UCC. Tradición educativa de la Compañía de Jesús

Docentes y autoridades participaron de talleres para trabajar el perfil de egreso y cuestiones de liderazgo.

De la mano de Silvana Capano, experta en la tradición educativa de la Compañía de Jesús, docentes de la UCC participaron de un encuentro en el que abordaron el perfil del egreso haciendo foco en la importancia de generar consciencia, competencia, compasión y compromiso con la realidad para transformarla.

Además, bajo el título La Cura personalis y el liderazgo ignaciano, Capano desarrolló un taller destinado a nuestras autoridades en el que se abordaron conceptos vinculados al cuidado personal de los y las estudiantes y de los equipos liderados. El trabajo se centró en conceptos como la relación profunda personal, la preocupación por el contexto y también poder hacer ese cuidado alineando a las personas hacia la misión institucional.

Asimismo, se desarrollaron conceptos de liderazgo ignaciano, partiendo de ideas del exgeneral de la Compañía de Jesús, el P. Adolfo Nicolás S.J., textos de P. Guibert S.J. y algunos otros elementos de otros jesuitas como David McCallum S.J. De esta forma, se definieron los rasgos esenciales que debería tener un líder ignaciano, como una visión de sentido, orientar hacia la misión, habilidades sociales, la escucha para la toma de decisiones y el discernimiento previo a ellas, como elementos sumamente centrales.

A partir de ese trabajo se armó un ecualizador personal y otro de la UCC para realizar una especie de autotest de habilidades directivas.

La cura personalis se refiere a nuestro desarrollo personal y autorrealización, mientras que la cura apostólica tiene que ver con el compromiso con la misión de servicio. Ambas se deben desarrollar para ejercer el liderazgo.

Distinguir entre liderazgo y gestión

En relación a directivos que son buenos gestores pero malos líderes, Capano expresó que “dar una visión de sentido a otros es más que gestionar” y que los/as buenos/as líderes son grandes educadores; trazan líneas claras; logran construir confianza y no hablan de sí mismos sino que dan la posibilidad a otros de que se expresen. Además, destacó la importancia de tener humildad; celebrar los logros y tener momentos de reconocimiento; y conocer la mirada de otros sobre sí mismo “la realidad se construye con la visión del otro”, expresó. En definitiva, se trata de aceptar y abrazar la propia vulnerabilidad y reconocer que el trabajo es con otros y que hay oportunidades para mejorar.

Aforismos (extraídos de la Conferencia del P. Nicolás sobre el liderazgo Ignaciano. Valladolid, 6 de mayo de 2013. Encuentro con superiores y directores de obra de la provincia de Castilla).

“Si te encuentras solo arriba quiere decir que algo no estás haciendo bien”.

“La persona más difícil de gobernar es uno mismo”.

“Los mejores líderes son grandes escuchadores”.

“Si quieres saber cómo lo está haciendo un líder mira a su comunidad”.

“La mayor equivocación es no preguntar a nadie en qué te estás equivocando”.

Ecualizador del Autoconocimiento y aprendizaje continuo

Comunicación y habilidades sociales

Organización del tiempo

Gestión de acuerdos y tensiones

Toma de decisiones

Visión. Impacto en otros

Adaptabilidad y reflexividad

Silvana Capano es uruguaya y doctora en Educación por la UCC. En su tesis abordó el concepto de experiencia en Ignacio de Loyola, su implicancia pedagógica y su vigencia en la propuesta curricular de los colegios jesuitas de Uruguay. Es una docente experta en las “claves identitarias”, en lo que significa o debe significar la identidad jesuita para las instituciones educativas que pertenecen a la Orden que fundó San Ignacio.

https://ucc.edu.ar/noticias/tradicion-educativa-compania-de-jesus

Ignacio presenta formula del instituto al papa

Los jesuitas, a disposición del papa

Desde su fundación, los jesuitas se han puesto al servicio del Papa, ofreciendo sus servicios para la misión universal de la Iglesia. Esta característica definitoria, arraigada en la visión de San Ignacio de Loyola, no es solo un ideal espiritual, sino un compromiso concreto. Es una tradición de disponibilidad y obediencia que se ha mantenido ininterrumpidamente a lo largo de los siglos y sigue siendo un sello distintivo de la identidad jesuita.

