San Alberto Hurtado

«Tan abnegado, tan caritativo, tan trabajador, tan celoso de la gloria de Dios y del bien de sus prójimos», así lo definía al P. Hurtado uno de sus compañeros de estudio. A modo de celebración de su vida y obra,  que conmemoramos cada 18 de agosto, compartimos parte de la biografía publicada por la fundación Padre Hurtado de Chile.

La alegría de Alberto por haber entrado al Noviciado queda bien expresada en una carta a su inseparable amigo: «Querido Manuel: Por fin me tienes de jesuita, feliz y contento como no se puede ser más en esta tierra: reboso de alegría y no me canso de dar gracias a Nuestro Señor porque me ha traído a este verdadero paraíso, donde uno puede dedicarse a Él las 24 horas del día. Tú puedes comprender mi estado de ánimo en estos días; con decirte que casi he llorado de gozo».

La primera parte de su formación se desarrolla en Chillán, entre Retiros Espirituales y labores humildes. Posteriormente se traslada a Córdoba, Argentina, para terminar allí su período de noviciado y consagrarse al Señor con sus votos religiosos el 15 de agosto de 1925.

Entre los años 1927 y 1931, estudia filosofía y comienza con la teología en Sarriá, España. Un testimonio de aquellos años lo afirma, «tan abnegado, tan caritativo, tan trabajador, tan celoso de la gloria de Dios y del bien de sus prójimos y, como fundamento de todo, tan sobrenatural, unido con Dios y piadoso, principalmente en su devoción a la Santísima Virgen». Por la situación política de España, los jesuitas sacan del país a sus estudiantes extranjeros. Y Alberto debe continuar la teología en la Universidad Católica de Lovaina, una de las más prestigiosas del mundo. Un compañero de formación recuerda: «A uno le agradaba estar con él, pues uno se sentía cómodo. Oía a sus compañeros con mucha atención. Vivía siempre en un ambiente de fe. Era muy mortificado, se daba de lleno al estudio, su caridad era grande; siempre servicial, con una sonrisa acogedora». Otro asegura: «Poseía un gran don de simpatía que hacía tan agradable el trato con él, que era sencillo y modesto». Un hermoso testimonio retrata su carácter: «Su pronta sonrisa y su mirada indagadora, en un modo indefinible, parecía urgirlo a uno a cosas más altas… Su sonrisa daba la impresión de que estaba mirando al interior de mi alma y estaba ansioso por verme hacer mayores y mejores cosas por el Señor».

Un jesuita belga, nos transmite un elocuente testimonio: «El P. Hurtado tenía el temperamento de un mártir; tengo la íntima convicción de que él se ofreció como víctima por la salvación de su pueblo, y especialmente por el mundo obrero de América. Conocí al Padre Hurtado en teología, en Lovaina.

Sobre todo impresionaba y edificaba su caridad, tan ardiente y atenta, resplandeciente de alegría y entusiasmo. Ya entonces se ‘consumía’ de ardor y de celo. Siempre listo a alegrar a los demás.

¡Cuánto amaba a su país y a su pueblo! Ese amor le hacía sufrir profundamente. Volví a ver al querido Padre en el Congreso de Versalles en 1947. Era la misma llama: el fuego interior lo abrasaba de amor a Cristo y a su pueblo. Mi querido amigo era un alma de una calidad ‘muy rara’, y para decirlo todo: un santo; un mártir del amor de Cristo y de las almas».

Fuente: padrealbertohurtado.cl

Elogio a la desolación

Por Santi Torres, miembro del equipo de Cristianisme i Justicia, licenciado en psicología y teología

Estos días, supongo que es ese calor inusual, supongo que el fin de curso (quienes vamos por cursos) hay una frase que se repite cuando te atreves a preguntar a alguien «¿Cómo estás?» y es «Estoy cansado». Hay cansancios y cansancios, y lo que se expresa a menudo en las conversaciones, en las reuniones, tomando algo con amigos, es como una especie de cansancio profundo, existencial. Es como si de repente notáramos el peso de la existencia, esa pesada de la vida cotidiana… No es propiamente una depresión, es una desgana, una falta de ilusión. A veces es personal, otras, como quizás esté pasando ahora, forman parte de un ambiente motivado por mil y una circunstancias (pospandemia, guerras, inflación, cambio climático …)

Sin embargo, en el fondo este estado de ánimo forma parte de la vida de las personas y las sociedades. En la vida espiritual, san Ignacio lo definió como “desolación”, y se trata de un elemento muy importante frente al crecimiento y el conocimiento espiritual, ya que es el lugar donde la persona se siente especialmente tentada por sus propios fantasmas . Y nadie se conoce bien si no conoce sus propios fantasmas.

