Testimonio: Mi Experiencia de Misión

Por Ignacio Pueyo

La satisfacción que genera el doble beneficio de participar en la Misión San Francisco Javier llena el corazón para afrontar el comienzo del año de una forma distinta. Por un lado ver el fin último de todas las cosas: Dios y la construcción del Reino, es por Él que lo hacemos. Y por otro la alegría de compartirlo con personas que llenan nuestros corazones, que transmiten al Espíritu y que nos ayudan a que no sea una semana más al lado de un grupo de desconocidos. En todo caso somos desconocidos en Cristo, que nos envía a la misión.

Particularmente me tocó participar por segundo año en la experiencia y en Palmitas. Compartí junto a amigos del año anterior y también se sumaron al barco en esta ocasión nuevos misioneros. Luego de la experiencia del 2014 encontramos a la gente del pueblo mucho más abierta y cálida; ya había más confianza y fue más fácil entablar relaciones. La candidez de los niños, la apertura de los jóvenes y el compromiso de algunos adultos hicieron que los talleres fueran momentos muy fuertes para ver a Dios. Con el correr de los días los lazos se fueron haciendo más fuertes y la llegada a las personas fue cada vez más evidente. Comenzamos la misa del lunes con pocos niños y culminamos la del viernes con una capilla llena. Ganamos en cantidad pero también en disposición, en entrega, de parte de la gente del pueblo.

Y llega un punto en que uno se va con algo de nostalgia, con ganas de hacer aún más. Sin embargo Dios es sabio, sabe hasta dónde quiere que demos y nos tiene preparado un cierre de ciclo imponente (como dirían en Palmita) para el próximo 2016 ¡Mucho ánimo misioneros!

 

Un Dios encontrable – Reflexión del Evangelio

Por Diego Fares SJ

Ningún lugar mejor para mí, para contemplar a Jesús en su familia, que el patio de casa en Mendoza, tomando unos mates. Después de la varías misas de Nochebuena celebradas con mis queridas comunidades de Buenos Aires, en el patio de la infancia dejo que “la paz actúe de árbitro en mi corazón”, como dice Pablo, y le vaya dando permiso a los sentimientos que acuden a buscar cobijo: vos sí, vos por ahora no.

En todos lados es bueno que la paz sea el árbitro, pero en la familia más.

Si algo no viene con paz, si trae otras cosas bajo el brazo, ahora no lo puedo atender, no puede entrar. Como hacemos en familia, si alguno saca un tema y se ve que otro empieza a alzar la voz, alguien, discretamente, cambia el tema. Una conversación que rompe la paz de la mesa familiar, no hay que seguirla mucho rato. No importa si es una hermosa idea religiosa o una verdad política comprobable estadísticamente. Como al entrar en el pesebre, o en cualquier pieza donde hay una cuna con un bebé, cuidar que haya paz es lo primero. Y si una palabra agita los ánimos y nos hace alzar la voz, no es el momento.

“Hijo, aquí estamos tu padre y yo que te andábamos buscando, angustiados…”

María nos enseña la única “angustia”: que Jesús se nos pierda. Cada uno puede traducirlo a su realidad y pensar la vida en clave de padres a los que se les pierde un hijo, en clave de pastor al que se le pierde una ovejita. Jesús nos da la clave de lo único que le angustia al Padre, si se puede hablar de “las angustias del Padre”, que no quiere que se le pierda nada, ninguno de sus pequeñitos, ni un pajarito siquiera de lo que ha creado por amor. Somos un bien para nuestro Padre y a esa “angustia” que él siente si nos perdemos, debemos referir nuestra oración, sea como sea que cada uno diga esos “Dios mío” con suspiro hondo que son verdadera oración en Espíritu y en Verdad como le gusta al Padre que lo adoren.

Esta es la única angustia, la de que se nos pierda el hijo: un hijo concreto y todo lo que en la vida es “hijo”, fruto de nuestro amor compartido, fruto de nuestro haber dado vida a alguien, de haber dado a luz y traído a la existencia algo que no existía y que hemos cuidado y a lo que queremos por puro amor para que siga adelante por sí mismo.

