Brasil: Muchas Comunidades y Pocos Sacerdotes

Frente al enorme territorio que queda sin recorrer y la cantidad de comunidades sin atender, aparecen distintas respuestas para solucionar el conflicto, que generan diferentes reacciones dentro de la Iglesia brasilera.

Por Rafael Marcoccia SJ

La vasta extensión territorial de Brasil supone para la Iglesia un enorme desafío. Se calcula que aproximadamente 70.000 comunidades del país no celebran la Eucaristía de manera regular.

Ya hace tiempo que en Brasil se están debatiendo posibles soluciones y en 2014 se dijo incluso que el Papa Francisco estaba informado sobre la situación y había pedido “soluciones valientes y concretas”. Una de las propuestas que se hicieron en aquel momento fue tomando forma con más fuerza: los ministros ordenados locales.

Uno de los responsables de esta propuesta es el sacerdote y teólogo brasileño Mons. Antonio José de Almeida, profesor de la Pontificia Universidad Católica de Paraná. Doctor en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, Mons. José se ocupa del tema de los ministerios en la Iglesia al servicio de la vida y de la misión de las comunidades, y conoce de cerca muchas experiencias de ministerios no ordenados en América Latina.

A fines del pasado mes de abril, en ocasión del 16º Encuentro Nacional de Presbíteros que promueve la Comisión Nacional de Presbíteros y la Comisión para los Ministerios Ordenados y la Vida Consagrada, Mons. Almeida publicó un artículo titulado “Presbíteros Comunitarios para las Comunidades sin Eucaristía”, en el que presenta algunas ideas que se están madurando. La propuesta de Mons. Almeida, inspirada en las ideas de Mons. Fritz Lobinger, quien estuvo casi cincuenta años en Sudáfrica, es “ordenar líderes, célibes o casados, profundamente arraigados en las comunidades eclesiales maduras. Las comunidades eclesiales maduras son aquellas que poseen una historia de camino eclesial y de vida comunitaria, con ministros no ordenados en el ámbito de la Palabra, del culto y de la caridad, que son acompañados por sacerdotes dedicados a asistirlos y que participan de un proceso de formación continua, en comunión con la Iglesia local”.

Mons. Almeida propone que estos dos tipos de ordenaciones reciban nombres distintos: sacerdotes y ministros ordenados locales. Los sacerdotes seguirían siendo célibes y serían enviados a las parroquias de la diócesis, mientras los ministros ordenados locales servirían solamente a la comunidad en la que viven y podrían estar insertados en la vida familiar y profesional. En el caso de que no tuvieran trabajo o lo hubieran perdido, los ministros ordenados locales podrían ser ayudados y mantenidos por la comunidad, del mismo modo que ya mantienen algunos sacerdotes. “Ambos son presbíteros del mismo sacramento del orden; ambos anuncian el Evangelio en nombre de la Iglesia; ambos administran los sacramentos; ambos guían a la comunidad con y bajo el Obispo; ambos están ordenados para toda la vida”, explica la propuesta. Pero mientras “los sacerdotes asisten un área vasta y viven en una circunscripción pastoral más amplia, los “ministros ordenados locales” viven dentro de su comunidad.

Las ideas que se presentan en este artículo encuentran una fuerte resistencia dentro de la Iglesia brasileña. Aunque el problema es percibido y compartido, las soluciones que propone no encuentran mucho consenso. Hay una fuerte objeción a la idea de los “viri probati”. Muchos creen que es el comienzo del fin del celibato. Otros consideran que la propuesta en sí misma discrimina a los “viri probati” porque, opinan, habría dos categorías de sacerdotes, de primera y de segunda clase.

Para Mons. Erwin Kräutler, Obispo emérito de Xingu, “lo que está en primer plano no es la discusión sobre el celibato, sino las comunidades imposibilitadas de celebrar la Eucaristía dominical”. Y Mons. Almeida agrega: “entre los presbíteros siempre existieron diferencias. La Iglesia tendrá que aprender a manejar estas situaciones, así como aprendió a tratar otras a lo largo de su historia”.

Fuente: CPAL Social 

 

 

Una Espiritualidad Solidaria que Brota del Misterio de la Trinidad

Recuperando la encíclica Laudato Si’, podemos reflexionar sobre cuánto nos habla sobre el misterio de la Santísima Trinidad, la estructura de muchas de las cosas que nos rodean.

José Eizaguirre SJ

Es sabido que una de las fuentes de la que bebe la encíclica Laudato si’ es la reflexión que sobre la ecología viene haciendo desde hace años el teólogo Leonardo Boff. En algunos puntos es incluso posible seguir la pista literalmente, como cuando el papa Francisco señala que “hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (LS 49), en clara alusión al título del libro de Leonardo Boff, Ecología. Grito de la Tierra, grito de los pobres, publicado en 1996.

