Reflexión del Evangelio – Domingo 17 de agosto

Evangelio según San Mateo 15, 21 -28

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.» Él no le respondió nada.
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando.»

Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: «Señor, socórreme.»
Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»

Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.»
Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»
En aquel momento quedó curada su hija.

Por: Hermann Rodríguez Osorio, S.J

El jesuita brasileño João Batista Libânio, fallecido hace algunos años, en uno de sus muchos libros, decía que las condiciones del cambio eran la sospecha y la experiencia de lo diferente. Cuando funcionamos según nuestros prejuicios, no somos capaces de abrirnos a lo diferente y mucho menos nos atrevemos a sospechar que nuestras posiciones puedan estar equivocadas. Y, por desgracia, vivimos llenos de prejuicios políticos, culturales, sociales, raciales, religiosos…

Cuentan que una vez le preguntaron a un ciudadano estadounidense si era demócrata o republicano, a lo que el hombre respondió: “Soy demócrata”. Le preguntaron, entonces: “¿Por qué es usted demócrata?” “–Soy demócrata, dijo el hombre, porque mi papá era demócrata, mi abuelo era demócrata, toda mi familia ha sido siempre demócrata. Por eso soy demócrata”. “Vamos a ver, inquirió el entrevistador, si su papá hubiera sido un ladrón, su abuelo un ladrón y toda su familia fuera de ladrones, ¿sería usted también ladrón?” “Desde luego que no, respondió el hombre. En ese caso sería republicano”.

Este pequeño ejemplo de prejuicio político es apenas una muestra de lo que funciona dentro de nuestra cabeza. Muy rápidamente sacamos conclusiones respecto de la gente que conocemos todos los días. Cada uno podría hacer un ejercicio de reconocimiento de los propios prejuicios pensando: ¿Cómo le parece que sea una persona que tiene una cuenta bancaria sustanciosa o alguien que esté desempleado? ¿Qué pensamos de una persona nacida en Pasto o en la Costa? ¿Qué respuesta le daríamos a alguien que viene a decirnos que acaba de llegar de una zona de reconocida influencia guerrillera o paramilitar? Y así, se podrían seguir dando muchos ejemplos.

Caminando Jesús por una región apartada, se encuentra con una mujer extranjera. La primera actitud del Señor fue pasar de largo y no contestar nada a los gritos de la mujer, que pedía que le curara a su hija. Los discípulos, entonces, le ruegan que le diga a la mujer que se vaya o que la atienda, “porque viene gritando detrás de nosotros”. Jesús respondió: “Dios me ha enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”. Pero la mujer siguió insistiendo: “Fue a arrodillarse delante de él, diciendo: –¡Señor, ayúdame!” Y Jesús le contestó: “–No está bien quitarle el pan a los hijos y dárselo a los perros”. Solemos decir que el perro es el mejor amigo del hombre, pero a nadie le dicen perro como piropo… Sin embargo, la mujer es capaz de sobrepasar el insulto y decirle a Jesús: “–Sí, Señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Jesús, entonces, vencido por la mujer, termina diciendo: “–¡Mujer, qué grande es tu fe! Hágase como quieres. Y desde ese mismo momento su hija quedó sana”.

Es evidente que Mateo quiere dar una lección a su comunidad judeocristiana, para que acojan a los extranjeros como legítimos beneficiarios de los dones del Reino anunciado por Jesús. Para ello, no duda en presentar a un Jesús que fue capaz de abrirse al encuentro con esta mujer extranjera y dejarse vencer por la fortaleza de su fe y su perseverancia. Algunos autores insisten en afirmar que Jesús estaba poniendo a prueba la fe de esta mujer, pero a mi no me cabe en la cabeza que Jesús fuera capaz de insultar a alguien si no es porque estaba convencido de lo que estaba diciendo.

Si queremos sospechar de nuestras posiciones ya tomadas, deberíamos ser capaces de abrirnos al encuentro con lo diferente de nosotros mismos y dejar que este contacto con lo distinto nos cuestione y nos ayude a cambiar nuestro comportamiento habitual frente a los demás, especialmente, frente a aquellos que descalificamos de entrada por nuestros prejuicios.

