‘Demos testimonio de la hospitalidad en un mundo de fronteras cerradas’

El padre Gilberto Freire, S.J., Provincial de la Compañía de Jesús en Ecuador, el director del Servicio Jesuita a Refugiados en Ecuador, padre Roberto Granja, S.J., y una delegación de la oficina regional del SJR LAC, lanzamos la campaña “La hospitalidad abre fronteras”.

Manifiesto de la Campaña “La hospitalidad abre fronteras”

Desde la Congregación General 35 en 2008, la Compañía de Jesús viene insistiendo en la necesidad para las comunidades y las obras jesuitas de dar al mundo testimonio de la hospitalidad.

El Padre Adolfo Nicolás, S.J., Superior General de la Compañía de Jesús, ha puesto en el centro de la misión jesuita la hospitalidad como un valor humano y cristiano que estamos llamados a promover y practicar en “un mundo de fronteras cerradas”.

En su carta al Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) con motivo de su 30 aniversario, el 14 de noviembre de 2010, el padre Nicolás definió la hospitalidad de esta manera: “un valor profundamente humano y cristiano que reconoce el clamor del otro, no porque él o ella sea un miembro de mi familia, de mi comunidad, de mi raza o de mi fe, sino simplemente porque él o ella es un ser humano que merece ser bienvenido y respetado.”

El General de la Compañía de Jesús nos invitó a abrir nuestras puertas, nuestras fronteras, sin temor al otro, aunque este último sea un desconocido, un extraño, un extranjero. La razón de ello es porque todo ser humano merece ser acogido. “Fui extranjero y me acogiste”, dice la Biblia sin más.

Esta invitación se hace cada vez más urgente, en la medida en que la hospitalidad se va perdiendo en el mundo de hoy, caracterizado por el endurecimiento de leyes y políticas migratorias y de refugio, el cierre de las fronteras y la intolerancia contra los extranjeros, paradójicamente quienes están en necesidad de asistencia y protección.

Por otro lado, en octubre del 2012 tras un taller con delegados de los cinco continentes, la Compañía de Jesús a través de la Red Global Ignaciana de Incidencia expresó lo siguiente, en el documento de posicionamiento titulado “Por una cultura de la hospitalidad y la inclusión”:

La Compañía de Jesús adoptó hace años la atención a migrantes y refugiados como una de sus prioridades apostólicas, una opción que ha quedado confirmada en la última Congregación General” (CG 35, d.3 n. 39.).

Captura de pantalla (29)

Uno de los dos valores que fundamentan esta opción de la Compañía de Jesús Universal y de la Conferencia de provinciales de América Latina (CPAL), es la hospitalidad. Fundamentado en esta opción de la Compañía de Jesús, el SJR ha asumido en el mundo y concretamente en América Latina la hospitalidad como un desafío. En los países donde estamos presentes (Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá), nos hemos planteando en nuestro Plan Estratégico regional (2012-2015) las siguientes preguntas: ¿Cómo ofrecer hospitalidad a nuestros hermanos en situación de migración forzada que están en “las fronteras de lo humano”? ¿Cómo ser hospitalidad en acción, abriéndoles nuestras puertas, caminando a su lado, atendiendo sus necesidades humanitarias, humanas, legales, de integración digna en los países donde trabajamos?

Todas nuestras acciones se enmarcan dentro de nuestra misión expresada en estas tres palabras: acompañar, servir y defender; con el sentido profundo que dio a caca una de ellas el Papa Francisco, en el discurso que hizo en su visita a refugiados en la Fundación Centro Astalli de Roma que gestiona el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR):

“Servir significa dar cabida a la persona que llega, con cuidado”; “acompañar es no sólo ofrecer servicios de primera acogida sino “desarrollar una cultura de acogida, del encuentro y de la solidaridad”, y “defender significa tomar partido por los más débiles”.

Con esta campaña “La hospitalidad abre fronteras” el SJR quiere hacer eco de la importancia que tiene la hospitalidad como valor humano y cristiano para la Compañía de Jesús en nuestra región, en donde cerca de 5 millones de desplazados, 500 mil refugiados colombianos y cientos de miles de migrantes forzados, principalmente niños y jóvenes, esperan una respuesta de nosotros. De los 215 millones de migrantes internacionales en el mundo, más de 26 millones son hombres y mujeres latinoamericanas que están pidiendo hospitalidad.

Uno de los objetivos principales de la campaña consiste en “sensibilizar a la región de América Latina, y en particular a las comunidades educativas de colegios y universidades de la Compañía de Jesús en el continente americano, sobre la situación de los Migrantes, Desplazados y Refugiados, con el fin de aportar en la promoción de una cultura de acogida, de solidaridad y de construcción de la paz.”

Esta campaña es una apuesta del SJR y de la Compañía de Jesús por la hospitalidad.

Es la expresión de nuestra esperanza en la capacidad que tenemos como sociedad, como Estados, como jesuitas, como migrantes y refugiados, para abrir sin temor todas nuestras fronteras, interiores y externas, simbólicas y geográficas. Para escuchar el clamor del otro y construir entre todos y todas un Ecuador y una América Latina sin fronteras. Para dar testimonio de hospitalidad al mundo: como SJR, como Compañía de Jesús y como región.

Fuente: Jesuitas Colombia 

‘La Civiltà Cattolica’ dedica un número a la encíclica ‘verde’ de Papa Francisco

La revista de los jesuitas afronta temas como política y espiritualidad, visión cristiana y diálogo interreligioso, ciencia, gobernabilidad de los problemas globales, biodiversidad y “lobbies” petrolíferas.

