Semana Santa en ARU

La Red Juvenil Ignaciana se prepara para vivir esta Semana Santa en profundidad. Para ello, en cada lugar se está planeando una o varias propuestas, en las que los jóvenes vienen trabajando desde hace un tiempo. Algunas de ellas están dirigidas a las comunidades locales, mientras que otras han abierto la invitación a todos los núcleos de la Red.

Las actividades son de lo más variadas y van desde retiros hasta misiones rurales y urbanas, en las que los jóvenes salen a otras poblaciones para acompañar las celebraciones de la semana.

Pascua Joven

Entre las propuestas de reflexión y profundización en el sentido de cada día, tenemos, en primer lugar, la Pascua Joven en Corrientes. La misma será del 24 al 27 de marzo en la Casa de Ejercicios San Ignacio de Loyola. Esta consiste en una especie de Retiro Ignaciano en el que se invita a los jóvenes a través de diferentes dinámicas, a reflexionar sobre cada uno de los días de la Semana Santa y a prepararse en comunidad para recibir la Resurrección.

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Otra propuesta de Pascua Joven es la que se vive en Córdoba. Ya no como retiro, sino que se combinan espacios de reflexión, servicio, formación y participación activa en la liturgia. Esta propuesta se lleva adelante los días jueves, viernes y sábado santo y culmina con las celebraciones en el templo.

También Mendoza se suma a la oleada de ‘Pascua Joven’ inaugurando este año su propuesta, que consiste en un campamento para jóvenes a partir de los 14 años. En ella se combinarán la participación en las celebraciones y dinámicas grupales y personales de integración, reflexión y compartida. La misma pretende integrar y acompañar a los jóvenes en los días de la Semana Santa.

Los jóvenes del MEj organizan en Resistencia una “Noche Heroica” que se lleva adelante el jueves santo. Es una propuesta de oración para permanecer acompañando a Jesús en esa última noche previa a su misión.

Ejercicios Espirituales

Las propuestas pensadas en Montevideo para esos días, están dirigidas a preparar el corazón y vivir la Pasión del Señor, contemplando su vida en silencio y en el recogimiento interior. El Centro de Espiritualidad Manresa, convoca a una tanda de Ejercicios de ocho días, mientras que, la CVX, y las hermanas esclavas, ponen a disposición una experiencia similar, pero, de cuatro días. La particularidad de los ejercicios organizados por CVX es que, con dicha experiencia finaliza el proceso de bienvenida a las comunidades que un grupo de jóvenes inició en diciembre pasado.

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Jóvenes en Misión

Son muchos también los jóvenes de la Red que eligen vivir su semana santa de misión. En Santa Fe, los jóvenes han abierto la convocatoria para todos los que quieran sumarse a vivir la Semana Santa en Alto Verde. Allí se realiza la visita de casas por la mañana, se acompañan las celebraciones litúrgicas y además, se plantean diferentes actividades para compartir con la gente del barrio.

En Córdoba, el Grupo Misionero Pinceles se instala jueves, viernes, sábado y domingo en el pueblo que vienen misionando desde 2014. Mientras, los grupos de apostolado presentes en Centro Manresa se encargan de llevar adelante el triduo de Semana Santa en los barrios donde realizan la actividad apostólica semanalmente.

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En Buenos Aires, los jóvenes ignacianos también parten en misión, como ya es tradición para el grupo de exalumnos del Salvador, hacia La Rioja.

Quizás una de las novedades más grandes es la misión de Pascua organizada en la parroquia San José de Tacuarembó, que también ha abierto la convocatoria a todos los jóvenes de la Red.

Por su parte, Resistencia ha decidido salir de su Parroquia para sumarse a alguna de las propuestas que se llevan adelante en semana Santa, ya sea de misión, retiro, reflexión o ejercicios espirituales.

Celebraciones Litúrgicas

Además, en los templos y parroquias Jesuitas de todo Argentina y Uruguay, se llevan adelante las tradicionales celebraciones litúrgicas propias de la Semana Santa que preparan, que también cuentan con una amplia participación.

 

 

Palabras vivas del P. Arrupe, sj

Por Darío Mollá sj

El 5 de febrero de 1991 fallecía en Roma el P. Pedro Arrupe, 28º Prepósito General de la Compañía de Jesús, después de una larga enfermedad causada por una trombosis que sufrió el 7 de Agosto de 1981 a la vuelta de un viaje a Filipinas y Tailandia. El 14 de noviembre de 1997 sus restos mortales fueron trasladados a la Iglesia romana del Gesú, donde reposan actualmente.

El significado y trascendencia de su persona y de su obra siguen plenamente vigentes. Desbordan las servidumbres del tiempo y desbordan también los límites de la Compañía de Jesús. Para todos los cristianos de hoy el P. Arrupe sigue teniendo palabras vivas que nos interpelan y nos ayudan a vivir con más radicalidad y profunidad nuestro seguimiento de Jesús. Recojo brevemente algunas de ellas.

Arrupe, el hombre de Dios

Sin duda, el P. Arrupe fue un hombre de Dios. Ahí radica el más hondo secreto, la explicación más certera, de su entrega, de su impulso misionero, de su creatividad, de su compromiso con los pobres de esta tierra. Un hombre de Dios al estilo de San Ignacio, con una experiencia personal de encuentro con la Trinidad y de identificación con Cristo, enviado a “hacer redención del género humano”. Un Cristo que para Pedro Arrupe fue siempre el Cristo pobre, humilde y crucificado de los Ejercicios ignacianos. Un hombre de Dios que, precisamente por ello, está profundamente comprometido con el hombre, con todo el hombre y con todos los hombres.

Su persona y sus escritos son una permanente llamada a profundizar y personalizar en nuestra experiencia de Dios, porque de ella depende todo lo demás. Resulta esclarecedor el siguiente párrafo, lleno de sinceridad y vigor, de su conferencia Inspiración Trinitaria del Carisma Ignaciano: “Me pregunto si la falta de proporción entre los generosos esfuerzos realizados en la Compañía en los últimos años y la lentitud con la que procede la esperada renovación interior y adaptación apostólica a las necesidad de nuestro tiempo en algunas partes… no se deberá en buena parte a que el empeño en nuevas y ardorosas experiencias ha predominado sobre el esfuerzo teológico espiritual por descubrir y reproducir en nosotros la dinámica y contenido del itinerario interior de nuestro fundador, que conduce directamente a la Santísima Trinidad y desciende de ella al servicio concreto de la Iglesia y “ayuda de las almas” (D. Mollá –ed-, Pedro Arrupe, Carisma Ignaciano, col MANRESA n 55, ed. Mensajero-Sal Terrae-Universidad Pontificia de Comillas, 2005, p. 105).

