La alegría del servicio

Reflexión por Enric Puiggròs, SJ

Estamos de lleno en la dinámica del trimestre, y encaramos el frenesí de sentir el peso del camino recorrido, de la intensidad de nuestra vidas, de los exámenes, problemas, conflictos que pueden hacer mella en nuestro interior.

Les comparto un movimiento interno que vivo estos días, y que se resumiría en la expresión “la alegría del servicio”. Porque hay una fina línea entre vivir la vida como respuesta a una misión y “sobrevivirla” como un conjunto ilimitado de tareas. Cuando entramos en la lógica de ir eliminando líneas de nuestras listas de tareas podemos caer en la tentación de entrar en una vorágine que puede hacernos perder el norte.

El Señor nos invita a vivir la serenidad de aquellas personas que dicen: “siervas indignas somos, cumplimos con nuestro deber” (Lc 17,10). El Reino se abre paso cuando, a pesar de las cosas que tenemos por hacer, nos paramos un momento a escuchar a ese compañero que nos sale al paso. El Reino irrumpe en el mundo cuando la entrega desinteresada trasciende una vida desde el interés personal. El Reino susurra palabras de paz en el momento que, contemplando su Rostro, nos preguntamos a dónde vamos y a qué. Que el Señor nos conceda esta gracia.

Fuente: infosj.es

CPAL: Proyecto Claver en Mendoza

Por Marcos Alemán SJ

El proyecto Claver nos ayudó a realizar Ejercicios Espirituales de 8 días en nuestra Casa de Ejercicios San Ignacio de Loyola en la localidad de Agrelo en la provincia de Mendoza en Argentina. En dicha tanda tuvimos dos grupos; uno que estuvo desde el viernes 6 hasta el domingo 8 de octubre, estando presentes 27 ejercitantes entre laicas, laicos, religiosas y dos sacerdotes diocesanos. Y un segundo grupo que nos quedamos hasta el viernes 13 al mediodía.

La temática que propusimos fue bajo el tema ‘Jesús profundamente judío y conflictivo’. Reflexionando a partir de lo que Jesús provocó en su ambiente y con sus contemporáneos y a partir de allí ‘reflectir y sacar provecho’ para ver qué es lo que Jesús provoca en nuestras vidas hoy.

La mayor parte de los laicos y laicas participantes pertenecen a la parroquia Virgen de los Pobres, ubicada en el Barrio San Martín, uno de los espacios populares de la periferia de la ciudad, famoso por haber sido un lugar de enterramiento de basura y por el compromiso social del  primer Párroco, P. José María Llorens SJ junto con el grupo de laicos que alentó.

Fuente: jesuitas.lat 

La Compañía de Jesús hace un llamado por la paz

Comunicado de prensa de la Compañía de Jesús en el mundo

¡Alto a la masacre en Israel-Palestina!

La semana pasada, al dirigirse a su audiencia semanal, el Papa Francisco urgió al mundo a tomar “un solo partido” en la guerra israelí-palestina: el de “la paz”. Y añadió: “La guerra no resuelve ningún problema, sólo siembra muerte y destrucción, aumenta el odio, multiplica la venganza. La guerra borra el futuro”. Invitó a una jornada de ayuno, penitencia y oración por la paz el viernes 27 de octubre, para todos, sea cual sea su religión.

La Compañía de Jesús hace suyo el llamamiento incondicional del Papa en favor de la paz.

La Compañía de Jesús ha estado presente en el corazón del conflicto en Israel-Palestina y en todo Oriente Medio. Los jesuitas han estado profundamente comprometidos en el diálogo con los judíos. Plenamente comprometida con el desarraigo de la enseñanza del desprecio a los judíos, el antijudaísmo y el antisemitismo, la Compañía de Jesús reconoce también los derechos de los judíos en Israel y en cualquier otra parte del mundo. Nunca más los judíos deben ser asesinados, violados, mutilados, torturados, secuestrados y amenazados.

