Como Niños

¿Qué tienen los niños que a los adultos nos resulta tan mágico? ¿Cómo podemos ser un poco más como ellos?

Por Clarita Alesandria

Será su ternura acentuada en una sonrisa lo que los hace especiales y totalmente mágicos, será su manera de ver el mundo como algo extremadamente grandioso, será su risa incontrolada o sus anhelos de convertirse en superhéroes a través de los sueños.

Quizás no, quizás no sea nada de todo eso, quizás su chispa esté definida por no reprimir lo que sienten; por ser auténticos, mostrar amor incondicional siempre, no tener miedo a una herida a causa de una aventura ganada o un reto por ser impulsivos y extremadamente sinceros.

Y entonces, ¿por qué a medida que el tiempo pasa, el cuerpo crece y el corazón se hace más exigente; el niño que éramos se queda atrás? ¿A dónde queda nuestro niño? ¿A dónde fue a parar nuestra capacidad de amar sin medidas? ¿Dónde los sueños y esas ganas de animarnos a sentir y a ser aventurados? Tal vez todo eso aún esté ahí, tal vez aún no se haya ido…

Para recuperarlo, para volver a sentir con esa intensidad sólo se trata de vencer las barreras que hemos construido y que, con el correr de los años, se tornan más duras y con más dificultades para ser traspasadas. Puede que no nos resulte fácil, puede que sea todo un desafío…

Llevemos el corazón a los lugares y a las personas con los que fuimos felices, muy felices… Llevamos el corazón a los momentos en los que, nuestra alma alborotada, nos pedía sentir más; a esos en los que no pudimos medirnos porque la magnitud con la que sentíamos era tan grande que nos desbordaba el cuerpo. Viajemos a las circunstancias en las que fuimos un cuerpo con alma de niño…

Y ahí, sólo ahí, habremos vuelto a sentir el pequeño que aún reside en nosotros con esa magia que lo envuelve y esa esencia que lo hace inigualable; sólo ahí habremos vuelto a sentir aquel niño que aún vive en nuestros momentos más felices y se deja interpelar por la ternura que guardan los sueños listos para ser vividos.

Fuente: Red Juvenil Ignaciana Santa Fe

 

En la Selva Boliviana, Amor a la Música y un Legado Jesuita

En algunos países de América Latina, las misiones jesuíticas han marcado fuertemente la identidad cultural, marcando una impronta en muchos aspectos, entre ellos, las expresiones artísticas.

Por Nicholas Casey

La vieja partitura no era fácil de leer. Era una copia de una copia de una misa latina compuesta en el siglo XVIII por Domenico Zipoli que cruzó el Atlántico y la mayor parte de América del Sur, solo para quedar guardada en una caja durante tres siglos en una ruinosa iglesia selvática, donde la humedad ha hecho de las suyas.

Además están las termitas. Los insectos se comieron una buena parte de la misa, incluyendo los compases 22 y 23.

Aunque gran parte de la obra de Zipoli ha desaparecido en su nativa Europa, al este de Bolivia ha logrado sobrevivir  junto a su vasta tradición musical barroca, que resuena por las tierras bajas tropicales.

Aquí, cerca de la frontera entre Brasil y Paraguay, es posible encontrar clavecines y laúdes en los pueblos más pequeños. Los lauderos han construido violines con cedro local durante siglos.

Tesoros de manuscritos antiguos, redescubiertos recientemente en archivos parroquiales, han revivido a Zipoli y otros compositores del periodo, cuya música se toca en escuelas primarias y por la radio. “El barroco es nuestra tradición aquí”, dijo Juan Vaca, un archivista de Concepción, que pasaba las hojas a punto de desmoronarse de la misa de Zipoli con un par de guantes y una pequeña vara.

Esa música es uno de los legados de los misioneros jesuitas, quienes dejaron una cápsula del tiempo musical en Bolivia. En el siglo XVIII, partes de lo que ahora es Paraguay, el este de Bolivia y el sur de Brasil eran vastas selvas donde había pueblos nativos seminómadas y comerciantes de esclavos que los cazaban. Los imperios español y portugués rodeaban estas selvas.

Los jesuitas descendieron a la selva con la doble meta de convertir a las tribus indígenas y protegerlas de la esclavitud. Durante el proceso, formaron un Estado dentro del Estado, gobernado por los sacerdotes y los caciques locales.

Este oscuro rincón de la historia latinoamericana tuvo su breve aparición en los reflectores de Hollywood con el lanzamiento en 1986 de la película La misión, protagonizada por Robert De Niro.

“Se trataba de construir una sociedad diferente, una especie de utopía con educación, autosuficiencia y, por supuesto, música, que era la manera en que los jesuitas evangelizaban”, dijo el padre Piotr Nawrot, un sacerdote católico de Polonia que vive en Bolivia y participó en la recuperación de algunas de las partituras barrocas originales.

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En general, el historial de la Iglesia católica en la zona fue ambiguo. Aceptó sacar a muchos grupos indígenas de las misiones que habían construido para resolver una disputa territorial entre España y Portugal. Como se negaron a irse, algunos de los pueblos indígenas tuvieron que pelear en una guerra sangrienta y muchas de las iglesias cayeron en desgracia.

Sin embargo, entre los bolivianos de las tierras bajas, el legado de la música barroca sobrevivió, incluso siglos después de que las comunidades indígenas perdieron la tradición de leer música y comenzaron a aprenderse las piezas de oído.

Para comprender la fuerza con la que esa tradición permanece hoy en día, basta con observar lo que sucede en Urubichá, un pueblo campesino al noroeste de Concepción, al final de un camino de terracería que bordea un pantano y al que se llega solo después de cruzar diez puentes a través de la densa selva.

Este pueblo de ocho mil habitantes tiene una escuela de música con quinientos alumnos: casi todos los niños del lugar. A la hora del almuerzo, los niños caminan por la plaza del pueblo cargando estuches de instrumentos en la espalda. Hablan guarayo, el idioma nativo.

“Los guarayos viven con esta música en el alma”, dijo Leidy Campos, de 32 años, quien enseña música en el pueblo. “La gente aquí dice que nace con un violín en las manos”.

Cruzando un campo desde las aulas, Ideberto Armoye, un maestro de carpintería, estaba en un taller rodeado de violas y violines a medio hacer, que se fabrican con cedro y caoba locales. Son las únicas maderas que pueden soportar el calor tropical, según comentó.

Para demostrar su argumento, sacó un violín llegado recientemente de una fábrica china.

“A este instrumento puede pasarle cualquier cosa, mire esta gran cuarteadura”, dijo.

Pese a que muchas de las piezas de esa época se han transmitido de manera oral en las familias bolivianas, se pensaba que las orquestaciones y obras corales se habían perdido. Durante años permaneció como uno de los misterios de la época: aunque la música barroca había sido el puente entre los jesuitas y los bolivianos, nadie sabía exactamente cómo sonaba.

“Tuve que hacer un gran esfuerzo mental para imaginar cómo habría sido”, dijo Ennio Morricone, quien compuso la banda sonora de La misión años antes de que las partituras se descubrieran, usando una combinación de influencias europeas e indígenas.

En la década de los noventa, Nawrot llegó en busca de lo que podría haber quedado de la música escrita, lo que lo llevó a la zona de los moxos, mucho más al oeste. Les preguntó a los ancianos del pueblo sobre manuscritos de aquellos tiempos pero, según contó, ellos tenían preguntas que hacerle a él.

“Me cuestionaron durante tres horas sobre mi fe y mi religión”, recuerda Nawrot. “Los papeles se cambiaron por completo”.

Finalmente, los líderes moxos le revelaron algo que lo dejó atónito. Miles de páginas de manuscritos, incluyendo desde música de óperas barrocas hasta conciertos para un solo instrumento, algunos de los cuales se habían copiado apenas en 2005, habían sobrevivido.

Los copistas incluso firmaron algunas de las partituras con la leyenda “Maestro capilla”, un título de la época del barroco usado por compositores como Johann Sebastian Bach.

“El manuscrito nunca se perdió, solo no sabíamos que existía”, dijo el sacerdote.

Durante gran parte de la década de los noventa, Nawrot trabajó con Vaca, el archivista de Concepción, para reunir otra colección de partituras que se habían encontrado en la década de los setenta, incluyendo los manuscritos de Zipoli que se habían comido las termitas.

El cuerpo de la obra, que incluye tanto copias de piezas conocidas como otras desconocidas y escritas en Bolivia, ahora se conoce en los círculos de música clásica como Barroco Misional.

Esta música cuenta con admiradores más allá de las tierras bajas bolivianas. Uno de ellos es Ashley Solomon, profesor del Royal College of Music de Londres, quien viajó a la ciudad de Santa Cruz el pasado abril para dirigir un festival de música barroca celebrado cada dos años en las antiguas misiones jesuitas.

“Tomaron esta música y la hicieron suya; es más alegre, más optimista, dijo Solomon. “Su música eleva el espíritu en lugar de ser una autoflagelación, que es lo que se observa en mucha de la música clásica occidental de la misma época”.

Además, las piezas son más cortas, dijo Solomon, y están escritas en incrementos pequeños que capturan más fácilmente la atención, que ahora tiende a distraerse más que antes.

Una noche reciente, no mucho después de la puesta de sol, César Cara, el director académico de la escuela de música de Urubichá, condujo a su orquesta de estudiantes en un ensayo de la “Sonata XVIII”, una partitura de un compositor anónimo que la escribió en algún lugar de los cerros circundantes en el siglo XVIII.

Un gran insecto se arrastró por el suelo mientras el coro esperaba su turno. Una de las sopranos lo aplastó con el pie y lo pateó hacia los violines.

“Queremos que la gente nos aplauda por nuestro nivel”, dijo Cara, y señaló que sus alumnos tocaron hace poco con un grupo visitante de la Escuela Juilliard en uno de los conciertos del festival.

Solomon, el músico británico, dijo que hay mucho talento en Bolivia y que los habitantes del pueblo tienen una conexión con la música que es inusual en Europa, donde la música clásica tiende a vivir separada de la cultura popular.

Solomon recordó que hace años dio un concierto en San Javier, al oeste de Concepción, donde hay una misión jesuita de gran extensión cuya fachada de madera da a la plaza principal.

Cuando su grupo, Florilegium, comenzó a tocar un concierto para flauta del siglo XVIII, “Pastoreta Ychepe Flauta”, quedó sorprendido al escuchar a miembros de la audiencia, gente del pueblo que conocía la pieza, tarareándola también.

“Podríamos tocar ‘Las cuatro estaciones’ de Vivaldi en Londres y nadie la seguiría”, dijo Solomon. “Pero en Bolivia la gente se apropió de la música, y así llegó a la esencia de aquello de lo que se trata”.

