Vivir con heridas

Reflexiones

¿Imaginas llegar ileso al final de una larga historia? Probablemente sería señal de una suerte excepcional, o de haber dedicado más esfuerzos a protegerse de la vida que a vivir de verdad. Y es mejor vivir, arriesgar y ponerse a tiro, que gastar las fuerzas en huir de cualquier contratiempo. Porque sí, la vida deja huellas –y algunos zarpazos–. Dejan huella los pasos dados, los nombres importantes en nuestra historia, los aciertos, los errores, las memorias que evocan plenitud y las que uno quisiera que pasaran al olvido. Dejan huella los amores y los rechazos, las decisiones que hemos tomado –para bien o para mal–, los lugares y, sobre todo, las personas, con quienes las relaciones son complejas, turbulentas y a veces imprevisibles…

Cuando esas huellas son dolorosas, hablamos de heridas. Todos llevamos unas cuantas en el cuerpo y en la historia. Heridas que pueden doler durante mucho tiempo. Y que, incluso cuando ya no duelen, siguen ahí, quizás cicatrizadas, pero visibles. De vez en cuando, uno las mira y evoca, recuerda, y aunque quizás ya no haya el sufrimiento que en su momento causaron, sí se te pone una mueca seria, nostálgica, al pensar en el pasado.

Pero hay que vivir con ello. Porque también son escuela. De ellas aprendes, a cuidar y a cuidarte. A aceptar la carga de contrariedad de nuestras historias. Aprendes a pedir ayuda. A ofrecerla. También a elegir batallas. Y en ocasiones, a protegerte. O a exponerte, al darte cuenta de que de nada vale buscar la seguridad a cualquier precio.

Que las heridas sean por algo que merezca la pena. Eso sí.

José María Rodríguez Olaizola, sj

90º aniversario de Radio Vaticana

El 12 de febrero, Radio Vaticana celebró su 90º aniversario. Esta obra creada por Guglielmo Marconi como respuesta a una solicitud del Papa Pío XI, fue confiada a los jesuitas. Desde 2015, con la creación del Dicasterio para la Comunicación, la radio quedó integrada en el conjunto de organismos de comunicación del Vaticano.

Al contrario de lo que se pudiera pensar, la radio sigue desempeñando una función relevante en el mundo entero. Se ha convertido en sinónimo de cercanía, llegando a grandes audiencias que no siempre tienen acceso a otros medios. En este contexto, Radio Vaticano persigue su objetivo fundamental, que es hacer un servicio público que busca alentar la esperanza y lograr que se escuche la voz del Papa, ofreciendo al mismo tiempo una lectura de la actualidad a la luz del Evangelio. Vuelve a hacerlo así, a pesar de las muchas dificultades, a lo largo de esta larga prueba mundial de la pandemia de Covid-19.

Radio Vaticana lanza programas en 41 idiomas y emite a través de varias plataformas, entre ellas Internet. Unos 20 jesuitas colaboran en Roma, día tras día, en la producción radiofónica de RV. Hemos pedido a tres de ellos que nos digan en pocas palabras lo que significa su compromiso con este servicio a la Iglesia.

Jozef Bartkovjak SJ – Jefe de la sección eslovaca

  • Mi deporte favorito para segregar adrenalina

Desde hace ocho años dirijo la sección eslovaca de Radio Vaticana, una de las pequeñas. Somos un equipo de tres personas. Además de constituir la gran fuente de noticias del Vaticano los siete días de la semana, ofrecemos a la gente amplias traducciones de las palabras vivas del Santo Padre. Utilizamos varios canales: Portal de Noticias del Vaticano, Radio Vaticana, Facebook y Boletín de Noticias por correo electrónico.

Radio Vaticana es una familia de naciones, una “Babel redimida”. Es también una prueba contundente de cómo dentro de la Iglesia se da verdadera ayuda mutua entre quienes tienen roles complementarios: laicos, sacerdotes, religiosas. Los jesuitas, gracias a nuestros votos, podemos sentirnos más libres para sacrificar casi todo por la misión, y esto gracias al apoyo de nuestra comunidad. Se palpa asimismo la continuidad de la cadena generacional: Puedo decir que encuentro gran inspiración para buscar el “magis” en nuestros grandes predecesores, que trabajaron en el programa eslovaco a lo largo de los años, y que preparo y motivo, con mis compañeros actuales, a jóvenes jesuitas para asegurar el futuro de esta misión.

