Reflexión sobre el Sacerdocio por venir

Tanto en nuestro país, como en Chile, la reputación de los sacerdotes ha descendido mucho e incluso no son pocos los que dudan de su buena influencia para de la sociedad Hace poco estuvimos celebrando las ordenaciones de dos jóvenes jesuitas ¿Qué hace entonces, en este contexto, que jóvenes se sigan consagrando como servidores de Jesucristo en nuestra Iglesia? Les presentamos el testimonio de Cristóbal Madero, jesuita chileno que prontamente será ordenado sacerdote.

Cristobal Madero Cabib SJ

Hace un par de meses me invitaron a participar de una clase sobre historia de la Iglesia católica en Latinoamérica, en el secular ambiente de una universidad pública en California. Me habían estado “bombardeando”, los más suaves, con preguntas sobre hechos, fechas y personajes. Los más duros, con preguntas sobre los abusos de la Iglesia en el tiempo de la colonia, y por supuesto hoy. Pero fue una la pregunta que me hizo reflexionar en verdad; la que me hizo entrar al fondo de lo que creo, no respondiendo desde los meros conocimientos o la creatividad.

Me preguntó un estudiante: “¿Qué significa el éxito para tu Iglesia? ¿Cómo sabe tu Iglesia que está siendo exitosa en lo que hace?”. Luego de un silencio largo, pero no incómodo, le respondí que la medida del éxito para nosotros, en la Iglesia católica, es la cruz de Jesús, que simboliza el sacrificio que por amor hizo Él al morir por todos, no sólo por sus seguidores. Con esa vara, todo el resto de las acciones de nuestra Iglesia tiene que ser medido.

De no ser así, los cristianos nos transformamos en hipócritas buscadores de nosotros mismos, y no en apasionados seguidores de Jesús. Proclamar la verdad del sacrificio de la cruz como éxito, y dar testimonio de esa clase de éxito con nuestra propia vida, es el núcleo de lo que significa ser sacerdote. Ha sido ésa la razón de ser del sacerdocio desde su origen.

Por supuesto, esa realidad se expresa en distintos servicios en la Iglesia, pero ello es secundario. Como nunca hoy se hace más urgente recordar y recordarnos la importancia de rememorar y anunciar un éxito distinto. El mundo necesita descreerse del engaño gigante de que tener, acumular y mostrar, es la medida del éxito.

Una manera de vivir que ensalza a un tipo de ganador, y desoye a otro tipo de perdedor, a lo cual estamos todos expuestos; deshumaniza y aliena. Daña al más pobre siempre y en primer lugar, pero termina por empobrecer la vida de la humanidad en general. Yo entiendo la vida sacerdotal como la actualización del sacrificio de Jesús cada vez que una misa es celebrada, pero también cada vez que los cristianos, incluyendo a los sacerdotes, hacen de su vida un testimonio de sacrificio para y por otros.

Entiendo el sacerdocio como ser en cierto grado portavoz de un Dios, que a gritos, quiere salvar a este mundo de una insostenible liviandad que nos hace menos humanos. Y no hay nada que un Dios que se quiso hacer humano quiera más, que lograr que todas y todos alcancemos la más plena humanidad.

Abrazar la cruz como símbolo del éxito

El sacerdocio ministerial (el concepto técnico para distinguir el sacerdocio que todo cristiano tiene en razón de su bautismo del sacerdocio de los curas) es un llamado de Dios, una vocación, a la cual respondemos quienes creemos, por una parte, que nada es imposible para Dios, y, por otra, que Dios no va a obligar a nadie a lo imposible. Siempre he pensado que el Dios en el que creo no puede empujarme a algo que no soy capaz de vivir.

En el año 2002 escuché este llamado de Dios y respondí que sí, con nerviosismo y algo de incredulidad, pero sobre todo con el sentimiento hondo de libertad de los que se enamoran. En estos años, no han sido pocos quienes, en la confianza de la amistad, o en debates sobre la contingencia, me han dicho: “¡Qué admirable lo que haces, pero qué difícil debe de ser con todo lo oscuro de la Iglesia, y los sacerdotes con tantas cosas que han pasado!”. Y la verdad es que aun cuando yo lo veo cada vez menos admirable (el admirable es el Señor que se atreve a llamarme a mí con lo que soy), es verdad que el contexto de la Iglesia no ha sido el que me hubiera gustado más para dar este paso.

El año que comencé el camino hacia el sacerdocio fue el mismo en que se conocieron los escándalos de sacerdotes pedófilos en Boston. De allí en adelante la publicidad sobre los casos alrededor del mundo no se detuvo.

Quedó en evidencia un modo de proceder que amparaba que más casos siguieran sucediendo. Estudié la teología en un contexto marcado por las denuncias y sanciones a sacerdotes emblemáticos en Chile. Hice mi primera comunión en la Iglesia de El Bosque; me confirmó un sacerdote muy conocido en Chile y que luego dejó el sacerdocio, y me ordené en un tiempo en que la confianza a los líderes de la Iglesia católica no estaba mal, sino que por el suelo. Eso es verdad.

Pero es tan verdad como la vida de una Iglesia viva y preocupada de los últimos, de la que también he sido testigo en todos estos años. Es famosa la respuesta que el papa Pablo VI dio respecto de la pregunta sobre cuántos sacerdotes trabajan en el Vaticano. “La mitad”, contestó. El sacerdote que este mundo y esta Iglesia necesitan no es cualquier sacerdote.

Suponiendo que hay una vocación palpitando, un sacerdote que, al final del día, tiene puesta su confianza, o hace depender su llamado exclusivamente de la dirección de los vientos que soplan sobre la Iglesia (sean estos buenos o malos), o sobre sus propias capacidades y talentos para hacer un buen trabajo, creo que está condenado a vivir un sacerdocio muy lejano al sacerdocio que proclama la cruz como éxito.

La clave para los sacerdotes, es poder abrazar la cruz como símbolo del éxito. Es creer que el propio sacrificio, renuncia y el no temer a perder nada, expresa el sacrificio de Jesús más eficazmente. Un sacerdocio que reparta vida a los demás con alegría es la clave. El Padre Alberto Hurtado decía que un sacerdote ignorante era de lo más peligroso. Yo pienso que un sacerdote que no sea lo suficientemente consciente y sensible al mensaje del sacrificio de Jesús y su importancia para este mundo, no tiene futuro.

