Webinar en homenaje a Juan Carlos Scannone

Con motivo de la conmemoración del 1er aniversario del fallecimiento de Juan Carlos Scannone SJ, la Escuela de Teología y Ministerio de Boston College junto a la Universidad Católica Argentina,  invitan a una jornada de reflexión sobre su obra y pensamiento. El webinar será hoy 30 de noviembre, a las 18hs.

Expositores

Estará presente Iván Ariel Fresia sdb, presentando la ponencia titulada: “De la lógica de la donación gratuita a la teología de la comunión del Pueblo de la Trinidad en el ‘último’ Scannone.” Iván Ariel Fresia SDB, hará una presentación bio-bibliográfica completa que incluye etapas y grandes líneas del pensamiento: filosofía, teología, doctrina social, epistemología.

Por otro lado, Carlos María Galli desarrollará algunos puntos teológicos y filosóficos, sobre todo la lógica del don y el paradigma de la comunión.

El webinar será moderado por María del Pilar Silveira

Inscripciones aquí: El pensamiento de Juan Carlos Scannone SJ

 

Oscar Freites SJ: Prepararse al diaconado en tiempos inciertos

El próximo 27 de Noviembre, Oscar Freites SJ será ordenado diácono en Colombia junto a otros siete compañeros jesuitas. Compartimos su testimonio sobre lo vivido en este tiempo de preparación camino a la ordenación.

Prepararse al diaconado en tiempos inciertos

Nuestra ordenación diaconal, aquí en Bogotá, estaba prevista para lunes 16 de noviembre, día no laborable y festivo en Colombia. Nos íbamos a ordenar de diáconos 10 compañeros de diferentes Provincias de Latinoamérica y de los Estados Unidos. También se ordenaban 4 compañeros de la Provincia Colombiana de sacerdotes. Para esta alegría compartida, nos veníamos preparando espiritual, comunitaria y socialmente.

El primer fin de semana de noviembre, junto a los compañeros del teologado tuvimos la oportunidad de compartir unos días de retiro de preparación hacia diaconado. Hacer memoria y agradecer la historia personal de llamado, traer al corazón una multitud de rostros y nombres que me han acompañado en los años formación y aún antes de ingresar a la Compañía. Un tiempo para dar gracias por tanto bien recibido y para poner en las manos de Dios el camino que viene por  delante.

Por estos días también comenzamos a preparar y disponer los medios externos para la ordenación. Las albas, las estolas, los detalles de la liturgia y su transmisión en directo, la posterior cena de celebración, todo ya estaba organizado y listo. Pero, el martes 10 de noviembre, 2 compañeros de la comunidad fueron diagnosticados positivos para COVID-19. Al día siguiente, y tras realizar las pruebas a otros compañeros que presentaban síntomas, 4 teólogos más resultaron positivos. Frente a esta situación todos en la comunidad entramos en cuarentana y los compañeros con síntomas fueron aislados preventivamente.

La ceremonia de nuestra ordenación diaconal fue suspendida (o mejor, aplazada), no así la puesta en práctica del servicio humilde del diaconado. Estos días de cuarentena están siendo justamente eso, poner en práctica, puertas hacia adentro, el ministerio ordenado que queremos ejercer en medio del pueblo de Dios.

Prepararnos para el diácono ha significado asumir el servicio alegre y entregado a los compañeros que se encuentran aislados. Cocinar y servir la mesa, acercar los alimentos detrás de la puerta de los que están enfermos, limpiar con cuidado y dedicación las diferentes áreas de la casa, estar disponibles para la escucha, la charla o en mensaje de aliento a los demás compañeros. También, rezar juntos en cada eucaristía y llevarle la comunión a los compañeros que están padeciendo la enfermedad. Así nos vamos preparando, fortaleciendo el servicio y la amistad con los compañeros, y ofreciendo nuestro tiempo y de nuestras energías en favor de aquellos que las necesitan.

Los compañeros poco a poco se van recuperando y ninguno ha presentado síntomas graves o complicaciones. Por ello, esperamos poder salir de la situación de cuarentena para la próxima semana; y con la gracia de Dios poder celebración nuestra ordenación diaconal, el viernes 27 de noviembre (pues, el arzobispo de Bogotá, ya nos ha manifestado su disponibilidad para esa fecha).

