La paradójica conmemoración de una herida – Javier Melloni SJ

Por Javier Melloni, SJ
Cueva San Ignacio – Manresa, España

Es extraño que celebremos el quinto centenario de una herida, los quinientos años de una brusca y no buscada detención. ¿Cómo podemos celebrar una derrota, un fracaso, un dolor? En ese desconcierto comienza nuestra historia. ¿De dónde a dónde nos conduce esta lesión? ¿En qué hemos sido vulnerados o en qué hemos de ser todavía traspasados para que nos acerquemos a la detención que vivió Ignacio en Loyola primero y en Manresa después?

Una bola de cañón fue el medio divino para su conversión. También cada uno de nosotros ha recibido esa bombarda, por lo menos, una vez en su vida, o las veces que han sido necesarias para re-direccionarnos, para recordarnos que andábamos distraídos. Esa bombarda ha sido contundente y esa herida ha sido proporcionalmente profunda a nuestra distracción o desorientación.

¿No es algo similar a lo que también ha sucedido en nuestra biografía colectiva con la Pandemia? ¿Qué adversidad poderosa ha sido capaz de detenernos para ponernos en cuestión, semejante al golpe que recibió aquel soldado aproximadamente a sus treinta años, tiempo suficiente para haber recorrido territorios erráticos y tiempo también suficiente para poder rectificarlos y emprender el camino en la correcta dirección? ¿No es este nuestro tiempo? ¿No es acaso esta nuestra oportunidad?

¿Dejaremos que la celebración de este quinto centenario se quede en mera nostalgia o en una cosmética litúrgica, o seremos capaces de identificar nuestras propias heridas –las de cada uno, y también la colectiva, hecha todavía más patente a causa de la Pandemia- para convertirla en oportunidad de que en nosotros también se produzca una metanoia, una transformación de la mente y del corazón, que nos haga más capaces de responder a la voz de Dios?

¿Seremos capaces de cambiar nuestra identidad postiza para convertirnos en peregrinos, cojos para siempre como Ignacio -marca del paso de la gracia a través de nuestra vulnerabilidad- y como Jacob también, que caminó herido desde entonces tras su combate con el ángel? En ese combate, Jacob –que luego será Israel- dejó de ser un adolescente huidizo para convertirse en un ser humano capaz de afrontar los conflictos que tenía ante él. También Ignacio dejó de ser un joven ambicioso y errático en busca de su propia gloria para salir en pos de su Señor y de su Reino.

En el lecho convaleciente –personal y colectivo- en el que nos encontramos, ¿seremos capaces de distinguir nuestras fantasías de la verdadera llamada para la que hemos nacido, y que conjuntamente hemos de escuchar? ¿Seremos capaces de distinguir las satisfacciones que nos intoxican de las llamadas que nos desinstalan y nos ponen en camino?

Cuando hayamos emprendido la marcha hacia nuestra Jerusalén, ¿estaremos dispuestos a detenernos tantas veces como sea necesario, como le sucedió a Ignacio en Manresa, y descender a nuestros propios infiernos, a nuestras propias sombras, para recoger todos los residuos que hemos dejado en ellas?

¿Estamos realmente dispuestos a ver todas las cosas nuevas? ¿Dejaremos que a través de esa herida entre una Luz que nos deje ciegos de lo que ya sabemos para recibir una comprensión de Dios, del mundo y de nosotros mismos que todavía desconocemos?

Si es así, esa herida se habrá hecho fecunda en nosotros y habrá tenido sentido celebrar este quinto centenario, que tiene el riesgo de desmantelarnos como hizo con el benjamín de los Loyola. Dispongámonos a ser puestos en una nueva dirección, no la que elijamos nosotros sino la que se muestre cuando, escuchando, lleguemos a discernir la Voz de Dios.

¿No es esta la oportunidad que tenemos también planetariamente al experimentar nuestra vulnerabilidad colectiva?

Fuente: www.jesuits.global/es

Asamblea General del CELAM

Hoy 21 de Mayo finaliza la 38º Asamblea General del CELAM, con la participación de obispos de los 22 países que lo conforman, además de miembros de Dicasterios de la Santa Sede y de organismos de la Iglesia en América Latina y el Caribe.

