Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos

Con el lema «Permanezcan en mi amor y darán frutos en abundancia», desde el 31 de mayo y hasta el 4 de junio, las Comisiones para el Diálogo Ecuménico e Interreligioso de la diócesis de Catamarca y la arquidiócesis de Tucumán celebrarán la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

Primer día

Los fieles podrán participar de la oración bajo la modalidad virtual. En la primera jornada, el lunes 31 de mayo, la oración comenzará a las 20hs, a cargo de la Pastoral de Juventud de ambas jurisdicciones eclesiásticas. Quienes lo deseen pueden unirse a través del siguiente link: meet.google.com/rwc-gnug-zwg.

Segundo día

El miércoles 2 de junio a las 20, la oración será guiada por la Pastoral Vocacional y la Pastoral Misionera. Para participar, ingresar en este enlace: meet.google.com/tic-sjkh-yzf.

Tercer día

El jueves 3 de junio a las 20, se celebrará la liturgia ecuménica en la Iglesia Anglicana de la Gracia, en Tucumán. Participarán ministros de las Iglesias católica apostólica romana, católica apostólica ortodoxa, metodista evangélica Emanuel y la Iglesia Anglicana de la Gracia. Se podrá participar por medio del Facebook https://www.facebook.com/IglesiaAnglicanaDeLaGracia/

Cuarto día

La última jornada, el viernes 4 de junio, estará a cargo de la Pastoral de la Niñez y Catequesis. A las 20 en el siguiente link: meet.google.com/cyr-ncwe-dtw

Además, las Comisiones ofrecen un subsidio que se podrá trabajar en las diferentes comunidades  y una revista digital.

 

Fuente: aica.org

El saludo del Papa Francisco a La Civiltà Cattolica

El Papa Francisco envió un mensaje a la revista jesuita La Civiltà Cattolica con motivo de la reanudación de las publicaciones en español, en el año en que la Compañía celebrará el 500 aniversario de la conversión de San Ignacio

«Una revista única en su género». De hecho, una experiencia «comunitaria e intelectual», páginas que alimentan el alma y la mente. Los números de esta versión serán todos en formato digital, dirigidos a lectores de 21 países, y serán elaborados por los  sacerdotes jesuitas de Villa Malta en Roma. El español es el octavo idioma de la revista, fundada en 1850 y que desde 2017 ha iniciado un proceso de desmaterialización. Los contenidos serán accesibles de manera digital y de forma gratuita. «El desafío -se especifica- consiste en ser apoyados exclusivamente por donaciones libres”.

«Es una revista única en su género, y no sólo porque haya cumplido ya 170 años de vida. Más que una revista, es una verdadera experiencia espiritual, comunitaria e intelectual que tiene su centro en una comunidad de jesuitas, el Colegio de Escritores, que convive y discierne, elige y elabora los temas a tratar.» Afirma el Papa Francisco.

Podes leer el mensaje completo del Papa y acceder al nuevo sitio en español aquí: www.laciviltacattolica.es

 

Reflexión del Evangelio – Domingo de Pentecostés

Evangelio según San Juan 15,26-27.16,12-15.

Renuévanos por dentro – Por José Antonio Págola

Poco a poco estamos aprendiendo a vivir sin interioridad. Ya no necesitamos estar en contacto con lo mejor que hay dentro de nosotros. Nos basta con vivir entretenidos. Nos contentamos con funcionar sin alma y alimentarnos sólo de bienestar. No queremos exponernos a buscar la verdad. Ven, Espíritu Santo, y libéranos del vacío interior.

Hemos aprendido a vivir sin raíces y sin metas. Nos basta con dejarnos programar desde fuera. Nos movemos y agitamos sin cesar, pero no sabemos qué queremos ni hacia dónde vamos. Estamos cada vez mejor informados, pero nos sentimos más perdidos que nunca. Ven, Espíritu Santo, y libéranos de la desorientación.

Apenas nos interesan ya las grandes cuestiones de la existencia. No nos preocupa quedarnos sin luz para enfrentarnos a la vida. Nos hemos hecho más escépticos, pero también más frágiles e inseguros. Queremos ser inteligentes y lúcidos. Pero no encontramos sosiego ni paz. Ven, Espíritu Santo, y libéranos de la oscuridad y la confusión interior.