Me despido y me encomiendo junto a mis compañeros a sus oraciones; nosotros desde aquí
también rezamos por ustedes.

Oscar Freites sj, Bogotá, 20 de noviembre de 2020

La pandemia: ¿Un terreno propicio para el encuentro interreligioso?

Durante la semana del 16 al 20 de noviembre, el Padre General se ha reunido con su Consejo para discutir ciertos temas de reflexión que, sin estar ligados a situaciones específicas de la Compañía de Jesús, influyen en el conjunto de su funcionamiento y de sus compromisos.

Entre esos temas se hallaban algunos de los efectos de la pandemia COVID-19, experimentada a lo ancho y largo del mundo. Es el Secretario para el Servicio de la Fe, James Hanvey, quien facilitó los intercambios centrando la atención sobre los modos como las grandes religiones han respondido a la situación sin precedentes en la que nos encontramos. ¿Puede la pandemia fomentar el acercamiento entre las religiones, promover las relaciones interreligiosas?

La primera parte de la presentación del P. Hanvey, de carácter esencialmente ignaciano y relacionada con los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, invitaba a considerar la mirada que tiene la Trinidad sobre el mundo en la época de la COVID. Recordó estadísticas, pero sobre todo aprovechó la oportunidad para medir las consecuencias de la pandemia mundial. Desestabilización, restricción de las libertades, puesta en duda de la credibilidad de las autoridades públicas y los gobiernos, aumento de la vigilancia de las personas por medio de la tecnología, aumento de la deuda pública, lo que puede tener consecuencias para las generaciones futuras.

Sí pero también nuevas formas de conexiones sociales, vínculos entre comunidades, nuevas formas de trabajo que requieren una revisión de la legislación laboral y la obligación de reorganizar el espacio social para tener en cuenta un mundo en el que todos estamos interconectados. En términos más generales, la pandemia ofrece una oportunidad para “despertarse”: juntos debemos hacerlo mejor. Las organizaciones internacionales, en particular la OMS (Organización Mundial de la Salud), desempeñarán un papel más importante en el futuro.

James Hanvey se centró luego en las respuestas a la situación actual propuestas por pensadores de diversas tradiciones religiosas. Se refirió a las propuestas del cristianismo, del budismo, del protestantismo, del mundo ortodoxo, del judaísmo, del islam y de las tradiciones religiosas africanas e indígenas. Sería injusto tratar de resumir aquí en unas pocas frases cómo las religiones pueden contribuir positivamente a este contexto actual. Sin embargo, he aquí algunas ideas resumidas.

La pandemia ha fomentado la creación de nuevas comunidades de oración y liturgia, de comunión; la pandemia ha permitido el desarrollo de nuevos recursos espirituales y morales; ha creado conciencia de la necesidad de una transformación social y ecológica; fomenta el encuentro y la reconciliación entre las tradiciones religiosas porque está más claro que nunca que todos estamos “en el mismo barco”. Por último, la situación actual exige una toma de conciencia de la centralidad de la persona humana y de sus derechos, de la igualdad – cada vez más amenazada – de todos. Todas las tradiciones religiosas se reconocen en este postulado y por lo tanto pueden acercarse, unirse más que nunca antes, para promover dicha visión antropológica que también tiene una dimensión espiritual.

Algunas citas para concluir:

• “Los desastres naturales y provocados por el hombre aumentan en nombre del desarrollo; el bien común y los pueblos indígenas son las principales víctimas de este proceso. En este contexto, la preocupación por la justicia en forma de diversos movimientos es cada vez más fuerte”. (Stanislaus Tirkey – Pueblos indígenas)

• “Es muy fácil sentirse impotente ante la escala percibida de la crisis. Sin embargo, es precisamente en esos momentos cuando más se necesitan los valores budistas de atención, compasión y aceptación”. (Un monje tailandés – por Greg Sharkey)

• “En general, la pandemia ha apoyado fuertemente a aquellos que abogan por un cambio en el estilo de vida de nuestras comunidades en el espíritu de Laudato Si’, y el judaísmo religioso también se está moviendo rápidamente en esa dirección”. (Marc Rastoin – Judaísmo)

• “Como ‘hospital de campaña’, la Iglesia también está llamada a ser samaritana, dejándose interpelar por tantos hombres y mujeres que han caído en el camino, interrumpiendo su camino, sintiendo compasión, atendiendo las heridas de una humanidad profundamente traumatizada por los efectos de la crisis de COVID-19”.

