Recreativo 2015 – Entre Rios

Como hace ya 6 años, se realizó el recreativo de verano en la obra de Manos Abiertas Entre Rios (Concordia), la escuela San Roque González.

Voluntarios de Manos Abiertas Santa Fe y miembros de la comunidad del Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe, viajaron hasta el barrio de Benito Legerén para brindarles a los alumnos de 1ro a 6to año del colegio unas «Clases Encubiertas» a mitad de sus vacaciones de verano que incluían Pileta, Aula (Matemática y Lengua), Inglés, Deportes, Computación, Plástica y Caminata (Sorpresa).

Por la tarde y de a 3 salieron a visitar cada una de las casas del barrio, otros realizaron la capacitación GIA a los alumnos de 5to año (Secundaria), también se realizó apoyo escolar a los chicos del hogar y por último juegos y actividades con los jóvenes-adolescentes del barrio.

Para los que no conocen, Benito Legerén es un barrio que está a unos 10 Km del centro de Concordia y que quedó muy marginado cuando se funde uno de los frigoríficos más grandes que tenía la Argentina en ese momento.

¿De qué tipo es nuestra Libertad?

La libertad es uno de esos temas imposibles de abarcar, pero que siempre viene de visita y hay que atenderlo. No podemos despedirlo sin más, es parte de nosotros. Constituye el núcleo fundamental de toda vida humana. Por eso, en su gran mayoría las personas afirmamos ser libres y con derecho a ejercer la libertad.

Pero al mismo tiempo ¿no nos encontramos a nivel interior con la paradoja de querer ser libres sin poder experimentarlo, de desear la libertad y no poder conseguirla, de anhelar ejercerla y no lograr hacer lo que queremos en verdad por temor? ¿Qué sucede cuando más libres queremos ser y más presos nos sentimos? ¿Qué será aquello que viene a la mente cuando pensamos en nuestra posibilidad de ser libres? ¿Qué pasaría si fuéramos libres en serio?

Una libertad simplemente humana

Lo que sucede con frecuencia es que creemos que la libertad es algo abstracto, filosófico o político. Y resulta ser algo más bien concreto y tangible en más de una ocasión. Si alguien nos dijera: “¿Eres libre de hacer, pensar, o decir esto o aquello? Probablemente diremos a la ligera que sí, pero cuando nos detenemos con honestidad se advierte que dicha libertad no es tan cristalina y pura como pretendemos. Si no ¿por qué hacemos cosas que no queremos? ¿por qué nuestros pensamientos y sentimientos más de una vez nos dominan? ¿por qué decimos cosas que hubiésemos preferido callar o viceversa? Esto indica que hay algo en el fondo de nuestra libertad que le hace contrapeso y no la dejar ser libre. ¿Qué es aquello que “opaca” nuestra libertad?

La herencia platónica nos ha hecho pensar que existe una idea de libertad absoluta, pero lo cierto es que no existe la libertad como tal sin seres humanos. No hay libertad, hay hombres libres. Y los seres vivimos en un contexto concreto, delimitado por una historia y una geografía, tenemos ciertas características psicológicas y personales heredadas e intransferibles, habitamos un mundo con otros seres tan personas como tú y yo, pertenecemos a instituciones que tienen reglas, soñamos con un futuro que nos motiva a seguir caminando en la vida. Cada uno de estos elementos multiplicados por la cantidad de seres humanos del mundo y de la historia forman parte de eso que llamamos libertad personal y colectiva. Complejo, sí, pero humano, encarnado y real.

Esto da la pauta de que quien quiera conocer cuál es la intensidad de su libertad personal deberá cuestionarse, al menos, sobre quién es, de dónde viene, cuál es su contexto, quiénes habitan su vida y cómo lo afectan, cómo es su carácter, su debilidad y su fortaleza. Habrá de preguntarse cómo es el mundo que le toca vivir, cómo es aquel sueño que lo invita a seguir vivo.

Si no, seguirá pensando que su libertad es algo abstracto que lo lleva a reclamar todos los derechos y a no cumplir con ninguna obligación que no le guste, creerá la falacia de que su libertad comienza donde empieza la del otro marcando el territorio como si los demás fueran sus enemigos, tendrá las fantasías del niño omnipotente que puede solo contra el mal, sentirá que él es su propio fundamento y que no le debe nada a nadie, pensará que todos gozan del mismo grado de libertad y le reclamará mezquinamente a los demás que se ajusten a su parámetro de análisis de la realidad.

