Tras la estela de Pedro Casaldáliga

Ha muerto Pedro Casaldáliga. Para muchos solo un nombre desconocido. Para otros muchos (muchísimos) un referente del Evangelio. Tenía 92 años y el corazón repleto de nombres.

Casaldáliga ha sido poeta, sacerdote, obispo, misionero, pero, sobre todo, pastor. Su trabajo en la región amazónica del Araguaia ha sido enorme, siempre del lado de los que más lo han necesitado en cada momento.

Con Casaldáliga va muriendo también una muy importante parte de la Iglesia del siglo XX en la que el compromiso por los pobres y su identificación genuina con el Reino son las máximas del trabajo de los cristianos. Antes que él ya fueron Rutilio Grande, Monseñor Romero, los mártires jesuitas de El Salvador, Isa Solá… El Evangelio es de todos y para todos, pero el paso preferente lo tienen unos muy concretos: aquellos en quienes la injusticia, la miseria y la indiferencia del mundo se ceban, víctimas de una estructura de la que no es fácil desprenderse. En el siglo XXI muchos son los que tendrán (tendremos) que recoger ese testigo.

La poesía, otro de los grandes rasgos del obispo que nació español y murió brasileño, ha llenado de enorme esperanza a mucha más gente de la que él haya podido imaginar. Sus textos, cada verso hablando de la Pascua y del Reino han sido siempre camino transitado por muchos. Verdaderas oraciones que han unido el corazón de tantos.

El sueño de Casaldáliga y de muchos otros compañeros que a lo largo y ancho del mundo han trabajado del lado de los necesitados, era el de una Iglesia más pobre, con menos poder terrenal; pero también con mucha más ternura y valentía. Hoy este sueño lo heredan tantos y tantos que trabajan en las cunetas del mundo. Allí donde la injusticia es costumbre y el dolor se incrusta trabajan a destajo muchos que, en el nombre del Dios-Hombre, acercan la Palabra, pero también la Paz del cuerpo.

El camino está marcado y la estela es clara. El Reino se construye sobre los cimientos que van colocando los hombres y mujeres que, a base de hacerse pequeños, hoy son los más grandes de entre nosotros. A base de servir, han enseñado el sentido del servicio. Siendo grano de trigo y fermento, han aprendido y enseñado a otros a establecer la ciudad de Dios.

Pedro Casaldáliga peleó mucho y llegó al final del combate con los guantes desgastados. Que descanse en la paz de Dios quien a Dios entregó todo.

Pablo Martín Ibáñez

 

Fuente: pastoralsj.org

Jesuitas en la Amazonía, 25 años de compromiso con los pueblos de la región

La fiesta de San Ignacio ha sido ocasión para inaugurar oficialmente el Año Jubilar de 25 años de servicio itinerante, institucional de la familia ignaciana en la Amazonía, que durará hasta mayo de 2021. De hecho, esta inauguración debería haber tenido lugar el 2 de mayo, recordando el comienzo del Distrito de los Jesuitas de la Amazonía, un momento aplazado por la pandemia de coronavirus. La inauguración tuvo lugar en una misa presidida por el arzobispo de Manaos,Mons. Leonardo Ulrich Steiner, acompañado por varios jesuitas que llevan a cabo su misión pastoral en Manaos y por el obispo auxiliar, Mons. Tadeu Canavarros, así como una representación de la familia ignaciana.

El carisma ignaciano promueve el espíritu misionero, la experiencia del amor incondicional de Dios, la búsqueda de encontrar a Dios en todas las cosas y en todo amar y servir. Según el Padre David Romero, superior de la Preferencia Apostólica Amazónica, «cuando el grupo apostólico fue creado aquí, algo más institucional, fue un gesto de valoración de la importancia de la Amazonía». Afirma que «en esa época el provincial vivía en Salvador, Bahía, muy lejos, visitaba tal vez una vez al año. Valorando la Amazonía, viendo la importancia, la Compañía creó esta presencia institucional, a través de un superior local».