Fuente: www.jesuits.global/es

Un mundo herido que clama por una cura

John Dardis SJ, Consejero General de Discernimiento y Planificación Apostólica para la Curia General de Roma,  comparte sobre lo trabajado en el mes de noviembre por el Consejo del Padre General:

¿Cómo puede la justicia restaurativa ayudar a promover la reconciliación? ¿Cómo están respondiendo las grandes religiones del mundo a la pandemia de Covid? Estos fueron los principales temas tratados por el Consejo del Padre General en una semana especial de debates del 16 al 19 de noviembre.

Contamos con la ayuda de Guido Bertagna y Julián Carlos Ríos Martín, dos expertos en justicia restaurativa, y de James Hanvey, Secretario del Servicio de la Fe.

Presentaron tres diferencias entre los procesos judiciales normales y la justicia restaurativa. En la primera, las tres preguntas claves son:

  • ¿Se violó la ley?
  • ¿Quién lo hizo?
  • ¿Qué merece la persona?

En la justicia restaurativa, las preguntas son radicalmente diferentes:

  • ¿Quién está herido?
  • ¿Cuáles son sus necesidades?
  • ¿Quién debe responder a esas necesidades?

A menudo se producen desacuerdos en torno al significado de los hechos para las diferentes partes implicadas, pero no sobre los hechos en sí, por ejemplo un robo o un asesinato.

Guido nos dejó con una pregunta para la reflexión: ¿qué áreas de mi/nuestra vida e historia son las más difíciles de abordar para mí… para la Compañía… y para el mundo?

James Hanvey dirigió una conversación sobre una variedad de documentos preparados por los asesores del Padre General para el diálogo interreligioso. El enfoque fue la forma en que las diferentes tradiciones religiosas están respondiendo a la pandemia de Covid. Las grandes religiones del mundo son una fuerza social y política, así como fuentes de resistencia y significado espiritual. Las religiones de los pueblos indígenas también proporcionan marcos de entendimiento y recursos para responder a los muchos y diferentes niveles de impacto de una pandemia. Ninguna de las religiones adopta un enfoque pasivo y fatalista, pero todas ven en esas crisis una forma de profundizar el sentido de nuestra humanidad común, nuestro lugar en la naturaleza y las responsabilidades que tenemos unos con otros y con el planeta. El alma y la imaginación también necesitan ser alimentadas y sanadas para que la verdadera profundidad de la trascendencia humana pueda convertirse en una fuente de vida y compasión.

No tenemos a menudo la oportunidad de discutir los grandes temas juntos. Esta fue una semana especial: Una semana de gracia, una semana de oración, una semana de reflexión profunda.

Fuente: www.jesuits.global/es

Rafael Velasco SJ: «Son tiempos de afirmarnos en la Esperanza del Señor que no defrauda»

Un mensaje del P. Rafael Velasco S.J, Provincial de los jesuitas en Argentina y Uruguay, en ocasión del tiempo de adviento.

Queridos Compañeros:

«Una voz grita en desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados los caminos desparejos. Entonces, todos los hombres verán la Salvación de Dios.» (Is. 40, 3 – 5)

La pandemia nos ha puesto ante la disyuntiva de enderezar nuestros caminos comunitarios para encontrarnos en vez de esquivarnos o vivir sólo una formalidad aceptable. Nos ha enderezado los pasos de unos hacia otros, nos ha puesto a convivir más, conversar, compartir y hasta a rezar juntos más intensamente. Pidamos al Señor que viene, que ese camino que se nos ha enderezado no se nos tuerza.