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Arrupe, el Misionero

El P. Pedro Arrupe fue, por vocación interior, por talante, por biografía, un misionero. Llegó a Japón, tras haberlo solicitado insistentemente, en el año 1938, recién acabada su formación de jesuita, y permaneció allí hasta 1965 en que fue elegido General de la Compañía de Jesús. En esa elección fue especialmente tenido en cuenta su talante misionero. Y como General siguió siendo un misionero de principio a fin: ya antes de acabar el año 1965 viajó al Próximo Oriente y a África y, como hemos dicho anteriormente, acabó su recorrido vital como General en un viaje al Extremo Oriente.

Para él la palabra “misión” es la palabra clave del carisma ignaciano, la llave maestra “para entender y profundizar en el conocimiento del carisma fundacional de san Ignacio” (Pedro Arrupe, carisma de Ignacio p. 137. Conferencia ‘La misión apostólica, clave del carisma ignaciano’ n99)

Misión no es simplemente, como a veces entendemos, un lugar o una tarea, sino una dimensión básica del seguidor de Jesús, que comparte con Él el envío del Padre; una dimensión que condiciona toda la vida y que nos proyecta más allá de cualquier frontera (geográfica, ideológica, religiosa o vital) en una actitud de servicio que Arrupe define, de modo preciso y precioso, como “incondicional e ilimitado, magnánimo y humilde” (Pedro Arrupe, carisma de Ignacio, p. 151. Conferencia “Servir sólo al Señor y a la Iglesia, su esposa’…n4).

El sentido de la misión nos da un enfoque preciso para acercarnos al evangelio y nos ayuda a mirar el mundo con la mirada de Dios, con la anchura, con la hondura y con la cercanía con la que Dios mira el mundo: con la universalidad y mirada amplia de Dios, con la profundidad de Dios, con el cariño de Dios.

Arrupe, el hombre de Iglesia

Entre las numerosísimas fotos que tenemos de la vida del P. Arrupe, impresionan de un modo especial sus fotos con los dos Papas con los que tuvo relación: arrodillado recibiendo la bendición de Pablo VI o de Juan Pablo II, o la foto de la visita de Juan Pablo II a un Arrupe ya muy enfermo en la enfermería de la Curia romana de la Compañía de Jesús. Todas ellas presentan a un Pedro Arrupe que, con fidelidad plena al carisma y ejemplo de San Ignacio, tuvo una devoción muy personal y muy honda a la Iglesia y a los Papas. Arrupe coincidió también con Juan Pablo I, pero dada la corta duración de este Pontificado, no hubo tiempo para una relación personal.

Pese a todas las dificultades… que fueron muchas. Sus tiempos fueron los “tiempos revueltos” de la Iglesia y de la Compañía postconciliar, su responsabilidad eclesial fue mucha al ser prácticamente durante todos los años de su mandato el presidente de los Superiores Generales de institutos religiosos, y sus tomas de postura apostólicas no fueron siempre bien entendidas en la Santa Sede.

Pero en Arrupe había de fondo, y esa es la interpelación que nos hace, un gran “afecto” a la Iglesia. Para él la Iglesia no era simplemente una institución, sino una madre y la esposa de Cristo. Y, por tanto, como tal hay que tratarla y amarla, más allá de límites y dificultades. Hay que “sentir” afecto por la Iglesia, con todo lo que supone el “sentir” ignaciano: “un conocimiento impregnado de afecto, fruto de experiencia espiritual, que compromete a todo el hombre” (Pedro Arrupe, carisma de Ignacio, p. 167). Todo un desafío y una llamada para los cristianos de hoy.

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Arrupe, el hombre de discernimiento

Servir en misión pide discernir. Si pretendemos dar una respuesta de hoy a los problemas y necesidades del mundo de hoy, es necesario preguntarnos qué debemos hacer y qué podemos hacer. Y preguntarnos y respondernos desde el “más” ignaciano: el mayor servicio, la mayor necesidad, la mayor urgencia, el bien más universal… (D. Mollá sj, Cuadernos EIDES n78, p.24). Por eso, Arrupe, hombre de misión y hombre del “más” es también hombre de discernimiento.

Un discernimiento que no le fue fácil ni cómodo sobre qué es lo que la Compañía tenía que ser, vivir y hacer para responder, en fidelidad al carisma ignaciano, a las necesidades del mundo de hoy. Un discernimiento y un cambio que tuvo que afrontar entre las presiones de los que no saben distinguir lo esencial de lo secundario y consideran que todo es esencial y que, por tanto, todo es intocable y no se puede cambiar nada y los que pretenden cambiarlo todo, sin atender a elementos que son esencial que deben pervivir a pesar de los cambios.

Somos invitados por Pedro Arrupe a discernir y preguntarnos qué es lo que nos pide la fidelidad al Señor y a la misión en cada momento de nuestra historia y de nuestra vida. Y eso no es un tema secundario, para determinadas ocasiones o momentos excepcionales, sino una exigencia ineludible de nuestro ser misioneros como cristianos. Una pregunta para todos los días y para cada día. En palabras vigorosas de Pedro Arrupe: “Es mucha verdad que los problemas nos desbordan y que no lo podemos todo. Pero lo poco que podemos, ¿lo hacemos todo?” (Pedro Arrupe, carisma de Ignacio, p.99)

Pedro Arrupe, el hombre de la fe-justicia

El 14 de noviembre de 1980, unos pocos meses antes de su trombosis, el P. Arrupe creó oficialmente el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), una de sus últimas grandes decisiones como General. Decisión que, a la luz de lo que estamos viviendo en Europa y en todo el mundo en los últimos meses, nos resulta enormemente profética, porque Pedro Arrupe fue también un profeta de la promoción de la justicia que exige el servicio de la fe.