Y es lindo notar que Jesús no dice “por qué andaban angustiados” sino “por qué me buscaban”. En otros asuntos el Señor corrige la angustia: «no se angustien por la comida o el vestido, diciendo qué comeremos o con qué nos vestiremos… Su Padre del Cielo sabe bien que necesitan estas cosas… Miren los lirios del campo…”. En cambio aquí no dice “no se angustien” sino algo así como “¿no saben acaso que a mí siempre me pueden encontrar?”. Yo estoy siempre en “las cosas de mi Padre”.

Esta es la linda noticia de Navidad. Se lo dijeron los ángeles a los Pastores: “encontrarán a un Niño recostado en un Pesebre”. El Evangelio se resume en “encontrar a Jesús”. Encontrar la Palabra hecha carne. Después el irá diciendo todo lo demás que queramos saber. Pero Jesús es el Dios encontrable.

Lo podés encontrar en el pesebre, ahí cerquita de donde pasás tu noche en vela por el trabajo, como los pastores, o siguiendo esa estrella que descubriste en el cielo, como los magos.

Lo podés encontrar junto al pozo de tus deseos, que te dan tanto trabajo, donde vas a buscar agua como la samaritana, y te podés poner a charlar con él.

Lo podés encontrar sin que nadie te vea, si vas como Nicodemo a algún lugar donde vos sabés que el Maestro está.

Lo podés encontrar en medio de la gente, como Zaqueo, que se animó a pasar un poco de vergüenza y se subió a la higuera para que lo viera al pasar.

Lo podés encontrar de oído, como Bartimeo, que se animó a gritar cuando sintió que pasaba cerca, saliendo de Jericó.

Lo podés encontrar como los dos primeros discípulos que le hicieron caso a Juan Bautista en quien confiaban cuando les dijo que de ahora en más siguieran a Jesús.

Lo podés encontrar como el Cireneo, siempre que veas pasar a alguno cargando algo que es demasiado pesado para él, cosa que se ve todos los días.

Estas son las cosas del Padre y a Jesús se lo encuentra en ellas.

Ojalá que esta paz que da saberlo siempre a mano, siempre cercano, siempre prójimo Señor, Salvador, Amigo, Compañero, nos quite toda angustia y sea Jesús como ese punto fijo de nuestro GPS interior que nos reorienta hacia su mirada buena sea donde sea que nos encontremos.

Causa de Beatificación P. Rutilio Grande, SJ

El P. Rodolfo Cardenal, S.J., fue nombrado miembro de la Comisión de Historia que está documentando el caso del P. Rutilio Grande, S.J. para su beatificación. El postulador de la causa, P. Anton Witwer,S.J., solicitó la presencia en Roma del P. Cardenal, para buscar en los archivos de la Curia General documentos que agilicen la causa.

En su estancia en Roma coincidió con la delegación de obispos y miembros de la comisión de beatificación de Mons. Romero que fue a Roma para agradecer al Santo Padre por dicha beatificación. Invitado especialmente por los obispos, tuvo oportunidad de saludar personalmente al Papa Francisco. Se presentó como jesuita biógrafo del P. Rutilio Grande, S.J. y recopilador de materiales para el proceso de su beatificación.

En la breve y cercana plática, el Papa le preguntó si sabía de algún milagro obrado por el P. Grande. Ante la respuesta negativa de Rodolfo, Francisco afirmó que sí había ya un milagro de Rutilio: Monseñor Romero.

Esperamos que la causa de beatificación de nuestro hermano Rutilio avance con diligencia y el próximo año podamos contar con un beato más en El Salvador.

Jesuitas Centroamérica

 

Redes de la Compañía de Jesús evalúan su trabajo a lo largo de este año

Durante el mes de noviembre, no sólo hemos estado evaluando, planificando y trabajando. La confianza mutua y la escucha que hemos experimentado mientras estamos aquí en Loyola es el resultado de estar conscientes de la misión que compartimos. Al mismo tiempo, también es un ingrediente esencial para fortalecer nuestro nivel de coordinación y crear relaciones institucionales más generosas.

Cada vez más, estamos mirando por encima del “yo” y actuando como “nosotros”.

Durante este cuarto día, nos dividimos en grupo según las redes a las que pertenecemos. Cada una tuvo la oportunidad de evaluar el trabajo que ha realizado a lo largo del año.

