Migrantes: Hacia un «nosotros» cada vez más grande

«Hacia un ‘nosotros’ cada vez más grande», es el título elegido por el papa Francisco para el 107º Día Mundial del Migrante y del Refugiado, a celebrarse el domingo 26 de septiembre próximo.

La Oficina de Prensa de la Santa Sede explica que la frase está inspirada en el llamamiento del Papa a que «al final ya no estén ‘los otros’, sino sólo un ‘nosotros'», incluido en la encíclica Fratelli tutti.

«Y este ‘nosotros’ universal debe hacerse realidad, en primer lugar, dentro de la Iglesia, que está llamada a crear comunión en la diversidad», afirmó.

El mensaje, subdividido en seis subtemas, prestará especial atención al cuidado de la familia común, que, junto con el cuidado de la casa común, tiene como objetivo ese «nosotros» que puede y debe ser cada vez más amplio y acogedor.

Para favorecer una adecuada preparación para la celebración de este día, también este año la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral preparó una campaña de comunicación a través de la que se desarrollarán los seis subtemas propuestos por el Papa.

Cada mes se propondrán subsidios multimedia, material informativo y reflexiones de teólogos y expertos que contribuirán a profundizar en el tema y los subtemas elegidos por el Santo Padre.

Fuente: aica.org

90º aniversario de Radio Vaticana

El 12 de febrero, Radio Vaticana celebró su 90º aniversario. Esta obra creada por Guglielmo Marconi como respuesta a una solicitud del Papa Pío XI, fue confiada a los jesuitas. Desde 2015, con la creación del Dicasterio para la Comunicación, la radio quedó integrada en el conjunto de organismos de comunicación del Vaticano.

Al contrario de lo que se pudiera pensar, la radio sigue desempeñando una función relevante en el mundo entero. Se ha convertido en sinónimo de cercanía, llegando a grandes audiencias que no siempre tienen acceso a otros medios. En este contexto, Radio Vaticano persigue su objetivo fundamental, que es hacer un servicio público que busca alentar la esperanza y lograr que se escuche la voz del Papa, ofreciendo al mismo tiempo una lectura de la actualidad a la luz del Evangelio. Vuelve a hacerlo así, a pesar de las muchas dificultades, a lo largo de esta larga prueba mundial de la pandemia de Covid-19.

Radio Vaticana lanza programas en 41 idiomas y emite a través de varias plataformas, entre ellas Internet. Unos 20 jesuitas colaboran en Roma, día tras día, en la producción radiofónica de RV. Hemos pedido a tres de ellos que nos digan en pocas palabras lo que significa su compromiso con este servicio a la Iglesia.

Jozef Bartkovjak SJ – Jefe de la sección eslovaca

  • Mi deporte favorito para segregar adrenalina

Desde hace ocho años dirijo la sección eslovaca de Radio Vaticana, una de las pequeñas. Somos un equipo de tres personas. Además de constituir la gran fuente de noticias del Vaticano los siete días de la semana, ofrecemos a la gente amplias traducciones de las palabras vivas del Santo Padre. Utilizamos varios canales: Portal de Noticias del Vaticano, Radio Vaticana, Facebook y Boletín de Noticias por correo electrónico.

Radio Vaticana es una familia de naciones, una “Babel redimida”. Es también una prueba contundente de cómo dentro de la Iglesia se da verdadera ayuda mutua entre quienes tienen roles complementarios: laicos, sacerdotes, religiosas. Los jesuitas, gracias a nuestros votos, podemos sentirnos más libres para sacrificar casi todo por la misión, y esto gracias al apoyo de nuestra comunidad. Se palpa asimismo la continuidad de la cadena generacional: Puedo decir que encuentro gran inspiración para buscar el “magis” en nuestros grandes predecesores, que trabajaron en el programa eslovaco a lo largo de los años, y que preparo y motivo, con mis compañeros actuales, a jóvenes jesuitas para asegurar el futuro de esta misión.

El apostolado en el campo de los medios de comunicación significa para mí uno de esos “deportes que producen adrenalina”. Surgen retos innumerables en esta misión. El primero es permanecer en Dios, de lo contrario todo esfuerzo se vuelve inútil. Luego, el reto de ser capaz de escuchar y discernir dónde se encuentra la verdad. Captar el sentido en medio de tanta confusión y engaño como hay en el mundo. Y el reto de ser intérpretes fieles de lo que el Papa dice y hace. Luego, el reto de elegir el medio apropiado, ya sea vocal o multimedia, que hable a los corazones de mi pueblo eslovaco. Y no menos importante el reto de encontrar el equilibrio personal, con deporte y lectura, para no perder el aliento y poder decir “Laudato si’”.

Sanjay Dilip Ekka SJ – Sección de hindi

  • Llegando hasta hindúes y musulmanes

Justo cuando terminaba mi Tercera probación, en 2015, fui destinado a esta misión de Radio Vaticana, en Roma. Fue algo inesperado y repentino. Sin embargo, ahora me siento encantado y agradecido a Dios por haberme invitado a entregarme a esta misión.

Al principio cumplir con el horario diario de transmisión y los plazos que establece me resultaba muy exigente. Era como un maratón. Siempre alerta y “quemando el aceite de la noche” para estar listo a tiempo. He traducido al hindi discursos, homilías y enseñanzas catequéticas del Papa, así como documentos de la Iglesia, incluida la carta-encíclica Fratelli tutti. Son muchos los hindúes y musulmanes de Asia que siguen nuestros programas en hindi.

El trabajo de traducción de los mensajes del Papa sigue conmoviéndome y emocionándome: son siempre accesibles. Eso hace que recibamos constantes comentarios de nuestros oyentes. Muchos expresan que nuestro programa les llega al corazón (lo cual me confirma en mi misión). Podemos llegar a la gente con los mensajes del Papa; tenemos que seguir trabajando en esta línea.

Comunicar el mensaje del Santo Padre, a través de Radio Vaticana, a los oyentes hindi de la Iglesia Universal es para mí una verdadera alegría y mucha plenitud: puedo decir que esta misión ha provocado en mí una verdadera y nueva transformación personal.

Nguyễn Văn Yên SJ – Sección Vietnamita

  • Construyendo puentes con la juventud vietnamita

Radio Vaticana celebra su 90º anniversario. Simultáneamente, el programa en vietnamita celebra sus 40 años de presencia en esta institución radiofónica de la Iglesia.

La Compañía creó el programa vietnamita en 1980 y lo gestionó durante 5 años. Después de este tiempo, los jesuitas nos mantuvimos sorprendentemente ausentes de Radio Vaticana durante 23 años. En 2008, por primera vez, dos jesuitas de Vietnam fueron destinados a realizar su magisterio trabajando en el programa vietnamita; en aquel momento dirigía la sección un sacerdote dominico. Yo fui uno de los que hizo su magisterio en Radio Vaticana en 2010… y aquí me enviaron de vuelta en julio de 2019, cuando el dominico se jubiló, para ocupar su lugar.

Preveo que mi misión en la sección vietnamita es construir un puente entre Radio Vaticana – y más ampliamente Vatican News – y la Iglesia en Vietnam. La Iglesia vietnamita es joven tanto por su historia como por sus miembros, con un gran número de jóvenes adultos. Por lo tanto, nos dirigimos sobre todo a una audiencia de jóvenes adultos, e incluimos contenidos apropiados para ellos, canalizando lo que hacemos a través de los medios sociales.

Agradezco y aprecio el apoyo de mis compañeros jesuitas vietnamitas en Roma. Gracias a su compañía, no estoy solo en mi misión, en mi servicio a la Iglesia.

Fuente: jesuits.global

Rafael Velasco SJ: «El año pasado dejó a la luz más claramente que nunca la verdadera grieta de injusticia e inequidad de nuestra sociedad»

¿Quedate en casa? – Por Rafael Velasco SJ

Alan vive en uno de los incontables municipios desafortunados del «conurbano infinito». Tiene edad como para haber terminado la escuela secundaria… pero no es así. Alguno podrá fruncir el ceño y decir medio escandalizado: «¡Cómo puede ser!». Ocurre que la vida es especialmente dura para algunos. Una casita en la que apenas caben su madre, su actual figura paterna y los tres medios hermanos hace muy difícil todo. Y en tiempo de pandemia fue peor. Si algo lo conectaba a Alan con algo parecido al mundo «normal» era la escuela, la escuela presencial. Pero el año pasado se desconectó. No solo porque la conectividad para él y muchos de sus compañeros es una palabra inalcanzable (un celular con crédito para los seis de la casa), sino también porque en realidad una de las pocas cosas que no retomó a la normalidad en su barrio fue la escuela. Todo lo demás hace meses que funciona: las canchitas donde se juega al fútbol por plata, los negocios, las iglesias (muchas de ellas bancaron lo más duro de la pandemia dando alimentos y contención), los clubes, los bares, algunas changas para Gustavo (el adulto que hace de padre de Alan) y la calle. La calle hace rato que se autodeclaró libre de ASPO, Dispo o lo que sea.

La escuela era lo único que más o menos ordenaba la vida de Alan. La última frontera frente al árido territorio de «la vagancia». Y es lo único que permanece cerrado. Antes al menos se levantaba temprano para ir a la escuela y de tanto en tanto hacía alguna tarea o dedicaba unos ratos a estudiar. Se había acostumbrado a eso. El año pasado le dejó otras costumbres: se levanta pasado el mediodía porque se acuesta pasada la madrugada… porque tiene poco y nada que hacer.

Hay quienes hipócritamente culpan a sus padres, que en medio de la pandemia han quedado peor que nunca porque el trabajo de empleada doméstica de ella, Karina, se esfumó porque sus patrones le dijeron que no podían pagarle si ella no iba a trabajar, y Gustavo (su pareja) ha tenido pocas changas en la construcción. No mucho más. Y lo que sí da plata en el barrio (lo sabe todo el mundo), es la venta de droga. Y eso sí que sigue a la orden del día, no hay cuarentena que valga, mientras la escuela solo ha sido una pantalla distante y, de vez en cuando, una bolsa de mercadería.

En los momentos de crisis quedan diáfanamente claras las opciones reales; no las enunciadas. Aquí ha quedado muy claro que desde las instancias dirigenciales se ha optado por consagrar la desigualdad y seguir empujando a los que están al margen más al margen aún. Esta realidad está a la vista, solo hay que querer verla. Por eso llama mucho la atención que se siga discutiendo sobre si se vuelve a la escuela de manera presencial o no. Ya deberíamos haber aprendido.

El año pasado dejó a la luz más claramente que nunca la verdadera grieta de injusticia e inequidad de nuestra sociedad. Una grieta que no es ideológica (ese es un entretenimiento perverso del que podremos hablar en otra ocasión) sino existencial: los Alan de las periferias han quedado del lado de los que «no». Es decir, del lado de los que no han tenido algo siquiera aproximado a la contención social. Solo han recibido alimentos. Pero luego a nivel educativo se han quedado más atrás que antes, porque quienes sí han podido acceder a conectividad por recursos y accesibilidad de dispositivos algo han aprendido (no demasiado tampoco), pero mucho más ciertamente que Alan. Pero además quienes tienen más recursos han podido tener otras alternativas para pasar la cuarentena. Para la gran mayoría de las familias de clases populares el gran ordenador de la vida familiar es la escuela. La escuela presencial. Cuando eso ha caído es mucho lo que se ha perdido. No solo contenidos (que también son muy importantes).

Ahora bien, ¿qué le vamos a ofrecer este año a Alan? ¿Otra vez le vamos a decir «quedate en casa» y vamos a dar vuelta la cabeza para no ver que no hay igualdad de oportunidades, que no hay mucho que hacer en casa si no hay escuela y que lo que queda es, ya se sabe, la calle y sus nefastas «enseñanzas»?

Es verdad que tiene su riesgo la presencialidad. Ahora bien, ya probamos con la «ausencialidad» y los resultados son muy lamentables. ¿Si al menos para empezar probamos algo que sea beneficioso para los chicos en vez de pensar en los intereses políticos, gremiales, sectoriales e ideológicos oportunistas?

No sé si Alan volverá a la escuela, pero seguro podremos ayudar a que otros no deserten.

Fuente: lanacion.com.ar

No basta solo un ala para volar

Por José Luis Pinilla, SJ – Migraciones y movilidad humana

“No hay mujer que no resulte sospechosa de mala conducta. Según los boleros, son todas ingratas. Según los tangos, son todas putas (menos mamá) (sic) . Confirmaciones del derecho de propiedad: el macho propietario comprueba a golpes su derecho de propiedad sobre la hembra. (…) Vuela torcida la humanidad, pájaro de un ala sola (Fragmento de ‘Patas arriba. La escuela del mundo al revés’, por Eduardo Galeano).

El vuelo torcido de la humanidad, según la metáfora de Galeano, cuando solo lo dirige el ala masculina, nos conduce al desastre. Y el vuelo de la humanidad cae en picado, o se mantiene inestable siempre… hasta que la dignidad de la mujer quede restablecida por completo. Machismo y racismo van de la misma mano sosteniendo el ineficaz aleteo solitario masculino.