“Servicio de la fe y promoción de la justicia”. Así lo había formulado unos años antes, en 1975, la Congregación General 32 de la Compañía de Jesús que él convocó, presidió y animó. La última de sus conferencias, pronunciada en febrero de 1981, ‘Arraigados y cimentados en la caridad’, estudia a partir de los escritos ignacianos, de la vida de los primeros compañero y de los escritos neotestamentarios de San Juan y San Pablo, ese vínculo indisoluble entre el amor a Dios y el amor a los hermanos, entre la fe, la caridad y la justicia.

Por desgracia, la situación de injusticia estructural que causa tantas víctimas y tanto sufrimiento, no ha ido a menos desde la muerte del P. Arrupe hasta hoy. Por tanto, su llamada y su interpelación a nuestro compromiso por la justicia como creyentes sigue plenamente viva. No hay vivencia auténtica de la fe sin compromiso por la justicia. Y ese compromiso por la justicia adquiere su mayor radicalidad y plenitud cuando es vivido desde la fe.

Experiencia de Dios, misión, Iglesia, discernimiento, justicia… son las palabras vivas que nos deja la persona y la obra del Padre Arrupe. Palabras válidas para todos los cristianos. Son su legado que es, para todos nosotros, una gracia de Dios como él mismo fue, y es, una gracia de Dios para la Iglesia y para el mundo.

Fuente Revista Mensajero

La Escuela Católica del Siglo XXI

La Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC) junto con la Asociación Nacional de Educación Católica de Brasil (ANEC) llevaron a cabo la versión nº 24 del Congreso Interamericano de Educación Católica en la ciudad de São Paulo, del pasado 13 al 15 de enero.

La conferencia de apertura, desarrollada en torno al pensamiento en educación del papa Francisco, contó con la participación de monseñor João Justino, obispo auxiliar de Belo Horizonte y presidente de la Comisión Episcopal Pastoral para la Cultura y Educación de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), y del sacerdote salesiano Walter Guillén, de la arquidiócesis de Tegucigalpa (Honduras).

La temática del Congreso también fue abordada a través de cuatro conferencistas que ofrecieron importantes aportes sobre el contexto de la escuela católica del siglo XXI en América (Hno. Carlos Gómez Restrepo, rector de la Universidad de La Salle de Bogotá, Colombia), los cambios y las mejoras que se deben generar (Hna. Monserrat del Pozo, superiora general de las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret), el nuevo rol que deben asumir los sujetos de la escuela católica en el continente (Hno. Juan Antonio Ojeda, director académico de la Oficina Internacional de Educación Católica – OIEC), y cómo debe ser la propuesta educativa evangelizadora de la escuela católica de América (padre Vitor Mendes, anterior secretario del Dpto. de Cultura y Educación del CELAM).

Algunas experiencias significativas de educación católica de América también fueron expuestas, lo mismo que varias herramientas para favorecer el trabajo en equipo, mediante un panel que coordinó el secretario del Dpto. de Cultura y Educación del CELAM, el padre Óscar Lozano, SDB. Se desarrolló también un debate sobre familia y escuela, el cual fue coordinado por la ANEC.

Nuestra Federación estuvo presente a través del P. José Leonardo Rincón, SJ, Ex-Presidente de la FLACSI, quien fue expositor de un panel en nombre de la Federación durante el Congreso y el P. Mário Sundermann, SJ, delegado de Educación de la “Rede de Educação Jesuíta de Brasil” lo fue en la asamblea post Congreso, quien nos comenta que “el encuentro con profesionales de la educación de otras congregaciones y centros educativos permite profundizar en diferentes espacios y formas de aprendizaje, una vista previa de soluciones creativas a los desafíos que impregnan la educación actual y que aún es un espacio propicio para el intercambio de experiencias. Al evento llegaron educadores de toda América Latina y nos hace pareja con el fin de asegurar una educación plena y total que nos propusimos”.

Al igual que las conferencias, las palabras del papa Francisco, quien hizo llegar su mensaje a través de un vídeo. Durante su alocución, el Sumo Pontífice agradeció a los educadores por “todo lo que hacen”, particularmente en un contexto en el que “el pacto educativo está roto”, e insistió en la necesidad de educar para la cultura del encuentro, especificando que consiste en “el momento en que la educación enseña a la gente a encontrarse y a llevar adelante obras de siembra”.

Para ver las conclusiones del Congreso, haz clic aquí

Te invitamos a ver el vídeo con las palabras del Papa. 

Reflexión del Evangelio, Domingo de Ramos

Por Gabriel Jaime Pérez Montoya, S.J.

En aquel tiempo, Jesús echó a andar delante, subiendo hacia Jerusalén. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos, diciéndoles: «Vayan a la aldea de enfrente; al entrar, encontrarán un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les pregunta: «¿Por qué lo desatan?», contéstenle: «El Señor lo necesita»». Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron: «¿Por qué desatan el borrico?» Ellos contestaron: «El Señor lo necesita». Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos y le ayudaron a montar.

Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y, cuando se acercaba ya la bajada del monte, toda la multitud de sus discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos, por todos los milagros que habían visto, diciendo: «¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en lo alto!» Algunos fariseos de entre la gente le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos». Él replicó: «Les digo que, si éstos callan, gritarán las piedras».

(Lucas 19, 28-40)

La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos, llamado también de Pasión. En este año el texto para la bendición de los ramos es del Evangelio de Lucas (19, 28-40), y en la Misa se toma del mismo Evangelio el relato de la pasión y muerte de Jesús (Lucas 22, 14 – 23.56), antecedido por un texto de Isaías (50, 4-7), otro del Salmo 22 (21) y otro de la Carta de san Pablo a los Filipenses (2,6-11). Centremos nuestra reflexión en tres temas:

1. “¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor!”

