I Encuentro de Directores Académicos y de Pastoral FLACSI

Del 3 al 6 de setiembre se llevó a cabo el I Encuentro de Directores Académicos y de Pastoral de FLACSI en Puebla, México. 

El encuentro tuvo como grandes objetivos:

  • compartir y dialogar en torno al contexto global de nuestra educación jesuita, la experiencia de Dios en los jóvenes, la innovación curricular y en la investigación educativa;
  • integrar las necesidades compartidas y las experiencias de las áreas de dirección académica y de pastoral de los centros educativos de FLACSI, en el contexto de los desafíos actuales del Apostolado Educativo de la Compañía de Jesús;
  • y así potenciar el trabajo en red como mecanismo para consolidar una cultura de la mejora continua que favorezca el cambio sistémico.

Cómo San Ignacio está dando a los adolescentes las herramientas para los desafíos de hoy

Casi todos los estudiantes descubren que tienen una voz interior, que los llama a hacer el bien y evitar el mal. La mayoría de los estudiantes encuentra esta práctica inmensamente útil. Escriben sobre cómo aprendieron a escuchar sus voces internas, a discernir el bien del mal y a ganar confianza para seguir el bien.

Por Molleen Dupree-Domínguez

En este otoño, todos los estudiantes de la escuela secundaria donde enseño habrán nacido después del 11 de septiembre de 2001.

Han sido 18 años de flagelos para muchos de nosotros: de Bush a Obama, de Obama a Trump; de teléfonos celulares a teléfonos inteligentes y a celulares completamente inteligentes; de guerras a tiroteos en las escuelas y a la brutalidad policial publicitada.

En resumen, estos jóvenes viven en una época de gran crisis existencial – y sólo han vivido en esta época de gran crisis existencial.

Las herramientas espirituales ignacianas son esenciales para mis estudiantes. La seducción de la violencia, el cinismo y la desesperanza suele ser convincente. A su alrededor, los adultos expresan su disconformidad contra los líderes públicos, el miedo a la violencia armada en todas sus formas y el pánico por el cambio climático.

La práctica de la oración ignaciana ayuda a mis estudiantes a cruzar el ruido de los mensajes mediáticos sobre estos grandes temas, así como las preocupaciones más típicas de la adolescencia como las primeras relaciones, su apariencia y sus logros. Las herramientas ignacianas sientan la base de la esperanza eterna de que Dios está verdaderamente con nosotros, incluso y especialmente en los tiempos de lucha.

Discernimiento de los espíritus

Ignacio sabía cómo proceder en estos tiempos inciertos — debemos estar atentos a los espíritus que se disputan nuestra energía. El Espíritu Santo rivaliza con muchos otros espíritus, la mayoría de los cuales desean alimentar nuestras ansiedades y despertar nuestras dudas.

Es bueno que mis alumnos sepan esto: existen fuerzas espirituales en competencia en el mundo, y dejarse llevar por el espíritu negativo no es la única opción. Las voces de ansiedad, duda y miedo son reales, pero no son necesariamente la voz de Dios.

Aunque suene un poco extraño, esto tiene que ver con sus propias experiencias de vida. Saben que hay muchas voces en sus cabezas, y para la mayoría de los estudiantes es un alivio descubrir que tienen el permiso de ignorar a la mayoría de éstas.

Diario de un examen de conciencia

En primer lugar, enseño el discernimiento en el plano de la conciencia, definiéndolo desde el punto de vista secular y católico. Luego hablamos de cómo todos tenemos diferentes voces en nuestras cabezas, y el discernimiento es un estado armónico de nuestra atención con la voz de nuestra conciencia que, en la tradición católica, es la voz de Dios.

Para rastrear la voz de sus conciencias, durante una semana los estudiantes escriben todos los días en su diario preguntándose: ¿Hasta qué punto hoy honré uno de mis principales valores? ¿En qué medida informé a mi conciencia? ¿Hasta dónde escuché mi «voz interior» hoy?

En estos diarios casi todos los estudiantes descubren que tienen una voz interior, que los llama a hacer el bien y evitar el mal. La mayoría de los estudiantes encuentra esta práctica inmensamente útil. Escriben sobre cómo aprendieron a escuchar sus voces internas, a discernir el bien del mal y a ganar confianza para seguir el bien.

