Idealismos Equivocados

¿Cuál debe ser la actitud cristiana frente a los problemas de este mundo?

Por Raúl González Fabre

Los cristianos preocupados por lo social en virtud de nuestra fe, solemos tener una visión muy crítica de la economía, de la política, de la estructura social… Ello no es raro porque nuestro “punto de vista” típico es literalmente la “vista desde un punto”: el lugar social de las víctimas, sus vidas concretas, sus experiencias como ellos las narren y nos ayuden a sentirlas.

De hecho, se trata solo de algunas de esas víctimas, las que nos quedan más cerca física o afectivamente: ojos que no ven, corazón que no siente. Ello supone unos riesgos, como que victimicemos más aún a los lejanos para ayudar a las víctimas cercanas y conocidas, apoyando dinámicas que ayudan en lo concreto que vemos, pero hacen más daño a los remotos que no vemos…

En todo caso, ello es ciertamente mejor que ignorar a todos los que no somos nosotros o no son como nosotros. La apertura del corazón constituye un buen principio, sobre el cual puede construirse una conciencia atenta a más situaciones, y una inteligencia en búsqueda de soluciones que mejoren netamente las oportunidades de más de aquellos a quienes se les han negado estructuralmente. Si no hay apertura del corazón, todo lo demás va sobrando.

Si uno se identifica afectivamente con los grandes perdedores de cada estado de cosas, va a estar a disgusto en cualquier mundo, porque en todos los mundos hasta ahora ha habido grandes perdedores, y podemos esperar que los siga habiendo. Por motivos vivenciales, los cristianos somos descontentos sistemáticos.

En antropología teológica, ese descontento permanente se puede simbolizar usando el ‘pecado original’. Un mundo perfecto no existe; sería el Reino de Dios, la Tierra sin Males poblada por Personas sin Pecado. Hay que asumir que tal ideal no existe, ni lo podemos hacer existir dentro de esta Historia humana.

Lo contrario, suponer que el ‘pecado original’ puede eliminarse con un cambio estructural constituye un error antropológico de consecuencias a menudo fatales. Sea en la propiedad de los bienes de producción, en la naturaleza social del poder, en la relación de la tecnología con la naturaleza, en el cambio de balance de influencias de los géneros sobre la configuración social…, podemos pensar muchos cambios deseables, algunos incluso obligaciones morales y/o necesidades prácticas. Pero una vez hecho nuestro cambio favorito, seguiremos teniendo una Persona con Pecado y una Tierra con Males (quizás con males distintos, si nuestro movimiento salió bien).

Otra posición, una suerte de reflejo invertido que a veces se da en las mismas personas, consiste en suponer que la solución a algún gran problema se encuentra en un ‘cambio de conciencia’ de todos, una ‘conversión’ universal. Esto tampoco ha ocurrido nunca, ni va a pasar ahora. Acabar con el pecado por la vía de ser menos pecadores, es una opción perfectamente abierta a cada uno. Pero confiar la cuestión ecológica, de género, de educación, de protección social, de justicia… a que todos cambiemos, es apostar a un fallo seguro. Veinte siglos lleva la Iglesia intentando que desaparezca el adulterio en las parejas católicas, objetivo bastante modesto comparado con otros, y sin embargo no acabamos de tener éxito…

Ambos casos, la revolución radical o la conversión universal, denotan una impaciencia personal, un deseo nuestro de resolver la tensión interior del descontento; en el fondo la búsqueda de una excusa para abandonar. Si hemos considerado que alguna de las dos, o una combinación de ambas, es la única vía de salida para aquello que nos duele, entonces es fácil que cesemos en el dolor tan pronto notemos que se trata de imposibles históricos, procesos ideales para resultados ideales a los que la realidad nunca se ajustará. Probablemente ese cesar en el dolor sea entonces nuestro objetivo último, inconfesado incluso a nosotros mismos. No nos preocupan tanto las víctimas como poder por fin descansar.

El malestar generado en la empatía, el acompañamiento y/o la convivencia de las víctimas, nos habita como una disonancia profunda con el mundo, tanto mayor cuanto lo sea nuestra implicación existencial con los grandes perdedores. Contribuir a cambios que ayuden a mejorar algo las cosas, cambios de la escala en que cada uno trabaje, puede hacer diferencias considerables en las oportunidades de algunas de esas víctimas. Para ellas, ‘un poco mejor’ resulta a menudo mucho mejor que ‘un poco peor’, porque han recibido tan escaso horizonte, tan mal punto de partida. Poner nuestro malestar en términos de blanco y negro, es el camino más expedito para acabar no haciendo nada, no sirviéndoles de nada.

El descontento sostenido con el mundo constituye así la clave de la transformación. La actitud cristiana (‘estar en el mundo sin ser del mundo’), requiere mantenernos en ese malestar sin pretender resolverlo con un solo toque de idealismo mágico. Solo en quienes aceptan un malestar interior sin soluciones rápidas, quienes resisten la fatiga de ese malestar, encuentra Dios los trabajadores para construir su Reino en la Historia humana.

Fuente: Entre Paréntesis

 

El CELAM refuerza la Misión Continental Permanente en el Cono Sur

Crónica del Encuentro Regional Cono Sur del Consejo Episcopal Latinoamericano.

El propósito del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) de impulsar una “Iglesia continental en salida misionera con la alegría del Evangelio”, dio lugar al Encuentro regional del Cono Sur con los responsables nacionales de la Misión Continental Permanente, realizado en Buenos Aires (Argentina), entre el 19 y 23 de junio.