La Compañía de Jesús nació en 1540, en mitad de la gran crisis religiosa del siglo XVI. Era también el final de una serie de papas del Renacimiento, más caracterizados por sus actividades políticas, incluso mundanas (Alejandro VI, Julio II, León X…), que por su liderazgo espiritual, aunque los últimos ya se tomaron en serio la necesaria reforma de la Iglesia (Paulo III, Julio III, Pío V…).
A pesar de esa diversidad, no siempre edificante, Ignacio de Loyola y los primeros compañeros vincularon la orden naciente con un voto de obediencia al papa, según acordaron en las deliberaciones de 1539: convenía más que el vicario de Cristo “disponga de nosotros y nos envíe a donde más juzgare que podemos fructificar”, pues, según Pedro Fabro,“conoce mejor lo que conviene al universal cristianismo”. Este es el origen del cuarto voto (algo similar tienen otras congregaciones religiosas) propio de los jesuitas, su “identidad”, que se añade a los tres votos de la vida religiosa de pobreza, castidad y obediencia. No significa que los jesuitas deban obedecer al papa más que ningún católico, sino que, por voto, los jesuitas se ponen a disposición del papa para desarrollar las misiones que les encomiende.
Una de estas “misiones”, otorgada por Paulo III a petición del rey João III de Portugal, fue evangelizar las Indias Orientales, para lo que fueron destinados el portugués Simão Rodrigues y el español Nicolás de Bobadilla, pero quien acabó yendo fue san Francisco Javier, antes, incluso, de la fundación canónica de la Compañía. John O’Malley afirma que fueron san Ignacio y los primeros jesuitas quienes cambiaron la semántica del término “misión”, partiendo del “envío [por el papa]” para acabar refiriéndose a trabajos apostólicos entre no cristianos, como consecuencia de ese envío.
Especial uso de la disponibilidad de los jesuitas hicieron los papas del siglo XVI: En varias ocasiones Paulo III mandó a jesuitas como enviados pontificios (Irlanda), predicadores, profesores (Sapienza), reformadores o misioneros. Julio III les encomendó el colegio Germánico, envió a Diego Laínez y Jerónimo Nadal a las negociaciones con los protestantes alemanes; a Laínez y Nicolás Salmerón, como teólogos al Concilio de Trento; a otros jesuitas a Córcega y Piacenza, así como a Etiopía. Paulo IV los encaminó a Polonia y Bruselas; Pío IV a Irlanda y Escocia. Pío V pidió a los jesuitas que fuesen los confesores (penitenciarios) de la basílica de San Pedro (1569), y nombró a un jesuita como nuncio en Escocia. Gregorio XIII fundó el Colegio Romano (después Universidad Gregoriana); envió jesuitas a Constantinopla, Líbano, Suecia, Escocia y Escandinavia. Probablemente la última misión pontificia personal antes de la supresión de la Compañía (1773) fue la designación por Benedicto XIV del P. M. de Azevedo como consultor de la congregación de ritos, en 1748, que desde entonces incluiría siempre un jesuita.
Después de la restauración de la Compañía (1814) encontramos misiones pontificias, pero que incumben a instituciones, no tanto a personas concretas: Colegio Urbano (Roma) 1836; Civiltà Cattolica, 1866; Seminario regional Leoniano (Anagni), 1897; Pontificio Instituto Bíblico (Roma), 1909 y Colegio en Manila, devuelto a la Compañía en 1910; Pontificio Instituto Oriental (Roma), 1922; Colegios en Roma: Ruso (1929), Maronita (1931), Brasileño (1934); Parroquias en Roma, como San Saba (1931); un penitenciario menor permanente en la basílica de San Pedro (1931); Observatorio Castel Gandolfo (1935), etc.
Uno de los últimos encargos fue el de Pablo VI a la Congregación General 31, invitando a la Compañía a centrar sus energías apostólicas en la lucha contra el ateísmo, misión secundada por la propia congregación y por el general recién elegido P. Pedro Arrupe.
A lo largo de su historia, los papas han contado con la Compañía de Jesús para encomendarle determinadas misiones. Este cuarto voto de obediencia al papa circa missiones, aunque no agota la disponibilidad y servicio de los jesuitas a la Santa Sede, sigue siendo la parte más nuclear de su ADN, en el pasado, presente, y futuro.
Por Wenceslao Soto Artuñedo, SJ | Archivum Romam Societatis Iesu (ARSI)@jesuits.global

Evangelio del Domingo. “YO LAS CONOZCO”

El evangelio que nos propone la liturgia de este domingo es muy breve: apenas cuatro versículos del capítulo 10 del evangelio de San Juan. Es éste un largo capítulo en el que, en su primera parte, la más extensa, Jesús define su relación con los discípulos: “Yo soy el buen pastor” (v. 11) y en la segunda parte, más breve, define su relación con el Padre: “Yo y el Padre somos uno” (v. 30). En los versículos de hoy aparecen esos dos aspectos. Nos centramos en este comentario en un aspecto, en una afirmación concreta de la relación del Buen Pastor con sus discípulos: “Yo las conozco” (v. 27).

Jesús nos conoce. Y nos conoce a fondo. Me preguntaba preparando este comentario: ¿hay alguien que me conozca como Jesús me conoce? Es una pregunta que nos podemos hacer todos nosotros. Mi respuesta personal es que nadie me conoce con la profundidad y la verdad con que Él me conoce. En lo bueno y en lo menos bueno. Nadie como Él conoce todos los gestos de bondad, de entrega, de disponibilidad de que somos capaces, y que tantas veces quedan ocultos a miradas ajenas. Y nadie como Él conoce lo que nos duelen nuestros fallos de todo tipo y la impotencia que sentimos cuando queremos mejorar o cambiar y no podemos. Nadie como Él conoce las alegrías íntimas por sencillos gestos de amor y nadie como Él conoce el sufrimiento de fracasos, incomunicaciones, decepciones… especialmente en las relaciones humanas.

Pero quien más nos conoce es Aquel que más nos ama. El buen pastor que conoce a sus ovejas es el que no ha dudado en afirmar que “doy mi vida por las ovejas” (v. 15). Y esa doble afirmación nos abre a tres dimensiones de nuestra relación con Él:

  • Una dimensión de intimidad que hace de nuestra oración una relación muy especial como la que, seguramente, no podemos tener con nadie más. Una intimidad que va más allá de las palabras, porque a Él no es necesario “explicarle” nada, y que es, sencillamente dejar que Él nos acoja tal como somos y con todo su cariño;
  • Una dimensión de confianza porque su Amor no es sometido a prueba por nuestro amor, sino que sintiéndonos acogidos por su Amor nos vamos haciendo capaces de amar cada día más, incluso a aquellos de los que no esperamos mucho o nada. Porque la minúscula de nuestro amor se va haciendo mayúscula a medida que crece en gratuidad;
  • Una dimensión de esperanza. Esperanza en Aquel que no duda en afirmar “Yo les doy vida eterna” (v. 28). Vida eterna que no es otro tiempo de la vida, sino otra dimensión de la vida, otro sentido. Más allá de lo que nos es dado conocer, más allá de lo que nos cabe esperar.

DARÍO MOLLÁ, SJ | @centroarrupevalencia

Robert Francis Prevost es elegido Papa: toma el nombre de León XIV

El cónclave eligió este jueves, 8 de mayo, al cardenal Robert Francis Prevost como nuevo Papa. El prelado estadounidense, de 69 años, escogió el nombre de León XIV, evocando al papa León XIII, una figura asociada al compromiso social y a la apertura diplomática en la historia reciente de la Iglesia.

Monseñor Robert Francis Prevost, O.S.A. nació el 14 de Setiembre de 1955 en Chicago, Illinois (EE.UU.). Su padre, Louis Marius Prevost, es de ascendencia francesa e italiana, y su madre, Mildred Martínez, es de ascendencia española. Tiene dos hermanos, Louis Martín y John Joseph.