Esta Asamblea General Ordinaria del Celam, la primera en la historia del organismo efectuada en modalidad virtual, atendiendo a las condiciones que atraviesa el continente por los efectos de la pandemia.

Al evento acuden 85 personas, entre miembros de la presidencia, representantes de la Santa Sede, presidentes de las Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe, delegados de los episcopados, Obispos asesores, representantes de las agencias de cooperación, conferencistas e invitados especiales.

La 38ª. Asamblea General del Celam busca presentar el proceso de renovación y reestructuración del organismo, tarea encomendada a la actual Presidencia desde su elección en Tegucigalpa, en mayo de 2019. Una labor que se ha desarrollado con el apoyo de un grupo de obispos asesores. Como parte de la agenda se presentará la propuesta, los avances y testimonios de quienes han liderado el proceso desde diversas áreas y lugares del continente.

El apoyo de la Iglesia universal

La ceremonia de instalación comenzó con las palabras de bienvenida del presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano Monseñor Miguel Cabrejos Vidarte. En su mensaje el prelado reconoció que este proceso no es algo cerrado, subrayando que el CELAM debe ser un “centro propulsor de la conciencia misionera, de la conversión pastoral permanente, como Iglesia en salida y sinodal, caminando eclesialmente con el Pueblo de Dios y las Conferencias Episcopales”.

Así mismo explicó que el organismo ha enmarcado el proceso de renovación y reestructuración en la teología del “Concilio Vaticano II, la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida y el Magisterio del Papa Francisco”, que tiene como base los cuatro sueños proféticos de la exhortación Postsinodal Querida Amazonía.

Acto seguido la Secretaria General de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas (CLAR), la hermana Daniela Canavina, dirigió un espacio de contemplación tomando como base la oración de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe.

Antes de dar paso a los trabajos de reflexión se compartieron los mensajes del Nuncio Apostólico de su santidad en Colombia, Monseñor Luis Mariano Montemayor, quien manifestó su cercanía a los miembros de la Asamblea exhortándolos a dejarse guiar por el Espíritu Santo en la tarea de discernir adecuadamente frente a la misión de renovar la estructura del Celam.

De la misma forma, el prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, Cardenal Marc Ouellet, expresó su confianza para que “los frutos de esta asamblea eclesial después de un tiempo de escucha y reflexión, sean signo de una Iglesia en continua conversión pastoral y misionera que crece en la vivencia y la transmisión de la fe, la esperanza y la caridad“; teniendo presente que el cambio de las estructuras es fruto de la misionariedad y es esta experiencia la que motiva la transformación de las estructuras caducas a las nuevas. De lo contrario solo se hablaría de un estudio organizacional, un análisis funcional que margina los frutos de la misión paradigmática.

Por su parte el presidente de la Conferencia Episcopal de Puerto Rico, Monseñor Rubén González, animó a los presentes a desarrollar su trabajo pensando en las comunidades de cada uno de los países y sus necesidades pastorales.

Un proceso en marcha

Las reflexiones se iniciaron con la intervención de Mauricio López, quien propuso una meditación sobre la memoria agradecida de todos los pasos que ha implicado el proceso de renovación y reestructuración del Celam.

Posteriormente el Dr. Agustín Salvia se refirió a la cuestión social de América Latina y el Caribe en el contexto del Covid-19, mientras que Austen Ivereigh centró su reflexión en una mirada contemplativa de la realidad desde las prioridades pastorales del Celam a la luz de Aparecida, asumiendo una visión universal y de esperanza en prospectiva hacia el 2031-2033.

Al respecto, el periodista británico señaló que “el intento de generar una Iglesia sinodal ha sido el aporte más importante del pontificado de Francisco”, reconociendo la claridad y la audacia de las propuestas” elaboradas para concretar el proceso de renovación y reestructuración del Celam.

No obstante, advirtió sobre la importancia de trabajar en la conciencia de que, por la unción del Espíritu Santo, la Iglesia latinoamericana es ahora la fuente de la Iglesia universal, y que los procesos sinodales que se han puesto en marcha aquí no son exclusivamente para el bien del pueblo y la Iglesia latinoamericanos, sino que son un tesoro para la Iglesia universal.

Finalmente, la jornada concluyó con la iluminación correspondió al Padre Carlos María Galli, coordinador del Equipo de Reflexión teológico-pastoral, quien abordó los fundamentos teológicos, eclesiológicos y pastorales del proceso de renovación y reestructuración del Celam.

