San Alberto Hurtado

«Tan abnegado, tan caritativo, tan trabajador, tan celoso de la gloria de Dios y del bien de sus prójimos», así lo definía al P. Hurtado uno de sus compañeros de estudio. A modo de celebración de su vida y obra,  que conmemoramos cada 18 de agosto, compartimos parte de la biografía publicada por la fundación Padre Hurtado de Chile.

La alegría de Alberto por haber entrado al Noviciado queda bien expresada en una carta a su inseparable amigo: «Querido Manuel: Por fin me tienes de jesuita, feliz y contento como no se puede ser más en esta tierra: reboso de alegría y no me canso de dar gracias a Nuestro Señor porque me ha traído a este verdadero paraíso, donde uno puede dedicarse a Él las 24 horas del día. Tú puedes comprender mi estado de ánimo en estos días; con decirte que casi he llorado de gozo».

La primera parte de su formación se desarrolla en Chillán, entre Retiros Espirituales y labores humildes. Posteriormente se traslada a Córdoba, Argentina, para terminar allí su período de noviciado y consagrarse al Señor con sus votos religiosos el 15 de agosto de 1925.

Entre los años 1927 y 1931, estudia filosofía y comienza con la teología en Sarriá, España. Un testimonio de aquellos años lo afirma, «tan abnegado, tan caritativo, tan trabajador, tan celoso de la gloria de Dios y del bien de sus prójimos y, como fundamento de todo, tan sobrenatural, unido con Dios y piadoso, principalmente en su devoción a la Santísima Virgen». Por la situación política de España, los jesuitas sacan del país a sus estudiantes extranjeros. Y Alberto debe continuar la teología en la Universidad Católica de Lovaina, una de las más prestigiosas del mundo. Un compañero de formación recuerda: «A uno le agradaba estar con él, pues uno se sentía cómodo. Oía a sus compañeros con mucha atención. Vivía siempre en un ambiente de fe. Era muy mortificado, se daba de lleno al estudio, su caridad era grande; siempre servicial, con una sonrisa acogedora». Otro asegura: «Poseía un gran don de simpatía que hacía tan agradable el trato con él, que era sencillo y modesto». Un hermoso testimonio retrata su carácter: «Su pronta sonrisa y su mirada indagadora, en un modo indefinible, parecía urgirlo a uno a cosas más altas… Su sonrisa daba la impresión de que estaba mirando al interior de mi alma y estaba ansioso por verme hacer mayores y mejores cosas por el Señor».

Un jesuita belga, nos transmite un elocuente testimonio: «El P. Hurtado tenía el temperamento de un mártir; tengo la íntima convicción de que él se ofreció como víctima por la salvación de su pueblo, y especialmente por el mundo obrero de América. Conocí al Padre Hurtado en teología, en Lovaina.

Sobre todo impresionaba y edificaba su caridad, tan ardiente y atenta, resplandeciente de alegría y entusiasmo. Ya entonces se ‘consumía’ de ardor y de celo. Siempre listo a alegrar a los demás.

¡Cuánto amaba a su país y a su pueblo! Ese amor le hacía sufrir profundamente. Volví a ver al querido Padre en el Congreso de Versalles en 1947. Era la misma llama: el fuego interior lo abrasaba de amor a Cristo y a su pueblo. Mi querido amigo era un alma de una calidad ‘muy rara’, y para decirlo todo: un santo; un mártir del amor de Cristo y de las almas».

Fuente: padrealbertohurtado.cl

Una Iglesia que vive en el pueblo: Pedro Casaldáliga

Esta semana se cumplieron dos años del fallecimiento del P. Pedro Casaldáliga sj, para esta ocasión y en memoria de su vida, traemos un artículo del año 2020 que lo describe en su persona y su misión.

Con el impulso profético del Papa Francisco para ‘una Iglesia en salida’, la figura y el modelo de un obispo singular, Pere Casaldàliga, adquiere un relieve especialmente significativo. Experimentó y vivió la Iglesia del pueblo por el que dio su vida y por el que luchó hasta el fin; al que amó en sus gentes humildes y marginadas, en medio de la naturaleza explotada por terratenientes que denunció con coraje y valentía y defendió ecológicamente. Nada ni nadie le hizo desfallecer en su lucha liberadora desde el evangelio por aquella región y por todos los pobres del mundo.