Los jesuitas también han estado profundamente comprometidos en el diálogo con los musulmanes, que constituyen la mayoría de los palestinos, junto con los palestinos cristianos. Están plenamente comprometidos con la construcción de sociedades multiculturales y multirreligiosas en Palestina y en todo Oriente Medio. Participan activamente en la lucha contra la islamofobia y el racismo. Los palestinos tienen derecho a vivir en su patria con dignidad y en paz. Nunca más se debe asesinar a los palestinos, enterrarlos bajo los escombros de sus casas, expulsarlos, matarlos de hambre, castigarlos colectivamente y exiliarlos.

Es hora de decir basta a las matanzas y a la promoción de ideologías que las permiten. Basta de instrumentalizar la religión para proyectos de poder político. Décadas de conflictos violentos no han traído más que la ruina a toda la región y la escalada del odio. La única victoria posible es fruto de la lucha por la justicia y la paz, la igualdad y la reconciliación.

Hoy, en este tiempo de oscuridad y muerte que nos envuelve, hagamos nuestra la invitación a ponernos del lado de la paz.

#MamaAntula: Acción de gracias por la primera santa argentina

Mons. Giobando SJ presidió la misa en acción de gracias por la declaración de la nueva santa, María Antonia Paz y Figueroa, en la iglesia de La Piedad, donde descansan sus restos.

El obispo explicó que “los santos son servidores del Evangelio” y destacó que “María Antonia, de un modo particular, se puso al servicio de la evangelización a través de los Ejercicios Espirituales… que cambian la vida, porque uno está invitado a la conversión; que es descubrir a Jesús en el paso cotidiano de nuestra existencia”

“Amor y servicio van juntas en el Evangelio. Mama Antula es una mujer feliz porque fue servidora”, añadió Mons. Giobando SJ, a modo de resumen.

#Sínodo: Carta al Pueblo de Dios

El miércoles 25 de octubre fue publicada la Carta de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

La Carta al Pueblo de Dios fue redactada por la Comisión encargada de elaborar el informe de síntesis del Sínodo, documento que será votado y publicado el sábado 29 de octubre.

Compartimos el texto integral, aprobado por la Asamblea Sinodal:

Queridas hermanas, queridos hermanos:

Cuando se acerca la conclusión de los trabajos de la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, queremos, con todos vosotros, dar gracias a Dios por la hermosa y rica experiencia que acabamos de vivir. Este tiempo bendecido lo hemos vivido en profunda comunión con todos vosotros. Hemos sido sostenidos por vuestras oraciones, llevando con nosotros vuestras expectativas, vuestras preguntas y también vuestros miedos.

Han pasado ya dos años desde que, a petición del Papa Francisco, se inició un largo proceso de escucha y discernimiento, abierto a todo el pueblo de Dios, sin excluir a nadie para “caminar juntos”, bajo la guía del Espíritu Santo, discípulos misioneros siguiendo a Jesucristo.

La sesión que nos ha reunido en Roma desde el 30 de septiembre constituye una etapa importante en este proceso. Por muchos motivos, ha sido una experiencia sin precedentes. Por primera vez, por invitación del Papa Francisco, hombres y mujeres han sido invitados, en virtud de su bautismo, a sentarse en la misma mesa para formar parte no solo de las discusiones, sino también de las votaciones de esta Asamblea del Sínodo de los Obispos. Juntos, en la complementariedad de nuestras vocaciones, de nuestros carismas y de nuestros ministerios, hemos escuchado intensamente la Palabra de Dios y la experiencia de los demás. Utilizando el método de la conversación en el Espíritu, hemos compartido con humildad las riquezas y las pobrezas de nuestras comunidades en todos los continentes, tratando de discernir lo que el Espíritu Santo quiere decir a la Iglesia hoy.

Así hemos experimentado también la importancia de favorecer intercambios recíprocos entre la tradición latina y las tradiciones del Oriente cristiano. la participación de delegados fraternos de otras Iglesias y Comunidades eclesiales ha enriquecido profundamente nuestros debates. Nuestra asamblea se ha llevado a cabo en el contexto de un mundo en crisis, cuyas heridas y escandalosas desigualdades han resonado dolorosamente en nuestros corazones y han dado a nuestros trabajos una gravedad peculiar, más aún cuando algunos de nosotros venimos de países en los que la guerra se intensifica.