El apostolado en el campo de los medios de comunicación significa para mí uno de esos “deportes que producen adrenalina”. Surgen retos innumerables en esta misión. El primero es permanecer en Dios, de lo contrario todo esfuerzo se vuelve inútil. Luego, el reto de ser capaz de escuchar y discernir dónde se encuentra la verdad. Captar el sentido en medio de tanta confusión y engaño como hay en el mundo. Y el reto de ser intérpretes fieles de lo que el Papa dice y hace. Luego, el reto de elegir el medio apropiado, ya sea vocal o multimedia, que hable a los corazones de mi pueblo eslovaco. Y no menos importante el reto de encontrar el equilibrio personal, con deporte y lectura, para no perder el aliento y poder decir “Laudato si’”.

Sanjay Dilip Ekka SJ – Sección de hindi

  • Llegando hasta hindúes y musulmanes

Justo cuando terminaba mi Tercera probación, en 2015, fui destinado a esta misión de Radio Vaticana, en Roma. Fue algo inesperado y repentino. Sin embargo, ahora me siento encantado y agradecido a Dios por haberme invitado a entregarme a esta misión.

Al principio cumplir con el horario diario de transmisión y los plazos que establece me resultaba muy exigente. Era como un maratón. Siempre alerta y “quemando el aceite de la noche” para estar listo a tiempo. He traducido al hindi discursos, homilías y enseñanzas catequéticas del Papa, así como documentos de la Iglesia, incluida la carta-encíclica Fratelli tutti. Son muchos los hindúes y musulmanes de Asia que siguen nuestros programas en hindi.

El trabajo de traducción de los mensajes del Papa sigue conmoviéndome y emocionándome: son siempre accesibles. Eso hace que recibamos constantes comentarios de nuestros oyentes. Muchos expresan que nuestro programa les llega al corazón (lo cual me confirma en mi misión). Podemos llegar a la gente con los mensajes del Papa; tenemos que seguir trabajando en esta línea.

Comunicar el mensaje del Santo Padre, a través de Radio Vaticana, a los oyentes hindi de la Iglesia Universal es para mí una verdadera alegría y mucha plenitud: puedo decir que esta misión ha provocado en mí una verdadera y nueva transformación personal.

Nguyễn Văn Yên SJ – Sección Vietnamita

  • Construyendo puentes con la juventud vietnamita

Radio Vaticana celebra su 90º anniversario. Simultáneamente, el programa en vietnamita celebra sus 40 años de presencia en esta institución radiofónica de la Iglesia.

La Compañía creó el programa vietnamita en 1980 y lo gestionó durante 5 años. Después de este tiempo, los jesuitas nos mantuvimos sorprendentemente ausentes de Radio Vaticana durante 23 años. En 2008, por primera vez, dos jesuitas de Vietnam fueron destinados a realizar su magisterio trabajando en el programa vietnamita; en aquel momento dirigía la sección un sacerdote dominico. Yo fui uno de los que hizo su magisterio en Radio Vaticana en 2010… y aquí me enviaron de vuelta en julio de 2019, cuando el dominico se jubiló, para ocupar su lugar.

Preveo que mi misión en la sección vietnamita es construir un puente entre Radio Vaticana – y más ampliamente Vatican News – y la Iglesia en Vietnam. La Iglesia vietnamita es joven tanto por su historia como por sus miembros, con un gran número de jóvenes adultos. Por lo tanto, nos dirigimos sobre todo a una audiencia de jóvenes adultos, e incluimos contenidos apropiados para ellos, canalizando lo que hacemos a través de los medios sociales.

Agradezco y aprecio el apoyo de mis compañeros jesuitas vietnamitas en Roma. Gracias a su compañía, no estoy solo en mi misión, en mi servicio a la Iglesia.

Fuente: jesuits.global

Mensaje especial de cuaresma del P. General: una nueva forma de ver y una nueva puerta a la esperanza

El P. Arturo Sosa SJ, General de la Compañía de Jesús, ha enviado un mensaje especial para el tiempo de cuaresma que estamos transitando. Dirige una invitación a renovar la mirada, a mirar desde una óptica esperanzadora lo que acontece en el mundo de hoy y desde ahí afrontar el año que queda por delante.

Frente a tantas situaciones desfavorables en el mundo, el P. General reconoce la dificultad en el ejercicio de cambiar de óptica, pero frente a esta dificultad, nos invita a ofrecer y a confiar este tiempo a Dios, para que sea Él quien nos ayude a encontrar una mirada favorable tanto en la realidad cercana como en la lejana.