Fuente: jesuitas.lat

[Comunidades] Presencia de los novicios en el Cerro

La comunidad de la Pquia. Nuestra Señora de Fátima abrió las puertas de su casa para la llegada de los novicios que transitan el segundo año de formación. Juan José Mosca, nos cuenta cómo vivieron el recibimiento y la incorporación de los novicios en su comunidad, en el Cerro de Montevideo.

Testimonios SJ

En este mes de Julio hemos cumplido  un año de presencia de la nueva comunidad jesuita en el Cerro. Las visitas y  venida de compañeros jesuitas a nuestra comunidad siempre ha sido una gracia.  Este sería también el principal titular para la presencia de los novicios en la comunidad y en la parroquia de Fátima.

Los jesuitas estables misionados a esta comunidad no nos conocíamos ni habíamos convivido, ni trabajado juntos, por lo tanto somos una comunidad recién nacida,  de jesuitas muy distintos con una nueva misión dada por el Provincial. Es bueno tener en cuenta estos datos básicos para tener presente a dónde llegan Diego, Guillermo y Carlos a hacer esta experiencia de comunidad. Es un desafío para ellos y para nosotros. Pero de ambas partes con mucha disponibilidad para encararlo. Y la verdad es que yo diría que estamos muy contentos.

Entre nosotros ocurre algo de lo que sucedía en la Compañía naciente cuando Ignacio mandaba algún novicio a vivir en una comunidad, lo probaba y le hacía un seguimiento para ver si tenía subyecto para la futura Compañía.

Para nuestras reuniones de comunidad vamos tomando lo que vamos viviendo internamente y los apostolados que llevan adelante en el territorio del Cerro y los tres días que van a colaborar en la obra de Fe y Alegría en la zona del aeropuerto.

Vimos juntos la película de la vida de San Juan XXXIII y esto provocó un intercambio de memorias de Iglesia con el lanzamiento del Vaticano II y de la Compañía de Arrupe, historias vividas por los mayores y muy ignoradas por ellos. Para entender mucho de lo que estamos viviendo tenemos que  partir de allí.

Vimos también como  una buena idea acompañar nuestras reuniones de comunidad recorriendo alguna de nuestras fuentes y tomamos el libro de Melloni “una aproximación a su autobiorafía”. En mi noviciado leíamos la ‘Vida de Ignacio’ de Ribadeneira y esto prevaleció durante cuatro siglos y como texto fundacional no fue recuperado sino hasta después del Concilio Vaticano II. Sorpresa para ellos y sorpresa para nosotros.

Rubén ha liderado en estos tiempos de pandemia una parroquia en salida. Atendiendo grupos de personas solidarias que llevaban adelante ollas populares en sus barrios y ha recorrido el Cerro junto con  Nacho Puiggari todas las semanas. La parroquia ha sido depositaria de la generosidad de muchas personas que están en otras instituciones de la Compañía y organizaciones. Los novicios han participado de estas recorridas y han tenido un contacto directo con estos dramas.

Los tres novicios tienen talento musical y arrojo para visitar la zona más pobre de la parroquia: el asentamiento “El Caño”. Me recuerda la película ‘La Misión’ cuando los jesuitas atraían a la población indígena local con la música y los coros. Con el trabajo de muchos durante este año, el otro día el Señor se manifestó en un humilde, modesto, signo del Reino: treinta niños de los más pobres se hicieron presentes en una jornada de sábado por primera vez en Fátima.

Los novicios como parte de la experiencia tienen sus trinas para compartir lo que van viviendo. En la reunión comunitaria del lunes también tuvieron la posibilidad de escuchar cómo Nacho se viene preparando para su ordenación. Ignacio compartió algo de las gracias recibidas durante sus ochos días de Ejercicios con Paco Arrondo en Manresa y ellos hicieron una proyección de su estadía para el segundo mes entre nosotros.

Están haciendo también la experiencia de aprender a relacionarse con un superior, un Director de obra y un Ministro. En mi caso sabiendo que el Maestro es muy bueno y paciente estoy aportando un poco de vinagre a la ensalada. Vamos practicando la corrección fraterna con fruto. He recuperado dos toallas que colgué y habían desaparecido y en esta casa de muchas llaves aparecieron algunas en sus pantalones. Para terminar con una muy buena: nos hemos atragantado con “sopa paraguaya”.

Seminario Web global de Jesuit.Network

Mons. Giobando sobre la crisis: «Va por el lado de la recreación de vínculos sociales»

Monseñor Ernesto Giobando SJ, obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario episcopal de Flores, invitó a reflexionar sobre cómo será posible salir de la crisis provocada por la pandemia.