Infancia

Su infancia y adolescencia transcurrió con los suyos. Los inicios de su juventud se desarrollaron en el campus universitario, pues desde los 18 hasta los 22 años estudió en Villanova University-Pennsylvania, llegando a obtener el Bachellor’s Degree en Matemática (1977), además de una especialización en Philosophy (1977). El 1º de Setiembre de ese mismo año ingresó al noviciado de la Orden de San Agustín (O.S.A.), en la provincia de Nuestra Señora del Buen Consejo, en Saint Louis. El 29 de agosto de 1981 profesó los votos solemnes. Durante aquellos años estudió en la Catholic Theological Unión-Chicago, llegando a graduarse con el título del «Master of Divinity, (en Teología) con mención en Misión Intercultural» (1982).

Estudios

A sus 27 años fue enviado por la Orden a Roma para estudiar Derecho Canónico en la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino (el «Angelicum»). En la Ciudad Eterna recibió la ordenación sacerdotal de manos de monseñor Jean Jadot, presidente del Consejo Pontificio para los no cristianos, el 19 de junio de 1982. Obtuvo la Licenciatura en 1984, y continuó con la preparación de la tesis doctoral, cuando fue destinado a trabajar en la misión de Chulucanas, en Piura-Perú (1985-1986), siendo vicepárroco de la catedral «Sagrada Familia» y canciller. La diócesis de Chulucanas, erigida el 8-VI-1989, comenzó como prelatura el 4 de marzo de 1965, para ser atendida por los padres agustinos norteamericanos de la Provincia de Chicago.

En 1987 obtuvo el grado de Doctor con la tesis: «El Rol del Prior Local de la Orden de San Agustín», recibiendo la calificación de Magna Cum Laude.

En ese mismo año fue elegido director de vocaciones y director de misiones de la Provincia agustiniana «Madre del Buen Consejo» en Olympia Fields, Illinois (USA); además se dedicó a conseguir fondos económicos para las misiones de su provincia, en especial para la misión de Chulucanas. En 1988 fue enviado a la misión de Trujillo para ser el director del proyecto de formación común de los aspirantes agustinos de los Vicariatos de Chulucanas, Iquitos y Apurímac. Allí se desempeñó como prior de la comunidad (1988-1992), director de formación (1988-1998) y maestro de profesos (1992-1998). En la arquidiócesis de Trujillo prestó servicio como vicario judicial (1989-1998), profesor de Derecho Canónico, Patrística y Moral en el Seminario Mayor «San Carlos y San Marcelo»; también ejerció como director de Estudios del mencionado Centro de Formación Sacerdotal, y fue rector encargado durante un año. Junto con estas labores académicas y espirituales; párroco fundador en la Parroquia de «Nuestra Señora Madre de la Iglesia», hoy parroquia «Santa Rita» (1988-1999) y administrador parroquial de «Nuestra Señora de Monserrat» (1992-1999).

Tras estos largos 11 años en Trujillo, regresó a los Estados Unidos porque fue elegido (en 1999) prior provincial de su Provincia «Madre del Buen Consejo» (Chicago). Después de dos años y medio, el capítulo general ordinario lo eligió como prior general, ministerio que la Orden le volvió a confiar en el Capítulo General Ordinario de 2007. De esta manera, durante dos sexenios, fue responsable de los procesos de planificación y dirección de la orden agustina a nivel mundial, por lo que tuvo que viajar por diferentes países para participar en todos los capítulos de las Provincias y Vicariatos. Además, fue moderador del Instituto «Augustinianum» y responsable de las relaciones de su Orden con los dicasterios vaticanos. En estos años, monseñor Roberto también se había convertido en un políglota, pues habla el inglés, español, italiano, francés, portugués; y lee el latín y el alemán.

Nombramiento como obispo y cargos en la Curia Vaticana

En Octubre de 2013 regresó a su Provincia (Chicago) para ser maestro de profesos y vicario provincial; cargos que desempeñó hasta que el Papa Francisco lo nombró el 3 de noviembre de 2014 administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo (Perú), elevándolo a la dignidad episcopal como obispo titular de Sufar. El 7 de noviembre tomó posesión canónica de la diócesis ante la presencia del nuncio apostólico, monseñor James Patrick Green y del Colegio de Consultores. Y fue ordenado obispo el 12 de diciembre, en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, en la catedral de su diócesis. Es obispo de Chiclayo desde el 26 de Septiembre de 2015.

Nombrado por el papa Francisco, miembro de la Congregación para el Clero en 2019. Nombrado por el Papa Francisco, el 21 de noviembre de 2020, miembro de la Congregación de Obispos. Reelegido segundo vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana en 2022.

El 30 de enero del 2023, el Papa Francisco lo nombró prefecto del Dicasterio de los Obispos y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina (CAL).

Creado cardenal en 2023

Prevost fue creado cardenal por el Papa Francisco en el Consistorio de cardenales del 30 de septiembre del 2023.+

Arturo Sosa SJ. A toda la Compañía de Jesús en la elección del Papa León XIV

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Queridos Hermanos:

Con todo el Pueblo de Dios, y tantas personas de buena voluntad, compartimos la alegría de la elección del Papa León XIV, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Universal.

En este tiempo pascual hemos contemplado la escena en la que Jesús, el crucificado-resucitado, confirma la llamada al Apóstol Pedro a seguirlo, a hacerse cargo de sus hermanos y hermanas reunidos en la Iglesia, enviados a difundir y ser testigos de la Buena Noticia en todo el mundo. La fuente de la misión encomendada al Apóstol Pedro y sus sucesores es el amor incondicional del Padre. El Hijo, Jesús, entregó su vida para cumplir la voluntad redentora del Padre y confió a la comunidad de sus seguidores la continuación de su misión en la historia. Envió al Espíritu Santo como inspirador y consejero de sus apóstoles y ministros responsables de llevarla a cabo. El ministerio petrino cumple así un papel de primera importancia en animar el servicio de la Iglesia a la misión redentora del Señor Jesús en cada una de las complejas situaciones de la historia humana.