Podés ver el mensaje completo en el siguiente vídeo:

Fuente: jesuits.global/es

Santos Jesuitas: San Luis Gonzága

Desde la oficina de comunicaciones de la Curia General de los Jesuitas, Luca Pirola entrevistó a la hermana Anna Nyangoma de Uganda, sobre el santo jesuita San Luis Gonzaga. La hermana Anna pertenece a una congregación misionera de África Oriental, las Evangelizing Sisters of Mary.

Ella nos presenta a este santo jesuita, que murió a los 23 años mientras atendía a los enfermos de la peste, y es el patrono de los jesuitas en formación.

Mirá el video aquí:

Un error, un aprendizaje

Por Antonio Carrón – Curia general Agustinos Recoletos

Unos cuantos siglos antes de que Descartes hiciera inmortal la frase “pienso luego existo”, san Agustín había escrito “me equivoco luego existo” (‘La Ciudad de Dios’ 11,26). Dejando a un lado las polémicas sobre la influencia de Agustín de Hipona en el autor del ‘Discurso del método’, lo cierto es que equivocarnos es una de las experiencias que nos une a todos. Siendo bebés, adolescentes, adultos o ancianos, el error forma parte de nuestras vidas. Y, seguramente, en la mayoría de los casos habremos experimentado que, fruto del error, es como más y mejor hemos aprendido algo. De este modo podríamos hablar de una pedagogía del error, no como algo negativo sino como parte del proceso.

El conocimiento tiene como punto de partida lo que se recibe de fuera y lo que se construye en nuestro interior, y en esta dinámica el error juega un papel fundamental. Los errores surgen del intento de dominar una situación nueva y desconocida con los medios disponibles en ese momento, y con la experiencia que todavía no se ha logrado. Cualquier avance científico, cualquier teoría, cualquier paso dado a lo largo de la historia, seguramente, ha dejado atrás múltiples intentos fallidos, errores cometidos sin los cuales no se podría haber llegado al éxito final.

Quizás la sociedad y la educación han insistido tanto en la necesidad de tener éxito que nos hemos olvidado de los pasos necesarios para llegar hasta él. Por lo general, a un objetivo no se llega de forma sencilla y rápida. Y si algo resulta sencillo y rápido mejor será preguntarnos si, verdaderamente, es tal y como creemos o esperamos.

La autonomía del aprendizaje

Aristóteles se refería al error con la palabra ‘hamartía’, traducida también como ‘fallo’ o ‘pecado’. En griego ‘hamartía’ hace alusión a errar el tiro o no dar en el blanco, como quedó reflejado en las gestas de los héroes de las tragedias. Y tantas veces en la vida nos sucede eso: que fijamos el punto de mira en un objetivo pero no conseguimos dar en el blanco. ¿Es eso algo negativo? ¿Por qué no tomarlo como un paso más en el proceso de aprendizaje que, en definitiva, es el proceso de la vida?

Desde hace años la pedagogía insiste en el aprendizaje mediante rúbricas y claves de corrección como instrumentos de evaluación activa que, partiendo de los errores, guían a los alumnos en su proceso. Conocer los errores cometidos por otros y nuestros propios errores nos ayuda a no repetirlos y a dar un paso más en la autonomía del aprendizaje. Es algo que, quizás, le sigue faltando a la educación de hoy, centrada mucho más en el aspecto de la enseñanza (perspectiva del educador) y no tanto en la del aprendizaje (perspectiva del alumno).

El error tiene otra importante perspectiva, que antes mencionábamos al referirnos a los clásicos griegos, y que fue asumida por la cultura cristiana: el pecado. Reconocer el pecado cometido también nos ayuda en nuestro proceso vital. Hablar de error y de pecado es hablar de algo que forma parte de nuestras vidas. De los pecados también se aprende y, reconociéndolos y superándolos logramos crecer, tal y como recordaran los clásicos: “Conócete, acéptate, supérate”.