Mientras rompemos mensajes como estos: “mujer mejor con la pata quebrada y en casa” o “nacida para fabricar hijos, desvestir borrachos, vestir santos”, etc., hay que liberar a la mujer que ha sido condenada muchas veces a los suburbios de la historia (eclesiástica y mundana) donde no anida el sagrado pájaro de la dignidad y la libertad.

El drama de la trata de personas, en concreto con fines de explotación sexual, es una de esas “periferias” a las que se refiere el papa Francisco. Este drama se volvió a recordar el 2 de febrero, Jornada de la Vida Consagrada y el 8 de febrero, en la Jornada contra la Trata, bajo el lema ‘Economía sin trata’, ambas fechas vestidas de ofertas de oración de la buena. Es necesario unir oración y compromiso. Ya en su día, el cardenal Peter Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, nos animaba a recorrer un camino que ahora renuevo y que fuera “desde la conciencia a la oración, de la oración a la solidaridad, y de la solidaridad a la acción concertada, hasta que la esclavitud y la trata desaparezcan”.

Dignidad humana

Reivindicar la justicia ante este drama es vincularla en defensa de la dignidad humana –en este caso las personas traficadas con fines de explotación sexual– con otros dos pilares básicos: el bien común y la solidaridad fundada en la justicia social, hoy tan necesitada de globalización efectiva.

Una vez más, nos hallamos ante un problema de injusticia social internacional e inequidad que nos plantea debates muy profundos que no son objeto directo de este artículo (por ejemplo, la prostitución como trabajo y el consentimiento, o la invisibilidad del cliente, o la prostitución como efecto de la migración irregular, etc.). Pero sí se puede afirmar que la violencia estructural ejercida a nivel global reproduce unos mecanismos de subordinación, dependencia y explotación sumamente provechosos para la trata. El alarmante aumento de la trata de seres humanos con fines de explotación sexual es uno de los problemas políticos, sociales y económicos urgentes vinculados al proceso de globalización. Una cuestión de justicia internacional impostergable.

La dignidad es el valor inalienable de la persona humana, que tiene valor y no precio, que no puede ser objeto de transacción. No negamos que el utilitarismo es un valor importante de nuestra cultura, pero este es válido cuando hablamos de objetos e instrumentos, nunca de personas. Porque supone una falta de reconocimiento de la valía intrínseca, y no circunstancial, del otro. El utilitarismo está presente en el olvido de los ancianos y su mal cuidado y abandono en estos tiempos pandémicos, en la falta de preocupación por tantas familias o niños en riesgo de exclusión o en los flujos migratorios cuando solo se ven desde el punto de vista laboral. Y lo está de forma muy visible en la relación con el fenómeno de la trata de personas con fines de explotación sexual.

Es un ultraje vergonzoso a la dignidad humana y una grave violación de los derechos humanos fundamentales. “La esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes, así como las condiciones ignominiosas de trabajo en las que los obreros son tratados como meros instrumentos de lucro, no como personas libres y responsables”, son “oprobios que, al corromper la civilización humana, deshonran más a quienes los practican que a quienes padecen la injusticia y son totalmente contrarios al honor debido al Creador”, decía ‘Gaudium et spes’, 27.

Ante ello no basta una moral “sentimentaloide” que reacciona hipócritamente ante las portadas de medios que denuncian la prostitución mientras se enriquecen con ella junto a otros muchos grupos y entidades públicas y privadas corrompidas. Esta no suscita más que un comentario soez o avergonzado, ante estos males del prójimo (de la “prójima” normalmente) que apenas obligan. Pero la solidaridad en la visión ética cristiana no es opcional sino obligante. Y superar el inmediatismo de un solo día, de una jornada…

Hay que cambiar la perspectiva y descubrir que este don de la solidaridad hacia estas víctimas es un reto que tendremos que profundizar permanentemente. Y caminar más diariamente, en procesos, no solo hacia la denuncia de la situación presente sino hacia el descubrimiento de sus causas. Entre ellas y de manera primordial las causas de la economía con trata que tantos beneficios espurios e indignos produce. Que tanto crimen genera. De ahí la necesidad de acudir cada vez más a la educación y al trabajo en red.

Tantas mujeres..

Participé en muchas actividades estos días sobre el tema, en distintas y creativas ofertas en las redes donde un montón de un montón de mujeres (Julia, Conchi, Mari Fran, Ana, Magda, Marcia, Silvia, Katya, etc.) que desde Camboya a Roma o Pamplona, con su voz y su luz, volvió a despertarme la conciencia y a avivar mi humilde compromiso. Me quemaba el alma la luz de su compromiso. Mi homenaje y agradecimiento a tantas mujeres como ellas. Tantas…

“Estamos dormidas –dice una obrera del barrio Casavalle de Montevideo–. Algún príncipe te besa y te duerme. Cuando te despertás, el príncipe te aporrea”, dice Galeano en el fragmento citado al principio. “O te vende”, que es más productivo para la economía de los explotadores, decimos nosotros.

Fuente: vidanuevadigital.com

La cuaresma perpetua de los abandonados

De nuevo nos acercamos a las enseñanzas del miércoles de ceniza, la cuaresma y la Semana Santa que cada año nos sirven para meditar desde lo más íntimo sobre el dolor de la pasión y muerte, las privaciones y el suplicio, que a los creyentes nos ayudan a valorar en nuestra propia carne la importancia cardinal de la Resurrección, de que Cristo venció la muerte y validó la esperanza de la vida plena más allá de nuestro paso por la vida terrenal. Pero esa reflexión estaría trunca si no la aplicamos a la defensa de la cultura de la vida, a la lucha contra la cultura de la muerte.

Cuando se nos dice “recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás” encuentro la medida clara, definitiva, de la poca importancia que tienen las vanidades y estilos de vida del mundo. Pero el Reino de Dios no es de este mundo. Cristo no vino a hablar de la muerte. Vino a dar testimonio de la vida, de la que de verdad vale la pena, la vida que se gana cuando se entregan los egoísmos. Cristo vino a dar testimonio de la Verdad. Pero no se trata de una verdad a la que se accede encerrado en uno mismo de manera egoísta, sino a la que se llega por la Gracia de Dios, por el reconocimiento de que Cristo es el camino de la Luz y la Vida, por la entrega total del amor a los otros seres humanos, en especial los más necesitados de la tierra.

¿Cómo respondemos a ese amor?