Para nosotros, es una oportunidad de renovar una de las dimensiones características del carisma recibido a través de San Ignacio y los primeros padres, fundadores de la Compañía de Jesús, a saber, la disponibilidad a recibir del Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra, la misión con la cual podamos ofrecer el mejor servicio a la Iglesia universal. Como hicieron mis predecesores con los Papas anteriores, le he comunicado al Santo Padre León XIV, la disponibilidad de la Compañía de Jesús a ofrecer nuestra colaboración donde y como su visión universal considere que podemos dar lo mejor de lo que hoy somos.

Igualmente aseguré al Papa León XIV la oración todo el cuerpo y cada uno de los miembros de la Compañía de Jesús. Aprovechemos este momento para renovar nuestro sentir con la Iglesia, encontrando, en fidelidad creativa al nuestro carisma, la mejor manera como hoy podemos servir a la misión del Señor Jesús.

Encomendamos al Papa León XIV, pues, de todo corazón a María Madre de la Iglesia, Nuestra Señora, la que supo aceptar la llamada del Espíritu Santo, confiar en que nada es imposible para Dios, acompañar a su Hijo Jesús durante su vida terrena y, testigo privilegiada de la resurrección, acompañar los primeros pasos de la primitiva Iglesia.

Arturo Sosa, S.J.

Superior General

Roma, 8 de mayo de 2025

(Original: español)

#CÓNCLAVE2025. Fumata negra: 1a jornada sin resultado concluyente

Este miércoles dio comienzo en la Capilla Sixtina el cónclave para elegir al sucesor de Francisco. La primera jornada terminó sin nuevo papa.

El cónclave 2025, el tercero del tercer milenio, comenzó este miércoles en la Capilla Sixtina del Vaticano, y el resultado fue una primera fumata negra: ningún purpurado logró los votos necesarios para ser elegido nuevo papa.

Desde hoy, 133 cardenales procedentes de 71 países permanecen incomunicados para la elección del nuevo papa, el 267 papa de la historia de la Iglesia.

La fumata negra salió por la chimenea a las 21 (16 hora de la Argentina), casi tres horas después de que se cerrasen las puertas de la Capilla Sixtina y comenzara el cónclave, en medio de una gran expectación.

El humo negro salió por la chimenea durante un buen rato, para que no quedasen dudas de que era de ese color. La normativa vaticana establece que para ser elegido papa son necesarios dos tercios de los votos, por lo que al ser 133 los cardenales electores, se necesitaban 89 votos, que ningún candidato logró.

Tras esta primera fumata negra, los cardenales volverán a votar mañana por la mañana. El segundo, tercero y cuarto día se celebran dos votaciones por la mañana y dos por la tarde.

El humo negro que comenzó a salir a las 21 de Roma marcó un primer voto inconcluyente de los cardenales en el cónclave que busca nombrar al pontífice número 267°.

Vatican News, medio oficial de la Santa Sedre, precisó que unas 45 mil personas se congregaron en la plaza de San Pedro para la primera fumata, mientras que otras 120 mil personas siguieron la transmisión oficial de los medios vaticanos en la víspera de la primera votación.

Desde mañana, segundo día del cónclave, y hasta la elección del papa, las fumatas tienen horario fijo.

La jornada comienza alrededor de las 7.30 (2.30 en la Argentina) con una misa concelebrada por los purpurados, seguida a las 9 (4 en la Argentina) por el rezo de las laudes. A continuación, se lleva a cabo la primera sesión de votaciones, que incluye dos escrutinios consecutivos.

La primera fumata se liberará entre las 10.30 y las 12 (5.30 y 7 en la Argentina); será blanca si se ha alcanzado una elección, o negra si no se ha llegado a un acuerdo.

La segunda sesión de votaciones comienza a las 16 (11 en Argentina) con dos rondas más de votación. Al finalizar, se emite la segunda fumata del día, que está prevista entre las 17.30 y las 19 (12.30 y 14 en la Argentina). Si no se elige al nuevo pontífice en esta ocasión, los cardenales regresan a la residencia de Santa Marta después del rezo de las Vísperas, y el proceso continuará al día siguiente.+

@aica

#CÓNCLAVE2025. Que sea elegido el Papa de la comunión y la unidad

En la misa pro eligendo Pontifice, presidida esta mañana en la basílica vaticana, el cardenal decano esboza las tareas de cada sucesor de Pedro, marcadas por el «mandamiento nuevo» del amor. El recordatorio a los cardenales electores: elegir con «la mayor responsabilidad humana y eclesial», evitando consideraciones personales y mirando al bien de la Iglesia y de la humanidad.

Isabella Piro – Ciudad del Vaticano

«Suscitaré un sacerdote fiel, que obrará según los deseos del corazón de Dios»: la antífona inicial acompaña la larga procesión que entra lentamente en la basílica vaticana esta mañana, 7 de mayo, para la misa Pro eligendo Romano Pontifice. Presidió el rito en el Altar de la Confesión el Cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio. En el lugar de culto que custodia los restos de Pedro, cuyo sucesor está llamado a elegir el Cónclave, concelebran 220 cardenales, electores y no electores. Entre ellos, también el 267º Pontífice: su nombre sigue guardado en el corazón del Señor, pero las oraciones y los ojos del mundo se dirigen a él.

En confiada espera

En la «confiada espera» de estas horas, el cardenal Re invoca la ayuda del Espíritu Santo, porque «rezar -dice- es la única actitud justa y necesaria»:

Que sea elegido el Papa que la Iglesia y la humanidad necesitan en este momento de la historia tan difícil y complejo.

Máxima responsabilidad humana y eclesial

La de los cardenales electores, que a las 16:30 se reunirán en la Capilla Sixtina e iniciarán el Cónclave, es «un acto de la máxima responsabilidad humana y eclesial -subrayó el cardenal Re- y una decisión de excepcional importancia»:

Un acto humano por el cual se debe abandonar cualquier consideración personal, y tener en la mente y en el corazón sólo al Dios de Jesucristo y el bien de la Iglesia y de la humanidad.