Una versión anterior de este artículo identificaba a la obra de Zipoli como Misión Barroca; el nombre correcto es Barroco Misional.

Fuente: New York Times

 

Entrevista al Padre José Funes SJ, ex director del Observatorio Vaticano

En una entrevista con el portal de noticias “Puntal”, el Padre José Funes SJ, exdirector del Observatorio Astronómico del Vaticano, habló de la relación entre ciencia y religión; la vida en otros planetas y el origen del mundo, entre otros temas.

¿Cómo se plantea la relación entre la ciencia y la religión?

Todavía hoy se presenta a la ciencia y a la religión como enemigas, pero en realidad deberíamos verlas como compañeras de viaje en el camino que emprendimos hacia entender un poco mejor el universo en el que vivimos y a la realidad que nos rodea. El desafío es entender que ciencia y religión no están en guerra y que pueden colaborar mutuamente en temas que tienen que ver con el comienzo y el final del universo y el origen de la vida en el universo. La vida ha evolucionado. También ha habido una evolución social en el ser humano. Son muchas las disciplinas que involucran la comprensión de la vida en la tierra y la vida inteligente.

¿A qué se refiere cuando habla de vida inteligente?

Todavía no tenemos pruebas de que exista vida, aun en formas más primitivas, en otras partes del universo. De todas maneras, desde siempre la humanidad se ha hecho la pregunta sobre si estamos solos en el universo o si hay algunos otros seres inteligentes que pueden comunicarse con nosotros. Creo que es un tema que ha fascinado a la humanidad y que puede ser un punto de partida en la escuela secundaria para tratar temas como son el origen del universo, el origen de la vida, cómo surge la inteligencia, el ser humano, etcétera.

¿Por qué a la Iglesia Católica le interesa saber si existe vida en otras partes del universo?

Fundamentalmente porque somos curiosos. Por eso se desarrolla también la ciencia. Es decir, salir de nosotros mismos, de nuestro mundo, dejar de ser autorreferenciales y abrirnos a otras posibilidades de vida. Pasa por ahí.

La ciencia y la religión no están muy de acuerdo sobre el origen de la vida…

No es que no estén de acuerdo. Desde el punto de vista científico, al día de hoy todavía no sabemos cómo se originó la vida. Sí se sabe que hay evidencias de que ha habido evolución biológica. Desde el punto de vista religioso, desde la fe, nosotros sabemos que toda vida proviene de Dios. De algún modo, Dios comunica esta vida y permite que la vida siga existiendo y se siga difundiendo. Son distintos modos de acercarnos a la realidad de la vida, pero se pueden complementar y ayudar mutuamente. Tanto la ciencia como la religión pueden arrojar luz sobre esta cuestión.

Más allá de que hasta ahora no se haya comprobado que exista vida en otro sitio que no sea la tierra, ¿hay algún indicio de que podría haberla?

Todavía no hay ninguna prueba. Sería una gran noticia que, por ejemplo, se descubriera vida en el sistema solar en lugares como pueden ser el planeta Marte o en las lunas de los planetas como Júpiter y Saturno, pero todavía no ha ocurrido. Sí se sabe, desde la astronomía, que hay exoplanetas que orbitan alrededor de otras estrellas en las que se han encontrado planetas que son semejantes a la tierra y que se ubican dentro de lo que se denomina zona de habitabilidad de la estrella. Es decir, aquella región del espacio donde podría existir agua en estado líquido. Por el momento, eso es lo que sabemos. La búsqueda de vida y de vida inteligente plantea muchos interrogantes: cómo definimos la vida, qué es la vida, cómo podríamos decir que un organismo es un viviente, entre otros. También si existe alguna gramática universal que nos permita comunicarnos con otros seres inteligentes. Son muchas las cuestiones que están abiertas.

¿Qué lo ha llevado a usted a involucrarse sobre este tema?

Yo soy astrónomo y he estudiado filosofía y teología, tengo un doctorado en Astronomía por la Universidad de Padua (Italia). Trabajé en el Observatorio del Vaticano por 15 años, 9 de los cuales como director. En ese marco, propuse un congreso sobre astrobiología sobre la búsqueda de vida inteligente en el universo en la Pontificia Academia de las Ciencias.

¿Cómo es trabajar en el observatorio? ¿Qué se hace allí?

El Vaticano tiene un observatorio porque, sobre todo en el siglo XIX, se presentaba a la Iglesia como enemiga del desarrollo y del conocimiento científico. En ese marco, el papa León XIII propuso la creación del Observatorio Vaticano para mostrar que la Iglesia promueve el conocimiento y la investigación científica de calidad. Así nació el observatorio, para poner en evidencia que la Iglesia no se opone a la ciencia. Los trabajos del observatorio van desde el estudio de los meteoritos en el sistema solar, los posibles objetos que están cerca de la tierra, las estrellas de las galaxias que son semejantes al sol y que pueden albergar planetas semejantes a la tierra y también las galaxias cercanas.

¿El Observatorio Vaticano trabaja de manera autónoma?

Es una institución independiente que pertenece al Vaticano y tiene dos sedes. El núcleo principal de investigadores forma el “Grupo de Investigación del Observatorio Vaticano”, que ocupa dependencias en el Observatorio Steward de la Universidad de Arizona (Estados Unidos); mientras que la sede central se encuentra en el Palacio de Castel Gandolfo, en Italia, compartiendo el edificio de descanso del Papa en esa localidad.