Jesús entra a Jerusalén, no con arrogancia en un carro de guerra tirado por caballos, como lo hacían los vencedores en de batallas militares o los emperadores, sino manso y humilde, en son de paz y montando un asno, como lo había anunciado hacia el año 450 A.C. el profeta Zacarías (9,9): “Mira que tu rey vendrá a ti… pobre y sentado sobre un asno…”

Jesús inicialmente es recibido por “la multitud de sus discípulos” como el Mesías prometido, descendiente del rey David. Pero también la mayoría de ellos lo abandonará, hasta salirse finalmente con la suya los fariseos y los sacerdotes del Templo, que provocarán la condenación de Jesús a la muerte en la cruz. A la aclamación inicial “Bendito el Rey que viene…” – le sucederá poco después el grito “Crucifícalo” (Lc 23, 20). Pero hay un detalle: el mismo Evangelio que al narrar el nacimiento de Jesús se había referido a los ángeles que cantaban “Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra…” (Lc 2, 14), evoca ahora una exclamación similar de la gente que lo recibe cuando entra en Jerusalén antes de su pasión: “¡Paz en el cielo y gloria en lo alto!”

El Papa Francisco, de cuya elección y consagración se acaba de cumplir el tercer aniversario, dijo en su homilía del Domingo de Ramos de 2013, comentando este texto del Evangelio: “Gentío, fiesta, alabanza, bendición, paz. Se respira un clima de alegría. Jesús ha despertado en el corazón tantas esperanzas, sobre todo entre la gente humilde, simple, pobre, olvidada, esa que no cuenta a los ojos del mundo. Él ha sabido comprender las miserias humanas, ha mostrado el rostro de misericordia de Dios y se ha inclinado para curar el cuerpo y el alma. Este es Jesús. Este es su corazón atento a todos nosotros, que ve nuestras debilidades, nuestros pecados. El amor de Jesús es grande. Y, así, entra en Jerusalén con este amor, y nos mira a todos nosotros. Es una bella escena, llena de luz –la luz del amor de Jesús, de su corazón–”.

Estas palabras recobran un especial significado en este 2016, Año Santo de la Misericordia proclamado como tal por el mismo Papa Francisco: su convocatoria para la celebración de este Jubileo, bajo el título “El Rostro de la Misericordia”, comienza precisamente diciendo que “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre.”

2. “Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes. Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes…” (Lc 22, 19-20)

El relato de la pasión según san Lucas comienza evocando, en la la cena pascual de Jesús con los doce apóstoles la víspera de su muerte, la institución del sacramento de la Eucaristía, “fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia”, como dice en su Constitución sobre la Sagrada Liturgia el Concilio Vaticano II, de cuya apertura se cumplieron 50 años el pasado 8 de diciembre.

La Iglesia dedica la tarde del Jueves Santo a conmemorar especialmente tal institución de la Eucaristía. Ella es, como decimos inmediatamente después de la consagración del pan y del vino que se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, el sacramento de nuestra fe en el que anunciamos su muerte, proclamamos su resurrección y expresamos nuestra esperanza (ven, Señor Jesús). Como actualización de su sacrificio redentor, este mismo sacramento es el signo del amor de Dios que implica el mandamiento del amor: amor al prójimo, no sólo como a nosotros mismos, sino como Él nos ha mostrado que nos ama: hasta el extremo, hasta la entrega de la propia vida.

3. “Realmente, este hombre era justo”

Esta expresión la encontramos inmediatamente después de la exclamación final de Jesús –“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”-. Reconocer a Jesús como el hombre justo por excelencia es reconocerlo como el Hijo de Dios, porque la verdadera justicia consiste en realizar la voluntad de Dios que nos invita a ser solidarios con quienes que padecen la injusticia. Cuando nos identificamos como seguidores de Cristo con la señal de la cruz -y cuando el Viernes Santo la veneramos y lo adoramos a Él crucificado-, estamos expresando que nos comprometemos a realizar lo que este signo representa.

Quienes creemos en Jesucristo como Hijo de Dios, reconocemos que en su pasión y muerte se cumplen las profecías de los cuatro poemas del “Servidor de Yahvé” escritos hace unos 2.550 años y que encontramos en el libro de Isaías. En el tercer poema -primera lectura del Domingo de Ramos- el Servidor de Yahvé dice: “Yahvé me ha instruido para que consuele a los cansados con palabras de aliento” (Isaías 50, 4). Y en la segunda lectura del mismo Domingo de Ramos (Filipenses 2, 6-11), el apóstol San Pablo dice que el mismo Jesús que se despojó de la gloria de su divinidad para humillarse hasta la muerte de cruz, fue exaltado con el nombre de Señor del universo. Todo lo contrario del pecado original y sus consecuencias, cuando el ser humano desconoce su condición de criatura y se deja dominar por la sed de poder.

Celebremos esta Semana Santa identificándonos con Jesús que se solidariza plenamente con el sufrimiento humano. Aclamémoslo no sólo como el Rey que viene en el nombre del Señor, sino también como el que tiene este mismo título por haber entregado su vida para salvarnos y hacer de nosotros hijos de Dios a su imagen y semejanza. Y renovemos nuestro compromiso de vivir como tales, cumpliendo su voluntad, es decir, practicando la justicia de acuerdo con su mandamiento del amor significado en la santa cruz, único camino para lograr la reconciliación y la paz en nuestra vida personal y social-.

 

San José Obrero

El 19 de Marzo celebramos el día de San José Obrero. En la figura de José podemos ver lo que significa el santificar las cosas pequeñas, el encontrarse con Dios en lo de todos los días. Muchas veces nos empecinamos en buscar la santidad en lo extraordinario. Sin embargo, en José podemos reconocer que la Santidad comienza en lo cotidiano, en el trabajo que dignifica y santifica. El papa Pablo VI cuando presenta esta fiesta a la iglesia nos muestra que el trabajo está unido con la santidad, pues en lo que desarrollamos y realizamos a diario logramos el encuentro con Cristo. La Santidad pasa por la entrega en lo de cada día. Entonces, es en nuestro trabajo donde cosechamos santidad. Que el Señor bendiga tu trabajo y si no lo tienes, pidamos a San José que interceda para que pronto lo tengas.

Oración a San José

Enséñanos, José,

cómo se es “no protagonista”,

cómo se avanza sin pisotear,

cómo se colabora sin imponerse,

cómo se ama sin reclamar

cómo se obedece sin rechistar

cómo ser eslabón entre el presente y el futuro

cómo luchar frente a tanta desesperanza

cómo sentirse eternamente joven

Dinos, José,

cómo se vive siendo “número dos”,

cómo se hacen cosas fenomenales

desde un segundo puesto.

