Reflexión: Los jóvenes y el suelo

Hace unos días, en un encuentro, una joven tomó la palabra y nos animó a tener en cuenta a los jóvenes y dejarles su espacio. Ponía un ejemplo muy gráfico. Nos decía que a veces a los jóvenes no les gusta sentarse en el suelo para orar, sino que prefieren hacerlo sentados en las sillas o en los bancos. Y que, por tanto, no teníamos que enfadarnos cuando, después de cambiar la disposición de la capilla para crear un espacio con alfombras, los jóvenes se lancen a los asientos que quedan en los laterales.

La anécdota me pareció simpática y realista. Puesto que me recordó a mí mismo regañando a los jóvenes por no haberse sentado en la moqueta del suelo y haber ocupado las sillas que habíamos dejado para las personas mayores.

Pero, más allá de sentarse en el suelo o en un banco, creo que ésta y otras experiencias contienen una verdad que es la que aquella joven trataba de transmitirnos. La de que hay cosas que son imprescindibles e insustituibles en la experiencia de la fe, y otras son adaptables o prescindibles. En este caso, lo insustituible es la oración. Pero se puede orar sentado en el suelo, en un banco, de rodillas, de pie, caminando, o del modo que a cada uno le ayude más a encontrarse con Dios.

Es humano querer transmitir y repetir aquello que a nosotros nos ayudó. Pero, en el caso de la pastoral se nos exige algo más que repetición. Por eso, debemos discernir seriamente qué cosas son insustituibles y cuáles son adaptables o prescindibles. Guiar a los jóvenes hacia la verdadera fuente, pero dejando que ellos sean también protagonistas de su propia evangelización.

Fuente: pastoralsj.org

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