Hemos rezado por las víctimas de la violencia homicida, sin olvidar a todos a los que la miseria y la corrupción les han arrojado a los peligrosos caminos de la emigración. Hemos garantizado nuestra solidaridad y nuestro compromiso al lado de las mujeres y de los hombres que en cualquier lugar del mundo actúan como artesanos de justicia y de paz.

Por invitación del Santo Padre, hemos dado un espacio importante al silencio, para favorecer entre nosotros la escucha respetuosa y el deseo de comunión en el Espíritu. Durante la vigilia ecuménica de apertura, experimentamos cómo la sed de unidad crece en la contemplación silenciosa de Cristo crucificado. “La cruz es, de hecho, la única cátedra de Aquel que, dando su vida por la salvación del mundo, encomendó sus discípulos al Padre, para que ‘todos sean uno’ (Jn 17,21). Firmemente unidos en la esperanza que nos da Su Resurrección, Le hemos encomendado nuestra Casa común, donde resuenan, cada vez con mayor urgencia, el clamor de la tierra y el clamor de los pobres: ‘¡Laudate Deum!’”, recordó el Papa Francisco precisamente al inicio de nuestros trabajos. Día tras día, hemos sentido el apremiante llamamiento a la conversión pastoral y misionera. Porque la vocación de la Iglesia es anunciar el Evangelio no concentrándose en sí misma, sino poniéndose al servicio del amor infinito con el que Dios ama el mundo (cf. Jn 3,16).

Ante la pregunta de qué esperan de la Iglesia con ocasión de este sínodo, algunas personas sin hogar que viven en los alrededores de la Plaza de San Pedro respondieron: “¡Amor!” Este amor debe seguir siendo siempre el corazón ardiente de la Iglesia, amor trinitario y eucarístico, como recordó el Papa, evocando el 15 de octubre, en la mitad del camino de nuestra asamblea, el mensaje de Santa Teresa del Niño Jesús. “Es la confianza” lo que nos da la audacia y la libertad interior que hemos experimentado, sin dudar en expresar nuestras convergencias y nuestras diferencias, nuestros deseos y nuestras preguntas, libremente y humildemente.

¿Y ahora? Esperamos que los meses que nos separan de la segunda sesión, en octubre de 2024, permitan a cada uno participar concretamente en el dinamismo de la comunión misionera indicada en la palabra “sínodo”. No se trata de una ideología, sino de una experiencia arraigada en la Tradición Apostólica. Como nos recordó el Papa al inicio de este proceso: “Si no se cultiva una praxis eclesial que exprese la sinodalidad […] promoviendo la implicación real de todos y cada uno, la comunión y la misión corren el peligro de quedarse como términos un poco abstractos” (9 de octubre de 2021). Los desafíos son múltiples y las preguntas numerosas: la relación de síntesis de la primera sesión aclarará los puntos de acuerdo alcanzados, evidenciará las cuestiones abiertas e indicará cómo continuar el trabajo”.

Para progresar en su discernimiento, la Iglesia necesita absolutamente escuchar a todos, comenzando por los más pobres. Eso requiere, por su parte, un camino de conversión, que es también un camino de alabanza: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños” ( Lc 10,21). Se trata de escuchar a aquellos que no tienen derecho a la palabra en la sociedad o que se sienten excluidos, también de la Iglesia. Escuchar a las personas víctimas del racismo en todas sus formas, en particular en algunas regiones de los pueblos indígenas cuyas culturas han sido humilladas. Sobre todo, la Iglesia de nuestro tiempo tiene el deber de escuchar, con espíritu de conversión, a aquellos que han sido víctimas de abusos cometidos por miembros del cuerpo eclesial, y de comprometerse concretamente y estructuralmente para que eso no vuelva a suceder.

