Servicio San Pedro Canisio SJ: Conjugando la Alegría de Jesús con el Apoyo Escolar

Desde 2017 funciona, como parte de la Red Juvenil Ignaciana en Corrientes, el grupo de servicio San Pedro Canisio SJ. Su objetivo es brindar un servicio eclesial por medio del apoyo escolar y lograr de esta manera la promoción social de niños en situación de vulnerabilidad. Es asesorado por Raúl González SJ y cuenta con tres coordinadores, elegidos de entre los mismos jóvenes del grupo. Uno de ellos, Federico Gómez Brúa, nos comparte sobre la experiencia de este grupo de servicio

Por Juan Luis Panizza SJ

Compartimos un deseo y una misión

Nos gusta pensarnos como un grupo de personas que compartimos las mismas ganas y una misma misión, la de servir a los demás para mayor gloria de Dios poniendo como eje el amor al prójimo. Al ser un servicio que se realiza los días sábados es elegido en su mayoría por jóvenes que trabajan, por lo que este es el día que tienen más disponible en su semana.

Lo vamos haciendo realidad

Tenemos dos objetivos que son inseparables para el grupo: evangelizar, que es transmitir la alegría y el mensaje de Jesús, y hacerlo a través del apoyo escolar. Ayudamos a mejorar el rendimiento de los niños en la escuela, les enseñamos a leer, matemáticas, historia. A su vez, buscamos que los niños puedan crecer en la fe, dando a conocer a Jesús y a Mamá María, por medio del diálogo y la oración. Esto conlleva vivir al modo de Jesús, misericordioso y solidario. Intentamos transmitir, primero entre nosotros y luego también con los chicos, este modo particular de vincularnos.

Visitamos quincenalmente, los días sábados, a los niños del comedor «Los Mellizos» del barrio Punta Taitalo. Llegamos hasta ahí caminando ya que el colectivo nos deja a unas trece cuadras. Por lo general tratamos de ir haciendo una dinámica: rezar el rosario, ir charlando. Antes de llegar, nos dividimos en equipos para ir a buscar a los niños. Algunos nos esperan en el comedor y otros hay que ir a buscarlos. La gran mayoría están acostumbrados a que los busquemos, es algo que les gusta.

Buscamos que cada uno de ellos aprenda todos los días algo nuevo y puedan ir mejorando su rendimiento escolar. Para esto se implementó la metodología de tutores, donde cada servidor tiene uno o varios niños a cargo. Esto permite hacer un seguimiento de los chicos para que a fin de año podamos evaluar los frutos. Estamos atentos a que se sientan contenidos por medio de la escucha y la atención. Pero no nos limitamos a actividades exclusivamente académicas, también hay instancias para realizar diferentes actividades artísticas y juegos, para ir incentivándolos y animándolos.

Una realidad que nos toca

El comedor en el que realizamos las actividades da de comer a este barrio hace ya más de ocho años. Todos los días ofrece la merienda y el almuerzo. Encargándose de esto está la señora Cruz, que es la ama y señora del comedor, junto con sus hijas y sus nietos que la ayudan. Ella fue la que nos abrió las puertas de este lugar y también de su corazón.

Al irlos a buscar a las casas tenemos contacto con el lugar donde vive, cuál es la historia que traen en su mochila. Esto hace que el trato sea mucho más delicado, porque sabemos de dónde vienen. Eso nos moviliza mucho a nosotros y hace que nos carguemos de pilas. En este barrio la mayoría trabaja como ladrilleros o pescadores (tienen el río ahí al lado). Es un lugar muy carenciado. Pero con niños que, a pesar de no contar con un buen acceso a la educación, sí son respetuosos y dedicados. Cada sábado acompañamos entre 30 y 50 chicos, desde los 3 a los 14 años.

Las visitas las hacemos de siesta-tarde, y antes de terminar todas nuestras actividades, compartimos con los niños la merienda que nosotros mismos les preparamos en las instalaciones del comedor, con donaciones que realiza la gente de la comunidad y los mismos chicos del grupo.

Un caminar que se va afirmando

El grupo se reúne todos los sábados. Aquellos días que no vamos al comedor a servir, nos juntamos en la Iglesia Jesús Nazareno. Allí tenemos un momento de formación espiritual a través de la oración, organizamos las actividades que se realizarán en las visitas sucesivas y evaluamos lo realizado, para así poder ir mejorando poco a poco.

Como el grupo es nuevo -acaba de cumplir un año-, todavía se están sentando las bases para su funcionamiento. Pero creemos que vamos bien encaminados y que avanzamos mucho en poco tiempo. Esto es lo lindo de este servicio: que es desafiante.

Todos formamos parte de un gran grupo y somos conscientes de que cada uno de sus miembros somos importantes y corresponsables en nuestra misión. Gracias a Dios, y de la mano de Jesús y María todo va tomando forma y dando frutos de a poco. Cada ‘Canisio’ sabe que no va a lucir una remera, sino a ayudar a ese hermano que está necesitado.

 

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