La reunión de la red Xavier empezó con una breve revisión de la actividad de las organizaciones involucradas. La red reconoció que se ha fortalecido con la incorporación en el 2014 del Secretariado de Misiones de Australia. En la actualidad, la actividad general de la red anual asciende a 65 millones de euros, divididos en partes iguales entre África, América Latina y Asia. En los últimos años, los miembros de la red se han dedicado a la vigilancia de los programas de voluntariado internacional, manejo de emergencias y apoyo a los proyectos a otras redes.

La mayor innovación ha sido la definición de proyectos de colaboración con otras redes de la Compañía de Jesús, como la el Proyecto Panamazónico de la Conferencia Latinoamericana de Provinciales (CPAL), la colaboración con la red educativa de Fe y Alegría Redes de la Compañía de Jesús evalúan su trabajo a lo largo de este año en África y en el trabajo de prevención de desastres se desarrolló dentro de la Provincia de Filipinas.

La Global Ignatian Advocacy Network (GIAN),en migración, ha decidido adoptar la hospitalidad como el tema común del grupo, pero adaptándose a las necesidades y la dinámica de las distintas situaciones locales.

El grupo también evaluó las actividades de incidencia desarrolladas en diferentes partes del mundo, tratando de identificar el método más efectivo de trabajo basado en diferentes circunstancias. La red ha identificado la promoción de la hospitalidad y la defensa de los derechos de los migrantes y de personas desplazadas forzosamente como el foco principal de sus esfuerzos de promoción.

La GIAN sobre Gobernanza de los Recursos Naturales y Minerales presentó avances en tres proyectos de promoción que se habían completado o estaban a punto de concluir: la labor de incidecia de soporte de una comunidad local frente a la opresión y la desigualdad en relación con un proyecto de minería del carbón liderado internacionalmente en la India; una campaña de colaboración en torno a los minerales de conflicto y un proyecto de investigación en Honduras que luego podría ser utilizado como una herramienta de promoción para ayudar a la comunidad local en el trato con las empresas mineras, así como informar a los esfuerzos para mejorar las condiciones de vida.

La red también se centró en la mejora de las capacidades de defensa de las comunidades a través de diferentes iniciativas como la edición de libros y folletos sobre temas de justicia minera. Por último, mirando hacia el futuro, la necesidad de mejorar la comunicación fue identificada como una prioridad clave.

En el cuarto día, la red GIAN Ecología tuvo la oportunidad de visitar el EGIBIDE escuela secundaria en Vitoria, España, donde se reunieron con los estudiantes que están siendo capacitados para trabajar en temas ambientales. Los miembros de la red GIAN crearon conciencia entre los estudiantes con respecto a algunas cuestiones importantes, tales como el agua potable, la pérdida de biodiversidad y la deforestación en lugares como la India, la República Democrática del Congo o Filipinas. Por último, la red GIAN de Derecho a la Educación compartió progresos realizados en la planificación y la situación actual del derecho a la educación en los diferentes países, especialmente en aquellos lugares donde el acceso a la educación significa arriesgar la vida. Al mismo tiempo, se hizo una evaluación de edujesuit.org como herramienta de comunicación, y el equipo trabajó en el diseño de una campaña de sensibilización sobre el derecho a la educación, que tendrá lugar en 2016.

Boletín de CPAL

 

La educación y la salud: compañeras inseparables

María Teresa Febrer*

A veces resulta poco esclarecedor contestar una pregunta con otra pregunta; sin embargo, en esta ocasión es conveniente hacerlo y no se necesitan conocimientos especiales para responder:¿pueden los niños y las niñas o los jóvenes ver reconocido su derecho a la educación si no gozan de buena salud? ¿La buena salud se ve influenciada por la educación?

La respuesta es que resulta complicado acceder a unos niveles mínimos de salud sin unos conocimientos mínimos con respecto a qué entendemos por salud y cómo practicarla. Además, una persona enferma tiene pocas posibilidades de acceder a la educación.

La Organización Mundial de la Salud se ha pronunciado en repetidas ocasiones y de forma contundente acerca de la estrecha relación existente entre educación y salud. Sus afirmaciones van acompañadas de múltiples indicadores y han servido para reforzar los argumentos de otras agencias de las Naciones Unidas:

La educación es una herramienta básica para romper el fatídico círculo de la enfermedad, la pobreza, la desigualdad y la exclusión.