Mientras ellos ven flujos constantes de imágenes y videos, de titulares y comentarios en sus teléfonos, la habilidad para sosegar la mente y sintonizar la voz del amor es indispensable.

Examen

Después de observar de cerca la conciencia, en clase practicamos el examen durante varios días. Los estudiantes recuerdan el día anterior y le piden a Dios que les muestre dónde estaba presente el Espíritu o dónde necesitan hacer un cambio. Es durante este tiempo que le presento herramientas de oración en línea, tales como la aplicación Hallow (en inglés, Santo) y Pray as You Go (en inglés, Voy rezando). Muchos estudiantes las aman y las encuentran útiles para orar por su cuenta.

Lleve el examen diario con usted dondequiera que vaya agregándolo como fondo de pantalla de bloqueo de su teléfono.

Cultivando las virtudes

Ahora estamos listos para poner en práctica las buenas acciones.

Ignacio ha escrito:

“Es cierto que los perezosos nunca tendrán paz mental o la posesión perfecta de la virtud, ya que éstas no se conquistan a sí mismas; mientras que los diligentes obtienen fácilmente ambas en pocos días”.

Cada estudiante elige una virtud cardinal o teológica para practicarla durante cinco días. Ellos documentan sus esfuerzos con fotos y textos, intercambian ideas sobre asuntos a experimentar y se comunican periódicamente con un mentor para hablar sobre su práctica.

Todos los días, durante una semana, recibo reflexiones bellas: cómo los estudiantes decidieron decirle a sus madres que las amaban; cómo decidieron apagar sus celulares mientras hacían sus deberes para practicar la ponderación; cómo decidieron intervenir cuando uno de sus amigos hizo una broma a expensas de otro. Ellos quieren practicar estas virtudes. Tienen apetencia por una dirección que los convierta en el tipo de persona que realmente quieren ser — como, creo, somos todos.

También tienen ansias por ser auténticos y, tras una semana de práctica, pueden estar de acuerdo con Ignacio en que las acciones hablan más persuasivamente que las palabras:

«(Las personas) de gran virtud, aunque su saber para ayudar al prójimo sea exiguo, predican con más elocuencia y persuaden a su gente hacia la bondad más poderosamente por su apariencia que por su habilidad retórica, por más instruidas que estén».

Los adolescentes de hoy digieren mucha información preocupante. Aunque las generaciones anteriores han enfrentado desafíos, es difícil hacer comparaciones debido a la gran cantidad de información disponible ahora para los adolescentes las 24 horas del día. Con ese bombardeo constante nunca habían sido más importantes el discernimiento y la virtud. Tengo que agradecer a Ignacio por estas herramientas y prácticas que puedo compartir con mis estudiantes, porque les ayudan a sortear los desafíos de esta época.

Fuente: es.jesuit

Fe y Alegría y el MAS, construyen puentes de encuentro y servicio

En la tercer semana de agosto, los centros educativos de Fe y Alegría en Salta y Taco Pozo (Chaco), compartieron tareas de servicio con voluntarios del Movimiento Amar y Servir, integrado por alumnos de los últimos años del Colegio del Salvador.

 El voluntariado, como experiencia de encuentro y servicio ‘con los demás’, anima a compartir las tareas, la fe y la vida en comunidad, en las actividades que se ofrecen para aportar en el mantenimiento y mejoramiento de las instalaciones; en las experiencias de encuentro y testimonio de lo cotidiano; en los aprendizajes que se generan y se celebran.

Tanto en las escuelas de Barrio Solidaridad (Salta) como de Taco Pozo -dependientes de la fundación Fe y Alegría-, los voluntarios también pusieron en práctica lo aprendido de parte de personal de Mantenimiento del Colegio, compartieron espacios de clase y recreación, y renovaron el compromiso de amar y servir ‘en todo’.

