Casa de Ejercicios Espirituales «San Ignacio de Loyola» – Misiones

La Casa de Ejercicios Espirituales “San Ignacio de Loyola” está ubicada en la localidad de Garupá en la Provincia de Misiones, Argentina. La misma es un espacio para la formación y profundización del encuentro con Dios a través de retiros  espirituales, convivencias, reuniones formativas y campamentos. La casa cuenta con habitaciones dobles y baño privado y habitaciones con camas cuchetas para alojamiento de  grupos. El predio cuenta con un salón de usos múltiples para más de 100 personas, una capilla y amplio parque con espacio verde.

Actividades para Enero 2022

Principios de Enero

Fines de Enero

Contacto y Reservas:

Equipo de Ejercicios Espirituales
Jesuitas de Posadas – Compañía de Jesús
Parroquia Santos Mártires
Av. Corrientes 2400 CP 3300 Te. (376) 442 8073
parroquiasantosmartiresposadas@gmail.com

 

Dios viene igual

No espera el momento oportuno, se hace tiempo propicio e inaugura algo nuevo.
No necesita todo ordenado, se hace armonía en el caos de lo que no controlamos.
No teme a la noche fría, la ilumina cálidamente.
No pretende un lugar limpio para llegar, sino que se hace pureza en la escoria.
No cumple con una idea linda de lo que debería ser Dios, es realidad que lo embellece todo dotándolo de vida.
No trae lo que le pedimos, se hace don él mismo.
No cae del cielo como un rayo tremendo y soberbio, se gesta humildemente en las entrañas de una madre y en la confianza de un padre.
No viene desde arriba, sino desde abajo, emergiendo con simpleza.
No responde nuestras preguntas, se hace palabra sabia que, misteriosamente, desconcierta y calma a la vez.
No pide vestidos lujosos, sólo es envuelto en pañales y recostado en un pesebre.
No impone su autoridad sobre la gente, se hace él mismo ternura que convoca.
Le pedimos paz, amor, prosperidad, salud, ¡tantas cosas!, pero viene él mismo.
Le pedimos cambiar lo que no nos gusta y nos transforma en la relación con él.
Es como si siempre esperáramos que nos mande lo que necesitamos y lo que Dios nos dice con Jesús, es que es él quien, al relacionarnos desde nuestra libertad, viene a salvarnos de nosotros mismos cuando la paradoja de nuestra vida nos abruma, nos enemista, nos mata.
El regalo de toda navidad es Dios mismo, no esperemos más y corramos al encuentro con él. Hablémosle, tomémoslo en nuestros brazos, arrullémoslo, cuidémoslo. Y todo lo demás, vendrá por añadidura.
Emmanuel Sicre, SJ

Reflexión del Evangelio – IV Domingo de Adviento

Evangelio según San Lucas 1,39-45.

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,
exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».

Reflexión por Pablo Lamarthée sj

Las visitas de Dios

Este domingo la liturgia nos ofrece el episodio de la visitación, cuando María, embarazada de Jesús, visita a su prima Isabel. Es Dios mismo quien visita esa casa provocando efectos de alegría: Juan salta de gozo en el vientre de Isabel y ésta irrumpe admirada con alabanzas. La visita llenó y desbordó los corazones de aquellos que habitaban esa casa.

Las visitas de Dios no son raras en la historia bíblica, sabemos que a Dios le gusta hacer visitas, por ejemplo, los profetas en el Antiguo Testamento narran como el Señor visitaba con frecuencia a su pueblo, para confirmarle su amor y exigirle a la vez un cambio de conducta. En el Nuevo Testamento, Zacarías alaba a Dios porque con el nacimiento de Jesús Dios “ha visitado y redimido a su pueblo”.

Este episodio de la visita de María embarazada a su prima Isabel sintetiza muy bien la fiesta que estamos preparando, porque el Adviento y la Navidad nos permiten caer en la cuenta de que Dios, con el nacimiento del Hijo, visita a la humanidad. Aquel Dios Trinidad un tanto abstracto, etéreo y lejano, a partir de su encarnación, nos visita en forma concreta, en modos cercanos y palpables. Dios se hizo hombre, vino al mundo, acampó entre nosotros. Dios visitó la humanidad para tocarla, bendecirla, para traerle sentido, alegría y gozo desbordante.

