A pocos días de la CG 36: Entrevista al Padre General

Las más importantes revistas jesuitas europeas publican este mes de septiembre la entrevista que el jesuita Antonio Spadaro, director de La Civiltà Cattolica, ha hecho al Padre General de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás SJ, quien renunciará a su cargo el próximo mes. Si quieres leerla completa puedes descargártela aquí. 

“Para los jesuitas era un imposible pensar que uno de los nuestros fuese elegido papa, a sólo doscientos años de la supresión y veinticinco después de una intervención papal en el gobierno de la Compañía” responde con sinceridad el P. General. Para él “habiendo ya sucedido lo improbable, la elección de un Superior General bajo el pontificado del Papa Francisco, jesuita él mismo y por tanto buen conocedor de la Compañía, adquiere un significado especial”.

Adolfo Nicolás espera de la Congregación General, además de que elija un “buen Superior General”, que el Papa se dirija a los participantes y les presente “sus sentimientos y preocupaciones”, y que su fruto sea “una mejor vida religiosa en el espíritu del Evangelio y una renovada capacidad de imaginación (…) Necesitamos audacia, fantasía y valentía”.

Y es que para este palentino de 80 años, que lleva en el cargo desde 2008, la Iglesia necesita “un lenguaje nuevo que use la sabiduría de los sabios, o la sabiduría del pueblo, para hablar una lengua que el mundo sea capaz de entender”. Porque su visión del mundo es contracultural: “Tenemos ya que comenzar a concebir la humanidad como una unidad y no como un conjunto de países separados uno de otros por sus tradiciones, sus culturas y sus prejuicios. Es necesario pensar en una humanidad que necesita a Dios, que necesita una profundidad que sólo puede venir de la unión de todos”.

En 2013, durante otra entrevista concedida al mismo P. Spadaro SJ, el Papa Francisco afirmó que los jesuitas debían ser personas “de pensamiento incompleto, de pensamiento abierto”. Para el P. General eso significa que tenemos mucho que aprender del silencio, de la humildad, de la sencilla discreción. El jesuita, como dije una vez en África, debe oler a tres cosas: a oveja, esto es, a lo que vive su gente, su comunidad; a biblioteca, es decir, a reflexión en profundidad; y a futuro, es decir a una apertura radical a la sorpresa de Dios. Creo que estas cosas pueden hacer del jesuita un hombre de pensamiento abierto”.

 

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