«Un gobierno renovado para una misión renovada» – Palabra de CPAL
Compartimos la Palabra de la Conferencia de Provinciales de América Latina, que se dirige a todos los jesuitas y colaboradores religiosos, religiosas, laicos y laicas de la región.
Por João Renato Eidt, s.j. – Provincial del Brasil.
El título del primer decreto de la Congregación General XXXVI no era el tema de la 37ª Asamblea de la CPAL, celebrada entre los días 07 al 11 de mayo pasado en La Habana, Cuba. Sin embargo, considerando los temas trabajados, tuve la impresión de que ese título (un gobierno renovado para una misión renovada) define muy bien el espíritu que movió nuestro corazón, nuestro compartir y nuestras decisiones a lo largo de estos días.
Desde la 36ª CG e incluso antes: ya durante el gobierno del P. Adolfo Nicolás, la Compañía de Jeús vive procesos de reconfiguración de las provincias, y nos invita al trabajo en redes regionales para mejor cumplir la misión que el Señor nos ha confiado. Los temas principales trabajados durante la 37ª Asamblea de la CPAL: el compartir sobre las provincias, países y regiones, las conversaciones entre provinciales, las oraciones en común, la eucaristía diaria y los momentos de convivencia fraterna reflejan el profundo deseo del Cuerpo Apostólico de la Compañía de Jesús, América Latina de actualizarse para continuar sirviendo al Señor con generosidad y creatividad. Es consolador percibir que estos procesos sucedieron en estrecha comunión con el espíritu de la Congregación General 36, especialmente con el decreto n. 1°.
Las tres maneras de proceder que propone el decreto 1º, a saber: el discernimiento, la colaboración y el trabajo en red marcaron, de alguna manera, los días de gracia y bendicion durante la reunión en Cuba. En este sentido, el discernimiento hecho sobre el cuarto año de teología trajo mucha paz, serenidad y consuelo a todos. El fortalecimiento de las redes y su fruto apostólico en la conferencia también confirmar la orientación de la Congregación General. Ese trabajo en redes nos lleva a una mayor colaboración entre provincias y obras apostólicas; también nos mueve a colaborar con otros hombres y mujeres que, inspirados por el Evangelio, organizan y ponen sus fuerzas al servicio de la vida digna para todos y el cuidado de la casa común.
Necesitamos «un gobierno renovado para una misión renovada» con el fin de aprender a vivir de manera saludable a pesar de nuestros límites, respetando a todos y garantizando la seguridad, especialmente de los más indefensos y vulnerables. Conviene que vivamos como verdaderos «Amigos en el Señor», amigos que cuidan unos de los otros de manera que todo nuestro ser, nuestras fortalezas y dones para ser colocados, con la alegría, al servicio de la vida y el anuncio del evangelio. Para ello la vida comunitaria es muy importante. «En nuestra vida de comunidad jesuítica debemos crear espacios para el encuentro y el compartir. Esta disposición ayuda a que la comunidad se convierta en un espacio de verdad, alegría, creatividad, perdón y búsqueda de la voluntad de Dios. De este modo, la comunidad se convierte en un lugar de discernimiento «(CG 36, d. 1, n. 10).
La elección de las preferencias apostólicas universales de la Compañía de Jesús es fruto de un proceso de discernimiento que se dio en las obras apostólicas, en las comunidades, en las provincias, en las conferencias y finalmente, para concluir, en el gobierno general. La divulgación de las PAUs causó satisfacción y alegría en todo el cuerpo apostólico de la Compañía de Jesús. Que esta experiencia de discernimiento inspire y anime a las provincias a iniciar su discernimiento apostólico. Como decía el Papa Francisco a los jesuitas reunidos durante la CG 36ª: «La Compañía inicia procesos y deja espacios». El discernimiento apostólico ayudará a encontrar los llamados y la misión que el Señor quiere que realicemos. A través del discernimiento podremos también ayudar al P. General a renovar la estructura de gobierno de la Compañía de Jesús. El discernimiento y nuestra intimidad con el Señor, en fin, nos ayudarán a ser «servidores de la misión de Cristo» (CG 34ª, 2) en estrecha comunión con la Iglesia de Cristo. Esta es la razón de ser de la Compañía de Jesús.
En América Latina estamos siendo testigos a diario del empobrecimiento de las poblaciones, el desplazamiento forzado de personas, las opciones políticas que privilegian pocos despojando elementos esenciales en situaciones de los regímenes democráticos y de los derechos humanos llegando al absurdo de la violencia y del autoritarismo. En el ámbito eclesial notamos dos movimientos que, muchas veces, se contraponen: uno de ellos propuesto y animado por el Papa Francisco que invita al diálogo, respeto, acogida, cuidado de la Casa Común, a la Iglesia en salida y a vivir la «alegría del Evangelio»; y por el contrario somos testigos de otro movimiento con actitudes conservadoras, autoritarias y clericalistas que irrespetan a las personas vulnerables y frágiles. Estos comportamientos son fuertemente criticados por el Papa Francisco que mantiene en su discurso la promoción de la paz como camino para un mundo mejor.
Las grandes inspiraciones de la CG 32ª como «el servicio de la fe, del cual la promoción de la justicia constituye una exigencia absoluta» (d.2, n.7) deben inspirar nuestro modo de ser y de actuar. Del mismo modo hay que recordar el primer decreto de la CG 36ª que nos motiva a ser «Compañeros en Misión, reconciliación y la justicia». Creo que estas Congregaciones Generales y las exhortaciones del Papa Francisco nos invitan a tener actitudes proféticas en la sociedad y en la iglesia. Para ello, la oración comunitaria, la Eucaristia y encuentro personal con Cristo son fundamentales, porque dar testimonio y vivir la fe y la justicia en nuestras situaciones pueden dar lugar a malentendidos, persecuciones, amenazas e incluso el martirio. Que estas consecuencias no nos impidan ser testigos de la justicia y la reconciliación, más necesarias que nunca, en los contextos en los que vivimos.
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