Cómo se sirve sin mirar a quién

cómo se sueña sin más tarde dudar

cómo morir a nosotros mismos

cómo cerrar los ojos, al igual que tú,

en los brazos de la buena Madre.

 

Explícanos

cómo se es grande sin exhibirse,

cómo se lucha sin aplauso,

cómo se avanza sin publicidad,

cómo se persevera y se muere uno

sin esperanza de un póstumo homenaje

cómo se alcanza la gloria desde el silencio

cómo se es fiel sin enfadarse con el cielo.

Dínoslo, en este tu día, buen padre José.

Fuente: Oleada Joven

 

Los derechos humanos no tienen fronteras

La sociedad civil pide justicia para las personas migrantes.

“Las fronteras cerradas matan”. “Derechos humanos para todos”. Así afirmaban las pancartas al inicio de la marcha que el 6 de febrero de 2016 se desarrolló desde la ciudad de Ceuta (enclave español en el continente africano) hasta la frontera con Marruecos, en la playa de Tarajal. Allí, hace dos años, 14 personas migrantes subsaharianas murieron ahogadas a pocos metros de la playa, una de ella terminó desaparecida y muchas otras resultaron heridas. Todo esto bajo los ojos y la responsabilidad de las fuerzas del orden españolas que estaban desplegadas en la playa en un amplio operativo antidisturbios.

Ese día unas 200 personas migrantes, acampadas en el lado marroquí, habían decido intentar una entrada colectiva al territorio español y algunas habían optado por cruzar a nado, frente a la imposibilidad de superar la valla. La Guardia Civil detectó el movimiento y activó el máximo nivel de alerta movilizando a varios grupos, incluido el antidisturbios, sin embargo no avisó a Salvamento Marítimo, ni a Cruz Roja, contraviniendo lo previsto en estos casos. Al acercarse por el mar las personas migrantes, la Guardia Civil utilizó botes de humo y disparó pelotas de goma hacia el agua (una práctica nunca realizada hasta ese entonces) generando pánico entre los migrantes y una situación de confusión y violencia que concluyó con fatal desenlace.

Las lesiones y las muertes ocurrieron bajo la supervisión directa de las fuerzas del orden, que hubieran tenido que actuar para prevenirlas. La utilización de materiales antidisturbios fue repetidamente negada por el Ministro de Interior español pero al final tuvo que ser admitida, mientras queda por esclarecer porqué no se activaron los mecanismos de socorro. La omisión de auxilio es más grave porque las personas ahogadas, por su país de origen o historia personal, hubiesen podido solicitar protección internacional, derecho fundamental que fue negado no sólo a ellas, sino a las personas heridas. Efectivamente, los heridos fueron devueltos al lado marroquí, en un procedimiento llamado “devolución en caliente”, es decir: una expulsión sumaria y colectiva, que ha sido condenado por el comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa.

Estos hechos constituyen gravísimas violaciones de los DDHH y evidencian la “doble moral”, o la total ausencia de moral y legalidad, con la cual se tratan a las personas migrantes. El mero hecho de llegar a un país de forma irregular no puede ni debe justificar la negación de los derechos fundamentales y, en particular, del derecho a la protección internacional.

Esta tragedia tuvo gran impacto en la opinión pública. Varias organizaciones sociales se hicieron cargo de la causa penal para que se aclararan los hechos y las responsabilidades a fin de que nada parecido se repita en futuro. En octubre de 2015 el Juzgado de Ceuta ordenó el archivo provisional de la causa contra 16 miembros de la Guardia Civil. La impunidad parece haberse impuesto, por el momento.

Para recordar las víctimas, sus sueños y sus jóvenes vidas arrancadas, y para pedir justicia, el pasado sábado 6 de febrero se reunieron organizaciones y personas desde España y Marruecos, religiosas y laicas, cristianas y musulmanas, conjuntamente con las y los migrantes subsaharianos, unidos por el deseo de unas políticas migratorias respetuosas de los DDHH. Las personas migrantes habían preparado carteles y canciones para animar las actividades. El grupo no era muy numeroso, pero su variedad cultural y su vitalidad comprometida inspiraban ilusión. Caminar juntos fue ocasión de conversaciones que abrían nuevas perspectivas y hacían saborear el gusto de encontrarse sin prejuicios, sin las etiquetas “legal”-“Ilegal”, “extranjero”- “nacional”, “sin-papeles”- “con papeles”.

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Al final de la marcha, un comité de los migrantes agradeció a todos y todas por el apoyo, y por compartir una misma lucha. Fue asombroso ver cómo la experiencia de la exclusión está haciendo crecer la conciencia social de estos jóvenes migrantes y su compromiso por los derechos. Ojalá construyéramos sociedades donde su contribución ciudadana fuera tomada en cuenta para construir relaciones de equidad.

“No más víctimas de la inmigración clandestina” recitaba otra pancarta de la marcha. Lamentablemente habrá muchas más víctimas mientras se mantengan las políticas actuales que cierran de facto los canales legales de migración. Sin embargo, no hay muro que pueda detener la fuerza de la vida y el deseo de superación. “Barrer, barrer, barrer las heridas de mi pasado…” cantaban las personas migrantes, “… es la vida: una amiga divina, me regala alas y deseos”. Nos toca encontrar juntos los medios y las políticas para que en nuestro mundo quepan los deseos y los derechos de todos y todas.

CPALSocial

 

Ignacianos x Haití: Embajadores de Transformación

Estudiantes de varios países nos cuentan sobre sus motivaciones y expectativas para este año de campaña

El 2016 es el segundo año de “UMA POM POU MY PROFE” y el último de Ignacianos por Haití. Este año, los estudiantes de los Colegios de la Compañía de Jesús en el continente, quienes han sido siempre los protagonistas de la campaña, serán voceros y representantes de sus comunidades educativas a través de la iniciativa «Embajadores de Transformación».

A través de Encuentros Virtuales Internacionales a lo largo del año, podrán conocerse entre ellos, intercambiar experiencias de campaña y reflexionar juntos sobre ellas, así como proponer ideas y acciones conjuntas para seguir aportando en el mejoramiento de la educación en Haití, y continuar fortaleciéndonos como cuerpo apostólico continental.

