Hacen Falta Cantores

Hace falta gente que se anime a ofrecer su voz, que anuncie y denuncie con su modo de vida.

Por Maite López

Hoy hacen falta CANTORES. Que nos acompañen en el camino de la vida. Que hagan nuestra fe más viva, intensa y colorida. Que pongan voz a lo que Dios siente, piensa, desea y quiere. Que ofrezcan palabras y música a nuestras dudas, ilusiones, convicciones, bajones y subidones en la fe. Hombres y mujeres humildes, capaces de componer canciones nuevas y recrear las de siempre. Que nos recuerden que hemos sido creados para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor. Que acompañen tanto nuestros silencios como la oración personal y comunitaria. Que proclamen sin complejos la grandeza de Dios, la dignidad de cada ser humano, la bondad de lo creado, la fuerza de la comunidad, la hermosura de la Iglesia. Que lo hagan sin complejos. Artistas de Dios que nos recuerden que la fe y el amor son gratuitos; que gratis hemos de dar lo que gratis hemos recibido. Que alienten nuestra esperanza y desentierren las utopías. Que nos ofrezcan palabras cuando no las encontramos, para dialogar con el Señor o para hablar de él cuando lo necesitamos. Que presten su voz a Dios para que nos remueva las entrañas, nos ablande, nos abrace. Profetas y artistas que sean denuncia y anuncio. Que nos atraigan con la belleza que procede de Dios y nos conduzcan hasta él.

Fuente: Pastoral SJ

Resurrección es Música

¿Cómo describir la Resurrección? ¿Qué canción elegirías para hablar de ella?

Por Sergio Gadea SJ

Hubo quien dijo que no existe nada más arriesgado que escribir acerca de la Resurrección porque a través de ella todo lo que los cristianos creemos toma su sentido. Pero ¿de qué manera describir la nueva vida de Jesús? ¿Cómo expresar la experiencia que tuvieron los discípulos, ese pasar de la desolación de la muerte del maestro a la consolación y la gran alegría de ver cumplidas todas las promesas? Las palabras a mí, la verdad, poco menos que me sobran. Apuesto más por otras maneras de expresarse que, sin dejar de ser humanas, son capaces de dar nombre a lo innombrable y de tocar el corazón para comunicar lo desconocido. Como la música.

A veces nos encontramos con canciones que nos mueven hacia una realidad que va mucho más allá de su letra. Aún hoy, por ejemplo, Someone like you de Adele sigue sonando varias veces cada hora en las emisoras de radio sin dejar de conmover. Como dijo un presentador, es una canción capaz de hacernos sentir el desamor aun cuando nunca lo hayamos conocido.

Pero, ¿qué canción describiría la Resurrección? Supongo que tendrá algunos acordes de Silvio Rodríguez, cuando canta que “quedamos los que podamos sonreír en medio de la muerte, en plena luz”. O la melodía alegre y confiada de Vamonó de Fito & Fitipaldis en Lo más lejos, a tu lado, después de cantar el desamor del soldadito marinero, el corazón oxidado (de no usarlo) y el cómo ha aprendido en la vida a “tocar el cielo con las manos”. Pero la verdadera música de la resurrección está aún por componer y, a la vez, suena todos los días. ¿No la escuchas? Abre los ojos y los oídos, porque la Resurrección, como la música, entra por los sentidos y va directa al corazón.

Fuente: Pastoral SJ

 

Tiempo de Arriesgar

Para que la resurrección no se quede en una fiesta: ¿a qué me invita para dejarla entrar en vida?

Pensar en la Resurrección puede convertirse en un ejercicio de complacencia. “Jesús Resucitó”, “Feliz Pascua”, “qué bonito es todo…”. Besos y sonrisas para todos…Llenamos nuestras liturgias de cantos que hablan de gozo sin límites y felicidad plena. Recitamos oraciones que dicen que el mundo está lleno de luz, que la tiniebla ha desaparecido, que la gracia desborda en torrentes, que es tiempo de cantar… Pero si uno tiene ganas de ser escéptico el mundo ayuda mucho; miras alrededor y los periódicos siguen llenos de noticias trágicas. El que ayer sufría hambre hoy sigue con el estómago vacío. Los violentos no parecen haberse transformado en dóciles corderos. Nuestra Iglesia sigue necesitando más diálogo y menos seguridades. No hay 0´7 para ayudas al desarrollo, sigue habiendo deuda externa, no se ha abolido la pena de muerte, y así podríamos seguir mostrando semillas del mal (¿Y dónde quedan entonces las semillas de la resurrección que tanto exaltábamos la semana pasada?)