También se han ido rellenando quebradas y bajando montañas. Hemos debido acercarnos a los más afectados y heridos por las crisis, con comida, cercanía espiritual aunque sea virtual. Se nos ha  puesto frente a lo que somos: Hombres de Dios que estamos llamados a mostrar el camino de Dios porque se supone que nosotros lo hemos encontrado. Nuestro pueblo fiel también nos ha mostrado el camino con su deseo de participar en lo que se le negó participar: la Eucaristía, los sacramentos, las fiestas patronales…la alegría comunitaria de lo religioso. Nos enseñó también con su solidaridad hacia los más necesitados.

Vamos volviendo a esa otra presencialidad, luego de haber tenido que caminar caminos de desierto. Resuenan los versos aquellos: “la flor se marchita, se seca el cardón, / convertite hermano que llega el Señor.”

Hemos tenido que caminar por un largo desierto, seguimos aún; hemos tenido que cuidar de otros, además de cuidar de nuestra salud. Mi impresión general es que, como Provincia, hemos intentado cuidar de otros más que de nosotros mismos (me alegra) aunque no hemos quedado exentos del miedo y sus conductas que se han desatado en medio de todo esto.

El Adviento es tiempo de Esperanza, una virtud teologal que flaquea por estos días, en especial para muchas personas que han visto cómo la pandemia y sus consecuencias les han quitado salud, seres queridos, trabajo, seguridad…

Sabemos que el miedo es el enemigo más grande de la Fe, y la termita que corroe las cuerdas de la Esperanza; horada el sentido que sostiene la apuesta, nubla el Horizonte que ofrece aliento al caminar. El miedo angosta los horizontes, nos encierra en nuestro mundo y eso amenaza el entusiasmo apostólico y la alegría. Por eso, son tiempos de «fortalecer las manos débiles y afianzar  las rodillas vacilantes” (Is. 35, 3)…y afirmarnos en la Esperanza del Señor que no defrauda.

Ordenación Sacerdotal de Ignacio Puiggari, SJ

Compartimos el testimonio de Ignacio Puiggari sobre lo vivido en la ceremonia de su ordenación sacerdotal, que aún con las distancias y recaudos que obliga el contexto, pudo celebrarse y compartirse en comunidad.

El pasado sábado 31 de octubre, fui ordenado sacerdote por el Cardenal Daniel Sturla. Por la situación sanitaria, nuestra catedral fue la canchita de fútbol de la parroquia, al costado del templo. La comunidad preparó con mucho esmero la decoración, dispuso el distanciamiento y pensó en cada uno de los detalles necesarios para que fuera una fiesta. Por su lado, Rafa Stratta, como maestro de ceremonia, se encargó tanto del coro como de los acólitos y el orden de la liturgia. Además, contratamos un muy buen servicio de audio, de filmación (el canal de la diócesis de Montevideo) y un escenario bastante bueno. Sobre el arco de fútbol que hacía las veces de ábside, pusimos una cruz bastante grande que aquí se usan para los vía crucis. En medio de la cruz colgaba un cuadro que lo robamos del cuarto de Yolo con su consentimiento. El día fue estupendo, con mucho sol y algo de fresco. En este contexto, debo decir que me sentí muy sereno y como en casa. Con incienso y todo, fue una ceremonia simple que dejó a muchos con la sensación de que algo hermoso estaba pasando allí mientras se sucedían las diversas partes del rito. Al menos eso me dijeron después. De todo eso quedo agradecido y admirado de que ya hubiera pasado. Capaz que con el tiempo me vaya cayendo la ficha, mientras me afianzo en las partes de la misa y el uso del misal, o mientras comprendo el gusto que trae esta forma de servir y anunciar al Señor.

Les mando un abrazo grande desde el Cerro,

Nacho Puiggari, SJ.

 

Victor Codina SJ: ¿Qué nos dirían hoy los seis jesuitas mártires del Salvador?

El pasado 16 de noviembre se cumplieron 31 años del martirio de los seis padres jesuitas y dos colaboradoras de la Universidad Centroamericana (UCA) de El Salvador. En memoria de los acontecimientos, compartimos un escrito de Victor Codina SJ, en el que nos acerca la historia dejando un mensaje para el hoy.