Este episodio de la Escritura nos invita a dejarnos visitar por Dios, y dejarnos bendecir por él. Lo que más quiere Dios es tocar el alma humana, poseerla, penetrarla, llenarla de su presencia, alegrarla… ¿estamos dispuestos a abrirle la puerta de nuestra casa a esta visita? ¿nos estamos disponiendo para ello? ¿somos plenamente conscientes de que Dios viene y quiere acercarse a nuestro corazón? Isabel recibe a María embarazada en su casa, acoge la novedad de esa nueva vida en su hogar, siéntete igualmente visitado en este Adviento: ¿qué parte de tu casa está más necesitada de la visita de Jesús? Ábrele las puertas y deja que te traiga vida, te bendiga y te renueve. Toda visita nos trae novedad e incluso nos desacomoda un poco, ¿estás dispuesto a dejarte sorprender con la visita y la llegada de Jesús?

La idea de “visita” tal vez nos deje sabor a poco, porque supondría que Jesús vino pero se fue. Y Dios no se fue, sino que acampó entre nosotros, tomó posesión de nuestra alma, nos habitó para siempre. Aunque igualmente sabemos que Jesús tocó físicamente la historia solamente treinta y tres años y luego permaneció en ella por medio de su Espíritu. Por lo general, nosotros experimentamos internamente su venida de la misma manera: como una visita. En algunos momentos puntuales de la vida lo experimentamos cerca, lo poseemos, lo vemos, lo palpamos; pero en la mayoría del tiempo su presencia nos parece demasiada ligera, sutil, como que nos cuesta conservarla. ¿Acaso no nos sentimos como si Dios se nos escapara, como si se nos fuera? Sus visitas son, apenas, pequeños “toques delicados” muy efímeros, como decía San Juan de la Cruz, que pasan rápido, aunque siempre dejan el alma consolada y encendida. Parecería que Dios entrase y saliese, viniese y se fuera, así lo vivimos nosotros, como una alternancia de presencias y ausencias. Por lo general vivimos a Dios a través de pequeñas visitas.

En preparación a la Navidad es importante hacer memoria y recordar estas visitas de Dios, trayendo a nuestro corazón aquellos momentos en que Dios se te acercó, te visitó y te alegró el corazón. Porque los recuerdos de las visitas de Dios nos ayudarán a estar más abiertos a su próxima venida, tomaremos más conciencia de su modo de llegar, estaremos más atentos y más alertas, y conoceremos mejor su manera de visitarnos. ¿Te has descubierto alguna vez visitado por Dios? ¿cómo ha sido su llegada? ¿cómo ha ocurrido? 

San Ignacio era muy consciente de las visitas de Dios, estas visitas podían ser muy gozosas y llenas de consuelo, pero también podían ser dolorosas, permitiendo así a la persona visitada aprender y fortalecerse con ese dolor. Ignacio encabezaba muchas de sus cartas así: “el amor eterno de Jesucristo los salude y visite”. A una Señor por la muerte de su hijo le escribe: “Dios de toda consolación, que en tal visitación ha mostrado cuánto le ama”. Al Rey de Portugal, también por la muerte de su hijo: “parece ha querido Dios probarlo en esta tan notable visitación”. A Teresa Rajadell, religiosa, les escribía: “veo cómo Dios la visita con trabajos, dando no poca ocasión de ejercitar las virtudes”.

El Señor visita el alma humana para bendecirla con el don de la paz, pero también para educarla mediante dolorosas correcciones y encaminarla así, nuevamente, hacia la salvación. Podemos seguir reflexionando y preguntarnos: ¿hemos sido visitados por Dios en medio de momentos difíciles y dolorosos? ¿qué hemos aprendido de estas visitas trabajosas? ¿cuál ha sido el estilo empleado por Jesús a la hora de visitarnos? Recuérdalo, regístralo, agradécelo… Es bueno ir descubriendo el hilo de las visitas de Dios.