Hay muchas personas que no creen en ninguna religión. El hecho de que desde la Iglesia Católica se interioricen en este tipo de temáticas, ¿busca satisfacer la demanda de aquellos que no creen en las respuestas que se dan desde el dogma?

Es cierto eso. El de la no creencia es un fenómeno complejo que tiene distintos factores. La falta de fe en muchas personas no puede ser atribuida a una sola razón. Hay un mito que habla de que todos los científicos son ateos, y eso no es cierto. Hay ateos y agnósticos también entre los abogados e ingenieros, por ejemplo. No creo que la falta de fe o la increencia estén vinculadas al hecho de tener conocimiento científico. También hay que decir que no es que recién ahora la Iglesia Católica se ocupa de promover la ciencia, lo ha hecho históricamente. De hecho, la Iglesia se ha interesado por la fundación de las primeras universidades. Sin ir más lejos, la Universidad Nacional de Córdoba fue fundada por el obispo Trejo y desde sus inicios los jesuitas se hicieron cargo. Tener una universidad significa ocuparse de la humanidad, de la cultura y de las ciencias. En definitiva, no es que hoy la Iglesia se ocupa de las ciencias para contrarrestar el fenómeno de la no creencia. Un aspecto importante de la misión de la Iglesia es el diálogo con las personas de distintas creencias y culturas. La ciencia es un espacio donde la Iglesia también puede evangelizar y dar una buena noticia.

De todas maneras, hubo tiempos en los que la Iglesia persiguió a los científicos…

Sí, el caso más claro es el de Galileo Galilei, pero no debemos olvidarnos de que Galileo era católico, él nunca dejó a la Iglesia Católica. Esto también le ocasionó un sufrimiento. La tensión que hubo y que hay entre ciencia y religión se puede resolver pensando en el presente y en el futuro desde el diálogo, en la colaboración y en el esfuerzo de tratar de ponerse en el lugar del otro. Esto no quiere decir que no haya habido conflictos, pero hay que decir que la Iglesia ha contribuido y contribuye a la difusión del conocimiento.

¿El desafío es crear más canales de diálogo con la ciencia?

Sí, eso es lo que tratamos de hacer. Es importante mostrar que la fe no es algo irracional y que no es una cosa de locos creer en Dios. El desafío es mostrar que se puede hacer ciencia y, al mismo tiempo, ser creyente.

Es común que se plantee el hecho de que la religión va en contra de la razón…

No es que creemos contra toda evidencia de la ciencia. No es así. Tratamos de hacer el esfuerzo de entender muchas cosas desde la fe. Parte de ese esfuerzo es hacer ciencia con el método científico. Investigar como lo hace cualquier científico, creyente o no. La ciencia no es atea o creyente. La ciencia tiene su método científico y su objeto de conocimiento. La persona que realiza la investigación científica es la que puede ser atea, agnóstica o creyente.

¿Cuál es el punto de mayor tensión entre la ciencia y la religión en el presente?

Es difícil señalar un tema concreto. En los últimos 50 o 60 años, el tema de discusión ha sido el origen del universo. En el presente, la mayor tensión pasa más por la parte biológica. El origen de la vida puede ser uno de los temas de discusión. Después, hay quienes hablan de evolución posbiológica, es decir, de la evolución controlada. En ese sentido, debemos evaluar hasta qué punto es válido éticamente hablando. Se están dando progresos notables sin reflexionar demasiado. Esto requiere un debate de la sociedad en su conjunto. Debemos pensar con un poco más de cuidado hacia dónde vamos. El tema de la inteligencia artificial y la evolución controlada o diseñada son los temas más urgentes.

Fuente: Diario Puntal

Francisco a los Consagrados: Oración, Pobreza y Paciencia

El papa Francisco recibió el 4 de mayo en el Aula Pablo VI a cerca de setecientos participantes del Congreso Internacional promovido por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, a quienes alentó a mantener fuerte “la oración, la pobreza y la paciencia”.

“Hoy suceden tantas cosas que para no perderse en este mundo, en la neblina de la mundanidad, en las provocaciones, en el espíritu de guerra, necesitamos criterios auténticos que nos guíen en el discernimiento”, sostuvo.

El pontífice puntualizó que “la oración es volver a la primera llamada, a la Persona que me ha llamado” y agregó: “Es lo que hace que yo trabaje para ese Señor, no para mis intereses o para las instituciones para las que trabajo”.

“Sin el ‘aire’ de la oración tal vez seríamos buenas personas, cristianos, católicos que trabajan en muchas obras de la Iglesia”, completó, al tiempo alentó a renovar la consagración “continuamente en la oración, en un encuentro con el Señor”.

Para explicar la pobreza en la vida consagrada, el Papa citó las Constituciones de San Ignacio, quien afirmaba que “la pobreza es la madre, es el muro de contención de la vida consagrada”.

«Tres escalones» que llevan de la consagración a la mundanidad religiosa

Primero, el dinero, es decir la falta de pobreza. Segundo, la vanidad, que va desde el extremo de pavonearse a pequeñas cosas de vanidad. Y tercero, la soberbia, el orgullo”, detalló.

Francisco afirmó que desde allí “parten todos los vicios” y explicó que si se custodia el primero de los escalones, es decir, el de la pobreza, los demás no vienen. “De ahí que la pobreza sea el muro que defiende del desarrollo mundano que tanto daña cada consagración”, subrayó.