Un sacerdocio que no nazca del amor por un mundo roto no tiene sentido alguno, pues no hay real sacrificio si no nace del amor, ni hay verdadero amor que no conlleve sacrificios. Mi experiencia es que yo le pierdo el miedo al sacrificio, por una parte, y me animo al anuncio del sacrificio de Jesús al mirar a quienes esperan contra toda esperanza, y de manera especial a quienes he conocido en poblaciones, en centros educativos, en cárceles y en hospitales.

Mirar e intentar con humildad, amor y sin mesianismo, acercarse al dolor concreto del mundo, contemplando el caminar esperanzado del pueblo de Dios, me anima a sacrificarme en el sentido que Jesús invita. Vivir así me hace mirar hacia donde Jesús mira. Hace que me importen las cosas que a Él le importan. Y me doy cuenta que esa manera de vivir, cuando logro alcanzarla, le hace bien a la humanidad, le hace bien a mi Iglesia católica, le hace bien a mi comunidad religiosa.

Como Billy Elliot

Las cosas más importantes que elegimos en la vida son pocas veces el fruto de un proceso solamente racional. Siempre hay algo de cálculo, de evaluar posibles consecuencias. Es responsable y también muy humano pensar con la cabeza, pero finalmente es lo que indica el corazón lo que nos hace decidir en paz. Sentimientos y sensaciones asociadas a esa decisión es lo que mueve. El ideal sacerdotal de abrazar por amor la cruz como éxito debe tener un soporte sentimental en un sentido profundo.

Con el riesgo de parecer superficial, quisiera cerrar con una imagen que por ningún especial motivo se me ha venido durante esta reflexión que escribo. Creo en parte que es porque al pensar sobre el sacerdocio no lo puedo reducir a una reflexión que no toque los sentimientos más hondos.

En una parte de un musical sobre la historia de Billy Elliot, un niño que descubre su vocación en la danza en un pueblo minero, un comité que lo evalúa para ir a la escuela de danza le pregunta: “¿Qué sientes cuando bailas, Billy?”. Billy Elliot responde: “No puedo explicarlo realmente, no tengo las palabras. Es un sentimiento que no puedo controlar. Me pierdo en quien soy, pero algo me sostiene. Es como si hubiera una música sonando en mi oído, y yo estoy escuchando y de repente desaparezco. Luego siento un cambio, como un fuego interno, imposible de ocultar. Y de repente estoy volando, volando como un pájaro, como electricidad, como electricidad que se desata en el interior, y allí me siento libre. Es como cuando has estado llorando, y estás vacío de algo, pero lleno de otra cosa, pero no sé lo que es, es difícil de explicar”.

Fuente: Revista Jesuitas Chile

 

Llamados a la Conversión – CG36

Esta vez, nos llega una reflexión a partir del material enviado como preparación sobre la CG 36. No ya desde la lejana Europa u otros puntos de nuestro continente, sino desde lo más profundo del monte santiagueño.

Por Marcos Alemán S.J.

Para nosotros, es una gracia el solo hecho de estar en San José del Boquerón. Sentimos así que la frontera misma y su gente se vuelve para nosotros en ‘lugar teológico’ donde uno palpa el Reino.

Cada día, el monte va configurando nuestras vidas, nuestro mismo modo de vivir la vocación.

Es una gracia descubrir cómo podemos ir compartiendo y llevando la misión entre los dos, Rodrigo y yo.

Y de mi parte agradecer la vocación de hermano de Rodrigo, ya que siento que desde allí tiene una libertad que, si fuera sacerdote, no la tendría. Ya que tendría que también atender y acompañar la vida sacramental de las comunidades.

Podemos así, juntos, llegar a distintos y nuevos escenarios. Por un lado, lo que es la vida corriente de la parroquia, y por otro poder acompañar otras problemáticas, que son desafíos transversales a la parroquia. Por ejemplo: el tema tierras, el cuidado del monte, los caminos, el acompañamiento de las organizaciones, etc.

Así, nos vemos en contacto y comprometidos con toda la Creación y al cuidado y promoción de la misma. Es una gracia, también, el respaldo y presencia que sentimos de la Provincia, y hasta la confianza.

Sobre todo con el enviar los novicios de segundo año para compartir con nosotros una experiencia de misión. También la presencia de distintos grupos misioneros de la Red de Colegios (RAUCI), del Colegio del Salvador y Universitarios de Santa fe. Y también la visita de los alumnos de la Escuela de liderazgo Político del CIAS.

Hace tiempo que nos acompaña la UCC y este año también se acercó Fe y Alegría. También estamos llevando proyectos en conjunto con un grupo de CVX de Buenos Aires.

A su vez, es una gracia para nosotros el juntarnos para rezar y compartir con las fichas que nos mandan para prepararnos para la CG36. Lo hacemos cada quince días. Es un espacio donde vamos discerniendo los mismos criterios para seguir asumiendo esta misión.

Buscando que cada una de las decisiones que vamos tomando nos acerquen cada vez más a los campesinos.

Fuente: Noticias de Provincia

 

Ordenaciones Sacerdotales 2016

En el marco de la novena a Nuestra Señora de los Milagros, cuya fiesta celebra el 9 de mayo, se llevaron adelante las ordenaciones sacerdotales de Marcos Muiño SJ y Rafael Stratta SJ. Fueron las primeras en el Santuario después de 51 años.

La celebración contó con una amplia presencia de jesuitas de todas las comunidades de Argentina y Uruguay; familiares y amigos que se sumaron a la comunidad del santuario para acompañar este feliz acontecimiento.

¿Quiénes son los Ordenados?

Marcos Muiño (SJ) nació el 11 de diciembre de 1984, en la ciudad de San Salvador de Jujuy, en el seno de una familia de misioneros. En el Colegio Sagrado Corazón de Jesús de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús, en la ciudad de Deán Funes (Córdoba) cursó la enseñanza básica y media. Luego, estudió dos años Psicología en la Universidad Nacional de Córdoba.

Por su parte, Rafael Stratta (SJ) nació en Santa Fe, el 3 de octubre de 1982. Su enseñanza inicial, primaria y secundaria tuvo lugar en el Colegio de la Inmaculada Concepción, de Santa Fe. Luego cursó cuatro años de Ingeniería Industrial en la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral.

Ambos ingresaron al noviciado de la Compañía de Jesús en 2005. Al finalizarlo, en 2007, hicieron los votos de pobreza, castidad y obediencia. Luego de este paso, partieron hacia San Miguel, provincia de Buenos Aires, para iniciar los estudios en filosofía, disciplina en la cual ambos son licenciados.