Hay otras resonancias más o menos explícitas entre el papa Francisco y Leonardo Boff. Me permito poner en paralelo dos citas. Hace veinte años Boff escribía:

“Si todo en el Universo constituye una trama de relaciones, si todo está en comunión con todo, si, por consiguiente, las imágenes de Dios se presentan estructuradas en la forma de una comunión, entonces eso es indicio de que ese supremo Prototipo es fundamental y esencialmente comunión, vida en relación, energía en expansión y amor supremo. Pues bien, esta reflexión se ve atestiguada por las intuiciones místicas y por las tradiciones espirituales de la humanidad. La esencia de la experiencia judeo-cristiana, por ejemplo, se organiza sobre ese eje de un Dios en comunión con su creación, en alianza con todos los seres, especialmente con los seres humanos, de un Dios cósmico, social, personal, de la profundidad humana, de una vida que se manifiesta en tres vivientes, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Es la Trinidad cristiana, el modo cristiano de nombrar a Dios.” (Op. Cit., Trotta, Madrid 1996. Pág. 185)

Y en 2015, el papa Francisco:

“Las Personas divinas son relaciones subsistentes, y el mundo, creado según el modelo divino, es una trama de relaciones. Las criaturas tienden hacia Dios, y a su vez es propio de todo ser viviente tender hacia otra cosa, de tal modo que en el seno del universo podemos encontrar un sinnúmero de constantes relaciones que se entrelazan secretamente.

Esto no sólo nos invita a admirar las múltiples conexiones que existen entre las criaturas, sino que nos lleva a descubrir una clave de nuestra propia realización. Porque la persona humana más crece, más madura y más se santifica a medida que entra en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas. Así asume en su propia existencia ese dinamismo trinitario que Dios ha impreso en ella desde su creación. Todo está conectado, y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad.” (Papa Francisco. Laudato si’, 240)

 Hay que añadir que Leonardo Boff no fue el primero en formular esta preciosa intuición. El papa Francisco recuerda que san Buenaventura en el siglo XIII ya acertó a expresar que “toda criatura lleva en sí una estructura propiamente trinitaria” (LS 239). Lo que nos interesa no es indagar la “propiedad intelectual” de esta comprensión sino descubrir lo que hoy nos está aportando.

Y hoy lo que estamos descubriendo de forma cada vez más incontrovertible es que todo está relacionado, todo está conectado, todo es una trama de relaciones, algo que venían constatando tanto las intuiciones místicas como las tradiciones espirituales, entre otras, la cristiana. Los cristianos podemos confesar que el Universo es una asombrosa trama de relaciones porque el Creador es una amorosa trama de relaciones. Y esto no son teologías abstractas, a modo de incomprensibles rompecabezas intelectuales como se ha considerado a veces el misterio de la Trinidad, sino que tiene profundas resonancias e implicaciones tanto en la espiritualidad como en el comportamiento. Si realmente nos sentimos conectados con todo y con todos, si nos experimentamos como parte de una maravillosa Creación entrelazada, entonces nada nos resulta ajeno, pues lo que sucede a otras criaturas hermanas nos afecta como si nos sucediera a nosotros mismos. No es una cuestión de razonamiento –aunque éste pueda ayudar– sino de experiencia vital.

Los cristianos tenemos aquí una invitación a “madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad”, y a ofrecer al mundo esta maravillosa comprensión de nuestra identidad humana entrelazada con toda la Creación.

Entre Paréntesis

Ejercicios Espirituales Organizados en Colaboración en Montevideo

En Montevideo se han organizado tres tandas de ejercicios espirituales con la Vicaría de la Juventud de la Arquidiócesis. Un ejemplo de trabajo en equipo que nos sirve de antecedente e impulso.

Por Ignacio Rey Nores SJ

En los meses de Agosto y Mayo de este año se llevaron adelante dos tandas de ejercicios espirituales que fueron organizados por la Vicaría de la Juventud de la Arquidiócesis de Montevideo, Uruguay con la colaboración de la Red Juvenil Ignaciana. De las mismas participaron alrededor de 40 jóvenes en cada ocasión.

Ha sido destacable, de un modo especial, la dedicación de las hermanas Nanci FI y Loly Fernández (Hijas de Jesús) y Daniela ACI y Pía Méndez Acosta ACI (Esclavas del Corazón de Jesús), quienes desde el primer momento estuvieron preparando esta tanda junto con el P. Sebastián Pinazzo y el seminarista Luis Ferrés. Luego nos sumamos la Hna. Susana RMI, el P. Mauro Fernández, y yo.

Lo que más disfrutamos fue la experiencia de trabajo en equipo. Cada uno le fue dando su toque personal, tanto en los puntos para los ratos de oración, como en las pláticas, pero también en el modo de estar, permanentemente atentos a facilitar los medios, en la medida de lo posible, para el encuentro con Dios de los jóvenes.

Por otra parte, la constante en este tipo de experiencias, que otro que siempre renueva y conmueve, es la posibilidad de ser testigo del paso de Dios en la vida de los jóvenes que me tocó acompañar a lo largo del fin de semana.

Una vez más, agradezco a Dios esta posibilidad de ofrecer una escucha atenta, fraterna y paternal a la vez, y de hacer algunas devoluciones a la luz de la propia experiencia de este Dios que se compromete con nuestra historia de salvación. En muchas de esas “devoluciones” he tenido la dicha de reconocer y actualizar cómo Dios sigue sanando mis heridas del pasado, y cómo quiere seguir haciéndolo hoy desde esta realidad de ser, en expresión de Henri Nowen, un “sanador herido”.

Aún nos queda por dar una más de estás tandas de ejercicios. La próxima y última será en Noviembre.

