Cardenal Sturla Inaugura el 30° Ciclo Lectivo de la UCU

En la educación “debemos tener una mirada realista y esperanzadora”, señaló el Cardenal Daniel Sturla, Gran Canciller de UCU, durante la Lectio Inauguralis 2015

Para inaugurar el 30° año lectivo de la Universidad Católica del Uruguay el Arzobispo de Montevideo, Cardenal Daniel Sturla SDB, Gran Canciller de UCU, dictó la Lectio Inauguralis “Una mirada a la Iglesia en tiempos del Papa Francisco. Algunos desafíos para la educación”.

Durante su alocución el Cardenal Sturla hizo un recorrido histórico en la historias de los papados. Cómo han ido variando las personalidades de los distintos Santos Padres, desde el tiempo de los primeros cristianos, pasando por la edad media, el renacimiento y hasta nuestros días. Durante este recuento recordó que “los papas desde el siglo XIX a la fecha han sido todos Santos”, más allá de no haber sido canonizados, e hizo especial hincapié en San Juan XXIII y San Juan Pablo II. “Cuando Francisco se asomó al balcón en San Pedro, supimos que se venía algo grande”, recordó Sturla.

Luego recordó la misión que el Papa Francisco les había encargado a los cardenales creados en el último consistorio. “El papa nos pidió transparencia”, recordó.

Para finalizar, Sturla se centró en la educación y se mostró preocupado por la “falta de sentido de la vida en los adolescentes”, agregó que en este aspecto “hay que tener una mirada realista y esperanzadora” y “hay que transmitir fe”, sin importar de qué fe se trate.

Según expresó una vez terminada la conferencia, Sturla sintió “por un lado, un honor muy grande y cierto susto de tener que hablar ante tanta gente y asumir este rol de una Lectio Inauguralis”. “Pero el Señor ayuda”, agregó “y uno se prepara, entonces al final termina primando la alegría de haber podido brindar este servicio”.

Es la primera vez que un Cardenal es Gran Canciller de la Universidad y que un integrante del colegio cardenalicio da una Lectio Inauguralis. La Lectio Inauguralis se realizó el 16 de abril en el Aula Magna de la Sede Central y se emitió de manera simultánea a través de videoconferencia a las sedes de Salto y Punta del Este.

 

Carta desde Nepal

¡Qué desolación en nuestro país! Nuestra misión en Tipling parece muy afectada, por las últimas noticias recibidas. Muchas casas se derrumbaron, nuestra pequeña residencia también. Tipling está en realidad más cerca del epicentro que Katmandú.

El pasado sábado 25 de abril estuvimos, los escolares de Kamal Niwas, el P. Bill y yo, en Okhaldhunga, un pueblo de montaña a unos 150 km al este de Katmandú. Un compañero jesuita nativo, Tek Bahadur Paudel, fue ordenado sacerdote. El pueblo es totalmente hindú, incluyendo su familia. Es el único que se convirtió al cristianismo. Allí no hay iglesia. La ordenación se celebró al aire libre bajo un pabellón provisional que ocupaba el patio de la escuela en la aldea.

El detalle es importante… porque nos salvó la vida.

La ceremonia comenzó a las 9.00 am y terminó a las 11:30. Muchos estaban todavía felicitando al nuevo sacerdote, poniéndole la Khada tradicional, cuando el primer terremoto sacudió a la región: fue violento y largo. La escena daba miedo: pudimos ver al otro lado del valle nubes de polvo que se levantaban aquí y allá, acompañadas de gritos. Cada nube significaba que una casa se derrumbaba, o un desprendimiento de rocas y tierra. Retumbó desde las cumbres hasta el fondo del valle.

Hubo muchos daños también en Okhaldhunga: las casas derrumbadas no eran muchas pero sí hubo muchos destrozos que las hacen inhabitables. Incluyendo la de los padres del nuevo sacerdote. Pero ‐milagro en el desastre– no hubo ni un muerto ni un herido en Okhaldhunga.

Casi todo el pueblo, de hecho, estaba en la ceremonia de ordenación. Cuando por la noche visité con Tek algunas familias, nos dijeron en todas partes: «¡Ha sido vuestro Dios quien nos salvó…! Con la ceremonia todos estábamos fuera.»