Luego de esta etapa, Marcos realizó su Magisterio en el Colegio de la Inmaculada Concepción, de Santa Fe, y en la Parroquia Jesús Resucitado, de Alto Verde, entre los años 2011 y 2012. En ambos lugares, sirvió en la Pastoral, en proyectos sociales y en la Red Juvenil Ignaciana.

Mientras tanto, Rafael hizo la misma etapa de formación en el Colegio Seminario, de Montevideo, Uruguay, entre los años 2011 y 2012.

Entre los años 2013 y 2015, ambos partieron hacia Chile. Allí realizaron sus estudios de Teología en la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Durante ese tiempo, Marcos trabajó apostólicamente en el Centro Universitario Ignaciano de la Universidad, Jesuita Alberto Hurtado, en Santiago de Chile. Rafael, fue destinado a la red de colegios de “Fe y Alegría”.

El 12 de diciembre fueron ordenados diáconos en Chile. Desde marzo de este año, Marcos Muiño reside en Córdoba donde fue destinado a trabajar en la Universidad Católica de Córdoba y está realizando un posgrado en Teología.

Rafael Stratta vive actualmente en Buenos Aires donde realiza un posgrado en Teología y colaborará con la pastoral vocacional y la formación de jesuitas estudiantes.

Primeras Misas

La primera misa de Marcos fue en la Parroquia Jesús Resucitado de Alto Verde, el domingo siguiente a la mañana. La misma contó con la presencia de varios jesuitas y la gente del barrio, que se encargó de ornamentar el lugar y preparar algo para agasajar a los presentes una vez terminada la misa.

La de Rafael fue el domingo 1° de Mayo, en el mismo Santuario donde fueron ordenados el día anterior, a las 19.30.

La fiesta

Antes del día de Nuestra Señora de los Milagros, el Santuario se vistió de fiesta. Y la fiesta no se ha terminado, porque, como cuentan desde la comunidad de Santa Fe “nos han dejado muchas resonancias”.

Así han relatado ellos cómo ha sido la experiencia y el trabajo de ser anfitriones para semejante evento:

“Hacía falta una fiesta por acá, sobre todo para los más castigados por las inundaciones.

En estos días, se sucedieron múltiples encuentros y reencuentros. Con Marcos y Rafa, con esa parte de su historia que se quedó por acá para siempre. Con los muchos compañeros que vinieron y con ellos la calidez del saludo, las charlas gratuitas, las sobremesas interminables, las anécdotas de color que empecinadamente nos contamos y celebramos una y otra vez, y que expresan bastante de lo que somos. Nos encontramos con las novedades que cada uno trajo en cada rato comunitario, gozosas muchas de ellas. El encuentro de Alto Verde con La Inmaculada, como desde hace muchísimos años, que sigue siendo un buen testimonio.

Acoger a tanta gente de golpe y en clave de fiesta, evidentemente no fue fácil, pero fue un trabajo silencioso que nos sentimos contentos de poder hacer para una celebración como esta. Sentimos el deseo de tirar la casa por la ventana. Mucha gente nos ayudó para eso, quitándonos bastante la carga, para poder compartir con las visitas como buenos anfitriones. Damos gracias por ese sostén.

Marcos y Rafa, seguramente, podrán contarnos lo que ellos vivieron, esa Gracia de años que desembocó en su Ordenación Sacerdotal; pero nosotros, como ocasionales compañeros anfitriones, les compartimos sencillamente que en esos días nos hemos sentido partícipes de esa gracia, que en última instancia es esta Gracia en la que estamos, la Compañía de Jesús. Cada uno a su manera ha formado y forma parte de ella.

Encuentros como el vivido nos ayudan a seguir formando Cuerpo para la Misión.”

Fuentes: Noticias de Provincia // Diario el Litoral

 

Las obras de la Compañía como signos de esperanza

Desde el 12 de diciembre del año pasado comenzaron en todo Venezuela celebraciones con motivo de los 100 años del regreso de los jesuitas al país. Entre ellos, se organizó un conversatorio con el Provincial, Arturo Peraza SJ. La convocatorio trató el tema de los «Retos y Horizontes de la Compañía de Jesús en una Venezuela en tránsito».

La actividad sirvió para conocer cómo se visualiza el presente y futuro de la organización de acuerdo al contexto de la Venezuela actual.

Para el padre Peraza los retos de Compañía de Jesús están orientados a construir una nueva esperanza. “Esta es una necesidad perentoria, ¿qué es lo que hay que hacer hacia el futuro?, construir una nueva esperanza para el país”. Señaló que “tenemos que ser capaces de pensar, diseñar, escribir y prácticamente vender una nueva esperanza y este tema debemos acompañarlo todos y claro que sin espiritualidad no se tiene esperanza”.

A su vez, el Provincial expresó que las obras de la Compañía de Jesús deben ser signos de la esperanza en la vida de la gente. También ofreció un mensaje para la juventud Ucabista: “Hace 100 años vivimos una época muy oscura bajo la bota de un caudillo militar, pero en medio de ese conflicto se configuró una respuesta democrática y la educación dio fuerza al futuro, respuestas alternativas”.

Destacó que la universidad presenta un mundo de posibilidades y que la Ucab Guayana es ejemplo de ello.

Fuente: Jesuitas Venezuela

 

El Padre Arrupe, la Fe y la Justicia

Falleció hace 25 años en Roma, enfermo y apartado de la jefatura de la Compañía de Jesús por Juan Pablo II. Sintiéndose “destruido y roto”, después de agachar la cabeza ante la autoridad papal. Pero, como narró ayer en el Club Diario de Mallorca de forma apasionada el jesuita Pedro Miguel Lamet, la vida del padre Pedro Arrupe no sólo supuso una revolución mundial en el seno de los jesuitas, sino también en la Iglesia católica de todo el mundo.

“Fue un adelantado a su tiempo. Decía que no tenía miedo al futuro, que lo que de verdad temía era que los jesuitas no tuvieran nada que ofrecer a la sociedad”, recordó Lamet. “Creía en una Europa solidaria, que no se mirara el ombligo, que se hiciera responsable de las desigualdades del tercer mundo”, añadió. “Creía también que la mujer debía ocupar el papel que le correspondía, que eso no era una cuestión de cortesía mal entendida, sino de justicia”.

“¿Cómo puede ser usted tan optimista?”, recordó Lamet que le preguntaban a Arrupe con frecuencia. “Cómo no lo voy a ser si creo en Dios”, respondía, según el relato de su biógrafo.