Noticias de Provincia

 

Más diversidad, menos prejuicios

El Programa de Investigación, Docencia y Proyección Social de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), ha confeccionado un documento titulado: Inclusión educativa: la mirada desde las aulas de nuestra Facultad de Educación. El mismo, se ha desarrollado en el marco de la entrega, desde la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Provincia, de un material sobre la cuestión de las migraciones.

El documento desarrollado por la UCC constituye un aporte para el trabajo de los docentes en el espacio de Ciudadanía y Participación del segundo ciclo del nivel primario. Ofrece contenidos vinculados a la situación actual de la migración, que tienen a Córdoba como destino regional, y brinda una propuesta de actividades prácticas dirigida a los alumnos para abordar esos contenidos de manera transversal en diferentes espacios curriculares.

Para tener más detalles al respecto, se ha entrevistado a Eduardo Bologna, director del equipo de investigación.

¿Cómo se dan las relaciones entre los inmigrantes y los cordobeses en la escuela? ¿Cuál es el panorama en nuestra Provincia en relación a este tema?

En Córdoba, los inmigrantes no constituyen una categoría homogénea. En nuestro estudio hemos puesto la atención en quienes vienen de Bolivia y Perú o son hijos de personas nacidas en esos países. Como en toda cuidad receptora de inmigrantes, la inserción sucede de manera segmentada, es decir, que muchos de quienes llegan, en los primeros tiempos se asientan en zonas periféricas de la ciudad y se ocupan de tareas, en general mal remuneradas, es decir que tienden a incorporarse a los segmentos más desfavorecidos de la sociedad receptora. Nuestra mirada estuvo puesta en la escuela y los docentes, porque es el ámbito de socialización inicial de los niños inmigrantes o hijos de inmigrantes.

¿Qué fenómenos sociales han encontrado al respecto, o de qué hipótesis parten?

En las primeras entrevistas con docentes hallamos una mirada muy positiva hacia los alumnos que pertenecen a comunidades boliviana o peruana, en cuanto a la valoración de la escuela, respeto a normas, etc. Por eso quisimos saber en qué medida las creencias que son comunes acerca del posible efecto negativo de las migraciones, estaban también presentes entre los docentes de escuelas primarias. Esto es importante, porque ellos son agentes de alto impacto en la reproducción de las actitudes xenófobas: si un docente deja pasar o minimiza una broma xenófoba, es mucho lo que transmite al resto de los alumnos. El docente encuentra muchas oportunidades para tratar el tema en clase y aportar a reducir los prejuicios hacia los extranjeros que están presentes en diferente grado todas las sociedades receptoras de migración.

La valoración positiva que los docentes mostraron hacia los migrantes generó la pregunta sobre si sus actitudes hacia la migración serían diferentes a las de la población general.

¿Cómo se desarrolló la investigación?

Se hicieron entrevistas exploratorias a docentes y directivos de escuelas primarias de la ciudad de Córdoba y luego se diseñó y aplicó una escala para evaluar creencias que son frecuentes en la población general. El resultado mostró pocas diferencias cuando se tratan temas generales, como el impacto sobre servicios públicos o el mercado de trabajo, pero especificidades al tratar temas escolares, propiamente del aula. A partir de ello, pareció que nuestra expectativa de los docentes como agentes de cambio respecto de los prejuicios no se estaría cumpliendo. Así, propusimos como respuesta a una convocatoria de la Secretaria de Ciencia y Técnica de la Provincia de Córdoba, la elaboración de un material para uso en el aula que sirviera a que diferentes espacios curriculares pudieran tratar el tema de la migración, con el objetivo de conocer mejor el fenómeno y, sobre todo, ponerlo en discusión.

¿Quiénes estuvieron involucrados?

En el estudio se trabajó con docentes de escuelas primarias de gestión provincial, municipal y privada, de la ciudad de Córdoba. Primero con entrevistas exploratorias y luego se tomó una muestra de escuelas de cada uno de los tres niveles y se aplicaron los cuestionarios que evalúan la preeminencia de diferentes creencias sobre las migraciones en general y sobre los migrantes e hijos de migrantes en la escuela.

En el material que confeccionaron ¿cómo y desde que enfoque se trabaja el tema de la diversidad y los prejuicios?

El principal objetivo es poner en relieve en un lenguaje accesible al nivel primario que nuestro país en general y la ciudad de Córdoba en particular, se componen en gran medida por descendientes de inmigrantes europeos, que llegaron en condiciones difíciles y que las condiciones de recepción se parecían a las que hoy enfrentan los migrantes que llegan desde países cercanos.

¿A quién está destinado?

Se espera que pueda usarse en las aulas, como contenido transversal.

¿Qué resultados se pretenden conseguir?

Mejorar el conocimiento que hay sobre las migraciones en Córdoba, tanto las históricas como las que suceden en la actualidad y, por esa vía contribuir a reducir el prejuicio que tiende a estar presente.

Fuente: Prensa UCC

Hay Cruces que No son Cristianas

Sin duda, hay cosas que se enseñan y difunden sobre Dios y la religión que más que acercarnos a él, nos alejan. Esta lejanía no se ve sólo reflejada en la relación personal con Él, sino también en que se aceptan como verdaderas imágenes de Dios que no coinciden con lo que Jesús nos ha querido enseñar sobre Él.

