Mensaje final de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe

La Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe se realizó del 21 al 28 de noviembre en la sede de la Conferencia del Episcopado Mexicano conocida como “Casa Lago” en Cuautitlán Izcalli, a unos 30 kilómetros al norte de Ciudad de México. Después de una semana de trabajo, se dio a conocer su Mensaje Final con una lista de doce puntos con los principales desafíos que enfrenta la Iglesia del continente.

El documento fue elaborado por dos grupos, el primero sintetizó y redactó las propuestas de los participantes y el segundo enfocó su análisis con mayor discernimiento.

La Asamblea ha sido vivida, recoge el escrito, como “una verdadera experiencia de sinodalidad, en la escucha mutua y en el discernimiento comunitario de lo que el Espíritu quiere decir a su Iglesia”. Desde la “poliédrica diversidad”, los participantes de la Asamblea se han “vuelto hacia las realidades que vive el continente, en sus dolores y esperanzas”.

El texto destaca la urgencia de “la promoción de la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural” y constata y denuncia dolores “de los más pobres y vulnerables que sufren el flagelo de la miseria y las injusticias”; también “el grito de la destrucción de la casa común” y la “’cultura del descarte’ que afecta sobre todo a las mujeres, los migrantes y refugiados, los ancianos, los pueblos originarios y afrodescendientes”.

La sinodalidad es el camino, algo que pertenece a la esencia de la Iglesia, por lo que se insiste en que “no es una moda pasajera o un lema vacío”. Es algo que ha hecho aprender a caminar juntos, involucrando a todos.

Ahora se trata de llevarlo a las comunidades, a las bases, por lo que se muestra el compromiso a seguir el camino, aprendiendo y creando, en un itinerario pastoral que busca la conversión misionera y sinodal. Podemos decir que la ruta está marcada, ahora queda la valentía para enfrentarla, sin olvidar algo que es innegociable: tiene que ser juntos.

Fuente: aica.org

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