Precisamente justicia y optimismo en las personas fueron los dos ejes del mensaje renovador de Arrupe, según contó Lamet, un hombre que perdió a sus padres siendo todavía muy niño, que vivió la última expulsión de la Compañía de Jesús de España del año 1932, decretada por Manuel Azaña durante la II República; que vio con horror cómo Alemania abrazaba la causa del nazismo estando en el país germano; que en Estados Unidos dio auxilio espiritual a los condenados del corredor de la muerte; que sobrevivió a la explosión de la bomba atómica desde las afueras de Hiroshima y aún tuvo fuerzas para ponerse manos a la obra en la ingente labor de atender a los miles de heridos, y que fue amenazado de muerte por las Brigadas Rojas. Pese a todo, el mensaje de Arrupe fue de justicia y de optimismo en el hombre.

“Al ser nombrado general de la Compañía en 1965 tuvo que enfrentarse a problemas como la crisis racial en Estados Unidos; la acusación de elitismo de los colegios; las críticas por su defensa de los curas obreros y su preocupación por la renovación espiritual de los jesuitas”, enumeró Lamet.

Su biógrafo desveló que Arrupe hizo el voto de perfección, que consiste en elegir siempre el camino más difícil de entre dos opciones.

“En los convulsos años 60 se produjo una crisis de vocaciones en el seno de la Compañía de Jesús. Muchos jesuitas abandonaban la orden”, rememoró. “Él decía que debíamos querer más a los que nos abandonaban y que la compañía de Jesús no era un absoluto”.

Arrupe tuvo una buena relación con Pablo VI, pero en 1974, en la Congregación General 33 empezaron los problemas. “Surgió el movimiento de los Jesuitas Descalzos que reclamaban volver a los orígenes y fue llamado por el Papa. Él defendió que había que optar por la justicia como algo previo a la fe. E incluso mucho más allá, argumentaba que la justicia era una consecuencia de la fe. Años más tarde, en 1989, se produjo el asesinato de Ignacio Ellacuría en El Salvador y, después de él, de más de un centenar de jesuitas en todo el mundo que abrazaron esos nuevos mensajes”.

Juan Pablo II chocó con el padre Arrupe. “Fueron dos hombres de Dios, pero muy distintos. Wojtyla era tomista, dualista, con un sentimiento de vida trágico y del pecado del hombre. Arrupe, en cambio, era puro optimismo, con una confianza en la bondad del mundo y en la justicia, incluso por delante de la caridad porque en ocasiones ésta puede llevar a engaños, como cuando uno es muy caritativo en la Iglesia cada domingo y luego es capaz de maltratar a un empleado”, explicó Lamet.

Extraído de Jesuitas Centroamérica, con informaciones del Diario de Mallorca.

 

«Es el vaso más vacío, el que recibirá más agua fresca»

Compartimos una nueva crónica de nuestro compañero Joan Morera SJ,  desde Mabibo, Tanzania.

«Nuestro «verano» continúa aún por este rincón de Tanzania, donde durante el último mes ha habido bastantes novedades. En primer lugar, quisiera agradecer de nuevo a todos los que estáis colaborando con esta misión a través de pequeñas aportaciones, pronto empezaremos a enviaros más detalles al respecto.

También estamos contentos porque alguno de vosotros ha iniciado los apadrinamientos de los niños más pobres de la escuela, espero que pueda ser un intercambio muy enriquecedor, ¡mil gracias!

Otro motivo de alegría para mí es un cambio contundente: dejo las pantallas para dedicarme a tiempo completo a las personas. Es decir, finalmente la escuela ha encontrado un candidato adecuado para gestionar la sala de informática, y mañana mismo comenzará para mí una etapa muy diferente de estos dos años en Loyola High School.

Una nueva etapa

La nueva etapa de hecho empezó hace una semana, cuando el decano de estudiantes una mañana de lunes me pilló todavía bastante soñoliento y alargándome la mano me dio con la otra un dossier que me despertó de golpe: «¡Buenos días Joan! Eres el nuevo tutor de Form1D. Ahora deberías ir a su clase para controlar su asistencia. ¡Hasta luego!». Todo un reto que me sitúa como educador directo en todo lo que estos estudiantes vivirán en la escuela durante sus dos primeros años: escuchar sus problemas, acompañarlos, alentarlos, corregirlos cuando sea necesario, hablar con los padres (¡hará falta swahili, claro!)… etc. Por ahora trabajo tengo a estudiar sus caras con fotos improvisadas: ¡todos nos parecen iguales, para nosotros europeos!

También he empezado a enseñar la asignatura de Valores, que es un curso propio de la escuela para educar en humanidad. Por ahora he iniciado con entusiasmo enseñándoles la vida de San Ignacio, ¡toda llena de valores! Son católicos, protestantes, musulmanes… Este viernes uno de ellos preguntaba: ¿qué es un santo?

¿Un santo puede casarse? ¡Es realmente precioso poder animarlos en tantas descubiertas!

Aparte de eso, intentaré abrir una segunda oficina de acompañamiento (para estudiantes o profesores/personal), como una especie de «oído» o «pulmón» donde la gente pueda tener algún lugar donde ir ante problemas o para acompañamiento espiritual. También estamos procurando iniciar un taller de interioridad ignaciana (psicología y espiritualidad) para trabajar a fondo con los profesores, ya que el futuro de muchas generaciones dependerá de ellos.

Los miércoles, además, habrá sesión de religión para todos: el colegio entero detiene las clases académicas y se divide por grupos y religiones. Desde el director de la escuela hasta el último profesor se reunirá con grupos de estudiantes para guiarlos y compartir juntos la fe que nos mueve hacia Dios. Es una idea innovadora que estoy seguro que nos hará crecer a todos.

Y finalmente también estoy involucrado en el ICT Club, una especie de taller de nuevas tecnologías donde los límites sólo los pone la imaginación: este viernes ante 40 chicos y chicas que han venido les he presentado tres propuestas llenas de retos: la construcción de hologramas 3D sólo con una cubierta de CD y un móvil (ver foto), la construcción de un proyector de vídeo con una caja de zapatos, una lupa y un móvil, y finalmente un proyecto bastante ambicioso pero apasionante: la construcción de un planetario en el techo de la gigantesca iglesia de la escuela (una cúpula enorme sin columnas). Todo llegará, ya os iré detallando los avances, pero ¡¡a todos (a ellos ya mí) nos brillan los ojos!!