En una entrevista para el programa «Claves para un mundo mejor», expresó: “El punto que tenemos que pensar es cómo vamos a salir de esta crisis o más egoístas o más solidarios, porque los problemas que van a venir y que ya se están percibiendo en el día a día van a ser muy graves”.

“Creo que todo depende de la capacidad que tenemos los seres humanos de volvernos más humanos. El humanismo es generar un vínculo de conexión ante los problemas difíciles y una posibilidad de salir de las crisis, juntos. La otra posibilidad es el ‘sálvese quien pueda»’, diferenció.

El prelado subrayó que es necesario “salir todos juntos”, al recordar que el papa Francisco dijo que nadie se salva sólo.

“Debemos reconstruir nuestra Argentina juntos, como creyentes, como sociedad civil, junto a las fuerzas políticas, económicas, laborales y sindicales. Todos tenemos que tratar de forjar algo para esta Argentina que viene. ¿Y cómo será esta Argentina que viene? ¿Será solamente para aquellos que puedan decidir en políticas sectoriales?”, sostuvo, y concluyó: “El camino es ‘entre todos’, aportando lo mejor de cada uno, salvando ese resto que queda de bien común. Creo que por ese lado va el humanismo, en la recreación de nuestros vínculos sociales”.

Monseñor Giobando también compartió su vivencia de este tiempo de aislamiento preventivo: “Estoy viviendo en Flores, uno de los barrios donde lamentablemente más contagios hay y vivo en el Hogar Sacerdotal hace ya más de 140 días. En este hogar vivimos 37 sacerdotes y obispos tratando de cuidarnos, porque muchos son muy mayores y hay que cuidar a nuestros curas ancianos”, detalló.

“Ha sido una experiencia muy fuerte no sólo por el aislamiento sino también por las posibilidades que se generaron internamente en comunicación, diálogo, cuidado y también los más de 30 empleados. Solamente hemos tenido dos enfermeros con Covid. Uno está saliendo después de haber estado muy grave y una de las religiosas. Estos son los que suelen poner ‘el cuero’, digamos, ante esta situación”, graficó.

“También confió que van ‘llevando bien’ el momento y que el Hogar Sacerdotal de Buenos Aires es un lugar muy bendecido, que se convirtió en una especie de cenáculo de oración para acompañar a la Iglesia de Buenos Aires y de todo el país en este tiempo difícil”, expresó.

Fuente: aica.org

[Comunidades] Presencia de los novicios en Tacuarembó

Tomás Bradley SJ, nos cuenta sobre la llegada y la presencia de los novicios de segundo año a Tacuarembó: «su presencia nos ha renovado la experiencia de comunidad.»

Testimonios SJ

Solemos hablar de la experiencia de “comunidad” que realizan los novicios como probación en su formación en la etapa del noviciado. 

Me parece oportuno dar vuelta los conceptos y hablar de comunidad como experiencia nuestra, “los miembros de la comunidad de Tacuarembó”. 

Si hay algo claro es que su presencia nos ha renovado la experiencia de “comunidad”. Somos pocos y la vida “ad intra” refleja lo que somos tal cual cada uno es. Puedo decir con alegría, que la presencia de los novicios ha sacado a la luz lo mejor de nosotros: darle lugar al compartir en comunidad la vida y los desafíos apostólicos. 

Los cuatro que estamos en la comunidad somos bien diferentes. Y con la presencia de los novicios decidimos en conjunto atender de modo especial a su presencia. Es evidente, pero me parece importante notarlo. Un buen ambiente que lo hacemos entre todos. Da gusto estar en casa. O en las actividades pastorales compartiendo lo que hacemos. En cierto modo, nos han rejuvenecido. Quizá el dato que está por debajo es “su deseo de seguir aprendiendo, conociendo la Compañía, su deseo de entrega al Señor que sienten que los llama a seguirlo en nuestra Compañía». Esa tensión de su búsqueda nos hace bien. Porque la conocemos, ya que la hemos vivido: el deseo de la confirmación de la vocación que sentíamos. Ese drama interior, nos desafía a nosotros en nuestra entrega cargada de años, de gozos y dolores, de desilusiones y renovación del compromiso asumido con Dios, con la Compañía de Jesús, con la Iglesia y nuestro mundo. 