Los problemas de salud pueden socavar las inversiones en educación ya que algunas enfermedades mantiene a los niños y a las niñas lejos de la escuela. En otros casos, tienen que interrumpir prematuramente su educación para cuidar a familiares enfermos. Algunas enfermedades parasitarias tropicales reducen la absorción de nutrientes, afectan al desarrollo de las funciones mentales y comprometen los resultados educativos.

La educación y la salud se refuerzan mutuamente para que las personas puedan desarrollar plenamente su potencial humano.

La educación de las madres es un determinante primordial para la supervivencia de los niños y las niñas.

Asimismo, la educación es uno de los principales determinantes de la salud, es decir, las condiciones socioeconómicas, culturales y medio ambientales en las que las personas nacen, crecen y viven, entre las cuales se encuentra la educación, tanto formal como informal porque la educación es condición necesaria para alcanzar un nivel de bienestar físico, individual y colectivo y, por ende, lograr el desarrollo humano sostenible, en este caso, concretado en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 3 (garantizar una vida sana…) y número 4 (garantizar una educación inclusiva…).

En efecto, el ODS 4 apunta a garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje para todas las personas durante toda la vida. Para ello es necesario contemplar el ODS 3, garantizar una vida sana y promover el bienestar para todas las personas a lo largo de toda su vida, ODS que me permito enlazar con el artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales que proclama que las personas deben alcanzar “el disfrute del nivel más alto posible de salud”.

La educación y la salud son compañeras inseparables, como son inseparables la realización del derecho a la educación y el derecho a la salud, sin equívocas prioridades entre los derechos humanos porque hoy ya no existen derechos humanos de primera o de segunda generación y todos ellos, sean civiles, políticos, económicos, sociales o culturales, deben ser respetados, protegidos y garantizados por los Estados.

La realidad, sin embargo, nos presenta casos en los que nos empeñamos en establecer cierta“competencia” en el reconocimiento de los derechos humanos. Craso error que conlleva consecuencias muy negativas, especialmente, para las personas más vulnerables quienes desconocen, en muchos casos, que son titulares de derechos que también desconocen. Así se establece un círculo maligno que la educación puede y debe quebrar con el objetivo de formar e informar acerca de los derechos humanos, piedra angular de la convivencia humana, porque no solo la educación y la salud son inseparables, también son inseparables el acceso a la alimentación, al agua y saneamiento o el acceso a una vivienda digna, por citar algunos derechos humanos.

*miembro de la ONG española Prosalus, que trabaja desde 1985 por la promoción de la salud en varios países de África y América Latina.

Boletín de CPAL

 

Las Palabras

José María Rodríguez Olaizola SJ   

Hace tiempo el padre Álvaro Restrepo, instructor de la tercera probación, nos invitó a los jesuitas que en aquel momento compartíamos esa etapa de la formación a buscar «nuestro nombre». Se refería con ello a un texto del libro del Apocalipsis, donde dice:

 Quien tenga oídos escuche lo que dice el Espíritu a las Iglesias. Al vencedor le daré del maná escondido, le daré una piedra blanca y grabado en ella un nombre nuevo que sólo conoce el que lo recibe.

Álvaro decía que cada uno tenemos que encontrar el nombre único que Dios escribe para nosotros. Y con eso quería decir nuestra misión, nuestro talento, nuestra vocación. A mí al principio la idea me hizo gracia. Parecía que nos tocase buscar un nombre a la manera de los indios de las películas del oeste: «Toro sentado», «Águila negra», «Tambor en la llanura». Nosotros seríamos: «Apóstol veloz», «Profeta iracundo», «Predicador solitario» o algo similar, bromeábamos algunos compañeros.

Pero con el paso de las semanas, y más allá de la chanza, la idea me fue seduciendo, porque entendí que detrás había mucha verdad. Que cada uno tenemos una historia única. Como jesuitas nuestro itinerario es diferente y está lleno de memorias, heridas, aciertos, y nombres. Cada uno tenemos un carácter, una forma diferente de actuar, de construir el reino, y una misma espiritualidad, pero mil acentos a la hora de creer.  Y eso es lo que ponemos en común, para compartir una misión. Es un ejercicio bonito tratar de descubrir cuál es ese nombre único, tallado en una piedra blanca.