La Iglesia necesita también escuchar a los laicos, a las mujeres y a los hombres, todos llamados a la santidad en virtud de su vocación bautismal: el testimonio de los catequistas, que en muchas situaciones son los primeros en anunciar el Evangelio; la sencillez y la vivacidad de los niños, el entusiasmo de los jóvenes, sus preguntas y sus peticiones; los sueños de los ancianos, su sabiduría y su memoria. La Iglesia necesita escuchar a las familias, sus preocupaciones educativas, el testimonio cristiano que ofrecen en el mundo de hoy. Necesita acoger las voces de aquellos que desean ser involucrados en ministerios laicales o en organismos participativos de discernimiento y de decisión. La Iglesia necesita particularmente, para progresar en el discernimiento sinodal, recoger todavía más las palabras y la experiencia de los ministros ordenados: los sacerdotes, primeros colaboradores de los obispos, cuyo ministerio sacramental es indispensable en la vida de todo el cuerpo; los diáconos, que a través de su ministerio representan la preocupación de toda la Iglesia por el servicio a los más vulnerables. Debe también dejarse interpelar por la voz profética de la vida consagrada, centinela vigilante de las llamadas del Espíritu. Y debe también estar atenta a aquellos que no comparten su fe, pero que buscan la verdad, y en los que está presente y activo el Espíritu, Él que ofrece “a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual” (Gaudium et spes 22).

“El mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión. Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” (Papa Francisco, 17 de octubre de 2015). No debemos tener miedo de responder a esta llamada. La Virgen María, primera en el camino, nos acompaña en nuestro peregrinaje. En las alegrías y en los dolores Ella nos muestra a su Hijo y nos invita a la confianza. ¡Es Él, Jesús, nuestra única esperanza!

Ciudad del Vaticano, 25 de octubre de 2023

Card. Barreto sj

#Sínodo | Card. Pedro Barreto SJ: Testigo del espíritu transformador

Arzobispo de Huancayo (Perú), conocido por su defensa de los derechos humanos y el medio ambiente, nos ofrece su testimonio sobre el trabajo en la Asamblea General del Sínodo de los Obispos.

Ahora, soy testigo en esta asamblea del Sínodo, del mismo Espíritu transformador de mentalidades y de estructuras necesarias para toda reforma que parte del Evangelio…

“Resumo mi experiencia personal como un proceso sereno de conversión a Cristo desde de una realidad episcopal a una realidad eclesial, donde cada vocación, carisma y ministerio encuentren su lugar no para competir, sino para servir mejor en nuestra misión.”

«Mama Antula» será canonizada

El Papa Francisco ha autorizado la promulgación del Decreto relativo al milagro atribuido a la intercesión de la Beata María Antonia de San José.

El boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, comunicó que: “Durante la Audiencia concedida el martes por la tarde a Su Eminencia Reverendísima el Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el Sumo Pontífice autorizó al mismo Dicasterio a promulgar el Decreto relativo al milagro atribuido a la intercesión de la Beata María Antonia de San José (nacida Antonia de Paz y Figueroa), conocida como Mama Antula, Fundadora de la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires; nacida en 1730 en Silipica, Santiago del Estero (Argentina) y fallecida el 7 de marzo de 1799 en Buenos Aires (Argentina)”.

El Papa Francisco recordándola, en el ángelus del 28 de agosto de 2016, luego de su beatificación, expresaba que: “Que su ejemplar testimonio cristiano, especialmente su apostolado en la promoción de los Ejercicios espirituales, despierte el deseo de adherirse cada vez más a Cristo y al Evangelio”.

Virgen, laica consagrada, fundadora de la Casa de Ejercicios de Buenos Aires.Tras la expulsión de los jesuitas del país, fue de ciudad en ciudad por las regiones pobres del nordeste argentino promoviendo ejercicios espirituales según el espíritu ignaciano, confiando únicamente en la Providencia. En sólo ocho años, consiguió ofrecer los ejercicios espirituales a 70.000 personas.

 

#Sínodo: Cambios en el Programa

El Card. Grech, Secretario General del Sínodo, ha informado algunas novedades referidas a los próximos pasos en la Asamblea General.

La Asamblea ya ha aprobado la propuesta de publicar, al finalizar las sesiones, una ‘Carta al Pueblo de Dios’ a cargo de la Comisión del Informe de Síntesis –ya nombrada.

El próximo lunes 23, después de la misa en el Altar de S Pedro, se debatirá la propuesta del texto, primero en círculos menores y luego en Plenario. Luego se procederá a la votación.