Así lo ha informado el CELAM, a través de su web, donde se explica que el encuentro ha sido organizado por la Secretaría General y los Departamentos de Vocaciones y Ministerios (DEVYM), y de Misión y Espiritualidad, con miras a “animar y acompañar el camino misionero de la Iglesia en y desde América Latina y el Caribe, comprometidos en la Misión Continental Permanente, en el horizonte del pontificado del papa Francisco con el fin de iniciar una nueva fase en la que los jóvenes sean los principales protagonistas”.

La Misión Continental desde Aparecida hasta hoy

Para el logro de este objetivo, según ha podido averiguar Vida Nueva, las sesiones desarrolladas siguieron el ritmo metodológico del ver-juzgar-actuar, a partir de los itinerarios de la Misión Continental desde Aparecida hasta los tiempos actuales, como se evidenció tanto en los informes como en las experiencias compartidas.

La Iglesia brasileña, por ejemplo, presentó dos de sus más emblemáticas experiencias misioneras: el proyecto ‘Iglesias hermanas’ que existe desde 1972, y el proyecto ad gentes que sostienen algunas regionales de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), en solidaridad con la Iglesia de Mozambique y Guinea-Bisáu, en África.

El espíritu de compartir fraterno que predominó en el encuentro –particularmente durante las celebraciones eucarísticas y los momentos de oración– permitió profundizar en la misión paradigmática y programática de la Iglesia, los rostros que interpelan la Misión Continental en la región, y la formación misionera en los seminarios, en la Universidad, en las casas de formación para religiosos y religiosas y en los centros de formación pastoral de laicos.

Líneas de acción misionera

Estos espacios de reflexión ofrecieron importantes insumos para la definición de líneas de acción misionera para la región Cono Sur y para cada país, así como la preparación para el V Congreso Misionero Americano (CAM), previsto para el próximo año, en el mes de julio, en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia).

A modo de balance, el presbítero Maurício da Silva Jardim, director de las Obras Misioneras Pontificias (OMP) de Brasil, considera que “este encuentro promovido por el CELAM favorece la comunión, la proximidad y la acción conjunta de las OMP con las conferencias episcopales, en el ámbito de la misión, paradigma de toda actividad habitual de las iglesias particulares”.

“Fruto de este ejercicio de sinodalidad, nacieron líneas comunes para la animación, formación y cooperación misionera”, agrega el director de las OMP de Brasil.

Seis obispos participaron en el encuentro: Juan Espinoza Jiménez, secretario general del CELAM; Mario Antonio Cargnello, arzobispo de Salta (Argentina) y director del Departamento de Misión y Espiritualidad del CELAM; Julio César Bonino, obispo de Tacuarembó (Uruguay); Gabriel Escobar, obispo del Chaco (Paraguay); Bernardo Johannes Bahlmann, obispo de Óbidos (Brasil) y Jorge Patricio Vega, de la prelatura de Illapel (Chile).

También hicieron parte del encuentro diez sacerdotes directores de OMP y asesores de comisiones episcopales, incluyendo los secretarios ejecutivos del DEVYM y del Departamento de Misión y Espiritualidad del CELAM.

Fuente: CELAM

 

Reflexión del Evangelio – Domingo 6 de Agosto

Evangelio según San Mateo 17, 1-9

Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: “Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo”. Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”.

Reflexión del Evangelio – Por Maximiliano Koch SJ 

Si pensamos en nuestra vida, todos nosotros hemos sentido la invitación a subir difíciles montes. Todas nuestras relaciones son, en definitiva, caminos que debemos transitar y donde los problemas y complicaciones habrán de empañar el horizonte. En el ascenso, hemos sentido que el cansancio se acumula tras cada paso. La sed se hace más intensa y el agua que llevamos no es abundante. Sentimos el dolor en los pies y nuestras manos y fuerzas parecen inútiles o escasas. Cada tanto miramos en el horizonte todo lo que queda todavía para llegar arriba y poder, finalmente, descansar.

Es posible que, en el camino de las relaciones, el desaliento se haya apoderado de nosotros y seguramente hemos cuestionado su sentido. En definitiva, abajo estábamos cómodos. Quizá no plenos, pero sí cómodos. Pero escuchando la invitación al monte, nos hemos despojado de esas comodidades para comenzar a caminar. Y así abandonamos lo que nos es habitual, relaciones de familia y amistad, para buscar plenitud en otras que aparecen como promesas sin garantías.

Y hay momentos en que sentimos que finalmente hemos llegado. La claridad se apodera de nosotros. Vemos con orgullo lo que hemos podido alcanzar con nuestro esfuerzo bajo la compañía de Aquél que nos invitó a ponernos en camino. Sólo tememos que esta estabilidad no sea permanente. Como Pedro, queremos instalar tiendas en lo alto, donde pocos habrán de llegar para perturbar nuestra paz.

Pero Aquél que nos invitó a subir, nos invita ahora a descender. Porque la plenitud que podemos alcanzar en nuestras relaciones con amigos y parejas o, incluso con Dios, no es para que nos sintamos cómodos. No es para que nosotros gocemos de la alegría y claridad que se nos regala. Es para transformar nuestro entorno, nuestra realidad, aquella que se encuentra abajo entre la gente, en los trabajos, en las dificultades, en los pueblos. Se nos regalan estos momentos para que invitemos a otros a ascender, para que demos aliento y para que gocen por un momento de la claridad que a nosotros nos fue dada. Y seremos nosotros los que tendremos que invitar, luego, a descender.

A estas invitaciones hay que responder con la vida, con todo nuestro ser, con todos nuestros sueños y esperanzas, dudas y miedos, heridas y frustraciones. Tenemos que ascender con esta pesada carga, aunque el camino sea fatigoso, porque se nos dice que arriba seremos aceptados, amados, transformados y clarificados. Y tenemos que regresar para llevar esta luz a nuestro difícil contexto en el que la oscuridad parece apoderarse de todo.