Me llama la atención que las tentaciones que enfrentó Cristo durante los cuarenta días que estuvo en el desierto fueron principalmente de dimensión social: que se “envaneciera” con su poder, que hiciera “milagros” para beneficio propio, que se “sometiera al poderío” que reclamaba tener el demonio sobre todos los reinos del mundo. No, Cristo prefirió enfrentar la maldad de frente y entregar su vida por la humanidad. El salmista decía que, en comparación con la maravilla del universo, es sorprendente que Dios –que lo creó todo– se ocupe de nosotros, tan pequeños, tan irrelevantes. Pero Dios no solo nos ama de manera infinita, sino que nos perdona y nos salva. ¿Y nosotros qué hacemos? ¿Cómo respondemos a ese amor?

Entre nosotros hay miles de millones de seres humanos sometidos por designio de nuestras sociedades a una cuaresma perpetua. Les escamoteamos el amor, les tratamos de esconder la vida plena. Esto es así, porque puedo ver cómo las guerras convierten en cenizas miles de seres humanos para complacer el envanecimiento del poder y el afán de lucro de unos cuantos. Las armas nucleares llevan ese cuadro a su manifestación más terrorífica.

Hasta la medicina, que debería ser el trabajo sacralizado de curar y aliviar el dolor, se ha sometido a la maldad estructural que ha llegado al extremo de pretender que los países ricos acaparen los medicamentos, en lo que el querido Frei Betto describe como que en lugar de estar en medio de una “pandemia” lo que nos aqueja es una “sindemia”. De manera, que el mejor decir del teólogo, “el problema no es solo la Covid-19. Es el capitalismo sindémico que prioriza la lógica perversa de la acumulación privada de la riqueza”. Sobrada razón tiene el papa Francisco para convocar al mundo a un esfuerzo por la hermandad y por abrir el socorro de la medicina a todos los pobres del mundo, al tiempo que se promueve un verdadero análisis sobre los problemas estructurales de un sistema económico que nos asfixia.

Si de verdad queremos que nuestra fe impacte, superemos la visión individualista de la religión, impulsemos con nuestro testimonio una auténtica espiritualidad comunitaria y comencemos así  por aplicar las enseñanzas de Cristo. No sigamos condenando a los pobres y necesitados al abandono de una cuaresma perpetua. Hagamos que la verdad y la justicia sean los que anuncien nuestros pasos que lleven a los demás el consuelo y la alegría de que somos mensajeros de paz.

Fuente: vidanuevadigital.com

Testigos de la abundancia, allí donde los ojos del mundo solo ven necesidad

Por: Hno. Rodrigo Castells Daverede sj – Equipo de la Red de Solidaridad y Apostolado Indígena

Jn 10, 10b “yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia”

Luego de haber vivido varios años con las comunidades campesino-indígenas del norte de Argentina y de pasar unos meses por Bolivia, he sido destinado a la Amazonía, en la triple frontera de Colombia, Brasil y Perú.

En este tiempo de llegada, he podido compartir la novena de navidad con algunas comunidades e ir metiéndome de a poquito en la vida de la selva y su gente. En este andar me he encontrado con el relato sistematizado de una experiencia de trabajo muy interesante que ha acompañado nuestro compañero jesuita Valerio Sartor. Este proyecto ha sido llevado adelante por Fucai y Misereor. El nombre del proyecto me ha impactado y me ha hecho rezar con mucho de lo que he vivido en estos años: “Comunidades indígenas de abundancia”. El proyecto hace un énfasis en el contraste entre la escasez y la abundancia.

Es evidente la conexión de la palabra abundancia con la cita del evangelio con que he encabezado estas líneas. Abundancia es el lugar existencial en que somos colocados quienes hemos tenido el regalo, la bendición, de conocer a Cristo. Con Él se hace presente la vida en abundancia, el Reino de Dios. La abundancia como experiencia de vida dinamiza dos aspectos que dan cuenta de la calidad de nuestra experiencia de fe: la gratitud y la gratuidad.

Por otra parte, la palabra abundancia y sus efectos gratitud y gratuidad, están íntimamente conectados con la experiencia de un Dios creador y providente. Conectados con el Dios Resucitado y vivo en la historia. Conectados con el Dios que nos habita y nos anima a anunciar su presencia abundante en la vida. En fin, esta realidad de la vida en abundancia en relación con la vida de un presente y activo en la historia, hace eco en aquella propuesta de oración con la que San Ignacio nos invita a rezar al cierre de los Ejercicios espirituales, la contemplación para alcanzar amor.

De la mano de lo que he experimentado estos años en las comunidades campesino-indígenas y la experiencia de fe vivida en el caminar a su lado, podemos afirmar que en la cultura y la espiritualidad de nuestros pueblo originarios acontece y se palpa esta Vida en Abundancia.

Cierto es esto para los ojos de la fe, por eso es necesario despertar el corazón y la mirada. Urge en nuestra tarea de anuncio gestar espacios y experiencias que den cuenta de esta presencia providente y abundante de Dios, que no llega con nosotros sino que habita allí desde siempre.

A la vez que podemos afirmar lo anterior, también debemos expresar que se hace necesario despertar la mirada de nuestros hermanos y hermanas, porque no siempre es percibida esta realidad de abundancia. Es necesario trabajar generando espacios y propuesta integrales en las que pueda acontecer este cambio en la mirada. En otras palabras, espacios y propuestas en las que podamos caer en la cuenta de la presencia providente y abundante de Dios.

Sabemos que vamos a contracorriente con la cultura dominante, la cultura del consumo, la cultura de lo superficial, la cultura de la inmediatez, la cultura de descarte, la cultura de la renta, la cultura del siempre quiero más. Esta cultura, se asienta fundamentalmente en la dinámica de la necesidad, en hacernos creer que vivimos en la escasez. Se hace urgente entonces trabajar, como se lo ha hecho en el proyecto referido, para que anunciemos esta presencia abundante de Dios que nos libere de la falsa necesidad.

Muchos discursos sobre Dios y la vida, cristianos y paganos, atraviesan la cotidianeidad de nuestros pueblos originarios. Quiera Dios encontrarnos compartiendo y viviendo el del Dios de la abundancia, la gratitud y la gratuidad. Que nos encuentre junto al Cristo de la fe, caminando con su Pueblo, en este Kairos de la iglesia al que se nos invita a sumar. Que María, Madre de la Vida en Abundancia, ayúdanos a experimentar y anunciar este tiempo preñado de sueños y sueños de abundancia. Que “de la abundancia del corazón hable nuestra boca” (Mt 12, 34b).