El último número de “La Civiltà Cattolica”, la histórica revista de los jesuitas italianos, estará dedicado por completo a los temas principales de la próxima encíclica de Papa Francisco: desde la salvaguardia de la Creación hasta la crisis ecológica planetaria y sus consecuencias difícilmente previsibles. Pero en los diferentes artículos del próximo numero también encuentran espacio las posibles respuestas virtuosas que los pueblos, los gobiernos, la Iglesia, las demás religiones y los individuos en general pueden dar, con sus comportamientos, para construir un nuevo equilibrio entre todos los seres vivos. Está en juego no solo solo el cambio climático, sino mucho más: la relación entre ‘la ecología y el destino humano’. Hay muchas referencias científicas y datos macroeconómicos en los diferentes textos del “número verde” de “La Civiltà Cattolica”, y todos ellos van acompañados de reflexiones de naturaleza teológica, espiritual, sobre la necesidad del diálogo interreligioso en este terreno, en particular con el hebraísmo y el islam; van acompañados también de reflexiones sobre el magisterio de los últimos Pontífices (desde Pablo VI hasta Francisco) y sobre la discusión que se lleva a cabo al respecto dentro de la Iglesia. Una fuerte conexión entre razón y fe.

Se alude también a la importancia del texto que será publicado el próximo 18 de junio por Papa Francisco (“Laudato si’) en el ámbito de un debate internacional sobre los problemas ambientales que en este 2015 vivirá algunas etapas cruciales. Por ejemplo, se recuerda el reciente diálogo entre el Secretario general de las Naciones Unidas, Ban ki-Moon, y el Pontífice en vista de la próxima conferencia mundial sobre el clima que se llevará a cabo en París en diciembre. De esta importante reunión deberían surgir acuerdos que, se espera, impulsen el plan para salvar el ambiente y reducir el cambio climático a nivel global.

El texto que abre el número, titulado “Custodiar toda la Creación”, recuerda que 2015 es un año decisivo: «en el mes de julio, las naciones se reunirán para la III Conferencia Internacional sobre el financiamiento del desarrollo, en Addis Abeba. En el mes de septiembre, la Asamblea General de las Naciones Unidas debería encontrar un acuerdo sobre una nueva serie de objetivos de desarrollo sostenible, que deberán ser peustos en práctica hasta 2030». Y en el mes de diciembre, ‘la Conferencia sobre los cambios climáticos en París recibirá los planes y los compromisos de cada Gobierno para frenar o reducir el calentamiento global’. Considerando esta secuencia de encuentros, ‘los meses de 2015 son cruciales para las decisiones relacionadas con el cuidado o la gestión de la tierra y para el compromiso efectivo para el desarrollo internacional y el bienestar de los seres humanos’. En esta perspectiva, la intervención del Papa asume un significado particularmente relevante: es el aporte que muchos esperan para dar un respiro universal, espiritual, ideal y político a temas que demasiado a menudo acaban aprisionadas por intereses de parte».

Varios de los artículos reunidos en el número de “La Civiltà Cattolica” son una especie de introducción general a los temas que serán afrontados con mayor profundidad en la Carta encíclica “Laudato si’”. Entre estos textos, el del padre Luciano Larivera (“Religión y crisis ecológica”) afronta el tema de una colaboración posible entre el hebraísmo y los mundos islámico y católico, tanto desde el punto de vista del perfil de las respectivas tradiciones como a nivel financiero. Se sugiere en el texto una inédita alianza para defender la Creación. A nivel general, Larivera afirma: ‘Ni la ONU ni las religiones gozan de confianza universal sobre la eficacia de su acción para “cambiar las cosas” en términos de una mayor justicia distributiva y ambiental. Pero las religiones continúan anunciando la confianza y la esperanza en Dios y en las potencialidades humanas. Y, por amor hacia las futuras generaciones, consideran posible una “civilización ecológica”’. ‘Sin embargo –prosigue Larivera– denuncian que los problemas ambientales son signo de una múltiple crisis: antropológica, ética y de gubernabilidad (a nivel público y privado, global y local). Para resolverlos se requiere una nueva “síntesis humanista” (“Caritas in veritate”, n. 21)’.

Sobre el sentido específico de la próxima encíclica, el padre Larivera afirma que «la acción y las palabras de Francisco se dirigen en primer lugar a los 1.200 millones de bautizados católicos, muchos de los cuales viven en los países que más contaminan. La Encíclica provocará debates, profundizaciones y divulgaciones (incluyendo las críticas) en la Iglesia católica» y fuera de ella. De hecho, observa el jesuita, en este Papa, que con la elección de su nombre ha afirmado la opción eclesial de la protección de todas las criaturas, ‘hay esperanzas históricas excepcionales, porque goza de evidente popularidad y de un inigualable consenso a nivel internacional e interreligioso. Importantes exponentes de la comunidad científica dialogan con él. Y la vasta atención mediática que lo rodea es un recurso para la comunidad internacional comprometida en la promoción del desarrollo sostenible. De hecho, se reconoce a Papa Francisco la capacidad para expresarse en un lenguaje universal’.

Muchos esperan el mensaje del Papa. Y justamente el padre Larivera también se refiere a las críticas que, por ejemplo, en los Estados Unidos, ya han comenzado a circular como una especie de fuego preventivo por ese que (antes de su publicación) ya es considerado un texto (con razón o sin ella) que podría determinar un salto de calidad en la conscientización a favor del medio ambiente entre la opinión pública a nivel mundial. En los diferentes artículos del número de “La Civiltà Cattolica” no se teme hablar sobre las “lobbies” industriales y petrolíferas que ‘son muy activas: financian estudios que favorecen sus acciones, pero muy alejados de la preocupación ambiental. Financian también a los científicos que se oponen a las teorías del cambio climático’.

El padre Pierre de Charentenay, en el artículo titulado “Política y ambiente”, indica que las transformaciones que provoca el hombre en el medio ambiente son complejas y todavía no han sido comprendidas por completo. ‘Ignoramos –escribe el padre jesuita– incluso la profundidad de tales cambios. Cada ser humano está conectado con el conjunto de la vida sobre la tierra, en equilibrio con todos los demás seres. La desaparición de uno de estos elementos tiene consecuencias que todavía no sabemos evaluar’. ‘La desaparición de las abejas –añade– demuestra que la falta de una especie afecta toda la cadena de los seres vivos. La reducción del número de los grandes cetáceos y de los tiburones tiene consecuencias sobre la proliferación de todo lo que comen, interrumpiendo de esta manera una cadena alimenticia».