Pero tal vez en este próximo tiempo navideño seamos nosotros los que tengamos que hacer una visita a otra persona, llevarle la paz de Dios, acompañarla, anunciarle algo bonito, agradable y amable, bendecirla y animarla. Podemos, quizás, ser nosotros mismos los mediadores de la visitación de Dios, colaboradores suyos. ¿A quién tendrías que visitar en esta Navidad? ¿quién estaría necesitando de la cercanía de Jesús? 

Cuando Dios hace una visita nos quiere indicar que para él todos somos importantes y viene a mostrarnos el camino de nuestra salvación. Siempre nos trae buenas noticias y en este tiempo de Adviento y Navidad nos visita especialmente con su fragilidad, pequeñez, su misericordia, su amor. Nos preparamos, entonces, para revivir esa visita del Señor a la tierra. En Navidad, Dios nos demuestra que, para él, tú y todos somos dignos de recibir su presencia. 

¡Abramos la puerta de nuestra casa a esta llegada tan especial!

¡Vayamos también nosotros a la casa de quien esté necesitando de esa visita!

Reflexión: «Maneras de esperar a Dios»

Creo que para un cristiano la palabra «esperar» debería tener siempre un significado activo. La espera no puede separarse de «buscar y hallar», de «actuar», de «compromiso», de lo que un tal Ignacio de Loyola entendía por «en todo amar y servir». La espera está llamada a ser verdadera pasión, agradecida, misionera, auténtica sed de Dios.

En mi opinión, hay dos arquetipos de la espera que ponen gráficamente de manifiesto dos concepciones contrapuestas de entender la espiritualidad.

De un lado, estaría «esperar el autobús»: se trata tan solo de tener paciencia y ocupar el tiempo, de «dejar que el tiempo pase», y que lo haga lo más rápidamente posible. Sabemos que el autobús llegará más tarde o más temprano… El tiempo que tarde en llegar el autobús es, casi siempre, tiempo perdido. Conozco los horarios, con lo cual hay poco lugar para variaciones. Incluso si se retrasa, sabemos casi con total seguridad que se debe al atasco matutino. Nada de lo que hagamos hará que el autobús llegue antes. Es una espera que sabe, casi con total certeza, cómo será el término de la misma, qué aguarda al final. Hay poco lugar para lo imprevisto, para la novedad. Si salgo de casa siempre a la misma hora, casi seguro que tendré que esperar siempre lo mismo en la parada del autobús. Hay una manera de entender la espiritualidad que conoce perfectamente todo el camino a recorrer (incluso ya sabe de antemano la voluntad de Dios). Donde no hay lugar para los cambios, la novedad, lo impredecible… Dónde y cómo haya encontrado a Dios en el pasado, lo encontraré en el futuro… Y es que podemos esperar como quien tiene a Dios domesticado.

Hay otro arquetipo de la espera. La espera de una mujer en estado de buena esperanza. La llegada de quien ha de venir es no solo deseada sino anticipada, soñada, ilusionada. Antes de su llegada ya está presente, forma parte de nuestra vida y la condiciona. Es una espera que también conlleva miedos, que nos cambia la vida y que nos la cambiará aún más. Esa espera cambia nuestro cuerpo, nuestra psicología, nuestra autodefinición, nuestro ser. Es una espera que a menudo presenta anticipos. Es una espera en la que deseamos dar la bienvenida. Es una espera habitada por quien ha de venir (hasta se pueden sentir sus pataditas). Es una espera en la que hay cabida para nuestra acción; una espera que nos enraíza en la vida. Hay una manera de entender la espiritualidad que está abierta a «un Dios siempre mayor», siempre nuevo. Un Dios que da y se da, que habita las cosas, que trabaja por mí, que desciende a mi vida y a mi tiempo, a nuestras vidas y a nuestros tiempos. Esta segunda manera de esperar presupone que toda realidad está habitada por Dios. Esta espera significa poner en Alguien nuestra esperanza, y ese alguien no soy yo ni mi actividad. Correlativamente, la esperanza conlleva una espera para que no se trate simplemente de una ilusión. Para que no nos precipitemos por nuestras «fuerzas», sino que estemos preparados para recibir a ese Alguien. «Vivir de esta manera la experiencia humana, el tiempo, equivale a vivir cada momento de cara a Dios, a lo definitivo. El aquí y ahora se densifica de tal manera que ya no hay que buscar más u otra cosa. La vida adquiere la plenitud e intensidad de lo último». (J.M. Mardones).