En fin, la escuela va adelante, y prueba de esta esperanza es la foto que os adjunto, Rosemary es una chica extraordinaria que ha conseguido 19 premios en el Día de los Premios Anuales que celebramos ayer mismo. El árbol que tantos alumnos plantan con su esfuerzo dará fruto a su tiempo.

Momentos que dan sentido

En esta circular, de manera excepcional, quisiera alargar hasta una segunda página la explicación porque hay momentos que dan realmente sentido a esta misión, y creo que vale la pena poder compartirlos.

Uno de ellos es la vida de Mohamed (nombre falso para proteger su privacidad). Es uno de los niños que cada fin de semana me enseña swahili. Tiene un gran deseo de aprender inglés, pero todavía no lo habla. Dado que está a punto de terminar Standard7 (equivalente a 6o de Primaria), el próximo año debería comenzar Form1 (1o de ESO), y podría venir a nuestra escuela. Pero su familia vive literalmente en la miseria: la madre sola debe cuidar de 4 hermanos (él y tres hermanas) sin padre ni a penas ingreso. Ella procura vender panecillos de vez en cuando, si no se ocupa de las tareas domésticas. Muchos llevan vestidos rotos, y van descalzos. Viven en una choza muy pobre del lado de la iglesia.

Desde el comité GIA de becas de la escuela hemos querido invitarle a entrar a través de una beca, porque tiene mucha capacidad, es brillante y me entiende todas las explicaciones ya antes de que termine la frase. La escuela de los jesuitas, de hecho, fue primariamente construida para ellos, alumnos capaces y sin recursos. Siendo miembro del comité GIA de becas, ayer entré a visitarlos en su casa para hablar con la madre (en swahili) e intentar explicarle la propuesta de parte de la escuela.

Antes de entrar, pregunté a Mohamed: «¿Cómo se llama tu madre?» Y me respondió: «No lo sé». Esto en esta cultura es bastante frecuente, porque si el primer hijo/a de la madre se llama, por ejemplo, María, ella se pasaría a llamar «Mama María». Sin embargo, no deja de conmoverme que las madres africanas, piedras angulares en la vida de este continente, tan sacrificadas por sus hijos hasta darlo absolutamente todo, acaben por entregar hasta su propio nombre.

La chabola se encuentra en medio del polvo y la suciedad de Mabibo. En el interior, la miseria era omnipresente, tan grande como su dignidad. El techo estaba parcialmente hundido, y mirándolo yo me preguntaba qué pasaría en la siguiente estación de lluvias. Una mesa, un viejo sofá y la televisión -quizás el único que los conectaba al mundo exterior de Mabibo- era todo lo que podría parecerse a las casas a las que estamos acostumbrados. La salida exterior, de 4 metros cuadrados, era un estrecho lugar donde cocinar en el suelo, donde los más pequeños jugaban o se paseaban desnudos, o comían, donde todos pasaban y traspasaban atareados… Más adentro, unos 7 u 8 cubos de agua apilados, que tenían que ir a rellenar cada vez, proveían a las 3 familias emparentadas que vivían concentradas en aquella chabola. Cada familia «vivía» en una sola sala de unos 3×3 metros como mucho.

Me acercaron una silla de plástico y conversamos un rato con la madre. Ella ya conocía nuestra propuesta, Mohamed se la había explicado, pero era necesario un contacto más humano. Estaba muy agradecida, y quería invitarme a comer, pero di las gracias.

Hoy, que me he llegado de nuevo para compartir un poco más de inglés con Mohamed, me ha insistido para comer con ellos hasta que he entrado. Era la primera comida del día: té y un plato de arroz con verdura adornado con un algunos frijoles. Un solo plato compartido por toda la familia. Pero en aquellos puñados de arroz comprendí mucho mejor lo que Jesús hace en los Evangelios: comer con ellos es un signo de comunión que sella algo profundo. Para Jesús, recupera los excluidos, marcándolos con el Reino de Dios. Para nosotros también: un nuevo futuro se abre para el pequeño Mohamed. No soy el autor, sólo una sola pieza del rompecabezas para conectar dos mundos, la chabola y la escuela, y en estos instantes siento felicidad. Instrumento de un Dios que extrañamente está sentado a la mesa con nosotros en esta pequeña choza de Mabibo.

Es el vaso de agua más vacío, el que acabará recibiendo más agua fresca

Acabo este recuento de momentos especiales con una última mirada sobrecogedora: hoy, en la misa del domingo, un padre muy joven balanceaba en brazos a una niña muy pequeña que tenía síndrome de Down. La ternura que los unía no la sabría describir en frases, pero la escena venía coronada por una frase impactante que el hombre llevaba estampada en la camiseta: «Somos lo que repetidamente hacemos. La excelencia, por tanto, no es una acción, sino un hábito. (Aristóteles)». Ser niña, pobre, con síndrome de Down en un contexto como Mabibo podría ser una pesadilla, si no fuera por la caricia cotidiana, repetida, de un padre con principios tan tenaces.

Cuando uno no tiene nada, el amor es más auténtico. Es el vaso de agua más vacío, el que acabará recibiendo más agua fresca. Hoy domingo las palabras del profeta Isaías brillaban como el Sol en el beso de este padre: «¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido» (Is 49,15).»

Info SJ

 

Encuentro de la Provincia de España

Los Jesuitas de todo el mundo continúan preparándose para la Congregación General 36 con gran intensidad. Los primeros días de abril, los españoles estuvieron reunidos para debatir y dialogar sobre los desafíos a los que se enfrentan hoy para llevar adelante su misión.

Del jueves 31 de marzo al domingo 3 de abril se celebró en el Centro de Espiritualidad del Santuario de Loyola el primer Encuentro de Provincia de España, un evento que reunió a 170 jesuitas y laicos llegados de todas las plataformas locales de la provincia española de la Compañía de Jesús.

El encuentro tuvo tres objetivos: promover el sentido de cuerpo en la Provincia; profundizar en las tres llamadas que la Congregación Provincial propuso a toda la Compañía; y recoger algunos ecos y líneas de fuerza que iluminen a la Provincia sobre estas tres llamadas.

Las tres llamadas propuestas por la Congregación Provincial, que constituyeron los tres grandes temas del encuentro, son las siguientes:

1. Acudir a las fronteras y periferias.

En esas fronteras destaca el mundo de la migración, los desplazados y los refugiados, y emerge como novedad la cuestión del mundo digital. Esta llamada exige acercarse con misericordia, estableciendo redes, practicando la tarea de reconciliación y de curación de las víctimas.