Vivir desde una libertad liberada

Cuando interiormente se nos va dando comprender lo que significa ser libres pasa algo genial. Desaparecen los miedos y temores al desatarse los nudos de nuestra historia. Y entramos a la vida como hijos y hermanos. Las cosas comienzan a ubicarse en su lugar y nos despojamos de lo que entorpece la felicidad. Sentimos que los demás no son una amenaza a mi parcela de “libertad”, sino que caemos en la cuenta de que o somos libres todos, o nadie puede serlo. Nos anima la posibilidad de que seamos cada vez más las personas liberadas de condicionamientos, porque nosotros hemos sido honestos con los nuestros.

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Sabernos libres nos hace capaces de luchar hasta dar la vida por los otros sin miedo, como hacen las madres y los padres valientes. Respondemos con frescura a la pregunta de para qué ser libres. Crece el valor de la vida, el servicio y la compasión con los que temen, sufren y viven maniatados. Disminuyen las “obligaciones” y aumentan las motivaciones para hacer las cosas bien. Se vive con coraje la tensión de custodiar nuestro ser libre de las estructuras, ideologías y personas que nos esclavizan, y no dejan que nuestro espíritu participe del misterio de la verdadera vida donde la esperanza lo llena todo.

Entonces, comprendemos aquello que quiere Jesucristo para el hombre: hacerlo tan libre como él para que esté con sus hermanos cada vez más cerca del Padre.  

Emmanue Sicre SJ.

Año Nuevo, Tiempo Nuevo

“Aunque nadie ha podido regresar y hacer un nuevo comienzo…
Cualquiera puede volver a comenzar ahora y hacer un nuevo final”.

San Francisco Javier.

Queridos hermanos y hermanas en la Misión!

Con gozo y mucha expectativa recibimos el año que comienza. Delante de nosotros se abre un nuevo capítulo de nuestras biografías. Está en blanco. De nosotros depende lo que allí se pueda escribir, lo que allí se pueda vivir.

Cada año, coincidentemente con cada Navidad, Dios nos regala la posibilidad de un comenzar de nuevo y hacer un nuevo final. Podemos, entonces, preguntarnos al empezar el año por dónde vamos a caminar, cuáles van a ser nuestras metas, quiénes nuestros compañeros de camino y, fundamental, a quiénes vamos a servir en el 2015.

El mes de Enero, la Agenda en blanco, la liturgia de Navidad y el comienzo del “tiempo ordinario”, son la invitación de un Dios que quiere, puede y viene cada año a “hacer nuevas todas las cosas”. Sintonicemos con la frecuencia de este Dios que, como bien dice en la voz del profeta Isaías: “Yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa” (Is. 43, 19).

Les invito a comenzar rezando el año con estas imágenes que hablan todas ellas de renovación, de novedad, de vida nueva, de porvenir: páginas en blanco, semillas germinando, caminos en el desierto, ríos en la estepa… un niño en pañales.

¡Qué grande la Buena Noticia de Dios que parte por la pequeñez, que elige encarnarse en la fragilidad de un niño! ¡Qué grande nuestro Dios que, envuelto en pañales nos llama a cuidarlo, alimentarlo, protegerlo, ayudarlo a crecer! ¡Qué grande nuestro Dios que no elude nuestros pesebres, sino que elige especialmente habitar en ellos! Si el regalo de este tiempo es un Dios hecho niño, la invitación de ese Dios es precisamente a recuperar esa idea de niñez, ese tiempo en que todo era para nosotros porvenir, sueño, proyecto.

León Felipe tiene un hermoso poema que viene en nuestra ayuda al comenzar un tiempo nuevo, dice así:

Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol…
y un camino virgen
Dios.

Quiera Dios que este año encontremos esos nuevos caminos que Él quiere transitar con nosotros. Quiera Dios que nos dejemos iluminar por esos nuevos rayos de sol que vienen a fecundar nuestras siembras de ayer, procurando los frutos del mañana. Quiera Dios que este 2015 nos encuentre de cara al Dios siempre niño, al Dios siempre Buena Nueva.

Germán Lechini SJ.

¿Por qué nos cuesta orar?