Queremos vivir más, vivir mejor, vivir más tiempo, pero ¿vivir qué? Queremos sentirnos bien, sentirnos mejor, pero ¿sentir qué? Buscamos disfrutar intensamente de la vida, sacarle el máximo jugo, pero no nos contentamos solo con pasarlo bien: hacemos lo que nos apetece. Apenas hay prohibiciones ni terrenos vedados. ¿Por qué queremos algo diferente? Ven, Espíritu Santo, y enséñanos a vivir.

Queremos ser libres e independientes, y nos encontramos cada vez más solos. Necesitamos vivir y nos encerramos en nuestro pequeño mundo, a veces tan aburrido. Necesitamos sentirnos queridos y no sabemos crear contactos vivos y amistosos. Al sexo lo llamamos «amor», y al placer «felicidad», pero ¿quién saciará nuestra sed? Ven, Espíritu Santo, y enséñanos a amar.

En nuestra vida ya no hay sitio para Dios. Su presencia ha quedado reprimida o atrofiada dentro de nosotros. Llenos de ruidos por dentro, ya no podemos escuchar su voz. Volcados en mil deseos y sensaciones, no acertamos a percibir su cercanía. Sabemos hablar con todos menos con él. Hemos aprendido a vivir de espaldas al Misterio. Ven, Espíritu Santo, y enséñanos a creer.

Creyentes y no creyentes, poco creyentes y malos creyentes, así peregrinamos todos muchas veces por la vida. En la fiesta cristiana del Espíritu Santo, a todos nos dice Jesús lo que un día dijo a sus discípulos, exhalando sobre ellos su aliento: «Recibid el Espíritu Santo». Ese Espíritu que sostiene nuestras pobres vidas y alienta nuestra débil fe puede penetrar en nosotros y reavivar nuestra existencia por caminos que solo él conoce.

La paradójica conmemoración de una herida – Javier Melloni SJ

Por Javier Melloni, SJ
Cueva San Ignacio – Manresa, España

Es extraño que celebremos el quinto centenario de una herida, los quinientos años de una brusca y no buscada detención. ¿Cómo podemos celebrar una derrota, un fracaso, un dolor? En ese desconcierto comienza nuestra historia. ¿De dónde a dónde nos conduce esta lesión? ¿En qué hemos sido vulnerados o en qué hemos de ser todavía traspasados para que nos acerquemos a la detención que vivió Ignacio en Loyola primero y en Manresa después?

Una bola de cañón fue el medio divino para su conversión. También cada uno de nosotros ha recibido esa bombarda, por lo menos, una vez en su vida, o las veces que han sido necesarias para re-direccionarnos, para recordarnos que andábamos distraídos. Esa bombarda ha sido contundente y esa herida ha sido proporcionalmente profunda a nuestra distracción o desorientación.

¿No es algo similar a lo que también ha sucedido en nuestra biografía colectiva con la Pandemia? ¿Qué adversidad poderosa ha sido capaz de detenernos para ponernos en cuestión, semejante al golpe que recibió aquel soldado aproximadamente a sus treinta años, tiempo suficiente para haber recorrido territorios erráticos y tiempo también suficiente para poder rectificarlos y emprender el camino en la correcta dirección? ¿No es este nuestro tiempo? ¿No es acaso esta nuestra oportunidad?

¿Dejaremos que la celebración de este quinto centenario se quede en mera nostalgia o en una cosmética litúrgica, o seremos capaces de identificar nuestras propias heridas –las de cada uno, y también la colectiva, hecha todavía más patente a causa de la Pandemia- para convertirla en oportunidad de que en nosotros también se produzca una metanoia, una transformación de la mente y del corazón, que nos haga más capaces de responder a la voz de Dios?

¿Seremos capaces de cambiar nuestra identidad postiza para convertirnos en peregrinos, cojos para siempre como Ignacio -marca del paso de la gracia a través de nuestra vulnerabilidad- y como Jacob también, que caminó herido desde entonces tras su combate con el ángel? En ese combate, Jacob –que luego será Israel- dejó de ser un adolescente huidizo para convertirse en un ser humano capaz de afrontar los conflictos que tenía ante él. También Ignacio dejó de ser un joven ambicioso y errático en busca de su propia gloria para salir en pos de su Señor y de su Reino.

En el lecho convaleciente –personal y colectivo- en el que nos encontramos, ¿seremos capaces de distinguir nuestras fantasías de la verdadera llamada para la que hemos nacido, y que conjuntamente hemos de escuchar? ¿Seremos capaces de distinguir las satisfacciones que nos intoxican de las llamadas que nos desinstalan y nos ponen en camino?