‘Nosotros –afirma el padre de Charentenay– hemos provocado un desequilibrio en un sistema que tenía reglas propias establecidas durante milenios. Los efectos, y también muchas causas, todavía nos son desconocidos, pero estamos acelerando el cambio de tales equilibrios’. El artículo indica que los grandes cambios climáticos que están modificando ecosistemas y equilibrios ambientales son una de las razones (y para nada secundarias) de las graves crisis humanitarias que se han ido intensificando y “encabalgando” durante los últimos años, provocando tensiones sociales en zonas cada vez más vastas del planeta.

Otros de los artículos se ocupan del magisterio de Pablo VI, de Juan Pablo II, de Benedicto XVI (cuya sensibilidad ecológica fue aumentando) y de Papa Francisco. Un recorrido que demuestra que el tema de la Creación es fundamental desde hace décadas en la reflexión teológica y pastoral de la Iglesia. Entre los numerosos documentos citados, tiene un significado particular el discurso pronunciado por Papa Ratzinger ante el Parlamento federal alemán el 22 de septiembre de 2011. ‘La aparición del movimiento ecológico en la política alemana, a partir de los años setenta –dijo en aquella ocasión Benedicto XVI–, a pesar de no haber abierto de par en par las ventanas, sigue siendo un grito que anhela aire fresco, un grito que no puede ser ignorado ni olvidado porque en él se aprecie demasiada irracionalidad’. ‘Personas jóvenes –añadió– se dieron cuenta de que en nuestras relaciones con la naturaleza hay algo que no funciona; que la materia no es solo un material para que lo utilicemos, sino que la tierra misma lleva en sí la propia dignidad y nosotros debemos seguir sus indicaciones’. Entonces, prosiguió, ‘cuando nuestra relación con la realidad es algo que no funciona, entonces todos debemos reflexionar seriamente sobre el conjunto y sobre la cuestión de los fundamentos de nuestra misma cultura’.

 Anuario 2015 de la Compañía de Jesús

19 años de Fe y Alegría en Resistencia

Carta de Fernando Anderlic, Director Nacional a todos los miembros de Fe y Alegría en Resistencia en conmemoración de los 19 años de Fe y Alegría Argentina en la ciudad de Resistencia. 

Querida comunidad de Resistencia:

En el día del 19º aniversario del primer Centro de Fe y Alegría en el país, me es muy grato saludarlos y saludarlas deseándoles muchas felicidades.

Aquellos sueños de transformación personal y comunitaria a través de la educación, hoy ya son realidad. Y se hicieron realidad en la vida de cientos de niños, niñas, jóvenes y familias que han pasado por nuestras aulas y que hoy, en sus vidas, son reflejo de nuestra Identidad.

Hemos transitado ya un largo camino, complejo en algunas circunstancias pero que no ha sido empañado gracias a los gestos de amor, fe, alegría, esperanza, entrega y compromiso de todas y todos Ustedes. El “estar en el camino” como institución de la Compañía de Jesús nos obliga a estar siempre atentos y con el firme propósito de modificar nuestros errores, buscando siempre el “Magis Ignaciano”, acompañando la formación y la construcción de un proyecto de vida para toda nuestra gente, teniendo como modelo humanizador a la persona de Jesús, quien seguramente nos ha sostenido y nos sostiene durante todo el tiempo de Su mano.

Quiero manifestar mi gratitud, en nombre de toda Fe y Alegría Argentina, para con el equipo directivo y todo el personal docente y auxiliar del Centro. Agradecerles de corazón su vocación y entrega cotidiana que se refleja en su amor para con nuestros educandos, educandas y familias. Ruego a Dios que día a día acreciente en Ustedes la pertenencia a nuestro Ideario y que los bendiga en su noble tarea.

Quisiera que hoy también tuviéramos presente a tantas personas que han pasado por nuestro Centro y que han aportado su vida para que podamos estar cumpliendo estos primeros 19 años de Fe y Alegría en Argentina. Seguramente cada uno de nosotros y nosotras tiene un nombre, al menos, “que le viene a la cabeza”. Que Dios recompense el ciento por uno a cada uno de ellos. También recordar a todos aquellos chicos y chicas que “quedaron en el camino”, rogándole a la Virgen María que los proteja con su manto y que nosotros seamos siempre una “casa de puertas abiertas” para recogerlos y ayudarlos ante cualquier necesidad.

Para terminar, quisiera compartir un mensaje con nuestros chicos y chicas: les pido que hoy y siempre sean, por favor, conscientes que Ustedes son la razón de nuestra misión. Sus vidas son el mejor testimonio de nuestro trabajo. Sueñen, anímense a soñar en grande. Sean agradecidos con sus familias, sus maestros, sus maestras, sus profesores. Ustedes tienen el privilegio inmenso de poder educarse en una sociedad en la que muchos miles no tienen oportunidad de hacerlo. Y este tiene que ser un desafío para Ustedes a futuro. Ese tiene que ser su compromiso para con la sociedad. No olvidarse nunca que allí al lado, cerquita, hay un hermano y una hermana que necesita de Ustedes. Juéguense la vida por esa causa, apuesten a soñar y vivir sus vidas desde “el nosotros” aunque ello implique, en algún momento, dejar “el yo de lado”. Si así lo hacen, estoy seguro que las palabras del Padre Vélaz sj se harán realidad: “Quizás esta chispa llegue a incendio y el mundo que viene sea el que soñamos y no el que esperamos”.