Por José María Segura SJ

NO. Hay cruces que NO son cristianas.

SÍ. Hay imágenes de Dios que son perversas.

Con perdón y con permiso. Pero como dice Javier Vitoria, al hacer teología a veces hay que “dejar pelos en la gatera”.

El título condensa el contenido de este post: Hay imágenes de “Dios” que NO concuerdan con el Dios Amor que predicó Jesús con “obras y palabras”.

Hay adjetivos que NO son predicables del Dios Padre/Madre que heredamos de la tradición judía, que NO casan con el Dios compasivo que camina con su pueblo, que NO se pueden afirmar del Dios Entregado que por Amor “padece o quiere padecer en su humanidad” (San Ignacio). Y es que a veces se nos cuela el “dios de los amigos de Job”. Un dios que castiga, que impone cargas, que si nos descuidamos ¡hasta nos maldice!… además, estas cargas las vestimos de cruz cristiana. Quizás, por esa religiosidad dolorista que permea nuestra cultura occidental…

Frente a estos “dioses”, conviene recordar el axioma de Hans Urs von Balthasar: “Si Dios es Amor, solo el Amor es digno de fe y nada debe ser creído más que el Amor”. Un dios que me exige que sufra una relación –que pudo en su día haber sido bendecida por el sacramento del matrimonio– en la que mi pareja me humilla, me abusa o me maltrata física o psicológicamente, NO es de Dios. No del Dios que en y por Jesús libera a la mujer encorvada, detiene el flujo de la hemorroísa, devuelve la vista a Bartimeo, llama a Mateo o sana a diez leprosos. Parafraseando a Lucía Ramón en su libro “Queremos el Pan y las Rosas“, quien acaba con la sacramentalidad del matrimonio es quien lo convierte en un infierno por la violencia que mata el amor, y con ello su ser signo de la Alianza de Dios con su Pueblo.

Una enfermedad, sobrevenida o congénita, un accidente de tráfico, una relación que se degenera hasta hacerse asfixiante, mobbing en el trabajo, bullying en el colegio… Pueden llegar a ser situaciones que pongan a prueba nuestra resiliencia interna, nuestra Verdad más íntima, nuestras imágenes de Dios, nuestro modo de rezar y de creer… Es siempre tentador caer en la invitación de “los amigos de Job” y racionalizar lo que nos pasa: “será que algo malo hemos hecho y ‘dios’ nos castiga” y así, sin querer, nos deslizamos hacia la culpabilidad y un sentimiento de “indignidad” que nos genera más dolor y más sufrimiento y nos aparta de un ‘dios’ a quien ni podemos adorar, ni querer, ni hablar. Todo lo más, le podríamos temer, pero eso no es propio de los hijos e hijas, como nos recuerda San Pablo.

No existen recetas fáciles ni respuestas inmediatas para el sufrimiento y el dolor en un mundo creado por un Dios bueno que es Padre y Madre de sus criaturas. Quizás (con teólogos como González Faus, von Balthasar, Jon Sobrino, Elizabeth Johnson, Gesché…) podemos esbozar una respuesta: Dios, papá/mamá Dios, NO quiere el dolor y el sufrimiento de sus niños/as ni de su creación. Por Amor, Dios ha creado; por Amor, Dios nos ha hecho libres para que podamos decidir crecer y amar libremente, para que “lleguemos a ser en plenitud lo que ya somos” (Ireneo de Lyon): “Hijos e hijas en el Hijo” (San Pablo).

Dios NO quiere nuestro sufrimiento, como no quiso el de Jesús. No puede evitarlo, como no pudo evitarlo en Getsemaní pese a las peticiones de Jesús, porque por Amor ha aceptado que seamos criaturas libres que podamos apartarnos de Él. Por Amor, Dios sufre nuestro alejamiento y comparte nuestro dolor. Y por Amor resucitará todo lo que hayamos querido y amado y enjugará todas las lágrimas en la Pascua Eterna donde ya no haya llanto ni dolor, en el nuevo Sabbat de la creación donde “nadie estará triste y nadie tendrá que llorar”.

Algunas cruces SÍ pueden (¡hay que discernir!) ser cruces cristianas. Las asumidas por y desde el Amor, las libremente abrazadas, las acogidas en el Misterio del Dios que por Amor se despojó de Sí mismo en una cruz. ¿Y las situaciones sobrevenidas? Hay que discernirlas. Tratar de vivir la enfermedad sumergidos/as en el Misterio del Amor de Dios, pidiendo que nos acompañe y nos mantenga firmes en la fe y la esperanza (¡qué difícil!) pero por Amor de Dios sin culpabilizarnos.

Y las cargas impuestas, esas ‘falsas cruces’ tenemos que combatirlas. Porque lo que niega la dignidad de los/as niños/as de Dios NO es querido por Dios y tenemos el divino derecho que nos otorga Sophia Dios (Elisabeth Schüssler Fiorenza) para resistirlo y combatirlo.

NO. Hay cruces que NO son cristianas.

SÍ. Hay imágenes de Dios que son perversas

Fuente: Red Juvenil Ignaciana Santa Fe

 

Ruta Espiritual a la CG36 I

Una propuesta de oración para obras, comunidades y movimientos que acompañe la Congregación General #36.

Los electores de América Latina que participarán de la próxima Congregación General se reunieron en Chile, como parte del trabajo de preparación a la misma, en noviembre pasado para reflexionar sobre las indicaciones que la Comisión Preparatoria de la CG había compartido.

Se revisó el material producido por las Congregaciones Provinciales señalando que, como Compañía universal, tenemos el deseo de avanzar en la «interconexión de muchas realidades sociales y elaborar una respuesta integrada que uniera nuestra experiencia espiritual, nuestra vida común y nuestro servicio apostólico en el mundo de hoy”.

En comunión con ese deseo, se consideró importante que todo el cuerpo apostólico de América Latina y el Caribe también se integre en una preparación espiritual de la CG, momento privilegiado de discernimiento y elección por parte del cuerpo de la Compañía, a través de sus representantes.

Animados todos bajo el mismo Espíritu, enviados a ‘tanta diversidad de gentes’, pero convocados por el mismo llamado. Es el deseo que iniciemos todos un mismo camino de preparación espiritual hacia la CG36, propiciando en nuestras comunidades y obras un clima de oración y discernimiento para responder al Señor.

Es por este motivo que se propone una ‘Ruta Espiritual Ignaciana hacia la CG36’, por etapas, para compartir nuestro deseo de responder al Señor, con un servicio de hondura afectiva, intelectual y eficaz, en colaboración, en medio de los retos y oportunidades de nuestra historia.

Compartimos, en diferentes entregas, el “modo y orden” propuesto para profundizar la invitación del Señor a vivir una mayor “unión de ánimos” como cuerpo apostólico de la Compañía de Jesús. En esta propuesta también integramos a colaboradores y consagrados de espiritualidad ignaciana, con quienes compartimos un modo de proceder común.

Llamados a “mantener viva la llama de su inspiración original, de manera que ofrezca luz y calor a nuestros contemporáneos (CG35 D2,1), compartimos la misión de avivar la llama que hemos recibido como seguidores del Rey Eternal, bajo la bandera de la cruz. Poniendo los medios que “juntan al instrumento con Dios” para que todo este proceso “se rija bien de su divina mano” (Const. 834,1)

Pidamos avanzar juntos en esa ruta hacia la CG36 por la cual hoy el Espíritu “reconfigura”, ilumina, alumbra y hace arder la vida de nuestra Compañía de Jesús.

‘Ruta Espiritual Ignaciana #1’ – Adaptación

La primera de estas Propuestas contiene 3 momentos de oración compartida, a partir del llamado ‘Coloquio frente a Cristo en la Cruz’ de los Ejercicios Espirituales:

«Imaginando a Cristo Nuestro Señor delante y puesto en cruz, hacer un coloquio: cómo de Creador ha venido a hacerse hombre y de vida eterna, a muerte corporal, y así murió por mis pecados.

Otro tanto mirándome a mí mismo preguntarme qué he hecho por Cristo, qué hago por Cristo, qué debo hacer por Cristo, y viéndole así, colgado en la cruz, pensar en lo que se sugiera.» [EE 53]

1er Momento: Contemplando nuestro caminar hasta el presente ¿Qué agradecemos al Señor? ¿Qué fortalezas ofrecer?

2do Momento: Contemplando el presente de nuestras obras y misión: ¿Dónde estamos? ¿Qué conversión necesitamos?

3er Momento: Escuchando las llamadas para el futuro: ¿Cómo afectarnos y señalarnos más de ellas? ¿Qué desear?

Al comenzar esta Ruta, invoquemos al Señor que nos conceda ‘grande ánimo y liberalidad’ en el trayecto.

 

Ruta Jesuita Turística Sudamericana

Una iniciativa transnacional que recorrerá la historia de los jesuitas en Sudamérica antes de la expulsión.

Por Ramiro Barreiro

La historia de la llamada Compañía de Jesús en Sudamérica se comenzó a escribir durante los siglos XVII y XVIII y, en resumidas cuentas, fueron los que lograron mediante la palabra aquello que no consiguieron los realistas a punta de espada.

Para ello fue fundamental la figura de San Ignacio de Loyola. En ese derrotero, dejaron como herencia numerosas reducciones que con el paso del tiempo se convirtieron en huellas de una historia que marcó a fuego la presencia de los pueblos originarios en el continente. Ahora, los ministerios de turismo de 6 países del Cono Sur buscan rememorar ese proceso con un novedoso circuito turístico que espera por la bendición del jesuita más famoso: el Papa Francisco.

Para ello se realizó hace algunas semanas en la provincia argentina de Misiones, la firma de un acta acuerdo que además de los gobiernos, compromete a empresarios del sector para el desarrollo de servicios en una ruta que se extiende desde Brasil hasta Chile, pasando por Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia. La iniciativa también comprende la mejora de los caminos y las gestiones pertinentes para eliminar la visa de tránsito para países que sean potenciales visitantes y devolver el IVA a los turistas que se acerquen.