El monte es el lugar del encuentro con lo más sagrado, con la plenitud, con la luz, con la revelación. Es el lugar donde el amor se hace presente y clarifica, transforma, transfigura y conduce. Pero no es un lugar para permanecer. Por ello, es significativo que tras este momento en que Cristo es confirmado en su misión por el Padre, descienda a Jerusalén para transformarlo todo. Pasará por la humillación, por el desprecio, por la soledad, por el abandono y, finalmente, por la muerte en la cruz. Pero su presencia herida abrirá una nueva era.

La fiesta de la Transfiguración del Señor es una invitación a vivir, plenamente, encuentros significativos con el Señor y con los hombres y mujeres que nos rodean para, luego, descender llevando la claridad que se nos ha ofrecido a los lugares donde todavía la oscuridad parece reinar.

Fuente: Red Juvenil Ignaciana Santa Fe 

Décimo Aniversario de la Misión Triple Frontera

Voluntarios de la Misión en la triple frontera, que integra el trabajo de Servicio Jesuita al Migrante, Jóvenes Rompiendo Fronteras y Formadores para la Paz se reunieron para evaluar el camino recorrido hasta ahora.

El pasado 11 y 12 de junio se reunieron en la ciudad de Tacna los miembros de la misión compartida por las Provincias de Perú, Bolivia y Chile.

La Misión Triple Frontera (MTF) nació hace diez años como un espacio de colaboración apostólica entre las comunidades jesuitas de El Alto en Bolivia, Tacna en Perú y Arica en Chile. Este trabajo dio como fruto tres proyectos que persisten hasta hoy: Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), Jóvenes Rompiendo Fronteras (JRF) y Formadores Para la Paz (FPP).

Los participantes del encuentro evaluaron el recorrido de las comunidades jesuitas, los proyectos llevados a cabo y se identificaron hitos y procesos para poder promover en un futuro la MTF como una misión interprovincial de la Compañía de Jesús.

Entre los participantes estuvieron los coordinadores de proyectos, laicos, ex miembros de la Misión Triple Frontera y comunidades jesuitas de Bolivia, Perú y Chile.

Fuente: Jesuitas Chile

 

Iglesia y Networking: Expertos en Comunión

Trabajar en Red como signo de comunión en la misión y el Espíritu de la Iglesia.

Por José Fernando Juan

Por networking entendemos algo mucho más amplio que “trabajo en red”. Se extiende como forma de colaboración altamente participativa y comprometida, que nos hace pensar en una inteligencia común, en proyectos de enorme envergadura llevados adelante por personas que quizá nunca estuvieron físicamente juntas. Por Iglesia también deberíamos entender algo mucho más amplio de lo habitual. Por eso unir Iglesia y networking no resulta en absoluto extraño. ¿No es la Iglesia, como decimos, experta en comunión y esto hoy tiene un reflejo especialmente importante en lo que llamamos networking?

Quienes señalan, con acierto, la riqueza de la Iglesia en su multiplicidad de carismas y hacen ver cómo está trabajando y situada en cualquier realidad humana existente, no pueden olvidar un paso más allá de la diversidad: el esfuerzo por mantenerse en una gran unidad y en esta especie de networking que es la evangelización. Proyectos eclesiales comunes aparecen por doquier, abrazando distintos carismas. Las nuevas tecnologías suponen un incremento en el conocimiento mutuo y la cercanía de unos con otros. Debe ser que la red no distingue tantos matices como algunos se esfuerzan en hacer valer en su identidad. Lo cristiano une, y mucho, digitalmente hablando.

Por supuesto, admite grados o niveles. Por un lado todas las instituciones se han sumado en mayor o menor medida a un intenso trabajo de relaciones internas. Dentro del propio carisma, empujados por la misión y los información. Pero también, y conviene señalarlo, se van sabiendo superar fronteras en una identidad cristiana común que supera ese primer peldaño de lo propio. De ahí que veamos en las redes sociales un continuo intercambio y familiaridad entre cristianos provenientes de diversas realidades. Sin duda, esta experiencia de colaboración está resultando muy inteligente y fructífera. El apoyo mutuo multiplica tanto la relevancia de una acción como la progresiva mejora en los contenidos. No hay ningún proyecto eclesialmente valioso sustentado en una persona. La diversidad claramente enriquece. El lector, que hoy hace también de difusor, forma parte de este networking en un puesto destacado. Ayuda muy especialmente a que determinados proyectos tengan impacto real.

De otro lado, diríamos que todavía queda mucho por hacer. Y se echa en falta una voluntad mayor por el trabajo y la misión común. Porque la presencia cristiana en la red aparece no pocas veces dividida; y tal división está agitada, para quien quiera verlo en profundidad, por intereses no sólo poco religiosos sino que me atrevería a decir que, casi, anti-religiosos. En defensa de determinadas causas y posiciones, como puntos de partida incuestionables, el cristiano cede a vivir en los márgenes del discurso olvidando la esencia de la religión, la vitalidad del Evangelio. La centralidad del misterio de la comunión, que es Dios mismo en su fuente, se sustituye por razones o sentimientos, cuando no por puros egoísmos.

El networking, para quien lo haya practicado alguna vez o esté involucrado en ello, requiere una auténtica comunión. No interesada en las relaciones sin más, sino en la asombrosa capacidad y fuerza que revela que cada persona contribuya a lo común según su conocimiento y habilidades. Ejercicio de generosidad, de saber situarse, y también de imprescindible escucha y aprendizaje del otro. En su desarrollo, cada cual ocupa un puesto a todas luces fundamental, sin desvanecerse en el conjunto. ¿No es esto mucho de lo que la Iglesia quiere mostrar al mundo como auténtica comunidad y relación?