Pablo Guerrero SJ

Fuente: pastoralsj.org

Triduo para recibir al nuevo Arzobispo de Córdoba

3° DÍA: 16 DE DICIEMBRE 2021

Nos ponemos en presencia del Señor para escuchar su Palabra, meditar y orar:

Texto bíblico

“Jesús les dijo: Los reyes de las naciones dominan sobre ellas, y los que ejercen el poder sobre el pueblo se hacen llamar bienhechores. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que es más grande, que se comporte como el menor, y el que gobierna, como un servidor. Porque, ¿quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es acaso el que está a la mesa? Y sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve.” (Lucas 22, 25-27)

Texto del Papa Francisco

“…serán los custodios de la fe, del servicio, de la caridad en la Iglesia y para eso se necesita cercanía. Piensen que la cercanía es el rasgo más típico de Dios: Él mismo se lo dice a su pueblo en el Deuteronomio: ¿Qué pueblo tiene a sus dioses tan cerca como ustedes a mí? La cercanía, con los dos rasgos que la acompañan, la compasión y la ternura. Por favor, no dejen esta cercanía: acérquense siempre al pueblo, acérquense siempre a Dios en la oración, acérquense a los hermanos obispos, acérquense a los sacerdotes: estas son las cuatro cercanías del obispo.” (Papa Francisco, Misa con ordenaciones episcopales, 17.10.2021)

Pequeña Reflexión

El tipo de autoridad que el obispo debe ejercitar tiene como modelo aquel que Jesús  enseñó a sus apóstoles: el servicio. Esta manera de posicionarse frente a los demás rompe con los moldes que muchas veces la sociedad impone de distintas formas: el triunfalismo, el autoritarismo, en definitiva una autorreferencialidad dominadora y soberbia. Pero desde el Evangelio brota la propuesta de un servicio que toma rasgos de la paternidad de Dios: cercanía vivida desde la compasión y la ternura.

San Ignacio de Loyola al final de su libro sobre los Ejercicios Espirituales escribe que hay que pedir la gracia de que “pueda en todo amar y servir”. Esas palabras sintetizan un ideal de vida y un objetivo pastoral para ser vivido en lo cotidiano de todos los días, desde cualquier lugar que el Señor haya elegido para nosotros.

Rezamos la siguiente oración

Señor del Suquía y de las laderas que baña,
de los cerros y sus valles,
de la tierra fecunda de nuestras pampas,
de nuestros pueblos y ciudades…
Gracias por el pastor que nos diste, el P. Carlos Ñáñez,
que sin abandonar ni huir
entrega ya el cayado;
sin querer perpetuarse ni poseer,
buscando acompañar desde otro lado.

¡Gracias por la infinidad de pastores
que nos has regalado…!
Hoy te pedimos por el P. Ángel Rossi
a quien has elegido para guiar este rebaño.
Concédele Padre,
el amor discernido en la prueba, de Madre Catalina,
la dedicación a los pobres de María del Tránsito,
la pasión por la Patria y sus leyes de Fray Mamerto;
y esa voz profética de Enrique Angelleli,
que la muerte volvió urgencia y grito.
Que tenga, Espíritu Divino, sueños tan altos como los Gigantes,
ardor por caminos, puentes y escuelas,
pasión por las almas, como el Cura Brochero.
Gracias Señor Jesús,
por este esposo que nos regalas a la Iglesia de Córdoba,
que pueda en todo amar y servir.
Santísima Virgen del Rosario, te pedimos que el nuevo obispo
esté dispuesto a vivir en su carne
los misterios de la vida de tu Hijo,
y que como vos en el Callao,
elija surcar con nosotros todos los mares,
y siempre ponga de lo suyo, para llegar juntos a buen puerto.
Amén.