2. Actualizar el servicio de la fe.

Es una llamada a actualizar el servicio de la fe frente a los procesos de secularismo, descristianización y pluralismo religioso de las sociedades occidentales, suscitando la experiencia del Dios de Jesús y el surgimiento de nuevas vocaciones.

3. Profundizar nuestro ser jesuita.

El jesuita está llamado a cultivar su vida interior, a ser maestro de discernimiento y a vivir una coherencia personal evangélica, como estímulo para que otras personas quieran unirse en este estilo de vida.

Durante los tres días de trabajo del encuentro se sucedieron las mesas redondas, talleres, presentaciones y testimonios personales. Han habido también tiempos de oración de celebración, y algunos momentos lúdicos.

Las plataformas locales, que agrupan a obras y comunidades de cada territorio, prepararon durante los últimos meses su participación en el encuentro, atendiendo a la petición del Provincial de que los resultados del mismo estén “encarnados en los contextos donde realizamos la misión de la Compañía de Jesús en la Provincia”. El primer Encuentro de Provincia será una magnífica oportunidad de hacer presente la riqueza del apostolado de la Compañía.

Fuente: Santuario de Loyola

 

“La Iglesia católica tiene que convertirse en una Iglesia mundial”

Cristina Fontenele

En entrevista exclusiva con Adital, el doctor en Teología Carlos Schickendantz explica los desafíos de la Iglesia latina, destacando que ésta perdió el contacto con otras tradiciones cristianas, lo que condujo a un empobrecimiento de la noción de Iglesia. Como escenario futuro, él indica que la Iglesia Católica necesita convertirse en una Iglesia mundial, con una tradición que se construye a partir de procesos de inculturación de distintas realidades.

Schickendantz es autor de varios libros y artículos, ya fue vicerrector de la Universidad Católica de Córdoba, en Argentina, y, actualmente, es director de publicaciones de la Colección de Teología de los Tiempos, del Centro Teológico Manuel Larraín, en Chile. El teólogo analiza también las diferencias entre las iglesias europeas y las latinoamericanas, y confirma que «no se medía con la misma vara” a las producciones latinas ya las producciones de otros lugares.

¿Cuál es el nuevo impacto del Vaticano II?

Un nuevo impacto viene con la ascensión de Francisco como obispo de Roma, en una doble línea. Por una parte, se recupera un concepto del Concilio: la categoría de ‘pueblo de Dios’. Esto tiene una gran significación, porque es una categoría que el Concilio eligió, no como otra entre otras, sino como la más adecuada para describir la naturaleza de la Iglesia. Francisco recupera la noción de ‘pueblo de Dios’, con todas las consecuencias que esto tiene, participación y responsabilidad de laicos y laicas en la vida de la Iglesia, en fin, sujetos históricos, etc.

Y la segunda es la metodología del lavado de pies, que fue tan importante en América Latina, que no fue adecuadamente recibida en el gobierno universal. Esta metodología fue muy importante en América Latina, para desarrollar una identidad eclesial y, particularmente, la opción preferencial por los pobres.

Si pudiera hablar sobre cinco grandes reformas en la Iglesia ¿cuáles serían?

Una sería, como dice Francisco, ‘yo intento realizar una vuelta al Evangelio’, ‘hacer, de nuevo, que el Evangelio sea operativo, eficaz, que sea el centro de mi preocupación’. Mucha gente que conoce a Francisco diría que su gran señal es una vuelta al Evangelio y una forma de vida, desde el Papa, que es transparente y refleja más el Evangelio.

Una segunda cosa tremendamente importante es colocar el papado, este símbolo internacional tan relevante, al servicio de la justicia y de los pobres de la Tierra. El Papa tiene mucha relevancia a la hora de hablar de Estados Unidos, de hablar de la ONU; en su forma de vida, en su agenda para colocar a la Iglesia al servicio de los desfavorecidos.

Un tercer punto podría ser, lo que hoy se dice sobre ‘sinodalidad’ de la Iglesia. Una Iglesia que haga funcionar toda su riqueza, recuperando y poniendo más valor en la fe de los cristianos, laicos, hombres y mujeres en la vida de la Iglesia; de un modo que le permita aprovechar toda la potencialidad de la Iglesia, modificando una estructura bastante monárquica de autoridad.

Un cuarto punto podría ser el tema de las mujeres, tan importante para la vida de la Iglesia. Un tema que todavía, como muchos reconocen, está muy atrasado el reconocimiento de su dignidad, de su participación en la toma de decisiones, en el ejercicio de ministerios en la Iglesia.

Y un quinto punto, el tema de la inculturación. El Papa está decidido a dar más valor a las iglesias regionales, o sea, a los diversos contextos. La misma consistiría en una menor preponderancia de la dimensión normativa, una salida del centro, y mayor énfasis en los procesos de inculturación en las propias regiones, a través del discernimiento de las propias iglesias. Éstos podrían ser algunos puntos que están en ejecución y que ya se van mostrando sucesivamente.

Hablando sobre reformas, ¿cómo evalúa los escándalos sexuales del clero y la actuación del Papa Francisco en este asunto? Porque hay mucha polémica, algunas personas apoyan al Papa y otras creen que él no hace lo suficiente.

Éste es un tema muy complicado, que, gracias a Dios, salió a la luz. Es preciso reconocer que el Papa Benedicto XVI hizo un avance importante en este punto. Pero es un tema inacabado, como bien se dice. Es preciso colocar el foco sobre todo en las víctimas, ya no se puede reescribir el pasado. Tenemos que tratar de, por una parte, atender a las víctimas, en todo que se pueda, escuchándolas para que nos digan cómo podemos ayudarlas, después de los daños que fueron causados. Tenemos que revisar nuestras estructuras, para que suenen las alarmas cuando se produzca este tipo de hechos, y pueda ser detectado cuanto antes.

Hoy día hay pasos que están siendo dados. Es comprensible que todo el mundo juzgue que éstos son siempre insuficientes. Pero estoy confiado en que, después de este gran destape, esta gran explosión, la Iglesia podrá aprender de los errores que fueron cometidos.

Algunas personas citan como causa de esos abusos el celibato obligatorio. ¿Qué piensa acerca del celibato?

