Evangelio del Domingo. YO DOY MI VIDA

En apenas ocho versículos que contiene el evangelio de hoy se repite por tres veces la expresión “dar la vida”.

 

En la primera de ellas Jesús habla de un “buen pastor” que es bueno porque “da su vida” por las ovejas. En la segunda y tercera, Jesús se identifica a sí mismo como ese buen pastor y el sujeto de las afirmaciones es “yo”: “yo doy mi vida”, “yo entrego mi vida”.  El cuidado del buen pastor por las ovejas es un cuidado que nace del amor por ellas, y porque nace del amor es un cuidado que puede llegar a dar la vida. Porque ese dar la vida nace del amor Jesús puede decir con verdad “nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente”. Con la libertad plena que sólo da y que sólo explica el amor.

 

El evangelio de hoy puede ser leído y aplicado, y quizá también argüido, a los que llamamos “pastores” de la Iglesia. No es inadecuada ni incorrecta esa lectura y aplicación y, obviamente, es una primera lectura que podemos hacer de este texto. Parece confirmar esa línea de interpretación el hecho de que este domingo de Pascua sea dedicado a la Jornada por las Vocaciones. Es verdad que los “pastores” de la Iglesia debemos confrontarnos día a día con este Buen Pastor, porque como, por desgracia, nos enseña la historia pasada y reciente no siempre el comportamiento de los pastores ha sido el que pide el amor.

 

Pero el evangelio todo, y éste también, se dirige a toda la comunidad cristiana y no sólo a sus pastores. Quiero en este comentario ampliar esa lectura a todo el pueblo de Dios, a toda la comunidad de los seguidores de Jesús, porque todos somos llamados a seguir al Buen Pastor. Sí: todos estamos llamados a cuidar con amor de nuestros hermanos. El evangelio de hoy es una llamada universal a todo el pueblo de Dios.

 

El cuidado es la delicadeza en el amor, el amor llevado a sus límites más entrañables, más humanos. Un cuidado que debe ser especialmente exquisito con los hermanos más débiles y pobres. Y con aquellos que, por las causas que sean, se encuentran en situación más delicada, más amenazada, menos protegidos. Lo que Jesús dice en el evangelio de hoy es que no hay amor sin entrega, sin donación. No hay amor barato, no hay amor a coste cero. El amor extremo de Jesús por nosotros le llevó a darse por entero. Y si nuestro amor nos compromete en serio con los demás, ese amor nos va a pedir, inevitablemente, renuncias y sacrificios: de nuestro ego, de nuestro modo de pensar y de vivir, de nuestro tiempo y comodidades, de nuestros proyectos personales.

 

La experiencia de sentirnos amados por el Buen Pastor será la que nos dé la fuerza para también nosotros amar y cuidar a nuestros hermanos.

 

Darío Mollá, SJ

t.ly/2tEMq

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *