Semana Laudato Si’ 2021

Este año, la Semana Laudato Si’ tendrá lugar del 16 al 25 de mayo, será la coronación de Año Especial Laudato Si’ y la celebración de los grandes progresos, que toda la Iglesia ha hecho, en el camino hacia la conversión ecológica.

La Semana Laudato Si’ 2021 será, además, un momento para reflexionar sobre lo que la pandemia del COVID-19 nos ha enseñado y preparar el futuro con esperanza.

Conoce más en www.laudatosiweek.org/es

Desafíos de los católicos en Argentina

Por Monseñor Emilio Cardarelli¹

Ante todo, para hablar de algunos desafíos de los católicos en Argentina entendemos que el primero es recordar siempre que la Iglesia “existe para evangelizar…” (Evangelii Nuntiandi, 14), como así también que, no hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios. (Ib., 22)

Por otra parte, el Papa Francisco, citando al Papa Benedicto XVI, afirma: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”(Evangelii Gaudium, 7).

Algunos de estos desafíos

Un desafío es no anteponer, como antes se hacía con la conducta sexual, la conducta social al anuncio de Jesucristo, dado que la moral cristiana es consecuencia de la adhesión a Él. Al respecto cuestiona que muchas veces nuestras Parroquias sean espacios donde los pobres van en busca del pan material, pero luego ellos van a las sectas a buscar el alimento espiritual que escasamente pueden darle.

Otro desafío es la crisis de la familia en medio del secularismo cultural imperante y el quiebre en la transmisión de la fe. Los adultos, a partir del encuentro, o reencuentro, con Jesucristo vivo, están llamados a transmitir la fe en la familia.

Un desafío en lo social es la presencia de los laicos comprometidos con Jesucristo en la vida pública, siendo instrumentos generadores de una cultura del encuentro y aplicando en el orden temporal, sin dependencias inmaduras de la Jerarquía, los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

Dado que el Evangelio es siempre instancia crítica última, superadora de todo proyecto político, se requiere en nuestra Argentina una gran fortaleza para no caer en la tentación del clericalismo.

Compromiso político

Nuestra historia política, marcada desde los años 40 del siglo pasado por un movimiento que nació proclamando que su política se inspiraba en las encíclicas sociales de la Iglesia, no es ajena al mencionado clericalismo que, por el lado de la política partidaria, se expresa como instrumentalización de lo religioso y, por el lado, religioso se expresa asumiendo públicamente la identificación política partidaria mayoritaria entre los pobres, sea para identificarse con ellos, sea como búsqueda de un liderazgo impropio.

A la hora del compromiso político partidario de los laicos, un desafío es no olvidar dos cosas: en el plano de los hechos, que en años recientes el mencionado movimiento en el gobierno fue el que legalizó el mal llamado matrimonio igualitario, como así también el aborto y en el plano doctrinario las palabras del Papa Francisco en el sentido que no existe una única forma de compromiso político para los católicos:

“No va más el partido católico. En política es mejor tener una polifonía en política inspirada en una misma fe y construida con múltiples sonidos e instrumentos, que una aburrida melodía monocorde, aparentemente correcta, pero homogenizadora y neutralizante –y de yapa– quieta”.

 

¹Vicario General del Arzobispado de Rosario y miembro de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos

Fuente: vidanuevadigital.com

Reflexión del Evangelio – Sexto Domingo de Pascua

Evangelio según San Juan 15,9-17.

Por Rafael Stratta SJ

En la vida, podemos quedarnos o permanecer de muchas maneras: puede ser el “quédate en casa” que, con intención de cuidarnos propone el distanciamiento; también podemos permanecer en el encierro de quien no quiere compartir –por la razón que sea- ni una migaja de su intimidad; podemos también permanecer en la huida, escapando de todo lo que nos cuestiona e incomoda; y hasta podemos permanecer “aguantando”, apretando los dientes y soportando los golpes hasta que la cosa pase.