El amor cambia el mundo

El purpurado se detuvo después en el Evangelio de Juan, proclamado en latín durante la celebración: es el pasaje en el que Jesús invita a los discípulos a permanecer en su amor, el mandamiento «nuevo» que «no conoce límites y debe caracterizar los pensamientos y la acción de todos sus discípulos». «El amor es la única fuerza capaz de cambiar el mundo», prosiguió el cardenal decano, reiterando que «la cualidad fundamental de los Pastores es el amor hasta el don total de sí», junto con «la ayuda mutua y el compromiso por la comunión eclesial y la fraternidad humana universal»

Acrecentar la comunión 

«Acrecentar la comunión» es otra de las tareas del Sucesor de Pedro destacadas por el cardenal decano: comunión de todos los cristianos con Cristo, -explicó- comunión de los obispos con el Papa y entre sí:

No una comunión autorreferencial, sino dirigida totalmente a la comunión entre las personas, los pueblos y las culturas, velando para que la Iglesia sea siempre «casa y escuela de comunión».

Unidad en la diversidad

Igualmente fuerte es la llamada a «mantener la unidad de la Iglesia en la senda trazada por Cristo a los Apóstoles»:

La unidad de la Iglesia es querida por Cristo; una unidad que no significa uniformidad, sino una firme y profunda comunión en la diversidad, siempre que se mantenga en plena fidelidad al Evangelio.

La elección de un Papa no es una simple sucesión

Un nuevo Papa «según el corazón de Dios para el bien de la Iglesia y de la humanidad» es, por tanto, la invocación del cardenal decano, porque la elección de un Papa «no es una simple sucesión de personas, sino que es siempre el apóstol Pedro que regresa»:

Recemos para que Dios conceda a la Iglesia el Papa que mejor sepa despertar las conciencias de todos y las fuerzas morales y espirituales en la sociedad actual, caracterizada por un gran progreso tecnológico, pero que tiende a olvidarse de Dios.

Que los cardenales concuerden en su elección

Por último, el deseo de que los cardenales electores reunidos en la Capilla Sixtina -donde el Juicio Final de Miguel Ángel recuerda a cada uno «la grandeza de la responsabilidad» de poner el Pontificado «en las manos adecuadas»- estén de acuerdo «en elegir al Papa que necesita nuestro tiempo».

Papa Francisco: Un legado de amor y servicio | Homilía del P. Arturo Sosa

Eucaristía en memoria agradecida del Papa Francisco

Iglesia del Gesù – Roma | 24 de abril de 2025

Homilía del Padre General Arturo Sosa

Queridos hermanos, queridas hermanas:

Son muchas las maneras de acercarnos a la vida del Papa Francisco quien calzó las sandalias del pescador, las del Apóstol Pedro, al estilo de Jorge Mario Bergoglio. Un estilo que se fue haciendo y madurando a lo largo de muchos años de formación, servicio y entrega generosa, primero en la vida religiosa y presbiteral de la Compañía de Jesús, luego en el servicio episcopal a la Arquidiócesis de Buenos Aires y la Iglesia latinoamericana. Finalmente, sirviendo a la Iglesia universal como Obispo de Roma que incluye el exigente ministerio petrino de propiciar la unión de todo el Pueblo de Dios al servicio de la misión del Señor Jesucristo.

El Papa Francisco fue un hombre forjado en la experiencia de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. Desde ellos podemos acercarnos al estilo genuino de su vida y su servicio al Pueblo de Dios y a toda la humanidad.

El presupuesto de los Ejercicios Espirituales lo encarnó Francisco en su terca convicción de practicar y llamar al diálogo como instrumento fundamental para establecer relaciones genuinas, superar conflictos y facilitar la reconciliación. El diálogo parte del reconocimiento de las diferencias como punto de partida y “salvar la proposición del prójimo” es el inicio de caminar juntos al encuentro de una solución compartida.

El Principio y Fundamento fue, sin duda, su punto de apoyo. La vida de Francisco estaba cimentada en la roca que es Cristo, no en la arena de las propias ideas o intuiciones. Jesús al centro de su vida garantizaba reconocer a Dios como único absoluto y “curarse en salud” de cualquier idolatría, abundantes y atractivas en los contextos en los que vivió. Cuando confirmó las Preferencias Apostólicas Universales 2019-2029, como misión de la Compañía de Jesús, puso muy en claro que, para que fueran iluminadoras de nuestra vida-misión, había que fundarse en la primera de ellas: mostrar el camino hacia Dios mediante los Ejercicios Espirituales y el discernimiento. El camino hacia Dios lo muestra solamente quien lo va caminando y al experimentar al Señor actuando en su vida, es capaz de discernir las mociones del Espíritu en medio a la complejidad de la historia.

El Papa Francisco nunca ocultó su propia fragilidad ni cayó en la tentación de fingirse fuerte. La primera semana de los Ejercicios lo llevó no sólo a reconocerse pecador, a confesar sus debilidades, pedir perdón, sino a experimentar la misericordia de Dios y sostenerse en la oración de sus hermanos y hermanas. De la conciencia de sus debilidades surgía esa letanía de “no se olviden de rezar por mí”. Lo decía porque se sentía sostenido por la oración del Pueblo de Dios. Muchas veces repitió su necesidad de acudir al sacramento de la reconciliación y nos recomendó a todos hacerlo frecuentemente. De allí también su insistencia a los ministros ordenados de hacerse espejo del rostro misericordioso de Dios, de evitar juzgar en lugar de acoger con los brazos abiertos a todos, todos, todos.

La experiencia de la segunda semana de los Ejercicios se hace patente en la vida y testimonio del Papa Francisco. Conocía a Jesús a través de la contemplación asidua de los evangelios. Amaba a Jesús, el amigo, el confidente… el de los coloquios ignacianos en los que aprendió a abrirse plenamente y recibir la gracia necesaria para realizar su misión. Su escudo papal lo proclama cuando dice: miserando et eligendo. Como al publicano Mateo, Jorge Mario Bergoglio experimentó la manera personal cómo el Señor fue misericordioso y lo eligió entre sus discípulos. Durante el resto de su vida no dejó de crecer en esa familiaridad con Jesús que lleva a superar las debilidades aumentando su confianza en Él, hasta ponerse totalmente en las manos de Dios.