Testimonio de Ricardo Moscato, rector del Colegio quien acompañó parte de la experiencia

“Gracias a Dios puede compartir aunque sea brevemente la experiencia del Voluntariado en Salta. Estoy impactado por el testimonio de disponibilidad, compromiso, alegría y sensibilidad social de todos nuestros chicos participantes, los ex alumnos y educadores acompañantes. Trabajo físico incansable cortando pasto, levantando paredes, pintando, haciendo contra piso junto a juegos en los recreos, compartiendo unas clases y experiencias con los chicos de las escuelas de Fe y Alegría. Encuentros fraternales tendiendo frágiles puentes sociales que superan prejuicios e indiferencias. Creo que es el resultado de un largo proceso formativo donde todos participamos y donde lo «grande» de los ideales se expresa en «lo pequeño» de lo cotidiano, con sus palabras, rutinas, ejemplos, humores. Hay sembrado en cada uno un muy buen «sentimiento» que está en proceso de convertirse en «conciencia, competencia, compasión y compromiso» con efecto transformador para cada uno y la sociedad. Nada más, nada menos.

Ojalá que no desaprovechemos esta experiencia, esta buena siembra, este sentimiento de «sentido» y gusto por servir a los mas pobres, este sentimiento de Argentina como hogar pendiente y por construir, esta cercanía a Dios en los más pobres, esta valoración de la educación, esta admiración por la tenacidad de los que poco tienen y mucho esperan, de todos estos 115 chicos de cuarto y quinto que se hicieron uno más de la gente buena y trabajadora de Salta y Taco Pozo, que podamos crear las condiciones para que pueda ser compartida con los compañeros que no fueron, con los docentes, familias y todos los demás chicos del colegio. Que la llama no se apague, que nos conmueva, que nos convoque para «en todo amar y servir»”

I Congreso Latinoamericano de Marketing Social

Desde el miércoles 31 de julio hasta el sábado 3 de agosto la Universidad Católica de Córdoba (UCC) fue sede del I Congreso Latinoamericano de #MarketingSocial con académicos y referentes nacionales e internacionales que presentaron casos, experiencias y estudios sobre marketing desde una perspectiva sostenible y socialmente responsable.

El evento fue organizado por la Asociación Internacional de Marketing Público y No Lucrativo (AIMPN) en colaboración con la UCC. 

El objetivo de esta instancia fue el de debatir sobre la responsabilidad y/o el carácter sostenible de las actividades realizadas por emprendedores, empresas, entidades públicas, y ONG desde la perspectiva del marketing.

Los oradores invitados para esta ocasión fueron: 

  • Carlo García Gallucci | Vicerrector Universitat Ramon Lüll
  • José Luis Vázquez Burguete | Presidente IAPNM
  • Helena Alves | Editora de la International Review on Public and Nonprofit Marketing (IRPNM)
  • Mercedes Galán Ladero | Co-editora del libro Case Studies on Social Marketing. A Global Perspective
  • Alejandro Álvarez Nobel | Director General de Comunicación y Medios Municipalidad de Córdoba

Tras finalizado el Congreso, la UCC compartió un video en el que diferentes participantes pertenecientes a empresas, ONGs y obras de la Compañía de Jesús expresan su impresión sobre esta  instancia

Innovación frugal

«Más con menos». Así definió sintéticamente Allan Báez Morales a la innovación frugal, una nueva forma de diseño de soluciones. Baez es Director del Frugal Innovation Hub de la Universidad de Santa Clara, Estados Unidos, y participó en el I Congreso Latinoamericano de Marketing Social que tuvo lugar en la Universidad Católica de Córdoba.

¿De qué trata la innovación frugal?

En resumen, se trata de una estrategia de diseño para mercados emergentes que se basa en los recursos locales. ¿Qué existe localmente para crear soluciones para las poblaciones que no tienen capacidad de pago? Si hiciéramos un comercial, el slogan sería «más con menos». Más impacto, valor agregado para el cliente, con menos energía, tiempo e inversión; porque necesitamos bajar esos parámetros para poder vender un producto para esos mercados con gente de baja capacidad adquisitiva pero que son muchos.

¿Cuándo y cómo nace?