Conocé más sobre el trabajo de cada jornada aquí: prensacelam.org

 

Fuente: prensacelam.org

Año Ignaciano: «Poner a Cristo en el Centro»

El 20 de mayo comenzó el Año Ignaciano de la Compañía de Jesús. Este año los jesuitas celebran un acontecimiento muy extraño: la herida de su fundador Ignacio de Loyola en una batalla en Pamplona en 1521. Ese acontecimiento cambió el curso de su vida; llevó a la fundación de la Compañía de Jesús, que a su vez provocó cambios dramáticos en la Iglesia y en la historia del catolicismo.

¿Qué se celebra?

Los jesuitas celebran el 500 aniversario de la conversión de San Ignacio de Loyola. Fue un tipo diferente de conversión. Pasó de ser un noble vanidoso centrado en el éxito mundano y la fama a ser el fundador de la mayor orden religiosa católica. Dios dio al mundo y a la Iglesia un precioso regalo a través de Ignacio: una espiritualidad que ayuda a seguir al Espíritu en todas las circunstancias de la vida.

¿Por qué esta celebración?

La celebración de los 500 años de la conversión de San Ignacio no se refiere principalmente al pasado. Se trata del presente y del futuro. Es una oportunidad para renovar y redescubrir las raíces ignacianas. Es una oportunidad para detenerse, hacer balance y volver a poner a Cristo en el centro. Se trata de una conversión continua y diaria.

  • El P. General Arturo Sosa dice:

Es bueno recordar que la herida que sufrió Ignacio en Pamplona no fue tanto un final feliz, como un comienzo feliz. La conversión consiste a veces en grandes momentos de cambio, pero también es un proceso interminable. Hay que poner a Cristo en el centro cada vez, una y otra vez. Este proceso es una peregrinación por caminos sinuosos, con subidas y bajadas, a veces teniendo que volver sobre nuestros pasos, a veces sintiéndonos perdidos. Pero encontrando en el camino personas que nos indican el camino y nos tienden la mano.

Este Año Ignaciano es una peregrinación de conversión. El Papa Francisco, en su reciente libro Soñemos juntos, dice que un peregrino es alguien “que se descentra y así puede trascender. Sale de sí mismo, se abre a un nuevo horizonte, y cuando vuelve a casa ya no es el mismo, y por eso su casa no será la misma. Este es un tiempo de peregrinación”.

Queremos ponernos en camino, dejándonos guiar suavemente por el Espíritu Santo, centrando nuestra vida cada vez más en Cristo y posibilitándonos ver nuevas todas las cosas en Cristo.

  • Sobre la conversión de Ignacio, el Papa Francisco dijo a la Compañía de Jesús:

A lo largo de su vida se convirtió […] puso a Cristo en el centro. Y lo hizo a través del discernimiento. El discernimiento no consiste en acertar siempre desde el principio, sino en navegar, en tener una brújula para poder emprender el camino que tiene muchas curvas y vueltas, pero dejarse guiar siempre por el Espíritu Santo que nos va conduciendo al encuentro con el Señor.

La iniciativa de este Año Ignaciano es del P. General Arturo Sosa, de la Compañía de Jesús. Pero extiende la invitación a todos, y en particular a todos los que se inspiran en la espiritualidad ignaciana: la gran familia ignaciana.

“Hay mucha colaboración con las congregaciones ignacianas femeninas y las organizaciones ignacianas laicas, como la Comunidad de Vida Cristiana (CVX)», dice el P. Sosa. «De hecho, la mayoría de las iniciativas y eventos tienen lugar a nivel local, en todo el mundo, y son una colaboración entre jesuitas y otros. Esto es algo que valoramos enormemente”.

  • Los principales eventos internacionales:

20 DE MAYO DE 2021

Apertura oficial del Año Ignaciano en Pamplona (España), exactamente 500 años después de que la bala de cañón alcanzara a Ignacio. Se celebrará una Eucaristía en la catedral con el Arzobispo Francisco Pérez González y el P. General Arturo Sosa y se retransmitirá en directo en https://youtu.be/YqE1hFOGC9Q

23 DE MAYO DE 2021

Peregrinos con Ignacio. Oración online con el P. General Arturo Sosa y el Papa Francisco para iniciar el Año Ignaciano. Transmitida tres veces, cada vez en inglés, español y francés en https://ignatius500.global/live/

12 DE MARZO DE 2022

Misa solemne en el Gesù de Roma con motivo del 400 aniversario de la canonización de San Ignacio, San Francisco Javier, Santa Teresa de Jesús, San Isidro Labrador y San Felipe Neri.