El nuevo recinto se ha puesto en valor para contar la vida de las Misiones Jesuíticas a través de tecnología audiovisual y multimedia. Lo que posibilita recrear la historia, generando una puesta única y de gran atractivo para los visitantes. A su vez cuenta con un auditorio, una muestra patrimonial e histórica y un taller de conservación y restauración para preservar el patrimonio jesuítico. Allí se cuenta de qué manera el pueblo guaraní resistió a las tropas realistas que querían hacerse con el lugar y cómo los religiosos los convencieron para que América del Sur abra las puertas al nuevo mundo.

El recorrido detallado de la ruta en Argentina es el siguiente: provincia de Misiones (11 pueblos y más de 15 sitios arqueológicos de pueblos transitorios); provincia de Corrientes (5 pueblos más los sitios arqueológicos del el complejo de estancias de la cuenca del río Aguapey y de los Esteros del Iberá) y provincia de Córdoba (Complejo de estancias de la Compañía de Jesús). En Paraguay (8 pueblos más sitios arqueológicos); en Brasil (7 pueblos más sitios arqueológicos vinculados al complejo de estancias); en Uruguay (sitios arqueológicos vinculados al complejo de estancias); en Bolivia (misiones de Chiquitos) y en Chile (Las iglesias jesuíticas de Chiloé).

Fuente: El País

E. Sicre SJ: La Familia que Dios Quiere

En este texto, el jesuita Emmanuel Sicre, reflexiona sobre la institución del matrimonio y la familia a la luz de los Evangelios y la exhortación apostólica ‘Amoris Laetitia’.

Por Emmanuel Sicre, SJ

“Yo Seré Tu Dios, Tú serás mi pueblo” Ex 20,2

La actualidad del tema de la familia no radica en la crisis en la que se encuentra. De esto hay un muy buen análisis en la reciente Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris Laetitia (AL), del papa Francisco, en el capítulo II: “Realidad y desafíos de las familias” [31-60]. La cuestión de la familia es un hecho social institucionalizado siempre en movimiento desde sus orígenes históricos (y mitológicos), hasta las nuevas configuraciones que hoy se ven en nuestro contexto contemporáneo. Por esta realidad perenne de la familia nos invita a la reflexión una y otra vez.

Desde el ámbito cristiano dicha reflexión toma características distintivas que la convierten en un valioso aporte a la realidad social. ¿Es acaso la familia, desde su inicio en el compromiso de los esposos, hasta la gran familia humana en la que todos estamos insertos, un lugar donde Dios se manifiesta? Por supuesto que sí. Ante esta evidencia, ¿qué tiene que decir la propuesta de Jesucristo, como cima de esa manifestación, al matrimonio, a la familia como núcleo de la sociedad, y a la gran familia que somos los seres humanos?

Desde la tradición del Antiguo Testamento (por ejemplo, Os 2,19) el tema de la esponsalidad, constitutivo de la familia, se viene elaborando en relación al Pueblo de Dios. Los escritos de los profetas, entre otros, manifiestan la experiencia del amor conyugal que es imagen del amor salvador de Dios, constituyendo un sacramento de alianza entre Dios y su Pueblo. Así es como se va perfilando la identidad del amor en la familia desde la esponsalidad en la tradición judeocristiana, donde la relación Iglesia-Cristo es fuente desde la que el matrimonio funda la familia.

Sin embargo, como afirma el jesuita psicólogo y teólogo Carlos Domínguez Morano, “la posición de Jesús frente a la familia resulta sorprendente e incluso desconcertante. Acostumbrados como estamos a considerar la familia como una institución intocable, muchos textos de los Evangelios suponen unos choques estridentes para nuestra sensibilidad. Perdemos de vista que, para Jesús, la familia no es (como muchas veces para nosotros) lo más sacrosanto, ni un espacio que hay que defender a toda costa como una obligación absoluta y sagrada”.

Ante un cuestionamiento como este surge entonces la pregunta: ¿cuál es la familia que Dios quiere?

La respuesta pareciera clara cuando pensamos tanto en la familia núcleo de la sociedad como en la familia humana. En efecto, Amoris Laetitia señala que “en la familia humana, reunida en Cristo, está restaurada la “imagen y semejanza” de la Santísima Trinidad (cf. Gn 1, 26), misterio del que brota todo amor verdadero (AL, 71). Por eso el amor matrimonial encuentra su fundamento en el Dios-Familia.”

Pero, ¿qué sucede cuando la familia como núcleo de la sociedad entorpece, nubla la familia humana negando su propio cimiento? Si la familia que los esposos fundan sintiera hondamente el llamado a ser parte de la gran familia humana y a la cuidara como propia, es posible que nuestra sociedad pudiera gozar de un bienestar más universal y menos excluyente. Por esto, quizá, la pastoral matrimonial tendría que orientarse desde su principio y fundamento, que es el amor de Dios por el hombre, por la humanidad entera que constituimos todos los seres de la tierra sin distinción. Y no tanto sobre el amor de los esposos que probará su fecundidad en la invitación que Dios le hace a vivir el Reino, ad intra y ad extra, podríamos agregar. Porque “la familia es el modo en que cada sociedad y civilización se perpetúa, un punto esencial para la continuidad de la historia”, y si la historia no siente el consuelo de Dios que le viene del amor aprendido en la familia, es posible que perpetúe una civilización de muerte más que una de vida. Una sociedad donde los que llegan al mundo querrán irse pronto.