Retos en la Iglesia para el networking

Superar el aislamiento, cuando no individualismo institucional, de las congregaciones y de los carismas. En la historia de la Iglesia hemos visto crecer, casi por separado, las distintas realidades configurando sus propias identidades, misiones y puntos de vista. Conduce de facto al desconocimiento mutuo.

La ideología. También presente en numerosas realidades eclesiales, que se posicionan (acrítiamente y poco cristianamente) desde pensamientos, condiciones y presupuestos previos. A mi entender, este ha sido un enorme caballo de batalla en el siglo XX del que no se ha aprendido suficientemente. Estos sólo facilitan la asemejación con los propios. Son un bloqueo para proyectos auténticamente importante. Repetimos incansablemente una cita que a muchos sonará: “Yo soy de.. yo soy de…” ¿De quién son los cristianos, en tanto que cristianos?

Relevancia, prestigio y poder. Hemos aprendido que las herramientas digitales empoderan, pero a la par asistimos a una gran acumulación de poder en determinadas personas (o perfiles) que son auténticos influencers. Muchos desean, para bien propio y quizá no tanto por el bien de la iglesia, posicionarse en la cumbre. La Iglesia, y supongo que no escandaliza a nadie, no es ajena a la maldad que el poder, casi intrínsecamente, conlleva.

Oportunidades del networking para la Iglesia

Frente a lo anterior, decididamente soy consciente y percibo un incremento de la fraternidad y del acercamiento entre cristianos, y de cristianos con otras personas. El hecho mismo de que los cristianos, como personas, sean capaces de hablar por sí mismos expresa hoy una gran polifonía. Más aún cuando esta voz proviene de personas formadas, lo cual conduce a un sano diálogo. El interés por lo religioso es creciente en nuestras sociedades, aunque tengamos que lamentar que no tanto la formación en lo religioso.

El conocimiento mutuo, el establecimiento de relaciones y vínculos sólidos. Con la riqueza y amplitud que esto da. Del que surge un renovado agradecimiento en el que las personas dejan de centrarse en su identidad y en cultivar lo suyo propio, y se interesan primeramente por esta nueva forma de comunidad que son las redes. Incontestablemente muchos cristianos encuentran en estos vínculos nuevas experiencias de fraternidad, cercanía y comunión, que les lleva también a formarse.

La misión digital, la propia de la comunicación. De nuevo hablamos de que la novedad, como signo de nuestros tiempos, interpela a la Iglesia en su conjunto y muestra la realidad que vive, y en la que está instalada, para removerla y seguir creciendo. Ya no podemos hablar, como hace unos años, de esta novedad. Pero sí de una gran acogida eclesial y una gran visión de futuro en muchos cristianos respecto a la construcción de la red. Esta nueva misión, con la necesidad de hacerlo cada vez mejor, ha impulsado encuentros, congresos, abierto espacios de intercambio y formación. Y quienes nos encontramos inmersos descubrimos una Iglesia capaz de congregar y aunar lo mejor de las diferencias y mover con pasión el encuentro entre personas. Mucho que celebrar, sin lugar a dudas.

Por último, claridad sobre los proyectos. Avanzamos más allá de los blogs y de los textos leídos internamente. Buscamos el diálogo con todos, venciendo fronteras. La preocupación social de los cristianos en las redes, y su impulso es determinante. Los perfiles más llamativos, en cuanto a escandalosos, son sustituidos por una imagen digital de la Iglesia capaz de ilusionar, de interrogar, de ofrecer un discurso y un relato de la realidad coherente y constructivo. En tiempos convulsos, muchos se esfuerzan en resaltar lo bello, en que nadie quede fuera, en apostar por las periferias. El proyecto de la Iglesia en las redes no es simplemente complacencia, y mucho menos defensa a ultranza de su propia imagen, sino esfuerzo por comunicar prudente y pacientemente su riqueza, que es el Evangelio.

Fuente: Entre Paréntesis

 

Relaciones Asimétricas

La asimetría de las relaciones nos invita a respetar las diferencias y vivir el amor con gratuidad.

Por José María Rodríguez Olaizola, SJ

¿Por qué será que nunca parece que el amor sea exactamente correspondido? Todos conocemos historias en las que parece que Cupido, de existir, es un canalla. Luis ama a María, que está coladita por Jorge, que babea por Laura que a su vez bebe los vientos por Alfredo… y así hasta el infinito. Y, como dice una amiga mía, encima tienes que aguantar que el que te gusta –que no te corresponde– te presente a su amigo (que es el que no te gusta), por qué a él sí le gustas tú. Incluso cuando hay correspondencia, tampoco es todo recíproco. Las dos medias naranjas no dan una naranja perfecta. En las relaciones siempre hay alguien que apuesta más, o que parece tirar más, y el juego de pasiones, frialdades y afectos es sutil y a ratos turbulento.

Para hacerlo más complejo, esto no ocurre únicamente en las relaciones de pareja, aunque quizás es donde más se nota. También la amistad tiene desproporciones, y hay quien da más de lo que recibe, o quien espera más de lo que encuentra. Y el equilibrio entre la libertad y la dependencia es delicado y a veces fuente de mucha zozobra. Hay quien sufre mucho por esa inadecuación, y vive como fracaso o rechazo el no ser respondido con idéntica entrega de la que pone. Sin embargo las cosas empiezan a cambiar cuando te decides a amar sin cálculo ni estrategia, sin recibo ni minuta. Cuando abrazas la cercanía, pero también aprendes a aceptar las distancias. Cuando amas, pero no impones. Cuando aprendes a acoger la distinta manera de querer de otros, y a respetar su libertad en el camino. Cuando la amistad, y el amor, la das, no lo exiges. Cuando te das cuenta de que las historias compartidas se construyen desde la diferencia, y no hay dos iguales.