La contemplación de la Encarnación lleva a Francisco a adquirir la mirada universal desde la que elige participar en la redención del mundo. Esa mirada de la Trinidad es capaz no sólo de ver la complejidad y riqueza de la vida humana sino a lleva a compadecerse de ella. Hombres y mujeres, niños y niñas, jóvenes y ancianos de una rica diversidad cultural, que viven las más variadas situaciones, que alternan salud y enfermedad, alegrías y tristezas, guerra y paz… unidos por el sueño de un mundo mejor. Contemplación que lleva al Dios Trino a decidir la encarnación de la segunda persona, que, despojándose de todo privilegio, sufriendo hasta dar la vida, abre el camino hacia Dios-Padre.

La meditación de las dos banderas inspira la identificación con Jesús encarnado en pobreza y humildad. Lo enseña a encontrar al Señor en los márgenes de la sociedad, en los rostros de los migrantes, de los sin techo, de los desempleados o de los que reciben un salario que no llega a fin de mes… Lo enseña a desprenderse del deseo de honores y aceptar la humillación por causa del evangelio.

Elegir el camino de Jesús lleva a encontrarse cara a cara con el misterio de la cruz. Acompañar a Jesús que lava los pies de sus discípulos para darles ejemplo de servicio a los hermanos y hermanas, parte el pan y reparte el vino para significar su entrega hasta la última gota de sangre, carga con el pecado del mundo. Abre sus brazos en la cruz por mí, por cada uno de los seres humanos. Al contemplar a Jesús crucificado, la mirada de Francisco se mueve hacia los crucificados de este mundo y su deseo de acompañar al Señor lo sube a la misma cruz desde la que puede contemplar la magnitud del desafío de transformar el mundo y elige sumar su entrega a la de Jesús.

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De las mujeres que fueron al sepulcro y lo encontraron no sólo abierto sino vacío, aprendió a no buscar entre los muertos al que está vivo; y experimentar la consolación del encuentro con el maestro crucificado, ahora resucitado. Consolación que abre los ojos del corazón a entender lo anunciado por los profetas, a experimentar el fuego del amor incondicional, abrazarlo en la fracción del pan e integrarse a la comunidad de los discípulos, en medio a la cual aparece el Señor para confirmarlos, como nos narra Lucas en la escena evangélica que escuchamos en esta celebración.

El gozo interior de experimentar al crucificado-resucitado elimina el miedo a dar testimonio de lo que ha cambiado su vida para siempre. De allí en adelante, Jorge Mario Bergoglio consagra su existencia a compartir la alegría del evangelio. Elegido al ministerio petrino, Francisco no tiene miedo de nadar contracorriente en defensa de los derechos humanos ni de la lucha por revertir las acciones humanas que maltratan el medio ambiente. Con palabras y gestos invita a acoger los migrantes como hermanos y hermanas, hacerse cercano a los encarcelados y los descartados por la sociedad. Su voz clama constante por la paz y señala como toda guerra es un fracaso de la humanidad. El diálogo es la vía para conseguir construir relaciones justas mientras la violencia destruye puentes entre los pueblos. Mientras se estrechan los espacios de la participación democrática en todo el mundo, Francisco impulsa la Iglesia hacia la sinodalidad, es decir, a ampliar los espacios de participación para convertirse en pueblo que camina hacia la promesa del mundo en el que vivamos fraternalmente.

La experiencia espiritual sintetizada en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, interiorizada en la vida de Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, culmina en la sensibilidad para encontrar a Dios en todas las cosas. La contemplación para alcanzar amor abre todos los sentidos a la capacidad de percibir la presencia del Señor en todos los aspectos de la vida personal y social, en la naturaleza y en la historia. Por eso, la palabra, gestos, estilo de vida, reconocimiento de la propia fragilidad… llevan a poner toda la confianza en Dios y sólo en Él.

Nuestro hermano y Papa, Francisco, está ya totalmente en las manos de Dios, dejemos que su testimonio siga inspirando a la Iglesia a compartir la misión redentora de Jesucristo y a la Compañía de Jesús a desear en todo amar y servir.

2025-04-28_fg-homily_pope

EL PAPA FRANCISCO Y EL LEGADO ESPIRITUAL DE LA RED MUNDIAL DE ORACIÓN DEL PAPA

A lo largo de su pontificado, el papa Francisco abogó por una Iglesia que escucha, acompaña y, sobre todo, que reza. Un aspecto clave de esta visión fue la revitalización de la Red Mundial de Oración del Papa (RMOP), que él consideraba un movimiento global de servicio eclesial, arraigado en el corazón compasivo de Cristo, más que una simple recopilación de intenciones. El P. Cristóbal Fones, SJ, director internacional de la RMOP, reflexiona sobre el profundo legado espiritual que el papa Francisco ha dejado a través de la Red, caracterizado por una profunda oración personal, un compromiso activo con el sufrimiento del mundo y una llamada a vivir la vida cotidiana como una misión de compasión.


¿Cómo describirías el legado espiritual que el Papa Francisco deja a través de la Red Mundial de Oración del Papa?

Es claro que para el Papa Francisco, como lo repitió muchas veces, “el corazón de la misión de la Iglesia es la oración”. Esta convicción siempre estuvo en el centro de su pontificado. Todo lo que somos y hacemos como discípulos de Jesús tiene su fuente en el encuentro con Él, que nos constituye sus amigos y apóstoles.

Para Francisco, orar no es simplemente decir palabras. Es sobre todo cultivar una relación personal, abierta y sincera de amistad con el Señor. De esas que nos comprometen… Y con toda su persona, representada en su Corazón. Esto quedó bien condensado en su carta Encíclica Dilexit Nos, que nos dejó como su gran testamento espiritual. Y el itinerario espiritual de la Red de Oración (El Camino del Corazón) que nos pidió difundir, nos ayuda a profundizar en este fundamento espiritual.