*Terminamos rezando un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

Descargá el triduo completo en pdf aquí: Triduo nuevo Arzobispo

Fuente: arzobispadocba.org.ar

Triduo para recibir al nuevo Arzobispo de Córdoba

2° DÍA: 15 DE DICIEMBRE 2021

Nos ponemos en presencia del Señor para escuchar su Palabra, meditar y orar:

Texto bíblico

“…tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver. Los justos le responderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte? Y el Rey les responderá: Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” (Mt 25, 35-40).

Texto de los santos

“El dolor y las lágrimas son más propias y tienen más verdad que el contento y la risa en el hombre desterrado del paraíso de la inocencia, y expuesto durante su corta vida a tantas y tan graves miserias. Cuánta inconsecuencia, cuántos peligros en la prosperidad mundana (…) La ventaja y propiedad del dolor en el hombre subsisten cualquiera que sea la condición y estado de él (…) En la infinita variedad que se ve en la vida de los santos, una cosa les es común: el amor a la pobreza, al
dolor, a toda humillación. (…) Este Señor amantísimo no solo ha tomado para sí cuanto hay de triste y doloroso en el mundo sino que ha constituido su representante al pobre, al desvalido…” (Beato Fray Mamerto Esquiú, Plática sobre la Caridad a los pobres)

Pequeña Reflexión

Gozo del obispo es el de llegar a ser padre de los pobres. Si ellos, los pobres, revestidos de las más dolorosas indigencias, las del cuerpo, las del alma y las del espíritu son los destinatarios privilegiados de la tarea caritativa que debe animar el obispo diocesano, para socorrer y acompañar como se haría con el mismo Cristo.

Este año, el 4 de septiembre, se ha celebrado la beatificación de fray Mamerto Esquiú (catamarqueño que murió siendo obispo de Córdoba en 1883). Se dice que el obispo Esquiú cuando estuvo en Córdoba andaba siembre rodeado de pobres, no tenía tiempo para pasar tiempo en las actividades recreativas de la sociedad cordobesa: “…en dos años hemos podido hablar con él unas pocas veces por unos minutos, y esto las mas de las ocasiones de a pie y a toda prisa, sólo los pobres podían entretenerse con él a gusto, y manifestarle todas las necesidades espirituales y temporales”
(L. Cano, Fray Mamerto Esquiú. Obispo de Córdoba. 1961:36)

 

Rezamos la siguiente oración
Señor del Suquía y de las laderas que baña,
de los cerros y sus valles,
de la tierra fecunda de nuestras pampas,
de nuestros pueblos y ciudades…
Gracias por el pastor que nos diste, el P. Carlos Ñáñez,
que sin abandonar ni huir
entrega ya el cayado;
sin querer perpetuarse ni poseer,
buscando acompañar desde otro lado.

¡Gracias por la infinidad de pastores
que nos has regalado…!
Hoy te pedimos por el P. Ángel Rossi
a quien has elegido para guiar este rebaño.

Concédele Padre,
el amor discernido en la prueba, de Madre Catalina,
la dedicación a los pobres de María del Tránsito,
la pasión por la Patria y sus leyes de Fray Mamerto;
y esa voz profética de Enrique Angelleli,
que la muerte volvió urgencia y grito.
Que tenga, Espíritu Divino, sueños tan altos como los Gigantes,
ardor por caminos, puentes y escuelas,
pasión por las almas, como el Cura Brochero.

Gracias Señor Jesús,
por este esposo que nos regalas a la Iglesia de Córdoba,
que pueda en todo amar y servir.
Santísima Virgen del Rosario, te pedimos que el nuevo obispo
esté dispuesto a vivir en su carne
los misterios de la vida de tu Hijo,
y que como vos en el Callao,
elija surcar con nosotros todos los mares,
y siempre ponga de lo suyo, para llegar juntos a buen puerto.
Amén.