La Amazonía ha tenido una importancia especial en los últimos años. El actual superior de los jesuitas en la región, afirma que «a través de Laudato Si, a través del Sínodo, el mundo está mirando a la Amazonía», algo asumido por los jesuitas, «respondiendo a los desafíos, acompañando a los indígenas, el servicio a los migrantes, la evangelización a través de nuestras parroquias, el SARES, con la articulación socio-ambiental, también el trabajo de espiritualidad», según el Padre David Romero, que destaca que se trata de un trabajo eco-socio-ambiental. Actualmente hay unos 30 jesuitas en la región, 15 en Manaos, también en Belém y Santarem, en Pará, Boa Vista y Novo Paraíso, una aldea indígena, en Roraima, Assis Brasil, en Acre, y Porto Velho, en Rondônia.

El Padre David Romero subraya que este momento no es sólo de los jesuitas, sino de la «familia ignaciana, porque fue muy importante la colaboración con los laicos y laicas, religiosos y religiosas, esto ha crecido mucho en estos 25 años, queremos subrayar eso también». Celebrar 25 años es una oportunidad para «valorar, degustar, personas, iniciativas, valores, pistas, la presencia de tantos laicos y laicas, religiosos y religiosas», afirma.

Este trabajo, esta forma de entender el caminar de la Iglesia en la Amazonía, es el fruto de la espiritualidad ignaciana. Según el jesuita, «tenemos varios laicos que han participado en los Ejercicios Espirituales y en los ejercicios en la vida diaria, porque esta experiencia es importante, poder beber de las fuentes de la espiritualidad ignaciana. Esto ayuda a la persona a involucrarse más en la espiritualidad y realmente se convierte en parte de la familia ignaciana».

En este tiempo que vive hoy la Iglesia de la Amazonía, tiene todavía más valor lo que inspiró la vida del Padre Claudio Perani, primer superior del Distrito, ser valientes y atrevidos ante los desafíos y dificultades, y ser guiados por el Espíritu. Lo que marcó la vida del Padre Perani, sigue animando el compromiso misionero de los jesuitas en la Amazonía. Según el actual superior, «seguimos comprometidos con los pueblos indígenas de Roraima, Acre, Manaos. Desde que la Compañía de Jesús llegó a Brasil, en la época de Anchieta, es algo que permanece firme, algo que no podemos dejar». Es el lema del trabajo del Equipo Itinerante, fundado por Claudio Perani, que tiene una conexión con los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales.

Últimamente, los jesuitas de la Amazonía, ante el gran aumento de la migración en la región, por la situación en Venezuela, han asumido esta causa, «tenemos una iniciativa en Boa Vista y Manaos, donde hay un gran flujo de venezolanos», según el Padre David Romero. Junto con esto, destaca que «otro desafío es la espiritualidad inculturada, encarnada, para respetar la religiosidad y la espiritualidad de las personas que están aquí, enriqueciendo juntos, sumando, creciendo juntos en este campo de la espiritualidad», algo que se desarrolla principalmente en las casas de retiro de Manaos y Belém.

En este campo de la espiritualidad, el Superior de los jesuitas en la Amazonía destaca que en los últimos años se ha estado trabajando en los ejercicios espirituales ecológicos, «marcados por la Laudato Si y la ecología integral, la espiritualidad en la línea de la ecología integral”.

En el trabajo pastoral de los jesuitas, destaca su presencia en el mundo de la juventud, a través del programa y el espacio Magis, presente en Belém, Manaos y Santarém. Según el Padre David, «a través de este programa, los jóvenes empiezan a experimentar la espiritualidad y la visión ignaciana, y esto para nosotros es una inversión muy importante, para que los jóvenes abracen esta visión, esta espiritualidad, y así trabajar en colaboración. Pensando en el futuro, insiste en que «la idea es seguir invirtiendo en la juventud, en las personas de buena voluntad que quieran unirse a nosotros, trabajando también en la pastoral vocacional, que las personas interesadas en abrazar la vida religiosa, la vida sacerdotal, puedan ser acompañadas y encontrar la voluntad de Dios para ellas».

Fuente: religiondigital.org

Experiencias de Noviciado: inserción en otras comunidades I

Desde Montevideo, los novicios de segundo año comparten con nosotros sobre su experiencia comunitaria de este último tiempo.

Desde el 25 de junio, tres novicios de segundo año, Diego Aguilar, Guillermo Jauregui y Carlos Núñez, estamos realizando la experiencia de comunidad en la Parroquia Na. Sra. de Fátima, en el Cerro de Montevideo.

