En la continuidad de aquella misión – Boquerón

Por Marcos Alemán SJ

Aquel primer obispo de Añatuya, Monseñor Jorge Gottau fue capaz de encontrar el Reino en medio del monte. Fue capaz de encontrar la Iglesia presente en las pequeñas comunidades. En donde hasta los caminos había que abrir, respondiendo a aquella biblica invitación de ‘allanar los caminos’.

La gente del monte, los campesinos, las teleras, aquellos maestros y maestras también estaban presentes. Nunca se habían ido. Cuidaban la memoria, crecían con identidad. Rezadoras, celebraciones, procesiones, musiqueros. Ritmos de violín y bombo que suenan desde siempre y antes. Costumbres llenas de detalles para acompañar y despedir a los difuntos con tanta delicadeza y con una mirada llena de resurrección. Además sabían que había un San José el de las Petaca que tenía que volver.

Llegaron aquellos compañeros entre sí y sobre todo compañeros de Jesús. De la misma familia que siglos atrás también habían estado presentes.

Hace cuarenta años llegaron Juan Carlos Constable y Agustín López. Llegaron para quedarse y así juntos seguir escribiendo la historia. Cuatro años anduvo Agustín y partió.

Siguió Juan Carlos andando ahora con otros compañeros y compañeras capaces también de seguir encontrando pedazos de Reino en medio del monte. Reino que si iba transformando en caminos, escuelas, capillas, organizaciones, proyectos. Presentes en el monte lograron viajar con Boquerón para Buenos Aires, España, Suiza, Alemania, Praga, Córdoba, La Rioja y quién sabe cuántos lugares y personas más.

Quiero agradecer a la gente del monte por estar y habitar estas tierras.

Quiero agradecer a los padres De Castro y Almirón y al hermano Hoyos por no tener miedo a las fronteras.

Quiero agradecer a Monseñor Gottau por desaar a la misma Compañía de Jesús

Quiero agradecer a Juan Carlos por ser el a su vocación misionera y responder a semejante desafío

Quiero agradecer a todos y cada uno que desde sus distintos lugares nos acompañaron y nos siguen acompañando.

En cualquier misión que realizamos, buscamos solo estar donde Cristo nos envía. La gracia que recibimos como jesuitas es estar y caminar con Él, mirando al mundo con sus ojos, amándolo con su corazón y penetrando en sus profundidades con su compasión ilimitada.

11 de Julio de 2015

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