El problema es que la desolación encaja mal en un mundo donde se nos ha vendido que la alegría perpetua o incluso, la euforia, es el estado normal del ser humano y que, por tanto, no hay lugar por los momentos bajos , por la tristeza o por el sentimiento de pesadez. Repito no hablo de la depresión como tal, hablo de la tristeza y de la desolación.

La desolación puede ser un momento de autoconocimiento muy profundo. De conocimiento de los propios límites y como decía de los propios fantasmas, ya que en un momento bajo a cada uno se le aparecen tentaciones muy distintas: tentación de ponerlo en marcha todo a rodar, tentación de evasiones adictivas, tentación de disimular…. Precisamente el único consejo que san Ignacio da es la necesidad de que la persona que está sufriendo esta situación no se acomode a ella sino que “haga contra la desolación para vencer las tentaciones”. La desolación puede ser un agujero negro narcisista, un lamento continuo sobre nuestra desdicha, un cierre sobre nosotros mismos, o puede ser un entrenamiento efectivo contra todo esto.

En momentos en los que el subjetivismo es tan valorado como el único camino de acceso a la propia realidad, precisamente lo que se nos propone es salir de nosotros mismos para «hacer contra» aquellos elementos que no hacen sino separarnos del mundo y de los demás, de los compromisos y sus preocupaciones.

Por eso, la publicidad y el capitalismo, que tan bien juega en todos los estados de ánimo más que animar a «hacer contra» lo que nos dice es que nos «entregamos a la tentación». Lo que te dice es que tienes toda razón de estar enojado con el mundo y que ellos tienen en forma de producto la solución para superarlo. Y esto no pasa nunca por un trabajo interior, de tragarse los límites, sino para tratar de distraer la desolación en mil y una capas de consumo y diversión.

Por eso, quería hacer hoy un elogio de la desolación, no para arrastrarse en ella y quedarse en ella, sino como un momento privilegiado de conocimiento, de hacer luto, de asumir la realidad tal y como es… En definitiva, la tristeza o la desolación cuando ocurren es para transitar por ellas y hacerse, así, más fuertes en humanidad.

Fuente: blog.cristianismeijusticia.net

Comenzó la peregrinación de los “Hogares de Cristo”

Buscar una Argentina sin droga y un país lleno de esperanza para los jóvenes es el propósito de la Peregrinación 2022-2023 de los Hogares de Cristo, que comenzó el 7 de agosto con una Misa de envío y se prolongará hasta el próximo 13 de marzo.

El recorrido iniciado en Buenos Aires recorrerá todo el país, visitando “todos estos lugares de compasión en donde en distintos pueblos, provincias, ciudades hay hermanos que se arremangan y que ponen la vida para que cada uno de estos chicos encuentre sentido a su existencia”.

En la misa, el P. Di Paola afirmó: “que la Argentina tenga la posibilidad de levantar aquellos chicos y chicas que están sumergidos en la droga. Queremos que reciban esto que nos pedía Jesús: que el buen samaritano, aquel que levanta al que está caído, esté en el corazón de cada argentino”. El sacerdote llamó a todos a implicarse en los Hogares de Cristo, con la oración, la educación, la escucha y el acompañamiento, insistiendo en que “todos podemos hacer algo”.

Fuente: vaticannews.va

Una Iglesia que vive en el pueblo: Pedro Casaldáliga

Esta semana se cumplieron dos años del fallecimiento del P. Pedro Casaldáliga sj, para esta ocasión y en memoria de su vida, traemos un artículo del año 2020 que lo describe en su persona y su misión.