Esta experiencia está siendo un tiempo privilegiado para conocer más hondamente la misión de nuestros compañeros, el modo de vida de una comunidad apostólica y para acercarnos a la realidad de los hermanos más necesitados, dado el contexto del barrio en el que está inserta la comunidad. En ese sentido, estamos colaborando en diferentes frentes pastorales. Por un lado, participamos de las actividades de la parroquia, impulsando la conformación del MEJ, acompañando al movimiento Scout y fortaleciendo el apoyo al cercano asentamiento “El caño”. Por otra parte, también estamos dando una mano al centro “La Esperanza” de Fe y Alegría, donde colaboramos en el apoyo escolar y en espacios de reflexión con adolescentes, entre otras tareas que el centro requiere.

Así como nos dejamos afectar por estas realidades, el encuentro  con las diferentes personas -y sobre todo con Dios, presente en todas las cosas-, también está siendo muy significativo poder contemplar la tarea nuestros compañeros. Yolo, en su rol de superior, marcando los ritmos de la comunidad, preocupándose por el bienestar de todos e invitándonos a familiarizarnos más con el modo de proceder de la Compañía. Rubén como párroco, en su modo de pastorear y generar vínculos y puentes entre distintas realidades; familias y voluntarios del colegio, laicos de la parroquia, y personas del barrio en situaciones vulnerables, que se acentuaron en este tiempo de pandemia. Nacho, en su tarea de ministro, atento a las necesidades de la casa y a los detalles que hacen a la convivencia más amena y cercana.

Continuamos agradecidos y animados por tanto bien recibido en esta experiencia de conocimiento mutuo que nos regala la Compañía. Nos encomendamos a sus oraciones, para que el Señor siga configurando nuestros deseos de seguirle, buscando y hallando su voluntad.

Tercera Probación: testimonios en clave de agradecimiento

El pasado 31 de julio, el grupo de Jesuitas que se encontraba en Cochabamba, Bolivia, culminó con la etapa de la Tercera Probación. La experiencia comenzó a principios del mes de Febrero, y durante seis meses transitaron este último periodo de formación como jesuitas, en el que se busca revivir el carisma fundacional de la Compañía de Jesús y del camino recorrido en ella como hermanos o como sacerdotes. A modo de cierre y agradecimiento, cada uno de ellos comparte brevemente con nosotros lo que ha significado esta experiencia de la Tercera Probación. Así lo introduce Emmanuel Sicre, SJ de la Provincia Argentino Uruguaya:

«En el día de San Ignacio terminamos, después de seis meses, nuestra Tercera Probación en Cochabamba. Estamos realmente agradecidos por lo vivido en este tiempo tan especial para nosotros y para todo el mundo dada la situación que la pandemia. Les queremos compartir unos breves testimonios de lo que ha significado esta experiencia y agradecerles a quienes nos han acompañado con su oración, cercanía y afecto. Que todo lo que el Buen Dios hizo por nosotros sea fecundo para el servicio a su Pueblo. Bendiciones. «

  • Enrique, SJ. México. 

“Para mí la Tercera Probación fue alegría por experimentarme perdonado, amado y enviado en Compañía al servicio de la fe y la justicia”.

  • Edilberto, SJ. Brasil 

“Para mí la Tercera Probación fue la oportunidad de reconocer mis limitaciones, gustar la gracia y generosidad de Dios para conmigo y de reconocer mis dones, para responder a su llamado a seguirlo”.

  • Rodrigo, SJ. Uruguay

“Para mí la Tercera Probación fue una invitación de Dios para acoger amorosamente mi vida y abrazar su invitación a consagrarla a los pobres junto a Jesús y al cuerpo de la Compañía.”

  • Agustín, SJ. Argentina. Instructor. 

“Para mí la Tercera Probación significó seguir a Jesús en la incertidumbre de lo provisional”.

  • Giuseppe, SJ. Italia. 

“Para mí la Tercera Probación fue la profunda experiencia de vivir una renovada intimidad con el Señor, que me llama a estar con él y me envía a hombres y mujeres para consolarlos, reconciliarlos y compartir mi vida con los más vulnerables.”

  • Òscar, SJ. España. 

“Para mí, la Tercera Probación ha supuesto mayor realismo en mi amor al Señor, en su Compañía, para construir su Reino, en comunidad y con humildad, ayudando a crecer a aquellos que más lo necesitan.”

  • José, SJ. México. 

“Para mí la Tercera Probación fue un espacio de conversión, de volver a intimar con Dios, con la comunidad, con la misión de transformar lo inhóspito en paz.”