Es necesario, entonces, asumir de a poco que “Jesús vino a traer un nuevo orden de relación humana al que los “lazos de carne” quedan supeditados. Queda inaugurado un nuevo modo de filiación que desplaza el orden biológico. Una nueva comunidad, la del Reino, se sitúa en el centro y son los lazos del espíritu los que se imponen sobre los “lazos de la carne”. En este sentido, el Evangelio es claro y muestra que la familia es el punto de partida para asumir las responsabilidades para con el mundo, trabajando por la justicia, la paz y el bien común.

Si la familia cristiana no es fuente de ciudadanía, por ejemplo, no hay posibilidades de que existan sociedades más fraternas, porque falta el elemento aglutinador. Si la familia cristiana forma guetos sociales, exclusivismos de clase, o marginaciones culturales, no podemos esperar que el individualismo arrasador actual disminuya, ni mucho menos que sea cuestionado por un testimonio de fraternidad universal.

Por eso, Carlos Domínguez Morano señala lúcidamente que “los lazos familiares […] van a ser utilizados por Jesús como modelo y referencia reveladora de lo que debe ser la nueva familia comunitaria. Casi todas las relaciones familiares y las relaciones humanas que tales situaciones implican, son asumidas por Jesús como situaciones ejemplares que le sirven para iluminar el significado del mensaje” del Reino.

Con esto, la relacionalidad del hombre, en tanto dimensión antropológica constitutiva, queda afectada por una apertura de sus vínculos de padre, madre, hijo y hermano. Al exigirle un tipo de relación familiar con todos los hombres, aparece una perspectiva desde la que se puede hablar entonces de una ética de la familia que quiere ser cristiana. Es decir, la ampliación de las relaciones humanas del núcleo familiar debiera dar la constitución de una gran familia humana. En la medida en que se camine hacia esta familia escatológica planteada por el mensaje de Jesucristo es que se podrá compartir un horizonte esperanzador y utópico de fraternidad.

La familia que Dios quiere es la que lo tiene a él como Padre misericordioso. Y que en el símbolo de la fiesta convoca a todos sus hijos para que se sienten a la mesa del banquete. Donde ya no haya más dolor ni sufrimiento, porque estos han sido vencidos por su nuestro Hermano mayor, Aquel que nos regaló la gracia de la filiación con su muerte y su resurrección.

Z. Bauman: “El miedo y el odio tienen el mismo origen”

Francesca Paci hizo un reportaje al filósofo polaco Zygmunt Bauman que fue publicado originalmente en el diario La Stampa, el 11 de julio de 2016. Aquí lo compartimos porque las reflexiones de este sociólogo pueden abrirnos el panorama y ayudarnos a pensar en muchos de los conflictos que se dan en la actualidad en diferentes partes del mundo.

Dallas, así como los episodios xenófobos que se repitieron en el Reino Unido después del Brexit y en Italia, que es puerto de los migrantes, el caso del refugiado nigeriano asesinado en Fermo. Profesor Bauman, ¿estamos pasando de la era del miedo a la era del odio?

No hay ningún tránsito de los miedos que han nacido de nuestra incertidumbre crónica a la exhibición de odio en Dallas o a los minipogroms ocurridos después del Brexit en las calles inglesas: son contemporáneos, rara vez son vividos de forma separada. El miedo y odio tienen los mismos orígenes y se alimentan de lo mismo: son como los gemelos siameses condenados a pasar toda la vida en recíproca compañía. En muchos casos, no sólo nacieron juntos sino que solamente pueden morir juntos. El miedo necesariamente debe buscar, inventar y construir los objetivos sobre los cuales debe descargar el odio, mientras que el odio necesita la cualidad asustadora de esos objetivos como razón de ser: ellos se entrechocan recíprocamente, solo pueden sobrevivir de esa forma.

¿Hay una relación de causalidad entre la difusión del “hate speech” (discurso de odio) y las nuevas tensiones étnicas y raciales?

Su coincidencia no es casual, pero tampoco predeterminada. Como toda alianza, es una elección política. Por lo que estamos viviendo, la elección fue prescrita por la simultaneidad de dos fenómenos. El primero, identificado por el sociólogo alemán Ulrich Beck, es la estridente discrepancia entre el hecho de ser designado a una “situación cosmopolita” en ausencia de una “conciencia cosmopolita” y sin los instrumentos adecuados para poder administrarla.

El consecuente choque entre instrumentos de control político territorialmente limitados, y poderes extraterritoriales incontrolables e imprevisibles produjo la “desregulación” multidireccional de las condiciones de vida y saturó nuestras vidas de miedo por nuestro futuro y el de nuestros hijos.

Ese miedo era y continúa siendo una trinidad envenenada, el encuentro de tres sentimientos obsesivos: ignorancia, impotencia y humillación. Los poderes distantes y oscuros que nos condicionan están más allá de nuestra mirada y nuestra influencia; igual nuestros miedos, se mueven entre fuerzas que somos incapaces de domesticar o contener. Si no sabemos rechazar esas fuerzas que amenazan todo lo que nos es querido ¿no podríamos, al menos, mantenerlas lejos, prohibirles el acceso a nuestras casas y a nuestros lugares de trabajo?

¿No podríamos, profesor?