*Terminamos rezando un Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

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Fuente: arzobispadocba.org.ar

 

Adviento: una definición

Adviento es ponerse en camino con quien un día vio salir esa misma estrella en el Oriente.
Es compartir, intuir, desesperar y avanzar, desafiando a esa niebla espesa y a esas nubes negras que se ciernen sobre todo.
Es seguir caminando, adentrado en la oscuridad, siendo a veces farol de quien duda y otras dejando que sea él quien ilumine tu camino.
Es avanzar entre las ruinas de un pasado tan glorioso y anhelado como mitificado, hacia un futuro tan verdadero como dudado.
Es detenerse a abrevar en aquellos lugares que son fuentes para el alma cansada, y sentir allí el apoyo de quienes bebieron y se regeneraron antes en esas aguas.
Es seguir avanzando, soltando el lastre que anida en el alma y roba la fuerza a la esperanza.
Es asumir que el camino no acaba y que el anhelado destino no llega, pero también constatar que, en la negrura, la estrella sigue brillando porque la tiniebla no puede apagarla.
Adviento es en definitiva un camino en el que, al desempolvar una palabra y dejarla latir, se vuelve a escuchar un nombre que es promesa: Emmanuel.

 

Dani Cuesta, sj

Triduo para recibir al nuevo Arzobispo de Córdoba

1° DÍA: 14 DE DICIEMBRE 2021

Nos ponemos en presencia del Señor para escuchar su Palabra, meditar y orar:

Texto bíblico
“Porque el que preside la comunidad (el obispo), en su calidad de administrador de Dios, tiene que ser irreprochable. No debe ser arrogante, ni colérico, ni bebedor, ni pendenciero, ni ávido de ganancias deshonestas, sino hospitalario, amigo de hacer el bien, moderado, justo, piadoso, dueño de sí. También debe estar firmemente adherido a la enseñanza cierta, la que está conforme a la norma de la fe, para ser capaz de exhortar en la sana doctrina y desmentir a los que la contradicen” (Tito 1,7-9)

Texto de los santos

“El obispo es el buen jardinero capaz de canalizar el agua de la paz y de llevar a la plenitud de la belleza a la iglesia. El debe, sobre todo, cuidar la unidad de forma que quienes se han apartado o adormecido vuelvan a la armonía del único cuerpo y florezca la paz de la Iglesia (…) El que sea designado por el Espíritu Santo para presidir la comunidad mantendrá su ojo completamente fijo en las cosas de Dios y no permitirá que su mirada se distraiga de un lado a otro por cualquiera de las cosas preciadas en esta vida”. (San Gregorio de Nisa, Epístola 17: A los sacerdotes de Nicomedia)

Pequeña Reflexión

La Palabra de Dios, a través de la Carta de San Pablo a Tito nos lleva a reflexionar sobre las virtudes necesarias que deben acompañar a aquel que le toca por función apacentar, enseñar y santificar a una porción del Pueblo de Dios (la diócesis), y que el Papa (sucesor de Pedro) confía a su cuidado. El obispo que es un sucesor de los Apóstoles, y a través de la cadena ininterrumpida de la Tradición apostólica, por la imposición de las manos, nos pone en contacto con la vida de Jesús de Nazaret y la Iglesia naciente.

La hermosa metáfora del jardinero, que nos regala San Gregorio de Nisa, nos habla de la gran misión del obispo que siendo fiel a Dios y no dejándose tentar por ninguna mirada mundana y partidaria debe mantener la armonía entre todos los miembros que forman el cuerpo eclesial.

Eso forma parte de la tarea sinodal, juntamente a todos los que forman parte de la comunidad eclesial. De esa manera, el obispo contribuye para que resplandezca la belleza de la Iglesia que como un espejo refleja la belleza de la santidad de Dios en medio del mundo.

Rezamos la siguiente oración
Señor del Suquía y de las laderas que baña,
de los cerros y sus valles,
de la tierra fecunda de nuestras pampas,
de nuestros pueblos y ciudades…
Gracias por el pastor que nos diste, el P. Carlos Ñáñez,
que sin abandonar ni huir
entrega ya el cayado;
sin querer perpetuarse ni poseer,
buscando acompañar desde otro lado.

¡Gracias por la infinidad de pastores
que nos has regalado…!
Hoy te pedimos por el P. Ángel Rossi
a quien has elegido para guiar este rebaño.