Destinado a San Félix de Araguaia (Mato Grosso, Amazonia), un extenso territorio, de ríos, selvas y bosques, fue luego su primer obispo, entregado en cuerpo y alma a los marginados, defensor de sus derechos y costumbres, de su tierra robada, ‘voz de los sin voz’. Se unió a la lucha liberadora como teólogo de la liberación, de la que fue uno de sus mejores exponentes con su acción y reflexión y cuya teología aprendió en la entrega diaria y arriesgada al servicio de sus gentes más humildes y explotadas, indefensos posseiros, sin servicios básicos, sometidos a la violencia de los terratenientes, que expulsaban, invadían y devastaban, para sus intereses y beneficio, los territorios indígenas, su selva, su riqueza, asesinando y torturando, aterrorizando, a quienes se resistían, con todo tipo de medios y muchas veces apoyados por la política estatal. Ahí aprendió Pere Casaldàliga lo que significan y exigían ser cristiano y hacerse una Iglesia fiel a las ‘causas del Reino’ de Jesús, que sale de sus templos e instalaciones para anunciar la liberación, luchar, rezar y vivir con el pueblo que sufre y clama.

Desde su opción liberadora soñó en una «Iglesia vestida solamente de evangelio y sandalias… desnuda de certezas» que amara sin límites, en una entrega total. Su casa no tenía puerta ni ventana que se cerraran, igual que la de la mayoría de los habitantes de esas tierras. Por eso sus símbolos episcopales fueron el sombrero de paja sertanejo, en vez de mitra; un remo, sustituyendo al báculo; como anillo episcopal un anillo de tucum (pequeño coco de la región), una sencilla cruz pectoral de madera.

Obispo de los pobres, pobre con los pobres, luchador por todas sus causas y por la dignidad de los más humildes, su espíritu liberador se alza hoy con renovado impulso por la defensa de la Amazonía.

Fuente: religiondigital.org

 

Comunicado 9|08|2022

Buenos Aires, 9 de agosto de 2022

Queridos Ex Alumnos e integrantes de la Comunidad Educativa del Salvador:

Respondemos a la carta que nos hicieran llegar recientemente como autoridades actuales de la Compañía de Jesús y del Colegio del Salvador.

Agradecemos la preocupación genuina por las víctimas y por el bienestar y seguridad de los alumnos actuales y venideros.

En primer lugar reiteramos nuestro pedido de perdón a aquellos que sufrieron en el Colegio lo que no debían sufrir. Nos avergüenza. Lo lamentamos profundamente. Por eso les pedimos públicamente perdón.

También pedimos perdón a aquellos integrantes de la Comunidad Educativa que se sienten dolidos y desconcertados.

Las autoridades del Colegio y de la Compañía de aquellos años obraron creyendo que hacían lo mejor posible. No obstante, nos duele el dolor de las víctimas y que ese dolor haya sido causado en aquel momento por alguien en quien confiábamos.

En aquel momento se creyó que alcanzaba con sacar al acusado y preservar así a los alumnos de más daño. A casi veinte años de distancia de la primera denuncia recibida por las autoridades del Colegio y de la Compañía (sobre el final del ciclo lectivo 2003), se ve que –por ejemplo– generar algún espacio de diálogo específico hubiera ayudado. Se pensó erróneamente que los alumnos podían recurrir a los ámbitos de escucha cercana con los que cuenta el Colegio, que generan confianza y apertura para compartir, espacios que permiten dialogar y expresarse. Las autoridades de aquel tiempo confiaban en que, aunque no se hablara directamente, en algunos de esos espacios fueran apareciendo estas situaciones dolorosas que hoy afloran, así como han aparecido y han sido abordadas –a lo largo de estos años– una gran cantidad de situaciones personales, grupales y familiares del proceso personal de cada alumno. A la distancia se ve como una equivocación esa suposición. Hemos ido aprendiendo que las víctimas necesitan tiempo para hablar.

En esos años, la Iglesia entera fue tomando conciencia de la necesidad de elaborar protocolos de prevención y actuación. En 2010 se aprobó a nivel provincia de la Compañía de Jesús y luego se implementaron en cada obra apostólica. Por eso recién en 2013 se escribe el primer protocolo del Colegio. No significa que no se tuviera en cuenta la vigilancia en este tema. En la carta dirigida a las familias en julio de este año, se mencionan acciones específicas desde el año 2007.

El provincial de la Compañía de aquel tiempo aplicó los criterios y normas entonces vigentes: separar al jesuita del lugar para impedir que hiciera más daño; aplicarle restricciones de trato con menores de edad; reportar a las autoridades de la Compañía en Roma para que en un proceso interno se llegara a su dimisión.

Ha sido aclarado en declaración pública en estos días que –en aquel tiempo– la ley no nos facultaba para hacer la denuncia de oficio. De todos modos comprendemos que el dolor no entiende de leyes. Hoy actuaríamos de otro modo, no sólo por nuestros protocolos actualizados sino también porque es lo que señala la ley vigente.

Tanto la Compañía como el Colegio, en todo momento hemos estado abiertos a recibir a las víctimas, y nunca se negaron los hechos ni se descreyó de sus relatos, incluso el relato de aquellos que se presentaron después de la muerte de Fretes. Tanto las autoridades del Colegio como de la Compañía hemos creído en los relatos y hemos pedido perdón. Nunca hemos pedido a nadie que no hablara del tema con quien considerara debía hacerlo; más aún, a algunas de las víctimas ya adultas, se las instó a hablar con sus familias del tema.

No hemos tenido conocimiento de otros episodios semejantes ocurridos en el Colegio desde el 2003 a la fecha. Si hoy ocurrieran situaciones similares hay protocolos de actuación claros, que incluyen la denuncia y el diálogo con las comunidades involucradas.

A nivel de prevención, el Colegio ha señalado varias de las medidas que se han ido implementando con el correr de los años. La reciente comunicación a las familias del Colegio enumera varias de ellas.

A nivel de la Compañía, la mayor conciencia respecto de estos temas ha hecho, por ejemplo, que en los exámenes psicológicos previos al ingreso al noviciado se ponga especial atención respecto de si el candidato tiene tendencias a conductas abusivas. Junto con el protocolo de actuación también está (lo pueden ver en la página oficial) nuestra declaración respecto del tema y nuestro compromiso además de nuestra política de actuación. Eso nos motiva a implementar espacios de reflexión y capacitación al respecto. En el Colegio se han realizado estas capacitaciones y también en otras obras apostólicas. Cada jesuita se notifica del protocolo y de los estándares de prevención. Allí está claramente expresada la voluntad de la Compañía de Jesús de evitar que vuelvan a darse situaciones semejantes.

Ciertamente, juzgar con los criterios de hoy lo que ocurrió hace veinte años, por un lado nos puede ayudar a mirar con más rigor el presente, a aprender de los errores, pero también nos da una mirada distorsionada. Criterios y modos de actuación que parecían aceptables en aquellos tiempos, hoy no lo son. Modos de resolver situaciones que en aquel momento se daban por adecuados hoy nos parecen insuficientes. Aprendemos de la historia, de los aciertos y errores.

La confianza es un don, lamentamos profundamente que en algunos ese don haya sido dañado o resquebrajado. Y nos comprometemos a seguir fortaleciendo las condiciones para ese don. En el ámbito del Colegio se está dialogando el tema con los alumnos, docentes y familias.

Más allá de las preguntas, en el fondo está el dolor: el dolor de las víctimas. Solo ellos saben lo que sufrieron y cómo aún lo sufren. Sabemos que no hay dos personas iguales y por lo tanto no hay dos modos iguales de procesar el dolor. Ante el dolor hay que descalzarse. Es sagrado.

El compromiso de la Compañía de Jesús y del Colegio del Salvador para crear ambientes sanos y seguros es firme.

Reciban un cordial saludo.

Jorge I. Black SJ, Rector.

Rafael Velasco SJ, Provincial.