Pienso lo que dijo el arzobispo (argentino Víctor Manuel) Fernández, que está cerca del Papa. Es necesario poner en funcionamiento un proceso de discernimiento, que implique un diálogo, reflexión, oración, y consulta de opinión de muchos y muchas. Que se abran procesos de discernimiento y busquemos lo que Dios quiere, con el criterio de dejarnos llevar por el Evangelio, y por lo mejor de la tradición de la Iglesia. Y con la preocupación de releer, hoy, la mejor estructura y la mejor decisión.

Creo que el Papa estaría abierto a un proceso de discernimiento, sin él querer decir esto o aquello. Un proceso en el cual el Espíritu de Dios, nos coloque donde nosotros podamos ver, como hizo el Concilio. Pero, ahora, con laicos y laicas de todo el mundo. Veamos adonde esto nos lleva y tomemos la decisión que necesita ser tomada. Creo que, en principio, no se puede descartar la cuestión del celibato. Nadie piensa que ésta sea la solución para la crisis que la Iglesia tiene, pero es un tema en el que no hay ningún motivo para que se posterguen los procesos de diálogo en torno de este asunto.

Es necesario tener una reflexión común, hablar abiertamente, mirar los puntos de unos y de otros, y así tomar a decisiones, como ha ocurrido siempre en la Iglesia. Porque en la Iglesia, el consenso tiene una enorme relevancia. No hay obispo de Roma, si no tiene los 2/3 de los votos, no hay un documento del Concilio, si no tiene los 2/3 de los votos.

El tema del consenso, ahora, es necesario ampliarlo, que no sea ya una cuestión solamente de los obispos. Con la eclesiología que tenemos hoy, es preciso ampliar y escuchar a los fieles, que tienen ese sensus fidei, ese olfato como dice el Papa, para discernir lo que es bueno, lo que Dios quiere, lo que es mejor…

¿Cuáles son las diferencias entre las iglesias europeas y las latinoamericanas?

Naturalmente, es una gran novedad que un papa latinoamericano llegue al obispado de Roma, y significa una realidad que es difícil de medir para los europeos. Sobre todo, porque este hombre llega con su forma de ser, de vestir, de hablar, de tomar decisiones, de rodearse de gente… Es muy diferente y representa un gran contraste con la forma de ejercer el episcopado y el obispado de Roma.

Es un hombre que se mete en ‘la Corte’, en la Curia Romana, con otra dinámica, otra forma de vestirse, de tratamiento. El Papa viene a representar, en este punto, una gran diferencia; porque lleva su forma de vida a un lugar, que es fundamentalmente distinto.

Europa está viviendo procesos que son, parcialmente por lo menos, muy diferentes de lo que se vive en otras regiones del mundo. No es lo mismo que en África, que tiene otros desafíos, una Iglesia en crecimiento, que no está en disminución, como es la sensación en distintos lugares de Europa, donde hay una Iglesia en retiro, con empobrecimiento institucional, con un fuerte proceso de inculturación.

Los procesos son muy diversos en cada lugar. Ciertamente, la Iglesia latinoamericana tiene ahora que contribuir, y creo que está bajo los ojos de todos en la personalidad de Francisco, que es un típico latinoamericano pos-conciliar. En este sentido, hay una gran diferencia con la agenda europea y la agenda asiática. Los latinoamericanos, en todo caso, continúan siendo occidentales. De repente, veremos a un obispo de Roma asiático, africano y, entonces, veremos otro destaque, otra historia, otra tradición, otros autores, lenguajes. La Iglesia va a vivir momentos muy fascinantes en la próxima década y, a veces, no tan difícil de digerir para todos.

¿Cuáles son los desafíos prácticos para esa Iglesia latina?

Como ya dijo Juan Pablo II, ‘respirar con los dos pulmones’. En el segundo milenio, la Iglesia latina, fue una tradición que de alguna forma monopolizó, perdió contacto con otras tradiciones cristianas, católicas. Y esa ruptura condujo a un empobrecimiento de la noción de Iglesia, de la noción de ministerio, a un escuchar la palabra de Dios en la vida de la Iglesia, etc.

Creo que hoy la Iglesia Católica está con un desafío, como decía un teólogo alemán, hace una década, en un texto muy citado, la Iglesia Católica tiene que convertirse en una Iglesia mundial. Quiere decir, no exporta una tradición cultural latina, sino una tradición católica, que se construye a partir de procesos de inculturación de distintas realidades. No es la misma combinación que Francia, Filipinas, India, Guatemala y, por lo tanto, vamos a hacer una estructura mucho más plural, con el desafío de conservar la unidad. Pero, con lugar de destaque para la diversidad, la pluralidad, el valor del propio contexto, en el derecho, en la Teología, en la pastoral.

La Iglesia necesita adaptarse a los contextos locales…

Ciertamente. Un proceso de releer la propia tradición cristiana, volviéndose hacia Jesús, el Antiguo Testamento. Releer la propia tradición cristiana, en el propio contexto cultural. La organización es siempre un proceso de diálogo, de cultura, sin necesidad de absolutización alguna. El Evangelio tiene que ser nuevamente dicho, cantado, hecho Teología, hecho liturgia.

En cada contexto cultural, es necesario reinterpretar la tradición de estos 2 mil años, en un nuevo contexto cultural. Esto lleva a una gran creatividad porque aparecen nuevos destaques, algunos puntos de novedad, imprevistos. Así surgió, por ejemplo, la opción por los pobres en la historia del pos-Concilio latinoamericano. Esto es algo fascinante, que debe ser realizado por las personas de los propios lugares, no por la exportación de un sistema, de un centro de gobierno mundial que podría tener en la Iglesia católica.

Ya comentó que existían tratamientos distintos para los teólogos europeos y para los latinoamericanos. ¿Cómo ocurrió esto?

Como reconocen muchos autores, (y Francisco inclusive) en los últimos años, hubo demasiados procedimientos contra teólogos, teólogas e instituciones. Procedimientos criticables a partir de diferentes perspectivas. Una de ellas es no respetar la autonomía de los obispos y de las propias Conferencias Episcopales: pasar por encima de ellas, determinando a partir de Roma, sin escucharlas, sobre lo que debían hacer las iglesias regionales con sus discernimientos, según la Teología que cada una estaba produciendo.

Un aspecto en el cual se notó esto fue el doble patrón o doble medida, que se usó para juzgar a teólogos de otras latitudes en relación con los teólogos de Roma. Como dijo [Gustavo] Gutiérrez y algunos otros, no se medía con la misma vara las producciones de aquí y las producciones de otros lugares. Y, a veces, expresiones solamente repetidas por teólogos y teólogas latinoamericanas de expresiones europeas aquí tenía efectos, como perder la cátedra o no poder asumir cátedras en Facultades de Teología, mientras que autores europeos ni siquiera se enteraban de esto. Yo mismo tuve la oportunidad de hablar con teólogos europeos y decirle a ellos ‘vea, esa frase que usted escribió y que ahora está en nuestros textos, la Congregación de la Fe dijo que no era una frase adecuada’.