Es habitual que ocurra que las personas que buscan llevar una vida de oración sufran las dificultades propias de todo arte. Falta de concentración, dispersión, postergación, imposibilidad de acceder al mundo interior, falta de voluntad, desgano, justificaciones, forman parte de esta situación. Y “como ya no nos salió”, terminamos dejando de orar. O en el mejor de los casos esperamos alguna oportunidad como para volver, un retiro, unos ejercicios espirituales, un momento de oración comunitario, como si fueran a recomponer la cuestión de raíz. Distinto es cuando la situación nos lleva inevitablemente a la oración. Es el caso de una enfermedad o de un sufrimiento profundo, una confusión o un conflicto grave donde acudir a Dios se hace más «fácil».

Pero qué es lo que puede estar de fondo y no nos damos cuenta cuando nos pasa que queremos orar y no podemos, o que no nos sale como queremos y nos frustramos abandonando el hábito de hacer oración. ¿No será que nuestro estilo de vida nos invita a nuevos modos de comprender la oración? ¿Acaso hay algún modelo de oración que sea el mejor y no lo sabemos? ¿Será que todos oramos del igual forma o cada uno representa un modelo de oración personal? ¿No será que el Mal Espíritu nos hace trampa? ¿Cuál sería el parámetro para una verdadera oración, dónde radica su punto de apoyo?

El “peligro” de los modelos de oración

Resulta que la fe sólo se transmite a partir de la experiencia de Dios de cada uno en el testimonio de sus obras y sus palabras. Todos hemos recibido la fe como un don de Dios a través de los que nos preceden y que comunicaron su fe en Dios a nuestra experiencia. La familia, la comunidad creyente, los amigos, catequistas, sacerdotes, religiosos y religiosas han sido el eco de Dios para nuestra vida de fe. Han hecho lo mejor posible para enseñarnos la fe que levamos dentro. Así es que fuimos aprendiendo a unir nuestras manos y elevar una oración.

A medida que vamos creciendo en la fe se hace evidente que se torna más personal, porque nuestra comunicación con Dios se profundiza según nuestra particularidad. Ese crecimiento se ve asistido por muchos que nos instruyen en cómo rezar u orar.Desde el primer Padrenuestro hasta la contemplación más mística que hayamos tenido, fuimos introducidos en un modo de hacerlo, una técnica o una recomendación que fue muy oportuna en su momento.

Dicho modelo de oración que fuimos asimilando es susceptible de convertirse en un peligro cuando anteponemos el modelo a la realidad vital en la que nos encontramos. Por ejemplo, si aprendí que para orar tengo que hacer un silencio absoluto cómo voy a hacerlo en medio del bullicio; o si capté que oración es diálogo con Dios y no tengo ganas de hablarle, estoy en un problema; o si me dijeron que para orar bien hay que destinar una hora diaria, cómo hago cuando no tengo tiempo.

El peligro de los modelos o de las técnicas de oración es que pueden convertirse en recetas de cocina espiritual y resultar un manual que no responde a nuestra necesidad concreta ni a la realidad de la oración. Así es que se nos fue creando un concepto de oración que es necesario resignificar. Es decir, preguntarnos, ¿qué es orar para mí en este momento de mi vida? Y no tanto responder a un concepto previo de lo que es la oración cristiana.

Quién podría dudar de que necesitamos con frecuencia ciertas recomendaciones para orar y que hay unas que son más efectivas que otras, y que los grandes orantes de la historia de la fe nos han dado invaluables consejos; pero no pueden convertirse en el centro del problema, porque nos corren el punto de apoyo de la oración desplazando la confianza en el Espíritu de Dios y metiendo en su lugar la perseverancia de nuestra voluntad.

Es importante que comprendamos que la oración no la “hacemos” nosotros sino que es Dios quien ora y hace en nosotros. Cuando sentimos el deseo de dirigirnos a él, en verdad es él quien ha tomado la iniciativa y quiere acercarse cada vez más a nosotros para mostrarnos qué quiere de nosotros y cómo está transformando nuestra vida. El trabajo de Dios en nuestra vida es incesante, no acaba, no se apaga porque durmamos, no se toma vacaciones cuando no nos acordamos de él. Dios es un “eterno insistente” que quiere estar con nosotros aún cuando estemos alejados y renuentes.
Comprender la oración desde Dios y no desde nuestra férrea voluntad implica que nuestra tarea sea sólo la de disponernos a lo que Dios está obrando, sanando, pidiendo, alabando, bendiciendo en nosotros.