Tenemos que ser conscientes de que la Resurrección no es una cuestión de “todo o nada”, de un ya definitivo. Sólo es un anticipo, una promesa que ha empezado a cumplirse, un motivo para seguir luchando, una razón para correr riesgos.

Fuente: Pastoral SJ

 

Reflexión del Evangelio -Domingo 15 de Abril

Evangelio según San Lucas 24, 35-48

Los discípulos, que retornaron de Emaús a Jerusalén, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: “¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo”. Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: “¿Tienen aquí algo para comer?”. Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él lo tomó y lo comió delante de todos. Después les dijo: “Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos”. Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: “Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto”.

Reflexión del Evangelio – Por Ignacio Puiggari SJ  

En el evangelio de este domingo, con ocasión del retorno de unos discípulos, Jesús resucitado se vuelve a aparecer a los suyos. Es cierto que una vasta tradición nos ha permitido tener noticia de este suceso; sin embargo, ello no nos saca la legítima necesidad de volver a preguntarnos por el ser de esta persona resucitada, ¿quién es, en efecto, Jesús resucitado?

Preguntar por él significa desear su presencia, esto es, querer también nosotros mirar su rostro y tocar sus llagas, compartir con él el afecto, las palabras, el trabajo y la comida. Hay un tiempo en que los mensajeros del resucitado no nos bastan y queremos que él mismo se nos muestre. Es como si detrás del deseo de presencia se escondiese la pregunta: ¿es verdad que, así como lo dicen, me amás también a mí? ¿Es cierto que también me buscas y amas? Venían de regreso los mensajeros del resucitado, pero irrumpió el resucitado mismo y los encontró. Leyendo su experiencia acaso podamos reconocer cuándo, en efecto, fuimos alcanzados por el Cristo vivo y su Espíritu. Eso nos convertiría en testigos privilegiados de su amor, también portadores de una belleza que nuestro corazón pide predicar.

En primer lugar el encuentro con Jesús provoca un revuelo de sentimientos notable: se entreveran el temor y la paz, la duda y la alegría admirada, la confusión y la claridad. Hemos de retornar entonces a la Jerusalén de nuestros afectos, aun cuando nos sea más fácil el ocuparnos de muchas cosas y no pensar. El corazón es un espacio en el que no somos hacedores de nada, sino pasivos receptores de resonancias. Jesús presente marca la diferencia y nos enseña a distinguir: una cosa es la paz y otra el miedo. Los caminos que perfilan uno y otro afecto también son distintos: ¿a qué rumbos de lejanas evasiones nos arrojan el miedo y la confusión? ¿Qué decisiones de sabiduría y entrega nos anuncian la paz y la alegría serena?

De Emaús volvemos a Jerusalén para reencontrarnos con el Resucitado y dejar que él nos envíe. En el centro del corazón habitan además nuestras necesidades más profundas. Además de desear su presencia y querer compartir con él, los discípulos necesitaban saber qué les tocaba en suerte para el futuro. Sin duda, también nosotros podemos adentrarnos y escuchar esa necesidad de futuro y sentido; tocando ese deseo, sus llagas y los afectos que nos suscita, acaso también descubramos la huella del Espíritu del Señor. Porque en ese deseo late la posibilidad de transmitir un testimonio que es sólo posible para cada uno; un destino cuyos dones la comunidad podrá disfrutar sólo si de modo insustituible esa persona lo encuentra y lo entrega.

Pidámosle a María compartir este camino de búsquedas y encuentros, ayudándonos a discernir el modo hacia la mayor fidelidad con el Señor que habita resucitado en medio de la historia.