Hoy Jesús propone como “mandamiento” un permanecer nuevo, con un tiempo y un espacio propios: “permanezcan en mi amor”, nos dice. ¿De qué permanencia nos habla? Por un lado, aunque sea mandamiento, el amor no puede ser sino pura gratuidad, regalo. Por eso viene del Padre y se regala a nosotros, para que lo sigamos compartiendo permanecer, entonces, es saberse compartir uno y dejarse regalar por otros.

Por otro lado, la permanencia que se propone es un espacio de gozo y gozo del bueno (‘perfecto’). Que Jesús sea misterio no quiere decir que nos oculte cosas, sino que nunca podremos abarcar la grandeza de esta vida resucitada que Él nos comparte. Por esta razón no se guarda nada y nos va revelando la plenitud del gozo que da este permanecer en el amor.

El mandamiento del permanecer en el amor es también un sitio de amistad, de reconocimiento mutuo. Es liberador, hace crecer en relación con Dios y los demás y nos permite acceder al corazón mismo de Dios que comparte su Vida con nosotros. La experiencia da mistad habilita a una intimidad única.

Finalmente, la permanencia es lugar de fecundidad, de frutos que perduran. Nos pasamos la vida queriendo dejar una huella. El fruto del que habla Jesús ya no es para que quedemos en el “bronce de la victoria”, sino que es un fruto vivo, que dura más allá de nuestro ego limitado y limitante. Este fruto nos hace más plenos porque nos conecta con la fuente de la vida que está más allá de nosotros mismos (o más adentro de nuestra propia interioridad, como podría decir San Agustín).

Fuente: www.cvxuruguay.org

Serie 16 caminos hacia Dios: VII. Contemplar – Emmanuel Sicre SJ

Una propuesta secuencial de 16 caminos que podemos emprender desde lo cotidiano, para acercarnos cada día más a Dios. 

7. Camino hacia Dios: «Contemplar»

La contemplación del evangelio de Jesús busca ponernos en la escena, meternos allí como uno más del relato porque en ese estar allí con la imaginación es que el Espíritu de Dios hace su trabajo de salvación de nuestra vida. Leer y dejarse llevar…
¿Quién que no contemple a Jesús curando no le quedan curadas también un poco sus heridas? ¿Quién que no contemple el nacimiento de Jesús no queda restablecido al menos en la ternura para consigo y los demás? ¿Quién que no contemple a Jesús anunciando el Reino no queda seducido por su propuesta de paz, amor y justicia universal? ¿Quién que no contemple a Jesús muriendo en cruz no llora con todos los que sufren sus propios sufrimientos? ¿Quién que no contempla al resucitado en su oficio de consolar no queda consolado en lo más profundo de su ser?
Así trabaja la contemplación. En la medida en que nos animamos a abandonar el control sobre la oración, el Espíritu, ayudado por nuestra libertad de entrega a la imaginación, hace su trabajo de cristificación, de hacernos otros Cristos.
Emmanuel Sicre SJ

Todo empezó con un libro: La experiencia lectora de San Ignacio

¿Qué lecturas cambiaron la vida de San Ignacio de Loyola? Ésta es la pregunta que guía una nueva charla con los jesuitas José García de Castro, director de la colección Manresa, y José Luis Vázquez, licenciado en Ciencias Bíblicas. El objetivo de esta conversación es conocer más sobre la experiencia lectora que tuvo Ignacio de Loyola, y que durante los meses de convalecencia en la casa familiar tras ser herido en Pamplona, fue determinante en su transformación interior.

Se habla sobre de los libros que influyeron en el comienzo de su conversión, de la dimensión del ejercicio literario que el propio Ignacio y los primeros jesuitas sembraron en la Compañía de Jesús y también sobre su influencia en muchos otros procesos de conversión espiritual que tienen su expresión en otros libros.

Podés ver la ponencia completa en el siguiente video:

Reflexión del Evangelio – Quinto Domingo de Pascua

Evangelio según San Juan 15, 1-8.