31 DE JULIO DE 2022

Clausura oficial del Año Ignaciano en la fiesta de San Ignacio.

Mensaje de la 41ª Asamblea de la CPAL

Mensaje final de la última Asamblea de la Conferencia de Provinciales jesuitas de América Latina y el Caribe, celebrada del 10 al 14 de mayo.

Estimados compañeros jesuitas y miembros del Cuerpo Apostólico

Una vez más nos hemos reunido virtualmente en Asamblea para compartir el camino que venimos haciendo como Conferencia. Ha sido un espacio para orar y discernir nuestra misión y para avanzar en el fortalecimiento de las redes y proyectos comunes. Además de los superiores mayores de nuestras provincias, participaron los asistentes del P. General para América Latina meridional y septentrional, los Superiores y Delegados de Cuba, Amazonas, Haití y Guyana-Jamaica. También participaron todos los miembros del equipo central de la CPAL.

Fueron presentados los informes de trabajo de los miembros del equipo central y también sobre otros temas particulares como: el Proyecto Caribe, la preparación del Año Ignaciano, el Servicio Jesuita a la Panamazonia, la Red de Radios, los proyectos de EduRed, el ‘modo nuestro de proceder’ de la RJM y del SJR/LAC, la Asamblea Eclesial Latinoamericana y del Caribe, y el estado general de las redes de la CPAL. Dedicamos también un tiempo para compartir los procesos de planificación apostólica de cada una de nuestras provincias y regiones, y la manera cómo podemos -guiados por las PAU- integrar y alinearnos en el PAC.2 como un solo y único cuerpo apostólico.

Para presentarle al Señor los frutos de nuestro discernimiento celebramos una eucaristía en la cual cada uno de los participantes compartió y bendijo el pan y el vino desde sus lugares de residencia. En ella dimos gracias por el camino recorrido y por las personas que nos han ayudado a avanzar, realizando sacramentalmente el misterio de ser un solo cuerpo animados y guiados por el mismo Espíritu.

Una preocupación especial durante estos días fue la situación particular de Colombia; nos sentimos muy cercanos a las juventudes y al pueblo que ha levantado su voz y que ha sido reprimido tan duramente por las fuerzas del Estado; enviamos un saludo fraterno y solidario a todos los compañeros y compañeras del cuerpo apostólico en Colombia que se sienten identificados con las justas reclamaciones. ¡Sigan adelante en la construcción de un futuro esperanzador para todos! El trabajo por la reconciliación y la justicia tiene que seguir animando nuestra vocación.

Con un corazón preocupado, sensible y solidario con todos aquellos que sufren en el mundo los rigores de la pandemia y sobre todo las consecuencias de las injustas condiciones en que le toca afrontarla a millones de conciudadanos, nos encomendamos confiados a Nuestra Señora del Camino para que nos conceda, en este Año Ignaciano, la gracia de ser puestos con el Hijo y solamente desear y elegir hacer la voluntad del Padre a través de su Espíritu.

Arturo Sosa SJ: una invitación a convertir las heridas en oportunidad para cambiar

Silvia Rozas FI entrevista al Superior General de los Jesuitas, Arturo Sosa SJ, en uno de los primeros actos del Año Ignaciano.

El P. Arturo Sosa SJ, advirtió sobre los riesgos de “volver a la normalidad”, durante una entrevista con la directora de Ecclesia, Silvia Rozas FI, con motivo de la semana de apertura del Año Ignaciano.

“El gran deseo de algunos es que vivamos el mundo ‘prepandémico’, que era peor que éste, pero no olvidemos que la pandemia no nació sola”, glosó el jesuita venezolano, quien denunció cómo “las injusticias de antes se siguen pagando. ¿Quiénes mueren porque no tienen acceso a la vacuna, al oxígeno, a los médicos? Los que estaban descartados desde antes”.