Han pasado los años y aún sigo buscando. Tal vez nunca llegue a saber con certeza cuál es ese nombre.

Pero sí sé algo que está escrito en mi piedra blanca.  Seguro que aparece, bien resaltado: «palabras». Nunca pensé, cuando estaba en la formación, que mi misión pasaría por las palabras, y sin embargo, he descubierto, en la escritura y en lo compartido en homilías, conferencias o conversaciones personales, que las palabras son herramienta, medio y capacidad que Dios ha puesto en mi vida.

Dice San Ignacio que el amor ha de ponerse más en las obras que en las palabras. Pero eso no significa que las palabras no importen. Porque el amor también ha de ponerse en ellas. Para que no sean envoltorio vacío. De hecho, ¿no es uno de los nombres más sugerentes de Jesús el que lo define como Palabra? Lo que nosotros decimos son apenas balbuceos, para intentar comunicar la Palabra que es Dios. Esa es la verdadera exigencia. Si se oyera su voz, transformaría el mundo.

Las palabras pueden acariciar, envolver, ayudar y acompañar. Pueden unirnos a las personas, aunque sea en la distancia. Nos ayudan a mostrar fragilidad, y a pedir u ofrecer ayuda.

También a pelear por lo que creemos justo, legítimo y verdadero. Es importante no abusar de ellas, y no convertirlas en humo, sino, en todo caso, dejar que sean fuego.

Hay muchas personas esperando algunas palabras distintas –en cuestiones de Iglesia,  sobre nuestra sociedad, sobre este mundo atribulado…– A veces me preocupa que, guardando muchos silencios por diplomacia, prudencia o sensatez, o porque nunca parece ser el momento, no estemos siendo transmisores de la Palabra que tiene que ser oída. Yo, sinceramente, a veces tengo miedo de callar demasiado.

Confiar y reconocer… como José

Dios se presenta en la intimidad. El Padre -que ve en lo secreto- elige lo pequeño y oculto para compartirse. Desde esa entrega, se hace fértil: la Palabra -‘Camino, Verdad y Vida-, no se entierra sino que se siembra.

Se siembra en José, en la intimidad del sueño. En el reposo de la razón, el corazón se abre a un nuevo lenguaje, para dialogar ‘como un amigo con otro’. Para compartir en el más hondo y sincero sótano del ser, la única certeza mayor que cualquier argumento: la fe.

Fe que es llamada al reconocimiento y a la confianza. Que pone en situación de confiar y vencer las incertidumbres; de arrojarse a la posibilidad y, también uno, sembrar la vida en el Otro que reclama con suavidad. Y acerca, también, la invitación a reconocerlo a Él y recalcular el centro del existir: desde la aridez hacia Su promesa; desde la propia pequeñez, a la Otra pequeñez, la Suya.

San Ignacio nos propone una espiritualidad construida sobre la base del reconocimiento: de tanto bien recibido, del conocimiento interno, de la contemplación, de que todo es gracia.

Somos invitados a reconocer nuestro fundamento en Dios, para la alabanza, el servicio y la reverencia. Alabanza que es reconocimiento del Bien y su celebración. Servicio en el don, que es compartir lo recibido, por iniciativa del Padre. Reverencia expresada la ofrenda de sí, al mayor amor y servicio en todo -y en todos.

Somos participados del conocimiento interno del Señor, para más amarlo y seguirlo. Un saber interior por la intimidad de la experiencia y, a la vez, profundo, que se abra al misterio inagotable de Su persona. Y así estrechar el lazo que nos une a Su sueño y pasión por los últimos, haciéndolos nuestros… y seguirlo.

Somos convocados a contemplar, dejando que Su divinidad escondida se proyecte -y nos impregne- de Verdad y Vida. Para abrazarnos al quebranto y dolor que comparte el Señor, identificado con el padecer del mundo… y hacernos, con Él, oblación.

Somos convidados a la alegría y al gozo de compartir la tarea y ‘oficio de consolar’ (EE 224), reconociendo -y haciendo manifiesta- la Resurrección por sus frutos (‘Verdaderos y santos efectos de ella’). Es Dios quien ha resucitado a Jesús; es Él quien vive en mí; es el mismo Jesús quien está entre nosotros.