Con afecto,

Fernando Anderlic

Director Nacional

 

San Luis Gonzaga

San Luis Gonzaga nació en Castiglione el 9 de marzo de 1568. Su Padre, Don Ferrante fue marqués de Castiglione, y posteriormente príncipe del Sacro Imperio Romano. Su madre, doña Marta, era hija de los Barones de Santena de Chieri (cerca de Turín). Por ser el primogénito, Luis era el herdero del marquesado.

Niñez y adolescencia

La infancia de Luis estuvo signada por su pertenencia a la nobleza. La niñez de Luis fue la propia de todo niño noble de la época feudal. Sus padres tenían grandes expectativas depositadas sobre él y tuvo a su disposición gran cantidad de servidores, una excelente educación y estuvo en contacto con los nobles y poderosos de su sociedad.

De niño, en parte debido a su educación y en parte a las visitas a los campamentos militares que frecuentaba con su padre, Luis demostraba un gusto particular por los juegos de guerra. Sin embargo, con el paso del tiempo, los intereses del hijo mayor de don Ferrante fueron cambiando, apareciendo cada vez más tranquilo, reflexivo y piadoso a los ojos de su padre a medida que iba creciendo.

El primer contacto del joven Luis con la Compañía de Jesús fue a los 9 años, cuando deseaba tener un confesor estable y, elige al Rector del Colegio de los jesuitas, el P. Francisco de la Torre.

A los 11 años Luis hace los votos de perpetua virginidad, y a los 12 recibe la primera Comunión. Ya en ese tiempo se iba formando en él la decisión de optar por la vida religiosa.

Debido a los avatares propios de ser parte de la nobleza, Luis es llevado de una corte a otra de acuerdo a los ascensos sociales que su padre iba haciendo. A la edad de 14 años, fue nombrado, junto con su hermano Rodolfo, paje de don Diego, Príncipe de Asturias. Esto fue considerado por Don Ferrante como un honor enorme.

Sin embargo, Luis rechazaba esta vida de lujo y opulencia. A medida que crecía, se volvía más firme en su rebeldía acerca de la formación que él mismo recibía y los valores de ese mundo de honores y dignidades en el que había nacido.

El jesuita Fernando Paternó empezó a ser su director espiritual. Luis comienza a vivir, dentro de la corte, una vida austera y modesta. Estas actitudes de parte del joven generan reacciones diversas.

Discernimiento Espiritual

Poco a poco, Luis, fue llegando a la decisión que le parecía lógica: renunciaría a todo y se haría religioso. El discernimiento termina el 15 de agosto de 1583 día en que se sintió llamado por Nuestra Señora del Buen Consejo a entrar en la Compañía de su Hijo.

Sin embargo, el llevar a cabo esta decisión no sería fácil para el joven Luis. Si bien su madre aceptó con docilidad la vocación de su hijo, su padre se opuso terminantemente, dado que tenía depositadas en Luis expectativas diferentes, que se acercaban más a la vida de gloria, grandeza y dignidades que deseaba para sí mismo. Por esto, Don Ferrante recurrió a las más diversas autoridades políticas, eclesiales y familiares, en busca de que convencieran a Luis de cambiar la elección que había hecho para su vida.

La decisión del joven era, empero, irrevocable.

En la Companía

Finalmente en 1585, Luis presenta su renuncia al marquesado y el 25 de noviembre de ese mismo año ingresa al Noviciado de San Andrés del Quirinal.

Tras una feliz experiencia de noviciado, y un examen de Filosofía exitoso, el 25 de noviembre de 1587, Luis hizo los votos perpetuos de pobreza, castidad y obediencia.

Luego, Luis comenzó los estudios en Teología en el entonces Colegio Romano, cuna de la Universidad Gregoriana, donde resulta ser un alumno sobresaliente.

Al comenzar el año 1591, en Roma se desata la peste. Las grandes muchedumbres habían abandonado los campos. Por las malas cosechas y el hambre, llegaban a la ciudad. Muy pronto los hospitales estuvieron llenos. La ciudad no estaba preparada para esta demanda. Demasiada pobreza y falta de higiene.

Los jesuitas colaboraron con las autoridades en la atención a los enfermos. En el contacto con ellos Luis, al igual que otros de sus compañeros, contrae la enfermedad que lo sostuvo durante tres meses en una lenta agonía.

Su vida se apaga, finalmente, en la madrugada del 21 de junio de 1591, rodeado de sus compañeros jesuitas. Contaba con 23 años.

Fue canonizado en 1726 con San Estanislao de Kostka. La Iglesia lo declaró Patrono de la Juventud.

Encuentro de Coordinadores de Pastoral Juvenil

Por Marcelo Amaro SJ

Los Coordinadores de Pastoral Juvenil, de las Provincias que conforman la CPAL, estuvimos reunidos en el Noviciado de Córdoba, desde el 18 al 22 de mayo.

Tres temas nos convocaron: 1) compartir los pasos que se van dando en la conformación de la Red Juvenil Ignaciana en nuestras Provincias, para plantearnos nuevas metas; 2) la necesidad de conocer más profundamente la cultura juvenil, buscando definir estrategias que nos ayuden a este objetivo; y 3)seguir estrechando vínculos entre la Pastoral Juvenil y la Pastoral Vocacional que llevamos adelante.

El aporte de muchos compañeros de ARU fue fundamental, y pudimos expresar como Provincia una generosa y honda capacidad de acogida a nuestros compañeros de América Latina y el Caribe. Contamos con la presencia de Alejandro (Tilve Sj, Provincial a cargo de Argentia-Uruguay), que como Provincial, dio la bienvenida a nuestros compañeros; compartió los pasos que vamos dando como Provincia y los desafíos que identificamos. Nos acompañaron, también, Fernando Cervera y Ángel Rossi, con sus reflexiones sobre la cultura juvenil y la Carta Apostólica sobre la Vida Religiosa, respectivamente. Ambos hicieron buenos aportes para la reflexión que teníamos entre manos. Osvaldo Pol nos acompañó en la visita que hicimos al templo de la Compañía y a la Capilla Doméstica, contándonos la historia de la primera Compañía por estos pagos. Varios compañeros de nuestras comunidades de Córdoba, pudieron compartir con nosotros la cena del martes 19, así como otras instancias en las que visitamos alguna de nuestras casas y obras. La verdad que me brota un profundo agradecimiento a todos por el cariño y la disponibilidad con la que recibieron a nuestros compañeros.