Concédele Padre,
el amor discernido en la prueba, de Madre Catalina,
la dedicación a los pobres de María del Tránsito,
la pasión por la Patria y sus leyes de Fray Mamerto;
y esa voz profética de Enrique Angelleli,
que la muerte volvió urgencia y grito.
Que tenga, Espíritu Divino, sueños tan altos como los Gigantes,
ardor por caminos, puentes y escuelas,
pasión por las almas, como el Cura Brochero.

Gracias Señor Jesús,
por este esposo que nos regalas a la Iglesia de Córdoba,
que pueda en todo amar y servir.
Santísima Virgen del Rosario, te pedimos que el nuevo obispo
esté dispuesto a vivir en su carne
los misterios de la vida de tu Hijo,
y que como vos en el Callao,
elija surcar con nosotros todos los mares,
y siempre ponga de lo suyo, para llegar juntos a buen puerto.
Amén.

*Terminamos rezando un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Descargá el triduo completo en pdf aquí: Triduo nuevo Arzobispo

Fuente: arzobispadocba.org.ar

Reflexión: Buenas noticias virales

Primero fue la lotería. Luego una conocida marca de embutidos. Algunas campañas publicitarias navideñas basadas en buenos sentimientos han conseguido dar en la tecla de los valores que andamos necesitando. Valores humanos. Amabilidad. Dejarse, por un rato, de odios, tribalismos y ataques, para reconocer lo que nos une: la amistad, la confianza, el deseo de estar en paz unos con otros, la pertenencia a una comunidad. Es tanta la necesidad que tenemos de esos mensajes, en esta sociedad crispada, que ya casi se esperan con ansia estos mensaje publicitarios pre-navideños.

No me sorprende que estos anuncios se hagan virales. Después de todo, estamos en un mundo que funciona así, a base de estallidos de emoción. Y mejor que sea por motivos como estos que esa otra viralidad que nace de la tragedia, el morbo o el odio. Lo que sí me sorprende es ver cómo también muchos creyentes vibramos tanto cuando nos tocan esta tecla. Y ¿por qué digo que me sorprende? ¿Acaso no somos humanos? ¿Acaso no compartimos los mismos anhelos, valores, esperanzas? ¿Tal vez se me cuela un cierto elitismo esnob en el comentario, o una mirada despectiva a las búsquedas tan humanas de sentido y encuentro? Espero que no sea eso. Lo que quiero decir es que la buena noticia que contienen todos estos anuncios –que lo es– palidece en comparación con la buena noticia que anticipamos en Adviento y que celebraremos en la Navidad. Un Dios que no abandona. Un amor universal, eterno, que a cada uno alza de sus simas. Una fraternidad enraizada en la entraña de la historia. Una esperanza que vencerá a la muerte.

Y, acto seguido, viene una pregunta. ¿Cómo es que no conseguimos expresarnos o comunicar esa buena noticia con tanta intensidad, con tanta claridad, con tanta inmediatez o contundencia? Tal vez es que se nos ha dormido dentro el evangelio, lo tenemos un poco domesticado, y no termina de desatar los nudos de dentro… Sea lo que sea, cuando me doy cuenta de la necesidad desesperada de nuestra sociedad por buenas noticias y un mensaje de paz, lo que pienso es que es tiempo de profetas de la esperanza y la concordia, de la justicia y la humanidad. Tiempo de compartir, como por vez primera, una buena noticia que tanto necesitamos todos. El amor, incondicional. La belleza, posible. El encuentro, real. La justicia, inmortal. Dios, con nosotros.

José María Rodríguez Olaizola, sj

Fuente: pastoralsj.org

Adviento 2021: Solidaridad Jesuita

La Oficina de Desarrollo de la Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús (ODCAM) ha elaborado un calendario de Adviento para caminar juntos en Solidaridad.

Compartimos con ustedes la imagen del calendario en el cual podrán encontrar una reflexión o acción que día a día pueden realizar hasta llegar al viernes 24 de diciembre.

Esperamos que en este tiempo litúrgico crezcan en sus corazones los lazos de solidaridad para ayudar a los más necesitados.

Fuente: jesuitascam.org