blanco y negro

 

Los engaños del Mal Espíritu a quien busca orar

Hay que saber que el Mal Espíritu (ME) no nos quiere cerca de Dios y hará todo lo posible para alejarnos y hacernos abandonar la experiencia de aquello que llamamos oración. Su estrategia de separación regularmente va de afuera hacia adentro, de los detalles al núcleo, de la superficie al deseo. Funciona como una especie de “cáncer espiritual”. Aquí es importante aclarar que lo que hace el ME es atacar nuestra voluntad y no la de Dios que es darnos vida, somos nosotros los tentados y no Dios.

En efecto, es probable que nos aleje polarizando nuestras intenciones. Si vivimos la oración como una experiencia más bien gratuita de comunicación con Dios, el ME nos cuestiona la productividad del tiempo de oración. Si entendemos que la oración es una experiencia afectiva del amor de Dios, el ME hará lo imposible para hacerla exclusivamente racional llevándonos a sacar conclusiones y resolver lógicamente el misterio, o a pensar que si no “sentimos” nada no tiene sentido. Si comprendemos la oración como diálogo con Dios, nos hace creer que es un monólogo nuestro atacando la paciencia que requiere caminar con los ritmos de Dios. Si oramos en la acción, nos llevará a cambiar la ecuación y hacernos pensar que “hacer” es más importante que orar. Si buscamos al rezar una experiencia de consolación, nos hará buscar las consolaciones de Dios y olvidar al Dios de la consolación. Si optamos por orar con textos, hará que lo que dice el texto sea más importante que Dios mismo. Si oramos con la Palabra, hará que se convierta en un texto conocido que no hace falta releer. Si al orar tenemos poco tiempo, pretenderá que cada vez tengamos menos. Si entendemos la oración como partir de la realidad, hará que la realidad sea tan cruda que Dios nunca pueda habitar en ella.

Y así cada uno podría identificar cuál es el engaño que el ME pone en su camino de búsqueda de Dios en la oración. Lo importante es detectar cuál es mi intención para saber que la polarizará o exagerará hasta sacarnos de ella. Por esto la oración no tiene que estar centrada en mí sino en Él. No en lo que yo quiero, yo busco, yo pretendo, yo necesito, yo, yo… sino en Él. Así el ME evita que tomemos contacto con el deseo del encuentro mutuo con Dios.

Pautas para una vida de oración

Si resulta que los modelos de oración son «peligrosos» y el mal espíritu está al acecho de nuestra voluntad centrándonos en nosotros mismos, ¿qué es en definitiva lo que nos hizo volcarnos a la oración en algún momento de nuestra vida y que ahora nos tiene en conflicto? ¿Se trata de una falsa tensión o de una situación vital? Como dice san Juan de la Cruz en su Cántico Espiritual:

¿Adónde te escondiste,
amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti, clamando, y eras ido.

Digamos que vivir esta tensión respecto de la vida de oración es muy sana porque declara que el deseo de Dios está vivo en nosotros. Lo que sucede quizá es que no hemos sabido canalizarla de un modo adecuado y nos resulta complicada. Cada vez que nos acordamos de que no hemos orado o de que tenemos una deuda pendiente estamos escuchando la voz del Espíritu de Dios que nos invita a estar con él. Cada vez que queremos rezar y nos cuesta estamos avanzando en el crecimiento espiritual. Cada vez que deseamos orar es Dios mismo el que nos habla desde adentro.

Pero, hay que dar un paso más dejando que sea Dios quien ore en nosotros. La confianza del buscador de Dios es saberse sostenido por él y asistido en el momento de la prueba. La confianza en la oración del Espíritu en nosotros tiene que ser más amplia que la que ponemos en nuestra voluntad de oración. Por eso san Pablo les dice a las comunidades romanas: “y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables; y aquel que escudriña los corazones sabe cuál es el sentir del Espíritu, porque Él intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios”. (1Rom 8,26-27)

Es decir, es necesario dar el salto que nos lleva a ser parte del misterio. Si no comprendemos que Dios habita nuestra realidad cotidiana en cada persona con la que nos encontramos, en cada trabajo que realizamos, en cada cosa que vemos, sentimos, olemos, gustamos, oímos, en cada parte de nuestro cuerpo, en el descanso, en los sueños, en cada cosa que no comprendemos, en cada cruz propia o ajena, en cada último rincón de lo humano, no podremos confiar en que Él nos lleva a nosotros y no nosotros a él.