Comunicado 9/08/2022.pdf

Fallecimiento del P. Carlos Cravenna SJ

El miércoles 27 de julio falleció en la Enfermería del Colegio Máximo de San Miguel, provincia de Buenos Aires, el padre Carlos Cravenna sj. Tenía 85 años de edad, 62 años de jesuita, y 49 años de sacerdote. Nació el 1 de mayo de 1937 en Ituzaingó, provincia de Buenos Aires, y cuando tenía 23 años ingresó al Noviciado de la Compañía de Jesús.

FORMACIÓN EN LA COMPAÑÍA

  • Ingresó a la Compañía el 3 de enero de 1960, en Córdoba.
  • Hizo sus primeros votos el 6 de enero de 1962 en la Quinta del Niño Dios (Córdoba). El
    celebrante fue el P. Miguel Elizondo.
  • Estudió Literatura y Humanidades en el Noviciado (Córdoba) y en P. Hurtado (Chile), en el
    período 1962-1963.
  • Estudio Filosofía en el Colegio Máximo, en el período 1964-1966.
  • Realizó su Magisterio en el Colegio de la Inmaculada (Santa Fe), durante los años 1967-
    1968.
  • Estudió Teología en el Colegio Máximo, en el período 1969-1972.
  • Se ordenó sacerdote el 12 de mayo de 1973 en el Colegio Máximo por Mons. Carlos Ferrari
    (Mántara – Italia).
  • Realizó la Tercera Probación en Villa Barilari en el año 1974-1975.
  • Obtuvo el título de Licenciado en Teología y Profesor en Filosofía.
  • Hizo sus últimos votos el día 6 de junio de 1975, en Colegio Máximo. El celebrante fue el P.
    Jorge Bergoglio.

SUS PRINCIPALES TAREA APOSTÓLICAS FUERON

  • Operario. Colabora en C.E.S.I. Curia Provincial (1973).
  • Ministro. Colegio Máximo de San Miguel (1974-1976).
  • Ministro. Consultor. Archivero. Operario. Prefecto de salud. Colegio Máximo (1978-
    1984).
  • Ministro. Catequista. Delegado ACIC. Colabora en la parroquia “Jesús Resucitado”.
    Santa Fe (1986-1992).
  • Consejero espiritual. Noviciado. Córdoba (1998).
  • Asesor Pastoral en la Facultad de Medicina. Asesor de exalumnos. UCC (2000-2001).
  • Ministro. Ecónomo. Residencia de Córdoba (2003-2009).
  • Profesor y Asesor Pastoral. UCC. Residencia de Córdoba (2009-2010).
  • Ecónomo. Profesor y Asesor Pastoral de la UCC. Residencia de Córdoba (2011-2012).
  • Residencia de Córdoba. Ecónomo. Capellán Casa de la Bondad (2013-2019).
  • Ora por la Iglesia y la Compañía. Enfermería del Colegio Máximo (desde 2019).

Rezamos por su eterno descanso y le damos gracias a Dios por su vida.

Misión jesuita en Quilmes

Un grupo de estudiantes jesuitas misionaron durante las vacaciones de julio en la comunidad San Francisco Solano, en Buenos Aires. La presencia de los jesuitas llegó a esa localidad a comienzos del año 2020, cuando asumieron una nueva misión dentro de la diócesis de Quilmes: acompañar a las comunidades de las Parroquias Nuestra Señora de las Lágrimas y Nuestra Señora de Luján. En esta oportunidad, Martín Algorta sj y Juan Pablo Suarez sj, quienes llegaron a Solano desde Córdoba para compartir diez días de misión, nos acercan su testimonio sobre la experiencia de encuentro con tantos rostros que los recibieron con generosidad y amabilidad.

Martín Algorta sj

La primera impresión al volver a Solano después de haber realizado el año pasado la misión desde la comunidad María Peregrina de la parroquia Ntra. Señora de las Lágrimas, como experiencia de adviento del noviciado, fue encontrarme con la alegría de mucha gente que durante ese mes se había entusiasmado y ahora desplegaban esos deseos y esa alegría novedosa en algún espacio de servicio, en el cual comparten su alegría de vivir siguiendo al Señor, y contagian ese entusiasmo a otros. Fueron muchos, algunos ejemplos son Patricia, Roberto, Claudia, Alberto y Beatriz, quienes ahora están acompañando como madrazas y padrazos del primer umbral del Hogar de Cristo (“El Principio”) que se encuentra en el predio de la capilla.