Ya son 40 Embajadores provenientes de 19 colegios diferentes en Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, Honduras, México y Perú, que han manifestado su entusiasmo, ganas e ideas para fortalecer esta misión común, y seguir demostrando la capacidad de integración y movilización que tenemos como red continental. Compartimos fragmentos de algunos testimonios sobre sus expectativas y motivaciones:

Rocío Duarte – Liceo Javier, Guatemala

“Podríamos comenzar con una actividad que logre trascender y que transmita esos valores que cada uno posee, para despertar el interés de otros estudiantes”.

Daniel Chininín – Colegio San Gabriel, Ecuador:

“Logremos la unión y la amistad entre colegios jesuitas a lo largo de Latinoamérica, forjando amistades con otros Embajadores y compartiendo diferentes ideas, para transformar esta campaña en una mejor ayuda para nuestros hermanos de Haití”.

Federico Arizu – Colegio del Salvador, Argentina:

“Para mí lo más importante es empezar en el metro cuadrado, en nuestras casas y en el colegio, y paso a paso ir expandiéndonos”.

Belén Jurado – Unidad Educativa San Luis Gonzaga, Ecuador:

“Borrar fronteras entre países porque lo que nos une, confío es mucho más fuerte que lo que nos separa”

José Victor Cruz – Colégio Diocesano, Brasil:

“La transformación tiene como objetivo cambiar la realidad de otras personas desde mi propia transformación”

Begoña Robredo – Instituto Oriente, México:

“Aunque todos los participantes tengamos diferentes realidades y contextos de vida, el ser jesuitas y tener la iniciativa de ayudar nos une.”

Paula Santos –Nova Friburgo, Brasil:

“El mundo está en una época triste. Nos decepcionamos y angustiamos con las actitudes del ser humano, pero con estas iniciativas percibimos que aún hay amor y compasión en nuestros corazones”.

Vitória María Santos –ETE, Brasil:

“Lo mejor de esta experiencia será la unión con personas de diferentes culturas e nacionalidades colaborando en la misión de Cristo”.

“Embajadores para la Transformación”

A cada uno de ellos le damos la bienvenida y los presentamos ante los colegios de la Federación. Puedes conocer un poco más sobre ellos haciendo CLIC AQUÍ.

Reiteramos la invitación a todos los colegios FLACSI a promover en sus estudiantes esta experiencia de transformación e integración, que además, podrá dar vida a nuevas amistades transnacionales.

Para mayor información, comunícate con Jimena Castro, Coordinadora de la Campaña, al correo: jimena.castro@flacsi.net

Migraciones, humanismo y civilización

Adolfo Nicolás, s.j.

El 14 de enero de 2016, la iglesia del Gesù en Roma acogió, en un conmovedor clima de oración y de escucha, los testimonios vitales de numerosos refugiados. Se vivió así, desde la solidaridad y la cercanía, la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado. Reproducimos aquí la intervención improvisada del P. Adolfo Nicolás, Superior general de la Compañía de Jesús, durante su encuentro con los inmigrantes, refugiados y voluntarios del Centro Astalli, institución del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS).

«Sin duda, tendríamos que estar agradecidos a los migrantes que llegan a Italia y a Europa por un motivo: nos ayudan a descubrir el mundo. He vivido en Japón durante más de treinta años y he trabajado cuatro años en un centro para inmigrantes. La mayoría de ellos no disponía de papeles en regla, así que puedo hablar por experiencia propia. Y, precisamente desde la luz de lo que he vivido, lo confirmo: las migraciones son una verdadera fuente de beneficios para el país. Lo han sido siempre, por encima de las dificultades y las incomprensiones.

La comunicación entre las diversas civilizaciones se alcanza, de hecho, a través de los refugiados y de los migrantes; así es como se ha formado el mundo que conocemos. No ha sido solo el hecho de sumar una cultura a otra: se ha producido una verdadera transformación. Eso es lo que nos enseña la Historia. También las religiones: el cristianismo, el islam y el judaísmo se han difundido por el mundo gracias a los migrantes que abandonaron su país y se desplazaron de un sitio a otro.

Por eso les debemos estar agradecidos, porque nos han “dado” el mundo. Sin ellos estaríamos encerrados dentro de nuestra propia cultura, conviviendo con nuestros prejuicios y con nuestras limitaciones. Un país siempre corre el riesgo de encerrarse en horizontes muy estrechos, muy pequeños. Pero gracias a ellos, nuestro corazón puede abrirse y también nuestro propio país puede abrirse a dinámicas nuevas.

Conocer y ser conscientes de los problemas comunes y cotidianos, caer en la cuenta de nuestra interdependencia, nos une en la tarea de llegar a ser hombres y mujeres. Son los migrantes los que han levantado un país como Estados Unidos en el que se ha desarrollado la democracia. Esto no es fruto del azar, se debe a ese melting pot que se ha producido, un crisol de culturas y de personas que ha dado origen a un país así. Hay otros muchos casos en el mundo: Argentina, por ejemplo, y muchos otros.

Así pues, los migrantes podrían ayudarnos a abrir el corazón, a ser más grandes que nosotros mismos. Y eso es un don extraordinario. Por tanto, no son solo huéspedes, son gente que puede alentar la vida civil, ofrecer una aportación notable a la cultura y a sus profundos cambios. Precisamente gracias a ellos continúa enraizándose el humanismo. Tendríamos que ser conscientes de eso.

Un obispo japonés, comentado el versículo del Evangelio “yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6), decía que la enseñanza de Jesús se puede aplicar también a otras religiones. Yo mismo, como Superior general de los jesuitas, tengo que viajar con frecuencia por el mundo y constato que este obispo tenía razón. Asia en particular muy bien podría considerarse como “el camino”. En Asia el empeño constante es buscar el camino, el “cómo”: cómo hacer yoga, cómo concentrarse, cómo meditar. El yoga, el zen, las religiones, el judo ─que suele traducirse como “el camino del débil”, porque se sirve de la fuerza del otro─ son todos considerados como caminos. Sin entrar en comparaciones, habría que considerar que Europa y los Estados Unidos andan preocupados especialmente por “la verdad”; mientras que América Latina y África están preocupados por “la vida”; los valores relacionados con la vida son muy importantes. Por ello tenemos necesidad de todos, porque todos tienen una sabiduría y una contribución que hacer a la humanidad.

