¿De qué sirven las Respuestas para las que no hay Preguntas?
Una reflexión para no tenerle miedo a las preguntas sin respuesta
Por Tomáš Halík – Paciencia con Dios
«Vi una vez en las paredes de una estación del metro de Praga la pintada: ‘¡Jesús es la respuesta!’, que posiblemente había escrito allí alguien que volvía desbordante de entusiasmo de alguna concentración evangélica. Solo que algún otro añadió acertadamente bajo su proclamación: ‘Pero, ¿cuál es la pregunta?’. Esto me recordó el comentario del filósofo Eric Voegelin de que el mayor problema de los cristianos actuales no es que no sepan las respuestas correctas, sino más bien que han olvidado las preguntas que habían sido planteadas y a las que se dirigían estas respuestas.
Las respuestas sin preguntas –sin esas que en su origen las provocaron, pero también sin aquellas otras que despiertan subsiguientemente a cada respuesta– son como árboles sin raíces. ¡Y cuántas veces, sin embargo, son propuestas nuestras ‘verdades cristianas’ como árboles talados, ya sin vida, en los que no puede anidar ave alguna!»
Fuente: Pastoral SJ
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