¿Qué es la Espiritualidad Ignaciana?

En sentido amplio, la espiritualidad es aquello que lleva a la familia humana a canalizar sus más profundas energías. Nos mueve a orientar nuestros esfuerzos para dar más de nosotros mismos y trascender. Quizá el propósito más importante de la vida sea ese: aprender a dejarse llevar por el Espíritu para responder al llamado de Dios a ser cada vez más y mejores seres humanos.

En el Cristianismo existen varios modelos que en la historia han probado su efectividad como orientación espiritual para el seguimiento de Jesús. Así podríamos decir que hay espiritualidades franciscana, benedictina, dominica, carmelita, o ignaciana según los modos de seguir a Jesús de San Francisco de Asís, Santo Domingo, San Benito, Santa Teresa y San Juan de la Cruz o San Ignacio de Loyola.

El mayor legado que San Ignacio ha dejado a la iglesia es la espiritualidad ignaciana, contenida en el libro de los Ejercicios Espirituales. En muchas de las imágenes aparece escribiendo o portando este libro, en memoria de la gran herencia que nos dejó.

La espiritualidad Ignaciana es una espiritualidad de cara al mundo, donde Dios habla y al mismo tiempo nos llama a responderle. Es una espiritualidad para buscar, hallar y hacer la voluntad de Dios en sus creaturas, utilizando todos los medios al alcance del ser humano.

La espiritualidad ignaciana es para quienes buscan algo más en su vida. Ignacio pretende que la persona se adentre en el mundo de los deseos para dejarse llevar por aquéllos que le conducen al amor más grande y a la verdadera libertad. La persona, por sí misma, tendrá que darse cuenta de cuáles son esos deseos, porque dirá Ignacio que es de “más gusto y fruto espiritual” que la persona por sí misma se dé cuenta de las cosas, que si quien lo acompaña se las hiciera saber. Ciertamente necesita un buen acompañante que le ayude a confirmar sus búsquedas.

Ignacio nos anima a orar con los cinco sentidos: mirar, oír, tocar, oler y saborear. La oración donde sólo utilizamos la razón no es suficiente para afectar nuestra voluntad. Necesitamos generar experiencias dentro de la oración que realmente afecten los sentidos, para impulsarnos a ordenar nuestros afectos. Ignacio dirá que “no el mucho saber harta y satisface el alma, sino el sentir y gustar de las cosas internamente”. Se trata de contemplar cómo Dios está presente en la naturaleza, en la creación, en la humanidad, en el universo y en mí mismo.

En efecto, Ignacio nos conduce a una relación personal y afectiva con la persona de Jesús. Se trata de sentir su amistad y desde ahí buscamos vivir el seguimiento. La persona de Jesús se convierte en modelo de nuestra vida, su modo de proceder es nuestro parámetro para relacionarme hoy con las personas, la creación, Dios, los excluidos, la mujer, el hombre, el dinero, el poder, etc.

Como característica carismática, los jesuitas subrayamos la necesidad de tomar tiempo para reflexionar y orar, y así darnos cuenta de cómo quiere Dios que sirvamos en todos nuestros ministerios. Este compromiso activo de buscar la dirección de Dios se llama “discernimiento”. Como jesuitas creemos que Dios anima nuestros corazones para contemplar el mundo y detectar las necesidades que ahí encontramos, pensando que es Jesús crucificado-resucitado quien hoy sigue llamando a nuestro corazón. La espiritualidad ignaciana es una espiritualidad de la encarnación y de la acción.

Además, la espiritualidad ignaciana contempla el mundo como el lugar en el que Cristo caminó, conversó y abrazó a la gente. Por lo tanto, el mundo es un lugar de gracia, en donde se puede dar la vida a otros. La espiritualidad ignaciana afirma nuestro potencial humano, pero también está entregada a la lucha diaria y constante entre el bien y el mal. Ninguna obra apostólica agota el bien que se puede hacer; por tanto, los ignacianos están abiertos a toda clase de trabajos realizados en nombre de Dios. La norma jesuita es encontrar a Dios donde mejor se le pueda servir y donde el pueblo esté mejor servido.

Centro Loyola Pamplona

 

3 comentarios
  1. Oliverio Tolentino
    Oliverio Tolentino Dice:

    Muy interesante la espiritualidad Ignaciana, porque uno está en todas las cosas externamente pero descuida lo que pasa adentro de uno de uno mismo.

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  2. José González Rodríguez
    José González Rodríguez Dice:

    Lastimosamente tenemos a Jesucristo lapidado y no resucitado, el poderoso abusa de nesecitado, el fuerte hiere al débil, el desinterés al progimo el egoísmo se agrava dia con día.

    Responder

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