Fuente: Red Juvenil Ignaciana Santa Fe 

Luis Ugalde SJ: Formación Universitaria Transformadora y Humanizadora

Resumen de la disertación del Padre Luis Ugalde SJ, coordinador de la Comisión Venezolana de Educación Jesuita, dada en el marco de la Conferencia Internacional: ‘Universidades jesuitas: hacia la transformación del mundo’. En ella, señaló que la Compañía de Jesús defiende la formación humana integral y entiende por calidad de educación la que busca formar hombres y mujeres conscientes, competentes, compasivas y comprometidas.

Añadió que dichas dimensiones de la calidad se aprenden con prácticas y métodos diversos y complementarios de los racionalistas, dirigidos a formar, junto con la inteligencia, la voluntad y el afecto para transformar las personas, las sociedades y la aplicación de la ciencia y la tecnología en áreas profesionales como el derecho, medicina, ingeniería, administración, economía, educación y comunicación.

“Es necesario que en la universidad se cultive la comprensión del funcionamiento de la sociedad con la voluntad de combatir el mal y fortalecer el bien. Asimismo, es indispensable el cultivo universitario del sentido de lo público en cada ciudadano y de las políticas públicas con la comprensión del funcionamiento de la sociedad y la voluntad de cambiar los aspectos inhumanos y encontrar soluciones a los problemas”, dijo Ugalde, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello.

El Padre de origen español, pero naturalizado venezolano, señaló que la universidad ilustrada moderna debe entronizar a la ‘diosa’ razón y desterrar a los ‘dioses’ oscurantistas. “Hay un antes y un después de la Ilustración en la Universidad. La anterior a la Ilustración en definitiva está subordinada a la Iglesia y al ser ésta oscurantista -dirán los ilustrados- hace que la universidad católica y las universidades jesuitas de inspiración cristiana sean oscurantistas. Por ello pierden la razón de ser y en consecuencia los estados ilustrados no autorizarán las universidades católicas”, aseguró Ugalde.

La única causa del mal, expresó, no es la ignorancia, como afirmaban los ilustrados, sino que, a mayor desarrollo de la racionalidad instrumental, mayor es también la capacidad y el poder de hacer el mal, como se demuestra, entre otras cosas, en las dos terribles guerras mundiales. En ese sentido, aseguró que una tercera guerra mundial en el siglo XXI tendría prácticamente la capacidad de destruir la humanidad entera gracias a una racionalidad instrumental científica y tecnológica enormemente desarrollada y puesta al servicio de la barbarie humana.

Reconoció que la Compañía de Jesús desde sus orígenes dio una enorme importancia a la física, la astronomía, la matemática y otras ciencias naturales, así como valoró el aporte humanístico de autores paganos que durante más de cuatro siglos los mantuvo en el centro de la formación de los jóvenes jesuitas.

“Pero era consciente de la ambivalencia de su aplicación y de la necesidad de discernimiento, para convertirlos en instrumentos de vida y no de muerte. Los Ejercicios Espirituales son para adquirir la libertad y el amor como don gratuito de Dios-amor que son indispensables para que la ciencia y la técnica sean usadas para ‘en todo amar y servir’ y transformar los dioses del poder y de la riqueza en medios al servicio de la humanización”, dijo.

La realidad es que el poder económico y el poder político en sociedades capitalistas o de socialismo estatista tienden a endiosarse y convertir a hombres y mujeres en medios de acumulación de su riqueza y de poder. En definitiva, no son las leyes naturales objetivas, sino la voluntad subjetiva la que aplica los medios para una finalidad u otra.

El grande y permanente reto de la humanidad es el discernimiento y la libertad para decidir y ordenar los medios y la racionalidad instrumental de todo conocimiento para humanizar y dar vida a todos.

Es indispensable el cultivo universitario del sentido de lo público en cada ciudadano y de las políticas públicas con la comprensión del funcionamiento de la sociedad y la voluntad de cambiar los aspectos inhumanos y encontrar soluciones a los problemas.

Fuente: Universidad IberoAmericana

Efectos de la Resurrección

Efectos cotidianos de la Resurrección: ¿qué hace la presencia del resucitado en tu día a día?