Asamblea comunitaria por conflicto en Escuela de la Comunidad Nuevo Simbolar (Etnia Lule-Vilela), parroquia San José de las Petacas, Boquerón, Santiago del Estero, norte de Argentina, Parque Chaqueño americano.

 

Fuente: jesuitas.lat

 

 

 

CEAMA: Una contribución para la misión de la Iglesia en la Amazonía II

La Conferencia Eclesial de la Amazonía: un organismo territorial inédito para un Kairós en la Iglesia (II parte)*

En su exhortación apostólica post-Sínodo ‘Querida Amazonía’ el Papa expresa, junto con sus cuatro Sueños (social, cultural, ecológico y eclesial), un contundente llamado que no deja lugar a dudas con relación a la necesidad de crear nuevas estructuras que sean caminos adecuados para llevar adelante la misión inculturada e intercultural de la Iglesia en la Amazonía, como resulta, en efecto, la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA).

En el número seis de esta exhortación, el Papa invita a toda la Iglesia a “encarnarse de modo original en cada lugar del mundo, de manera que la Esposa de Cristo adquiera multiformes rostros que manifiesten mejor la inagotable riqueza de la gracia. La predicación debe encarnarse, la espiritualidad debe encarnarse, las estructuras de la Iglesia deben encarnarse”.

Sin embargo, existe una tensión evidente, potencialmente creativa, entre esos nuevos caminos que resultan del discernimiento del sensus fidei del Pueblo de Dios en el territorio Amazónico, y el depositum fidei, en cuanto a estructuras existentes en nuestra Iglesia, que en el proceso Sinodal entran en un diálogo no exento de complejidad y de contrastes.

Identidad de la CEAMA

En el marco del nacimiento de la CEAMA, considero que si las estructuras hacen inaccesible el encuentro con Cristo, entonces el camino de acceso al misterio de la Encarnación debe prevalecer como algo mayor que anime a la valentía discernida de crear nuevas formas en la Iglesia.

Incluso nuevas expresiones orgánicas y/o ministeriales responden de manera inculturada e intercultural al único y verdadero centro de nuestra identidad y misión: el encuentro con el Señor Jesús, sin ningún intento de sustituir las ya existentes, pero ampliando los caminos para la redención.

No hay duda de que el Sínodo Amazónico –aún en marcha en su fase de implementación– ha sido (y es) un proceso de discernimiento profundo, libre, generoso y, sin embargo, muy complejo. Sin embargo, las votaciones del ‘Documento final’ en la fase Asamblearia, para cada una de las propuestas, fueron contundentes en su expresión de un claro respaldo a todo el camino sinodal, incluso habitando las tensiones del mismo.

En cuanto a la creación de la ahora llamada Conferencia Eclesial de la Amazonía – CEAMA, como dinámica exploratoria de desborde, el Documento Final, en su número 115 expresa que “proponemos crear un organismo episcopal que promueva la sinodalidad entre las iglesias de la región, que ayude a delinear el rostro amazónico de esta Iglesia y que continúe la tarea de encontrar nuevos caminos para la misión evangelizadora, en especial, incorporando la propuesta de la ecología integral, afianzando así la fisonomía de la Iglesia amazónica”.

Más adelante se añade: “Se trataría de un organismo episcopal permanente y representativo que promueva la sinodalidad en la región amazónica, articulado con el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), con su estructura propia, en una organización simple y también articulado con la Red Eclesial Panamazónica (REPAM). De esta manera puede ser el cauce eficaz para asumir, desde el territorio de la Iglesia latinoamericana y caribeña, muchas de las propuestas surgidas en este Sínodo”.

Como se puede ver en la formulación, así como en las intervenciones en el Aula conducentes a esta instancia inédita, ya se consideraba su naturaleza mixta. Es decir, que fuera eminentemente eclesial en su pleno y amplio sentido, y ahí su novedad, pero sin perder también su dimensión episcopal expresada en su relación orgánica, con autonomía, en el CELAM y con las Conferencias Episcopales del territorio.

En síntesis, desde la concepción misma de este organismo se perfilaba una relación armoniosa que diera espacio al discernimiento del sensus fidei del Pueblo de Dios como sustancia de su identidad, pero en plena comunión y articulación con las estructuras existentes, creando algo nuevo por desborde, y no por lucha de polos en conflicto.

Misión de la CEAMA

No podemos olvidar por ningún motivo que en la Iglesia y, por tanto, en todo lo referente a su identidad y estructura, ha de prevalecer la búsqueda de la revelación de Dios como camino al misterio y al Reino, que son el fin último.

El seguimiento de Jesús está siempre por encima de las mediaciones estructurales que, aunque necesarias, porque dan cuenta de nuestro camino y modo de ser y hacer, son de hecho medios, nunca fines.

La CEAMA quiere reflejar ese espíritu y mantener su identidad de servicio y rol de puente, que ha de permanecer en la medida en que sea fiel a su misión, tal como se expresa en este extracto de su estatuto1: “La Conferencia Eclesial de la Amazonía tiene como su misión principal la de ayudar a delinear los rostros amazónicos de la Iglesia en dicha región mediante una pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas”.

Además “se orientará por el Evangelio de Jesucristo y por el Magisterio de la Iglesia, y tendrá especialmente en cuenta la dignidad y los derechos de las personas y de los pueblos, la opción preferencial por los pobres y los más vulnerables, entre ellos con una especial atención a los pueblos originarios, el respeto de su cultura, su capacidad de abrirse un porvenir esperanzador, en el marco de una ecología integral, la defensa de su precioso bioma promoviendo una globalización respetuosa de todos los pueblos, su protagonismo eclesial en la comunión con las demás Iglesias particulares latinoamericanas y con toda la Iglesia”.

De tal forma que “la Conferencia contribuye a la catolicidad de las Iglesias particulares en la Amazonía y a su capacidad de inculturación de la fe, y ejerce así un servicio subsidiario a las diócesis, a las otras jurisdicciones eclesiásticas y a las conferencias episcopales, en un camino verdaderamente sinodal”.

Este camino sinodal “supone principalmente una escucha confiada a la voz del Espíritu de Dios en las iglesias y en los pueblos, el discernimiento común de la realidad, y una valoración evangélica de los desafíos religiosos, sociales, culturales, económicos, ecológicos y políticos”.

Los nuevos caminos eclesiales y pastorales de la CEAMA

La CEAMA es la expresión de una nueva eclesiología ‘en ciernes’ como resultado de un proceso en comunión con todo el camino Sinodal. En concreto, es una respuesta institucional orgánica para acompañar la implementación de muchos de los planteamientos esenciales del Sínodo Amazónico, los cuales sin ella carecerían de un instrumento propicio para ser desarrollados.