¿Qué nos dirían hoy los seis jesuitas mártires del Salvador?

Cada 16 de noviembre conmemoramos a los seis jesuitas Ignacio Ellacuría, Ignacio Martínez Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Pablo Moreno y Joaquín López y López, miembros de la Universidad Centroamericana (UCA) Simeón Cañas de San Salvador, que fueron asesinados por el ejército salvadoreño;  junto a ellos, Julia Alba y su joven hija Celina Ramos que trabajaban en la comunidad, también fueron eliminadas, para que no hubiera testigos de la masacre. Fue en el año 1989.

Su muerte produjo un enorme impacto internacional, desveló adónde se dirigía la inmensa ayuda de USA al gobierno y al ejército del Salvador y sin duda este sangriento asesinato propició el Tratado de paz, luego de varios años de lucha civil y más de 70.000 muertos.

Yo había conocido a Ellacuría y Montes cuando estudiábamos teología en Innsbruck. El año 1986, en una visita de Ellacuría, Rector de la UCA, a Cochabamba, Bolivia, donde yo residía, me invitó a dar un semestre de clases en la UCA. Allí conocí al resto de compañeros y pude ver de cerca su plena dedicación al trabajo por la fe y la justicia en El Salvador, siguiendo el ejemplo de Monseñor Romero martirizado en 1980.

No volví a visitar El Salvador hasta 2008, 24 años más  tarde, para un encuentro de teólogos. En el Museo de los mártires vi que el libro de Jürgen Moltmann, El Dios crucificado, había sido teñido con la sangre de uno de los mártires, ejecutado en su habitación. Otros compañeros fueron sido asesinados en el jardín. El jardinero, Don Obdulio, esposo de Alba y padre de Celina, plantó en el césped del jardín 8 rosas rojas.

Y cuando entré en la sala-capilla del Centro Monseñor Romero para nuestro encuentro teológico, vi que en el muro de la izquierda estaban enterrados todos mis antiguos compañeros. ¡Impactante! No se puede hacer teología al margen de las víctimas.

El teólogo alemán Martin Maier le dijo a Moltmann que su libro sobre el Dios crucificado había quedado empapado con la sangre de uno de los mártires. Moltmann fue expresamente a El Salvador y al llegar al verde jardín de las 8 rosas rojas, se arrodilló y oró en silencio durante una hora.

Han pasado ya 31 años de este martirio, su memoria subversiva nos sigue impactando. Pero quizás, hoy en plena pandemia de coronavirus, comprendemos mejor el mensaje que Ignacio Ellacuría, como portavoz de todo el grupo de la UCA, había formulado en su tiempo.

Muchas de las expresiones de Ellacuría, que hace años parecían exageración y fantasías utópicas, hoy, en medio del caos y colapso sanitario, tecnológico, laboral, económico, político, ecológico y religioso actual, nos parecen luminosas y esperanzadoras. Afirmar que hay que “revertir la historia, subvertirla y lanzarla en otra dirección”, como dijo Ellacuría al recoger el premio Alfonso Comín en el Ayuntamiento de Barcelona, el 6 de noviembre de 1989, 10 días antes de su muerte, parecía entonces una retórica exagerada.

Hoy cuando, en plena pandemia, todo se derrumba y existe el peligro de querer volver a la “normalidad de antes”, estas palabras abren un camino de esperanza: la historia actual ha generado muerte, destrucción de la naturaleza y exclusión de la mayoría de la humanidad. No podemos seguir igual, no hemos llegado al final de la historia, está en juego la supervivencia de la humanidad, hay que revertir el rumbo de la historia.

Pero Ellacuría no se limita a la denuncia, ofrece una pista positiva, opción preferencial por los pobres y ayudar a la construcción de una civilización del trabajo y de la sobriedad compartida, todo ello desde la inspiración de la fe cristiana. Esto implica hoy una vida sencilla, lejos del consumo y de la explotación de la tierra, pero compartida entre todos, sin exclusividad de unos pocos, sin marginar ni descartar a la mayoría de la humanidad. Para Ellacuría todo esto forma parte del proyecto del Reino de Dios que anunció Jesús de Nazaret.

