Araceli Baenninger es la directora del Hogar de San José, una Obra que forma parte del Sector Social de la Compañía de Jesús en Argentina y que brinda atención psicosocial y espiritual a personas en situación de calle. Durante el mes de Julio viajó a Chile para conocer y acercarse a la realidad del Hogar de Cristo, fundación con la que comparten el objetivo de acompañar a personas en situación de vulnerabilidad, buscando ampliar sus oportunidades a una vida mejor. Aquí compartimos su testimonio sobre la vista:
Por Araceli Baenninger
Junto a Guillermo Blasón sj visitamos el Hogar de Cristo de Chile del 4 al 8 de Julio de éste año, encontrándonos con una realidad similar a la nuestra respecto de las carencias y las necesidades de las personas en situación de calle, pero muy diferente en cuanto a la manera de abordar ésta problemática. En principio, nos comentan que el Hogar de Cristo en Chile, está catalogado como un “Ministerio”. Disponen de recursos económicos provenientes del Estado para poder cumplir los programas que se realizan. Estos abarcan distintos temas: calle en niños, adolescentes y adultos; adicciones con programas terapéuticos ambulatorios; atención y apoyo en salud mental, entre otros.
Los lugares especialmente preparados para recibir atención son diversos: Casas de Acogida, Hospederías, Hogares, Centros de día, Ruta de voluntarios, Residencias para la superación y el objetivo final “Vivienda Primero”, que es para personas mayores de 50 años con más de 5 años en calle.
Comenzamos nuestra recorrida con la ruta de Voluntarios, yendo a visitar a algunas personas que viven en la calle y les brindan apoyo necesario en alimentación, abrigo e higiene. Fuimos acompañados por una trabajadora social que hace el seguimiento de éstas personas y de los voluntarios que se ocupan de ésta tarea.
Además de visitar los hogares que se encuentran en Santiago, visitamos residencias en Valparaíso, Rancagua, Rengo y San Fernando. En Santiago tuvimos la oportunidad de estar en la Casa de Acogida para hombres mayores de 60 años. Es un espacio para que puedan avanzar en su autonomía e independencia. Allí funciona una carpintería, donde ellos gestionan la fabricación de productos de madera y su posterior comercialización.
También en Santiago compartimos una cena junto a los huéspedes de un Hogar, además de presenciar una asamblea, en la que ellos, el director y el trabajador social discuten temas relativos al bienestar en general: Convivencia, actividades recreativas, actividades de recaudación de dinero con fines de cubrir necesidades comunes, etc. Es notable destacar la participación que tienen las personas, haciéndolos protagonistas de sus propias historias durante la permanencia en diferentes lugares. Esta idea de trabajar la problemática interna del Hogar nos resultó muy enriquecedora y de fácil implementación en el Hogar de San José. Nos compromete a llevarla a cabo y sostenerla ya que vimos como participaban y se sentían involucrados en una tarea en común.
Estuvimos en Valparaíso, en un centro de día, donde funcionan los programas terapéuticos ambulatorios para personas con consumo problemático de alcohol y drogas cuya línea de acción es la reducción de daños.
Queda claro que los Programas están absolutamente centrados en las personas, escuchando sus necesidades reales.
Terminamos nuestro último día con una reunión para despejar dudas, consultas e impresiones vividas y concluyó con la visita al Santuario, Museo y Tumba del Padre Alberto Hurtado SJ, fundador de los Hogares de Cristo.
El viaje fue muy enriquecedor, sumando ideas, haciéndonos repensar prácticas y acciones.
La situación de calle nos atraviesa a todos; Estemos en Chile o en Buenos Aires. Es imposible no verla, no sentirla, nos duele hasta las entrañas.
Es un problema universal y como instituciones con una Misión que aborda esta temática, tenemos no sólo la posibilidad de ayudar a nuestros hermanos, sino la obligación de atender a sus necesidades…
El volver de Chile y vivir su realidad que también es la nuestra, personalmente me hizo sentir la energía, el ánimo y las ganas de seguir porque el camino es éste.
Seguir atendiendo junto a nuestros colaboradores y voluntarios un espacio de escucha y mirada atenta hacia nuestros hermanos sabiendo que Dios actúa y que estamos llenos de su presencia y de sus llamadas.
Me hizo sentir además, que estamos en Misión, siempre activos junto a un Dios presente y bajo su mirada amorosa que nos guía y nos va mostrando el camino.
Nuestro trabajo con personas en situación de calle es un servir constante. Es valorar a nuestros hermanos, apreciar tanto sus facetas luminosas y radiantes como sus lados oscuros y sombríos. Es ayudarlos a redescubrirse para hacer que su vida sea más rica y más llena de sentido y con esperanza.
Para mí fue toda experiencia, que empezó hace muchos años y que fue y sigue siendo un gran aprendizaje diario. Mirar con benevolencia, comprender otras vidas y desearles lo mejor en las suyas, en definitiva verlo a Cristo en cada uno de ellos. Vuelvo a sentir que el camino es por acá. Ayudar a la gente que sufre, acompañar en su diario vivir con una palabra que acompaña y alienta, brindando una ducha caliente, un desayuno y de ahí empezar a restaurarlo en su integridad tratando de acompañar su ingreso al Hogar y su reinserción en la sociedad.
En la Obra y el Hogar de San José, compartimos tanto laicos y Jesuitas la Misión de integrar a la sociedad a los que están marginados, insertar a los que sufren injusticias, miserias y que luchan todos los días por hallar sentido a sus vidas. Cada día nos impulsa el promover la justicia por los más vulnerables a través de una manera concreta de ser y hacer, teniendo como protagonista a esos rostros concretos donde la palabra cobra vida.
Es servir en lo cotidiano, con una palabra de aliento, con un gesto, respetando sus silencios. Siendo parte de sus penas y sus alegrías. Como decimos siempre es poner Manos a la Obra para mejor Amar y Servirlo en todo a ese Dios presente en ellos.