Cuando hayamos emprendido la marcha hacia nuestra Jerusalén, ¿estaremos dispuestos a detenernos tantas veces como sea necesario, como le sucedió a Ignacio en Manresa, y descender a nuestros propios infiernos, a nuestras propias sombras, para recoger todos los residuos que hemos dejado en ellas?

¿Estamos realmente dispuestos a ver todas las cosas nuevas? ¿Dejaremos que a través de esa herida entre una Luz que nos deje ciegos de lo que ya sabemos para recibir una comprensión de Dios, del mundo y de nosotros mismos que todavía desconocemos?

Si es así, esa herida se habrá hecho fecunda en nosotros y habrá tenido sentido celebrar este quinto centenario, que tiene el riesgo de desmantelarnos como hizo con el benjamín de los Loyola. Dispongámonos a ser puestos en una nueva dirección, no la que elijamos nosotros sino la que se muestre cuando, escuchando, lleguemos a discernir la Voz de Dios.

¿No es esta la oportunidad que tenemos también planetariamente al experimentar nuestra vulnerabilidad colectiva?

Fuente: www.jesuits.global/es

Asamblea General del CELAM

Hoy 21 de Mayo finaliza la 38º Asamblea General del CELAM, con la participación de obispos de los 22 países que lo conforman, además de miembros de Dicasterios de la Santa Sede y de organismos de la Iglesia en América Latina y el Caribe.

Esta Asamblea General Ordinaria del Celam, la primera en la historia del organismo efectuada en modalidad virtual, atendiendo a las condiciones que atraviesa el continente por los efectos de la pandemia.

Al evento acuden 85 personas, entre miembros de la presidencia, representantes de la Santa Sede, presidentes de las Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe, delegados de los episcopados, Obispos asesores, representantes de las agencias de cooperación, conferencistas e invitados especiales.

La 38ª. Asamblea General del Celam busca presentar el proceso de renovación y reestructuración del organismo, tarea encomendada a la actual Presidencia desde su elección en Tegucigalpa, en mayo de 2019. Una labor que se ha desarrollado con el apoyo de un grupo de obispos asesores. Como parte de la agenda se presentará la propuesta, los avances y testimonios de quienes han liderado el proceso desde diversas áreas y lugares del continente.

El apoyo de la Iglesia universal

La ceremonia de instalación comenzó con las palabras de bienvenida del presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano Monseñor Miguel Cabrejos Vidarte. En su mensaje el prelado reconoció que este proceso no es algo cerrado, subrayando que el CELAM debe ser un “centro propulsor de la conciencia misionera, de la conversión pastoral permanente, como Iglesia en salida y sinodal, caminando eclesialmente con el Pueblo de Dios y las Conferencias Episcopales”.

Así mismo explicó que el organismo ha enmarcado el proceso de renovación y reestructuración en la teología del “Concilio Vaticano II, la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida y el Magisterio del Papa Francisco”, que tiene como base los cuatro sueños proféticos de la exhortación Postsinodal Querida Amazonía.

Acto seguido la Secretaria General de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas (CLAR), la hermana Daniela Canavina, dirigió un espacio de contemplación tomando como base la oración de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe.

Antes de dar paso a los trabajos de reflexión se compartieron los mensajes del Nuncio Apostólico de su santidad en Colombia, Monseñor Luis Mariano Montemayor, quien manifestó su cercanía a los miembros de la Asamblea exhortándolos a dejarse guiar por el Espíritu Santo en la tarea de discernir adecuadamente frente a la misión de renovar la estructura del Celam.

De la misma forma, el prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, Cardenal Marc Ouellet, expresó su confianza para que “los frutos de esta asamblea eclesial después de un tiempo de escucha y reflexión, sean signo de una Iglesia en continua conversión pastoral y misionera que crece en la vivencia y la transmisión de la fe, la esperanza y la caridad“; teniendo presente que el cambio de las estructuras es fruto de la misionariedad y es esta experiencia la que motiva la transformación de las estructuras caducas a las nuevas. De lo contrario solo se hablaría de un estudio organizacional, un análisis funcional que margina los frutos de la misión paradigmática.

Por su parte el presidente de la Conferencia Episcopal de Puerto Rico, Monseñor Rubén González, animó a los presentes a desarrollar su trabajo pensando en las comunidades de cada uno de los países y sus necesidades pastorales.