Invita San Ignacio en los ejercicios espirituales a considerar «Cómo la divinidad, que parecía esconderse en la pasión, aparece y se manifiesta ahora tan milagrosamente en la santísima resurrección, por los verdaderos y santos efectos de ella». Esos efectos cotidianos, que a veces se nos pasan desapercibidos, pero son tan reales… Valor en vez del miedo. Cercanía que rompe las distancias de antes. La conciencia de misión… Todo esto son efectos de esa resurrección, tan oportunos en este tiempo de Pascua.

Fuente: Pastoral SJ

 

El Último Abrazo

El misterio de la resurrección nos pone en búsqueda.

Por J. M. Rodríguez Olaizola SJ

Tal vez, solo tal vez, lo que empieza ahora es la búsqueda. Una búsqueda que nos ha de llevar toda la vida. Una búsqueda que se irá trenzando entre destellos y pérdidas, entre instantes de júbilo y otros de grisura. Una búsqueda en la que el amor será una batalla a tiempo entero. Una pelea en la que, por más que vuelvan una y otra vez los fantasmas que nos atormentan, podemos mirar, con esperanza, a una luz mayor; una luz que nos habla de un espíritu humano que se niega a rendirse. Es ahora el momento de seguir creyendo, por más que agoreros y profetas de calamidades inviten al escepticismo. Empieza ahora el tiempo de los testigos, que nos hablan de lo que han descubierto. No los embaucadores, que solo apuntan a palabras muertas, sino los que muestran, en lo que cuentan, pero sobre todo en cómo lo viven, que merece la pena arriesgarlo todo.

Tal vez, solo tal vez, el último abrazo aún está pendiente. Y será tan profundo, tan verdadero, tan liberador, que sabremos, al fin, que todo ha valido la pena.

Fuente: Pastoral SJ

 

La Resurrección

“La Resurrección es una de las verdades, intuiciones o búsquedas desde la que se fundamenta nuestra fe. Dice San Pablo que, si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe. Y algo de eso hay.

Es que si la fe es sólo humanismo. Si sólo se trata de hacer el bien en nuestra vida y hasta ahí… no es poco, pero no responde a nuestras preguntas más profundas, que son: ¿de dónde venimos? Y ¿hacia dónde vamos?”

Para escuchar la reflexión completa, no dejes de ver el video del jesuita español José María Rodríguez Olaizola.

 

Reflexión del Evangelio – Domingo 08 de Abril

Evangelio según San Juan 20, 19-31

Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”. Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. Él les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”. Tomás respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”. Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.

Reflexión del Evangelio – Por Patricio Alemán SJ 

En este segundo domingo de Pascua, domingo en que celebramos la Divina Misericordia, la liturgia nos ofrece unas lecturas que nos permiten continuar celebrando y profundizando el misterio de la Resurrección del Señor. Ante todo, el evangelio de hoy nos presenta la escena del encuentro del Resucitado con Tomás y el resto de los discípulos.

Jesucristo irrumpe en el lugar donde se encontraban. Los discípulos tenían miedo y se encontraban con las puertas cerradas del lugar. El miedo muchas veces nos conduce al encierro, es decir, a esperar que de alguna manera misteriosa las cosas se resuelvan. Es una espera pasiva y engañosa. Pero, cómo esperar y creer en la vida cuando el dolor y la impotencia es tan grande; cuando la desesperanza y la resignación parecen vencernos. Cómo poder dejar las puertas abiertas si somos testigos del asalto y los saqueos de sueños y esperanzas. Más todavía, cómo dejar las puertas abiertas del propio corazón sabiendo que ello implica dejar ir personas y lugares. Cómo abrir las puertas del corazón sin miedo a ser lastimados. Cómo abrir las puertas del corazón sin el temor a ser lastimados o violentados.

El Señor se hace presente en medio de sus discípulos, y el primer don que regala es la paz: “la paz esté con ustedes”. O, dicho de otro modo, “no tengan miedo”. Como aquella vez que, en medio de la tormenta, se les apareció caminando sobre el mar. La paz del Señor viene a calmar aquellos miedos que nos hacen dudar. Viene a iluminar las realidades oscurecidas por la desesperanza y la resignación. Y para ello, el Resucitado nos entrega un segundo “don”: el Espíritu. Pero más que un don, el Espíritu Santo es parte esencial del amor de Dios a la humanidad. El Resucitado y el Espíritu revelan el infinito amor de Dios Trinitario con toda la humanidad y su historia. El amor que Dios tiene sobre cada una de nuestras historias. Precisamente, es tan grande el amor hacia nosotros, que fue Él quien “nos amó primero”, quien nos “primereó” y se atrevió a poner su dedo sobre nuestras heridas para conocerlas y sanarlas. Un Amor que no se cansa de perdonar, de reconciliar, de traer paz.

