Reflexión del Evangelio – Domingo 26 de Septiembre

Evangelio según san Marcos (9,38-43.45.47-48).

La primera sensación que transmite este texto del evangelio, es dura, es difícil de digerir, casi cruel. Expresiones fuertes como “ataran al cuello una piedra”, “córtala” refiriéndose a tu mano como pecado, “arráncalo” refiriéndose a tu ojo otra vez como pecado.

Pero Jesús habla en otra época, en un contexto muy distinto al de hoy y a pesar de ello el mensaje verdadero es igual o aún más significativo que nunca. Es una invitación a seguirlo, a no perdernos por el camino, a revisar nuestra propia vida.

En la primera parte, la propuesta es mirar nuestros propios “escándalos” y no andar denunciando a los demás, menos aún juzgar si lo que hacen es digno o no de los seguidores de Jesús. Miremos en nuestro interior, observemos nuestras acciones, expresiones y examinemos si aquello que perseguimos día a día realmente contribuye al Reino de Dios.

Y desde ahí, en ese momento de sincera oración, identificar las actitudes, acciones (“manos”) o aquellas miradas/juicios (“ojos”) que nos alejan de Su llamado, de la búsqueda de ese sentido en nuestras vidas. Se requiere valentía para reconocer aquello que nos empequeñece, pero en algún punto idolatramos, se requiere valentía para verlo y decidir redirigir nuestra mirada.

Cada uno busca su misión, su invitación es personal y única, cada uno sabe por dónde le aprieta el zapato; es tan fácil desviarse, perderse en el camino, tan tentador mirar para el costado. Pero no pasa nada, mientras seguimos buscando, Dios siempre está ahí esperando, paciente y misericordioso.

Para terminar, perdonen la tentación, pero no puedo dejar pasar la oportunidad… en esa búsqueda y mirada hacia dentro, tal vez pueden ir un poco más allá y preguntarse, ¿cuáles son aquellas cosas que me alejan del llamado a cuidar nuestra Casa Común? y, ¿por qué no? decidir sumar un nueva y pequeña acción hacia la sustentabilidad.

María José González

Fuente: cvxuruguay.org

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