando sin darle una solución integral a su familia”.

A la hora de describir los sectores más problemáticos, admite que el sector rural es donde detectan más casos de trabajo infantil. “Si bien —explica— cuando hay políticas de tinte neoliberal también en las ciudades van apareciendo más casos, sigue siendo el campo donde hay más”. Agrega que “mientras exista el pago a destajo es muy difícil sacar a los chicos de la situación de trabajo o de estar con sus padres en el lugar donde se trabaja, porque algunos viven ahí”.

Doval alerta también sobre los peligros de naturalizar el trabajo de niños, niñas y adolescentes bajo el concepto de que de esa forma van “aprendiendo el oficio de sus padres”. Al respecto, sostiene que es una línea muy delgada entre las pautas culturales y el trabajo infantil en sí: “Una cosa es aprendizaje que ocasionalmente un chico lo haga para ir aprendiendo el oficio. Y otra es que todos los días se tenga que levantar a las 4 de la mañana para largar los animales, ir a la escuela y a la vuelta hacer otras tareas”.

Pero si el más visible es el trabajo en actividades como las cosechas en el campo o los chicos que piden monedas en las esquina de las ciudades, para la representante de Ctera el más invisibilizado es quizás el empleo de niños en tareas domésticas. “Podés tener fiscalización para el trabajo infantil en todas las áreas, pero no podés ingresar a una casa a ver si el chico trabaja o no. Ahí volvemos al hilo tan delgado entre el aprendizaje y el trabajo. Porque no está mal que el chico colabore, haga la cama y ponga la mesa. Pero otra cosa es que haga todos los trabajos domésticos, que quede al cuidado de sus hermanitos y por eso no tener tiempo para ir a la escuela”, apunta Doval.

Precisamente en uno de los apartados del material de Ctera se abordan las consecuencias del trabajo infantil en el trayecto escolar de los niños y niñas. Que van desde el ausentismo y el bajo rendimiento al abandono de la escuela. En el texto de Ctera se destaca que solo uno de cuatro chicos y adolescentes que trabajan terminan la escuela obligatoria a término.

Doval agrega que en el caso del empleo doméstico, las más golpeadas por el trabajo infantil son las nenas y adolescentes, que se quedan en la casa para cocinar, cuidar a sus hermanitos, lavar y cumplir tareas que a la larga las obligan a dejar la escuela o evidenciar una merma en su rendimiento. El documento de Ctera alerta que “el trabajo infantil es causa de pobreza, ya que los niños que trabajan y abandonan la escuela seguirán siendo pobres”.

Fuente: CPAL Social

 

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