Nos llevó tres días regresar a Katmandú. El viaje –por un largo tramo de pista fangosa ‐ con nuestro autobús de 25 plazas, fue épico, con 60 kilómetros de largo rodeo porque un puente estaba cortado. La desolación en los pueblos del camino era tremenda. No tengo ninguna duda de que el número de muertes reportadas oficialmente aumentará. Los temblores están disminuyendo en intensidad. Conté 10 hasta anoche (28 de abril 16.45pm) poco después de mi llegada a Kamal Niwas (Katmandú). El séptimo, 26 de abril a las 13.10pm (25 horas después del primero) fue tan intenso como el primero, pero más corto. Nuevos daños y nubes de polvo.

Nos preocupaba como estaría Kamal Niwas… Pero los dos edificios no parecía haber sufrido ningún daño estructural. En el interior, el espectáculo era desgarrador. Una vez más gracias por su mensaje y amable atención.

P. Etienne Degrez SJ

Nuestra Señora del Camino

La Madonna della Strada o Nuestra Señora del Camino, es la Patrona de la Compañía de Jesús y la primera ante la cual San Ignacio de Loyola y los otros fundadores de la Compañía oraban en Roma. Y también fue imagen de María que se honraba en la la primera Iglesia que tuvo a cargo la naciente Compañía de Jesús recién fundada.

Su día conmemorativo (24 de Mayo) ayuda a recordar a los jesuitas que son peregrinos, inspirándose en uno sus fundadores que eligió ser llamado “el Peregrino”.

Señora del Camino – Cristóbal Fones SJ

Señora del Camino,

muéstrame la vía

para llegar al Padre

al lado de tu hijo.

 

Señora del Camino,

en mi oración te pido

que no me dejes nunca;

me siento como un niño.

 

Dame tu luz para avanzar

y en la noche oscura guíame.

 

Hazme transparente

como fue tu vientre

para dar a luz la vida.

Ponme con tu hijo,

Señora del Camino.

 

 

Autoritarismo Intolerante vs Diálogo Respetuoso

La Juventud actual es Reacia a los Autoritarismos

En la posmodernidad se consolidan varias conquistas históricas que van configurando el llamado “cambio de época”. Tal cambio se ha ido incubando desde la llamada “revolución cultural del 68” hasta el actual proceso de globalización y su crisis, con la exclusión de pueblos enteros (también del Primer Mundo), que anhelan una sociedad más justa e inclusiva.

Una conquista. Sobre todo entre los jóvenes, los fundamentalismos políticos y religiosos provocan una fuerte reacción que se apoya en un postulado inamovible: somos personas y no simples “súbditos” o títeres de la autoridad que sea. Hay un rechazo visceral a seguir identificando sumisión con obediencia; y está instalada una convicción: la conciencia es el último responsable de los propios actos.

 Anhelos Contemporáneos y Biblia-Tradición Especial

Por otra parte, el extendido rechazo contra toda ambición de poder que degrade a la persona y a las instituciones, armoniza con las afirmaciones evangélicas y con la doctrina católica más tradicional.

El Evangelio, Hechos y Cartas Paulinas, son una invitación a la responsabilidad personal, con una inseparable vivencia comunitaria.

El Reino vivido y predicado por Jesús en aquella sociedad esclavista, significaba y significa hoy: formar comunidades alternativas, fraternas, donde cada uno pueda decir su palabra y donde se respete el disenso, como en la primitiva comunidad cristiana. Y quienes presiden, sean no opresores sino “servidores de todos”.

Los escritores cristianos de los primeros siglos. Cabe recordar que aquellos cronistas iniciales quedaron absolutamente impactados por “el fenómeno Jesús, Dios y hombre”; con la realidad de la Gracia, entendida como el Espíritu Santo “in-habitando” en cada creyente y en todo el pueblo como tal.

Y estaban tan absortos por la novedad de ese Dios cercano, íntimo, restaurador de la dignidad personal y hacedor de comunidades de iguales… que hasta se olvidaban de hablar del pecado, entendido sobre todo como el que desune y destruye cualquier grupo que viva en armonía.

En la tradición eclesial posterior: Tomás de Aquino e Ignacio de Loyola.

