Campamento Mascardi 2015

Desde el 18 al 28 de Enero de 2015, un grupo de 45 jóvenes (27 mendocinos, 9 chaqueños, 5 correntinos, 3 santafecinos y 1 bonaerense) junto al Padre Tomás Bradley S. J., tuvieron la cuarta experiencia del Campamento de la Red Juvenil Ignaciana de Argentina y Uruguay. Una vez más estuvieron dándonos una mano en la cocina Jorge, Matilde, Pedro, Fausto y Male durante los 10 días.

El Campamento se llevó a cabo en la Cabaña Padre Mascardi, ubicada en el Lago Mascardi a 35 kilómetros al sur de la Ciudad de San Carlos de Bariloche.

Durante 10 días se llevaron a cabo diferentes actividades que tenían como objetivo encontrarse con uno mismo en relación con Dios, con la Naturaleza y con los demás. Se realizaron diferentes actividades recreativas en la Cabaña: juegos, deportes, actividades de artesanías, juegos de mesa, fogones. Días de campamento en carpa (en la localidad de Pampa Linda a 40 kilómetros de la Cabaña Padre Mascardi), ascenso al Refugio Otto Meiling (ubicado a 2000 metros de altura), caminata al Glaciar Ventisquero Negro y a la cascada Saltillo de las Nalcas. Ascenso al Cerro Falso Granítico (ubicado a 1200 metros sobre el nivel del mar) y a 5 kilómetros de la Cabaña Padre Mascardi. Actividades de Reflexión sobre lo vivido en las diferentes caminatas y en la convivencia con los otros, además de actividades de Reflexión personal.

Fue una experiencia muy enriquecedora para los que participaron del Campamento, en la que la importancia estuvo puesta en  el aprender del otro y crecer con él en la convivencia y a través de las diferentes actividades; en el maravillarse ante la inmensidad de la creación de Dios, el desafiarse y superarse a uno mismo cuando las cosas no salen como uno quiere o el cuerpo no da más y saber pedir una mano; en el volver a ser niños y divertirse sanamente al jugar con el otro; en el reflexionar y profundizar sobre lo que cada uno va viviendo en el día a día.

Es una experiencia que nos pone en contacto con Dios y con la maravilla de su Creación y así nos acerca a una de las formas más profunda de experimentar y vivir la vida.

 Testimonios

“El campamento para mi fue un descubrir el valor de la vida y de lo esencial en ella, fue encontrar amigos y compañeros de camino que con el tiempo Dios los transformo en familia con cada paso que dábamos. Me conectó con Dios en la inmensidad de todo su amor y en nuestra frágil pequeñez, con su firme opción por elegirnos y amarnos. En los diez días que pasaron, miles de cosas se movieron para que Jesús en el silencio las acomodara con serenidad y amor, dándonos fuerza para seguir en el retorno a nuestras provincias”.

Federico Torres. 21 Años. Corrientes

 

«Mi experiencia en el campamento de Mascardi, fue una vivencia que me fue sorprendiendo a medida que pasaban los días. Llegar y en ese instante de contacto con la naturaleza bruta, desconectar mi chip, no sólo del celular, sino también de mi cabeza: vaciarme de pensamientos, de expectativas…  sólo disponer el corazón y dejarme sorprender.

En primer lugar, me conocí en la necesidad, no solo de cosas materiales, sino también de apegos, en el compartir, en el respeto al otro: escucharlo, mirarlo y abrazarlo desde el corazón. Poder incomodarme en la convivencia y reconocer debilidades y falencias, que no se encontraban en no poder bañarme y tener luz todo el tiempo; si no en mi capacidad aceptar opiniones y costumbres distintas de las mías.

Cuando me embarqué en esta aventura, creí que iba al campamento a buscar algo en particular: respuestas,rumbos… y en realidad descubrí que solo quería dejarme sorprender:  quizás fui a buscar respuestas pero me fui con más preguntas y desafíos. Quiero que Dios también me sorprenda en la naturaleza, confiar y dejarme en sus manos.

En segundo lugar, me encontré con silencios absolutos que hicieron grandes ruidos interiores. Y que, al mismo tiempo hizo el encuentro con mis compañeros mucho más profundo. Nos acompañamos desde el silencio, con miradas y gestos, que parecen pequeños y breves, pero quedan grabados en el corazón.

Por otro lado, me Animé a caminar senderos, no fueron fáciles para mí, pero (aprendí) que tampoco imposibles.  Charlando, riendo, agitada, fuimos caminando y llegamos a la cima. Estando ahí, contemplaba la maravilla de la creación. Me quedaba sin aliento ante tanta inmensidad. En el camino, cada paso era una decisión: era inevitable no relacionarlo con decisiones en mi vida. En la subida al Tronador, sentí muchas veces miedo: al fin y al cabo la respuesta era siempre mirar al frente y seguir. Este fue otro aprendizaje que me llevé para mi día a día: no acobardarme.

Para finalizar, y haciendo memoria agradecida de los días vividos, me gustaría quedarme con la imagen del camino recorrido; donde encontraba: piedras, que dificultaban mi caminar; personas que me costaba aceptar;  arroyos de agua fresca, que me recargaban energías para seguir; amigos; árb0les que me daban sombra, descanso y protección; familias y personas que iluminaron mi camino; y finalmente, con el Sol, que como Dios, con su calor me recuerda que estoy viva.  

Estoy muy agradecida con Mascardi , y con cada persona que conocí.»

 Valeria Lémole Díaz. 27 Años. Mendoza

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