Se trata de una dimensión eclesial territorial para responder  y acoger, desde la misión propia de la Iglesia, la enorme diversidad cultural, social, ecológica, económica, política, antropológica y espiritual de la Amazonía, es decir, desde los diversos rostros pluriformes de este territorio que enriquecen la catolicidad de una Iglesia genuinamente universal.

Por ello, tras su fundación, a la espera de aprobación canónica de la Santa Sede, la CEAMA tiene como desafíos principales:  “Escuchar al territorio, Iglesia y comunidades, luego de la Asamblea del Sínodo para continuar en camino, y animar a que sea acogida por la diversidad de la Amazonía, integrando esa gran diversidad dentro de su estructura ligera y orgánica”.

Por otra parte se ha propuesto “encontrar modos concretos para discernir las prioridades del Documento Final del Sínodo que le son propias” como aquellas que tienen un rol subsidiario o complementario a fin de comenzar a desarrollar los nuevos caminos para su implementación y asegurar la mayor participación posible como la colaboración de la Iglesia en el territorio.

Los sueños del Papa y la CEAMA

En su primera Asamblea Plenaria, realizada en el aniversario del cierre de la Asamblea del Sínodo Amazónico (26 y 27 de octubre de 2020), se contó con la participación de alrededor de 300 personas, con casi un 40% del total de delegadas mujeres, provenientes de todos los países de la cuenca Amazónica (40% laicos-as; 25% obispos; 19% religiosos-as; 15% sacerdotes, y 1% cardenales), incluyendo pueblos originarios (65 representantes), así como  delegados de otras regiones, y con participación de las instancias regionales de la Iglesia y algunas de la Santa Sede.

En esta Asamblea se definieron 20 Núcleos temáticos, organizados alrededor de los 4 sueños del Papa en Querida Amazonía, que serán animados por las instancias de la CEAMA, y los cuales serán profundizados y desarrollados durante un año mediante comisiones, equipos de trabajo, y en alianzas específicas con la REPAM, CELAM, Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos/as (CLAR) y Cáritas América Latina y el Caribe, para definir un Plan Pastoral territorial y sinodal.

Los 20 temas priorizados, discernidos de entre los compromisos del Sínodo que la CEAMA asumirá, los resumo de la siguiente manera:

  • Sueño Social: Sueño con una Amazonía que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida; por alternativas al modelo de desarrollo actual y sus impactos negativos en la Amazonía y comunidades, para promover uno más solidario, justo, y con protagonismo de los pueblos; haga acompañamiento, defensa y articulación con los Pueblos originarios, con atención en particular a los Pueblos Indígenas en Aislamiento y Contacto Inicial – PIACI

También que promueva la Salud Intercultural para los pueblos originarios y comunidades de la Amazonía; se constituya un observatorio eclesial-pastoral y socio-ambiental (alianza con CELAM, CLAR, REPAM y CÁRITAS).

  • Sueño Cultural: Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana; por una inculturación de la experiencia de la fe; con la creación de una Universidad Católica de la Amazonía; constitución de una red de Comunicación Eclesial para la Amazonía (articulación con REPAM) y una Red de Educación Intercultural Bilingüe de la Amazonía (articulación con REIBA).
  • Sueño Ecológico:  Sueño con una Amazonía que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas; con la creación del ministerio para el cuidado de la casa común; hacer frente al ‘pecado ecológico’ en la denuncia de los impactos socio-ambientales y defensa del territorio y comunidades; poder desarrollar y promover una mirada espiritual para el cuidado de la Amazonía como afirmar y hacer conciencia sobre el rol de la Amazonía para el equilibrio del clima y la estabilidad planetaria (respuestas ante la deforestación)
  • Sueño Eclesial: Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos; en el que se promueva un Rito para la Amazonía (estatuto propio) con una liturgia inculturada; se realicen propuestas de inculturación (pasar de una pastoral de visita a una de permanencia), superando los modelos colonizadores (desaprender, aprender y reaprender);  promover una cultura eclesial Amazónica propia, marcadamente laical: itinerarios formativos, ministerios y comunidades de base; priorizar la fuerza y don de las mujeres: servicios y carismas; fortalecer la Vida consagrada misionera: formación, permanencia e itinerancia pastoral; abrir los nuevos caminos en la formación de los clérigos: diaconado permanente y presbiterado; animar la comunidad celebrante: sacramentos y centralidad de la Eucaristía, finalmente, mantener la convivencia Ecuménica y el diálogo Interreligioso.

[1] Estatuto aprobado por las instancias territoriales en Asamblea fundacional de Junio, 2020, y en proceso de confirmación por la Santa Sede

*Adaptación del artículo original publicado en la revista Medellín, N° 179, septiembre-diciembre de 2020. CELAM: pp. 543-560

** Secretario interino de la CEAMA y secretario de Acción Pastoral del CELAM.

CEAMA: Una contribución para la misión de la Iglesia en la Amazonía I

La Conferencia Eclesial de la Amazonía: un organismo territorial inédito para un Kairós en la Iglesia (I parte)*

El nacimiento de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA) es la expresión de un nuevo sujeto eclesiológico territorial que emerge como contribución para la misión de la Iglesia en la Amazonía, y que es resultado de un largo proceso de discernimiento en el Sínodo Especial para la Amazonía, el cual ha incorporado un hecho sin precedentes: la escucha a cerca de 87.000 personas en el territorio para configurar toda la reflexión sinodal.

Los compromisos resultantes de este proceso eclesial requieren de una instancia inédita capaz de servir como vehículo (y como puente) para implementar los urgentes nuevos caminos que respondan a los gritos de los pobres y de la hermana madre tierra, y para impulsar los cuatro sueños y la conversión eclesial en la Amazonía, considerada un “lugar teológico” por el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Querida Amazonía.

Fue un 15 de octubre de 2019, había transcurrido prácticamente la mitad de la Asamblea del Sínodo Amazónico, cuando el Papa Francisco tomó la palabra y nos interpeló contundentemente: “No terminamos de hacer propuestas totales (…) estamos de acuerdo en un sentimiento común sobre los problemas de la Amazonía y la necesidad de responder, pero al buscar las salidas y soluciones, algo no satisface. No hay una salida totalizante que responda a la unidad totalizante del conflicto. Con remiendos no podemos resolver los problemas Amazónicos. Sólo pueden ser resueltos por desborde (…) El desborde de la redención. Dios resuelve el conflicto por desborde”.1

Su creación: perspectiva de desborde

La CEAMA –se puede decir– es  la consecuencia de las intuiciones de la Iglesia en América Latina en su V Conferencia del CELAM en Aparecida (2007), en la que se expresaba en el número 475 de manera explícita la necesidad de desarrollar una pastoral de conjunto en la territorialidad de la cuenca Amazónica.