San Agustín irá un paso más, reconociendo a Dios en su vida como parte del proceso del conocimiento de sí mismo: “¡Oh Dios, siempre el mismo!, conózcame a mí, conózcate a ti” (Soliloquios 2,1). “Tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba” (Confesiones 7, 10. 18, 27). Fue ese el objetivo que se marcó el Obispo de Hipona con sus ‘Confesiones’: desde el reconocimiento del error, descubriendo a Dios en su vida, lograr un paso más en su proceso, en su misión, en su meta. No fue fácil y, casi al final de su vida, sintió, de nuevo, la necesidad de reconocer en sus ‘Retractaciones’ los errores cometidos. Quizás Agustín comprendió bien que errar es de humanos, rectificar es de sabios y para perdonar de verdad es necesaria la ayuda de Dios.

Fuente: vidanuevadigital.com

Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma

En su mensaje para la Cuaresma 2021, el Papa Francisco alienta a los cristianos a prepararse para la celebración de la Pascua, recorriendo un camino de conversión basado en tres puntos claves: La fe, la esperanza y la caridad, expresadas en tres gestos concretos que podemos aplicar en nuestra vida diaria: el ayuno, la oración y la limosna. 

Recorriendo el camino cuaresmal, que nos conducirá a las celebraciones pascuales, el Santo Padre invita a los fieles a vivir plenamente este tiempo de conversión«renovando nuestra fe, saciando nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y recibiendo con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo».

Y en este camino de preparación para la noche de Pascua, en la que -recuerda Francisco- renovaremos las promesas de nuestro Bautismo, «para renacer como hombres y mujeres nuevos»; resulta fundamental consolidar tres pilares que nos ayudan en nuestra conversión: El ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18).

Asimismo, en su mensaje el Pontífice señala que la fe nos llama en este tiempo litúrgico, «a acoger la Verdad y a ser testigos», ante Dios y ante nuestros hermanos y hermanas.

En este sentido, Francisco subraya que el ayuno vivido como experiencia de privación (para quienes lo viven con sencillez de corazón), «lleva a descubrir de nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad de criaturas que, a su imagen y semejanza, encuentran en Él su cumplimiento», porque ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que la abarrota, «incluso de la saturación de información -verdadera o falsa- y de productos de consumo», para permitir que Dios habite en nosotros.

Por otra parte, el Santo Padre destaca el elemento de la esperanza como «agua viva» que nos permite continuar nuestro camino de conversión.

«Jesús nos habla del futuro que la misericordia del Padre ha abierto de par en par», continúa Francisco: «Esperar con Él y gracias a Él quiere decir creer que la historia no termina con nuestros errores, nuestras violencias e injusticias, ni con el pecado que crucifica al Amor».

El Papa también hace hincapié en las grandes dificultades que atravesamos como humanidad, especialmente en este tiempo de pandemia, «en el que todo parece frágil e incierto» y donde «hablar de esperanza podría parecer una provocación».

Por tanto, para Francisco, vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, «somos testigos del tiempo nuevo» en el que Dios “hace nuevas todas las cosas”.

Pero… ¿Dónde encontrar esa esperanza? Precisamente «en el recogimiento y el silencio de la oración«, que es donde -dice el Papa- se nos da la esperanza como inspiración y luz interior, que ilumina los desafíos y las decisiones de nuestra misión: «Por esto es fundamental recogerse en oración (cf. Mt 6,6) y encontrar, en la intimidad, al Padre de la ternura».

Como último punto de su mensaje, centrándose siempre en el proceso de conversión al que estamos llamados a vivir como cristianos en esta Cuaresma, el Papa destaca la caridad, «vivida tras las huellas de Cristo, mostrando atención y compasión por cada persona»,  ya que se trata de  la expresión más alta de nuestra fe y nuestra esperanza.

«Y así sucede con nuestra limosna, ya sea grande o pequeña, si la damos con gozo y sencillez», añade el Sucesor de Pedro indicando que vivir una Cuaresma de caridad «quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID-19».

Antes de finalizar, Francisco recuerda que cada etapa de la vida es un tiempo para creer, esperar y amar.

«Este llamado a vivir la Cuaresma como camino de conversión y oración, nos ayuda a reconsiderar, en nuestra memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del Padre», concluye el Santo Padre pidiendo a la Virgen María, «que nos sostenga con su presencia solícita, y que nos acompañe en el camino hacia la luz pascual».

Podés leer el mensaje completo haciendo click aquí

Fuente: vaticannews.va

La vida religiosa en el S. XXI: La profecía de la fragilidad

El pasado 2 de febrero la Iglesia Católica celebró la fiesta de la vida religiosa. Para esa ocasión, el hermano marista Emili Turú, secretario general de la Unión de Superiores Generales (USG-Roma) invitó a reflexionar sobre el sentido de la vida religiosa en el mundo actual. En la introducción, la Secretaria Ejecutiva de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG – Congregaciones Femeninas), la Hermana Patricia Murray, hizo algunas valiosas preguntas.