  • Deyvi, SJ. Perú. 

“Para mí la Tercera Probación ha sido un tiempo de volver a lo fundamental de la vocación jesuita: la pasión por Dios, por el mundo y en particular por los que más sufren. También ha sido un tiempo para reafirmar el valor que tiene la amistad entre nosotros los jesuitas.”

  • Emmanuel, SJ. Argentina. 

“La Tercera Probación ha sido una oportunidad privilegiada para tomar contacto con el amor desbordante de Quien me ha llamado -aún con toda mi fragilidad y quizá por ella- a servir y donarme por el Reino en comunidad.”

  • Marcos, SJ. Brasil 

«Para mí la Tercera Probación significó “bajar a la casa del Alfarero” (Jr 18,2) para dejarme moldear al modo de Jesús, de la Compañía y de su misión de reconciliación y justicia.»

 

 

 

 

 

 

La comunidad jesuita en Beirut

La comunidad jesuita universitaria en Beirut ha sufrido algunos daños materiales y ningún jesuita está afectado de gravedad, a pesar de la cercanía de esta con el epicentro de la explosión que se produjo en dependencias portuarias en el día de ayer.

Compartimos la traducción del mensaje enviado por un compañero de la comunidad:

“Hola a todos. Gracias por su interés y sus oraciones. Estamos todos bien en Beirut. Algunos rasguños menores. Nada serio. Sin embargo, los daños más importantes los sufrimos en nuestras dos residencias, edificios universitarios y escuelas. Serán evaluados en los próximos días. La primera tarea es limpiar todas las ventanas y puertas rotas, hacer los edificios seguros de un eventual pillaje y de la toma de inventario. La ciudad está en un estado terrible. Nunca he sido testigo de una explosión como esta.”

El Líbano integra la Provincia jesuita de Próximo Oriente y Magreb, junto con Argelia, Egipto, Irak, Jordania, Marruecos, Siria, Tierra Santa y Turquía. La Compañía allí dirige obras educativas -desde educación inicial hasta universitaria-, dirige un centro de espiritualidad y Casa de EE. Además de acompañamiento espiritual y a comunidades CVX, el Servicio Jesuita a Migrantes asiste a trabajadores migrantes. En Beirut también la Compañía tiene una casa editorial que ofrece publicaciones en idioma árabe.

La Universidad St. Joseph’s de esta capital –situada a tan sólo 2000 mts del epicentro de la explosión- es donde el recordado P. Kolvenbach SJ residiera antes y después de sus años como Superior General.

Desde la Provincia Argentino Uruguaya, acompañamos y rezamos por toda la comunidad, por las víctimas y el consuelo de sus familiares.

CVX: La espiritualidad ignaciana en la vida de los laicos

En ocasión de la fiesta de San Ignacio, Manuel Martínez, laico uruguayo y secretario ejecutivo de las Comunidades de Vida Cristiana (CVX), cuenta cómo se vive el carisma y la espiritualidad de San Ignacio de Loyola en las comunidades de laicos presentes en todo el mundo.

CVX: ¿Qué es?

«La Comunidad de Vida Cristiana (CVX) es una asociación internacional de cristianos laicos reconocida por la Iglesia Católica. Esto significa que quienes pertenecemos a la CVX nos reunimos en pequeños grupos para compartir la fe, la vida, la misión, discernir, acompañarnos y celebrar juntos. Estamos presente en cerca de 80 países de los 5 continentes. Cada comunidad nacional presente en un país es parte de un solo Cuerpo Apostólico, de una sola Comunidad Mundial.

Nuestro propósito es llegar a ser cristianos comprometidos, dando testimonio en la Iglesia y en la sociedad de los valores humanos y evangélicos esenciales para la dignidad de la persona, el bienestar de la familia y la integridad de la creación.»

Los pilares que identifican a la comunidad

«La pertenencia a un solo cuerpo, que es quien tiene la identidad y que está formado por personas muy diversas, con modos de entender y compartir muy distintos. Pero hay tres pilares, tres dimensiones que forman parte de nuestro tronco común: la espiritualidad ignaciana; la vida comunitaria; y la misión: una misión que reconocemos es la de Cristo encomendada a la Iglesia y que, desde CVX, junto con otros nos encontramos en el camino de la colaboración.»