El Papa Francisco a menudo enfatizó la oración como una forma de acción. ¿Cómo inspiró a la RMOP a ser no solo una red de oración, sino también un movimiento de compromiso compasivo con el sufrimiento del mundo?

Es que la oración verdadera es siempre un acto de amor, de un amor compasivo y comprometido con los dolores de la humanidad. Uno reza por lo que le importa, por lo que le parece valioso. Y mientras más cerca estamos del Corazón de Jesús, más nos importan sus preocupaciones y sufrimientos, más nos vamos haciendo disponibles para colaborar con su misión. Ser cristiano y ser social son parte de la misma experiencia. La proximidad con Cristo nos lleva a los necesitados y nos va haciendo sensibles a nuevas realidades, incluso algunas que nos parecen lejanas o desconocidas.

Por eso las intenciones de oración que nos ofrece el ministerio de Pedro, como Vicario de Cristo entre nosotros, son desafíos de la humanidad y de la misión de la Iglesia claves y urgentes. Son un llamado a despertar a realidades que deben ser atendidas como parte de nuestra misión eclesial. Y desde el primer momento, como buen hijo de Ignacio de Loyola, el Papa comprendió que “el amor se ha de poner más en las obras que en las palabras” (EE 230).

Mirando hacia atrás, ¿cómo reflejaron sus intenciones de oración mensuales sus preocupaciones más profundas por la humanidad y la Iglesia? ¿Hay alguna intención en particular que sientas que capturó el corazón de su pontificado?

Es muy interesante hacer un recorrido de su pontificado a partir de las intenciones de oración. Reflejan sus grandes preocupaciones. Así será seguramente con el próximo Papa también. Es bien impresionante, si se visita por ejemplo la página de El Video del Papa, constatar esa preocupación permanente por lo concreto. Sus intenciones de oración son un modo de recoger su magisterio pastoral.

Y no me cabe duda que una de sus grandes preocupaciones fue la paz. Porque animar la auténtica fraternidad humana era el gran norte de su pontificado y la guerra es la expresión más fuerte de aquello que contradice este propósito. La humanidad enfrenta muchos desafíos, y este es el mayor y más grande de todos. Lo repetía casi en todas las Audiencias Generales y los ángelus, además de ser el centro de su último mensaje, el día de la Pascua del Señor y la bendición solemne Urbi et Orbi, del pasado domingo 20 de abril.

Estaba profundamente comprometido con una Iglesia que escucha y acompaña. ¿Cómo influyó ese ethos en el enfoque de la PWPN hacia el alcance espiritual, especialmente hacia los jóvenes y los marginados?

La sinodalidad para Francisco no era un tema más entre otros… Él no buscaba introducir algo ajeno a la vida de la Iglesia, sino recuperar su misma esencia. Este enfoque nos ha ayudado muchísimo, pues la RMOP es una obra mundial que se basa en la participación de muchas y diversas personas. No somos un movimiento laical, sino un servicio eclesial. Aquí caben todos, todos, todos; como nos repitió con tanta fuerza.

Esto marca mucho la obra pontificia. Y no sólo por la diversidad de lenguas y culturas que siempre tenemos delante de los ojos, sino también porque oramos por situaciones mundiales que nos llevan a mirar más allá de nuestros contextos, con un foco particular en los marginados y los jóvenes. Todavía más, son justamente las personas sencillas las más comprometidas en este verdadero apostolado de la oración. Esto hace de la Red una red fundada fundamentalmente en nuestro bautismo común, no en nuestros cargos o funciones, sean ellos dentro o fuera de la comunidad eclesial. En cierto sentido, nuestra misión se aleja bastante de clericalismos y relaciones de subordinación, para ponerse más bien al servicio de todos, especialmente de los más débiles.

Mirando hacia el futuro, ¿qué crees que querría él que esta red se convierta para las generaciones futuras?

Creo que hacia el futuro el querría que el próximo Papa hiciera también suyas estas intenciones y a su vez propusiera las que broten de su corazón. Estoy seguro que para Francisco lo principal sería que mantengamos los ojos fijos en Jesús, para no caer en la tentación de transformarnos en un proyecto de comunicación sobre temáticas interesantes, sino que podamos continuar siendo una verdadera red de personas que se ofrecen junto al Señor cada día y comprenden su propia vida cotidiana como misión, envío, apostolado; como verdadera colaboración en la misión de compasión de Jesús.

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EL PAPA FRANCISCO FALLECE A LOS 88 AÑOS | MENSAJE DEL PADRE GENERAL

El Papa Francisco, primer Papa jesuita, falleció el lunes de Pascua, 21 de abril de 2025. El Padre General Arturo Sosa invita a rezar por el descanso del alma del Papa Francisco y envía una carta a toda la Compañía de Jesús.


A TODA LA COMPAÑÍA

Queridos hermanos:

La Compañía de Jesús participa del dolor de todo el pueblo de Dios, reunido en la Iglesia, junto a otras muchas personas de buena voluntad, por el final de la vida terrena del Papa Francisco. Lo hace profundamente conmovida y con la serenidad que nace de la firme esperanza en la resurrección por la que el Señor Jesús nos abrió la puerta a la plena participación en la Vida de Dios.

Sentimos dolor por la desaparición de quien fue puesto al servicio de la Iglesia Universal ejerciendo el ministerio petrino por más de 12 años. Al mismo tiempo sentimos la partida de nuestro querido hermano en esta mínima Compañía de Jesús, Jorge Mario Bergoglio. En ella hemos compartido el mismo carisma espiritual y un mismo estilo de seguimiento de Nuestro Señor Jesucristo.

En medio del desconcierto por su partida, brota espontáneamente de nuestros corazones un profundo sentimiento de agradecimiento a Dios Padre, rico en misericordia, por tanto bien recibido a través del servicio de toda una vida y por el modo como el Papa Francisco supo guiar a la Iglesia durante su pontificado, en comunión y continuidad con sus predecesores en el esfuerzo por poner en práctica el espíritu y orientaciones del Concilio Ecuménico Vaticano II.