Asimismo, explicó que sin la paciencia, es decir, sin la capacidad de padecer, sin “entrar en paciencia” como Jesús, una vida consagrada no puede sostenerse. E indicó que se trata de la paciencia que va desde las pequeñas cosas de la vida comunitaria, hasta el sacrificio de sí mismos:

“Sin paciencia se entienden las guerras internas de una congregación”, observó, y añadió: “Sin paciencia se entiende el afán de hacer carrera en los capítulos generales”.

Francisco aclaró que se trata “no sólo de la paciencia en la vida comunitaria”, sino también de la paciencia «ante los sufrimientos del mundo”, es decir, “llevar sobre las espaldas los problemas y sufrimientos del mundo”.

También denotó la falta de paciencia ante la escasez de vocaciones, que ha llevado a algunas congregaciones a la opción del ars bene moriendi, es decir, el “arte de bien morir”.

“¿Falta la paciencia y no las vocaciones no vienen?”, preguntó, y planteó: “Vendemos y nos apegamos al dinero, por cualquier cosa que pudiese suceder en el futuro. Esta es una señal de que se está cerca de la muerte: cuando una Congregación comienza a apegarse al dinero”.

El Papa invitó a preguntarse si este “ars bene moriendi”, reside en los propios corazones de los consagrados, al afirmar que “sin paciencia no se puede ser magnánimos, no se puede seguir al Señor: nos cansamos. Lo seguimos hasta un cierto punto y a la primera o segunda prueba, adiós. Elijo el ars bene moriendi”.

El ars bene moriendi es la eutanasia espiritual de un corazón consagrado que no da más, que no tiene el coraje de seguir al Señor”, sostuvo.

Por último, Francisco pidió a los consagrados “estar atentos” a la oración, a la pobreza y la paciencia, y los animó a continuar con los estudios, el trabajo y a hacer propuestas buenas, «que siempre tengan la mirada que quiere Jesús».

Fuente: AICA

 

Educar para la Reconciliación y la Justicia

Una selección de textos para profundizar en la Educación para la Reconciliación y la Justicia.

Las instituciones educativas de la Compañía de Jesús responden a la misión de “reconciliación y justicia” (CG 36: Decreto nº 1), con propuestas pedagógicas que afirman la formación de hombres y mujeres para los demás, responsables de sí mismos y del mundo que les rodea, conscientes, compasivos, competentes y comprometidos en la construcción de una sociedad fraterna y justa. Este es el ideal de la educación jesuita, sello de la educación de calidad que se aspira y reto permanente para la búsqueda innovadora.

¿Se educa, se puede educar y Educar para la Reconciliación y la Justicia cómo educar para la reconciliación y la justicia en las obras de la Compañía? El debate lo inició el P. Pedro Arrupe en 1973, cuando en el X Congreso Europeo de las Asociaciones de Antiguos Alumnos formula la célebre pregunta: “¿Los hemos educado para la justicia? Y responde: “creo…con toda humildad que no”, y pasó a explicar la idea de justicia a la luz del Evangelio y de los signos de los tiempos, para luego exponer sus consideraciones sobre el tipo de persona que sirve a ese ideal: el hombre para los demás.

Esta línea de pensamiento sobre el deber ser de la educación en los colegios de la Compañía la prosiguen los sucesivos Padres Generales en diversos escritos.

También los Padres Generales se han referido específicamente a la educación universitaria.

El Centro de Pedagogía Ignaciana ha hecho una selección de textos que pueden ayudar a profundizar en la cuestión de la educación en la Fe y la Justicia en las Instituciones de la Compañía. Compartimos aquí esa selección:

Fuente: Centro Virtual de Pedagogía Ignaciana

 

Caminos hacia Dios: las Ventanas

Una reflexión sobre abrirse al Otro y encontrar a Dios en él.

Por Emmanuel Sicre, SJ

Muchas veces cuando me encuentro con alguien de manera despejada alcanzo a percibir su ventana interior. Un espacio con ángulos de abertura móviles como librados a la intensidad del viento. Y si me quedo allí, al son de la escucha atenta de su historia, de sus frases, de sus gestos, logro vislumbrar que el buen Dios me saluda haciendo una breve reverencia desde adentro. Dependiendo de las palabras que compartimos y el amor con que son dichas, la ventana se abre más o se entorna.

Debo confesar que, más de una vez, esa ventana del otro ha estado tan abierta que Dios ha salido de allí y me ha acariciado el rostro. Sólo el silencio es testigo de que entonces mi propia ventana se abrió de par en par para abrazar y aceptar las ventanas que somos cada uno con su historia a cuestas.

Fuente: Pastoral SJ

 

Reflexión del Evangelio – Domingo 20 de Mayo

Evangelio según San Juan 20, 19-23

Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.

Reflexión del Evangelio – Por Maximiliano Koch SJ 

La liturgia de este domingo nos invita a recordar, hacer presente y abrirnos a las invitaciones que el Espíritu Santo nos hace. Poco sabemos acerca de esta Persona de la Trinidad, puesto que las Escrituras han descripto, más que nada, las acciones del Padre y del Hijo. Sin embargo, las lecturas de hoy nos ayudan a reconocer cómo actúa y qué produce su acción.

El Espíritu nos invita a salir y anunciar

La Primera Lectura nos recuerda el momento en que los discípulos, visitados por el Espíritu, recibieron el don de anunciar lo que ellos habían experimentado al estar cerca de Jesús, con independencia de las culturas, las lenguas, las tradiciones. Así, un pequeño grupo de seguidores expandió una forma de vivir, de relacionarse, de amar, buscando lo que une a los seres humanos por encima de cualquier diferencia.

