Lo que San Ignacio nos enseñó

Él nos enseñó que a veces es necesario que se fracture la pierna, el alma, los planes, la vida misma, para hallar la voluntad de Dios.

Él nos enseñó a ser buenos soldados sin empuñar fusiles.

Él nos mostró la forma de grandes peregrinos haciendo Santa la propia Tierra.

Él nos enseñó a sentir y custodiar la consolación del corazón.

Él nos enseñó a diferenciar la alegría efervescente del gozo que perdura.

Él nos enseñó a creer que si Dios pudo con los grandes santos de antaño, podrá también conmigo.

Él nos enseñó que el sentido de la vida se encuentra alabando, haciendo reverencia y sirviendo a Dios nuestro Señor.

Él nos llevó a Jerusalén para mostrarnos la bandera de Cristo.

Él nos enseñó a elegir entre binarios.

Él nos enseñó a pasar por la vida sólo deseando y eligiendo lo que más nos conduce al fin para el que fuimos hechos.

Él nos enseñó a orar a Dios creyendo que sólo su amor y su gracia nos basta.

Él nos enseñó a tener paciencia y no hacer mudanza en la desolación.

El nos enseñó que es mejor no poner nido en cosa ajena.

Él nos enseñó la importancia de la santa indiferencia y la docta ignorancia.

Él nos dijo que es mejor no prometer en la consolación.

Él nos enseñó a ver la pluralidad humana con los ojos del Dios encarnado.

Él nos enseñó a examinar el alma y a sentir sus movimientos.

Finalmente, como un legado, él nos dijo que el amor se ha de poner más en las obras que en las palabras.

¡Feliz día de San Ignacio!

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