En estas etapas, vamos construyendo la respuesta al Padre que, amándonos incondicionalmente tal como somos, nos sueña mejores de lo que vamos siendo. Con la confianza que Él deposita en nosotros y el reconocimiento de Su gracia, hacernos cargo de la tarea: sumergirnos en la misión que nos es dada.

Y en Navidad, nos llega el tiempo de despertar. De confiar en el sueño de Dios sobre nosotros. De reconocer Su presencia, puesta al cuidado de nuestras manos. Dejarnos impregnar por la Palabra y dar a luz una respuesta agradecida. Todo es gracia.

amDg

 

La nueva Cueva de San Ignacio

Por Javier Melloni SJ

Cada generación tiene su manera de expresar la búsqueda de Dios y de venerar los lugares donde esta búsqueda se ha producido con profundidad y autenticidad.

Esto es lo que sucede en la Cueva de San Ignacio, en Manresa. Cuando Ignacio llegó hace casi quinientos años, era una cueva abierta sobre el río Cardoner, desde donde se divisaba la silueta de la montaña de Montserrat. De este modo se incorporaba a una tradición eremítica anterior, presente en la ciudad. El Peregrino eligió la roca desnuda, como desnuda fue su experiencia mística.

Con el paso de los siglos, las diversas generaciones han venerado este sitio incorporando elementos que eran significativos en su tiempo como retablos, estucos o mármoles, para preservar la sacralidad del lugar. La última modificación se realizó a principios del siglo XX, con la reforma del vestíbulo que precede a la cueva, de estilo modernista. Además de los vitrales, mosaicos y bajo relieves hechos por Martín Coronas SJ, destacan los dos espléndidos ángeles de bronce de Josep Llimona en el umbral de la Cueva. Uno representa la vía ascética y el otro la vía mística, es decir, el hacer y el dejarse hacer propios de toda práctica espiritual.

Próximos al quinto centenario del paso del Peregrino por la Cueva, la sensibilidad de nuestro tiempo nos lleva a acercarnos lo más posible a la desnudez del lugar que él conoció. Al recuperar la atmósfera de roca y piedra, ¿posibilitamos que todas las generaciones se encuentren en el punto de partida, respetando también la sedimentación de la tradición?

Se trata del mismo criterio que se tuvo con la reforma de la casa torre de Loyola en 1991, cuando se celebró el quinto centenario del nacimiento de Ignacio, así como con las habitaciones (le Camerette) donde vivió los últimos años de su vida en Roma.

La intervención ha sido largamente reflexionada y consultada, entre otros, con el P. General de la Compañía de Jesús; él mismo la apoyó explícitamente cuando pasó por Manresa en noviembre de 2008.

Tres son las actuaciones más relevantes que se han realizado estos últimos meses: en primer lugar, encontraremos la Cueva más cerca de su estado original puesto que se ha retirado el arrimadero de mármol de 1900 que cubría hasta ahora la parte inferior de la pared derecha, dejando a la vista la roca; en segundo lugar, se ha colocado una mampara de vidrio en la entrada del vestíbulo que nos lleva a la cueva para favorecer ya desde lejos un clima de recogimiento y de oración; en tercer lugar, se ha desplazado la ubicación actual de la pequeña tienda para liberar una zona donde ofrecer las explicaciones a los visitantes. Este espacio se ha enriquecido con diferentes elementos, tanto el arrimadero de mármol procedente de la Cueva, cuanto la puerta que desde 1625 que hasta comienzos del siglo XX protegía la entrada y que se abrió el pasado 31 de julio con motivo del inicio del Año Jubilar del Camino Ignaciano.

Con estas modestas modificaciones, la comunidad de Jesuitas de Manresa creemos que se favorece un contacto más directo con la experiencia que tuvo San Ignacio.

De hecho, esta cueva contiene dos características que reflejan la esencia de la espiritualidad ignaciana: es recogida y abierta al mismo tiempo, es decir, conjuga contemplación y acción, interioridad y apertura al mundo, fecundas tensiones que se conjugan en este espacio, que cada vez es más visitado por personas de todo el mundo que vienen aquí a inspirarse.

Jesuitas España

 

Vales más de lo que piensas

Por Fabricio Alaña E., S.J.