Podemos decir que los novicios nos han hecho viajar al noviciado sin salir de aquí. Y esto nos hace bien. El gozo de Alfonso, la compartida de descansos, juegos, charlas, series de TV, almuerzos y cena, cantos hechos oración, misiones en los barrios, campamento con castores y horneros, etc. 

Hoy sabemos que el testimonio es fundamental. Y, creo, sin buscarlo, estamos siendo beneficiarios: ellos y nosotros, del testimonio de lo que le corresponde a cada uno su proceso de respuesta al llamado que Dios nos hace hoy. En esto no hay ninguna diferencia entre todos nosotros. Porque la respuesta a Dios tiene la misma densidad de “entrega” en cualquier etapa de la vida: siempre ante el desafío de arrojarnos al abismo de Dios que nos acoge con toda su ternura y nos descentra poniéndonos al servicio de los demás. 

Damos gracias a Dios por poder vivir esta comunidad concreta de la Compañía de Jesús, hoy.

Campaña Córdoba Urgencia Alimentaria: «reconforta ver el objetivo prácticamente cumplido»

En los últimos meses estuvimos trabajando en conjunto con otras instituciones para llevar adelante la iniciativa solidaria «Córdoba Urgencia Alimentaria». En esta ocasión, Alfredo Pardina, Presidente de Manos Abiertas, nos cuenta  sobre este trabajo en equipo que cumplió con el objetivo primero de llegar a 25.000 familias de diferentes zonas pastorales de la Ciudad de Córdoba.

Por Alfredo Pardina

La campaña Córdoba Urgencia Alimentaria surge de una iniciativa común de seis instituciones de la Iglesia ante esta situación generada por el COVID-19 y como bien nos planteó el P. Ángel Rossi sj en aquel momento, “a la Pandemia del Coronavirus le sobreviene la Pandemia del hambre así que algo tenemos que hacer”.

Con esta idea, y sabiéndonos siempre cerca pero nunca habiendo trabajado en conjunto, generamos una primera reunión. Allá por fines de abril tuvimos una primera charla entre representantes de la Pastoral Social, Cáritas, Hombre Nuevo, Radio María, los Jesuitas y Manos Abiertas. 

Cada organización venía sobrellevando como podía sus propias dificultades económicas y operativas ya que se hacía difícil seguir prestando el servicio (suspendimos el trabajo voluntario por precaución sanitaria y los gastos aumentaron durante esta crisis). 

Ante esta situación, al principio fue sorprendente, en lo personal, escuchar a Ángel que viniera a pedirnos este plus, este Magis, que sabíamos que hacía falta en la sociedad pero que chocaba en mi cabeza con la incertidumbre de cómo sobrellevar la necesidades de nuestra organización. Y también, aprender a confiar en Dios y ponernos a su servicio. Que prime el Espíritu, el corazón y no la razón.

Fue muy lindo y esperanzador aquellas primeras reuniones donde todos sentimos que queríamos hacerlo posible, dejando de lado intereses personales y egoísmos. Un clima de encuentro, de Iglesia trabajando en conjunto por quienes más lo necesitan ante esta situación. 

Al principio nos encontramos con algunos comentarios que desestimaban la propuesta por no considerarla oportuna, ya que en Córdoba un grupo de empresarios había desarrollado su propia campaña de recaudación de fondos para la compra de alimentos e insumos sanitarios, y la situación generaba incertidumbre hacia el éxito y concreción del objetivo propuesto: llegar a 25.000 familias cordobesas con módulos alimentarios generosos, que fueran un soporte importante para cada familia. 

Hoy, llegando a la última etapa de esta campaña, reconforta ver el objetivo prácticamente cumplido. Pero la alegría y satisfacción es mucho mayor al ver cuán bien recibidos fueron por las familias destinatarias, sus sonrisas de esperanza justifican todo esfuerzo. 

Sorprende y gratifica también ver la respuesta de empresas, y de personas o familias que, sufriendo esta realidad tanto o más, dan de lo que apenas tienen para colaborar con el prójimo, para comprometerse con su sociedad. 