Esta vez nos recibieron desde la comunidad San Jorge, y con Juan Pablo nos tocó trabajar sobre todo con los distintos grupos de jóvenes que participan en las diversas comunidades de las parroquias. El sábado a la noche hicimos un fogón en donde participaron alrededor de 30 jóvenes de distintos grupos: de la confirmación de tres comunidades distintas (María Esperanza de los Humildes, Caacupé y San Jorge), del grupo de la parroquia de Luján, participaron también dos jóvenes del Hogar de Cristo y muchos otros. En esta actividad y en otras que les propusimos, fue mucho el entusiasmo y las ganas expresadas por los jóvenes de conocer a otros con los que puedan compartir su fe, sus ganas de vivir, sus búsquedas, sus miedos y de seguir conociendo a Jesús y sus caminos de amistad.

Por último, me gusta destacar la posibilidad de compartir la misión también con estudiantes que tienen más años en la Compañía y con los jesuitas que están en la comunidad y a cargo de las obras apostólicas. Conocerlos en el servicio a los demás es conocer a los compañeros queriendo desplegar lo mejor que tienen. Verlos y escucharlos a ellos transmitir su experiencia de Dios, sus alegrías y esperanzas me trae mucho consuelo y ánimo para el camino.

Juan Pablo Suarez sj

En mi caso, hasta ahora no había tenido la oportunidad de conocer la nueva comunidad en la diócesis de Quilmes. Desde que Rafa nos escribió a toda la provincia allá por septiembre de 2019 con el llamado a discernir ofrecerse para la nueva misión y la posterior generosidad de los compañeros que transmitieron su disponibilidad, no pude quedar menos que entusiasmado por poder conocer el horizonte apostólico que se abría. Después de estos escasos 10 días que pudimos misionar en las distintas comunidades de las dos parroquias, los distintos umbrales del Hogar de Cristo y en la misma comunidad jesuita (uno es consciente que, como jesuitas jóvenes, con la sola presencia a veces también agitamos los espíritus de nuestros compañeros más experimentados), pude vivenciar una compañía con potencia apostólica, con creatividad y alegría por anunciar el evangelio entre los más pobres.

Fueron muy pequeñas las actividades que pudimos realizar: diversas charlas de espiritualidad ignaciana para distintos públicos, reavivar el espíritu misionero y la alegría de la fe con los jóvenes y variadas visitas a las casas del barrio. Sin embargo, y a pesar de la sencillez de la siembra, pude reconocer cómo es Dios quién trabaja en el corazón de su pueblo a través de pequeños gestos, y se nos regaló ser testigos de lo fructífera y motivadora que resultó la misión para muchos jóvenes y adultos. Ya más en lo personal, el poder dejar -por un rato- los libros de lado y poner la misión de la compañía -la misión de Cristo- en el centro, patear el barrio y sentir las tensiones de la vida apostólica, me resulto provocador para seguir reflexionando sobre nuestra vocación y labor, y sobre todo absolutamente renovador espiritualmente hablando.

Comunicado 1|8|2022

Buenos Aires, 1° de agosto de 2022

 

El 13 de julio pasado dos exalumnos del Colegio del Salvador presentaron un escrito ante el Provincial de la Compañía de Jesús solicitando una reparación económica por situaciones abusivas que ambos sufrieron en el año 2002 de parte de César Fretes, religioso jesuita. El 16 de julio hicieron público su testimonio en la prensa escrita y luego en otros medios.

El rector del Colegio y el delegado de prevención de la Provincia publicaron ese mismo día una carta a la comunidad educativa y a la opinión pública, lamentando profundamente lo ocurrido y pidiendo perdón a todas las víctimas. Fretes fue dimitido de la Compañía en 2007 y falleció en 2015. En el curso de todos estos años los hemos escuchado, a sus familias o a ellos mismos, y les hemos ofrecido y ofrecemos acompañamiento. Seguimos atentos y respondiendo a todos aquellos que se quieran acercar a hacer su denuncia o dar su testimonio. Buscaremos también crear algún espacio para que la palabra pueda circular entre todos los que quieran expresarse.