Seguramente Ellacuría y sus compañeros mártires sintonizarían con el estilo evangélico de Iglesia en salida y samaritana, pobre y de los pobres, que hoy propone Francisco.

Este podría ser el mensaje de los mártires del Salvador a nuestro tiempo de pandemia: no querer volver a la “normalidad” de antes, sino aprovechar la ocasión para cambiar el rumbo económico, social, político, ecológico y religioso de nuestra historia. Otro mundo es posible y urgente, sobrio y compartido.

Quizás, para comprender mejor todo esto, podríamos arrodillarnos espiritualmente un rato en el verde jardín de la casa de los mártires, mientras en silencio contemplamos las 8 rosas rojas que plantó Don Obdulio.

Fuente: blog.cristianismeijusticia.net

Evento online: «La economía de Francisco»

Desde el 19 al 21 de noviembre tendrá lugar el evento online «La economía de Francisco». El objetivo de esta convocatoria es poner en marcha un proceso de cambio global para practicar una economía diferente, más justa, inclusiva y sostenible. El programa está centrado en temas como el trabajo, la finanza, la educación y la inteligencia artificial.

La iniciativa, que se llevará a cabo tras la invitación del Pontífice el 1 de mayo de 2019, con motivo de la fiesta de San José Obrero, involucra a economistas, empresarios, mujeres y convoca a 3.000 jóvenes de todo el mundo con la finalidad de “hacer un ‘pacto’ para cambiar la economía actual y dar un alma a la economía del mañana”.

La cita estaba prevista del 26 al 28 de marzo de 2020 en Asís, ciudad “símbolo y mensaje de un humanismo de fraternidad”, pero a causa de la pandemia se pospuso este mes de noviembre en modalidad virtual, con transmisiones en directo y conexiones streaming.

Información útil

Fecha: 19 al 21 de noviembre

Hora: 10 a 14hs (Arg – Uru)

Transmisión en vivo por: Youtube y Facebook

+info sobre la programación: www.francescoeconomy.org

 

El terreno político, un espacio para los católicos – El legado del Padre Sorge

El pasado 2 de noviembre falleció a los 91 años, el Padre Bartolomeo Sorge. Fue director de la revista ‘La Civiltá Cattolica’ y del Instituto de Formación Política Pedro Arrupe, en Italia.

En conmemoración de su vida y su legado, la oficina de comunicaciones de la Curia General de los Jesuitas comparte un escrito del P. Antonio Spadaro SJ, que nos permite conocer más sobre su vida y obra.

Por Antonio Spadaro, SJ – Actual director de La Civiltà Cattolica

Para Bartolomeo Sorge, Roma, Palermo y Milán eran los sólidos púlpitos de una exuberante concientización vivida con entusiasmo al servicio de la plena maduración de la conciencia democrática de los ciudadanos. Reafirmó la importancia del compromiso de los católicos en la política, colaborando con aliados de diferentes orientaciones culturales y buscando el mayor bien posible en cada contexto concreto. Para el padre Sorge, el problema más urgente era el de devolver un alma a la política, ayudando a la democracia a recuperar su fundamento ético. Por esta razón siempre trató de contrarrestar la tentación de refugiarse en un espiritualismo individual y desencarnado, que lleva a la Iglesia a la “auto referenciación”, a volverse sobre sí misma, a preocuparse sobre todo de sus problemas internos, a encerrarse dentro de los muros del templo, obsesionada por la observancia de las normas canónicas.

Ésta es la entraña de la inspiración del padre Sorge: Dios está presente y actuando en el mundo: no lo ha abandonado, sino que pide ser reconocido donde se encuentra. En ese sentido, Sorge era radicalmente jesuita, contemplativo en la historia, capaz de un discernimiento en la acción. Y también era un fiel intérprete del Concilio Vaticano II y de la inspiración de Gaudium et Spes que expresa la relación madura a lograr de la Iglesia y el mundo. Por esta razón propugnaba la mediación cultural en lugar del “presencialismo”, que se contenta con seguir procesos cuando hay que ocupar espacio. También recordamos que en 1974 el P. Sorge participó en la 32ª Congregación General de la Compañía junto con el P. Carlo Maria Martini y el P. Jorge Bergoglio. No es difícil reconocer, incluso más allá de todas las diferencias de personalidad, un hilo común que une a estas tres grandes figuras.