El 500 aniversario de la conversión de Ignacio de Loyola parte de una herida, “una herida inesperada”, tras la que “Ignacio no volvió a su vida anterior, asumió su herida como un cambio de ruta”. “Nosotros, como Compañía, como Iglesia, como Humanidad, ¿seremos capaces de asumir esta herida que está suponiendo -no sabemos cuándo se acabará- la pandemia, como una oportunidad de cambiar, o vamos a intentar consolidar lo que había?”.

¿Y qué había? Destrucción de medio ambiente, problemas en la política, la vida social, la democracia… “Una de las víctimas de la pandemia puede ser la democracia. Sería tristísimo que los avances que se han dado en el siglo XX se pierdan con la excusa de la pandemia”, advirtió.

Más que una palabra de moda

En cuanto a la sinodalidad, el General Jesuita deseó que “ojalá pase de ser una palabra de moda, a un compromiso de acción”. Y es que “la sinodalidad es la contribución eclesiológica más importante del Vaticano II, la Iglesia como pueblo de Dios en marcha”.

Un pueblo con distintas funciones, pero sin equivocarnos. “En la cena, el ministro es el que prepara la mesa, quien prepara las condiciones para que esa comunidad se alimente de Jesucristo y viva y predique el evangelio. No es el comandante de la parroquia”.

Y es que “el clericalismo va contra la sinodalidad, es la enfermedad del ministerio, el obstáculo y la enfermedad más grave de la sinodalidad”.

 La clave de este proceso es “respetar la vocación de cada cual, aprovechar la diversidad de carismas”, explicó Sosa. “El pueblo no es todo cabeza, ni nariz, ni pies, pero sin cabeza, nariz o pies no hay cuerpo”.

La urgencia de creer, y escuchar, a las víctimas

Uno de los puntos más sensibles, y donde se juega la credibilidad de la Iglesia es el de los abusos a menores. En este punto, el general de los jesuitas insistió en la urgencia de “conocer, y reconocer lo que pasó”. “La principal lección que debemos sacar es que la mejor manera de proteger a las víctimas es escucharles, y creerles. Porque parte del dolor no sólo es el abuso, sino no creer en lo que decían”. Al tiempo, es preciso “no abandonar a los victimarios. Es uno de los desafíos, la reconciliación”.

“Como cristiano, y como religioso, no me puedo quedar contento con la justicia, con que se reconozca, se castigue, se pongan los medios para superar, o con que se repare a la víctima. Hay que ir más allá. El Evangelio que predicamos es un evangelio de misericordia, de perdón”, subrayó el religioso venezolano.

En cuanto a la crisis de la vida religiosa, Sosa negó la mayor. “Ni vivo, ni percibo, la vida religiosa en crisis. Si entendemos la crisis como momento de desafío bien importantes que hay que enfrentar, sí. Hay una vida religiosa muy fecunda, se ha hecho multicultural”.

En este sentido, clamó por el respeto a la libertad religiosa, y contar “para el presente y el futuro de la Iglesia, con personas que eligen ser cristianas, no porque nacieron en un país cristiano, o porque su clan lo es, sino porque han hecho un proceso y han decidido ser cristianos. Eso enriquece a la persona, y a la comunidad eclesial. Si el pueblo de Dios no está formado por personas que han hecho una elección, no hay pueblo. El pueblo se genera con una decisión”.

¿Con qué Compañía de Jesús sueña su general en los próximos diez años? “Sueño una compañía intercultural, más ágil, con una capacidad mayor de aprovechar las oportunidades. Para eso hace falta ser libre, personalmente y como cuerpo. Una compañía desapegada. Y tiene que ser una compañía de Jesús. Si Jesús no está en el centro de nuestras vidas, cambiemos el nombre”.

Fuente: www.religiondigital.org 

La Herida: una nueva canción de Cristóbal Fones SJ

El pasado 9 de Mayo fue el estreno de «La herida», una canción que surge en el contexto de la celebración del Año Ignaciano, a iniciarse el próximo 20 de Mayo.  Con letra de José María Rodríguez Olaizola SJ y música de Cristóbal Fones SJ, este nuevo canto recoge la experiencia de conversión de San Ignacio al mismo tiempo que la nuestra, como personas y también como cuerpo apostólico de la Compañía de Jesús. Así lo presenta Cristóbal Fones en sus redes sociales:

«En este último año hemos conectado de un modo más transparente con nuestras heridas, tanto las personales como las comunitarias. El tiempo pascual es un tiempo propicio para volver sobre las heridas, para mirarlas con el amor que redime, sana y señala nuevos aprendizajes.