En el día de hoy dimos respuesta a la petición efectuada por los dos exalumnos, representados por el Dr. Carlos D. Lombardi. La respuesta se fundamenta en estos cuatro puntos:

1. Las autoridades de aquel tiempo procedieron como correspondía de acuerdo con las normativas penales (estatales) y canónicas vigentes en esos años.

2. En consecuencia no hubo encubrimiento dado que la ley vigente en aquel momento no facultaba a las autoridades del Colegio a hacer la denuncia. El art. 72 del Código Penal de la Nación, hasta la reforma del 25 de octubre de 2018, no contemplaba la denuncia de oficio.

3. No hubo tampoco encubrimiento a nivel canónico porque las autoridades del Colegio pusieron en conocimiento de los hechos al superior provincial de la Compañía en aquel momento, quien actuó en consecuencia, apartándolo del colegio, imponiendo las medidas cautelares correspondientes, llegando hasta la dimisión.

4. La Compañía puso a disposición de los reclamantes acompañamiento, asistencia, apoyo psicológico y terapéutico, conforme a nuestros protocolos y a los documentos de la Santa Sede. Una eventual reparación económica se hará en la medida que sea dispuesta y determinada por las autoridades competentes.

Una vez más lamentamos profundamente lo ocurrido, sentimos pesar por el dolor de las víctimas, renovamos nuestra disposición a escucharlas, y nuestro compromiso de continuar generando ambientes sanos y seguros en todas nuestras obras e instituciones.

 

P. Alvaro Pacheco, SJ
Delegado para la Prevención

 

Comunicado 1/8/2022.pdf

Clausura del año ignaciano y Consagración al Sagrado Corazón de Jesús

En el día de ayer, acompañado por la comunidad ignaciana presente en Loyola y en el mundo, el P. Arturo Sosa SJ celebró una misa con ocasión de la Clausura del año ignaciano. Bajo la insignia «Ignatius 500», el año ignaciano comenzó el 20 de mayo de 2021, aniversario de la herida sufrida por Ignacio en Pamplona, y finalizó ayer 31 de julio de 2022, festividad de San Ignacio.

La celebración fue un momento para agradecer por este tiempo que la Compañía de Jesús dedicó a la reflexión y a la búsqueda de una mayor y mejor entrega en el mundo que vivimos y habitamos, así lo expresó el P. Arturo Sosa sj en su homilía: «Nuestro tiempo es tan complejo como lo fue el de Ignacio de Loyola. Si aquí en Loyola comenzó para él un nuevo itinerario de vida con su conversión, hoy, otra vez en Loyola, cada uno de nosotros recibe la invitación a comprometerse con generosidad en el servicio de los demás, con una entrega total. Ese ha sido el objetivo que nos ha acompañado a lo largo de este año ignaciano.«

Siguiendo la fórmula del padre Pedro Arrupe SJ (1972), Arturo Sosa SJ renovó la Consagración de la Compañía al Sagrado Corazón de Jesús e invitó a todas las comunidades ignacianas del mundo a sumarse a esta iniciativa. «Renovamos la consagración de la Compañía al Corazón de Jesús y te prometemos la mayor fidelidad pidiendo tu gracia para continuar sirviéndote a Ti y a tu Hijo con el mismo espíritu y el mismo fervor de Ignacio y de sus compañeros.«

Reviví la celebración aquí

 

 

 

 

Fallecimiento del P. Diego Fares, SJ

En el día de ayer, martes 19 de julio, falleció en Roma el padre Diego Javier Fares SJ. Tenía 66 años y venía transitando una larga y dolorosa enfermedad.

Diego Fares nació en Mendoza el 9 de agosto de 1955. Ingresó al Noviciado de la Compañía de Jesús en 1976. Hizo sus primeros votos el 21 de febrero de 1978, en el Colegio Máximo, el celebrante fue el P. Jorge Bergoglio. Realizó gran parte de sus estudios en el Colegio Máximo de San Miguel y el día 15 de agosto de 1989 hizo sus últimos votos.

Trabajó durante veinte años en el Hogar de San José, un centro de acogida para adultos en situación de exclusión o extrema pobreza en Buenos Aires, y junto con el hoy arzobispo de Córdoba, monseñor Ángel Sixto Rossi SJ, fundador del movimiento Manos Abiertas, ayudó en la Casa de la Bondad, para personas con enfermedades terminales.