Contamos también con la presencia de Santiago, Sol y Sebastián, tres jóvenes de Manresa, que compartieron, con gran lucidez y profundidad, su experiencia de Red Juvenil Ignaciana en ARU. Nos hizo bien a todos escuchar las fortalezas, debilidades y desafíos que identifican en la RJI de nuestra Provincia; y nos ilusionó y animó, escuchar la valoración positiva que hicieron de la espiritualidad ignaciana, y del aporte que esto significa para sus vidas.

La comunidad del noviciado, Juan Carlos Juárez (maestro de novicios) y los novicios, pusieron mucho empeño en preparar y adaptar la casa, para que esté lo más cómoda posible para el evento. Durante la semana, contamos con la ayuda invalorable y constante de Ernesto Miguens y Cristian Marín, quienes estuvieron, junto con Laura González, llevando el peso de la casa, durante toda la semana. Los tres fueron para todo el grupo un lindo testimonio de alegría y responsabilidad frente a la tarea. Durante esta semana, los novicios de primer año realizaron el Taller de Conocimiento Personal, en Villa San Ignacio; y Juan Carlos se hospedó en la comunidad de la Católica, los días que estuvo por Córdoba.

Un punto importante, y de acción de gracias especial, es que estuvieron representadas todas las Provincias de la CPAL, cosa que no siempre se ha dado. La experiencia fue muy rica para todos los coordinadores presentes en la reunión. Por lo demás, me toca, en nombre de todos los participantes, acercar nuestro agradecimiento a toda la Provincia, y muy especialmente, a todos los que estuvieron involucrados en desarrollo de nuestro encuentro.

100 años de presencia en el corazón del mundo

Por Javier Rojas Sj

Queridos amigos:

La vida es don. Es ofrenda que se entrega y se comparte generosamente.

Hoy, toda la comunidad MEJ celebra 100 años de presencia en el corazón del mundo. La alegría que brota en nuestro corazón nace de sentirnos amados incondicional y gratuitamente por Dios.

Sabemos que la vida que se comparte por amor no se empobrece ni se pierde sino que enciende otras vidas. Nuestra espiritualidad eucarística exige que nos convirtamos en aquello que recibimos: que seamos hombres y mujeres eucarísticos. Que derribemos las fronteras del propio egoísmo para salir al encuentro del que necesita esperanza.

El desafío que tenemos en el MEJ es que nuestra vida se vuelva eucharistía, es decir, «acción de gracias». De Dios recibimos gratuitamente su amor y en el servicio a los demás derramamos sobre el mundo el amor que hemos recibido.

Cuando entregamos nuestra vida al servicio, no nos perdemos a nosotros mismo sino que nos encontramos y nos reconocemos como discípulos de Jesús. Una vida que se entrega por amor no se pierde sino que se vuelve alimento.

Al celebrar el Jubileo del MEJ renovemos nuestra respuesta de amor a Jesús y María comprometiéndonos a servir en la Iglesia, en el corazón del mundo, viviendo al Estilo de Jesús.

Feliz Día “mejinos”

Festejo de los 100 años del MEJ

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El evento que convoca a los integrantes del Movimiento Eucarístico Juvenil se llevará a cabo el 21 de Junio en el Colegio Nuestra Señora de la Asunción en la localidad del Gran Buenos Aires desde las 9 hs.

Como cada año será una fiesta que se compondrá de juegos, dinámicas, reflexión y mucha alegría.

Constituida ya como una actividad de cada año, cercana a la fiesta de Corpus Christi y en coincidencia con el aniversario del Movimiento a esta zona, en esta oportunidad tendrá el agregado de los festejos de los 100 años del MEJ

 

¿Qué Desenmascara la Beatificación de Romero?

Por Emmanuel Sicre SJ

Sobre las superficialidades de la derecha y de la izquierda católicas.

Cuando se destrabó la causa de canonización de Monseñor Romero hace unos años de la mano de Benedicto, y cuando se aceleró gracias a Francisco hasta llegar al 23 de mayo de 2015, comenzaron a desfilar los fantasmas del pasado.

Las dos piernas con las que camina la Iglesia se debatían a ver quién había dado el primer paso. Si la “izquierda” reivindicaba su postura de una Iglesia dedicada a los pobres amparada por el testimonio del gran Romero como si fueran los únicos, o si la “derecha” concedía el permiso de subirlo a los altares dado que, siendo uno de ellos, ya lo habían purgado de su supuesta vinculación con las teologías de la Liberación de su último tiempo. ¿Cómo se puede manipular así lo que Dios hizo en la vida de un hombre de esta talla?

La cuestión pone de manifiesto, una vez más, la dualidad que desde sus orígenes hubo en la Iglesia Católica. En verdad, más que de una dualidad se trata de los dos extremos de tensión donde se ubican las innumerables pluralidades del cristianismo. Esta riqueza de experiencias creyentes es la que los medios de comunicación fotografían, pero en sus polos de oposición para vender su producto: el conflicto que separa. Los católicos despistados terminan asumiendo, así, una postura no personal, sino mediática, frívola y suavizada de Romero.

Lo triste es que la beatificación de Romero sirva para poner de manifiesto esta superficialidad de los católicos de “derecha” y de los de “izquierda”, frente a un fenómeno que tiene una significación desbordante de sentido. ¿Cuándo entenderemos que el testimonio de un santo es algo radical?