Es el mismo Resucitado el que nos invita a tocar la marca del dolor para descubrir Su presencia en la historia, en nuestra historia. Vivimos tiempos críticos en muchos sentidos, de profundas heridas físicas, sociales, económicas,
medioambientales, políticas, comunitarias, afectivas, psíquicas y espirituales…

Y en medio de ellas, una esperanza que nos des-instala, que nos des-cubre y nos moviliza hacia el amor. Les animo a escuchar esta canción y hacerla propia de cara al Señor, al mundo, a nuestros pueblos, a la creación y a nosotros mismos…»

El Liderazgo de los Padres Generales en la Educación Jesuita Contemporánea

Desde la web Educate Magis, se propone una nueva serie global para profesores nuevos en la educación jesuita. En el segundo artículo de esta serie se realiza un recorrido por el liderazgo de los últimos Padres Generales en la educación jesuita contemporánea.

El Superior General es nombrado por una Congregación General (una asamblea de delegados jesuitas de alrededor del mundo) después de un periodo de discernimiento y oración, y tras someter su nombre para la aprobación del Papa. El Padre General tiene la máxima responsabilidad y autoridad sobre los colegios jesuitas y toma personalmente algunas decisiones importantes, como: crear o cerrar un colegio, establecer las políticas oficiales sobre la educación, entre otras..

Pedro Arrupe SJ, (Superior General entre 1965 y 1983), desafió a los colegios a adaptarse a los nuevos contextos –post Vaticano II- y formar hombres y mujeres “para los demás” como una respuesta al llamado de una fe que promueve la justicia…

Peter-Hans Kolvenbach SJ (1983-2008), continuó el proceso iniciado por Arrupe y lo extendió destacando la dimensión comunitaria de nuestra eduación. También explicitó cuatro dimensiones de la educación jesuita (inspirado en el P. Ledesma SJ, del siglo XVI): utilitas, iustitia, humanitas, fides. Fue también quien definió el fin de la educación jesuita como “formar personas competentes, conscientes, compasivas y comprometidas”

Adolfo Nicolás SJ (2008-2016) también hizo un llamado sobre la necesidad de desarrollar los talentos para un servicio más universal a través de redes y colaboración; promovió el trabajo en equipo para encontrar respuestas a los desafíos; e impulsó el esfuerzo por la renovación y recreación de la fe, los procesos y las instituciones “pues si perdemos la capacidad de recrear –declaró-, hemos perdido el espíritu”

Arturo Sosa SJ (2016- ), extendió el llamado a la renovación usando como “la audacia de lo imposible”. La de los primeros jesuitas cuando fundaron la Compañía, cuando abrieron los primeros colegios, cuando escribieron la Ratio Studiorum y se embarcaron en la aventura de ofrecer educación a las nuevas generaciones. 

Más recientemente el P. Sosa anunció las nuevas Preferencias Apostólicas Universales encomendadas a la Compañía por el Papa Francisco como guía de nuestra labor (1) para mostrar el camino hacia Dios, (2) para caminar junto a los pobres, (3) para acompañar a los jóvenes y (4) para colaborar en el cuidado de nuestra casa común. 

Redactado con materiales de: bit.ly/3ut52YW

Templo San Ignacio de Mojos: obras de restauración y conservación del patrimonio cultural y religioso

San Ignacio de Mojos, situada en el departamento del Beni en Bolivia, es poseedora no sólo de una gran belleza natural por hallarse en el corazón del bosque amazónico denominado Simena (Monte Grande), sino además porque es rica en cultura y tradiciones.

En este templo se han realizado desde hace más de dos décadas obras de restauración y conservación del patrimonio cultural y religioso de la antigua reducción jesuítica, que actualmente mantiene vivo su patrimonio desde la espiritualidad y vivencia religiosa con la guía del Cabildo, las Mamitas abadesas, los sacristanes y otras parcialidades.