Actualmente vivía en Roma, donde afrontaba su enfermedad, y formaba parte del equipo del Colegio de Escritores de La Civiltà Cattolica.

Escribió frecuentemente en revistas de Filosofía y Espiritualidad, tenía un blog donde escribía sus «Contemplaciones del Evangelio» y algunos de sus libros publicados fueron: «Formar el corazón en esperanza» (2001), «La oración en los ejercicios Ignacianos» (2002), «La contemplación en los Ejercicios Ignacianos» (2006), «Pequeños gestos con gran amor» (2006), junto con monseñor Rossi; «El olor del Pastor» (2015), «Cuidar al Pastor» (2016), «Papa Francisco. La Cultura del Encuentro», entre otros.

Los jesuitas en Argentina y Uruguay rezamos por su eterno descanso y le damos gracias a Dios por su vida.

Francisco Bettinelli sj sobre la despedida a los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora

Testimonio de Francisco Bettinelli SJ (ARU) sobre lo vivido en la misa de despedida de los compañeros jesuitas Javier Campos SJ y Joaquín Mora SJ, asesinados el pasado 20 de junio en Cerocahui, Tarahumara, México.

“Tomen y coman todos de él, porque éste es mi cuerpo…”

Pocas veces las palabras de la consagración me hicieron tanto sentido como en la misa de despedida de nuestros compañeros Javier Campos SJ y Joaquín Mora SJ en Cerocahui, México. “Sangre de la Nueva Alianza que será derramada por ustedes…” No era solo un rito, estábamos parados en el mismo presbiterio donde ambos fueron asesinados y su sangre derramada. Diría Santo Tomás, el signum indicó la res. En medio de todos los concelebrantes, dos velas encendidas recordaban el lugar donde perdieron su vida. Frente al altar, los rostros de tantas personas recordaban por quiénes dieron su vida. 50 y 23 años al servicio del pueblo rarahumarí y mestizo de la sierra Tarahumara que ahora los despedía entre lágrimas, cantos y bailes.

Las vueltas de la Providencia me llevaron a ser testigo de ese momento tan sagrado. No fue solo un funeral. Fue una semana entera de angustias, dolores, consuelo y esperanza. Cuentan que los días siguientes al asesinato no se movió un alma en Cerocahui. Todos encerrados en sus casas. Con miedo. Sin entender. Lejos, en Creel, una señora decía por la calle “el pueblo está triste”. Y era verdad. La sensación de que se cruzó una línea. Y si habían asesinado a los padres, ¿qué podía pasar con los demás que están menos protegidos?.

Los cuerpos recuperados a los tres días marcaron un quiebre. La misa en Chihuahua el sábado siguiente fue un ir y venir constante de la gente. Y comenzó la procesión por las sierras. De pueblo en pueblo, por el desierto, los montes, los bosques y las quebradas, los cuerpos fueron remontando las siete horas que separan a Cerocahui de la capital del estado. Y en cada pueblo o paraje la gente esperaba con guirnaldas y banderas blancas marcaban el signo de su paso.. 

“Vamos a buscar a los que están vivos” dijo uno de los sacerdotes cuando el cortejo fúnebre llegó a la ciudad de donde salieron escondidos en alguna camioneta. Y estaban vivos. Vivos en la gente que después de días se animó a salir. A salir para acompañar en su último trayecto a quienes recorrieron tantos caminos entre pueblo y pueblo, paraje y paraje por los senderos encumbrados de la sierra.

¿A quiénes lloraban? Lloraban a quienes bautizaron a sus hijos, pero en mi opinión lloraban mucho más. Lloraban la realidad que se vive. La injusticia a la que se ven expuestos. La impunidad. El riesgo constante de saber que la vida se vuelve moneda de cambio. Lloraban a sus propios desaparecidos. Hermanos, padres, vecinos, hijas… Todos tienen alguien a quien llorar. Pero no todos tienen el privilegio de encontrarlos. 100 mil desaparecidos lleva México en los últimos decenios. En los cuerpos encontrados se podía llorar a los cuerpos que todavía no se encontraron. Que andan perdidos. Que siguen errantes siendo buscados.