Fue la convicción del padre Sorge que, después del fin de las ideologías del siglo XX, todas negadas por la historia, tanto los creyentes como los no creyentes pueden converger hacia un programa reformista de cosas por hacer, inspirado en los valores de un humanismo trascendente, pero por mediación de elecciones seculares que pueden ser compartidas por todas las personas de buena voluntad. El presupuesto ignaciano de salvar lo más posible la afirmación del otro fue un elemento fundamental de su forma de dialogar.

Ello implica lo que el padre Sorge llamó “laicidad positiva”, que consiste en encontrarse en lo que nos une entre diferentes, para crecer juntos convergiendo hacia una unidad cada vez mayor, en pleno respeto de la identidad de cada uno.

Dos cosas en mi memoria han caracterizado el legado del padre Sorge, ahora que soy su sucesor en la dirección de La Civiltà Cattolica: por un lado, la lucidez de un pensamiento que se formó gracias al estudio, la profundización y la fuerza de una experiencia, a su manera, que vivió y de la cual fue testigo. El suyo era un apostolado culto, fruto del estudio y uno de sus objetivos era la formación de “multiplicadores”. Por otra parte, la “profecía” y la parresia, la inspiración espiritual, así como la honestidad, para decir que hoy en día no siempre tenemos todas las respuestas definitivas que quisiéramos tener, y que, por lo tanto, el compromiso real y concreto con la historia – incluidos los posibles errores – es fundamental para comprender y actuar bien en el futuro próximo.

El padre Sorge fue también un hombre espiritual que siempre puso entre sus actividades habituales la predicación, el ministerio de los Ejercicios Espirituales, las charlas personales y los encuentros con las comunidades de religiosos a los que acompañaba. En dichos apostolados llevó discretamente su experiencia y su forma de encontrar a Dios en el mundo. Y su espiritualidad personal era sencilla, además de “tradicional”, capaz de realzar la devoción popular. En este sentido también el padre Bartolomeo Sorge fue un jesuita que supo encarnar una amplia disponibilidad apostólica, siempre en busca de Dios en todas las cosas.

Fuente: www.jesuits.global/es

Mensaje de la 40ª Asamblea de la CPAL

Un mensaje dirigido a todo el Cuerpo Apostólico de la Compañía de Jesús en la CPAL, a partir de lo vivido en la 40º edición de la Asamblea de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina y el Caribe.

Desde el 3 hasta el 7 de noviembre se llevó a cabo la 40ª edición de la Asamblea de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina y el Caribe (CPAL) en la que participaron los 12 Provinciales, 2 Asistentes del P. General, 1 Consejero General, 4 Superiores Regionales, 5 Delegados para la misión, el Administrador, el Secretario y el Presidente de la CPAL. En algunas partes de la reunión se contó también con la presencia del P. General Arturo Sosa y de los miembros de los equipos de formadores de los Centros Internacionales de Formación Teológica (CIF). Debido a la situación que vivimos a causa de la pandemia, la reunión fue virtual.

Dos grandes temas se desarrollaron en esta Asamblea. El primero referente a la planificación de la misión de la Compañía de Jesús en América Latina. En este momento estamos terminando la evaluación del Plan Apostólico – PAC 2010-2020, e iniciando la elaboración del PAC que nos guiará en los próximos siete años. Un trabajo enorme de consulta y sistematización ha sido desarrollado por el equipo encargado: más de 3000 colaboradores de toda América Latina y El Caribe han participado en él. La Asamblea reconoció la calidad, la utilidad y el profesionalismo del trabajo realizado. Viene ahora la etapa de la planeación 2021-2028 para lo cual esperamos la participación de muchas más personas, de manera que podamos tener un PAC.2 aprobado para la mitad del año entrante.

