Todos colaboramos en la misión de Dios

Por primera vez desde que comenzó la pandemia, les ha sido posible a todos los Presidentes de las Conferencias de la Compañía acudir a Roma para colaborar con el Padre General en las tareas de un “Consejo Ampliado”.

La reunión giraba en torno a un tema y debía durar cinco días. El Padre Sosa buscaba, en un ambiente de discernimiento, orientar el gobierno de la Compañía hacia la colaboración. Es ésta una dimensión de la vida de la Compañía que ha ido adquiriendo mayor importancia en todo el mundo a lo largo de los años, y sobre la que han insistido las últimas Congregaciones Generales.

El primer día se dedicó esencialmente a la oración y la conversación espiritual. Todos hubieron de responder a la pregunta: “¿Dónde me sitúo yo como colaborador en la misión de Dios?”

En los días siguientes se abordaron las diferentes formas como se vive la colaboración en contextos diversos. Primero a nivel de la Compañía universal, luego en el seno de las Conferencias y, por último, en los distintos ámbitos de actividad apostólica.

• A nivel de la Compañía universal, el Consejo volvió a discutir aquella experiencia – que luego se interrumpió – de un Secretariado para la Colaboración, También se repasaron textos tradicionales de la Compañía que mueven a una mayor colaboración a nivel universal. Surgió la pregunta sobre qué factores han facilitado y cuáles han constituido un obstáculo para la colaboración en las últimas décadas.

• A nivel de las Conferencias, se agradecieron ante todo los logros alcanzados en este campo de la colaboración. En este terreno hemos permitido que el magis nos interpele. Pero, dentro de cada Conferencia, queda todavía espacio para una colaboración mayor entre las Provincias.

• Por lo que se refiere a la colaboración en los diferentes campos o sectores de apostolado, el trabajo recayó sobre todo sobre los responsables de los Secretariados. De nuevo en esta ocasión hubo que reflexionar sobre qué camino hemos recorrido para alcanzar una mayor colaboración, y se dedicó algún tiempo a detectar los signos de esperanza que existen.

Durante el fin de semana de Pentecostés, mientras el grupo ya se dispersaba, el Padre General y los miembros de su Consejo Ampliado agradecían al Señor su presencia y le pedían fervientemente que la inspiración del Espíritu Santo nos lleve a una colaboración cada vez mayor, al servicio de una misión que no es nuestra, sino del mismo Dios.

Fuente: jesuits.global/es

 

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *