Gabriel Jaime Pérez Montoya, S.J.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Está escrito que el Mesías tenía que morir, y resucitar al tercer día, y que en su nombre se anunciará a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para que él les perdone sus pecados. Comenzando desde Jerusalén, ustedes deben dar testimonio de estas cosas. Y yo enviaré sobre ustedes lo que mi Padre prometió. Pero ustedes quédense aquí, en la ciudad de Jerusalén, hasta que reciban el poder que viene del cielo. Luego Jesús los llevó fuera de la ciudad, hasta Betania, y alzando las manos los bendijo. Y mientras los bendecía, se apartó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, después de adorarlo, volvieron a Jerusalén muy contentos. Y estaban siempre en el templo, alabando a Dios
(Lucas 24, 46-53).
1. La Ascensión del Señor
En la fiesta de la Ascensión del Señor, que en Colombia se celebra el domingo siguiente al cumplimiento de los 40 días de haberse conmemorado su Resurrección –y que este año coincide con el Día de las Madres–, las lecturas bíblicas [Hechos 1, 1-11; Salmo 47 (46); Efesios 1, 17-23; Lucas 24, 46-53] nos invitan a reflexionar sobre lo que decimos en el Credo: que Jesucristo resucitado “subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre”.
No se trata del vuelo por los aires de un superhéroe como los de las historietas, sino de un misterio que consiste en la exaltación o glorificación de Jesús, quien como nos dice la segunda lectura, fue resucitado por Dios Padre de entre los muertos para hacerlo en su naturaleza humana plenamente partícipe de la gloria divina, “sentándolo a su derecha en el cielo”, frase que corresponde a una imagen simbólica tomada de la costumbre que en aquella época tenían los reyes de hacer subir y situar junto a su trono, a su derecha, a quienes se habían distinguido por el cumplimiento cabal de la misión que les había sido encomendada.
La frase inmediatamente anterior del Credo en su versión más antigua -que es la más breve-, dice que Jesús descendió a los infiernos. La palabra “infiernos” traduce aquí literalmente los lugares inferiores y corresponde al término hebreo sheol y al griego hades, que expresa simbólicamente lo que podemos llamar el lugar de los muertos. Lo que el Credo afirma es que Jesús, después de haber “bajado” en su naturaleza humana hasta la condición de los muertos, ha “subido”, también en su naturaleza humana, al estado glorioso de una vida eternamente feliz. Este hecho, que los Evangelios narran con la imagen simbólica de una subida física, es en realidad un acontecimiento de orden espiritual.
Del relato de los Hechos de los Apóstoles en la primera lectura, podemos destacar aquella frase que oyen al final los discípulos de Jesús: ¿Qué hacen ustedes ahí plantados mirando al cielo? Se trata de una invitación hecha también a nosotros para que, con los pies bien puestos en la tierra, nos dispongamos a colaborar activamente en la misión que Jesucristo resucitado nos encomienda, tal como lo hizo con sus primeros discípulos. Para ello necesitamos el poder de Dios que nos comunica el Espíritu Santo, que es precisamente a lo que se refiere Jesús en el Evangelio cuando les dice a sus apóstoles: “Y yo enviaré sobre ustedes lo que mi Padre prometió (…); ustedes quédense aquí (…) hasta que reciban el poder que viene del cielo”.
Al celebrar el misterio de la Ascensión del Señor, animados por la fe en Jesucristo resucitado cuya naturaleza humana participa ya de la gloria de Dios Padre en la eternidad, renovemos nuestra esperanza en que, si procuramos seguir las enseñanzas de Jesús y nos identificamos así con Él, también nosotros poseeremos el mismo estado de vida nueva y felicidad plena sin fin que expresamos cuando nos referimos al “cielo”.
2. Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
Este domingo celebra también la Iglesia Católica la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Hace 50 años, siguiendo una directriz del Concilio Vaticano II, comenzó a celebrarse anualmente esta Jornada, con motivo de la cual el Papa emite un mensaje sobre algún tema específico relacionado con los medios de comunicación. El tema para el año 2016, en el que celebramos el Jubileo de la Misericordia, es precisamente “Comunicación y Misericordia: Un encuentro fecundo”, y en su mensaje dice el Papa Francisco:
“La comunicación tiene el poder de crear puentes, de favorecer el encuentro y la inclusión, enriqueciendo de este modo la sociedad. Es hermoso ver personas que se afanan en elegir con cuidado las palabras y los gestos para superar las incomprensiones, curar la memoria herida y construir paz y armonía. Las palabras pueden construir puentes entre las personas, las familias, los grupos sociales y los pueblos. Y esto es posible tanto en el mundo físico como en el digital. Por tanto, que las palabras y las acciones sean apropiadas para ayudarnos a salir de los círculos viciosos de las condenas y las venganzas, que siguen enmarañando a individuos y naciones, y que llevan a expresarse con mensajes de odio. La palabra del cristiano, sin embargo, se propone hacer crecer la comunión e, incluso cuando debe condenar con firmeza el mal, trata de no romper nunca la relación y la comunicación. Quisiera, por tanto, invitar a las personas de buena voluntad a descubrir el poder de la misericordia de sanar las relaciones dañadas y de volver a llevar paz y armonía a las familias y a las comunidades”.
3. Semana de oración por la unidad de los cristianos
Este domingo comienza la semana de oración por la unidad de los cristianos que culminará el domingo de Pentecostés, la gran fiesta de la comunicación lograda por el Espíritu Santo que, gracias al lenguaje del amor, hace posible el entendimiento entre todos los seres humanos respetando su pluralidad y sus diferencias.
Oremos por la unidad de todas las personas creyentes en Jesucristo. Unidad que no equivale a la uniformidad externa, sino a una disposición interior para formar una comunidad global de amor en la que todos y todas no reconozcamos efectivamente como hijos e hijas de un mismo Creador, y por lo mismo nos tratemos como hermanos y hermanas, deponiendo los enfrentamientos y uniéndonos en la búsqueda de una convivencia constructiva.
Jesuitas Colombia