Tenemos que abrir la puerta al Misterio para entrar en él como se entra a una fiesta en la que hemos sido invitados desde adentro. No es nuestra fiesta sino la suya.

Si nos dejamos provocar por el Misterio del Dios que nos anunció Jesús daremos crédito a aquello de María cuando dice «mi alma canta la grandeza de Dios mi salvador, porque ha mirado la pequeñez de su servidora» (cf. Lc 1, 46-55) y entonces Dios nacerá en nosotros, y entonces Dios hará maravillas, y entonces el Reino crecerá en nosotros, y entonces la cruz tendrá sentido, y entonces la paz amarrada con la justicia dará a luz el amor que te llevará a ser cada vez más hermano, más hijo, más creatura.

Por eso, cada vez que sintamos que no oramos como queremos, recordemos que el Espíritu ya lo está haciendo por nosotros al Padre, para hacernos cada vez más otros Cristos. Y descansemos confiando en que Él sabrá qué hacer.

Emmanuel Sicre SJ.

 

Los Josefinos – Cierre de año

 

El Apostolado de jóvenes «Los Josefinos», pertenecen al Centro Juvenil Manresa en la ciudad de Córdoba. Ellos desempeñan actividades como apoyo escolar, rugby, hockey, además de talleres de formación y salud, ayudando y conteniendo a niños en uno de los barrios más humildes de la ciudad, la Bajada San Jose.

En este fin de año realizan un balance y esto nos cuenta una de las profes del apostolado:

Este año fue muy intenso para el Apostolado Los Josefinos. Comenzaba el año y había muchos sueños pendientes; muchas necesidades a la vista, algunos pocos profes y hasta diría un poco de desánimo.
Fiel a su estilo, Dios nos invitó a poner un poquito más, para Él poner el resto…

Las profes de hockey sintieron «de casualidad» la invitación y empezaron a concretar el sueño de que las chicas de la Bajada tuvieran una nueva actividad deportiva y divertida. Desde ese día, la iniciativa de las profes cautivó a sus compañeras de equipo, que siempre están dispuestas a dar una mano en lo que se necesita.
Los profes de rugby, que desde hace tiempo se dedican a enseñar (y aprender a enseñar) el deporte que tanto aman, y tal es la motivación que transmiten, que este año cuatro jóvenes de la Bajada, son excelentes jugadores de la Universidad Nacional gracias a unas becas obtenidas; destacados por su entrenador por la calidad de persona que son y por el compromiso con el que entrenan y juegan,  y es en esto, en donde uno ve que todos los talleres de arte y valores realizados, dan sus frutos.

Queremos recalcar también la participación de las madres, que van siendo dueñas del espacio y con quienes compartimos y organizamos muchas actividades para el bien de sus hijos y de todos los niños de la Bajada.

Fuimos creciendo en número de profes voluntarios, pero también en el grado de responsabilidad asumido por cada uno; lo que le permitió y permite al grupo ir fortaleciéndose como tanto anhelábamos…
Por todo ésto, y muchísimas cosas más, agradecemos a Dios. Y sabiéndonos invitados al MAGIS, le pedimos que nos siga acompañando, para emprender el próximo año con todo!!!

Agustina Montiel
Coordinadora Grupo Los Josefinos

 

Sin Miedo – Cristóbal Fones SJ

El P. Cristóbal Fones, jesuita chileno, recientemente grabó su octavo disco, “Ite inflammate omnia, composiciones Jesuitas”. Se trata de una recopilación de canciones compuestas por jesuitas de todo el mundo. El disco refleja diversidad, podemos encontrar desde un coral tradicional francés hasta una bachata dominicana y una canción tribal de Zambia.

El cd nace de las ganas de Cristóbal recopilar música y del interés por el trabajo que realizan otros compañeros jesuitas con la música en otras partes del mundo: “Al hacer el disco me sentí muy compañero de jesuitas que no conozco, que a pesar de la distancia, culturas e idiomas distintos, compartimos algo tan común que es la espiritualidad ignaciana, eso me generó mucha consolación”.