Nace alrededor de la década de los ’50s. Se dice que nace de la innovación gandhiana, sobre la idea que tenía Gandhi de que a las comunidades rurales de India el gobierno nunca llegaría, entonces proponía buscar sus propias soluciones. Esto es un poco propio de comunidades latinoamericanas. Se aplicó con la idea de buscar soluciones improvisadas para un determinado problema de alguna comunidad en particular. La innovación frugal se encuentra en una escala superior en la que establece que esas soluciones pueden llevarse a un mercado y pueden ser replicables y sostenibles. La innovación frugal es entonces esa innovación del concepto. Actualmente es muy usado por grandes empresas como Philips, Unilever, etc, que generalmente producen para el 3% de la población que son los que más tienen, pero existe otro grupo más grande, que tiene necesidades diferentes y un menor poder adquisitivo. Aquí es donde entra la innovación frugal.

¿Cómo lo desarrollan ustedes en Santa Clara?

Nosotros en Santa Clara lo desarrollamos desde la ingeniería, para diseñar soluciones a distintas poblaciones, generalmente de África, Latinoamérica e India. Tenemos la ventaja de ser conocidos mundialmente, entonces empresas, ONG y gubernamentales nos buscan para ese tipo de soluciones, de bajos costos pero de alto impacto para la población. Este grupo de clientes nos dicen cuál es el problema, luego vemos si tenemos la capacidad para hacerlo, buscamos al profesor y los alumnos para iniciar el proyecto. El Laboratorio de Innovación Frugal funciona en la Escuela de Ingeniería. Trabajamos también con salud pública y ciencias ambientales, pero está radicado en Ingeniería.

¿Cuál es la importancia de hacerlo desde una universidad?

La experiencia que significa. Nuestros estudiantes trabajan con gente de Kenia, Uganda, Nicaragua, India, gente que tiene expectativas, que necesitan una solución y, por su parte, nuestros alumnos quieren trabajar para darles esa solución.

¿Con qué financiamiento cuentan?

Contamos con un financiamiento interno de la Universidad. Pero tenemos la gran ventaja de encontrarnos en el valle de Silicon Valley, por lo que nos conectamos con muchas empresas y organizaciones.

¿Cuál es el marco que utilizan para este tipo de diseño?

Para el marco teórico utilizamos el Design Thinking Process para el diseño de soluciones y las diez competencias básicas de la innovación frugal, entre ellas que su enfoque sea en la persona, que las soluciones sean simples, ecológicas, durables, etcétera. Por ejemplo, si están diseñando un sistema de irrigación de agua, se debe pensar en cómo hacerlo simple, que aguante las condiciones climáticas, que sea ecológico, móvil. Debe apuntar a que las soluciones deben ser replicables, sostenibles y escalables. Esto último tiene que ver con el empoderamiento, es decir que la gente entienda cuál es la solución y que la sigan ellos mismos.

Fuente: Universidad Católica de Córdoba

Diplomatura en Pensamiento Social Cristiano

Desde la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Córdoba (UCC) ofrecemos en la Diplomatura en Pensamiento Social Cristiano un espacio para que aquellos interesados puedan discernir los problemas actuales y los instrumentos para dar un testimonio cristiano en el ámbito de sus diferentes y variadas incumbencias.

Por Silvana Scarpino, abogada y profesora de la  Universidad.

La Doctrina Social de la Iglesia está constituida por los principios, valores, normas, directivas, enseñanzas, emanadas de la Revelación, la Ley Natural y el Magisterio de la Iglesia. Se proyecta sobre la vida social centrando y concentrando sus preocupaciones en la dignidad de la persona humana pero no en una persona «cualquiera» sino en una persona con destino trascendente, por eso su mensaje integral.

Los estudios del Pensamiento Social Cristiano que en su actividad docente la Iglesia ha ido transmitiendo en materia social a la luz del mensaje revelado, lo ha sido en la certeza de que, si la humanidad y sus constructores se proponen realizarlo, habrán hallado el modo de construir un mundo más humano, más fraterno en la primacía del amor.

Pensamiento Social Cristiano

Su enseñanza y difusión forman parte de la misión evangelizadora de la Iglesia. Juan Pablo II en Centesimus Annus (1991), habla del anuncio de la Doctrina Social de la Iglesia, manifestando la esperanza de un renovado impulso para el estudio, difusión y aplicación del Pensamiento Social Cristiano en todos los ámbitos, considerando que difundir esta doctrina constituía una verdadera prioridad pastoral.