Lo que une a la CVX con la espiritualidad ignaciana

«El vínculo de la CVX con la espiritualidad ignaciana viene desde los primeros tiempos de Ignacio de Loyola. Él, junto con sus primeros compañeros, fueron creando grupos de laicos, en donde se ponía la persona de Jesús en el centro y reflejaban un claro sentido apostólico. Esas primeras fueron el antecedente de lo que se conocía como Congregaciones Marianas, que, a su vez, en 1967, dan paso al nacimiento de la CVX porque se entendió que así se podría responder más fielmente a los desafíos de nuestra Iglesia en el mundo, después del Concilio Vaticano II.

Es decir, entonces, los Ejercicios Espirituales, que son reconocidos como la fuente específica e instrumento característico de nuestra espiritualidad son parte esencial en la vida de la CVX. De esta experiencia de encuentro con el Señor, por medio de los Ejercicios nace todo y sostiene la dimensión comunitaria y la misión.»

Caminar con San Ignacio 

«San Ignacio es un santo que encarna una experiencia de vida, que es muy humana, que es muy de todos nosotros. El camino recorrido por Ignacio yo creo que interiormente podemos vivirlo todos nosotros de alguna manera u otra, con distintos acentos, pero podemos reflejarnos en su vida. ¿Quién no tuvo experiencia de fracaso o de sueños frustrados? Como fue la herida que sufrió san Ignacio en Pamplona y que tuvo dos efectos: derrumbó los planes que como militar tenía para su vida, y por otra parte, le abrió nuevos caminos que permitieron el encuentro con Dios.

Podemos pensar en este tiempo del Covid-19 y ver cuántos planes previstos al inicio del 2020 han quedado frustrados, han quedado truncados. Y bueno, de alguna manera es volver a preguntarnos “Señor, ¿qué quieres? ¿A dónde quieres llevarnos? Que muchas veces no es un lugar físico, sino algo más interior ir a lo profundo.

Y lo que hacemos en CVX es esto, que esta dimensión espiritual, que es personal, nosotros la compartimos en comunidad, y la compartimos porque estamos convencidos de que es un espacio de crecimiento, que es un espacio de confrontación, un espacio para la corrección fraterna, y porque cuando lo hacemos, aunque muchas veces es trabajoso esto de construir una comunidad, la vida que se comparte se ensancha. Hay una frase muy linda que dice: “comunidad es pensar en el otro, es pensar en lo mejor para el otro, y es pensar juntos en lo mejor de nosotros, para todos los otros”. Un juego de palabras ahí, pero lo que hace también estos conectarnos con nuestra tercera dimensión, que es la misión.»

Una misión sin limites

«Podemos explicar nuestra vida en clave de misión y de servicio. En nuestros documentos se dice que el campo de misionero de la CVX no tiene límites, lo que quiere decir que para los laicos presentes en el mundo nuestra vida es misión ahí donde estemos: con nuestra familia, nuestro trabajo, en la parroquia que estemos. Allí donde estemos, de alguna manera, tenemos que hacer presente a Cristo. Queremos llevar la presencia de Cristo.

La unión con Cristo nos lleva a la unión con la Iglesia, en la que Cristo continúa aquí y ahora su misión salvadora. Haciéndonos sensi­bles a los signos de los tiempos y a las mo­ciones del Espíritu Santo, seremos más capaces de encon­trar a Cristo en todos los hombres y en todas las situacio­nes.»

El discernimiento espiritual en la Asamblea General de 2018

«En 2018 nosotros tuvimos nuestra última asamblea general y ahí renovamos esto, y volvimos a poner en el centro el tema del discernimiento en común, como algo que está en el centro de nuestra misión, que le da unidad al propósito, que alguna manera unifica identidad y Misión. Y eso es básicamente preguntarnos cómo contribuir, del mejor modo posible, a construir un mundo más humano, más digno, más justo.

Hoy estamos llamados a profundizar y compartir esto con otros. Animar a preguntarnos allí donde estamos (en nuestra familia, apostolado, trabajo, comunidad) como contribuir del mejor modo posible a construir un mundo más humano, más digno, más justo. Y mucho más, la experiencia del discernimiento en común es importante, luego del Covid.19. Ahí, la CVX siente que tenemos una responsabilidad. La práctica del discernimiento personal y en común para construir algo nuevo.