Dimensión profética de la vida religiosa

Este tiempo de crisis global, en un mundo fracturado por la pandemia del Covid, el racismo, la violencia y la división, exige una respuesta profética de los religiosos y religiosas. El grito de “no puedo respirar” de George Floyd magnifica las luchas de millones de personas infectadas por el Covid o pisoteadas por estructuras opresivas, mientras que además muchas partes del planeta Tierra carecen del oxígeno necesario para que la vida florezca. ¿Cómo estamos llamadas/os a responder como religiosas y religiosos? ¿Qué puede ofrecer nuestra vida de votos, vivida en comunidad, en medio de este sufrimiento?

Patricia Murray, IBVM

El Covid-19 ha acentuado los rasgos del final de una era, un cambio de civilización. Y la historia nos dice que el período más o menos largo que precede al nacimiento de una nueva civilización es una etapa de decadencia: un tiempo caótico y lleno de incertidumbre, exactamente como este momento en el que nos encontramos.

Buscando inspiración para el momento actual, dirigí mi mirada a las primeras comunidades cristianas, que se desarrollaron y expandieron de manera inexplicable durante un período muy difícil para ellos, incluso más que el nuestro.

En este sentido, me sorprendió recientemente, al leer una profunda reflexión por parte de un pastor de la iglesia luterana, encontrarme con el neologismo “anti frágil”aplicado a la Iglesia. Hace una interpretación muy sugerente: los sistemas mecánicos son frágiles en su complejidad; los orgánicos, en cambio, son anti frágiles porque están diseñados para crecer bajo presión. Algunas partes de nuestro cuerpo, como los huesos o los músculos, por ejemplo, necesitan presión para mantenerse sanos y hacerse más fuertes. Demanera similar, la iglesia primitiva fue un sistema profundamente anti frágil, que crecía y se hacía más fuerte a medida que se aumentaba la presión sobre él.

Lo mismo lo podemos aplicar a nuestras comunidades o congregaciones. Nacimos en condiciones de estrés, de presión, y nos desarrollamos mejor bajo esas condiciones. En cambio, cuando no existe esa presión nos relajamos, y perdemos fuerza y enfermamos.

Si vivir bajo presión forma parte de las condiciones habituales de la comunidad cristiana para su desarrollo y consolidación, entonces es normal que los primeros cristianos apreciaran tanto la virtud de la paciencia que, según el diccionario, es la “capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse”.

Hablan sobre ella Cipriano de Cartago, Justino, Clemente de Alejandría, Orígenes, Tertuliano… considerándola una virtud peculiarmente cristiana, y la mayor y más alta de todas las virtudes.Saberse en las manos de Dios: sin querer controlar los acontecimientos, vivir sin ansias ni prisas, y sin usar jamás la fuerza para conseguir las metas que querían alcanzar. Justino la califica de extraña,y subraya que originó muchas conversiones de paganos.

Su testimonio fue como la levadura que se pone en la harina y la hace fermentar. Tanto los primeros cristianos como nuestros fundadores y fundadoras estuvieron activamente implicados en el nacimiento de lo nuevo en un mundo decadente.

Aunque los signos externos pudieran dar impresión de lo contrario, la Vida Religiosa tiene una gran actualidad. En la esencia de lo que estamos llamados/as a ser se encuentra exactamente lo que las mujeres y los hombres de hoy necesitamos. En el corazón de nuestra vida se encuentran una serie de no negociables que, vividos en autenticidad, tienen la enorme fuerza de lo germinal. El conjunto de una vida así ejerce de contraste profético ante las prácticas decadentes del momento actual y son paciente fermento de cambio.

Espero que “despertéis al mundo”, porque la nota que caracteriza la vida consagrada es la profecía. Como dije a los Superiores Generales, “la radicalidad evangélica no es sólo de los religiosos: se exige a todos. Pero los religiosos siguen al Señor de manera especial, de modo profético”. Esta es la prioridad que ahora se nos pide: “Ser profetas como Jesús ha vivido en esta tierra… Un religioso nunca debe renunciar a la profecía”. (Carta Apostólica del Papa Francisco a todos los Consagrados, II, 2)

No la radicalidad, sino la profecía. O quizás mejor todavía, la radicalidad de la profecía. Evidentemente, no se trata de la profecía de ponerse como modelos de nadie en la Iglesia, sino más bien de la profecía de la pequeñez y de la debilidad, que testimonia la misericordia de Dios. La profecía – dice el H.Michaeldavide Semeraro – es la capacidad de englobar la muerte, el fracaso, la no visibilidad, la marginalidad y hacerlo como opción permanente para toda la vida.

