La cultura de la protección: despertar, concienciarse, actuar y cuidar

Un artículo de John Guiney SJ y Michelle Hennessy para la publicación Jesuitas 2021 – La Compañía de Jesús en el mundo.

«Mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse. El dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor, por eso urge reafirmar una vez más nuestro compromiso para garantizar la protección de los menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad.» Papa Francisco, Carta al Pueblo de Dios, 20 de agosto de 2018

La llamada a la conversión

Esta llamada del Papa Francisco es una llamada a la conversión. Conversión de las mentes para reafirmar nuestro compromiso con la protección, y conversión de los corazones para poner a las víctimas y a quienes están en situación de riesgo en primer plano en nuestros esfuerzos de protección. Al enfrentarnos al reto de eliminar los abusos, es preciso que entendamos y abordemos los factores culturales, de dentro y de fuera de la Iglesia, que los hacen posibles y los perpetúan, y que acompañemos con humildad a las víctimas en el largo y doloroso camino hacia la curación y la reconciliación. Hacerlo es una cuestión de justicia. La CG 36 encargó al Padre General la promoción de una «cultura coherente de protección y seguridad de los menores» en todas las comunidades y ministerios de la Compañía de Jesús. En respuesta, el P. General puso en marcha el proyecto «Promover una Cultura Coherente de la Protección» (PCCP) en el seno del Secretariado para la Justicia Social y la Ecología (SJES) en 2018.

La llamada a escuchar a las víctimas

Durante demasiado tiempo la respuesta de la Iglesia estuvo envuelta en el silencio, el secretismo y la negación. Esta cultura del secreto, el silencio y el mirar hacia otro lado por parte del personal y de las estructuras de la Iglesia es lo que provoca la llamada a la conversión, a la renovación interior y a comprender las causas últimas de los abusos. Esta comprensión es fundamental para que podamos prevenir el daño y responder con más compasión cuando el abuso tenga lugar. Esto ocurre cuando escuchamos a las víctimas. Escuchar las voces y las historias de las víctimas nos lleva a cuidar y proteger de manera más diligente y efectiva.

Un ciclo de despertar, concienciarse y actuar

El proyecto PCCP se puso en marcha para conocer con precisión el estado actual de la cultura de la protección en el ámbito de la Compañía de Jesús mundial, y para identificar oportunidades de reforzar y promover la protección. El proyecto reconoce que las provincias, regiones y apostolados de la Compañía de Jesús caminan en la misma dirección de implementar políticas robustas de protección. Algunas provincias van más adelantadas que otras. Por ello, el proyecto contempla la situación de forma similar al ciclo pastoral. Reconoce un ciclo de continuo despertar, concienciarse y actuar, en el que cada uno de estos aspectos puede requerir un énfasis mayor en un momento determinado, según evoluciona la respuesta de protección. Se reconoce también que el mero cumplimiento de una serie de directrices de protección de las personas vulnerables no es suficiente, sino que son necesarios un compromiso y una conversión para acompañarlas de forma verdaderamente evangélica. Un rasgo esperanzador de este enfoque es que despierta de nuevo y refuerza la conciencia de la necesidad de una formación teórica y práctica continua y sistemática.

¿Qué estamos aprendiendo?

La Compañía está progresando en su comprensión de la responsabilidad, la rendición de cuentas y la transparencia en relación con la protección. Las Preferencias Apostólicas Universales han creado una ocasión para ir todos a una en dar prioridad al cuidado y la protección – como se expresa con claridad en el compromiso de caminar con los excluidos y de eliminar cualquier forma de abuso y explotación -. Se nos anima a aceptar responsabilidad por cómo nos relacionamos y nos cuidamos unos a otros; a aceptar que tenemos que rendir cuentas ante aquellos a quienes servimos y centrarnos en proteger al menor o a la víctima antes que a la institución; y a confrontar de manera abierta y transparente los abusos. Hemos podido observar últimamente un giro positivo hacia un enfoque más centrado en las víctimas, que enfatiza acciones dirigidas a escuchar, acompañar y buscar justicia.

En las fases iniciales del proyecto vamos viendo que una estrategia continuada proactiva y reflexiva es clave para pasar de las políticas y las directivas a una práctica relevante en su contexto y sensible a la cultura del entorno. Aunque se trate de un fenómeno global, son esenciales las respuestas locales efectivas. Esto requiere una comprensión de los factores culturales que facilitan los abusos de poder, sexuales y de conciencia.

Una nueva forma de cuidar

La Carta Apostólica del Papa Francisco de marzo de 2019 «Sobre la protección de los menores y de las personas vulnerables», habla claramente de una forma de cuidar que pide un cambio de corazón en el ver, el juzgar y el actuar. Los que denuncian abusos no son enemigos, sino amigos que necesitan acompañamiento y cuidado. De esta forma, se nos invita – como Iglesia y por tanto como Compañía de Jesús – a emprender un camino de conversión. Tal como lo expresaba la teóloga Rita Ferrone en la revista Commonweal, debemos «entrar en una experiencia pascual, la muerte de un viejo modo de ser y de relacionarse y la resurrección de un nuevo modo de caminar juntos como comunidad y como Iglesia».

Fuente: jesuits.global/es

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