Por Mariano Durand SJ

Permanecer unidos al Señor, nutriéndonos de Su gracia, sostiene la Vida Nueva que estamos llamados a celebrar. Desde la experiencia pascual de los primeros cristianos, el testimonio de la Resurrección ha sido el fundamento de la fe. Este testimonio, convoca y fortalece el vínculo de los creyentes en torno a una raíz común. Progresivamente, la experiencia pascual va transformando a quienes se abren a ella –también nosotros-, y va creciendo en la medida en que la alimentamos.

La oración –cercanía con Dios-; las obras – el acercamiento al prójimo-; y la comunidad –los vínculos fraternos con quienes vivimos el amor y el servicio-, se vuelven pilares insustituibles que sostienen y animan nuestra progresiva conciencia y adhesión a la misión Jesús, la construcción del Reino de la que nos sentimos colaboradores.

No sólo porque caminamos con Él –o mejor, Él camina con nosotros-; ni porque, como en Emaús, le pidamos: “Quédate con nosotros”. Se trata más bien de que el mismo Jesús nos invita a permanecer en Él. Dispuestos a la poda, para quitar cuanto nos impida hacer fructificar la savia viva que nos conecta con Su Vida. Para que nuestra vida se configure con sus mismos sentimientos, unidos a Él por el amor, abiertos a los demás, sensibles a toda necesidad.

Unidos, superamos el ‘ensimismamiento’ de nuestro ‘propio amor, querer e interés’ (EE 189) que nos ciega y aísla. Podados –de nuestros apegos-, ofrecemos lo mejor del amor de Dios derramado en nuestros corazones.

Fuente: www.cvxuruguay.org

Serie 16 caminos hacia Dios: VI. «Las heridas» – Emmanuel Sicre SJ

Una propuesta secuencial de 16 caminos que podemos emprender desde lo cotidiano, para acercarnos cada día más a Dios. 

6. Camino hacia Dios: «Las heridas»

Las heridas son puertas entreabiertas al misterio de la vida. Allí donde el dolor abre la carne hay gritos de parto que advierten el deseo de vivir. Cada herida se torna, entonces, el anuncio de una reparación, el deseo de un alivio, la esperanza de una cicatriz. Las heridas de una cruz que Dios no da, sino que ayuda silencioso a cargar, nos revelan el ardiente anhelo de una pascua que nos murmure al oído que las lágrimas limpian los ojos para ver mejor el sentido de nuestra historia magullada.
Cuando las heridas son de muerte, cuando lo que es deja de ser, comienza la nueva vida, esa que verdea en los bordes de la herida y nos regala la esperanza de que es posible siempre reescribir la propia historia con el lápiz de Dios.
Emmanuel Sicre SJ

Joven, decídete

Reflexiones

El título de estas líneas lo tomo prestado de un artículo publicado hace muchos años. El título (y el artículo, por supuesto) llegaron en un momento muy oportuno de mi vida, de hecho me ayudó a decantar opciones que me han conducido hasta aquí. Pero no voy a compartir un testimonio de mi biografía, sino a recordar en voz alta el contenido de aquella lectura y a traducirlo para nuestros días.

 Sin duda lo que más caracteriza ese largo proceso que llamamos madurar es la toma de decisiones, tener que optar. Desde los pequeños escarceos adolescentes: fumar, salir (más que salir, es entrar, porque nunca parece buena la hora de volver a casa), los amigos, la forma de vestir, enamorarse, el verano, los suspensos… todas esas pequeñas conquistas que nos van indicando que el territorio para nuestras decisiones crece. Decisiones que cuando se producen nos parecen importantísimas, y que la perspectiva del tiempo nos muestra que no eran para tanto. Son “cosas de la edad”, que es como decir que le pasa a todos, que forman parte de un crecimiento normal , que por ser tan comunes no nos hacen diferentes, sino más bien nos hacen sentir iguales. Y eso provoca una gran seguridad, ser como todos, no disonar, es muy importante en algunos momentos.