Terminaría con esto: vivimos en un tiempo de sobreabundancia de información, de muchísima noticia, bombardeados por muchos lados. Yo creo que, para mí, en este tiempo es bastante significativa la frase de Ignacio “No el mucho saber arte satisface el alma sino el sentir y gustar de las cosas internamente”, es decir, ser profundos allí donde estamos, no querer abarcar todo, si no poder llevar profundidad ahí donde nos toca estar.»

 

Fuente: www.vaticannews.va

Papa Francisco: la trata, una plaga que vulnera la dignidad humana

El pasado 27 de julio, la Conferencia Episcopal Argentina convocó a un conversatorio virtual en torno al Día Mundial contra la trata de personas. Para acompañar la jornada, el Papa Francisco envió un mensaje de aliento y apoyo a las iniciativas que acompañan a las victimas de la trata.

“El tiempo actual está tristemente marcado por una perspectiva utilitarista, que ve al prójimo según criterios de conveniencia y de provecho personal, truncando así el camino hacia la realización de su humanidad, en conformidad con la unicidad y el carácter irrepetible de cada uno”, se lee en el mensaje pontificio.

Erradicar la plaga de la trata

“En medio de esta dramática y persistente situación de mercantilización que es la trata de personas, en sus múltiples formas – continúa el texto – el Santo Padre los anima en su compromiso por la erradicación total de esta plaga. Asimismo, los alienta en su empeño para que sigan trabajando en el rescate de los supervivientes y colaboren decididamente en la construcción de sendas que conduzcan al bien común y la realización plena de la vida humana”. El mensaje concluye con la Bendición Apostólica y la invocación a Nuestra Señora de Luján, Patrona de Argentina.

«Juntos contra la Trata»

El conversatorio virtual titulado “Juntos contra la Trata” se desarrolló el pasado 27 de julio a través de la plataforma Zoom y fue seguido por más de 600 personas. El encuentro contó con la participación de especialistas de organizaciones sociales, religiosas, funcionarios judiciales, del poder ejecutivo y legislativo. Al cierre, el Ing. Emilio Inzaurraga, presidente de la Comisión Nacional de Justicia y Paz, compartió el mensaje del Papa Francisco.

“Este tiempo de pandemia y de aislamiento social obligatorio – informan los organizadores del evento – no impidió realizar una actividad para este día. Por un lado, la oportunidad de conectar con más personas, de diversos lugares, y por el otro la necesidad de concientizar sobre este tema ya que las circunstancias actuales, que lamentablemente dejarán mayor vulnerabilidad, favorecen el aumento de la explotación de personas».

Fuente: www.vaticannews.va

Arturo Sosa SJ: «Estamos llamados a cuidar el presente y el futuro de la humanidad»

El P. General del los jesuitas, Arturo Sosa SJ, reflexiona en torno al rol de la Vida Religiosa en tiempos de pandemia. «La vida religiosa no es necesidad sino gracia, signo gratuito del cuidado del Señor por este mundo en el que habitamos y del que somos coresponsables.»

Por Arturo Sosa, SJ

La pandemia ha mostrado con crudeza la fragilidad de unas estructuras sociales mundiales que descuidan a los seres humanos. Relaciones sociales no solo injustas sino productoras de injusticia y desigualdad en muchas dimensiones de la vida. Descuido que también ha causado un preocupante deterioro del medio ambiente. Sus consecuencias pondrán más claro aún aquellas áreas en las que es necesario producir cambios profundos para promover la participación libre de todos y todas en las decisiones políticas, disminuir la enorme brecha de la pobreza y la desigualdad, ofrecer educación de calidad junto a oportunidades de trabajo creativo a los jóvenes, además de tomarse en serio la restauración del equilibrio ecológico.

A la Vida Religiosa se le abre una oportunidad de volver a sus fuentes carismáticas y recuperar el testimonio profético de una vida animada por el amor de Dios y de entrega servicio de los más vulnerables. La vida religiosa no es necesidad sino gracia, signo gratuito del cuidado del Señor por este mundo en el que habitamos y del que somos coresponsables.

El Covid-19 ha significado una aceleración del cambio de época que vivimos desde hace décadas sin mucha conciencia de la profundidad de la transformación de la vida humana y sin haberle dado la suficiente importancia a los desafíos que la nueva época representa para el anuncio de la Buena Noticia. A la vida religiosa se le abre una oportunidad de anunciar la necesidad y la posibilidad de reaccionar como la única humanidad que somos sin distinción de culturas o religiones.