Ha llegado el momento en que debemos pensar en la humanidad como un todo y no como un conjunto de diversos países, separados unos de otros por sus tradiciones, sus culturas y sus prejuicios. Tendríamos que pensar en una humanidad que necesita a Dios, que necesita un modo de profundidad que solo puede venir de la unión de todos. Así que tendríamos que estar agradecidos por esta contribución de los migrantes y refugiados a esa humanidad integral. Ellos nos hacen caer en la cuenta de que la humanidad no está formada solo por una parte, sino que se forma con la contribución de todos.

 Displaced people from the minority Yazidi sect, fleeing violence from forces loyal to the Islamic State in Sinjar town, walk towards the Syrian border, on the outskirts of Sinjar mountain, near the Syrian border town of Elierbeh of Al-Hasakah Governorate

Además, ellos son, al propio tiempo, la parte más débil y más fuerte de la humanidad. La más débil porque han experimentado el miedo, la violencia, la soledad y los prejuicios de los otros; todo esto forma parte de su experiencia, bien lo sabemos. Pero nos muestran también la parte más fuerte de la humanidad: nos hacen comprender cómo superar el miedo, con el coraje de afrontar los riesgos que no todos estaríamos dispuestos a afrontar. En sus esperanzas de futuro, han aprendido a no dejarse paralizar por las dificultades. Han sabido superar la soledad mediante la solidaridad, ayudando a los otros y han demostrado así que la humanidad es débil, pero puede ser fuerte. Nos han enseñado incluso que hay valores y realidades más profundas que las que habíamos perdido. Esto es habitual cuando se viven situaciones extremas.

Me acuerdo a este respecto de la experiencia de un hermano mío que vive en Estados Unidos. Mientras ardía una casa vecina, temió que el fuego llegase a su propia vivienda. Y me confesó que, mientras era presa del miedo, aprendió a distinguir lo que era importante de lo que no lo era. No corrió a poner a salvo el dinero, sino que agarró un fajo de fotografías que representaban sus raíces y su vida. En ese momento entendió que lo más importante es lo que guardaba dentro de sí mismo y no lo de fuera, ni siquera la propia casa. Todo eso lo experimentan también los refugiados: han visto el peligro de cara y lo han afrontado. Pensemos al menos por un momento: si no tuviésemos ya una casa, una familia, una lengua… si tuviésemos solo la vida y ésta incluso amenazada, ¿qué haríamos? ¿qué pensaríamos? ¿qué o a quiénes amaríamos?

Celebramos este año el Año de la Misericordia, un concepto central en muchas religiones. En el cristianismo, en el islam, en el judaísmo y en todas las grandes religiones, la misericordia es un concepto muy importante. Sin ella no se puede vivir y los migrantes y refugiados nos muestran precisamente uno de sus rostros. Cuando alguien lo tiene todo, puede ser misericordioso sin miedo, pero cuando una persona no tiene nada y, aún así, se muestra misericordioso con otra, está dando mucho más y el rostro de la misericordia se vuelve en este caso todavía más real.

De este modo, podríamos aprender de los migrantes y refugiados a ser misericordiosos con los otros. Aprendamos de ellos a ser humanos a pesar de todo. Aprendamos de ellos a tener como horizonte el mundo y no nuestra pequeña y estrecha cultura. Aprendamos de ellos a ser personas del mundo.

Eclesalia.net

 

Más de 300 estudiantes en el Programa de Liderazgo Ignaciano 2016

La edición de 2016 del Programa de Liderazgo Ignaciano Universitario Latinoamericano (PLIUL) que ofrece AUSJAL se inició en nueve universidades de la Asociación, incorporándose en este primer grupo más de 300 nuevos participantes. Para este mismo período se espera incluir a siete instituciones más.

Como novedad, este año se incorporan por primera vez estudiantes de la Universidad Iberoamericana Puebla y del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) de México, así como alumnos del Instituto Universitario Jesús Obrero, sede Barquisimeto, Venezuela.

Durante el evento de inauguración del PLIUL en la Iberoamericana Puebla, el presidente de AUSJAL y también rector de esta casa de estudios, Fernando Fernández Font, S.J., afirmó que este tipo de programas da sentido a la vida de los jóvenes universitarios y contribuye a la ruptura del individualismo que la sociedad constantemente ha estado.

El PLIUL es un Programa que ofrece la Red de Homólogos de Pastoral de AUSJAL desde el año 2007 y que busca despertar en los jóvenes de la región un fuerte espíritu de servicio, solidaridad, conciencia crítica y capacidad para involucrarse en la solución de los problemas de sus países.

Para mayor información sobre esta iniciativa los invitamos a visitar las cuentas del PLIUL en Facebook, y Twitter así como el video oficial.

Aprendizajes en el trabajo en redes

Roberto Jaramillo, S.J. Delegado del Apostolado Social de la CPAL nos presenta en forma concisa los aprendizajes que ha obsequiado el trabajo en redes, sus retos y posibilidades.

Cinco premisas fundamentales que dan marco a esta reflexión.

La Red no es lo que importa… lo que nos interesa es su utilidad/significado (“usefull meaning”: un sólo concepto, una sola realidad). Redes diferentes se usan para cazar diferentes presas, con diferentes medidas, con diferentes métodos.

Las Redes no son estructuras de gobierno, sino de dinamización y coordinación de esfuerzos en orden a ser más eficaces en nuestra acción con propósitos comunes.

Participar en una red no es condición “sine qua non” de un buen trabajo o proyecto. No todas las personas, grupos o instituciones pueden (capacidades) o tienen (deben) participar en redes

Toda Red es falible y por lo tanto necesita cuidado, atención, dedicación; toda Red es mortal, y por lo tanto nace, crece y muere como todo organismo vivo.

Para trabajar en Red es necesario operar un cambio de paradigma, una verdadera metanoia personal e institucional: hay que trabajar en red desde casa (vivir enredado – to be networked) – “lo nuestro tan importante como lo mío”.

Actitudes básicas.

Disposiciones humanas personales y grupales/institucionales sin las cuales es imposible constituir una red – y no pasará de ser más que buenas intenciones, declaraciones y esfuerzos inútiles.

