Uruguay: Asamblea Nacional de CVX

Por Gabriel Fernández – Presidente de CVX

Comparto con ustedes una reflexión/oración luego de vivida la Asamblea Nacional de CVX en Uruguay en 2022. Se basa en la convicción de que vivimos una experiencia de Pentecostés en la AN de CVX en Uruguay.

Podrán decir ¡qué exagerado! o ¡qué arriesgado! Pero honestamente, así lo siento y así lo entiendo.

Recojo el sentir compartido de haber experimentado de manera comunitaria la presencia del Espíritu Santo, que nos renueva, nos hace sentir unidos y entrelazados y al mismo tiempo, nos impulsa a salir a contagiar a otros y a vivir con mucho ánimo nuestra vida apostólica, personal y comunitaria desde nuestras fuentes.

Y haciendo una interpretación libre del pasaje del Libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 2, 1-13) a partir de esta experiencia, tiendo a imaginar que las “lenguas como de fuego” no se posaron solamente sobre los apóstoles, sino que también lo hicieron en todas las personas que estaban reunidas con ellos, entre las cuales, seguro había muchas mujeres. Esto porque quienes estuvimos en la AN (no sólo los delegados sino también el equipo de apoyo, actas, testigos, presidencia de la AN, el CEN) nos sentimos habitados por un Espíritu renovador que nos llevó a experimentarnos parte de un mismo cuerpo.

En la Asamblea, nos sentimos “hablando un mismo lenguaje”, nos entendíamos, incluso con compañeros y compañeras de la Comunidad Nacional de otras comunidades pequeñas, a quienes tal vez nunca habíamos visto o solo nos vimos en alguna oportunidad.

Tiendo a ver en lo vivido ante todo como una experiencia fundante de CVX como cuerpo y de Iglesia.

Pudo haber sido una experiencia de “Babel” (Gen 11, 1-9) en la que cada uno y cada una volviera a su comunidad pequeña con la sensación de no haberse podido comunicar, “de hablar diferentes lenguas”. Tal vez podemos hacer memoria de otras experiencias en este sentido.

Pero no fue esa la vivencia que experimentamos. Intuyo al mismo Espíritu que sopló en el Concilio Vaticano II que llevó a las Congregaciones Marianas a refundarse en las Comunidades de Vida Cristiana que más adelante se sintieron impulsadas a ser una única Comunidad Mundial y que es hoy nuestro lugar en la Iglesia.

No pretendo con esto que comparto agotar la experiencia vivida ni nada parecido; es solo un intento de aproximación y compartir con ustedes mi gratitud.

Y creo que todas y todos los que vivimos la experiencia nos sentimos también llenos de una gratitud que lleva a movilizarnos (y que honestamente creo que no está bien que como comunidad la enfoquemos en el CEN; la disposición de delegados y delegadas, los equipos de apoyo fueron muy dóciles al Espíritu).

Agradezco a Dios haber estado allí; agradezco también a cada una y cada uno de quienes fueron parte por la apertura y compromiso (Ignacio diría que entraron con “grande ánimo y liberalidad” para dejar a Dios hacer). Y esto incluye también a las comunidades pequeñas que estaban “detrás” de sus delegados y delegadas.

Pido a Dios y deseo de corazón que este mismo Espíritu nos vuelva a encontrar reunidos como una comunidad, como un cuerpo, celebrando, reflexionando, actuando en una realidad que nos interpela ya la que nos sentimos llamados a acercar para encontrar a Cristo ya presente en ella, intentando ser el cuerpo apostólico, ignaciano y laical que nos sentimos llamados a ser.

Fuente: cvxuruguay.org

 

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