La entrada masiva y sin precedentes de refugiados es el segundo fenómeno al que yo me refería y contribuyó a dar una respuesta creíble y de “buen juicio” a esa pregunta, aunque falsa y engañosa, una respuesta elevada al estatus de dogma por aspirantes políticos buscando el chance de un fuerte apoyo popular. Es bálsamo para las almas atormentadas: los miedos sin desahogo y por lo mismo, tóxicos, no pueden verterse sobre sus verdaderas causas –fuerzas poderosas y tan distantes al punto de ser inmunes a nuestro resentimiento – pero pueden fácil y tangiblemente ser vertidos sobre aquellos que se parecen y que se comportan como extranjeros, desde los vendedores ambulantes hasta los mendigos. Las agresiones étnicas raciales son el remedio de los pobres contra la propia miseria. Su eficacia es medida no por el hecho de que resuelven la fragilidad de la vida, sino por dar un alivio temporal al tormento psicológico de la impotencia y de la humillación.

El miedo es claro. Pero ¿la diseminación de armas en los Estados Unidos, la fútil actitud europea respecto a los migrantes, o el internet no tienen parte de responsabilidad?

No son las causas: éstas en gran parte facilitan las acciones que aquellas causas producen. Internet y las redes sociales pueden servir igualmente de forma eficaz a la inclusión como a la exclusión, al respeto y al desprecio, a la amistad o al odio. La responsabilidad de elegir recae directamente sobre nuestros hombros de usuarios. Podemos usar el mismo cuchillo para cortar pan o gargantas: para cualquier uso al que se destine, quien tiene el cuchillo lo quiere afilado. La web afila los instrumentos, pero nosotros elegimos cómo aplicarlos.

¿Todavía está el “sueño de la razón”?

Como el filósofo alemán Leo Strauss decía, siempre hubo y siempre habrá cambios inesperados de punto de vista que modifican radicalmente el saber anterior: toda doctrina, por más definitiva que parezca, será, tarde o temprano, suplantada por otra. Otros ya dijeron lo siguiente: el tribalismo es la respuesta para el por qué las diferencias entre grupos de la población son siempre reducidos a una relación inferior/superior.

Fuente: CPAL Social

 

Reflexión del Evangelio, Domingo 12 de Septiembre

Evangelio según San Lucas 15, 1-32

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola: “Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido’. Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”. Y les dijo también: “Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido’. Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte”.

Reflexión del Evangelio – Por Emmanuel Sicre SJ

La liturgia nos propone hoy meditar sobre las parábolas de la misericordia que Lucas pone en boca de Jesús: la de la oveja perdida, la de la moneda perdida, y la del hijo perdido (más conocida, esta última, como la del hijo pródigo o el Padre misericordioso).

El hecho de que estemos en el Año de la misericordia corre el riesgo de que se nos convierta en un tema más de nuestra vida cristiana, haciéndole el juego al mal espíritu que querrá apartarnos del nervio del mensaje de Jesucristo. Es decir, la misericordia de Dios. Por eso, meditar las parábolas de la misericordia tiene como condimento que estaremos asumiendo el centro de nuestra vida cristiana una vez más.

Pero, ¿qué tal si a eso le sumamos la riqueza del día del maestro?

 Pienso que de estas dos cosas no se escapa nadie: la misericordia recibida y el haber sido conducidos por el Maestro Cristo en el camino de la fe.

 Por un lado, vemos que la misericordia se vuelca sobre aquello que parece perdido, que ya no sirve, que se acabó, que se fue. Sin embargo, el evangelio nos muestra que ante lo que parece ya dado de baja, el Señor siempre saca de su corazón infinito la posibilidad de darle salud a sus hijos. Entonces encuentra la oveja, la moneda y el hijo. Nosotros hemos sido bendecidos con esta misericordia cada vez que una pertecita de nuestra vida se nos va de las manos, y al clamarle al Buen Dios ayuda y auxilio viene a restaurarnos la vida y a animarnos en el camino. ¿El fruto de esta acción de Dios? La alegría de todos, la fiesta grande, la reparación del vínculo. Nada que ver con la tranquilidad de spá que muchas veces compramos ingenuamente.

 Por otro lado, el Maestro está ejerciendo su rol de docente cuando nos cuenta tras cuentitos para hablarnos del amor del Padre. Tres relatos tramposos que nos dejan pensando, pero cómo es posible, aquí debe haber un error. Sí, es el error que delata nuestra limitación humana, y nuestra pequeñez que no puede creer que Dios sea bueno, que sea amable, que sea bello. Siempre queremos que se parezca a nosotros para no tener que deberle nada. Sin embargo, la generosidad del Dios se Jesús se nos ofrece con tanta claridad que nos cuesta decirle sí. Y si pensamos en el día de hoy puede venirnos a la memoria aquél maestro, aquella docente que obró con nosotros misericordiándonos, perdonándonos, yéndonos a buscar cuando estábamos perdidos.

Entonces, nos damos cuenta que Dios ha estar allí, en tantos docentes que como el Maestro, van a buscar lo que parecía perdido. ¿Cómo no agradecer? ¿Cómo no dejarse misericordiar? ¿Cómo no dejar que sea el Padre el que nos abra la puerta a la alegría compartida?

Fuente: Red Juvenil Ignaciana Santa Fe