Volverán a reunirse en miércoles 25 y jueves 26 para recibir el esquema del Informe de Síntesis por parte del Relator General, Card. Hollerich SJ y presentación de modos y etapas para los siguientes pasos con vistas a la sesión del mismo Sínodo en 2024.

El viernes 27 compartirán la oración por la paz convocada por el Papa en la Basílica de S Pedro.

sinodo 21-24 vista de sala Pablo VI

#Sínodo: Carta para todo el Pueblo de Dios

Al finalizar la Asamblea 2023 del Sínodo, una comisión ya nombrada ofrecerá una síntesis de la experiencia de los trabajos sinodales.

El Card. Hollerich, Relator General, anunció que se tratará de un texto relativamente breve, de estilo sencillo que estará “al servicio de un proceso que continúa.”

Será un texto de transición, basado en la experiencia de la asamblea, que contendrá los puntos en los que hay consenso y aquellos en los que falta acuerdo.

“No será un documento final, ni el Instrumentum laboris de la próxima asamblea” –en 2024-, aclaró el cardenal, “sólo servirá para acompañar las fases sucesivas del Sínodo sobre la sinodalidad”.

#Sínodo: Hacia una Iglesia orante, humilde y a la escucha

Por Agbonkhianmeghe E. Orobator, SJ
Decano, Jesuit School of Theology, Santa Clara University

Soy miembro con derecho a voto de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Sinodalidad. Estos días han constituido un tiempo de conversaciones profundas y orantes en el Espíritu, mientras buscamos colectivamente luz para ver la voluntad de Dios y valor para cumplirla. Hablar de un sínodo como tiempo de oración puede parecer sorprendente. Las personas familiarizadas con el funcionamiento de un sínodo saben que lo habitual es participar en un maratón de discursos y prolongadas rondas de votaciones sobre textos concretos, que exclusivamente los obispos han preparado de antemano o han propuesto en la misma reunión. Esta vez las cosas no son así: los participantes realizan su trabajo en pequeños grupos de composición mixta, es decir, laicos y laicas, religiosos y religiosas, sacerdotes y obispos. Se escuchan unos a otros en múltiples rondas de conversación espiritual.

La disposición de los asistentes en mesas redondas crea un ambiente de círculo de oración. Esto hace que la atmósfera del sínodo sea de oración y propicie una atención interior a las mociones del Espíritu Santo. Los discursos e informes van intercalándose con momentos de silencio y de recogimiento interior. Las liturgias de la mañana, que dirigen monjes camaldulenses, están preparadas con esmero, igual que las reflexiones de los acompañantes espirituales.

Tal como ha sido concebido por el Papa Francisco, el tema de este sínodo, la “sinodalidad”, implica un espacio común de escucha, de diálogo y discernimiento, sobre los asuntos de mayor actualidad en la Iglesia. Hay algo profundamente ignaciano en esta experiencia, porque el discernimiento y la conversación espiritual presuponen que los participantes dedican tiempo para orar, de modo que sus aportaciones e intervenciones salgan de un recogimiento contemplativo. Esta experiencia está alimentando mi oración personal. Echo una mirada hacia atrás, a cómo ha sido mi experiencia hasta ahora, y veo que este sínodo sobre la sinodalidad se ha convertido en una forma de poner en práctica la gracia de la escucha, del diálogo y del discernimiento, de una manera orante. Es una nueva forma de ser Iglesia.

Una y otra vez Francisco nos ha recordado a los miembros del sínodo que el protagonista más importante en este ejercicio de discernimiento es el Espíritu Santo, del mismo modo que la disposición más importante es una apertura orante y respetuosa a lo que el Espíritu le dice a la Iglesia como comunidad global de discernimiento.

Incluso aunque nada cambiase después del sínodo, el integrar la oración y el discernimiento en común en los procesos de toma de decisiones, formará ya parte importante del objetivo de convertir nuestra Iglesia en una Iglesia más sinodal. Tengo la esperanza de que el resultado del sínodo sea una Iglesia que discierne más en su manera de proceder; en otras palabras, una Iglesia orante, humilde y a la escucha.

Fuente: jesuits.global/es