Emili Turú, FMS

Fuente: jesuits.global/es

La globalización y San Francisco Javier

¿Cómo, en el siglo XVI, uno de los primeros compañeros de San Ignacio, Francisco Javier, pudo abrir vías de comprensión de lo que estamos viviendo en el siglo XXI? Es que quería llegar a todo el mundo con el mensaje del Evangelio.

El periodista Luca Pirola sigue buscando respuestas a su curiosidad sobre los santos y beatos jesuitas. Le había intrigado una sala de la Curia General en Roma, allí hay una serie de retratos de jesuitas que la Iglesia católica ha reconocido como figuras inspiradoras para todos los cristianos.

Después de hablar con el postulador de las causas de los santos de la Compañía, el P. Pascual Cebollada y con el P. John Dardis sobre San Pedro Claver, y de Rutilio Grande con el P. Jesús Zaglul, Luca Pirola presenta a uno de los primeros compañeros de San Ignacio, patrón de las misiones.

Fuente: jesuits.global/es

La cuaresma perpetua de los abandonados

De nuevo nos acercamos a las enseñanzas del miércoles de ceniza, la cuaresma y la Semana Santa que cada año nos sirven para meditar desde lo más íntimo sobre el dolor de la pasión y muerte, las privaciones y el suplicio, que a los creyentes nos ayudan a valorar en nuestra propia carne la importancia cardinal de la Resurrección, de que Cristo venció la muerte y validó la esperanza de la vida plena más allá de nuestro paso por la vida terrenal. Pero esa reflexión estaría trunca si no la aplicamos a la defensa de la cultura de la vida, a la lucha contra la cultura de la muerte.

Cuando se nos dice “recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás” encuentro la medida clara, definitiva, de la poca importancia que tienen las vanidades y estilos de vida del mundo. Pero el Reino de Dios no es de este mundo. Cristo no vino a hablar de la muerte. Vino a dar testimonio de la vida, de la que de verdad vale la pena, la vida que se gana cuando se entregan los egoísmos. Cristo vino a dar testimonio de la Verdad. Pero no se trata de una verdad a la que se accede encerrado en uno mismo de manera egoísta, sino a la que se llega por la Gracia de Dios, por el reconocimiento de que Cristo es el camino de la Luz y la Vida, por la entrega total del amor a los otros seres humanos, en especial los más necesitados de la tierra.

¿Cómo respondemos a ese amor?

Me llama la atención que las tentaciones que enfrentó Cristo durante los cuarenta días que estuvo en el desierto fueron principalmente de dimensión social: que se “envaneciera” con su poder, que hiciera “milagros” para beneficio propio, que se “sometiera al poderío” que reclamaba tener el demonio sobre todos los reinos del mundo. No, Cristo prefirió enfrentar la maldad de frente y entregar su vida por la humanidad. El salmista decía que, en comparación con la maravilla del universo, es sorprendente que Dios –que lo creó todo– se ocupe de nosotros, tan pequeños, tan irrelevantes. Pero Dios no solo nos ama de manera infinita, sino que nos perdona y nos salva. ¿Y nosotros qué hacemos? ¿Cómo respondemos a ese amor?

Entre nosotros hay miles de millones de seres humanos sometidos por designio de nuestras sociedades a una cuaresma perpetua. Les escamoteamos el amor, les tratamos de esconder la vida plena. Esto es así, porque puedo ver cómo las guerras convierten en cenizas miles de seres humanos para complacer el envanecimiento del poder y el afán de lucro de unos cuantos. Las armas nucleares llevan ese cuadro a su manifestación más terrorífica.