El Espíritu nos invita a anunciar. El anuncio puede ser incómodo y puede llevar a que experimentemos el rechazo. A lo largo de los tiempos –y, lamentablemente, aún hoy en algunos lugares-, cristianos fueron perseguidos, torturados y asesinados por invitar a otros que reconozcan a Jesús como el Salvador. Los Apóstoles también padecieron la incomprensión y, aun así, frente a un tribunal inquisitorio, se animaron a decir: “no podemos callar lo que hemos visto y oído” (Hch 4,20).

El Espíritu nos invita a anunciar, a llevar un mensaje, a compartir un modo de vida, en el que la comunión fraterna prevalezca por encima de las condiciones sociales, económicas, culturales. Bienaventurados los que escuchen esta invitación y se animen a salir de las comodidades para acercarnos a los necesitados de la Palabra, del pan y del amor.

El Espíritu nos invita a buscar la unidad en nuestra diversidad

Los desafíos no solo se presentan frente a aquellos que no conocemos y que carecen de un proyecto o sentido de vida o sufren la marginación, discriminación o desigualdad. También aparecen junto a aquellos con los que compartimos nuestra vida cotidianamente: compañeros de trabajo, amigos, familia. Solemos experimentar que las relaciones no siempre son fáciles y que lazos profundos se distancian por las diferencias en los modos de actuar, en creencias, de ideales.

También el Espíritu nos impulsa a romper estas dinámicas de desconfianza, a reconocer en el otro a un hermano y compañero de camino. Nos conduce a romper todas las lógicas humanas y mirar aquél proyecto que nos une a pesar de las diferencias. Sentimos en nuestro interior que todos los argumentos que hemos almacenado y cuidado para justificar rencores y resentimientos se caen y parecen vacíos. Y deseamos abrazar al otro y acogerle sin buscar palabras que lo justifiquen.

Pudiendo reconocer que lo que nos une es que “Cristo es el Señor” y que a esto lo pronunciamos guiados por el Espíritu (1 Cor 12,3), podemos ver que las diferencias no son amenazas. El ‘otro’ no es un enemigo y sus ideas y sus modos son posibilidad de conocer nuevas formas de amar o, simplemente, de entender la realidad que nos proponemos transformar.

Bienaventurado los que escuchan esta invitación y se animan a tender puentes con los distanciados, los diferentes, los que necesitan ser acogidos.

El Espíritu nos invita a amar como Dios nos ama

Finalmente, según el Evangelio, somos invitados por el Espíritu a entrar en la dinámica del amor de Dios y actuar con nuestros hermanos como Él mismo actúa. Irracionalmente, sentimos deseos de darnos gratuitamente a los demás, sintiendo que esto nos dará vida en plenitud. Lo que nos motiva no es que los demás merezcan ser amados, sino la acción del Espíritu que nos lleva a cumplir aquel mandamiento que Jesús nos dejó.

Y así, entrando en la lógica del amor de Dios, se nos invita a perdonar, a liberar a las personas de sus cargas, de sus culpas, de sus sufrimientos. Jesús nos enseña que el perdón no se ejerce desde el poder y la distancia, sino compartiendo el pan, los sufrimientos, la palabra. El perdón opera cuando acogemos incondicionalmente la vida del otro y le ayudamos a descubrir los horizontes que el Señor le ofrece.

El Espíritu nos invita, de este modo, a ser prójimos, a no tener miedo a mirarnos a los ojos y escuchar la palabra del otro, sus sentimientos, dolor y deseos. Bienaventurados quienes escuchen esta invitación y se conviertan en reconstructores de ciudades en ruinas, repobladores de lugares arrasados (Is 58,12).

Fuente: Red Juvenil Ignaciana Santa Fe 

De la Reflexión Encarnada

Hacer carne aquellos que pensamos y decidimos; dentro del mundo en que vivimos, que nos lleva a comprometernos con los demás y con las realidades de injusticia que atraviesan.

Por Fernanda Guevara-Riera

Nosotros tomamos nuestro destino en manos, nos convertimos en responsables de nuestra historia mediante la reflexión, pero también mediante una decisión en la que empeñamos nuestra vida; y en ambos casos se trata de un acto violento que se verifica ejerciéndose.

Estar arrojados al mundo implica estar en el mundo con los otros, ser mundo, ser parte del mundo y construir co-mundo y, sobre todo, sentir el mundo porque respiramos y transpiramos mundo, caminamos, reímos y lloramos mundo junto con los otros; es decir, estar en el mundo arrojados con los otros es estar “tocados” por el mundo y por todo lo que acontece en él, supone conmoción por el mundo en el que existimos e, inclusive, inquietud y angustia por el mundo que somos y por el que nos toca construir a futuro.

No podemos, entonces, darle la espalda al mundo cuando éste nos reclama una reflexión comprometida frente a las injusticias sociales que padece el prójimo porque nos estaríamos negando a nosotros mismos, a los otros y al mundo entero y, con él, a todas las posibilidades que tenemos para crecer en fortaleza y plenitud como seres humanos.

Hoy nos aproximaremos al prójimo con el cual construimos mundo, somos mundo y albergamos mundo a partir de una reflexión encarnada, hecha cuerpo, que defiende con un pathos de cercanía afectiva nuestra necesaria relación con el otro para construir Humanidad. Haremos nuestro recorrido con una reflexión encarnada que reconoce y sostiene la necesidad que tenemos como mundo de construir puentes cada vez más sólidos entre nosotros, puentes para acercarnos y volvernos próximos, puentes que nos permitan superar todo aquello que nos distancia como seres humanos y que nos impide la construcción de un mundo más humano y humanizante.