Además, como propuesta orgánica y estructural, inédita de la Iglesia, la CEAMA es una iniciativa en proceso y en camino de construcción que resulta de la búsqueda de un itinerario eclesial que responda a los signos de los tiempos por “desborde” y sólo puede comprenderse como fruto, todavía en ciernes, resultante de un largo camino de una Iglesia peregrina y discípula misionera en la región Latinoamericana, y como resultado evidente del discernimiento y los llamados del Concilio Vaticano II.

En efecto, una nueva dimensión territorial irrumpía en nuestra concepción eclesiológica, la cual se abría camino poco a poco para generar dinamismos que integraran las muchas, y muy relevantes, expresiones de vida entregada de la Iglesia ya existentes en la Amazonía.

Sin embargo, eran presencias fragmentadas, aisladas, con poco o nulo diálogo entre sí, y en no pocos casos con una noción pastoral fuertemente desterritorializada, incluso en ocasiones con una perspectiva predominantemente eurocéntrica o de corte colonialista, como el propio Sínodo denuncia (Documento Final: 55).

Este dinamismo eclesiológico territorial emergente se ha consolidado paulatinamente, no por una intuición brillante de unos pocos lejos del territorio, sino por la constatación de nuestra enorme fragilidad como Iglesia ante los crecientes signos de muerte para los pueblos y comunidades en este territorio, el proyecto de Reino en este espacio socio-cultural megadiverso está amenazado, por tanto resulta urgente responder a ellos dada su dramática situación.

La creación de esta estructura, hoy denominada CEAMA, era imprescindible para que la respuesta urgente a los gritos de dolor del territorio y sus pueblos, más propios de un tiempo “cronos”, pudiera dialogar con el proceso de revelación progresiva del Espíritu sobre la conversión eclesial, más propio de una temporalidad de “Kairós”. Algo nuevo tenía que nacer, y debía ser por “desborde”.

Producto de la escucha y discernimiento

El proceso de constitución de este nuevo organismo pasó por un largo camino de discernimiento comunitario compartido con el cardenal Claudio Hummes (hoy presidente de la CEAMA), el cardenal Pedro Barreto (presidente de la REPAM), con monseñor Miguel Cabrejos (actual presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano- CELAM), con los equipos de animación de la Vida Consagrada en la región de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas (CLAR) y los equipos de coordinación de Cáritas de América Latina y el Caribe.

Fueron muchos los espacios de preparación y escucha sinodal con diversos representantes de la Iglesia en el territorio y los encuentros con representantes de los pueblos de la Amazonía. Como resultado de ello, tuve el privilegio de hacer la primera intervención en el Aula Sinodal, el día 12 de octubre de 2019, con relación a la creación de una estructura inédita para el territorio.

El pedido se expresaba a la luz de la constatación de que algunos de los más importantes compromisos del Sínodo no serían viables, o perderían el impulso de urgencia y pertinencia, sin un vehículo potente y significativo que sirviera como herramienta orgánica y estructural para la consecución de los “nuevos caminos” para nuestra Iglesia y para una Ecología Integral en la Amazonía.

Esta interpelación expresada en el Aula Sinodal refleja mucho más que un punto de vista personal. En ese momento expresé: “Queremos, por tanto, una nueva estructura regional Panamazónica que sea el vehículo propicio para llevar adelante las novedades del Espíritu en este Sínodo y que permita también afirmar la dimensión eclesiológica emergente”.

“No es casualidad que la experiencia de trabajar en comunión eclesial Panamazónica, como la que hemos vivido estos años, sea una luz pequeñita que ha ayudado a otros territorios a pensarse desde esta misma perspectiva: en el Congo, en Mesoamérica, en parte de la región de los bosques tropicales de Asia Pacífico, en la articulación europea alrededor de Laudato Si, y, más moderadamente, en Norteamérica y el acuífero Guaraní. Parece que algo nuevo está naciendo”.

Sin duda estamos viviendo un tiempo de gracia: “Un verdadero Kairós. No porque no seamos conscientes de los enormes conflictos que afectan la vida y producen tanto sufrimiento en el mundo y la Iglesia, sino porque justamente por ello, Dios se va haciendo presente con más fuerza para llamarnos a ser una presencia eclesial más relevante, coherente y significativa en la vida de los que sufren como hizo Jesús. No hay otra vía, no hay otra vía”.


[1] Notas personales como participante “auditor” en el Sínodo Amazónico.

*Adaptación del artículo original publicado en la revista Medellín, N° 179, septiembre-diciembre de 2020. CELAM: pp. 543-560

Secretario interino de la CEAMA y secretario de Acción Pastoral del CELAM.

Fuente: www.vidanuevadigital.com

“Yo no pude quedarme en casa”: la migración en tiempos de coronavirus

Una nota de Elvy Monzant Árraga, Secretario ejecutivo de la Red de Migración, Trata y Refugio Clamor.

Aunque escuchaba todos los días el llamado en los medios de comunicación y del terror que le tiene al coronavirus, Elena no pudo quedarse en casa. Se vio obligada a migrar para no morir de hambre en su país. En tierra extraña había logrado alquilar una habitación y vendía caramelos en el transporte público. Ahora debido a las medidas de confinamiento casi no puede trabajar y por falta de ingresos la echaron del “alojo”. Está durmiendo en una plaza a la intemperie.

Ha sentido fiebre y una tos intensa le quita las fuerzas. Fue a un colapsado centro de salud, pero no tuvo como comprar los medicamentos. Con tristeza y preocupación escuchó en las noticias que para ella no habrá vacuna, porque es extranjera. Aún llora a varios de sus amigos venezolanos que han muerto solos y abandonados como consecuencia del terrible virus, pagaron con sus vidas el precio de ser migrantes vulnerables, de ser pobres.

A finales del 2020, el Papa Francisco regaló a la humanidad una nueva Encíclica Social, la Fratelli Tutti, en la cual afirma que la pandemia “dejó al descubierto nuestras falsas seguridades y evidenció la incapacidad de actuar conjuntamente” (FT 7). Dice que el coronavirus demostró que, a pesar de estar hiperconectados, “existe una fragmentación que vuelve más difícil resolver los problemas que nos afectan a todos” (FT 7).