Pero el tiempo pasa, no se detiene. Y las decisiones van creciendo en importancia; especialmente porque comprometen el futuro: estudios, profesión, pareja, vivir como pienso y para ello pensar cómo vivir. Y van surgiendo los dilemas: de las letras no se vive; en música sólo triunfan tres; prepara una buena oposición; si no lo intento ahora, ¿cuándo?; tú acaba la carrera y después haces lo que quieras; sólo se vive una vez; no dejes pasar tu oportunidad; cuando tenga trabajo entonces…. Este sí que se va convirtiendo en un momento crítico, las decisiones que tomemos estarán destinadas a dejarnos tranquilos, a contentar a los que están a nuestro lado, o a dar salida a nuestras convicciones más profundas.

La tentación de este tiempo es querer salvarlo todo. Nos gustaría ser astronautas, funcionarios y rastas caribeños a la vez, nos gustaría que nuestros sueños de éxito, de seguridad y de “ir de alternativos” pudiesen sobrevivir todos juntos. Y sin embargo no es posible. Tan sencillo y tan complicado: no es posible. Así que decídete, no se puede ser todo. Prolongar estos tiempos de vocaciones-múltiples sólo sirve para retrasar lo inevitable e impedirnos vivir a fondo las verdaderas opciones. Primero porque no se puede servir a dos señores. No optar, querer mantener todas las puertas abiertas, significa no profundizar en ninguna. Siempre habrá una excusa, santa y convincente, para no comprometerse del todo, para no asumir las consecuencias de los compromisos. Segundo, porque si es cierto que elegir es cerrar opciones, también es cierto que optar significa abrirnos a un nuevo mundo de posibilidades. Nos da miedo perder, pero no podemos olvidar que cuando optamos delante de nosotros se abre un nuevo horizonte que nos espera. Pero que nos espera enteros, no divididos, escindidos. Elegir, optar, no es sencillo pero o te anticipas, o te llevan. O tomas tú las decisiones (y asumes las consecuencias), o te dejas llevar por las situaciones, y aunque te quedará el consuelo de que siempre podrás echar la culpa a otros de lo que te pasa, no vivirás la experiencia profunda de ejercer la libertad.

José Ignacio García Jiménez, sj

Fuente: pastoralsj.org

Mujeres e Iglesia: fuerza y generosidad en la Amazonía

 

Una reflexión en torno al rol primordial que ocupan las mujeres en la iglesia amazónica. «Mujeres que escuchan, curan heridas, reparten el pan, siembran esperanza, llevan en su regazo a las ovejas heridas y hambrientas.» 

En el día en que celebramos el Domingo del Buen Pastor, nuestra reflexión nos lleva a decir que el Buen Pastor es el que cuida de las ovejas, imagen de Jesús el Buen Pastor. A lo largo del tiempo el Magisterio de la Iglesia ha identificado esta imagen con los hombres ordenados, pero poco a poco esta visión se va ampliando. No se trata de excluir, sino de abrir horizontes, de reconocer que las mujeres también son buenas pastoras, buenas cuidadoras del rebaño.

Querida Amazonía dedica los números 99 a 103 a reflexionar sobre «La fuerza y el don de las mujeres«. En esos párrafos, el Papa Francisco reconoce abiertamente que «En la Amazonía hay comunidades que se han sostenido y han transmitido la fe durante mucho tiempo sin que algún sacerdote pasara por allí, aun durante décadas. Esto ocurrió gracias a la presencia de mujeres fuertes y generosas: bautizadoras, catequistas, rezadoras, misioneras, ciertamente llamadas e impulsadas por el Espíritu Santo. Durante siglos las mujeres mantuvieron a la Iglesia en pie en esos lugares con admirable entrega y ardiente fe. Ellas mismas, en el Sínodo, nos conmovieron a todos con su testimonio”.

La misión de pastoreo, de cuidado de las comunidades, ha sido asumida, como bien reconoce la exhortación postsinodal del Sínodo para la Amazonía, por «mujeres fuertes y generosas». Hay muchas mujeres en todos los rincones de la Amazonía que pueden ser reconocidas entre las que el Papa Francisco destaca por su «admirable entrega». Recorriendo algunas regiones de la Amazonía, adentrándome en los ríos y arroyos, a menudo hasta las comunidades más alejadas, he descubierto la presencia de estas mujeres, imagen de Jesucristo que cuida, y por tanto buenas pastoras.