Reflexión que siente: El cuerpo

Inspirados en Merleau-Ponty, vamos a aproximarnos al otro más allá de la reflexión argumentativa lineal que nos explica las razones ineludibles de nuestra intersubjetividad. Esto es así porque nuestra reflexión también se sostiene en una inteligencia sentiente (Zubiri), es más, nuestra reflexión es prioritariamente una racionalidad hecha cuerpo, encarnada que siente dicha y padece dolor y que nos invita a abordar al mundo envolviéndonos con él. Considero que para comprendernos y comprender al prójimo más cercanamente y construir un mundo solidario de cercanías debemos apelar a esa razón que siente porque somos también cuerpo que siente y “yo no estoy en el espacio y en el tiempo, no pienso en el espacio y en el tiempo, soy del espacio y del tiempo y mi cuerpo se aplica a ellos y los abarca”.

Reflexión encarnada, hecha cuerpo

Cuando se siente la reflexión, cuando la hacemos cuerpo, cuando encarnamos nuestras convicciones y nos conducimos y sentimos en ellas y por ellas somos la experiencia de la reflexión encarnada. Nuestra relación con nosotros mismos y con los otros no parte de una escisión entre nosotros con el mundo y menos de un dualismo antropológico que concibe, por un lado, al cuerpo con sus pasiones y, por el otro, a la razón con su capacidad reflexiva. Más bien, somos el empeño en sostener una comunicación interior cercana con nosotros mismos y con los otros porque nos experimentamos y reconocemos en una reflexión encarnada que participa y se ennoblece cuando se imbrica, relaciona y acompaña haciendo mundo con los otros, construyendo Humanidad, disminuyendo la crueldad que padece el prójimo cuando es víctima de situaciones injustas que -con sus actos discriminatorios y vejatorios- merman su dignidad y lo debilitan.

“El cuerpo es el vehículo del ser-del-mundo, y poseer un cuerpo es para un viviente conectar con un medio definido, confundirse con ciertos proyectos y comprometerse continuamente con ellos”.

Nuestro anclaje en el mundo es también el cuerpo con sus emociones, pasiones y afectos y éstos merecen ser abordados con una racionalidad que los sienta interiormente y que los encarne cercanamente con la finalidad de edificar un camino constructivo para las relaciones humanas. Se trata de comunicarnos profundamente con nosotros mismos y con el prójimo con una razón encarnada que nos abrace comprensivamente haciendo frente a todo aquello que nos impida construir un mundo digno que promueva la libertad y la paz social.

Encarnar la reflexión y experimentarnos en ella significa estar un poco más con nosotros mismos, más humanamente, con mayores cuotas de sensibilidad, disponibilidad y apertura en tanto que “el cuerpo es eminentemente un espacio expresivo” (3). Porque se trata de cultivar esa existencia espiritual elevada que pensamos y anhelamos como logros de mayor humanidad en nosotros y, por ello, la expresamos en el acto de cultivar una reflexión que se nutra de afectos, emociones y disposiciones constructivas, sanas, saludables como el amor, la honestidad, la generosidad, la humildad y la solidaridad.

Mundo solidario de cercanías

Esta relación reflexiva cercana con nosotros mismos y con el otro, este estilo de ser, nos otorga la paz espiritual, la salud vital y la lucidez existencial para construir un mundo solidario de cercanías. Considero que gracias a la reflexión encarnada tenemos mayores posibilidades de hacer reales y efectivos los Derechos Humanos y de erradicar la enfermedad social de las discriminaciones sociales y de los autoritarismos excluyentes al promover -con nuestra luchas y nuestras causas justas- un mundo más solidario y tolerante en el cual nuestros hijos tengan esperanzas de vivir una vida plena, para bien y con sentido.

La reflexión encarnada muestra, además, que estamos comprometidos en escucharnos y en no abandonar al prójimo cuando éste se encuentre enfrentando una situación adversa o desfavorable para su integridad, más bien, nos auxilia para alcanzar a comprender con implicación afectiva el mundo del otro, permitiéndonos nutrir nuestra sensibilidad que, a fin de cuentas, es aquella que nos humaniza, que nos engrandece como personas y que nos lleva siempre a ponernos en el lugar del otro y a no desfallecer nunca en la tarea comprensiva de hacer del mundo, un mundo cada vez más humano.

La reflexión encarnada, hecha cuerpo, que hoy les he ofrecido favorece la comunicación porque promueve la voluntad de escucha, incentiva la tolerancia, hace germinar en las relaciones humanas la ternura, el perdón y la reciprocidad. Nos acompaña y nos insta, finalmente, a ponernos en el lugar del otro construyendo un mundo para la libertad, de encuentros comprensivos, sin discriminaciones ni exclusiones entre unos y otros.

Fuente: Entre Paréntesis

Asumir la “Ecología Integral” para Cuidar la Casa Común

El obispo de Lomas de Zamora y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (Cepas), monseñor Jorge Lugones SJ, presentó el 27 de abril la carta pastoral “Discípulos misioneros custodios de la casa común. Discernimiento a la luz de la Laudato si’”, del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam).

La presentación se realizó en el predio de los Santos Latinoamericanos de la localidad bonaerense de Fiorito, donde el prelado aseguró que “el cuidado de la casa común no es una moda u opción que pueda o no hacerse”, por lo que consideró importante que “nos unamos, nos informemos y eduquemos sobre el cuidado de la casa común”.