El Papa Francisco mantuvo una mirada atenta a cuanto ocurría en el mundo para ofrecer una palabra de esperanza a todos. Sus extraordinarias encíclicas Laudato Si’ y Fratelli tutti revelan no sólo un lúcido análisis de la situación de la humanidad, sino que, a la luz del evangelio, ofrecen vías para la superación de las causas de tanta injusticia y promover la reconciliación. Para el Papa Francisco, el diálogo de unos con otros, entre rivales políticos o entre religiones y culturas, es el camino para seguir proponiendo la paz y la estabilidad social, para crear entornos de comprensión mutua, de cuidado del otro y apoyo solidario. En muchos momentos hemos escuchado su palabra, su reflexión pastoral y hemos admirado su actividad incansable, proponiendo iniciativas o sumándose a las de otros; siempre convencido del valor de la palabra y del encuentro. ¿Cómo no recordar el momento extraordinario de oración convocado por él mismo ante la emergencia del coronavirus en marzo de 2020, en la plaza de San Pedro, vacía? O la permanente preocupación por la paz ante la intolerancia y las guerras que amenazan la convivencia internacional y generan un sufrimiento indecible en los más indefensos. O la sintonía de su corazón con el inmenso flujo de migrantes forzados en todo el mundo, especialmente aquellos obligados a arriesgar sus vidas cruzando el mediterráneo.

Desde las palabras pronunciadas la noche del 13 de marzo de 2013, al saludar a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para festejar al Papa recién electo, encontramos dos dimensiones claves de su ministerio: la importancia de caminar juntos, Obispo y pueblo, en una ruta de fraternidad, de amor, de confianza, de esperanza; y la centralidad de la oración, especialmente la de intercesión.

El caminar juntos se ha concretado de un modo particular en la importancia dada al desarrollo del Sinodo de los Obispos y en la atención dada a la sinodalidad como dimensión constitutiva del ser Iglesia, que en nada disminuye el Primado de Pedro o la responsabilidad episcopal; por el contrario, permite ejercerlo en una manera más participativa por parte de todos los bautizados, del pueblo de Dios en camino, reconociendo la presencia y acción del Señor en la comunidad eclesial a través del Espíritu Santo.

En nuestra memoria ha quedado grabada la invitación a la oración que hizo aquella noche a todos los fieles: recemos juntos, Obispo y pueblo. Les pido que ustedes recen al Señor para que me bendiga. A lo largo de todo su pontificado concluía sus intervenciones, incluido el ángelus dominical, con la misma invitación: por favor, no se olviden de rezar por mí. No se cansó nunca de recordarnos cómo la oración nace de la confianza y la familiaridad con Dios y cómo en ella podemos descubrir el secreto de la vida de los santos (cf. Audiencia General del 28 de septiembre de 2022).

Cuando se dirigió a nosotros, sus hermanos jesuitas, insistió siempre en la prioridad de reservar en nuestra vida-misión el espacio suficiente a la oración y al cuidado de la experiencia espiritual. Basta recordar lo que escribió en la carta del 6 de febrero de 2019 con la que me comunicaba su aprobación y confirmación de las Preferencias Apostólicas Universales: La primera preferencia (mostrar el camino hacia Dios a través de los Ejercicios Espirituales y el discernimiento) es capital porque supone como condición de base el trato del jesuita con el Señor, la vida personal y comunitaria de oración y discernimiento. Te recomiendo que, en tu servicio de Superior General, insistas sobre esto. Sin esta actitud orante lo otro no funciona. Reafirmaba de esta manera la exhortación que hizo en su encuentro con los miembros de la Congregación General 36ª (24 de octubre de 2016), en el que insistió con fuerza en la recomendación de pedir constantemente la consolación, dejándonos conmover por el Señor clavado en la cruz que nos mueve al servicio a tantos crucificados en el mundo actual.

En esa ocasión nos indicó algo que podemos considerar un elemento esencial de nuestra identidad. Como si respondiera a una pregunta implícita sobre quién es un jesuita, el Papa Francisco se dirigió a los congregados afirmando: el jesuita es un servidor de la alegría del evangelio en cualquier misión en la que se desempeñe. De esta alegría brota nuestra obediencia a la voluntad de Dios, al envío al servicio de la misión de la Iglesia y también nuestros apostolados junto a nuestra disponibilidad al servicio de los pobres. Es esta alegría la que debe caracterizar nuestro modo de proceder para que sea eclesial, inculturado, pobre, servicial, libre de toda ambición mundana.

El llamado a la alegría que proviene del Crucificado-Resucitado y su Evangelio a través del cual se anuncia esta consoladora noticia, ha sido una constante del pontificado del Papa Francisco. No es por casualidad que muchos de sus documentos magisteriales, comenzando por la exhortación apostólica programática de su pontificado, Evangelii Gaudium, tengan desde el mismo título esta referencia a la alegría profunda, para él imprescindible.

Será precisamente a partir de una relación viva y vivificante con el Señor, fundada en la consolación y la alegría, como podremos ser con la acción pastoral, pero sobre todo con el testimonio de una vida enteramente consagrada al servicio de la Iglesia, Esposa de Cristo, levadura evangélica del mundo, en la búsqueda incesante de la gloria de Dios y el bien de las almas (Respuesta del Papa Francisco a la felicitación del P. Adolfo Nicolás por su elección, 16 de marzo de 2013).

Recordamos con el corazón agradecido la discreta y constante atención del Papa Francisco a la Compañía de Jesús, a nuestra vida y nuestro apostolado. Muchos de ustedes pudieron encontrarse con él en diversos países del mundo porque siempre tenía tiempo para el compartir franco y fraterno con los jesuitas que vivían y trabajaban en los lugares que visitaba.

Acompañamos con nuestro corazón y nuestra oración al Papa Francisco en su encuentro definitivo con Dios, amor incondicional y misericordia infinita, cuyo rostro nos mostró con su vida y magisterio. Confiados en que el Señor acoge en el banquete del cielo a su Siervo fiel, movidos por su ejemplo, renovamos nuestro deseo y nuestro compromiso de seguir a Jesús pobre y humilde y de servir a su Iglesia.

Arturo Sosa, SJ

Superior General

Roma, 21 de abril de 2025

Lunes de Pascua