Un proceso en marcha

Las reflexiones se iniciaron con la intervención de Mauricio López, quien propuso una meditación sobre la memoria agradecida de todos los pasos que ha implicado el proceso de renovación y reestructuración del Celam.

Posteriormente el Dr. Agustín Salvia se refirió a la cuestión social de América Latina y el Caribe en el contexto del Covid-19, mientras que Austen Ivereigh centró su reflexión en una mirada contemplativa de la realidad desde las prioridades pastorales del Celam a la luz de Aparecida, asumiendo una visión universal y de esperanza en prospectiva hacia el 2031-2033.

Al respecto, el periodista británico señaló que “el intento de generar una Iglesia sinodal ha sido el aporte más importante del pontificado de Francisco”, reconociendo la claridad y la audacia de las propuestas” elaboradas para concretar el proceso de renovación y reestructuración del Celam.

No obstante, advirtió sobre la importancia de trabajar en la conciencia de que, por la unción del Espíritu Santo, la Iglesia latinoamericana es ahora la fuente de la Iglesia universal, y que los procesos sinodales que se han puesto en marcha aquí no son exclusivamente para el bien del pueblo y la Iglesia latinoamericanos, sino que son un tesoro para la Iglesia universal.

Finalmente, la jornada concluyó con la iluminación correspondió al Padre Carlos María Galli, coordinador del Equipo de Reflexión teológico-pastoral, quien abordó los fundamentos teológicos, eclesiológicos y pastorales del proceso de renovación y reestructuración del Celam.

Conocé más sobre el trabajo de cada jornada aquí: prensacelam.org

 

Fuente: prensacelam.org

Artesanos de la paz

Reflexiones

El capítulo siete es uno de los capítulos más bellos de Fratelli Tutti, la última encíclica del Papa Francisco. En dicho apartado dedicado a los caminos de reconciliación el Papa nos hace una muy atractiva invitación, vigente para todo tiempo, a ser «artesanos de la paz». Artesanos creativos, con ingenio y audacia, capaces de poner todo nuestro ser y quehacer en buscar caminos de unidad, reencuentro y de reconciliación. Un artesano suele ser una persona de fina sensibilidad, capaz de imaginar y proyectar la belleza desde la simplicidad y la sencillez. Un artesano tiene la gracia y el talento para transformar la realidad en una auténtica experiencia estética. Es capaz de encontrar hermosura hasta en las tonalidades más grises de la vida. Un artesano es, sobre todo, paciente para detenerse en los detalles. Tiene una mirada contemplativa y los sentidos bien despiertos para matizar, contrastar, pulir, detallar, limpiar, corregir y, muchas veces, rehacer sin desesperarse.

Las relaciones humanas no son perfectas, son frágiles. Por más buena disposición que tengamos, más de alguna vez surgen conflictos, diferencias y malentendidos entre nosotros. Frecuentemente a ese artesano se le rompe el hilo con el que tan delicada y sutilmente estaba intentando tejer una relación. Otras veces, simplemente se enredan los hilos y se hacen nudos muy difíciles de desenmarañar; la tentación, movida por nuestra desesperación y deseos de inmediatez, es cortar de tajo todo el hilo, pero no. El artesano es paciente para esperar inclusive años y desenredar para volver a empezar, una vez más, a hilar muy fino y con mayor cuidado. El artesano sabe muy bien que la paciencia es un ejercicio amargo, pero confía en que es un buen camino porque ya ha probado sus dulces frutos de paz.

En este itinerario de tejer relaciones, las rupturas son casi inevitables porque el conflicto suele estar a la orden del día, pero una tarea importante del artesano de la paz es soportar el conflicto, más por amor que por dolor; porque confía en que, aunque la aguja pinche nuestros dedos y duela, al final quedará una exquisita obra de arte capaz de comunicar verdad, bondad y belleza. La paz nunca ha sido la ausencia de conflictos sino la capacidad de encontrarnos y crear comunidad aún en medio de las diferencias. La paz no es sinónimo de hipocresía pacifista. Tampoco es hija de un detallado manual de buenos modales para soportarnos mutuamente porque no nos queda de otra. La paz es ante todo verdad, y la verdad muchas veces supone diferencias, convergencias y divergencias. Silencios. Distancias. Perdones. Reconciliaciones. Ser artesano de la paz es creer en la comunión y comprometerse en construir comunidad; una comunidad unida en la diversidad, sin confusión y sin división.

