¿Qué tiene de particular el sínodo sobre la sinodalidad?
¿Qué es exactamente un sínodo?
Un sínodo es una reunión – tradicionalmente de obispos – para ayudar a la Iglesia a avanzar en una dirección común. La palabra “sínodo” procede del griego syn-hodos, que significa “el mismo camino”. Los sínodos eran habituales en los primeros siglos del cristianismo, y daban a los obispos la oportunidad de reunirse y debatir cuestiones de importancia para la vida de la Iglesia. En 1965, el Papa Pablo VI instituyó el Sínodo de los Obispos a nivel universal de la Iglesia. Quería encontrar un modo de continuar el intercambio fraternal y colegial que se había ensayado en el Concilio Vaticano II. Desde entonces, se organizan sínodos cada dos o tres años, que reúnen a obispos, expertos y delegados diversos para tratar temas como la Eucaristía, la Palabra de Dios, el Próximo Oriente, la nueva evangelización, la familia, los jóvenes, y la Amazonia.
¿Qué tiene de particular este sínodo sobre la sinodalidad?
A diferencia de los sínodos anteriores, el objetivo de éste no es abordar un tema en particular, sino permitirnos llegar a ser lo que Dios nos llama a ser como Iglesia, todos juntos, ¡en la realidad del mundo de hoy!
Ya no se trata sólo de un Sínodo de Obispos de un mes, como los anteriores, sino de un proceso sinodal de tres años para todo el pueblo de Dios. Todos están invitados y nadie debe ser excluido. Los laicos han participado desde el principio del Sínodo. Y ahora, por primera vez en la historia, algunos participantes laicos también tienen derecho a voto.
En segundo lugar, este Sínodo pretende ofrecer a toda la Iglesia una experiencia vivida de la sinodalidad. Se trata de recoger los frutos de lo que el Espíritu Santo nos dice aquí y ahora para llegar a ser una Iglesia más sinodal en el mundo de hoy.
Por último, el objetivo del Sínodo no es sólo hablar de la sinodalidad, sino ponerla en práctica ahora mismo, en cada diócesis, parroquia y país de todo el mundo. Nos llama a todos a renovar nuestra manera de ser y de trabajar juntos para avanzar.
Pero, ¿qué es la sinodalidad?
Básicamente, la sinodalidad consiste en un camino común. Se trata de escucharnos unos a otros, para oír lo que Dios nos dice. Es darse cuenta de que el Espíritu Santo puede expresarse a través de cualquiera para ayudarnos a avanzar juntos en nuestro camino como pueblo de Dios.
“Caminar juntos” está en el corazón de lo que es la Iglesia, como pueblo de Dios que peregrina en medio del mundo. En tiempos de la Iglesia primitiva, San Juan Crisóstomo decía que para él “Iglesia” y “sínodo” eran sinónimos, ya que la Iglesia consiste en este caminar juntos. En este sentido, la sinodalidad es una forma de renovar la Iglesia desde sus raíces más profundas, para que podamos estar más unidos entre nosotros y cumplir mejor nuestra misión en el mundo. En concreto, la sinodalidad es una forma de ser y de trabajar más cercana a las bases y más colaborativa. Pone de relieve el hecho de que todos tenemos algo valioso que aportar al Cuerpo de Cristo. De este modo, una “Iglesia sinodal” es una Iglesia de la escucha: “Es una escucha reciproca en la cual cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fiel, colegio episcopal, Obispo de Roma: uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo.” (Papa Francisco)
En definitiva, esto nos llamará naturalmente a cambiar nuestras formas de hacer las cosas, para que seamos cada vez más lo que verdaderamente somos como Iglesia, y para que caminemos juntos en medio de toda la familia humana, guiados por el Espíritu Santo.
Fuente: www.jesuits.global/es
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