Desde lo que somos, estamos llamados a cuidar el presente y el futuro de la humanidad, acompañando a los jóvenes, aprendiendo de ellos, renovando el sentido de nuestra vida y misión como personas consagradas. Un cuidado que tiene como prioridad la vida de los descartados, multiplicados exponencialmente en esta pandemia.

La Vida Religiosa está llamada en este momento al cuidado de su experiencia de Dios, que le permite ser receptora y trasmisora de los dones o carismas del Espíritu Santo a la Iglesia y a la humanidad. La Vida Religiosa ha aprendido durante la pandemia cómo el cuidado de los otros y el cuidado de uno mismo está relacionado. Cuidar la vida espiritual es la condición para que nosotros podamos cuidar de los otros y del planeta al modo propio de nuestra vocación carismática.

No podemos suponer que la pandemia ha sido superada. Con ella y sus consecuencias, cuya complejidad aún desconocemos, tendremos que lidiar por un largo tiempo. Como Vida Religiosa tenemos el desafío de discernir dónde nos conduce el Espíritu Santo para ser agentes de las transformaciones profundas que necesita el mundo contribuyendo a la misión de fermento de la historia de la Iglesia de la que formamos parte. Queremos una Vida Religiosa conducida por el Espíritu Santo al servicio de los más necesitados plenamente integrada al cuerpo de la Iglesia de Jesucristo.

 

Fuente: www.vidanuevadigital.com

Mensaje del P. General Arturo Sosa en la fiesta de San Ignacio de Loyola

El Superior General P. Arturo Sosa SJ dirigió su mensaje con ocasión de la fiesta de San Ignacio de Loyola ‘a nuestros compañeros y compañeras de misión’, ofreciendo una serie de reflexiones con vistas al Año Ignaciano 2021-2022.

Presentó esta instancia como ‘un llamado a permitir que el Señor trabaje nuestra conversión’ pidiendo ser renovados por Él, para impulsar ‘un nuevo entusiasmo interior y apostólico, una nueva vida, nuevos caminos para seguir al Señor.’ Así presentó el lema elegido para la ocasión: Ver todas las cosas nuevas en Cristo.

En sus palabras, difundidas en video como es novedad en estos tiempos, agradeció a tantos y tantas colaboradores que viven ‘un profundo compromiso’ con nuestra espiritualidad, deseoso de que la Compañía pueda ‘compartir más a fondo…la experiencia fundacional por la que el cuerpo apostólico de la Compañía participa en la misión de reconciliar todas las cosas en Cristo’.

El P. Sosa, que señaló a las Preferencias Apostólicas Universales como guía del Año Ignaciano, animó a los jesuitas a inspirarse en Ignacio peregrino, a quien, ‘su lucha interior y su conversión lo llevaron a una muy cercana familiaridad con Dios’ que le permitió ‘encontrar a Dios en todas las cosas e inspirar a otros’ para formar un cuerpo apostólico lleno de celo misionero.

En particular, animó a quienes ‘somos herederos de ese carisma y responsables de su vigencia’ a vivir intensamente la gracia de la pobreza evangélica, signo en Ignacio ‘de su transformación interior, de su creciente vulnerabilidad ante el Señor, de su indiferencia radical’ para seguir la voluntad de Dios.

Como caminos para vivir esta gracia, el P. General señaló la cercanía con la forma de vida de Jesús, en una intimidad con el Señor ‘que nos capacita para amar y seguir más de cerca a Jesús que nos sigue llamando, especialmente a través de los más pobres y marginados, a través del grito de la tierra, a través de todo lo que es vulnerable.’

En este sentido, se nos presenta el desafío de adaptar nuestra cultura organizativa, “reconociendo nuestras deficiencias e, incluso, pecados en esta materia para poder alcanzar la identificación de nosotros mismos con el Jesús pobre y humilde de los evangelios.”

“Como jesuitas, -continuó el P. Sosa SJ,- debemos preguntarnos qué significa en nuestro tiempo introducir cambios en nuestra vida de pobreza religiosa para hacerla más estricta.”  De modo que, “el examen de nuestra vida en pobreza se convierte en la forma concreta de inspirar la conversión para una re-carismatización de nuestra vida-misión.”

Finalmente, el P. General, señaló el tiempo presente como un “momento transformador para la Compañía de Jesús. Puede ser un momento que libere nueva energía, nueva libertad, nuevas iniciativas, nuevo amor para los demás y para nuestros hermanos y hermanas más afligidos.”