Y finalmente, da mucha esperanza el gran trabajo en equipo entre todas las organizaciones primando siempre el fin común, los más frágiles. Como decía Santiago, Presidente de Cáritas, “tuvo que llegar una Pandemia para que empezáramos a trabajar juntos”. Y así fue, creo que uno de los principales logros, además de llegar a más de 25 mil familias, es el habernos reunido y trabajado como Iglesia en conjunto. Es pensar que esto llegó para quedarse y que tenemos que trabajar a largo plazo conjuntamente para lograr mejores acciones en la sociedad. Es también, saber que la Iglesia responde cuando las necesidades son extremas y muchos egoísmos renacen en la sociedad.

Creo que esta Campaña y la sinergia que se ha generado entre nosotros son una alegría, un brote verde ante tanta desolación, incertidumbre y desesperanza que vivimos hoy en día.

Uno confirma que de todas estas crisis, no solo pandemia sino de valores que ya venimos teniendo en el mundo, lo salva el voluntariado, el trabajo desinteresado, en un clima y cultura del Encuentro. Como bien dice el Papa, de esta crisis no salimos iguales, debemos salir mejores y sin duda esta experiencia me ha ayudado a creer que es posible “comenzar a cambiar… y dejar de lado la cultura de la indiferencia”.

Quiera Dios que aprehendamos los valores básicos de la vida en sociedad y como Iglesia. Que podamos pensar en objetivos conjuntos y a largo plazo aportando nuestro granito de arena para tener un país más justo y enriquecedor para todos.

Experiencias de Noviciado: inserción en otras comunidades II

Los novicios de segundo año se encuentran actualmente en la comunidad San Francisco Javier en Tacuarembó y desde allí comparten su experiencia de inserción comunitaria: las vivencias y las personas que los recibieron.

Testimonios SJ – Noviciado

Escribimos los novicios de segundo año (Felipe de Chile, Nahuel de Argentina y Leonardo de Paraguay) desde la ciudad de Tacuarembó, al norte de Uruguay, en donde hemos sido enviados a nuestra experiencia de inserción comunitaria en la comunidad apostólica San Francisco Javier.

En líneas generales trabajamos en el Colegio San Javier por las mañanas y a la tarde en la Parroquia San José, lo que ha sido una linda síntesis entre pastoral educativa y pastoral en los barrios. La misión que se nos encomendó es muy variada: en el colegio trabajamos tanto en primaria como en secundaria. Con los más chicos solemos ofrecer un rato de juegos, de oración y de compartir la fe. Ha sido sorprendente, y un gran regalo, ver a los gurises realizar la pausa ignaciana todos los días. En cuanto a los secundarios, los días viernes y sábados principalmente, acompañamos al grupo de voluntarios jóvenes de la pastoral (los castores y horneros) en sus servicios y espacios de reflexión. Además, pudimos acompañarlos en los ejercicios espirituales que ofreció la pastoral, y realizar junto a ellos un retiro de impacto de dos días, que buscaba acercar a los jóvenes al sueño que Dios tiene para ellos. Participaron diecisiete gurises en la experiencia que tuvo como nombre Jaguatá, que en guaraní significa caminemos, lo que nos dejó muy contentos.

Por las tardes solemos misionar distintos sectores de la ciudad. Los días lunes misionamos el barrio de San Gabriel, barrio incipiente y bien vulnerable. Los martes estamos ayudando a reanimar una comunidad eclesial de base en el barrio La Pedrera, sector más rural, que por mucho tiempo tuvo suspendida sus actividades. Es realmente un regalo percibir como la fe se va transmitiendo entre los vecinos de la zona. Los miércoles vamos a dar catequesis a los niños del barrio San Gabriel, donde jugamos, merendamos y rezamos con ellos. Lo mismo hacemos con los niños de barrio Montevideo los días jueves en la sede de la parroquia. Los viernes visitamos las familias del barrio Montevideo, ofreciendo un espacio de visita a los enfermos, de escucha, de consuelo, de oración, según lo que cada familia necesite. Y los sábados por su parte colaboramos en los grupos juveniles de la Parroquia 

Ha sido un tiempo oportuno para contemplar los acontecimientos cotidianos desde los ojos de la fe y para releer en nuestra vida -y en la de tantas personas que nos abren las puertas de sus casas- la acción de Dios. Los tres coincidimos en que vinimos a anunciar la Buena Noticia, pero cada vez nos convencemos más de que el Evangelio ya está en los corazones de los tacuaremboenses. Nosotros, o mejor dicho el Espíritu Santo por medio nuestro, vinimos simplemente a “soplar brasitas” para reavivar la llama de la fe. Es una gracia hacer experiencia de que las palabras de Jesús son verdaderas, de comprobar que las semillas del Verbo están desparramadas por toda la tierra.