A los de “izquierda”, como caricatura de la polaridad, san Romero les sirve para desempolvar sus ideologías, para retomar sus discursos oxidados, para olvidar el tiempo y volver a cargar las tintas contra una Iglesia que, con derecho o no, puede no gustarles. La “izquierda” hace, con ayuda de la hipérbole, del mártir Romero un personaje equiparable al Che Guevara. ¡Lamentable!

A la “derecha”, por su parte, como la otra polaridad de esta caricatura, el beato les sirve para acusar a los de la izquierda de haberlo hecho uno de los suyos, les sirve para atacar al Papa Francisco por sus supuestas ideas sospechosas de estar demasiado con los pobres, para atrincherarse esperando que esta “reforma” se acabe tarde o temprano. La “derecha” hace de Romero un ser voluble que, como se llegó a decir cuando se encontraron en su biblioteca con libros de la Teología de la Liberación, “que los tenía pero nunca los leyó”. ¡Lamentable!

Es evidente que, como sostiene Sobrino, no hace falta beatificar a Romero porque el pueblo ya lo hizo desde el momento en que una bala injusta le robaba la vida. Pero hoy la Iglesia ha dado el paso de asumir a este hombre como un mártir de la fe en una época terrible no muy distinta a la nuestra que también mata cristianos, y lo que hacen los católicos “ilustrados” es dedicarse a ver quién ocultó más el proceso, o “limpiar” de ideologías el prontuario del santo.

 Y resulta que Romero celebra con los pobres de Jesús que el Evangelio haya sido una buena noticia de esperanza, en una historia marcada por la sangre, el horror, y la injusticia. Una vez más como aquél terrible 24 de marzo de 1980 en que Romero comenzaba a entrar en la casa del Padre para convertirse en profeta de su tiempo, hoy también San Romero de América vuelve a plantearnos la pregunta por la clase de cristianos que somos: ¿de los que ideologizan a su favor el Evangelio de Cristo? ¿De los que dejan que las injusticias sean una responsabilidad del ámbito civil que no debe mezclarse con la fe? ¿De los que disfrazan sus intereses descuidados de Palabra de Dios? ¿De los que tienen miedo a que la Iglesia sea llevada por el Espíritu del amor, la libertad y la esperanza, y se refugian en las trincheras de las doctrinas, en las cavernas del miedo y en la salvación de unos poquitos justos? ¿De los que temen que Cristo sea piedra de escándalo para los poderosos de la historia? ¡Vamos!

 ¿No querrá decirnos este hermoso evento de la beatificación de Romero que el verdadero milagro no es el que se comprueba científicamente jugando el juego de la modernidad al que la Iglesia le cuesta renunciar; sino que el milagro de Oscar Arnulfo Romero, mártir de la fe, es enseñarnos que Dios pasa por la historia de aquellos que se animan a jugárselas por los preferidos de Jesús, a dejarse transformar por la justicia que exige la fe, porque descubrieron que el amor de Cristo entregado en la cruz puede resucitar en la fe de los que son capaces de creer sin ver?

 

Por qué considero importante la Beatificación de Romero

Por Rafael Moreno Villa SJ

Monseñor Oscar Arnulfo Romero «concibió el ministerio episcopal como un servicio no como un privilegio; aprovechó su autoridad moral no para beneficio propio sino en bien de los más necesitados solicitando al Presidente de EE UU dejara de apoyar militarmente al gobierno salvadoreño, dialogando con los partidos políticos y las organizaciones populares, mediando en conflictos laborales, sociales y políticos, denunciando a nivel nacional e internacional, las violaciones y los abusos cometidos en contra de la población por parte de autoridades gubernamentales, fuerzas armadas y de seguridad, terratenientes y empresarios», escribe Rafael Moreno Villa, s.j. (coordinador do RJM), a partir de su convivencia cercana como Secretario de Asuntos Sociales, en un artículo testimonial para la Revista SIC, Centro Gumilla. 

Me piden elabore un breve artículo testimonial sobre Mons. Romero a partir de la convivencia cercana que tuve con él como su Secretario de Asuntos Sociales, mientras fue Arzobispo de San Salvador. Al ofrecer mi testimonio no intento contar anécdotas suyas o completar los relatos de su vida o asesinato acaecido el 24 de marzo de 1980. Estoy convencido que ya se ha escrito mucho al respecto.

Prefiero basarme exclusivamente en el conocimiento directo que tengo de él para fundamentar la importancia de su beatificación sin tener que justificarla con textos evangélicos, razones teológicas, párrafos de su diario personal, de sus homilías o cartas pastorales ni citas de otros autores. Al hacerlo no pretendo afirmar que las razones que voy a dar necesariamente sean las que de una manera prioritaria motivaron a la Congregación de la Causa de los Santos para promulgarlo mártir, el pasado tres de febrero.

Me centro en el hecho de su beatificación que tendrá lugar el próximo 23 de mayo porque para algunos carece de sentido, ya que consideran, con razón, que desde hace tiempo el pueblo lo reconoce y venera como San Romero de América. Otros están molestos por la forma en que se celebrará la ceremonia en San Salvador.

Me parece muy importante su beatificación en San Salvador porque, entre otras cosas, la entiendo como: La reivindicación oficial de la Iglesia a la forma de ser y ejercer Mons. Romero su ministerio episcopal. Sin duda alguna la más grave crisis que padeció la Iglesia salvadoreña en tiempo de Mons. Romero no fue el que fuera perseguida, sino que la Conferencia Episcopal de El Salvador (CEDES) hubiera actuado dividida durante el conflicto que ensangrentó ese país.

Al mismo tiempo es indudable que una de las cosas que más hizo sufrir y dudar a Mons. Romero, siendo Arzobispo de San Salvador, no fueron los ataques que enfrentó por parte del Gobierno, la trampa que le tendió la Corte Suprema de Justicia, las amenazas que recibió por parte de los escuadrones de la muerte ni los desaires que le hizo la oligarquía salvadoreña, fue el aislamiento, la oposición y la abierta crítica que ejercieron en su contra la mayoría de los Obispos de la CEDES.