La atmósfera de la población beniana de San Ignacio de Mojos está impregnada continuamente de la espiritualidad y religiosidad de lo que en un tiempo fueron las reducciones jesuíticas de Mojos, allá en el siglo XVII y XVIII. Pero, a diferencia de lo que sucedió en varias de ellas, tras la expulsión de los jesuitas de América, en Mojos se han conservado vivas las tradiciones que cultivaron indígenas y misioneros; prueba de ello es que hoy en el templo misional se realizó la bendición de la nueva puerta tallada íntegramente en madera y se entregó la llave al Corregidor del Gran Cabildo Indigenal y a los sacristanes, custodios de la iglesia.

En medio de preciosos decorados de cruces que se apilan en las colosales columnas interiores del templo, en vísperas de la fiesta de la Cruz, el párroco de San Ignacio de Mojos, P. Fabio Garbari, sj, realizó la bendición y apertura de la nueva puerta del templo misional, que fue tallada por los maestros Eloy Teco y Juan Carlos Noe junto a un grupo de colaboradores, todos ellos pobladores mojeños.

La obra realizada se suma a una serie de actividades artísticas, culturales, de investigación y publicaciones así como a la continua restauración y conservación de la iglesia.

Junto a la inauguración de la puerta tallada se presentó el avance de refacción de cuadros que contienen imágenes bíblicas y los contenidos de la tesis de antropología sobre las “Mamitas abadesas”, una de las parcialidades del Gran Cabildo, elaborada por el P. Bernardo Mercado, sj, quien además hizo la entrega de lo trabajado a las abadesas y miembros del Cabildo presentes, mediante un disco con videos que resumen los elementos principales de la investigación.

A propósito, el P. Mercado señaló que la motivación fue “registrar todo lo bonito que hacen y cómo nuestros jóvenes puedan continuar también aquello que se presenta ahora”, invitando a elaborar nuevas publicaciones que presenten la vivencia cultural y religiosa que acrisola y conserva el Cabildo, las abadesas y demás, desde los trabajos que puedan realizar nuevas generaciones, en las escuelas y colegios.

Apuntó también que el trabajo realizado recoge la palabra de las abadesas, con base en entrevistas y diálogos, y que se ha construido comunitariamente con varios miembros de la parroquia, enfatizando que “tenemos aquí este trabajo que queremos entregar al Cabildo”, como una forma de devolución de aquello recibido.

Por su parte, el P. Garbari, al momento de bendecir e inaugurar la nueva puerta tallada explicó que ésta muestra “la corona de San Ignacio, la corona de plata que tiene la imagen de San Ignacio, que está en el centro, y después todas las demás figuras están sacadas del mueble que está en la sacristía, un mueble que lo habían tallado todavía los abuelos de ustedes en el mil setecientos, mil seiscientos, de manera que todo esto es lo de aquí, nada que ha venido de afuera, todo esto está brotando de las raíces que Mojos tiene”.

Luego de las palabras del párroco se hicieron un canto a cargo del coro misional de la iglesia y la oración de los rezadores, para después bendecir y abrir la puerta.

Arturo Sosa SJ: lanzamiento oficial del libro «En camino con Ignacio»

En su primer libro-entrevista desde que fuera elegido superior General de los Jesuitas, Arturo Sosa SJ responde a las preguntas del corresponsal de Vida Nueva Darío Menor. Las conversaciones han sido recogidas en el volumen ‘En camino con Ignacio’ (Grupo Comunicación Loyola), que se presenta el próximo martes, 11 de mayo, en la Curia General de la Compañía de Jesús en Roma, a pocos pasos del Vaticano. Una obra que aparece en el marco del inicio del Año Ignaciano (20 de mayo de 2021-31 de julio de 2022), con el que se celebran los 500 años desde la conversión del fundador.

El confinamiento de san Ignacio

A través de estas páginas, Sosa analiza los retos actuales de la Iglesia católica, la evolución de la vida de la Compañía de Jesús, la situación en Venezuela, la relación con el primer Papa jesuita de la historia o el escenario abierto por la pandemia. Un libro que además de en español estará disponible en inglés, portugués, francés, italiano, polaco, holandés, así como tamil, vietnamita y árabe.