¿Qué significa la acción del Espíritu en el corazón de los pueblos?

Una cosa importante es reconocer la acción del Espíritu que opera en todas las personas, lo que está en Pablo. El Espíritu se manifiesta en cada uno, en cada una, para el bien común. Esto es una idea muy vieja, que ahora adquiere una vitalidad. Donde un hombre y una mujer toman la palabra puede estar el Espíritu, diciéndonos una palabra que no encontraremos buscando solamente en la Biblia, o solamente en el texto del magisterio, o solamente en el texto de la tradición, o en un autor teólogo. En las personas se manifiesta el Espíritu, para el bien común. Esto se otorga a las biografías, a las experiencias, a las palabras de las personas particulares concretas, cualquiera que sean sus condiciones, una autoridad que puede ser impresionante, si discernimos que ahí está el Espíritu.

Y lo mismo con los procesos culturales, que son inspirados por Dios, como reconoció el Concilio muchos de ellos. A través de un proceso de discernimiento, es necesario distinguir porque, como dicen, ‘no cualquier paloma es el Espíritu Santo, ni cualquier espíritu es el Espíritu de Dios’. Por eso, es necesario que haya un proceso de discernimiento, que nos haga discernir por donde Dios va llevando a la Iglesia.

Procesos, por ejemplo, como la defensa de la vida, del medioambiente, del trabajo, del techo, de la evangelización, por los que el Espíritu nos va llevando. Dios está vivo, nos acompaña, habla y quiere orientar a la Iglesia. Así, debemos quedarnos a la escucha de esa palabra, de ese Espíritu.

Ese Espíritu es para todos y todas. Por eso, es preciso crear estructuras que permitan que cada persona pueda hablar. Donde su palabra pueda ser dicha, escuchada y tomada en serio. La organización tiene que prestar ese servicio y posibilitar la escucha. Cuando alguien toma la palabra, puede estar hablando en nombre de Dios. No sólo los obispos, no sólo los cardenales, sino también los más simples de la Iglesia Católica. O alguien de afuera inclusive. O, como dijo el Concilio, incluso quien nos persigue, puede darnos, en algún momento, una luz que no vendría de otro lado, sino de esa biografía, de esa palabra, de esa experiencia, que aunque nos agrede, también nos moviliza.

ADITAL

 

I Encuentro de la Provincia de España

El pasado día 31 de marzo comenzaron las jornadas de trabajo del Primer Encuentro de Provincia de España, un acontecimiento que desde la llegada de los 170 participantes a Loyola el jueves, ha sido ocasión para reconocernos y sentirnos un cuerpo apostólico.

Dejamos a continuación el resumen de cada una de las jornadas de este acontecimiento en el Santuario de Loyola donde se ha propiciado una gran paso que “permanecerá en la memoria creyente de cada uno de nosotros”.

Una provincia llamada a las Fronteras

El primer día estuvo dedicado a contemplar las fronteras de nuestra sociedad, celebrar la labor que en ellas hacemos y discernir las que sentimos como llamadas. Este día sirvió como instancia para reconocernos, sentirnos cuerpo apostólico y contemplar las múltiples y diversas fronteras en las que trabajamos a través de obras, proyectos, comunidades y personas.

Una fe que Transforma Nuestras Vidas

El segundo día del Encuentro de Provincia estuvo dedicado a la llamada a renovar el servicio de la fe. Las reuniones dejaron numerosos subrayados: la necesidad de cuidar la formación, el acompañamiento, la pastoral en todas las etapas, transformar lenguajes y métodos, alimentar comunidades apasionadas… Sobre todo se reclamó testimoniar la fe a través de nuestras vidas. Lo advirtió ya al principio de la mañana Xavier Quinzá SJ: el seguimiento de Jesús ha de transformar nuestras vidas. Alguien lo expresaba de manera más campechana por la tarde: la mejor manera de dar de beber a un caballo que no tiene sed es ponerle al lado un caballo que bebe con ganas.

Cuerpo de Misión y el Resucitado

Conclusión del primer Encuentro de Provincia de España celebrado en el santuario de Loyola. La experiencia constituye una fuerte invitación a caminar juntos, con la misión de hacer carne la esperanza de Jesús. Siguiendo con el programa del encuentro, la mañana del último día estuvo dedicada a la llamada a cuidar el ser jesuita. Decía Enric Puiggròs SJ que la condición de jesuita significa, ante todo, un sentido de vida que da el Señor y que descubrimos en los ejercicios a los pies de la cruz. A lo largo de la mañana todos pudimos contemplar esas palabras encarnadas en los testimonios de diversos jesuitas. El diálogo permitió perfilar lo que la Provincia, en sus diversos ámbitos, sueña sobre la especificidad de la vocación jesuita y su misión.

Concluidas las sesiones de trabajo fue momento de agradecer todo lo recibido. El coordinador del encuentro Alberto Ares SJ recogió el sentir de los presentes dando gracias al Señor por ser llamados y enviados. Un envío que, como dice el papa Francisco, es envío a salir a las calles: Somos hijos de un peregrino cuyo hogar es el mundo.

Info SJ

 

¿VOCACIÓN?

La vocación es lo más grande que nos regala Dios. Vocación para aceptar que tenemos algo valioso que ofrecer a nosotros mismos, al mundo. Para reconocer que la vida matrimonial, religiosa, misionera, en pareja, la que el Señor de la vida nos llame, no es perfecta. No es ideal. Pero unos y otros deseamos ser hombres y mujeres que desde la oración, desde el hacer verdad, desde el ser transparentes con uno mismo y con los demás encuentren su vocación, la que sea.

La vocación como expresión real de lo que Dios quiere de cada uno de nosotros. Vocación como resultado de aceptar que quién lleva la iniciativa es Dios.

Vocación que no sólo nos realice, nos llene, nos haga felices. Si no también, vocación que engrandezca a otros, que saque lo mejor de la gente alrededor, que contagie, que haga vibrar, que ilumine.

Ojalá Dios, nos ayude a saber escribir cuál es la vocación a la que Él nos llama y así poder ayudar a que otros la encuentren.

Espiritualidad Ignaciana