Con el impulso profético del Papa Francisco para ‘una Iglesia en salida’, la figura y el modelo de un obispo singular, Pere Casaldàliga, adquiere un relieve especialmente significativo. Experimentó y vivió la Iglesia del pueblo por el que dio su vida y por el que luchó hasta el fin; al que amó en sus gentes humildes y marginadas, en medio de la naturaleza explotada por terratenientes que denunció con coraje y valentía y defendió ecológicamente. Nada ni nadie le hizo desfallecer en su lucha liberadora desde el evangelio por aquella región y por todos los pobres del mundo.

Destinado a San Félix de Araguaia (Mato Grosso, Amazonia), un extenso territorio, de ríos, selvas y bosques, fue luego su primer obispo, entregado en cuerpo y alma a los marginados, defensor de sus derechos y costumbres, de su tierra robada, ‘voz de los sin voz’. Se unió a la lucha liberadora como teólogo de la liberación, de la que fue uno de sus mejores exponentes con su acción y reflexión y cuya teología aprendió en la entrega diaria y arriesgada al servicio de sus gentes más humildes y explotadas, indefensos posseiros, sin servicios básicos, sometidos a la violencia de los terratenientes, que expulsaban, invadían y devastaban, para sus intereses y beneficio, los territorios indígenas, su selva, su riqueza, asesinando y torturando, aterrorizando, a quienes se resistían, con todo tipo de medios y muchas veces apoyados por la política estatal. Ahí aprendió Pere Casaldàliga lo que significan y exigían ser cristiano y hacerse una Iglesia fiel a las ‘causas del Reino’ de Jesús, que sale de sus templos e instalaciones para anunciar la liberación, luchar, rezar y vivir con el pueblo que sufre y clama.

Desde su opción liberadora soñó en una «Iglesia vestida solamente de evangelio y sandalias… desnuda de certezas» que amara sin límites, en una entrega total. Su casa no tenía puerta ni ventana que se cerraran, igual que la de la mayoría de los habitantes de esas tierras. Por eso sus símbolos episcopales fueron el sombrero de paja sertanejo, en vez de mitra; un remo, sustituyendo al báculo; como anillo episcopal un anillo de tucum (pequeño coco de la región), una sencilla cruz pectoral de madera.

Obispo de los pobres, pobre con los pobres, luchador por todas sus causas y por la dignidad de los más humildes, su espíritu liberador se alza hoy con renovado impulso por la defensa de la Amazonía.

Fuente: religiondigital.org

 

Comunicado 9|08|2022

Buenos Aires, 9 de agosto de 2022

Queridos Ex Alumnos e integrantes de la Comunidad Educativa del Salvador:

Respondemos a la carta que nos hicieran llegar recientemente como autoridades actuales de la Compañía de Jesús y del Colegio del Salvador.

Agradecemos la preocupación genuina por las víctimas y por el bienestar y seguridad de los alumnos actuales y venideros.

En primer lugar reiteramos nuestro pedido de perdón a aquellos que sufrieron en el Colegio lo que no debían sufrir. Nos avergüenza. Lo lamentamos profundamente. Por eso les pedimos públicamente perdón.

También pedimos perdón a aquellos integrantes de la Comunidad Educativa que se sienten dolidos y desconcertados.

Las autoridades del Colegio y de la Compañía de aquellos años obraron creyendo que hacían lo mejor posible. No obstante, nos duele el dolor de las víctimas y que ese dolor haya sido causado en aquel momento por alguien en quien confiábamos.

En aquel momento se creyó que alcanzaba con sacar al acusado y preservar así a los alumnos de más daño. A casi veinte años de distancia de la primera denuncia recibida por las autoridades del Colegio y de la Compañía (sobre el final del ciclo lectivo 2003), se ve que –por ejemplo– generar algún espacio de diálogo específico hubiera ayudado. Se pensó erróneamente que los alumnos podían recurrir a los ámbitos de escucha cercana con los que cuenta el Colegio, que generan confianza y apertura para compartir, espacios que permiten dialogar y expresarse. Las autoridades de aquel tiempo confiaban en que, aunque no se hablara directamente, en algunos de esos espacios fueran apareciendo estas situaciones dolorosas que hoy afloran, así como han aparecido y han sido abordadas –a lo largo de estos años– una gran cantidad de situaciones personales, grupales y familiares del proceso personal de cada alumno. A la distancia se ve como una equivocación esa suposición. Hemos ido aprendiendo que las víctimas necesitan tiempo para hablar.