Hay quien diría que es imposible, o inhumano, querer así. Que el amor siempre espera vuelta. Que todos buscamos un eco poblado de abrazos o ternura. Pero la verdad es que nosotros somos el eco. Porque hay una voz que nos grita desde dentro palabras infinitas: “No temas, yo te he elegido, te he llamado por tu nombre, eres mío… porque yo te amo” (Is 43) Hay un Dios que nos ama tan incondicional y definitivamente, tal y como somos, que ya nuestra entraña vibra con ese amor. Somos el eco de Dios, el que ama primero.

(PD: El que no exijamos respuesta no quiere decir que no la valoremos, y cuando la encontramos hay que saber cuidarla como un tesoro, que en nuestro mundo ya hay suficiente soledad y sequedades.)

Fuente: Pastoral SJ

 

Conurbano: los Votos que Todos Quieren, las Vidas que Nadie Ve

El jesuita Rodrigo Zarazaga, director del Centro de Investigación y Acción Social, sostiene una relación profunda y cercana con el conurbano bonaerense. En él ha realizado investigaciones, pero también allí sostiene una relación afectiva con muchas personas. Y por eso puede dar cuenta de la realidad que enfrentan quienes viven ahí.

Es un territorio superpoblado, fracturado y desigual, políticamente estratégico, en el que se dibuja la tragedia estructural de un Estado que sostiene la ilegalidad.

Le cuesta decidirse entre tantas historias. Piensa unos segundos y elige dos que lo afectaron muy especialmente. «Me acuerdo de un chico, habíamos conseguido que hiciera el secundario y lo terminara. Ya estábamos viendo con él a qué universidad podía ir e incluso una salida laboral. Un día salgo y me lo encuentro en un basurero completamente drogado con paco. Es una de las tantas historias en las que sentís que invertís todo y la realidad te lleva puesto», dice Rodrigo Zarazaga, sacerdote jesuita y doctor en Ciencia Política. Y enseguida viene a su memoria la historia de una chica muy joven de Villa Mitre, a sólo 30 kilómetros de la Capital, enferma de cáncer y sin acceso a ningún tratamiento: «En otro contexto hubiera sido tratable pero cuando la conocí ya era tarde. Ahí se siente la tremenda desigualdad».

Zarazaga sabe de lo que habla. No lo leyó en papers académicos a pesar de tener él una sólida carrera académica que incluye un posdoctorado en la Universidad de Notre Dame, investigaciones para el Conicet y conferencias en universidades extranjeras. A ese entramado social, que sobrevive entre la pobreza, la informalidad y la changa, al ritmo de las ocupaciones de tierras disponibles y a merced de punteros y barones del conurbano, lo ve todos los días en las comunidades en las que trabaja.

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Cuando Zarazaga cursaba el seminario en el Colegio Máximo de San Miguel comenzó a frecuentar Villa Mitre y otros barrios obreros. Ese viaje de transformación selló para siempre su relación con el conurbano. ¿Cómo describir ese territorio complejo, desigual, fracturado e ingobernable en el que 5 millones de pobres y 1 millón de indigentes conviven con enclaves de prosperidad y clubes y barrios privados? ¿Cómo intervenir en esa geografía atravesada por todas las formas imaginables del delito -que van del narcotráfico a la trata de personas, del trabajo esclavo a la venta de autopartes- y que suelen confluir en el financiamiento ilegal de la política? «A veces hay un Estado ausente, otras, un Estado presente que delinque. Uno no sabe qué es peor: si un Estado ausente o un Estado presente pero ilegal», agrega.

Ahora acaba de editar, junto con el economista Lucas Ronconi, Conurbano infinito (Siglo XXI-OSDE), un libro que reúne las investigaciones de Matías Dewey, Candelaria Garay, Eugenia Giraudy, Jorge Ossona, Pablo Semán y Mariela Szwarcberg Day. El libro trabaja sobre 33 municipios -según lo que dice la ley 13.473, de 2006, aunque en general se considera que el Gran Buenos Aires está compuesto por 24 municipios- que concentran 15 millones de personas. Es un volumen coral de sociólogos, politólogos e historiadores, tan riguroso como desgarrador, que refleja un exhaustivo trabajo de campo basado en entrevistas a punteros, policías, referentes de las comunidades y distintos actores políticos y sociales del conurbano.

Es un territorio que condiciona y define resultados electorales, candidaturas y relaciones de fuerza: concentra el 28% de los votantes del país y 3 de cada 4 votantes a nivel provincial. Por injustos criterios de coparticipación federal y una reforma tributaria (siempre invocada, nunca concretada), ese territorio estratégico y desafiante no recibe inversiones en obras de infraestructura desde hace décadas, sus servicios públicos son deficientes o inexistentes y un 50% de la población carece de cloacas.

«En la Argentina tenemos un problema estructural que la democracia no ha podido resolver: un Estado que a veces está presente, a veces dicta la norma pero hace la vista gorda y en otras es parte del negocio y las redes ilegales», sostiene el economista Lucas Ronconi, especialista en informalidad laboral. Para Ronconi, la palabra clave es «enforcement», o sea el esfuerzo que hace el Estado para que la norma se cumpla: «En el conurbano, en los sectores más pobres hay ocupación ilegal de terrenos, pero los que están en el otro extremo social, me refiero a los que construyen barrios privados, también incumplen con las normas, no tienen habilitaciones y funcionan de manera ilegal. Hay un conjunto de normas que regulan el uso del suelo que son sistemáticamente violadas».