Entre tantos, seleccionamos a estos dos creyentes que acentuaron la dignidad personal y la responsabilidad, apoyadas no en temores infantiles sino en firmes convicciones. Con un fuerte sentido de Iglesia y de adhesión al Magisterio, el que incluye necesariamente el “sentir de los fieles” (verdad recuperada por el Vaticano II).

El desafío. Ambos personajes apuntaron a lograr la difícil articulación entre la fidelidad al Magisterio-Tradición y las inevitables decisiones que cada uno debe tomar a lo largo de su vida, “con una conciencia debidamente formada”.

Evitando los dos extremos clásicos: la sumisión a la ley, que nos libra de los riesgos personales y nos mantiene inmaduros (“que otros me digan lo que tengo que creer y practicar”); y el relativismo, donde yo me voy inventando “mi” ley, según lo que sienta.

Santo Tomás de Aquino (siglo XIII). Defendió la autonomía de cada individuo hasta afirmar que “la conciencia es el último juez de los actos personales; y hay que seguirla, incluso aunque sea errónea”. Afirmación de aquellos siglos que algunos llamaron tendenciosamente “la oscura Edad Media”, y sin embargo, digna de ser incluida en cualquier Declaración de los Derechos Humanos contemporánea.

Por una fe ilustrada. “Quienes investigan la verdad y lo enseñan, deben mostrar cómo es verdadero lo que dicen. De lo contrario, si el maestro sólo apuntala sus tesis con meras autoridades, el que oye no adquirirá ninguna comprensión nueva, y quedará vacío como antes”. Quodl IV. A.18

Entonces, para Santo Tomás -dada la Encarnación- una fe al margen de la historia, de la cultura y sin formulaciones racionales, caería en el autoritarismo fundamentalista: “Usted tiene que creer aunque no lo entienda”. Para el santo, lo correcto es: “Hay que comprender para creer”.

Pero completa su pensamiento, diciendo que el quehacer teológico y el compromiso ulterior como cristianos en el mundo necesita hacerse desde la fe, que ante todo es un regalo de Dios: “Hay que creer para comprender”.

Así, la fe es una respuesta libre-racional a la oferta gratuita de Dios.

San Ignacio de Loyola (siglo XVI). Frecuentó por varios años la misma Universidad de París que el Aquinate, de quien recibió importantes influencias en su pensamiento.

Una de las piezas claves de su espiritualidad es el discernimiento personal, que debe ayudar al cristiano a decidir por sí mismo las cuestiones fundamentales de su vida. Afirmación obvia en nuestros días.

Ignacio es hijo de aquella Modernidad emergente, cuando se comenzó a revalorizar hasta hoy la centralidad del individuo, donde el cristiano comenzó a vivir en medio del “ruido” de un mundo muy variado de nuevas ideas y creencias, de inéditos desafíos sociales y políticos. Se había terminado la Cristiandad monolítica.

Una espiritualidad para tiempos modernos. Por eso, el joven necesita hoy una espiritualidad muy personalizada, y no estar guiado solamente por motivaciones externas, ya sean de autoridad o de tradición. Siempre con un hondo sentido de pertenencia e integración en la comunidad eclesial.

Importancia del acompañamiento. En los Ejercicios Espirituales Ignacianos, “el que da los EE” está para orientar al ejercitante en su oración y discernimiento. Su función es ayudarlo, nunca obligarlo o manipularlo para que tome un camino no decidido por él mismo. En especial, cuando se trata de elegir “estado de vida”.

Actualizar el Espíritu de las Primeras Comunidades

Las expectativas de nuestros jóvenes coinciden con aquel ambiente de las primeras comunidades y de las sanas tradiciones eclesiales. Para ello, una pregunta insoslayable es: ¿En qué Iglesia creen?

Los formadores debieran recordarles que su compromiso cristiano se asienta sobre una verdad eclesiológica básica: la Iglesia es, al mismo tiempo, un misterio de fe, una comunidad de amor… y una institución humana falible, siempre necesitada de reforma. “Casta y pecadora” (“casta meretrix” en su original latino), según San Ambrosio.

El Diálogo: Antídoto contra el Autoritarismo Intolerante

El diálogo dentro de la Iglesia y con el mundo. Un medio para concretarlo, es el sano debate, que incluye la confrontación de ideas y posturas. Sin ello, no hay ni persona libre ni comunidad madura.