En esos años, la Iglesia entera fue tomando conciencia de la necesidad de elaborar protocolos de prevención y actuación. En 2010 se aprobó a nivel provincia de la Compañía de Jesús y luego se implementaron en cada obra apostólica. Por eso recién en 2013 se escribe el primer protocolo del Colegio. No significa que no se tuviera en cuenta la vigilancia en este tema. En la carta dirigida a las familias en julio de este año, se mencionan acciones específicas desde el año 2007.

El provincial de la Compañía de aquel tiempo aplicó los criterios y normas entonces vigentes: separar al jesuita del lugar para impedir que hiciera más daño; aplicarle restricciones de trato con menores de edad; reportar a las autoridades de la Compañía en Roma para que en un proceso interno se llegara a su dimisión.

Ha sido aclarado en declaración pública en estos días que –en aquel tiempo– la ley no nos facultaba para hacer la denuncia de oficio. De todos modos comprendemos que el dolor no entiende de leyes. Hoy actuaríamos de otro modo, no sólo por nuestros protocolos actualizados sino también porque es lo que señala la ley vigente.

Tanto la Compañía como el Colegio, en todo momento hemos estado abiertos a recibir a las víctimas, y nunca se negaron los hechos ni se descreyó de sus relatos, incluso el relato de aquellos que se presentaron después de la muerte de Fretes. Tanto las autoridades del Colegio como de la Compañía hemos creído en los relatos y hemos pedido perdón. Nunca hemos pedido a nadie que no hablara del tema con quien considerara debía hacerlo; más aún, a algunas de las víctimas ya adultas, se las instó a hablar con sus familias del tema.

No hemos tenido conocimiento de otros episodios semejantes ocurridos en el Colegio desde el 2003 a la fecha. Si hoy ocurrieran situaciones similares hay protocolos de actuación claros, que incluyen la denuncia y el diálogo con las comunidades involucradas.

A nivel de prevención, el Colegio ha señalado varias de las medidas que se han ido implementando con el correr de los años. La reciente comunicación a las familias del Colegio enumera varias de ellas.

A nivel de la Compañía, la mayor conciencia respecto de estos temas ha hecho, por ejemplo, que en los exámenes psicológicos previos al ingreso al noviciado se ponga especial atención respecto de si el candidato tiene tendencias a conductas abusivas. Junto con el protocolo de actuación también está (lo pueden ver en la página oficial) nuestra declaración respecto del tema y nuestro compromiso además de nuestra política de actuación. Eso nos motiva a implementar espacios de reflexión y capacitación al respecto. En el Colegio se han realizado estas capacitaciones y también en otras obras apostólicas. Cada jesuita se notifica del protocolo y de los estándares de prevención. Allí está claramente expresada la voluntad de la Compañía de Jesús de evitar que vuelvan a darse situaciones semejantes.

Ciertamente, juzgar con los criterios de hoy lo que ocurrió hace veinte años, por un lado nos puede ayudar a mirar con más rigor el presente, a aprender de los errores, pero también nos da una mirada distorsionada. Criterios y modos de actuación que parecían aceptables en aquellos tiempos, hoy no lo son. Modos de resolver situaciones que en aquel momento se daban por adecuados hoy nos parecen insuficientes. Aprendemos de la historia, de los aciertos y errores.

La confianza es un don, lamentamos profundamente que en algunos ese don haya sido dañado o resquebrajado. Y nos comprometemos a seguir fortaleciendo las condiciones para ese don. En el ámbito del Colegio se está dialogando el tema con los alumnos, docentes y familias.

Más allá de las preguntas, en el fondo está el dolor: el dolor de las víctimas. Solo ellos saben lo que sufrieron y cómo aún lo sufren. Sabemos que no hay dos personas iguales y por lo tanto no hay dos modos iguales de procesar el dolor. Ante el dolor hay que descalzarse. Es sagrado.