Negocio millonario

El historiador Jorge Ossona, uno de los coautores del libro, es uno de los mayores conocedores del conurbano y su historia. El problema del conurbano, aclara antes de partir a una reunión con cooperativistas textiles, se ha acentuado en este último tiempo pero lleva muchos años y no es un problema de un gobierno en particular. «El kirchnerismo generó una red de contención muy grande que este gobierno no solo no tocó, sino que amplió. Eso sirve para sobrevivir pero no para trazar ningún proyecto de futuro. La regulación del dominio de las tierras entusiasmaría a la gente a mejorar sus casas; pero si no hay cloacas, hay aguas servidas, se corta la luz cuatro días, no tenés trabajo y no podés ir más al supermercado grande sino al almacenero de la esquina porque ni siquiera podes pagarte el pasaje, bueno, todo eso se siente».

Desde hace años que Ossona investiga las sucesivas ocupaciones territoriales, en especial las de Santa Catalina, en el partido de Lomas de Zamora. Los asentamientos siguen reproduciéndose bajo la forma de dos modalidades: los masivos, más infrecuentes hoy sobre todo en la zona del cordón industrial porque las tierras están saturadas, y las tomas hormiga. «En la Argentina lo que sobra es tierra, por la llanura, entonces la ocupación de tierras vacías sigue existiendo. Esto empezó en los años 80 hasta que devino un negocio muy rentable. Todas las zonas periféricas de La Salada son producto de la ocupación».

En estos días, la feria textil de La Salada ha ocupado el centro de la atención pública por la detención de Jorge Castillo, «el Rey de La Salada». Castillo, que es el administrador de una feria con más de 7000 puestos, accionista de distintas empresas y dueño de un negocio millonario con protección gubernamental en la zona más castigada del conurbano, resistió a los tiros de escopeta el operativo que terminó en su detención.

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«Ninguno de nosotros orina agua bendita», le dijo Jorge Castillo al sociólogo Matías Dewey, otro de los coautores de Conurbano infinito. El investigador, nacido en Adrogué y residente en Alemania, se dedicó a analizar el mercado de vehículos robados y el mercado textil ilegal, en especial, la feria de La Salada. En las entrevistas que hacía con los policías siempre se mencionaba la comisaría de Puente La Noria, que está cerca de La Salada. «Esa comisaría es estratégica. Son como un fondo de comercio con precio. Los policías que quieren ser promovidos tienen que pagar para estar ahí. Esa es de las más caras», dice. Para Dewey ambos «negocios», el del mercado textil ilegal y el del robo de autos, «son bombas de extracción en las que el Estado está continuamente extrayendo dinero y recursos de distinto tipo».

A Castillo lo entrevistó varias veces. Y también a Enrique Antequera, el otro caudillo de La Salada. Sabe que ambos son actores bisagra en esa trama ilegal, pero le llama la atención que Castillo sea el único que esté en la cárcel. «La policía es una institución corrupta que está en connivencia. La policía se ponía en los accesos y frenaba a los que venían con sus bolsas de ropa a alquilar los puestos de Castillo y los micros que salían de comprar. Eso lo hacía la policía y la gendarmería y Castillo recaudaba internamente para pasárselo a la policía. O lo hacía o lo mataban. Así funciona. Castillo es un corrupto y los del otro lado lo son aún más porque son los encargados de aplicar y representar la ley. Por eso es necesaria una reforma policial profunda. Y los políticos tienen responsabilidad porque financian sus campañas electorales y sus carreras con estos fondos: saben que transformar esa economía es arriesgar votos», afirma Dewey.

Idea de futuro

Tierra de planes sociales y movimientos de desocupados, el conurbano combina una pobreza histórica y estructural -en la que todavía persiste una memoria de la inclusión y de los valores del esfuerzo, la educación y del trabajo- con nuevas formas de pobreza, con sus propios códigos, estilos y consumos: una cultura endogámica que reacciona frente a la exclusión del otro.

«La pobreza es muy heterogénea», sostiene Ossona. «En la zona de alta concentración de bolivianos y peruanos, en los costureros y talleristas uno ve una idea de futuro: sienten que tienen las posibilidades que sus países les veda. En ese sentido son parecidos a los italianos y los españoles que vinieron hace 100 años. Hay una idea de futuro que se potencia con formas de subsistencia que son impensables para un argentino: comer deliberadamente una sola vez por día y someterse a regímenes de semiesclavitud y servilismo: haciendo todo esto ascienden. Llegan sin nada, trabajando como esclavos y en dos años tienen una vivienda, un negocio, y se meten en verdulerías, en la confección y comercialización textil, hacen un edificio de dos pisos y alquilan las habitaciones para paisanos recién llegados. Son polirrubro. Son los que trabajan legal o semi-legalmente. Los inmigrantes sí tienen idea de futuro».

También existe un segmento que celebra la situación de pobreza y la plantea como emblema de distinción. «Viven bastante bien de la pobreza sin dejar de ser pobres, como un barrabrava o el jefe de una banda de robacoches o piratas del asfalto», dice Ossona. Si la pobreza es heterogénea, el mundo de la informalidad laboral también lo es. «Hay una relación muy estrecha entre informalidad y baja calificación, lo que los economistas llaman baja productividad», agrega Ronconi.

Entre los tantos mitos que circulan en torno del conurbano se encuentra el del puntero barrial como figura que está en contraposición al Estado: allí donde no llega el Estado, llega el puntero. A contrapelo de esa creencia extendida, Zarazaga sostiene que el puntero es el rostro del Estado frente a los más pobres: practica el clientelismo y la discrecionalidad, pero también brinda bienes y servicios públicos en villas y asentamientos; se ubica como un mediador entre la pobreza y el Estado, y como un garante de la gobernabilidad de los intendentes. Para el sacerdote, que se dedicó a desentrañar la relación entre punteros y política y las formas de la redistribución y el clientelismo, el puntero es una mucho más figura ambigua y compleja de lo que se suele creer.