En el año 2006 Carlos G. Valles sj, nos regaló un pequeño y bello libro titulado ¨Vales más de lo que piensas. Los principios de la autoestima¨ Sal Terrae, Santander,2006). Me inspiro en el primer relato que nos pone para ayudarte a pensar a ti, joven, todo lo que tú puedes aportar al mundo cuando te sientes bien contigo mismo, cuando descubres los valores que hay en tí, eres un ser que con tu edad puedes alumbrar a la humanidad, no solo a los que están cerca de ti, eres sinónimo de alegría, de fuerza, de vitalidad, no solo de problemas cuando padres y educadores no saben conectarse contigo, de crítica cuando observas y haces comentarios a veces fuera de lugar, cuando sabes confiar y contar las cosas eres transparente, eres auténtico. No te desperdicies, ¨vale más de lo que piensas¨. No caigas en lo fácil, lo barato o la ruta más corta del placer, del poder, del falso valer.

La valía que hoy hablamos es la de la persona feliz, que se va desarrollando equilibradamente, aprendiendo de sus errores, de los aportes de los demás, de la tradición. De allí la importancia de la educación, transmitir los valores ya vividos y que han sido positivos, pero también de construir con otros nuevas propuestas que respondan a nuevos desafíos y preguntas. El éxito de esta persona desarrollada estará en descubrir su propio talismán.

Veamos:

Había una vez una ardilla, a la que le iba muy bien en la vida: subía y bajaba por los árboles, cogía frutos, escondía piñas, jugaba y hacía carreras. Sin embargo, se sentía poco satisfecha y quería saber más. Por eso se fue a ver a un hombre muy sabio y viejo de la aldea y le pidió un talismán que la convirtiera en la más sabia entre todos los animales. El anciano le dijo que, para hacer el talismán tenía que traerle las lágrimas de un león, la leche de una búfala, el cuerno de un ciervo y una serpiente viva y entera. La ardilla ni corta ni perezosa, le dijo al león que un cazador se había llevado a sus cachorros y le enjugó las lágrimas con su pañuelo cuando lloró; ordeñó con cuidado una búfala; esperó que se le cayeran los cuernos a un ciervo con la primavera; y con la excusa de medir una serpiente pitón, la hizo tumbarse junto a un palo, la ató y se la llevó al sabio anciano.

El anciano le contestó: ¨Ya tienes el talismán. El talismán es tu inteligencia. Tú has hecho las cuatro cosas más difíciles del mundo. Eres más lista que el león, la búfala, el ciervo y la serpiente. Lo que pasa es que tú no lo sabías. Ese es el secreto que tenía que aprender. El talismán es que sepas el talento que tienes. Ahora ya lo sabes. Vete y úsalo bien¨.

Plan de Formación para Crecer en la Fe y el Servicio en Paraguay

Con la presencia de 30 futuros tutores y tutoras del Plan de Formación de nivel II de la CPAL, se inició el viernes 30 de octubre la etapa de aprontamiento de los tutores con el objetivo de empezar su implementación en toda la provincia, a principios del próximo año. El encuentro se llevó a cabo en la Parroquia Cristo Rey de Asunción.

Jesuitas, laicos y laicas acompañarán el proceso de formación de colaboradores y colaboradoras de todas las obras y sectores donde se encuentran trabajando en la misión común.

El clima fue muy alegre y participativo, primando un ambiente de mucho compromiso hacia la misión que se les estaba confiando.

Creemos que llegaremos a unos 40 tutores, lo que nos ofrece la posibilidad de formarnos en profundidad, a numerosos colaboradores y colaboradoras ignacianos.

El primer encuentro fue centrado en compartir el contexto del Plan, desde las prioridades de la CPAL y de la Provincia, y la motivación a la llamada a esta misión desde la gratuidad de Dios Colaboración que siempre nos llama a trabajar con Él en este mundo que tanto ama.

Cabe destacar que el encuentro se realizó en horario laboral de los participantes a los que sus directores dispensaron de sus tareas habituales a pedido del P. Provincial.

Agradecidos por esta llamada volvimos con el deseo de re encontrarnos pronto para seguir formándonos para servir mejor. Están fijados otros dos encuentros antes de la finalización del año y otro curso intensivo de fin de semana para tutores de obras más lejanas a Asunción.

A.M.D.G

CPALSJ