Lo contrario del “monólogo” de una persona o grupo (donde los demás no intervienen), es el “diálogo”, que significa comunicarse uno(s) con otro(s) desde las convicciones propias pero respetando las ajenas. Y con la intención de buscar las mayores coincidencias posibles.

¡Qué importante para los jóvenes… y qué utópico -no imposible, pero arduo- para nuestro ambiente sociopolítico!

– Tres momentos eclesiales.

1. Pablo VI, el Papa del diálogo. Profundizó la gran intuición de Juan XXIII, quien anhelaba un Vaticano II no de condenas sino de mutua escucha, dentro y fuera de la Iglesia. Y en continuidad con “el Papa Bueno”, Pablo VI expresó su personal visión programática del concilio; y la refrendó en 1964 un año después de asumir el gobierno, en su primera encíclica, Ecclesiam Suam.

En ella considera que el intercambio respetuoso es el medio indispensable para el reencuentro intraeclesial y para acercarse a la problemática de la sociedad moderna. Por eso, quiso mostrar el rostro de una Iglesia “que propone y no impone, y que quiere estar cerca de los que sufren”.

“La religión es un diálogo entre Dios y el hombre”. Entonces, a partir de tal origen trascendente, “la Iglesia debe ir hacia el diálogo, entre los creyentes y con el mundo en que le toca vivir”. Y “con prudencia pedagógica, debe tener en cuenta a las distintas culturas (inculturación), pero sin atenuar o disminuir la verdad” (evangelización).

2. Durante el Concilio Vaticano II. Con un enfoque papal tan esperanzador, con el diálogo como actitud y como instrumento de comunicación, se recuperó una “riqueza de familia”, que aparece en los escritos del Nuevo Testamento.

Es que desde los comienzos, ya había pluralidad de comunidades eclesiales: en Jerusalén, los primeros cristianos procedían del más puro judaísmo; pero en Antioquia, enclave donde convergían distintas creencias, se dio una mezcla de cristianos venidos unos del judaísmo y otros del paganismo.

Lo mismo en Corinto y otras poblaciones de Asia y Europa, con cristianos casi todos ellos antiguos paganos.

En verdad, una amalgama de razas, culturas y tradiciones bien diversas, donde, sin embargo, se trataba de respetar las diferencias, y también los disensos ante los inevitables y frecuentes conflictos. Y la autoridad, como un servicio al resto del Pueblo.

Única “Tradición” apostólica, pero con una “transmisión” actualizada y pluralista. La Ecclesiam Suam recalca que la Palabra es innegociable en sus principios de fe básicos.

Sin embargo, se revela en la historia con sus diferentes etapas; y en las culturas de pueblos muy diversos, que incluso han ido enriqueciendo el Mensaje Único desde una distinta comprensión y recepción.

La Revelación no existe sino transmitiéndose. Así, hay que hablar de “tradición” en un doble sentido:

“Tradición apostólica”: conjunto de verdades y vivencias de la primera época, que debemos conservar y poner en práctica; y la “Tradición-transmisión”, que recoge esas verdades, pero las va actualizando, según los tiempos y los pueblos.

3. Después del Vaticano II, quedó ese anhelo primitivo de la unidad en la diversidad. Pero de un ambiente marcado por el entusiasmo y la búsqueda de renovados caminos para la intercomunicación dentro y fuera de la Iglesia, se pasó a un estilo de control y uniformidad, de miedo al pluralismo, con la tendencia al “pensamiento único” empobrecedor.

Conclusión. Una tarea Urgente: Seguir Profundizando en el Diálogo

Nuevas perspectivas. Han resurgido inmensas expectativas de renovación a partir del nombramiento del papa Francisco, aunque junto a fuertes resistencias al cambio. Se impone “blanquear” distintas crisis sectoriales, muy interconectadas entre sí.

“Las crisis se producen cuando lo viejo no acaba de morir, y lo nuevo aún no acaba de nacer”, Bertolt Brecht.

 Oscar Calvo SJ

Para Reflexionar en Tiempo de Pascua

No les resultaba fácil a los discípulos y discípulas expresar lo que estaban viviendo. De hecho, para hacerlo, los evangelistas acuden a toda clase de recursos narrativos y refieren esa experiencia de diferentes maneras. Sin embargo, el núcleo es siempre el mismo: Jesús vive y está de nuevo con ellos. Esto es lo decisivo, lo fundamental. Recuperan a Jesús lleno de vida.