Fuente: pastoralsj.org

Catequesis del Papa: las dificultades en la oración

En su 34ª catequesis dedicada a la oración, el Papa Francisco reflexionó sobre algunas de las dificultades que encontramos cuando oramos. En particular, siguiendo la pauta del Catecismo de la Iglesia Católica, se centró en la distracción, la sequedad y la acedia.

La distracción y la vigilancia en la oración

Rezar no es fácil, comenzó diciendo el Papa, “hay muchas dificultades que surgen en la oración” y debemos conocerlas, individuarlas y superarlas. El primer problema que se le presenta a quien reza – señaló el Papa – es la distracción:

«Empiezas a rezar y entonces tu mente da vueltas, da vueltas por todo el mundo; tu corazón está ahí, la mente está allí… la distracción de la oración. La oración convive a menudo con la distracción. De hecho, a la mente humana le cuesta detenerse durante mucho tiempo en un solo pensamiento. Todos experimentamos este constante torbellino de imágenes e ilusiones en continuo movimiento, que nos acompaña incluso durante el sueño. Y todos sabemos que no es bueno seguir esta inclinación desordenada.»

Además, indicó que la lucha por conseguir y mantener la concentración no se limita a la oración, pues “si no se alcanza un grado de concentración suficiente, no se puede estudiar con provecho, ni se puede trabajar bien”. Y así puso el ejemplo de los deportistas, que “saben que las competiciones se ganan no sólo con el entrenamiento físico, sino también con la disciplina mental”, es decir, “sobre todo, con la capacidad de mantener la concentración y la atención”. Así, es necesario combatir las distracciones, y por ello en el patrimonio de nuestra fe hay una virtud “que a menudo se olvida”, y que se llama “vigilancia”:

El Catecismo lo menciona explícitamente en su instrucción sobre la oración (cf. nº 2730). Jesús llama a menudo a los discípulos al deber de una vida sobria, guiados por el pensamiento de que tarde o temprano Él volverá, como un novio de una boda o un señor de un viaje. Sin embargo, al no conocer el día y la hora de Su regreso, todos los minutos de nuestra vida son preciosos y no deben desperdiciarse en distracciones. En un instante que desconocemos, resonará la voz de nuestro Señor: en ese día, bienaventurados los siervos que Él encuentre laboriosos, todavía centrados en lo que realmente importa.

En la oración, cuando caemos en la cuenta de nuestras distracciones, lo que nos ayuda a combatirlas es ofrecer con humildad el corazón al Señor para que lo purifique y lo vuelva a centrar en Él.

La sequedad y el corazón abierto al Señor

Otra dificultad es la sequedad, que puede depender de nosotros mismos, o también de Dios, que permite ciertas situaciones exteriores o interiores. Incluso “un dolor de cabeza o una dolencia hepática» impide entrar en la oración, y a menudo «no sabemos realmente la razón». Pero la sequedad “nos hace pensar en el Viernes Santo, en la noche y en el Sábado Santo», cuando «Jesús no está, está en el sepulcro; Jesús está muerto», y «estamos solos”: este es “el tiempo de la desolación y de la fe más pura, – afirmó Francisco -porque se mantiene firme junto a Jesús”.

Los maestros espirituales describen la experiencia de la fe como una continua alternancia de tiempos de consuelo y de desolación; tiempos en los que todo es fácil, mientras que otros están marcados por una gran pesadez. Muchas veces, cuando encontramos un amigo, decimos: «¿Cómo estás?» – «Hoy estoy de bajón». Muchas veces estamos «decaídos», es decir, no tenemos sentimientos, no tenemos consolaciones, no podemos más. Son esos días grises… ¡y hay tantos en la vida! Pero el peligro es «tener» un corazón gris: cuando este «estar decaído» llega al corazón y lo enferma… y hay personas que viven con el corazón gris. Esto es terrible: ¡no se puede rezar, no se puede sentir consuelo con el corazón gris!

Para que entre la luz del Señor, “el corazón debe estar abierto y luminoso”, indicó entonces el Santo Padre, animando a esperar esa luz “con esperanza” y sin “encerrarla en lo gris”.