“En esta época de Covid, está ocurriendo en la vida de tantas personas a nuestro alrededor que se enfrentan a las limitaciones de sus planes de vida. La conversión es estar en camino de convertirse en seres humanos más plenos”, reflexiona el sucesor de san Ignacio. La pandemia, para el superior, es similar al tiempo que el santo de Loyola vivió en convalecencia tras ser herido en la batalla: “Una herida sufrida en la batalla lo cambió todo, le dio tiempo para reflexionar y ver que Dios tenía otros sueños para él. Procesos similares de cambio han ocurrido en mi vida de diferentes maneras y en diferentes momentos, a medida que he aprendido a escuchar cómo Dios me habla”.

Espiritualidad para los tiempos actuales

Sosa ha contado, además, el proceso de este libro, su primera entrevista en esta gran formato. “Todos los sábados, durante unas doce semanas, me reunía con Darío, que me planteaba muchas preguntas. Esto llevó a una interacción muy rica sobre cómo la Espiritualidad Ignaciana puede impactar en nuestro mundo y cómo las cuestiones del mundo y las necesidades urgentes de la humanidad pueden ser abordadas por la Compañía de Jesús, la Iglesia y todas las demás tradiciones religiosas”, relata.

Para el jesuita “ha sido una aventura, un viaje –a veces desafiante– en el que he aprendido mucho. Estoy convencido de que abordar honestamente las preguntas y buscar respuestas con nuestros amigos, nuestras familias y nuestra comunidad de fe es el camino a seguir para una vida más profunda, más satisfactoria y más solidaria que esté más en sintonía con el sueño que Dios tiene para nuestro mundo”. El papa Francisco ha sido de los primeros en tener el libro en sus manos.

Fuente: vidanuevadigital.com

Trabajos en la Cueva de San Ignacio – Matías Yunes SJ

Matías Yunes SJ se encuentra en Roma transitando y preparando su Doctorado en Teología  y, al mismo tiempo, colabora en el Centro Aletti, de espiritualidad y arte. Como parte del equipo del jesuita esloveno Marko Rupnik, Matías participó del trabajo de remodelación en el Santuario de la Cueva San Ignacio. A continuación compartimos su testimonio:

Durante el mes de marzo fueron realizados los trabajos de remodelación del Santuario de la Cueva de San Ignacio que se encuentra en la Casa de Espiritualidad de Manresa (España). Fueron instalados 550m2 de mosaicos del Centro Aletti, obra de Marko Rupnik S.J. El proyecto está previsto en ocasión del año Ignatius 500, el cual la Compañía se prepara a celebrar en 2021-2022.

Como parte de la comunidad del Centro Aletti en Roma, tuve la gracia de acompañar a los artistas en el trabajo y de participar en el proceso de realización del mosaico. Fue un momento de gracia y al mismo tiempo de arduo trabajo. En Manresa todavía se respira la experiencia espiritual de San Ignacio, y la Cueva todavía emana, en el silencio, la fuerza del encuentro de Ignacio con su Creador y Señor. 

El trabajo consistió, fundamentalmente, en la remodelación de las ocho capillas laterales de la Iglesia barroca que fue construida a mediados del 1700. El recorrido iconográfico va desde la Creación hasta la Redención, buscando, con diversas escenas bíblicas, plasmar el camino de las cuatro semanas de los Ejercicios Espirituales. Como sucede en el arte litúrgico, cada escena busca entrar en diálogo con la otra y así, mediante el lenguaje simbólico, expresar la realidad del misterio que contiene, involucrando a quien lo contempla. 

El proceso del mosaico es laborioso. Las escenas (personajes, rostros, manos, vestidos) se realizan en el taller de arte del Centro Aletti en Roma antes de ir al lugar de trabajo. Esta es la parte que demanda más tiempo. Luego, durante los días de trabajo en el lugar, se realiza el montaje y se componen, en pared, los movimientos de “fondos y formas” que unen una escena con la otra. La coordinación del “cantiere” (como lo llaman aquí) lo realiza Rupnik quien, en su visión de la obra completa, busca que la materia exprese su contenido teológico-espiritual de la mejor manera.

Se trata de una experiencia de trabajo en comunión de unos con otros y con la Iglesia. Y así como el “fruto de la tierra y del trabajo”, gracias a la acción del Espíritu Santo, se transforman en el Cuerpo de Cristo, en este tipo de arte litúrgico se busca que las paredes de la Iglesia finalmente manifiesten su verdadera identidad: ser expresión del Cuerpo de Cristo. 

Matías Yunes SJ

Conocé más sobre el Centro Aletti aquí: www.centroaletti.com