Para Mons. Romero estar en comunión con el Papa y los obispos de El Salvador fue siempre de suma importancia. Esta fue precisamente la razón por la que al ser consagrado Obispo en 1970 eligió como lema episcopal Sentir con la Iglesia. Lema que mientras fue Obispo Auxiliar de San Salvador y Obispo de la Diócesis de Santiago María fácilmente pudo evidenciar; pero que siendo Arzobispo de San Salvador se convirtió en una de sus máximas preocupaciones.

En esta última etapa se esforzó por seguirlo viviendo no obstante el creciente aislamiento, crítica y oposición que sufrió por parte de la mayoría del episcopado salvadoreño al tomar Mons. Romero la decisión de no participar en ningún acto oficial del Gobierno de El Salvador mientras éste no esclareciera el asesinato del P. Rutilio Grande S.J. Al ir evolucionando su cercanía a los pobres en una opción en favor de ellos hasta llegar a convertirse en la voz de los sin voz defendiendo abiertamente los derechos de los ”colonos” (campesinos expulsados de sus tierras), de los trabajadores explotados, de las personas marginadas que vivían en los tugurios de San Salvador y de las víctimas de la represión gubernamental. Todo ello hizo que en un contexto de creciente polarización política, económica y social de El Salvador se manifestaran abiertamente dos modelos opuestos de ser obispos, de vivir y predicar el Evangelio.

Resalto la importancia de la reivindicación del modelo vivido por Mons. Romero porque me parece necesario que se multipliquen en la Iglesia Obispos como Él y porque la forma opuesta de ejercer el ministerio episcopal los prelados que abiertamente estuvieron en contra suya fue la que se impuso en esa época al interior de la CEDES: fue, por ejemplo, determinante en la elección del presidente de este organismo, en la decisión de que Mons. Romero se viera obligado a dejar de vivir en el Seminario de la Conferencia. También fue determinante para que el Vaticano, a través de la Congregación para los Obispos, enviara en dos ocasiones (1978 y 1979) visitadores apostólicos a revisar especialmente lo que Mons. Romero hacía y decía y cómo se concebía como Arzobispo de San Salvador. También fue una de las causas por las que se engavetó por mucho tiempo el proceso de su beatificación.

A Mons. Romero tanto impactó esta división de la CEDES y la sospecha del Vaticano que, junto con la reacción cada vez más agresiva en su contra por parte de los sectores más poderosos de El Salvador, hizo que en algunas ocasiones Monseñor llegara en serio a preguntarse si estaba en el camino correcto o debía cambiar de actitud y asemejarla a la forma de ser de sus opositores. Lo que lo mantuvo fiel y firme a su compromiso fue su fe en Jesús: su deseo de seguirlo, su compromiso con los pobres derivado de esa fe y su convicción que varias veces le escuché:

”Si Jesús siendo Dios, no pudo evitar ser signo de contradicción en su época, cómo voy a pretender yo lograrlo teniendo tantas limitaciones. Sólo podría hacerlo traicionando la misión que El mismo Jesús y su Iglesia me encomendó, por lo que más bien diariamente le pido al Señor que me ayude a no caer en esta tentación, a pesar del enorme temor que siento de que me vayan a torturar y asesinar como me han amenazado”.

Una breve descripción de la forma como vivió Mons. Romero su ministerio episcopal tendría que incluir el que Monseñor siendo Arzobispo de San Salvador supo estar siempre atento a los acontecimientos nacionales e internacionales, aprendió a iluminarlos e interpretarlos desde la luz de la revelación; fue un excelente y valiente predicador interesado en explicar la Sagrada Escritura de una manera sencilla y práctica; fue un místico con un firme y efectivo compromiso con los pobres que lo llevó a exigir proféticamente el cumplimiento de la justicia evangélica; fue una persona muy humana que supo vivir la parábola del buen pastor conociendo, conviviendo, defendiendo, dando la vida por sus ovejas y dejándose impactar por ellas, creando condiciones para que éstas confiaran y se dejaran guiar por El.

Durante los tres años como Arzobispo de San Salvador en varias ocasiones visitó pastoralmente todas las comunidades de su arquidiócesis, aun las más pequeñas y remotas; aprovechó sus visitas y la comunicación epistolar para estar bien informado de las necesidades y violaciones a los derechos humanos que padecía la población salvadoreña; tomó siempre en consideración y se solidarizó con estas necesidades y denuncias.

Para ello encargó a dos religiosas que le subrayaran los aspectos más importantes de los cientos de cartas que recibía y contestaran cada una de ellas de manera personalizada, en base a las breves indicaciones que él mismo anotaba en el márgen de esas cartas y le pidió a la oficina del Socorro Jurídico que le fundamentaran las denuncias y dieran apoyo a las víctimas. Concibió el ministerio episcopal como un servicio no como un privilegio; aprovechó su autoridad moral no para beneficio propio sino en bien de los más necesitados solicitando al Presidente de EE UU dejara de apoyar militarmente al gobierno salvadoreño, dialogando con los partidos políticos y las organizaciones populares, mediando en conflictos laborales, sociales y políticos, denunciando a nivel nacional e internacional, las violaciones y los abusos cometidos en contra de la población por parte de autoridades gubernamentales, fuerzas armadas y de seguridad, terratenientes y empresarios. Se preocupó por motivar cariñosa y razonablemente a todos ellos para que fueran sensibles ante las necesidades de la mayoría de la población y dejaran de abusar de ella.