El compromiso de la Compañía de Jesús y del Colegio del Salvador para crear ambientes sanos y seguros es firme.

Reciban un cordial saludo.

Jorge I. Black SJ, Rector.

Rafael Velasco SJ, Provincial.

Comunicado 9/08/2022.pdf

Comisión Teológica CPAL: La Sinodalidad desde América Latina

Del lunes 25 al viernes 29 de julio del 2022, los miembros de la Comisión Teológica de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina (CPAL) realizaron su reunión anual. Esta se llevó a cabo en la casa de las Hermanas Carmelitas Teresas de San José, en Bogotá.

La Comisión Teológica de la CPAL busca favorecer entre sus miembros el debate crítico teológico, desde la realidad histórica y eclesial latinoamericana de los excluidos y las víctimas para contribuir a la misión de la Compañía de Jesús, hoy. Con ello se pretende teologizar sinodalmente, como muy bien señala la Comisión Teológica Internacional, al afirmar que el ministerio de los teólogos es personal, comunitario, colegial y sinodal. En efecto, la “sinodalidad eclesial compromete también a los teólogos a hacer teología en forma sinodal, promoviendo entre ellos la capacidad de escuchar, dialogar, discernir e integrar la multiplicidad y la variedad de las instancias y de los aportes” (SVMI 75)[1].

Ecos o resonancias de la reunión – Por Hugo Gudiel SJ, Coordinador de la Comisión Teológica de la CPAL.

A continuación, presentaré algunos ecos o resonancias de la reunión; ciertamente tienen un tono personal, aunque toman en cuenta afirmaciones de las resonancias de los otros miembros. Ante todo, hay que comenzar destacando que el trasfondo de nuestra reflexión ha sido fundamental: la situación de la realidad colombiana presentada en modo amplio y exhaustivo por Martha Lucía Márquez R., directora del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP). El trasfondo de la realidad nacional colombiana en el contexto mundial ha sido clave para el teologizar juntos. Y es que es importante y necesario “construir colectivamente conocimiento teológico entre pares” (Luis Felipe Navarrete, Ecografía).

El punto de partida en la discusión sobre la sinodalidad es el modo humano de ser siendo, como bien indica Pedro Trigo. Ese punto de partida sobre la sinodalidad básica “ha servido como un excelente comienzo y ‘encuadre’ de toda la reflexión” teológica (J.M. Cantó, Ecografía). Y esto solo se logra caminando juntos, pues el camino sinodal se realiza con otros, sabiendo que Jesús es nuestro camino, que él nos atrae libremente. En definitiva, se trata de “irse haciendo humano, teniendo presente que humano, humano, lo que se dice humano es Jesús de Nazaret” (Trigo, Ecografía). Por eso hemos de “caminar juntos hacia la fraternidad de las hijas e hijos de Dios por el camino que es Jesús de Nazaret” (Trigo). Así es como nos vamos haciendo cristianos.

Ahora bien, caminar juntos y humanamente como pueblo de Dios en la construcción del Reino, solo se puede en una perspectiva escatológica. Pero esta ha de ser entendida desde los últimos, los descartados y las víctimas de la historia. Ellos son los que han de marcar la dinámica de la sinodalidad. Lo escatológico es la relación de hijos en el Hijo desde los últimos. Solo desde ellos se puede ser hermano, pues los pobres son el lugar de la universalidad. Sinodalidad y Escatología tienen una íntima relación, como indicaba Hugo Gudiel.

En este caminar juntos, que es constitutivo del Pueblo de Dios, la acción del Espíritu es central. De hecho, “ponernos en camino ha significado dejarnos llevar por el amor, dejarnos transformar por el Espíritu, hacer posible que en nosotros se revele la acción del Espíritu” (Víctor Martínez, Ecografía). Ciertamente se trata del Espíritu del Hijo y del Padre, pues es fundamental entenderlo en contexto trinitario. Sin vida en el Espíritu la sinodalidad es imposible e irrealizable. El Espíritu es el compañero fiel en el discernimiento del camino.