¿En qué se parecen y se diferencian los punteros y los curas en cuanto a sus trabajos y funciones en barriadas, villas y asentamientos? Zarazaga sostiene que hay algunas semejanzas y grandes diferencias. «En cuanto a las semejanzas -explica- hoy todo es más fragmentado en ambos casos. Hace 25 años en cada barrio había una Unidad Básica que respondía al PJ y en cada barrio había una capilla y una presencia del cura. Hoy en las villas a veces no hay cura sino pastor, en otras no hay ningún referente político, en otras puede haber punteros del Frente Renovador o peronistas pero que ahora están con Pro. Todo es mucho menos monocolor de lo que se cree y no hay presencia monopólica de la Iglesia en cada barrio, sino una presencia variopinta que incluye el umbanda y otros cultos. Por eso creo que es exagerado cuando se dice que tal pierde una elección por la influencia de la iglesia o cuando se dice que una elección se ganó por los punteros. Todo eso me resulta ciencia ficción».

No es infrecuente que en la vida cotidiana del conurbano curas y punteros coincidan en las actividades de contención: ambos pueden tener un comedor infantil y ayudar a las familias frente a una inundación, «pero el puntero a veces tiene complicidad con las actividades ilegales o se involucra con el narcotráfico y la trata y eso ciertamente no es lo que pasa en el caso de los curas», agrega el sacerdote.

Jorge Ossona recuerda una historia de trata que lo afectó especialmente. «Me acuerdo de una familia boliviana con diez hijos. Una de sus hijas fue secuestrada para ser sometida a la trata de la prostitución. Eran una familia muy unida y uno de los hijos, a partir del secuestro de su hermana, intentó suicidarse. Nos movimos con contactos periodísticos y alguien importante se movió. Deben haber pensado: ?no queremos tanto quilombo por esta piba’ y a la chica la liberaron. Esta trama involucra a la policía y a los tratantes. Fue una historia que nos tuvo en jaque. Ahí ves la cara de la desesperación».

Sobre el final, Dewey admite haber recibido amenazas durante distintas etapas de su investigación. «Vas a terminar en el Riachuelo», le dijeron. Una vez se reunió con una persona que la contactaría con un empleado muy importante dentro de la Municipalidad de Lomas de Zamora. Finalmente se juntaron a dos cuadras de la Municipalidad, detrás de una farmacia. Esa persona tenía todos los tics de alguien que sabe que lo que diga puede tener consecuencias. «Mirá pibe, te estás metiendo en el lugar más jodido del conurbano. Nada de lo que sucede allá -dijo apuntando a La Salada- sucede si no se toma la decisión acá», dijo señalando la Municipalidad. «Pibe, para que entiendas», le dice, saca un papel en blanco y escribe una sola palabra: mafia. «¿Te queda claro?».

Fuente: la nación

Agentes de Reconciliación en un Mundo Fracturado

El Secretariado para la Justicia y la Ecología de la Compañía de Jesús publica la más reciente edición de Promotio Iustitiae, la No. 124 dedicada a “La Reconciliación en un Mundo Fracturado.”

Las últimas dos Congregaciones han querido expresar nuestra misión por la fe y la justicia en clave de reconciliación. Reconciliación es un amplio concepto teológico que expresa la obra de Dios, que “nos reconcilió con él en Cristo y que nos confió el ministerio de la reconciliación. Pues por medio de Cristo Dios estaba reconciliando al mundo” (2 Cor 5, 18- 19).

Se trata de la tarea de restablecer relaciones justas con Dios, con los demás y con la creación (CG 35, d.3, n. 12). La reconciliación “se realiza en el Reino de justicia, paz e integridad de la creación” (CG 36, d. 1, n. 3). Consiste en establecer puentes en las tensiones que desgarran el tejido social de nuestras sociedades. Cobra especial relevancia en las fronteras donde se pone en juego la dignidad de las personas y donde se han quebrado las condiciones de una sociedad justa.

Tal como dice la última Congregación General:Esta reconciliación es siempre obra de la justicia; una justicia discernida y formulada por las comunidades y contextos locales. En el centro de la obra de la reconciliación de Dios se encuentra la cruz de Cristo y también nuestra participación en ella. Esta misión puede conducir al conflicto y a la muerte, como lo hemos testimoniado en la vida de muchos de nuestros hermanos. Aunque hablamos de tres formas de reconciliación, en realidad, las tres son una única acción de Dios, interrelacionada e inseparable” (CG 36, d. 1, <n. 21).

Estamos llamados a ser agentes de reconciliación en un mundo fracturado. El presente número de Promotio Iustitiae recorre algunas de estas fracturas de nuestro mundo e ilumina qué significa trabajar en ellas desde la perspectiva de la reconciliación: fundamentalismo, conflictos políticos, migrantes y refugiados, los perdedores de la economía, las culturas indígenas… Cada autor, un especialista en el campo que aborda, ha tratado de mostrarnos el valor añadido que este trabajo por la reconciliación añade.

El resultado es una panorámica sobre la tarea de la reconciliación que nos puede ayudar a comprender mejor el alcance de la llamada de las dos últimas Congregaciones. Los artículos permiten descubrir nuevos aspectos de nuestro trabajo, enriquecen la dimensión de justicia que debe estar presente en todos nuestros ministerios y enraízan nuevamente la misión en sólidas bases de la Escritura. Confiamos que estos textos nos ayuden a seguir respondiendo cada día con más creatividad y profundidad a los retos de una fe que obra la justicia.

Fuente: CPAL Social 

Vivir para Contarlo

Frente a los conflicto del mundo de hoy los niños acaban siendo los más afectados y con menos posibilidades de defenderse.