Pero en el relato, hay dos apariciones del Resucitado a sus discípulos: una sin la presencia de Tomás, y otra con él presente. En la segunda aparición, invita a Tomás a poner su dedo en el costado y las manos atravesadas por la crucifixión. De ese modo, Tomás no sólo conoce, sino que participa de la resurrección. Para tener parte en la vida del Resucitado y en la vida resucitada, no alcanza sólo con contemplar las heridas, sino que es necesario poner nuestras manos allí mismo. Poner las manos y el corazón en las realidades del dolor y la desesperanza, para reconocer allí la Vida resucitada; la vida que sigue venciendo a las dinámicas de la muerte. El Amor que sigue manifestándose en medio de nuestra cerrazón; un Amor mayor que nuestros miedos y dudas.

En este domingo de la Divina Misericordia, pidamos la gracia de recibir el Espíritu de reconciliación y perdón. Y que, al recibirlo, se nos permita participar de la Vida resucitada para anunciarla y construirla en medio de las realidades heridas y oscuras de nuestra historia y nuestro presente. Que el Espíritu de misericordia nos permita salir de nuestros miedos para volver a creer y confiar en Dios, en nosotros mismos, y en nuestros hermanos y hermanas.

Fuente: Red Juvenil Ignaciana Santa Fe 

La Alegría según María Magdalena

Una reflexión sobre la Alegría para seguir alegrándonos con la Buena Noticia de la Resurrección.

Por Marcos Muiño, SJ

La alegría no tiene precio, no se puede comprar ni vender. La alegría se comparte. La alegría no se define, se demuestra. La alegría es saber que el sol vuelve a salir. La alegría es caer en la cuenta de que muchas piedras en el camino -a veces muy grandes- fueron corridas por alguien que te ama, te quiere. La alegría es experimentar, en medio del desconcierto, que alguien te dice ¡no temas! La alegría es la convicción de que la muerte no tiene la última palabra. La alegría es sentir que la vida tiene un para qué, que no somos hechos en serie, sino que estamos para algo único e irrepetible. La alegría es confiar en la promesa del encuentro, de la presencia que nos restaura, nos devuelve la esperanza y la misión. La alegría es saber que no se comprende ¡todo ya!, se confía, se aguarda y se le pide al corazón que abra sus puertas a las increíbles sorpresas. La alegría es correr, es temblar, es estar fuera de sí. No para ganar ni escandalizar, sino para contagiar.

Al Resucitado se lo conoce por sus efectos, como decía Ignacio [EE 223]. Los efectos de la alegría son aquellos capaces de robar verdaderas sonrisas, aún en la mudez o el miedo. Cuando se contagia alegría, no se contagia una teoría, sino que se transmite un abrazo. El efecto de la alegría no llena las cabezas con teoría, sino que llena el corazón de presencias, de rostros, de palabras, de lágrimas por sentirse uno que no está solo. El efecto de la alegría no termina en nosotros, es para otros. Muchas veces temblando, otras veces corriendo, no dejemos que los ladrones de esperanza roben la alegría que da paz, la fortaleza que sostiene en la lucha diaria, el perdón que devuelve la amistad.

Es tiempo de dejarse llevar por la alegría. Muchas veces, en medio de nuestros llantos y sufrimientos, alguien se acercará y nos preguntará por qué lloramos. Nos llamará por el nombre y caeremos en la cuenta de que hay alguien que no defrauda, que siempre se la juega y que nos hace protagonistas, testigos. Cuando el efecto del Resucitado se nota, sentimos que verdaderamente vale la pena esperar, confiar, amar y entregar la vida en aquello que es realmente importante y esencial.

Fuente: Red Juvenil Santa Fe