En esta oportunidad te invitamos a conocer «Sin Miedo», canción que nace en Italia creada para el Camino Ignaciano de los jóvenes:

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Brilla en los ojos un fuego que arde
y despierta una llama en mi corazón.
Nueva es la paz y mayor la alegría;
los mismos colores, mas otro el sabor;
es lo eterno que viene de ti,
es lo eterno que viene de ti.

Hoy dejo atrás esa vida de siempre,
me pongo en camino, me ordeno hacia el fin.
El amor me llama, conozco el deseo
aunque pesa en mi vida el honor.
Me hago más libre en busca de ti,
me hago más libre en busca de ti.

Sin miedo abrazo y sigo tus pasos,
busco el camino, voy peregrino.
Sin miedo me confío en tu gracia,
me pongo en marcha, tu amor me basta.

Sin miedo abrazo, sigo tus pasos,
busco el camino, voy peregrino.
Sin miedo me confío en tu gracia,
me pongo en marcha, tu amor me acompañará.

Este camino, al igual que otros muchos,
exige la lucha, no excluye el dolor.
Caben mis rodeos y mis pies cansados,
también esas voces que me hacen dudar.
Pero en mis noches, me aferro de ti,
pero en mis noches, me aferro de ti.

Veo más claro: he de estar vigilante
a los vientos que en guerra se enfrentan en mí.
Luces, señales, banderas opuestas,
ofertas de gloria y prestigio fugaz.
No me acobardo, elijo a mi Rey,
no me acobardo, elijo a mi Rey.

Visita: Cristobal Fones SJ.

Movimiento Amar y Servir – Cierre de año 2014

Compartimos algunas imágenes que resumen las actividades más fuertes del año 2014 en el Movimiento Amar y Servir (MAS) del Colegio del Salvador, junto con las comunidades de Confirmación.

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Misa por los Cristianos de Medio Oriente

El domingo 23 de noviembre en la Compañía de Jesús en Córdoba, realizo la misa por los cristianos en medio oriente, compartimos con ustedes la homilía del P. German Lechini sj y le ponemos imágenes y palabras a lo que viven muchos hermanos nuestros en el oriente medio.

Homilía por los Cristianos en Medio Oriente

Esto que estamos haciendo hoy, rezar por nuestros hermanos perseguidos y martirizados en medio oriente, y tomar conciencia de su sufrimiento, así como también de lo que podemos hacer… permítannos comenzar esta homilía con un video preparado especialmente por estos jóvenes de manresa, en torno a estos hermanos nuestros donde cristo mismo está siendo hoy crucificado.


Cuántas veces hemos escuchado, hemos leído y hemos meditado el texto de Mateo 25, aquí es donde Jesús nos grita ¿qué es lo que hacemos por los pobres, por lo pequeños, por los últimos, por los olvidados?, finalmente ¿qué hacemos por él?

Sí! no debiéramos olvidar jamás mateo 25, es más, debiera ser nuestro evangelio de cabecera, sus palabras debieran taladrarnos el corazón de día y de noche: “lo que hicieron por estos más pequeños, por mí lo hicieron” dice el señor.

El padre hurtado, ese enorme jesuita que fundara el hogar de cristo, tiene muchas referencias a este evangelio que rezamos hoy. He querido compartir algunas de ellas para que sea él quien nos interpele respecto de lo que hacemos por cristo.

Dice San Alberto hurtado:
“cristo vaga por nuestras calles en la persona de tantos pobres dolientes, enfermos, desalojados de su mísero conventillo. Cristo, acurrucado bajo los puentes en la persona de tantos niños. ¡cristo no tiene hogar! ¿No queremos dárselo nosotros? lo que hagan al menor de los pequeños, a mí me lo hacen”, ha dicho Jesús.

Continúa el padre hurtado: “el prójimo, el pobre en especial, es cristo en persona. Insultarlo. Burlarse de él. Despreciarlo es despreciar a cristo… lo que hagan al menor de los pequeños, a mí me lo hacen”, ha dicho Jesús.
Por eso, seguimos también aquí a hurtado, hay que tener “devoción por el pobre”. Porque ese pobre es cristo, ese niño, ese borracho. Amarlos, no avergonzarnos de ellos. Lo que hagan al menor de los pequeños, a mí me lo hacen”, ha dicho Jesús.