Por Emilio José Gómez Ciriano

“Se lo voy a decir todo a Dios” cuentan que dijo un niño en un hospital de Siria poco antes de morir a consecuencia de las heridas de la guerra. Otros tantos niños podrían contar sus historias si alguien quisiera escucharlas, como las decenas de miles de menores no acompañados que cruzan desde Centroamérica y México hacia los Estados Unidos (206.962 menores no acompañados entre 2013 y 2016 de acuerdo con la US Customs and Border protection agency) o los que espantados por la demolición del Campamento de la Jungla en Calais en Noviembre del año pasado huyeron sin que todavía hoy se sepa su paradero.

“¿Quién salvará esta chiquillo menor que un grano de avena? ¿de donde saldrá el martillo verdugo de esta cadena?” clamaba Miguel Hernández en su poema “El niño yuntero”, porque lo cierto es que estos menores desamparados llegan a nuestros lindes sin presunción de inocencia. No hace mucho escuché de boca de una funcionaria de la Comisión Europea que “los menores ilegales de hoy serán los menores criminales de mañana”, toda una declaración de intenciones para una política de recepción de solicitantes de protección internacional que en la práctica desoye los Convenios de Ginebra y la normativa comunitaria sobre los procedimientos de asilo. Que sigue aplicando procedimientos de identificación para averiguar la edad de los menores que han sido considerados como altamente cuestionables por eminentes médicos y que como consecuencia de ellas muchos menores no son considerados como tales y separados de sus familias

“Somos el mundo, somos los niños” cantaban unos bienintencionados artistas allá por el año 1985 en un concierto denominado “USA for Africa” al que luego siguieron numerosas réplicas de canciones parecidas en distintas lenguas. Lo cierto es que a pesar de conciertos, imágenes de hambrunas, de guerras, de “aylanes” varados en las costas, una vez pasadas las euforias solidarias que movilizan a la audiencia a golpe de compasión programada, vuelve a imperar el miedo al otro, aunque ese otro sea un niño. El miedo a que pueda ser demasiado visible, a que pueda despertar posicionamientos xenófobos (ironías de la vida). El mismo miedo que acompañó a la niña, al niño, cuando huyó de la guerra y que lo sigue acompañando en la segura y garantista Unión Europea.

Fuente: Entre Paréntesis

 

«Migrar Supone un Desgarro»

Instancia de reflexión y diálogo sobre la interculturalidad dentro de la sociedad cordobesa, co-organizada por la Universidad Católica de Córdoba (UCC).

Marta Guerreño López, presidente de la Unión de Colectividades de Inmigrantes de Córdoba (UCIC), aseguró que la cultura se construye mediante la convivencia. Fue durante la Jornada de Reflexión sobre Interculturalidad, Integración y Ciudadanía. Fue un espacio de reflexión y diálogo sobre conceptos clave como la interculturalidad, la integración y la ciudadanía local, organizada en conjunto por el Concejo Deliberante, UCIC y la Universidad Católica de Córdoba (UCC)

«La cultura no se transmite genéticamente, sino mediante la convivencia». De esta manera expresó Marta Guerreño López, de la Unión de Colectividades de Inmigrantes de Córdoba (Ucic), de qué manera se interrelacionan las culturas, se integran y enriquecen.

En su exposición Marta Guerreño dejó en claro que para lograr una educación intercultural hay que tener en cuenta varios pilares fundamentales: la interacción entre dos o más culturas de un modo horizontal y sinérgico, donde no hay culturas superiores ni inferiores, donde prevalece la integración, la convivencia basada en el respeto a la diversidad y el enriquecimiento mutuo.

También señaló que es inevitable el desarrollo de conflictos, pero que se resuelven a través del respeto, el diálogo y la concertación.

Guerreño recalcó que la cultura no es homogénea sino que hay muchas subculturas, que no se trasmiten genéticamente, sino mediante la convivencia. Además, señaló que para que la interculturalidad sea efectiva es necesario que se cumplan tres actitudes básicas: la visión dinámica de las culturas, el convencimiento de que los vínculos cercanos sólo son posibles por medio de la comunicación y la conformación de una amplia ciudadanía donde exista la igualdad de derechos.

Subrayó, además, que las personas en proceso de adaptación a una nueva cultura a menudo se sienten solas y nostálgicas, ya que todavía no se han acostumbrado al nuevo ambiente y sólo conocen a gente con la que no están familiarizadas. Del mismo modo, la barrera del idioma puede convertirse suele ser un gran obstáculo en la creación de nuevas relaciones: lenguaje no sólo se refiere a lo lingüístico sino también al uso del espacio y el cuerpo, el tono de la conversación, matices lingüísticos o acentos.

“Migrar supone un desgarro. Eso lo sabemos todos los que dejamos nuestro país y nos instalamos en otro. Incluso si todo marcha sobre ruedas, debemos admitir que es un proceso complejo, donde el costo emocional a veces es elevado, aun si fue planeado concienzudamente, no resulta tan sencillo como lo esperábamos. Cuando nos mudamos de país cambiamos, además de la geografía, esas coordenadas que estructuraron y orientaron nuestra vida hasta el momento de nuestra partida. Así es, cambiamos de cultura. En cuanto empezamos a instalarnos en otro país comienza un camino de reajuste entre lo que sabemos y damos por sentado y ese modo distinto de hacer las cosas, las que predominan en nuestro nuevo hogar”, puntualizó la presidente de UCIC.

Y concluyó: «Adaptarse a una nueva cultura implica una sobrecarga, un esfuerzo extra. Algunas personas necesitan apoyo profesional. Porque hay que transformarse, por ello es importante gerenciar este proceso, un camino complejo pero gratificante. Hay muchas otras formas diferentes que pueden ayudarnos a crecer .Practicar la interculturalidad no es tarea fácil ni Imposible. No basta con querer, hay que capacitarse, aceptar, negociar y sobre todo respetar. Yo soy muy positiva, creo que vamos a comprender que una de las riquezas de este mundo es vivir en interculturalidad“.

Fuente: lavozonline