Hasta la medicina, que debería ser el trabajo sacralizado de curar y aliviar el dolor, se ha sometido a la maldad estructural que ha llegado al extremo de pretender que los países ricos acaparen los medicamentos, en lo que el querido Frei Betto describe como que en lugar de estar en medio de una “pandemia” lo que nos aqueja es una “sindemia”. De manera, que el mejor decir del teólogo, “el problema no es solo la Covid-19. Es el capitalismo sindémico que prioriza la lógica perversa de la acumulación privada de la riqueza”. Sobrada razón tiene el papa Francisco para convocar al mundo a un esfuerzo por la hermandad y por abrir el socorro de la medicina a todos los pobres del mundo, al tiempo que se promueve un verdadero análisis sobre los problemas estructurales de un sistema económico que nos asfixia.

Si de verdad queremos que nuestra fe impacte, superemos la visión individualista de la religión, impulsemos con nuestro testimonio una auténtica espiritualidad comunitaria y comencemos así  por aplicar las enseñanzas de Cristo. No sigamos condenando a los pobres y necesitados al abandono de una cuaresma perpetua. Hagamos que la verdad y la justicia sean los que anuncien nuestros pasos que lleven a los demás el consuelo y la alegría de que somos mensajeros de paz.

Fuente: vidanuevadigital.com

Pascual Cebollada SJ sobre la causa de beatificación del P. Arrupe

Una publicación del P. Pascual Cebollada SJ, postulador general de la Compañía de Jesús, en conmemoración del 30º aniversario del fallecimiento del P. Pedro Arrupe.

El P. Pedro Arrupe es considerado “Siervo de Dios” desde el momento en que se inició su causa de beatificación, cuya sesión de apertura tuvo lugar en el Vicariato de Roma el 5 de febrero de 2019. El 5 de febrero es el aniversario de su fallecimiento en 1991, hace 30 años hoy. Desde entonces, nosotros, el equipo del Postulador de las Causas de los Santos de la Compañía de Jesús, hemos estado trabajando por la causa del padre Arrupe en conexión con las diferentes secciones del Vicariato.

El tribunal ha entrevistado a más de 50 testigos en Roma y Madrid. A causa de la pandemia, dos veces ha suspendido su viaje a Japón para recoger otros 20 testimonios. Por el mismo motivo, varios jesuitas de procedencias lejanas tuvieron que cancelar su viaje a Roma. En total se deberá llegar a unas 80 declaraciones de personas que, habiendo tratado directamente o no al P. Arrupe, aporten información desde diversas perspectivas.

Varios “Censores Teólogos” siguen leyendo sus cientos de obras publicadas para dar fe de la ortodoxia de estos escritos. Uno de estos grupos se encarga de varias suyas que solo se encuentran en japonés. Los cinco componentes de la Comisión Histórica se concentran ahora en el archivo de la curia general, examinando los miles de cartas que escribió como Superior General de la Compañía durante 18 años. Otros archivos vaticanos ya han sido consultados, y su labor se completará cuando den cuenta de lo que contienen los de los lugares en los que vivió el padre Arrupe. También revisarán otros documentos que se refieran al contexto sociológico e histórico de esos años. A partir de este inmenso material elaborarán una densa relación sobre la personalidad del Siervo de Dios, tal como resulta de los textos consultados, que acompañarán el informe que se entrega al tribunal.

Confiamos que la pandemia no retrase más el proceso y podamos depender de nosotros mismos. Si no hubiera contratiempos notables, dentro de un año deberíamos estar muy cerca de la conclusión de esta fase diocesana, de celebrar la sesión de clausura y que todas estas pruebas recogidas fueran enviadas a la Congregación de las Causas de los Santos para su estudio y juicio. Mientras tanto, seguimos rezando por su intercesión:

“Dios, Padre bueno, que en el bautismo has revestido de Cristo a tu siervo Pedro Arrupe y lo llamaste a su seguimiento en suma pobreza espiritual en la Compañía de Jesús, escucha benigno nuestra oración.
Él se entregó a ti plenamente, como misionero y guía de sus hermanos, tanto en la salud como en la enfermedad.
Movido por el Espíritu Santo, lo has puesto al servicio de la fe convirtiéndolo en maestro de discernimiento y dócil servidor de la justicia del Reino.
Con confianza te rogamos que, a imitación de Jesucristo pobre y humilde, a quien amó entrañablemente, el Padre Arrupe pueda ser reconocido como modelo de vida evangélica y testigo de cómo ser profetas en el mundo, animándonos a ser, en toda cultura, ‘hombres y mujeres para los demás’.
Por su intercesión, y para tu mayor gloria, te pido ahora esta gracia particular […] que desees concederme para tu servicio y alabanza.
Por Cristo, nuestro Señor. Amén”.

Fuente: jesuits.globlal/es