La Iglesia sinodal, pues, está inspirada por el Espíritu y es aquí donde se alimentan los ministerios. Éstos han de ser entendidos como un “servicio específico” (Trigo), como una vocación determinada en el Pueblo de Dios. Entre ellos José Sánchez destacaba en su ponencia, cuatro ministerios: el ministerio del “despertar espiritual”, el ministerio bíblico, el ministerio del discernimiento y el ministerio del “salto cualitativo”. El autor concluye afirmando que se ofrecen “estos cuatro ministerios como una manera de contribuir a que los creyentes en camino trabajen en esperanza activa, creativa, proactiva”.

La Eucaristía es el alimento para el camino sinodal, por eso hemos de caminar y comer juntos, en camino con Jesús. Comer con es “la esencia del cristianismo”, citaba José María Cantó. Las comidas de Jesús eran comidas de inclusión, misericordia y solidaridad.

En este contexto vale la pena recordar la pregunta de Lucio Gera, citada por José Ma. Cantó en su trabajo, “‘¿es auténtico celebrar la Eucaristía en América Latina?’. Y enumeraba las situaciones de injusticia, de violencia, de desigualdad comunes en nuestras tierras. Hasta llegar a preguntarse: ‘¿no debería este Continente ser puesto en ‘entredicho’ y, cerradas las puertas de las Iglesias, vaciados sus altares, ser él conminado a realizar primero la ‘realidad’ del sacramento, para que, recién luego, sin mentira pudiera ser celebrado el sacramento de esa realidad?”. La pregunta, hecha hace más de 50 años, sigue más vigente que nunca” (p. 15).

Se trata de una pregunta radical a la que el mismo teólogo argentino responde afirmando “que sí, es auténtico, y esto por dos razones”. La primera “porque la Eucaristía es signo en el tiempo de una realidad que está más allá, llamando a la unidad, pero no unidad consumada. ‘Es viático, pan de ruta; la Eucaristía presupone que el hombre desfallece; presupone también que todo un Continente desfallece’”. Y la segunda “porque la Eucaristía también Palabra, que como Palabra de Dios examina y obliga. ‘Ella examina, escruta los corazones’” (p. 16).

Por tanto, ser cristiano es una modulación de ser humano. El punto de partida en la sinodalidad es lo humano: es lo que de hecho aparece en las cuatro Conferencias Episcopales Latinoamericanas. Sólo en Cristo se revela la verdadera grandeza del hombre. La fraternidad se ha realizado en Jesús. La fe es, ante todo y, sobre todo, humana y sólo después es religiosa y cristiana.

  • Conclusión

Para terminar, recordemos con José Sánchez que, “en este camino sinodal, todos somos actores. Todos damos y recibimos, enseñamos y aprendemos, siendo conscientes del papel de las autoridades, que han de ser primero hermanas antes que dirigentes” (Ecografía).

En definitiva, hay que caminar juntos hacia la fraternidad de los hijos e hijas de Dios, por el camino que es Jesús de Nazaret en la construcción del Reinado de su Padre. Y se camina en perspectiva escatológica desde los últimos de la historia, tomando conciencia que la sinodalidad nace del Espíritu del Padre y del Hijo. En ese caminar la Eucaristía se nos da como alimento y viático para el camino, porque se puede caminar y comer juntos. La Iglesia sinodal, pues, está inspirada por el Espíritu y es aquí donde se alimentan los ministerios.

Fuente: jesuitas.lat

Emmanuel Sicre, S.J: ¿Cómo preparar la tierra nueva para la semilla de la fe?

Un artículo de Emmanuel Sicre SJ, actual rector del Colegio de la Inmaculada Concepción (Santa Fe, Argentina), publicado por el Centro Virtual de Pedagogía Ignaciana.
La intención del artículo es reflexionar sobre las condiciones de posibilidad de la transmisión de la fe a las nuevas generaciones.

«¿Qué nutrientes necesita la tierra nueva de las infancias y juventudes actuales para cuidar su capacidad de acoger la fe de nuestros antepasados? ¿Qué disposiciones habremos de cultivar en el interior de cada persona en crecimiento para que la encarnación del Dios de Jesús halle un pesebre para nacer? ¿Cómo ir allanando el camino para la manifestación del Cristo interior en la vida de quienes nos continuarán en el tiempo?»