Si ello es correcto, debemos reconocer que poco es lo que hemos hecho al respecto ya que la Doctrina Social de la Iglesia es ignorada por la mayoría de los laicos.

Es sabido, aunque olvidado por muchos, que cada hombre tiene asignada por Dios una vocación particular aquí en la Tierra, mediante la cual se realiza el plan de Dios en cada creatura; misión que asume las más variadas circunstancias y acontecimientos en la vida de cada uno.

Problemas sociales

El Pensamiento Social Cristiano propone, especialmente a los laicos católicos, los principios ideales actuales como criterios de juicio y construcción social. Debemos estar convencidos de que la Doctrina Social de la Iglesia es apta para resolver los problemas sociales, y ello no se da si no se desarrolla una formación verdadera y eficaz. No es una «última vía» de solución, sino que tiene categoría propia; no pertenece al ámbito de la ideología sino al de la teología siendo lo suficientemente amplia para adaptarse y aplicarse a las variables de los tiempos sin negar sus principios inmutables y permanentes.

En este sentido, con el objetivo de mostrar a la Doctrina Social de la Iglesia no solo como un pensamiento sino como expresión de la vida de la Iglesia, desde la Facultad de Teología ofrecemos en la Diplomatura en Pensamiento Social Cristiano un espacio para que aquellos interesados puedan discernir los problemas actuales y los instrumentos para dar un testimonio cristiano en el ámbito de sus diferentes y variadas incumbencias.

Puedes inscribirte a la Diplomatura aquí

Fuente: Universidad Católica de Córdoba

Servicio de la fe y Universidad jesuita

“¿Cómo ha evolucionado la perspectiva sobre el `servicio de la Fe´ en las instituciones educativas de la Compañía de Jesús en América Latina en los últimos años?”.

Por Ernesto Cavassa, S.J.

Una carta del P. General sobre “los jesuitas destinados al apostolado intelectual” (24 de mayo de 2014) nos recordaba la “larga tradición de compromiso con el apostolado intelectual que tiene la Compañía de Jesús”, dentro de la cual se inscribe el servicio que algunos brindamos en las instituciones de educación superior, sean propias de la Compañía o encomendadas a ella.

El trabajo universitario no agota el llamado apostolado intelectual; sí es, sin embargo, una de las modalidades en que éste se ejerce. En América Latina, según los datos del Informe para la elaboración del Proyecto Apostólico Común de la CPAL (2010), la actividad universitaria de las 30 instituciones de AUSJAL, comprendía unos 250,000 estudiantes, 20,000 profesores y alrededor de 260 jesuitas, aunque no todos a tiempo completo.

Se me ha pedido que desarrolle en este artículo la pregunta siguiente: “¿Cómo ha evolucionado la perspectiva sobre el `servicio de la Fe´ en las instituciones educativas de la Compañía de Jesús en América Latina en los últimos años?”. El pedido ya advertía de la complejidad del tema y la dificultad para tratarlo de modo exhaustivo. Para acotarlo, me remito a algunos documentos oficiales de la Compañía que han hablado del “servicio de la fe” en estos años. De otra parte, lo circunscribo a las instituciones educativas universitarias y a tres preguntas que me han surgido ante esta propuesta. A pesar del cliché que nos suelen colgar a los jesuitas (“siempre responden con otra pregunta”) me parece que ellas pueden ayudarnos a explorar algunos aspectos subyacentes en el tema solicitado.

¿Servicio a la fe o servicio a la misión?

La expresión “servicio de la fe” (diakonia fidei) nos remite a nuestra tradición. La Compañía fue fundada para la “propagación de la fe”, según la Fórmula del Instituto (1550). La Congregación General (CG) 32 (1975) formuló la misión de la Compañía de Jesús hoy en términos de “servicio a la fe y promoción de la justicia”. La expresión puede dejar la impresión de que se trata de dos términos en paralelo, con objetivos diferenciados, unidos solo por la partícula conjuntiva. No fue esa la intención de la Congregación. El decreto 4 sobre “Nuestra misión hoy” afirma que “la misión de la Compañía de Jesús hoy es el servicio de la fe, del que la promoción de la justicia constituye una exigencia absoluta, en cuanto forma parte de la reconciliación de los hombres exigida por la reconciliación de ellos mismos con Dios” (n° 2). Como vemos, la frase es más compleja e integradora que el lema que la intenta resumir.