Participaron del encuentro los obispos Fernando Maletti (Merlo-Moreno, y además miembro de la Cepas), Jorge Torres Carbonell (auxiliar de Lomas de Zamora) y Jorge García Cuerva (también auxiliar de Lomas de Zamora); el intendente de Esteban Echeverría, Fernado Gray; el jefe de Gabinete de Lomas de Zamora, Guillermo Viñuales; Juan Carlos Schmid, en representación de la CGT, y Fernando Navarro, dirigente del Movimiento Evita, entre otros representantes de las pastorales de la diócesis, los municipios locales y referentes de organizaciones sociales y estudiantiles.

Un llamado a la reflexión

“¿Cómo estamos construyendo el futuro?”, se preguntó monseñor Lugones a la luz de la carta que describe la “crisis ecológica” en la «casa común» que es «nuestro planeta». “¿Qué le pasa a nuestro mundo? ¿Cómo se está deteriorando?, se necesita actuar y comprometernos todos, por eso se habla de una conversión interior”.

Tras preguntar “quién se va a convertir: la naturaleza o la persona”, respondió: “Nosotros, porque podemos transformar algo”.

El obispo lomense se refirió a una “ecología integral”, “un ambiente sano, que va unido a lo económico, social, cultural y a nuestros hábitos, todos somos responsables del deterioro del planeta, porque una ecología integral es ver la situación del mundo, de la naturaleza, pero unido a la persona, especialmente las personas que hoy están gravemente comprometidas por el deterioro de la naturaleza, el agua, el suelo y el aire”.

Al destacar los dos desafíos que propone la carta, el extractivismo y la defensa de la Amazonía, monseñor Lugones preguntó varias veces cómo cuidamos el agua. “Podemos vivir sin el celular, pero no podemos vivir sin agua, porque el agua es el elemento que sustenta a la persona, es un derecho inalienable de la dignidad de la persona y hoy es moneda de comercio”, advirtió.

“Todos podemos ocuparnos de una conversión integral ecológica. No basta la denuncia. Cómo anunciamos en nuestra casa, en nuestro barrio, lo que se puede hacer y los hábitos que se pueden cambiar. Este cuidado de la casa común no es una moda u opción que pueda o no hacerse. Tenemos que optar por el cuidado de la casa común”, añadió.

“Esta carta quiere concientizarnos sobre el cuidado del planeta, y dentro de nuestro ambiente la persona, especialmente la que hoy no cuenta, los sufrientes, débiles y los que no tienen posibilidades”, sostuvo.

“El cuidado de la casa común es algo serio”

Por su parte, monseñor Scheinig advirtió que “el cuidado de la casa común es algo serio, no es un chiste, estamos muy comprometidos”.

“Hay cosas que son urgentes, que no podemos aplazar, todos nosotros, actores sociales, tenemos que ser eco de la voz del papa Francisco. Todo está conectado: lo que le pasa al agua, nos pasa, lo que le pasa a los bosques, nos pasa, lo que le pasa a la tierra, nos pasa. El planeta no es un tenedor libre, en algún momento las cosas se acaban, por eso tenemos que tener la responsabilidad de cuidar la casa común”, añadió.

Cuidadores de la Casa Común y la Laudato si’

“Cuidadores de la Casa Común nace en 2015 al calor de la Laudato si’, porque nos gusta hacer cosas concretas y una de ellas es intentar generar oportunidades de integración social, política y laboral para los pibes y las pibas de estas barriadas. Hoy con la inspiración de la Carta Encíclica y con un camino de formación integral que influye fuertemente en la espiritualidad, en su sentido más profundo, entendemos que por ahí está la clave para la formación de nuevos liderazgos”, destacó Arriola.

La referente describió que “Cuidadores de la Casa Común está en catorce provincias en el país con experiencias diversas, en algunos con fuerte acompañamiento de gobiernos provinciales como Entre Ríos que lo hizo política pública. En otras, en Almirante Brown gracias a la conducción y liderazgo de María Rosa Martínez y otros compañeros presentes y de su intendente Mariano Cascallares, tratando de hacer una huella, un surco porque entendemos que es la manera donde vamos generando oportunidades nuevas”.

“En las demás localidades vamos remando, en las organizaciones, en las barriadas, con las distintas alianzas, entendiendo que es una invitación abierta a construir este horizonte de trabajo digno en tareas del cuidado de la casa común para darle algo a los pibes”, añadió.

Fuente: AICA

Exalumna del Colegio Seminario en Servicio Jesuita a Refugiados

María Pía Pirelli -exalumna del Colegio de la Generación 2002- es asistente de dirección de proyecto de Jesuit Refugee Service-JRS en Mabán, Sudán del Sur.

En un video de Entreculturas, María Pía explica la misión que lleva adelante el Servicio Jesuita a Refugiados en el país africano.

“Mabán está ubicado al norte del Sudán del Sur y tiene la particularidad de estar recibiendo población refugiada de conflictos que actualmente hay en Sudán. A su vez, tiene una población local que retornó a la zona hace 5 años, después de la guerra. JRS (Servicio Jesuita al Refugiado) está trabajando con estas dos poblaciones: por un lado 143.000 refugiados que existen en 4 campos en esta zona y con una población local de 65.000 personas. Además se le suman los desplazados internos que están asentados cerca de poblaciones locales.”