Todo esto lo hizo tratando de mantener una comunicación con su clero y demás agentes de pastoral y siendo respetuoso con los pastores de otras religiones con quienes frecuentemente concelebró, se reunió y desarrolló actividades conjuntas. Congruente con su opción, tuvo un nivel de vida austero y un modo de ser sencillo y alegre. Fue capaz de reconocer sus limitaciones y pedir perdón a los que pudo haber ofendido 

La reivindicación en favor de Mons Romero viene a dar la razón al clamor popular que en repetidas ocasiones le pidió a la CEDES ”queremos Obispos al lado de los pobres, queremos Obispos al lado de los pobres …”

La confirmación de que para promover como cristianos una verdadera y duradera reconciliación social hay que hacerlo desde los pobres, tomando como base la justicia y favoreciendo un amor que vaya más allá de lo exigido por el deber ser. Lo que no puede excluir la sanción a los culpables de las más graves violaciones que se hayan cometido y la reparación de los daños sufridos por las víctimas.

Dada la creciente polarización que existe en El Salvador y en el resto de América Latina, existe en algunos la tentación de presentar la beatificación de Mons. Romero de una manera que no agudice dicha confrontación, asegure sea motivo de reconciliación, posibilite que el beato Romero sea venerado universalmente, evite su politización. Para ello podrían intentar ignorar que la causa de su martirio fue el haber urgido la justicia evangélica; reducir su ejemplo a su práctica creyente devocional, suavizar y recortar su mensaje. Lo que según mi punto de vista, sería inaceptable porque equivaldría a cuestionar la manera como Monseñor promocionó la justicia, llevaría a anular el motivo por el que es mártir.

Lo que más bien hay que hacer es promover la reconciliación social a la manera como él lo hizo y que está brevemente enunciada en el título de este numeral, que no es otra que el camino seguido por Jesús que Monseñor se esforzó por prolongar. La oportunidad para reivindicar a tantas víctimas de la violencia no sólo en El Salvador, sino en cualquier lugar del mundo han sido torturadas o asesinadas por defender sus derechos y promover un mundo mejor.

Finalmente me alegra que la ceremonia de beatificación vaya a ser en San Salvador, en la plaza del Divino Salvador del Mundo y no en la Basílica de San Pedro porque esta decisión es conforme al interés de Mons. Romero de hacer partícipe al pueblo, de los reconocimientos concedidos a su persona.

Ello me recuerda cuando la Universidad de Georgetown le ofreció otorgarle el doctorado honoris causa. En esa ocasión él pidió que se lo dieran en la catedral de San Salvador y al terminar la ceremonia Monseñor salió a la plaza abarrotada de gente que ya no cupo en el recinto. De esta manera quiso compartir con todos su doctorado puesto que estaba convencido que todos eran merecedores de dicho reconocimiento.

Me recuerda también aquella noche en que Monseñor Romero recibió al ministro de Defensa en su pequeña casa ubicada en el Hospital de la Divina Providencia destinado a atender enfermos terminales. El motivo de la visita fue el de confirmarle que las amenazas de muerte que Monseñor había recibido iban en serio y al mimo tiempo ofrecerle un carro blindado y protección especializada, no porque al gobierno de aquella época le interesara conservar su vida, sino porque consideraba que su muerte pondría en riesgo la estabilidad política del país y su permanencia en el poder.

Ante este ofrecimiento, Mons. Romero no dudó en contestar:

”No puedo aceptar la protección que me ofrece antes de que Uds. protejan a mi pueblo y dejen de masacrarlo”.

Sobre Monseñor Romero

Por Rafael Velasco Sj

Sobre el final de su homilía del domingo 23 de marzo de 1980, monseñor Romero dijo: “Les hablo a ustedes, a las bases de la guardia nacional: Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una ley que de un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice “No matar”. Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios… Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que la orden del pecado…En nombre de Dios y de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben al cielo cada día más tumultuosos, les pido, les ruego, les ordeno, ¡cesen la represión!

Al día siguiente, mientras celebraba misa a las hermanas del hospital donde él mismo vivía, fue asesinado por un sicario pagado por el poder político.

La Iglesia ahora hace un acto de justicia al beatificarlo, proclamando además que su muerte no fue una muerte “ideológica” como sostenían (y aún sostiene) determinados grupos voluntariamente interesados en despolitizar el Evangelio; sino una muerte martirial, un testimonio del amor de Cristo por su pueblo.

Monseñor Romero fue un hombre de Dios y de la realidad. Leyó y vivió el Evangelio en una realidad doliente y marcada por la injusticia y la exclusión de las grandes mayorías. Supo escuchar el clamor tumultuoso del pueblo y- enfrentando sus propios miedos- tomó partido por aquellos que sufrían la violencia, la represión, la exclusión. Lo hizo desde el corazón mismo del Evangelio. No creía que el evangelio exigiera una “neutralidad” hipócrita que en realidad es dejar hacer a los poderosos contra los débiles.

Por eso se comprometió con los campesinos y empobrecidos que eran víctimas de la violencia sistemática. Por eso abrió el obispado para los más débiles y asumió la misión de amplificar su voz. Sus homilías dominicales eran escuchadas por toda la población; en ellas hablaba de Jesucristo y de lo que estaba pasando a su pueblo. Basta leer su célebre última homilía para ver que junto con la reflexión del evangelio, se van enumerando los atropellos a los derechos humanos, deteniéndose sobre los asesinatos, detenciones ilegales y violaciones de garantías que ocurrieron durante la semana; algo que para nuestras latitudes parecería raro, era lo normal, porque el Evangelio de Jesús es denuncia y anuncio, Palabra de Vida que denuncia la muerte y anuncia la Esperanza.

Su palabra, como toda autentica palabra profética, fue regada con su propia sangre. Contrariamente a lo que sus asesinos suponían, con su muerte su voz no fue silenciada, sino que se perpetuó y se propagó con más fuerza. Con la fuerza de la Palabra que surge del Evangelio.

En algún momento él mismo dijo “si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño”. Estaba en lo cierto Monseñor; y se equivocaba a la vez. Ha resucitado no sólo en su pueblo, sino en toda la Iglesia y en el corazón de todos los hombres y mujeres de buena voluntad que siguen comprometidos con la justicia del Reino de Jesús.

Beato Oscar Arnulfo Romero; ¡Ruega por nosotros!