Entre tanta actividad la comunidad se ha convertido para nosotros en un lugar de referencia y aprendizaje, en una auténtica Betania en donde podemos descansar y renovar fuerzas y espíritu para la misión que se nos encomienda. Ha sido un regalo ser testigos de cómo conviven la fe, el compañerismo y la alegría. Estamos verdaderamente muy agradecidos de ello. 

Ya transcurrido más de un mes desde nuestra llegada a la ciudad, sabemos que hemos venido a este lugar por un periodo de tiempo limitado. No obstante a eso, sentimos la gran invitación a “pasar haciendo el bien” como lo hizo Jesús. Aprendiendo a no retener a las personas y momentos que se nos regalan, pero si a guardar en el corazón las muchas experiencias y encuentros. En esta lógica de acoger y de soltar, vamos ahondando un poco más en el misterio del amor. Nos encomendamos a los que lean esta nota, recen por nosotros que la mies es mucha y hay mucho por hacer. 

Tras la estela de Pedro Casaldáliga

Ha muerto Pedro Casaldáliga. Para muchos solo un nombre desconocido. Para otros muchos (muchísimos) un referente del Evangelio. Tenía 92 años y el corazón repleto de nombres.

Casaldáliga ha sido poeta, sacerdote, obispo, misionero, pero, sobre todo, pastor. Su trabajo en la región amazónica del Araguaia ha sido enorme, siempre del lado de los que más lo han necesitado en cada momento.

Con Casaldáliga va muriendo también una muy importante parte de la Iglesia del siglo XX en la que el compromiso por los pobres y su identificación genuina con el Reino son las máximas del trabajo de los cristianos. Antes que él ya fueron Rutilio Grande, Monseñor Romero, los mártires jesuitas de El Salvador, Isa Solá… El Evangelio es de todos y para todos, pero el paso preferente lo tienen unos muy concretos: aquellos en quienes la injusticia, la miseria y la indiferencia del mundo se ceban, víctimas de una estructura de la que no es fácil desprenderse. En el siglo XXI muchos son los que tendrán (tendremos) que recoger ese testigo.

La poesía, otro de los grandes rasgos del obispo que nació español y murió brasileño, ha llenado de enorme esperanza a mucha más gente de la que él haya podido imaginar. Sus textos, cada verso hablando de la Pascua y del Reino han sido siempre camino transitado por muchos. Verdaderas oraciones que han unido el corazón de tantos.

El sueño de Casaldáliga y de muchos otros compañeros que a lo largo y ancho del mundo han trabajado del lado de los necesitados, era el de una Iglesia más pobre, con menos poder terrenal; pero también con mucha más ternura y valentía. Hoy este sueño lo heredan tantos y tantos que trabajan en las cunetas del mundo. Allí donde la injusticia es costumbre y el dolor se incrusta trabajan a destajo muchos que, en el nombre del Dios-Hombre, acercan la Palabra, pero también la Paz del cuerpo.

El camino está marcado y la estela es clara. El Reino se construye sobre los cimientos que van colocando los hombres y mujeres que, a base de hacerse pequeños, hoy son los más grandes de entre nosotros. A base de servir, han enseñado el sentido del servicio. Siendo grano de trigo y fermento, han aprendido y enseñado a otros a establecer la ciudad de Dios.

Pedro Casaldáliga peleó mucho y llegó al final del combate con los guantes desgastados. Que descanse en la paz de Dios quien a Dios entregó todo.

Pablo Martín Ibáñez

 

Fuente: pastoralsj.org

Jesuitas en la Amazonía, 25 años de compromiso con los pueblos de la región

La fiesta de San Ignacio ha sido ocasión para inaugurar oficialmente el Año Jubilar de 25 años de servicio itinerante, institucional de la familia ignaciana en la Amazonía, que durará hasta mayo de 2021. De hecho, esta inauguración debería haber tenido lugar el 2 de mayo, recordando el comienzo del Distrito de los Jesuitas de la Amazonía, un momento aplazado por la pandemia de coronavirus. La inauguración tuvo lugar en una misa presidida por el arzobispo de Manaos,Mons. Leonardo Ulrich Steiner, acompañado por varios jesuitas que llevan a cabo su misión pastoral en Manaos y por el obispo auxiliar, Mons. Tadeu Canavarros, así como una representación de la familia ignaciana.