Fuente: jesuits.global

Arturo Sosa SJ: “No queremos un mundo donde los pobres son los que pagan factura”

Hoy 31 de Julio celebramos a San Ignacio de Loyola, en una entrevista para Vatican News, el Padre General, Arturo Sosa SJ, se refirió a la espiritualidad ignaciana en el mundo de hoy, la crisis sanitaria por el COVID-19, el discernimiento en la vida social y política, la situación de América Latina, entre otros temas.

La espiritualidad ignaciana hoy

Según Arturo Sosa, la piedra angular de la espiritualidad ignaciana en la misión de la Compañía de Jesús “es el encuentro personal y profundo con Jesucristo, el Crucificado, resucitado. Y esa experiencia lleva a una tal familiaridad con Dios que uno se hace capaz de encontrar a Dios en todo momento y en todas las cosas.” De este modo, “ese encuentro con Jesús se convierte entonces en una experiencia liberadora por la cual se adquiere la libertad interior, que es la condición para ser guiado por el Espíritu Santo y, por tanto, hacerse disponible a hacer solamente la voluntad de Dios” afirmó. Una libertad que hoy en día es indispensable ya que “el mundo está cambiando muy rápidamente y si no somos libres frente lo que hacemos y somos en este momento, no podremos dar los pasos hacia el futuro”.

Discernimiento ignaciano como guía en las elecciones políticas, sociales y económicas..

Profundizando sobre la crisis sanitaria actual y los jesuitas en el mundo, el padre Sosa expresó: “los jesuitas, los compañeros y compañeras en la misión estamos experimentando las mismas pruebas de toda la población que está padeciendo la epidemia, sobre todo, las consecuencias sociales de esta epidemia y las consecuencias políticas y económicas”. Reconoció que la pandemia “pone de manifiesto las debilidades de la estructura social y política en la que vivimos”, afirmando que “se superará de algún modo el problema de salud, pero quedarán consecuencias políticas, económicas y sociales, y que ni siquiera nos imaginamos en este momento y que ya empezamos a experimentar.”

Al mismo tiempo, el Padre General destaca que “esta experiencia es una confirmación del discernimiento que se hizo a las preferencias apostólicas universales, y de la misión que hemos recibido del Santo Padre para llevarlas adelante”. Estas preferencias apostólicas fueron publicadas el año pasado, y son fruto de un proceso de discernimiento que ha durado casi dos años y que ofrecen un horizonte, un punto de referencia para toda la Compañía de Jesús. Las preferencias son: mostrar el camino hacia Dios, caminar con los excluidos, acompañar a los jóvenes en camino, y cuidar de la Casa Común.

Situación actual de América Latina

En referencia a la situación que se está viviendo en América Latina, el padre Sosa expresó: “comparto plenamente el inmenso dolor de tanta gente que está sufriendo las consecuencias sea porque han perdido familiares, sea porque han perdido personas amigas, sea porque están padeciendo la enfermedad, sea porque no tiene acceso a las estructuras que los puedan curar o porque han perdido su trabajo, porque no ven posibilidades de futuro”. Al mismo tiempo, afirmó que “no queremos un mundo así, no queremos un mundo donde siempre los pobres son los que pagan factura y para ello tenemos que realmente organizar estrategias para cambiar estructuras políticas y sociales que hagan posible enfrentar epidemias, que siempre tendremos en un modo distinto, y que podamos realmente humanizar nuestra vida”.

Vocaciones y participación de los laicos

«Siempre hay jóvenes generosos que aceptan esta invitación a formar parte de este cuerpo”. Especialmente “hay un crecimiento muy grande en algunas zonas de Asia, Asia meridional y en todo el continente africano, donde hay muchísimos jóvenes que encuentran en la Compañía un ideal de vida” reconoció.

Sin embargo, “ciertamente el gran cambio que ha habido en los últimos 50 o 60 años es la participación de laicos y laicas y otros religiosos o religiosas en la misma misión, y el estilo como lo hemos venido haciendo desde la compañía” destacó Sosa. Al mismo tiempo, expresó que “en este momento sería impensable el trabajo de la Compañía de Jesús, la misión apostólica, sin los miles y miles de laicos y laicas que participan en las escuelas, centros sociales, centros de espiritualidad, proyectos de pastoral Juvenil”.

Fuente: www.vaticannews.va