Los discípulos se reencuentran con aquel que los había llamado y al que habían dejado solo. Ciertamente ya no será como antes, cuando estaban con él en Galilea. Tendrán que aprender a vivir de la fe. Tendrán que aprender a relacionarse con el Maestro de un modo completamente nuevo. Deberán llenarse de su Espíritu. Tendrán que recordar sus palabras y actualizar sus gestos.

Pero los anima el hecho de saber y sentir que Jesús está con ellos, y que la vida continúa.

Todos experimentan lo mismo: una paz honda y una alegría incontenible. Las fuentes evangélicas, tan sobrias siempre para hablar de sentimientos, lo subrayan una y otra vez: el resucitado despierta en ellos alegría y paz. Es tan central esta vivencia que se puede decir, sin exagerar, que de esta paz y de esta alegría nació la fuerza que impulsó a los seguidores de Jesús a querer transmitir su mensaje a otros.

Ahora bien, ¿con qué experiencias podemos contar nosotros para compartir la fe de los primeros cristianos?

¿Cómo alcanzar esa paz y esa alegría de las que ellos se sintieron inundados? ¿De qué manera podemos vivir la fe en la resurrección, sin reducirla a un mero convencimiento “en abstracto” y sin ninguna incidencia ni repercusión en lo concreto cotidiano? En definitiva, ¿qué significa creer en el Resucitado?

Creer en el Resucitado es comprender que el Evangelio es una invitación a vivir mejor. Es escuchar y comprender las palabras de Jesús como horizonte de sentido y camino de realización humana. Y es también dejarnos interpelar por esas palabras agudas y penetrantes del Maestro, que nos iluminan para no caer en la trampa de las numerosas “fuerzas de muerte” que se agitan alrededor de nosotros y que también operan en nuestro interior.

Creer en el Resucitado es experimentar que el mensaje de Jesús puede transformar nuestra existencia y dar más vida a todo lo bueno que hay en cada uno de nosotros; y puede liberarnos de todo aquello que nos ata y nos frena, que nos entristece y deprime, que nos inquieta y angustia, o que nos quita esperanza y ganas de vivir.

Creer en el Resucitado es trabajar por la vida y hacer todo lo posible por derrotar la muerte en cualquiera de sus manifestaciones. Es liberar las fuerzas de la vida y luchar contra todo lo que deshumaniza, degrada y aniquila a los seres humanos. Creer en el Resucitado es, en definitiva, mantener viva la esperanza de que otro mundo es posible; y desde ahí estar dispuestos a poner el hombro para hacer realidad en nosotros y en nuestro entorno la utopía de ese Reino de justicia, de paz y de una vida digna para todos que Jesús inauguró y con cuya causa se comprometió hasta la muerte.

Raúl Bradley SJ

 

‘Muéstranos al Padre’

«A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a Tomás: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto.» Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta». Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes ¿Y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre ¿Cómo dices: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi nombre, yo lo haré».

Jn 14, 6-14

Reflexión

Señor, ¿qué hay para que te manifiestes a nosotras y no al mundo?

Jesús parece no escuchar la pregunta de Judas Tadeo. No altera el hilo de su honda comunicación sobre el amor y la relación personal como condición para recibirlo. Es que en esta palabra suya está entrañada la respuesta que busca el discípulo.

Será una constante. Muchas veces sentiremos que el Señor no responde directamente a nuestras urgencias, pero encontraremos su respuesta meditando su palabra en la intimidad de nuestro corazón, en esa amalgama entre su palabra y su luz y nuestro compromiso-interpretación-decisión para actualizarla en nuestra vida concreta.

Señor, ¿por qué te manifestarás sólo a nosotros y no al mundo? Porque el que no me ama no puede recibirme. Descubrir mi presencia en el camino de la vida nunca será una imposición forzosa e inapelable. Solamente será posible en un contexto de fe y decisión por mí, de quien ya se ha puesto en camino tras mis huellas.

Eso sí, al mundo no lo abandono. Serán mis discípulos, esos que me acogen en su corazón y me traducen a sus vidas concretas, mi manifestación palpable para cada circunstancia, en cada momento de la historia.

 Leonardo Amaro Sj