La acedia y la humilde perseverancia

La acedia es la tercera dificultad que encontramos en la oración: es un “defecto”, dijo el Santo Padre, “otro vicio”, y constituye “una verdadera tentación” contra la oración y contra la vida cristiana.  Se trata, tal como enseña el Catecismo, de “una forma de aspereza o de desabrimiento debidos a la pereza, al relajamiento de la ascesis, al descuido de la vigilancia, a la negligencia del corazón”. Es uno de los siete “vicios capitales” porque, alimentado por la presunción, puede conducir a la muerte del alma, aseguró el Papa Francisco.

Entonces, ¿qué debemos hacer en esta sucesión de entusiasmos y desalientos? Hay que aprender a caminar siempre. El verdadero progreso de la vida espiritual no consiste en multiplicar los éxtasis, sino en ser capaces de perseverar en los tiempos difíciles: camina, camina, camina… Y si estás cansado, detente un rato y vuelve a caminar. Pero con perseverancia. 

Recordemos la parábola de San Francisco sobre la perfecta alegría: no es en las infinitas fortunas llovidas del Cielo donde se mide la capacidad de un fraile, sino en caminar con constancia, incluso cuando no se es reconocidos, incluso cuando se es maltratados, incluso cuando todo ha perdido el sabor de sus comienzos. (…) Debemos aprender a decir: «Aunque Tú, mi Dios, parezcas hacer todo lo posible para que deje de creer en Ti, yo sigo rezándote». ¡Los creyentes nunca apagan la oración!

El valor del “¿por qué?”

Aunque nuestra oración a veces «pueda parecerse a la de Job, que no acepta que Dios le trate injustamente, protesta y le llama a juicio”, el Papa puntualizó que, sin embargo, “muchas veces, protestar ante Dios es también una forma de rezar”: esto porque “porque muchas veces el hijo se enfada con su padre”, pues es “una manera de relacionarse con su padre”:

Sabemos que al final, al término de este tiempo de desolación, en el que hemos elevado al cielo gritos mudos y muchos «¿por qué?», Dios nos responderá. No olvidar la oración del «¿por qué?»: es la oración que hacen los niños cuando empiezan a no comprender las cosas, y los psicólogos la llaman «la edad del por qué», porque el niño pregunta a su padre: «Papá, ¿por qué…? Papá, ¿por qué…? Papá, ¿por qué…?». Pero estemos atentos: él no escucha la respuesta del papá. El papá comienza a responder y él sale con otro por qué. Sólo quiere atraer la mirada de su padre hacia él; y cuando nos enfadamos un poco con Dios y empezamos a decir los «por qué», estamos atrayendo el corazón de nuestro Padre hacia nuestra miseria, hacia nuestra dificultad, hacia nuestra vida.

De ahí que el Papa concluyese su catequesis animando a tener el valor de decirle a Dios: “pero, ¿por qué?”. Porque – afirmó él – a veces, enfadarse un poco es bueno, porque nos hace despertar esa relación de hijo a Padre, de hija a Padre, que debemos tener con Dios.

Durante sus saludos a los fieles, el Papa Francisco dirigió un pensamiento particular a los de lengua francófona: «A la espera de Pentecostés, como los Apóstoles reunidos en el Cenáculo con la Virgen María pidamos fervientemente al Señor el Espíritu de consuelo y de paz para los pueblos martirizados», dijo. Y saludando a los fieles de lengua española, animó a que en estos días de preparación a la Solemnidad de Pentecostés, pidamos al Señor «que nos envíe los dones del Espíritu Santo para poder perseverar en nuestra vida de oración con humildad y alegría, superando las dificultades con sabiduría y constancia».

Fuente: www.vaticannews.va

«Peregrinos con Ignacio»: Oración en vivo para el año ignaciano

El Año Ignaciano que celebra los 500 años de la herida de San Ignacio en Pamplona y su posterior conversión comienza el 20 de mayo de 2021. Para destacar el inicio de este importante año para la familia ignaciana en oración, estamos organizando una transmisión de oración online, abierta a todos, el 23 de mayo. Esta oración durará unos 35 minutos y se emitirá en tres zonas horarias: a las 20:00 horas en Manila (PhST), a las 20:00 horas en Roma (CEST) y a las 20:00 horas en Nueva York (EDT). En cada caso habrá tres versiones lingüísticas disponibles: español, inglés y francés.

En la oración escucharemos un aporte del P. General Arturo Sosa, testimonios de personas de las diferentes Conferencias de la Compañía, y música de Cristóbal Fones, Keith Duke y Laurent Grzybowski, entre otros. El Papa Francisco se unirá a nosotros en la oración.