Según la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) más de la mitad de los migrantes ha perdido su trabajo durante la pandemia. Un 82% ha tenido que reducir las remesas a sus familiares. Para finales de 2021 al menos 33 millones de personas más pasarán hambre en todo el mundo debido a la disminución del dinero que envían los migrantes.

¿Peor el remedio?

El portavoz de la OIM, Joel Millman alertó: “Son seres humanos. Se ven afectados de la misma manera que todos por esta emergencia de salud pública. El mensaje más importante es tratar a las personas con dignidad y recordar que el pleno respeto por sus derechos no cambia en estas circunstancias”.

El Servicio Jesuita para Refugiados (JRS), junto con un centenar de organizaciones han advertido a los gobiernos que “la exclusión de personas migrantes y refugiadas de los planes para prevenir y combatir la pandemia  pondría  en riesgo las metas de salud pública de los países receptores”. Además Organizaciones defensoras de los derechos de las personas en movilidad forzada destacan que “el derecho a la salud se debe garantizar sobre la base del principio de igualdad y no discriminación, elemento vertebrador de todo el Derecho Internacional (DIDH)”.

Por su parte, la Red CLAMOR ha denunciado, con base en el principio de la Doctrina Social de la Iglesia del Destino Universal de los Bienes, que el acceso a las vacunas anti-covid-19 debe ser garantizado a todos los seres humanos, sin importar su estatus migratorio. La vacuna no puede convertirse en un privilegio de las minorías ricas, de los poderosos, ni un mecanismo más de exclusión,  en el marco de la cultura del descarte.

En esa dirección señala el Papa Francisco: “una tragedia global como la pandemia de Covid-19 despertó durante un tiempo la consciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos. Recordamos que nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos”.

Ante las políticas de muchos gobiernos de tratar a los migrantes como delincuentes el riesgo de contagio  se incrementa en lugares de detención donde es difícil mantener la distancia para evitar el contacto con otras personas.

El Covid-19 está dejando una estela de dolor y muerte en el mundo entero. Desde mucho antes los virus de la injusticia y la indiferencia mataban a millones de personas de hambre, de miseria,  de exclusión. Urge cada vez más derribar los muros que impiden el acceso a una vida digna a todos y todas. Construyamos puentes.

Fuente: vidanuevadigital.com

Cardenal Czerny: «Sólo la cultura que acoge tiene un futuro»

«La nueva Encíclica del Papa Francisco, Fratelli tutti, se dirige directamente a las alegrías y esperanzas, las penas y las angustias de los migrantes, los refugiados y todas las personas desplazadas y marginadas. El corazón de la Encíclica es un llamado a una mayor hermandad y amistad social entre todos los pueblos y naciones». Esto es lo que escribe el cardenal Michael Czerny, subsecretario de la Sección de Migrantes del Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral, en el recién creado blog de la Comisión Católica Internacional de Migración (ICMC).

La reflexión del cardenal, titulada «Fratelli tutti  y la llaga de los desplazados», retoma los pasajes clave del documento, pidiendo «una fraternidad abierta, que permita reconocer, apreciar y amar a cada persona más allá de la proximidad física, más allá del lugar del mundo en el que nació o en el que vive».

Derecho a una vida digna

Según el cardenal Czerny, «toda persona tiene derecho a una vida digna y a un desarrollo integral en su país de origen».

«Esto pone en tela de juicio la responsabilidad de todo el mundo, ya que hay que ayudar a los estados más pobres a desarrollarse. La inversión que necesitan»,  y continúa, «no es sólo en el desarrollo económico sostenible, sino también y esencialmente en la lucha contra la pobreza, el hambre, las enfermedades, la degradación del medio ambiente y el cambio climático».

Acoger, proteger, promover e integrar

El Subsecretario de la Sección de Migrantes del Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral indica entonces la «respuesta moral» adecuada a todos los que se ven obligados a huir: «se puede resumir en cuatro verbos activos: acoger, proteger, promover e integrar». Pero hay numerosos obstáculos que surgen en el camino de los migrantes y refugiados. Obstáculos nacidos de «una mentalidad xenófoba que no es compatible con el cristianismo».

Muchas formas de abrir puertas

Siguiendo las directrices de la encíclica, el cardenal Michael Czerny señala varias formas de abrir las puertas a aquellos que han huido de las crisis humanitarias y se han convertido en nuestros nuevos vecinos. Esto incluye aumentar y simplificar la concesión de visados, adoptar programas de patrocinio privado y comunitario, abrir corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables y ofrecer una vivienda adecuada y decente. También es crucial «garantizar la seguridad personal, el acceso a los servicios esenciales y la justicia, a la vez que se les ofrece libertad de movimiento, la oportunidad de trabajar; proteger a los menores y asegurar su acceso regular a la educación».

Esfuerzo común

Fratelli tutti -destaca el cardenal- afirma claramente que los estados individuales, actuando por su cuenta, no pueden adoptar soluciones adecuadas. «Se necesita un esfuerzo concertado a nivel mundial, como el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, celebrado en 2018, porque las respuestas sólo pueden ser el resultado de un trabajo conjunto, que dé lugar a una legislación (gobernanza) mundial para la migración».

El regalo del encuentro entre culturas

Asimismo, señala en su reflexión que es el propio Papa Francisco quien define como «un regalo» el encuentro entre diferentes culturas, como el que surge de la migración.

«Un encuentro que puede llevar a un enriquecimiento mutuo, y como ejemplos concretos, el Papa menciona el enriquecimiento cultural provocado por la migración de latinos a los Estados Unidos y por la migración italiana a su país de origen, la Argentina».

Generosidad y gratuidad

«Pero tal reciprocidad de beneficios», resume Czerny, «no representa la totalidad de la realidad, y mucho menos la fundamental. Debemos esforzarnos por abrirnos a los demás con un espíritu de gratuidad y generosidad, que el Papa Francisco define como la capacidad de hacer algunas cosas por el mero hecho de ser buenas en sí mismas, sin esperar ningún resultado de ellas, sin esperar nada inmediatamente a cambio».

Una cultura que tiene un futuro

«Sólo una cultura que acoge a los demás libremente tiene un futuro», concluye el cardenal Czerny. «Este es nuestro futuro y debe ser compartido con los necesitados, incluyendo los migrantes y refugiados. Escuchemos el llamado del Papa Francisco por un mundo más justo, humano y fraterno, fundado en el amor y el enriquecimiento mutuo, en lugar de la sospecha y la fría indiferencia».

*Podes leer el texto completo haciendo click aquí.

Fuente: www.vaticannews.va