El carisma ignaciano promueve el espíritu misionero, la experiencia del amor incondicional de Dios, la búsqueda de encontrar a Dios en todas las cosas y en todo amar y servir. Según el Padre David Romero, superior de la Preferencia Apostólica Amazónica, «cuando el grupo apostólico fue creado aquí, algo más institucional, fue un gesto de valoración de la importancia de la Amazonía». Afirma que «en esa época el provincial vivía en Salvador, Bahía, muy lejos, visitaba tal vez una vez al año. Valorando la Amazonía, viendo la importancia, la Compañía creó esta presencia institucional, a través de un superior local».

La Amazonía ha tenido una importancia especial en los últimos años. El actual superior de los jesuitas en la región, afirma que «a través de Laudato Si, a través del Sínodo, el mundo está mirando a la Amazonía», algo asumido por los jesuitas, «respondiendo a los desafíos, acompañando a los indígenas, el servicio a los migrantes, la evangelización a través de nuestras parroquias, el SARES, con la articulación socio-ambiental, también el trabajo de espiritualidad», según el Padre David Romero, que destaca que se trata de un trabajo eco-socio-ambiental. Actualmente hay unos 30 jesuitas en la región, 15 en Manaos, también en Belém y Santarem, en Pará, Boa Vista y Novo Paraíso, una aldea indígena, en Roraima, Assis Brasil, en Acre, y Porto Velho, en Rondônia.

El Padre David Romero subraya que este momento no es sólo de los jesuitas, sino de la «familia ignaciana, porque fue muy importante la colaboración con los laicos y laicas, religiosos y religiosas, esto ha crecido mucho en estos 25 años, queremos subrayar eso también». Celebrar 25 años es una oportunidad para «valorar, degustar, personas, iniciativas, valores, pistas, la presencia de tantos laicos y laicas, religiosos y religiosas», afirma.

Este trabajo, esta forma de entender el caminar de la Iglesia en la Amazonía, es el fruto de la espiritualidad ignaciana. Según el jesuita, «tenemos varios laicos que han participado en los Ejercicios Espirituales y en los ejercicios en la vida diaria, porque esta experiencia es importante, poder beber de las fuentes de la espiritualidad ignaciana. Esto ayuda a la persona a involucrarse más en la espiritualidad y realmente se convierte en parte de la familia ignaciana».

En este tiempo que vive hoy la Iglesia de la Amazonía, tiene todavía más valor lo que inspiró la vida del Padre Claudio Perani, primer superior del Distrito, ser valientes y atrevidos ante los desafíos y dificultades, y ser guiados por el Espíritu. Lo que marcó la vida del Padre Perani, sigue animando el compromiso misionero de los jesuitas en la Amazonía. Según el actual superior, «seguimos comprometidos con los pueblos indígenas de Roraima, Acre, Manaos. Desde que la Compañía de Jesús llegó a Brasil, en la época de Anchieta, es algo que permanece firme, algo que no podemos dejar». Es el lema del trabajo del Equipo Itinerante, fundado por Claudio Perani, que tiene una conexión con los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales.

Últimamente, los jesuitas de la Amazonía, ante el gran aumento de la migración en la región, por la situación en Venezuela, han asumido esta causa, «tenemos una iniciativa en Boa Vista y Manaos, donde hay un gran flujo de venezolanos», según el Padre David Romero. Junto con esto, destaca que «otro desafío es la espiritualidad inculturada, encarnada, para respetar la religiosidad y la espiritualidad de las personas que están aquí, enriqueciendo juntos, sumando, creciendo juntos en este campo de la espiritualidad», algo que se desarrolla principalmente en las casas de retiro de Manaos y Belém.

En este campo de la espiritualidad, el Superior de los jesuitas en la Amazonía destaca que en los últimos años se ha estado trabajando en los ejercicios espirituales ecológicos, «marcados por la Laudato Si y la ecología integral, la espiritualidad en la línea de la ecología integral”.

En el trabajo pastoral de los jesuitas, destaca su presencia en el mundo de la juventud, a través del programa y el espacio Magis, presente en Belém, Manaos y Santarém. Según el Padre David, «a través de este programa, los jóvenes empiezan a experimentar la espiritualidad y la visión ignaciana, y esto para nosotros es una inversión muy importante, para que los jóvenes abracen esta visión, esta espiritualidad, y así trabajar en colaboración. Pensando en el futuro, insiste en que «la idea es seguir invirtiendo en la juventud, en las personas de buena voluntad que quieran unirse a nosotros, trabajando también en la pastoral vocacional, que las personas interesadas en abrazar la vida religiosa, la vida sacerdotal, puedan ser acompañadas y encontrar la voluntad de Dios para ellas».

Fuente: religiondigital.org

Reflexión del Evangelio – Domingo 9 de agosto

Evangelio según San Mateo 14,22-33.

Después que se sació la multitud, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra.
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy yo; no teman».
Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua».
«Ven», le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él.
Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame».
En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?».
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.
Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: «Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios».

Por Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

Es frecuente que sólo nos acordemos de Dios en tiempos de crisis y dificultad. Cuando navegamos por aguas tranquilas y nuestra vida transcurre sin particulares sobresaltos, podemos ir perdiendo la referencia fundamental al Señor. Podríamos decir, utilizando el lenguaje de san Ignacio de Loyola para referirse a los estados del alma, que en tiempos de desolación buscamos con más insistencia a Dios; y que en tiempos de consolación nos olvidamos de él, como la fuente de toda gracia.

Juan Casiano (ca. 360-435), uno de los padres de la Iglesia, cuyos escritos marcaron definitivamente el monaquismo de Occidente, nos presenta, en una de sus obras, algunas causas por las cuales las personas vivimos momentos de desolación. En primer lugar, dice Casiano, «de nuestro descuido procede, cuando andando nosotros indiferentes, tibios y empleados en pensamientos inútiles y vanos, nos dejamos llevar de la pereza, y con esto somos ocasión de que la tierra de nuestro corazón produzca abrojos y espinas, y creciendo éstas, claro está que habemos de hallarnos estériles, indevotos, sin oración y sin frutos espirituales» (Conlationes IV,3).

La segunda causa por la cual Dios permite que tengamos estas experiencias de abandono, según Casiano, es “para que desamparados un poco de la mano del Señor (…) comprendamos que aquello fue don de Dios, y que la quietud, que puestos en esta tribulación le pedimos, únicamente la podemos esperar de su divina gracia, por cuyo medio habíamos alcanzado aquel primer estado de paz, de que ahora nos sentimos privados” (Conlationes IV,4).

Ignacio de Loyola, en el siglo XVI, explicará esto mismo diciendo que Dios permite que vivamos momentos de desolación “por darnos vera noticia y conocimiento para que internamente sintamos que no es de nosotros traer o tener devoción crecida, amor intenso, lágrimas ni otra alguna consolación espiritual, mas que todo es don y gracia de Dios nuestro Señor; y porque en cosa ajena no pongamos nido, alzando nuestro entendimiento en alguna soberbia o gloria vana, atribuyendo a nosotros la devoción o las otras partes de la espiritual consolación” (EE, 322).

Pedro, junto con los demás discípulos, vive un momento de crisis profunda, cuando en medio de la noche, y sintiendo que “las olas azotaban la barca, porque tenían el viento en contra”, ve a Jesús caminando sobre las aguas; dice san Mateo que los discípulos “se asustaron, y gritaron llenos de miedo: – ¡Es un fantasma!”. La respuesta de Jesús los tranquilizó: “– ¡Tengan valor, soy yo, no tengan miedo!” Pedro, entonces, con la seguridad que le daban estas palabras, dice: “– Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua”. A lo que Jesús, ni corto ni perezoso, le respondió: “­– Ven”. Entonces, “Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y como comenzaba a hundirse, gritó: – ¡Sálvame, Señor! Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: – ¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste?”

Como Pedro, cuando caminamos sobre aguas tranquilas guiados y conducidos por el Señor, tenemos la tentación de sentirnos dueños de lo que hacemos y nos olvidamos de aquel que hace posible nuestra existencia. De manera que, “para que en cosa ajena no pongamos nido”, es precisamente en las crisis y en los momentos de turbulencia, cuando reconocemos la verdadera fuente de nuestra seguridad y, como los discípulos, después de la tormenta, nos postramos en tierra para decirle al Señor: “–¡En verdad tú eres el Hijo de Dios!”

 

Fuente: jesuitas.lat