El santo chileno nos dice: “la iglesia es la sociedad de los pobres, la ciudad para ellos construida. la iglesia (es una) ciudad edificada para los pobres; es la ciudad de los pobres. Los ricos (son) sólo tolerados. La iglesia es iglesia de pobres y en sus comienzos los ricos al ser recibidos en ella se despojaban de sus bienes y los ponían a los pies de los apóstoles para entrar en la iglesia de los pobres. Grandes de esta tierra, revístanse con sentimientos cristianos y miren con respeto a los pobres. Lo que hagan al menor de los pequeños, a mí me lo hacen”, ha dicho Jesús.

“que los detalles para dignificar al pobre sean lo más importante; que cristo tenga menos hambre, menos sed, que esté más cubierto gracias a nosotros… sí! éste es mi último anhelo: que se haga una cruzada de amor y respeto al pobre… porque el pobre es cristo, cristo desnudo, cristo con hambre, cristo sucio, cristo enfermo, cristo abandonado. ¿Podemos quedarnos indiferentes? ¿Podemos quedarnos tranquilos?…”.
No! no podemos y no queremos quedarnos tranquilos e indiferentes… queremos vivir en primera persona la construcción de esa iglesia a la que nos llama francisco, a la que nos llama hurtado, a la que nos llama cristo: “una iglesia pobre y para los pobres”.

Jesús presenta, en este último domingo del tiempo ordinario, una parábola que nos deja siempre delante del juicio definitivo de dios sobre nosotros: tuve hambre, tuve sed, anduve como forastero, me faltó ropa, estuve enfermo, estuve en la cárcel, algunos atendieron sus necesidades básicas con generosidad, mientras que otros no hicieron caso y siguieron su camino sin atenderlo. Unos y otros le preguntan al hijo del hombre: “señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o como forastero, o falto de ropa, o enfermo, o en la cárcel?” y la respuesta fue la misma para los dos grupos: les aseguro que todo lo que hicieron (o lo que no hicieron) por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron (o no lo hicieron).

Todo lo que hacemos por los que más sufren a nuestro alrededor, lo hacemos al señor mismo; y todo lo que dejamos de hacer por los más humildes, lo dejamos de hacer al señor. Leyendo este texto recordé parte de una oración que leí hace muchos años:

Cristo, no tienes manos.
Tienes sólo nuestras manos
para construir un mundo donde reine la justicia.

Cristo, no tienes pies.
Tienes sólo nuestros pies
para poner en marcha la libertad y el amor.

Cristo, no tienes labios.
Tienes sólo nuestros labios
para anunciar al mundo la buena noticia de los pobres.

Cristo, no tienes medios.
Tienes sólo nuestra acción
para lograr que todos seamos hermanos.

Jesús, nosotros somos tu evangelio,
el único evangelio que la gente puede leer,
si nuestras vidas son obras y palabras eficaces.

Jesús, danos tu amor y tu fuerza
para proseguir tu causa
y darte a conocer a todos cuantos podamos.

Vamos, vamos cristianos… vamos nazarenos!!
Dios necesita nuestras manos… dios necesita nuestros pies… dios necesita nuestras voces… dios necesita nuestras vidas!!
Que nadie se vaya hoy a casa con la conciencia tranquila… que todos y cada uno nos preguntemos qué más podemos hacer por cristo pobre, crucificado, perseguido!!

Que así sea!!

Encuentro Juvenil Ignaciano (EJI)

Jornada completa el sábado 27 en la Parroquia de Fàtima en el Cerro, después de una noche previa espectacular con P. Cristóbal Fones, SJ en el Seminario. Por la mañana, presentación de la RJI, presentación de la Parroquia, momento de juegos e integración, y de hablar de la RED; espacio de Formación con Edgardo Fabián Antúnez Percíncula. Y después del almuerzo tocó salir y «hacer lío»: unos en la construcción (30) y otros más de 70 en 15 grupos de misión por el Barrio.

Vuelta, merienda y registro de las visitas por las casas; luego compartir en grupos mezclados lo vivido en la tarde; y cierre con la Eucaristía. Pura Acción de Gracias al Señor, que nuevamente nos convocó, nos sedujo y nos envió. Así hemos fortalecido nuestro modo de hacer trabajo en RED y de ser IGLESIA.