“Empatía inteligente” (EE 22) re-conocer y alegrarse con lo que el otro tiene y hace, siempre con disposición de aprender (no sólo de enseñar o demostrar lo propio)

“Apertura cordial” significa no sólo oír, sino escuchar lo que el Otro tiene para decirme. Eso implica una buena dosis de realismo respecto de sí propio (personal e institucional) sabiendo que sólo se va adelante en común

“Paciencia proactiva” para encontrar, reconocer, entender y aceptar ritmos ajenos y propios

“Confianza» en los dinamizadores y, al mismo tiempo cuidado y responsabilidad mutua: co-laboración

Estrategias para la organización.

Independiente de la forma o del fin de la red, es indispensable tener un “equipo dinamizador” y dos tipos de servicio: uno encargado de asuntos técnicos (no sólo tecnológicos) y otro de asuntos ejecutivos. La red necesita indispensablemente de esos dos tipos de personas: quien cuide de ella y quien sepa usarla. Una red rota es tan inútil como una red que no se usa: permanece vacía, no conecta nada, no coge nada, no es más que una idea de red, no existe como tal.

Identidad y Misión claras son indispensables. La identidad de una RED (como todo proceso de identidad) es un proceso de construcción hecho entre fronteras con otras redes e instituciones, y los límites de la propia experiencia de estar “enredado”. De ahí que haya un balance entre la fuerza y la cohesión interior (propias fronteras) y la apertura a reconocer las carencias (límites) propios y ajenos. Acciones simbólicas comunes son fundamentales: “performances” en reuniones, programas, logos, símbolos, acciones comunes, etc. La identidad compartida favorece y es favorecida, al mismo tiempo, con el intercambio de experiencias de información, metodologías y aprendizajes.

Identidad clara y fuerte, por un lado, y por el otro MISIÓN/FUNCIÓN claras; las dos son indispensables para darle permanencia a cualquier red. Ya hemos afirmado que la RED no es lo que importa e interesa; lo que importa es su misión y lo que interesa es su utilidad. Hay quien privilegia lo primero: la misión compartida como fundamento y justificación de la red; sin embargo cuando se trata del trabajo “enredado” (en redes diversas) hay que ser más pragmáticos y lo que interesa primeramente es su utilidad. El elemento del sólo sentido de “misión compartida” puede justificar, pero no garantiza por sí sólo la continuidad y eficacia de un trabajo en redes.

No temer al trabajo en red, sino promover la participación en redes diversas (en su amplitud y su forma de trabajo): eso implica querer y aprender a trabajar en esquemas de “trabajo multiactor”, lejos de protagonismos personales o institucionales, aportando cada uno desde su perspectiva y sus capacidades lo mejor de su experiencia. Una red no es un club: debe estar interconectada, no ser auto-suficiente, debe ser curiosa, proactiva. Los hilos que la componen se extienden más allá de los nudos (alianzas) atados y deben permanecer abiertos para nuevas alianzas

Es muy importante saber y querer ir más allá de las estructuras tradicionales verticales sin desconocerlas ni negarlas en su virtudes y sus derechos (especialmente cuando son estructuras de gobierno) pero reconociendo y respetando, unos y otros –hablo de los miembros de las redes, igual que los miembros de las estructuras de gobierno – las dinámicas amplias que atraviesan la dinámica del “enredarse” y trabajar juntos.

Fundamental es estar respaldadas por entes más amplios, por instituciones sólidas y creíbles, y no sólo apoyarse en los miembros de la red (por importantes que sean). En ese sentido contar con la confianza y recibir la misión de las estructuras de gobierno de las que se depende (sean las que sean) es fundamental para el desarrollo y la sobrevivencia de una red.

Estrategias para la dinamización.

Respeto y promoción de la subsidiariedad: no se trata de un esquema vertical en que un inferior recibe funciones y éstas técnicamente se le respetan, sino en el sentido de que en una RED nadie hace lo que el otro puede y debe hacer, no sólo porque es su responsabilidad sino porque también es su derecho. El trabajo en red debe promover las responsabilidades compartidas y así el sentido de pertenencia. El afán de protagonismo -de personas o instituciones- envenena el caminar de las redes, tanto como el afán de producir resultados inmediatistas sin la co-laboración de todos los miembros de la red.

Unión (no unidad, sino UNIÓN) en la diversidad: las diferencias enriquecen. Un nudo no puede reemplazar a otro, ni una línea tomar el puesto de la línea del lado. Los nudos demasiado fuertes, aunque en algún momento puedan ayudar, pueden ofrecer dificultad; los nudos demasiado débiles también son problemáticos porque se rompen fácilmente. Todos deben estar atentos a todos haciendo su propia parte y permitiendo que los otros hagan la suya. Es así como las diferencias se van convirtiendo en tensiones (literalmente) creativas.

Una forma de resolver esos conflictos es desarrollar el “poli-ritmo”, es decir: conseguir responder a las necesidades y urgencias del presente en el corto plazo, al tiempo que se va invirtiendo de manera común en la visión y la misión a mediano y largo plazo.

La confianza de los encargados del gobierno (sea la estructura que sea) permite y promueve la articulación (el enredo) en red de los ejecutores. Ese crédito (que hay que ganar, pedir, dar) ofrece un ambiente donde la cooperación y el compromiso mutuo son reales.

Las cualidades de los líderes de una red tienen que ver con: la autoridad intelectual/técnica, la sabiduría práctica, la capacidad de diálogo y de negociación, las capacidades de animar y fortalecer compromisos y relaciones.

Nos “enredamos” para cooperar y transformar la realidad; eso requiere tres cosas: tiempo (inversión de horas, esfuerzos y paciencia histórica), capacidades (a adquirir, instalar y dejar fructificar) y recursos (no inmediatistas). Triple esfuerzo de cualquier participante en la red; tanto de las de las organizaciones que la componen, como de la red misma y de los organismos que apoyan y/o financian.

Dificultades

Dependencia (o afán de protagonismo) de personas que ocupan servicios de coordinación.

Movilidad excesiva de quienes participan en reuniones e instancias de decisión; dificulta la continuidad y el desarrollo de gestiones.

Falta de tiempo (dedicación explícita, encargado, tarea por cumplir), de financiamiento y de condiciones técnicas para ejecutar actividades conjuntas.

Insuficiente comunicación interna y externa, y ausencia de agenda común.

CPAL Social