Se proponen 10 retos y claves de la educación en la fe cristiana de las infancias y juventudes como proceso significativo para la formación y vida.

1. Saber demorarse, durar, detenerse, para percibir más allá de las cosas.
2. Reiterar, repetir, volver una y otra vez.
3. Compartir silencios y gestos sin explicación.
4. Descansar de la información.
5. Tratar cosas con delicadeza, atender a los movimientos con lentitud, coser, zurcir, tejer…
6. Poner el cuerpo-ser cuerpo con otros, vincularse.
7. Narrar historias, aprender a heredar una tradición.
8. Descansar el yo en un nosotros, pertenecer.
9. No buscar saberlo todo dejando paso al misterio.
10. Saber cortar, cerrar, concluir…

Descargá el artículo completo aquí: ¿CÓMO PREPARAR LA TIERRA NUEVA PARA LA SEMILLA DE LA FE?.pdf

Ejercicios Espirituales Ignacianos

Para el que quiere tocar bien un instrumento, mejorar su rendimiento físico o dominar un idioma, hacer los ejercicios es la manera adecuada de conseguir lo que se pretende. Solo la repetición, paciente y creativa, hará que el discípulo incorpore, de forma personal, el horizonte de aprendizaje que quiere conseguir; contando, claro está, con la ayuda del maestro, el entrenador, el tutor… Asimismo, el que quiere aprender a tratar a Dios «como un amigo habla a otro» [EE 54], hasta el punto de descubrir el vínculo esencial que lo
vivifica, también deberá ejercitarse.

En san Ignacio, el adjetivo «espiritual» describe lo que unifica todas las dimensiones de la persona —corporal, afectiva, racional…— y le posibilita una respuesta cada vez más plena dirigida a aquel de quien lo ha recibido todo. El ejercicio espiritual dispone mejor a que el Espíritu Santo transforme la sensibilidad, personal y colectiva, hasta generar nuevos hábitos, que acabarán configurando la vida en un diálogo de amor en Dios.

El ejercitante necesitará averiguar qué resonancias son armónicas y cuáles disonantes; unas dan gloria a Dios, las otras glorifican el ego. Con la atención bien despierta, el ejercitante se percata del pecado que lo separa de Dios. Avergonzado por haber participado pero esperanzado por volver al Padre, se prepara a recibir la dignidad de hijo, de la cual Jesucristo le hace partícipe. Porque a lo que disponen los Ejercicios Espirituales es a la admiración por la vida histórica de Jesús.

Ignacio de Loyola nos lleva imaginativamente a los escenarios y los tiempos del Jesús de Nazaret, para descubrir que mi hoy puede ser también el tiempo de Jesús, y que el sitio donde planto mis pies también puede convertirse en Tierra Santa. Habrá que contemplar imaginativamente, por ejemplo, al Jesús adolescente sentado en el templo dialogando con los sacerdotes, imaginándose qué escucharía, qué preguntaría, cómo respondería. Incluso, se podría formar parte de la escena, imaginando miradas, palabras y gestos del propio ejercitante como si estuviera presente. ¿Es esto soñar despierto o un frívolo juego de avatares? La eficacia del ejercicio se demuestra en el amor que el Espíritu Santo desvela en el ejercitante que, fruto de su oración, desea amar y servir a Dios en todo.

Sin embargo, el lugar donde los Ejercicios Espirituales invitan a regresar a menudo es al pie de la cruz de Cristo. Lugar difícil pero necesario para entenderse uno mismo y comprender lo que nos va llegando. Ante el amor ofrecido de Dios, resuenan tres preguntas, que mezclan la interpelación con la admiración: «¿Qué he hecho por el Cristo? ¿Qué hago por el Cristo? ¿Qué debo hacer por el Cristo?»

Es así como se cumple lo que pretenden los Ejercicios Espirituales que, en palabras del propio san Ignacio, son «toda manera de preparar y disponer el alma para quitar de uno todos los afectos desordenados y, habiéndolos quitado, para buscar y encontrar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del alma» [EE 1].