Por eso la velación pareció corta. Toda la noche de música y danza. Cada pueblo se fue turnando. Pasando uno por uno. Haciendo los bailes ancestrales rarahumarís. Llenando de color y de luz la sombra. “Hay que bailar hasta que amanezca un nuevo día”. Y vaya si amaneció. Un sol radiante que alumbraba la esperanza de que estas muertes no quedarán sólo allí. La certeza de que no pueden quedar solo allí. Que no pueden ser en vano. Que no pueden rendirse a la banalidad del mal. Que hay resistencia posible. Que existen otras opciones. Que la paz y la justicia no es solo un anhelo, sino un deber. Y que ese deber comienza honrando a quienes se vuelven luz y faro para su búsqueda.

Hermanos jesuitas de todo el mundo se encuentran en la Curia General

Durante la semana del 3 al 10 de julio, casi cuarenta hermanos jesuitas se encontraron en la Curia General en Roma para compartir su experiencia de vida religiosa como Hermanos. ¿Qué significa hoy ser religioso jesuita sin ser sacerdote? ¿Qué significa ser jesuita, según la experiencia de los miembros de la Compañía que han optado por la vida religiosa sin incluir el sacerdocio?

Se han propuesto temas de reflexión, momentos de oración e intercambios. Se ha tratado de la formación jesuita para los Hermanos y de formas de promover vocaciones a la Compañía que abran un amplio espacio a la vocación de Hermano. Se trató de ver más claramente lo que significa, para un Hermano, su participación en una comunidad apostólica. Y, ya hacia el final, se intentó identificar las vías por las que los hermanos podrían mantener y mejorar la comunicación entre ellos.

Todo comenzó con el Padre General, quien, desde que asumió el cargo, no ha dejado de acentuar la relevancia de los Hermanos para la vida de la Compañía: cuánto alimentó su propia vocación de jesuita el ejemplo de los Hermanos que había conocido en el colegio. Durante la primera sesión, hablando en español y dejando de lado el texto que tenía escrito, contó anécdotas, abrió su corazón y reiteró lo mucho que contaba con sus compañeros Hermanos para hacer que la Compañía fuera plenamente ella misma.

He aquí algunos elementos del “discurso” del General, que quería ser, ante todo, una introducción a la oración personal y comunitaria que iba a seguir.

“En esta introducción, les ofrezco algunos puntos de oración sobre la dimensión profética del carisma de la Compañía de Jesús.

El profeta es llamado y hace opción por el seguimiento de la llamada. Experimenta la presencia de Dios aunque no se sienta digno, su vida se transforme gracias a la misericordia que le ayuda a cambiar de vida… es un converso que suelta las riendas de su vida. Escucha la voz de Dios… opta por seguirla.

El profeta se mira a sí mismo por lo que es, no por lo que hace. Es una persona reconocida como hombre o mujer de Dios ya que ha experimentado al Señor en su corazón y reconoce su presencia en la historia, en la vida de las personas con las que comparte su vida. El profeta viene del pueblo, no de una raza o de una clase o de un clan. El profeta es enviado. El profeta experimenta con tal fuerza la presencia de Dios en su vida y en la vida del pueblo que no puede quedarse tranquilo, callado, apartado… tiene que profetizar, entrar en diálogo con el pueblo para compartir la Palabra de Dios que va escuchando.

Sin importar lo que haga, un Hermano Jesuita es un hombre de Dios que ha elegido ser compañero de Jesús, para compartir su vida, su palabra y su misión de reconciliación y justicia, proclamando que el Reino de Dios está cerca.

La dimensión profética de la vida-misión del Hermano jesuita se expresa en tener la mirada puesta primero en Dios; en que busca, encuentra y hace ver el camino hacia Dios; en que se opone al clericalismo, a la ambición desmedida, al abuso de poder; en su libertad interior que le lleva a dar testimonio de lo esencial de la vida religiosa; en la felicidad de caminar con Jesús, pobre y humilde, sirviendo en lo que se necesite.”

Lee los testimonios de José María Tejedor García, SJ y Guy Consolmagno, SJ aquí: TESTIMONIOS