La segunda gran tarea de la Asamblea, a partir del proceso en curso, evaluación y ajuste de los CIF en sus 10 años de vida, fue el comienzo de una reflexión, bastante rica, sobre los posibles modelos de formación en la etapa de los estudios teológicos y de preparación inmediata a la ordenación. Se trataba de establecer elementos suficientes de discernimiento para una futura decisión. En este momento se integraron a las deliberaciones tres formadores de cada uno de los CIF.

Hemos ido haciendo un bonito camino de confianza fraterna y de uso regular de la conversación espiritual como método de trabajo para dejarnos guiar por el Espíritu. Los pasos simples a que nos invita ésta – oración, compartir de mociones, diálogo espiritual, búsqueda de consensos, puesta en común – nos dejan siempre con una sensación íntima de que estamos en el camino verdadero del discernimiento, en el que, además de nuestras capacidades de análisis y comprensión nos dejamos guiar por el Espíritu del Señor, el Compañero Jesús a quien seguimos.

Hubo también otros temas importantes para nuestra misión. El P. General Arturo Sosa participó el día 5 de noviembre, que celebramos la fiesta de todos los Santos de la Compañía de Jesús, de una oración por las vocaciones que se transmitió por Youtube (canal: somos jesuitas) y a la cual se unieron alrededor de 650 colaboradores y colaboradoras apostólicos. Luego, ya en la Asamblea nos habló sobre la importancia de la promoción vocacional y de la pastoral juvenil en la misión de la Compañía, haciendo observaciones y sugerencias importantes para quienes gobiernan estas provincias.

En relación con nuestra misión de acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador, el P. General resaltó la importancia del Derecho Universal a Educación de Calidad (DUEC). El Papa Francisco, enterado de que este era uno de lo temas importantes de nuestra Asamblea nos había enviado una nota de saludo y entusiasmo respecto de esta su propia iniciativa (ver imagen). Por ello, en una breve ceremonia preparada por el equipo de la CPAL, el mismo P. General firmó ante nosotros la declaración de su propia adhesión al Pacto Educativo Global y nos invitó a todos, a los participantes de la Asamblea y a todo el cuerpo apostólico de la Compañía, a hacer lo mismo y adherirse también al Pacto Educativo Global lanzado por el Papa el 15 de octubre pasado.

Queremos manifestar una solidaridad especial con todos los compañeros y compañeras del cuerpo apostólico que sufren los rigores de los eventos climáticos en Centro América, así como con todos aquellos que han sido o son tocados de una u otra manera por la pandemia del COVID-19.

Terminamos nuestra Asamblea el sábado 7 de noviembre, en medio de un ambiente de agradecimiento mutuo y de consolación espiritual por los dones que el Espíritu nos concede cuando nos arriesgamos a poner nuestra vida en sus manos y nos dejamos guiar por la conversación espiritual.

Lima, 07 de noviembre de 2020


Además, el Papa Francisco envió un mensaje al P. Rafael Velasco SJ, dirigido a todos los Provinciales reunidos en Asamblea, mencionando especialmente el trabajo en torno al Pacto Educativo Global.

El texto:

R.P. Rafael Velasco

Querido hermano,

Un cordial saludo.

Sé que están reunidos los Provinciales de América Latina y el Caribe (CPAL). Te ruego les hagas llegar mi saludo y cercanía.

Un tema que tratarán es el educativo. Desde hace décadas el pacto educativo (familia-gobierno-escuela) está roto. Creo que éste es un momento propicio para que nos fijemos en este problema. De ahí la iniciativa del Pacto Educativo Global.

Ciertamente que no se trata de una simple renovación, sino más bien recrear, liberarnos de la herencia iluminista de la Ilustración (que pervade todo el sistema educativo) y proponer un camino de integración personal y social donde el lenguaje armónico de la mente, el corazón y las manos convoque al trabajo armónico entre familia-escuela-gobierno.

Les agradezco lo que harán en esta línea. Por otro lado, la Compañía de Jesús es primera, en este asunto, con Fe y Alegría.

Por favor, no se olviden de rezar por mí. Hago lo mismo por ustedes.

Que Jesús los bendiga, la Virgen Santa los cuide. Fraternalmente

Francisco

Fuente: jesuitas.lat