Fuente: blog.cristianismeijusticia.net

Reflexión: Nuestra mirada

«La perfección no existe» me decía el año pasado un amigo del trabajo. Y pienso que esa es una verdad de la condición humana. Pero, ¿la llegamos a aceptar en nosotros y en los demás? ¿Vivimos pacíficamente nuestras limitaciones, nuestros defectos morales, psicológicos y físicos? ¿Y los de los demás?

Creo que sufrimos más de la cuenta negando o intentando buscar en nosotros y en los seres queridos, y no tan queridos, una anhelada perfección que nunca llegará. Por eso, a menudo, podemos descubrirnos mirándonos a nosotros mismos desde una mirada exigente, crítica, dura. Una mirada impositiva que juzga y desprecia lo que somos. Y desde ahí no podemos ofrecer otra mirada hacia los demás que la misma que tenemos con nosotros mismos. Y esas miradas no construyen, asfixian, agobian y parece que nunca damos la talla, que nunca llegamos a lo que se espera de nosotros. Creo que todos tenemos experiencias de ese tipo de miradas y sabemos bien el efecto que produce en nosotros. Y también podemos encontrar ejemplos de esa mirada en el Evangelio. Se me ocurre la del fariseo a la pecadora pública (Lc 7, 36-50). Una mujer que, reconociendo ante Jesús lo que es su vida, recibe del fariseo una mirada de juicio y desprecio.

Sin embargo, qué distinta es esa otra mirada que es comprensiva, llena de ternura, de perdón y compasión ante nuestras miserias. Cómo nos sana cuando, reconociendo que hemos metido la pata, encontramos en el otro acogida incondicional. Seguro que también tenemos experiencias en nuestra vida de este tipo de miradas y sabemos bien cómo nos ayudan a ser más humanos. Y la podemos encontrar también en el Evangelio. En el mismo pasaje que he citado antes, Jesús acoge a esta mujer desde su fragilidad, desde su miseria. Y ella se siente perdonada. Y de ese encuentro sale con mucha mayor capacidad para amar… «al que se le perdona poco, poco amor siente».

Me parece que es muy sanador tener la valentía de reconocer nuestra condición limitada, débil, frágil. Hacer un repaso por nuestra vida y mirar esa realidad que no nos gusta de nosotros, que nos avergüenza. Reconocerla delante de esos ojos que solo ofrecen perdón gratuito, acogida sin condiciones, aceptación sin límites. Creo que solo desde ahí podremos llevar a este mundo un poco de ternura, de cariño, de comprensión. Solo desde ahí nuestra mirada será más humana y más llena de amor con nosotros mismos y con los demás. Y solo esa mirada es la única que nos revela la verdad de nuestra vida.

Quique Gómez-Puig, sj

Premio internacional para la Universidad Católica de Córdoba

El Uniservitate Award premió a 28 universidades del mundo por sus proyectos de aprendizaje y servicio solidario, entre ellas se encuentra la Universidad  Católica de Córdoba.

La convocatoria fue exitosa y la selección por parte del jurado, muy exhaustiva. De esta manera, fueron reconocidos los proyectos de aprendizaje-servicio solidario de instituciones de educación superior católica impulsados por educadores y estudiantes de Kenia, Camerún, Australia, Filipinas, Argentina, Chile, Estados Unidos, Bélgica, España, Alemania y Ucrania.

El premio se otorga a aquellas instituciones que combinan teoría y práctica para hacer de los estudiantes agentes de cambio social, al mismo tiempo que llevan adelante proyectos para llevar soluciones a problemáticas detectadas en sus comunidades.

Cada uno de estos proyectos recibirá 5.000 euros y sus impulsores podrán participar en el III Simposio Global Uniservitate, que tendrá lugar en Roma del 26 al 30 de octubre y reunirá a los ganadores de las siete regiones que componen la red mundial de universidades del programa Uniservitate.

Todas las instituciones ganadoras en cada región y la descripción de sus proyectos pueden verse en el mapa de “Experiencias ganadoras’‘ en la página web del Uniservitate Award: uniservitate.org