De hecho, el texto de Querida Amazonía, en una forma de expresarse muy propia del Papa Francisco, directa, sin rodeos, al hablar de la Iglesia, dice abiertamente que «sin las mujeres ella se derrumba, como se habrían caído a pedazos tantas comunidades de la Amazonía si no hubieran estado allí las mujeres, sosteniéndolas, conteniéndolas y cuidándolas. Esto muestra cuál es su poder característico». Esto es algo que también ocurre en muchas comunidades de las ciudades amazónicas, especialmente en las periferias, donde la presencia femenina se vuelve decisiva en la mayoría de los casos. Muchas comunidades de las ciudades se habrían derrumbado si las mujeres no hubieran dado su vida a diario.

En este tiempo de pandemia, las mujeres han sido una fuerte expresión de la Iglesia samaritana, un ejemplo de cuidado en una región donde las consecuencias del Covid-19 han causado, están causando y causarán mucho dolor y sufrimiento. Son una extensión de «la fuerza y la ternura de María«, como nos recuerda Querida Amazonía. Mujeres que escuchan, curan heridas, reparten el pan, siembran esperanza, llevan en su regazo a las ovejas heridas y hambrientas.

Todo esto ocurre en una Iglesia sinodal, donde el Papa Francisco reclama el protagonismo de las mujeres, pudiendo «expresar mejor su lugar propio». El Documento Final del Sínodo, que el Papa asumió, pide la creación del ministerio de «mujer dirigente de la comunidad», y junto a ello «el Motu Propio de San Pablo VI, Ministeria quaedam, para que también las mujeres adecuadamente formadas y preparadas puedan recibir los ministerios de lectorado y acolitado», algo que ya ha sido recogido en el Motu Proprio «Spiritus Domini», promulgado en la última Fiesta del Bautismo del Señor, donde se reconoce el acceso de las mujeres al ministerio instituido del lectorado y el acolitado.

El Santo Padre ya advirtió de esta posibilidad en Querida Amazonía, donde dijo que «cabe recordar que estos servicios implican una estabilidad, un reconocimiento público y el envío por parte del obispo. Esto da lugar también a que las mujeres tengan una incidencia real y efectiva en la organización, en las decisiones más importantes y en la guía de las comunidades”.

Reconocer esta Iglesia pastoreada por mujeres, bien pastoreada, es hacer justicia con la historia y abrir nuevos caminos para el futuro de la Iglesia en la Amazonía, que fue uno de los objetivos del Sínodo para la Amazonía. No alimentemos polémicas que dividen y enfrentan, sino tengamos una actitud de aceptación y reconocimiento de tantas experiencias positivas, protagonizadas por mujeres, que han ayudado a la Iglesia a perseverar y ser luz en la vida de los pueblos amazónicos. Que las buenas pastoras que dieron su vida por el pueblo sigan inspirándonos y guiándonos en los caminos de Dios.

Fuente: religiondigital.org

Serie 16 caminos hacia Dios: V. «Los ateos» – Emmanuel Sicre SJ

Una propuesta secuencial de 16 caminos que podemos emprender desde lo cotidiano, para acercarnos cada día más a Dios. 
V. Camino hacia Dios: «Los ateos»
Pocas veces aprendo tanto sobre lo que creo como cuando me encuentro honestamente con quien no comparte mi fe. Es una hermosa oportunidad de redescubrir lo que vivo, el modo de expresarlo y de sentirlo. Dialogar con quien no pareciera haber recibido el don de la fe, pero se hace las preguntas fecundas de toda vida sincera, me conmueve al punto de reconocer que no pude hacer nada para creer en esto que me sostiene y me da vida. No hay méritos.
Quien cree que no cree en Dios -al menos en el de Jesús a quien intento seguir- me obliga, desde su propia experiencia de búsqueda, a conectarme con ese misterio olvidando supuestos.
¿Será en ese encuentro de buscadores donde Dios nos busca y termina por encontrarnos?
Emmanuel Sicre SJ