Estará la posibilidad de compartir durante la oración en el chat online y en las redes sociales usando el hashtag #ignatius500. Y también habrá interacción sobre la oración y el Año Ignaciano en el chat y en las redes sociales después de la oración.

Esta oración online será un acontecimiento importante en el Año Ignaciano y el P. General los invita a todos a unirse y a promoverla ampliamente. Esta oración responde a un deseo suyo: “Este Año Ignaciano debe ser en primer lugar y ante todo una oportunidad para una experiencia. A través de todos los eventos y proyectos desarrollados durante este año, queremos invitar a la gente a vivir una experiencia de conversión. […] Se trata de conocer más claramente a Cristo, de amarlo más entrañablemente, y de seguirlo más de cerca. […] Queremos que esta celebración sea una experiencia espiritual”.

 

Reflexión del Evangelio – Ascensión del Señor

Evangelio según San Marcos 16,15-20.

Por José Antonio Pagola

La Iglesia tiene ya veinte siglos. Atrás quedan dos mil años de fidelidad y también de no pocas infidelidades. El futuro parece sombrío. Se habla de signos de decadencia en su seno: cansancio, envejecimiento, falta de audacia, resignación. Crece el deseo de algo nuevo y diferente, pero también la impotencia para generar una verdadera renovación.

El evangelista Mateo culmina su escrito poniendo en labios de Jesús una promesa destinada a alimentar para siempre la fe de sus seguidores: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». Jesús seguirá vivo en medio del mundo. Su movimiento no se extinguirá. Siempre habrá creyentes que actualicen su vida y su mensaje. Marcos nos dice que, después de la Ascensión de Jesús, los apóstoles «proclamaban el evangelio por todas partes y el Señor actuaba con ellos».

Esta fe nos lleva a confiar también hoy en la Iglesia: con retrasos y resistencias tal vez, con errores y debilidades, siempre seguirá buscando ser fiel al evangelio. Nos lleva también a confiar en el mundo y en el ser humano: por caminos no siempre claros ni fáciles el reino de Dios seguirá creciendo.

Hoy hay más hambre y violencia en el mundo, pero hay también más conciencia para hacerlo más humano. Hay muchos que no creen en religión alguna, pero creen en una vida más justa y digna para todos, que es, en definitiva, el gran deseo de Dios.

Esta confianza puede darle un tono diferente a nuestra manera de mirar el mundo y el futuro de la Iglesia. Nos puede ayudar a vivir con paciencia y paz, sin caer en el fatalismo y sin desesperar del evangelio.

Hemos de sanear nuestras vidas eliminando aquello que nos vacía de esperanza. Cuando nos dejamos dominar por el desencanto, el pesimismo o la resignación, nos incapacitamos para transformar la vida y renovar la Iglesia. El filósofo norteamericano Herbert Marcuse decía que «la esperanza solo se la merecen los que caminan». Yo diría que la esperanza cristiana solo la conocen los que caminan tras los pasos de Jesús. Son ellos quienes pueden «proclamar el evangelio a toda la creación».

La Herida: una nueva canción de Cristóbal Fones SJ

El pasado 9 de Mayo fue el estreno de «La herida», una canción que surge en el contexto de la celebración del Año Ignaciano, a iniciarse el próximo 20 de Mayo.  Con letra de José María Rodríguez Olaizola SJ y música de Cristóbal Fones SJ, este nuevo canto recoge la experiencia de conversión de San Ignacio al mismo tiempo que la nuestra, como personas y también como cuerpo apostólico de la Compañía de Jesús. Así lo presenta Cristóbal Fones en sus redes sociales:

«En este último año hemos conectado de un modo más transparente con nuestras heridas, tanto las personales como las comunitarias. El tiempo pascual es un tiempo propicio para volver sobre las heridas, para mirarlas con el amor que redime, sana y señala nuevos aprendizajes.

Es el mismo Resucitado el que nos invita a tocar la marca del dolor para descubrir Su presencia en la historia, en nuestra historia. Vivimos tiempos críticos en muchos sentidos, de profundas heridas físicas, sociales, económicas,
medioambientales, políticas, comunitarias, afectivas, psíquicas y espirituales…

Y en medio de ellas, una esperanza que nos des-instala, que nos des-cubre y nos moviliza hacia el amor. Les animo a escuchar esta canción y hacerla propia de cara al Señor, al mundo, a nuestros pueblos, a la creación y a nosotros mismos…»