Tal vez por ello no fue fácil la asimilación de la misión así concebida. Para ello, fue necesario superar la división entre los abanderados de la fe y los promotores de la justicia. Es interesante, en este sentido, el balance que expresa el P. Kolvenbach en Santa Clara (6 de octubre del 2000), veinticinco años después de la promulgación del decreto 4. Retoma la autocrítica de la CG 34: “reconocemos que no todo ha ido bien…dogmatismos e ideologías nos han llevado a veces a tratarnos más como adversarios que como compañeros” (d. 3, n° 2) para reconocer que “nosotros, los delegados de la CG 32, no éramos conscientes de las dimensiones teológicas y éticas de la misión de servicio propia de Cristo. Si hubiésemos prestado más atención a la diakonia fidei, quizá hubiésemos evitado algunos malentendidos provocados por la expresión “promoción de la justicia”. ¿Y qué se entiende –según el P. Kolvenbach- por diakonía fidei?: “Con ella se refiere a Cristo, el Siervo sufriente que lleva a cabo su diakonia en un servicio total a su Padre hasta dar la vida por la salvación de todos”.

Y eso fue lo que, de hecho, ocurrió. La Compañía aprendió en los años subsiguientes lo que ya había captado premonitoriamente el P. Arrupe: el decreto 4 implicó en muchos casos incomprensión, ruptura con antiguas relaciones, persecución y, para varios de nuestros compañeros, el martirio.

El sector universitario –al inicio, reacio a los cambios- mostró a lo largo de estos años su modo particular de asumir y desarrollar este “servicio a la fe del que la promoción de la justicia es una exigencia absoluta”. En palabras del P. Kolvenbach: “Es ya un estereotipo repetir que la universidad no es una torre de marfil y que no es para sí misma sino para la sociedad. Más allá de la teoría, el sentido profundo de esta afirmación lo dio el testimonio de Ignacio Ellacuría y sus compañeros, asesinados en la UCA de El Salvador, que con su vida demostraron la seriedad del compromiso de ellos y de su Universidad con la sociedad. Pocos hechos como éste han causado tanto impacto y se han prestado a tanta reflexión en nuestras universidades en estos últimos años” (Monte Cucco, 27 de mayo de 2001). El decreto 17 de la  CG 34 (1995) sobre “la Compañía y la vida universitaria” es el cierre de todo un proceso de veinte años en los cuales la Universidad jesuita aprendió lo que significaba en este continente el “servicio de la fe”. Un servicio sellado con sangre.

Esa misma Congregación General nos define desde entonces como “servidores de la misión de Cristo” (decreto 5). Este decreto –clave para el modo de entendernos- nos habla del importante aporte que ha significado el compartir la vida de los sectores populares para nuestra fe: “nuestro servicio, especialmente el de los pobres, ha hecho más honda nuestra vida de fe, tanto individual como corporativamente: nuestra fe se ha hecho más pascual, más compasiva, más tierna, más evangélica en su sencillez”. ¿Cómo ha evolucionado, pues, el servicio a la misión? En la medida en que nos hemos vinculado más estrechamente a los pobres hemos entendido mejor nuestra fe, nuestra misión, la justicia que brota del Evangelio.

El mismo documento habla también de la misión haciendo una adecuada distinción entre misión y ministerios. Podemos –dice- estar en diversos ministerios (social, pastoral, educativo, de gobierno, etc.) pero “todos tenemos una misma misión”. El decreto avanza además otro punto: “nuestra identidad es inseparable de nuestra misión” (n° 4). La misión brota de la identidad. ¿Y cuál es nuestra identidad? Ser “compañeros de Jesús”. “La misión de la Compañía brota de la continua experiencia de Cristo Crucificado y Resucitado que nos invita a unirnos a Él en la tarea de preparar al mundo para que sea el Reino de Dios consumado” (n° 6). Misión, identidad, Jesús…son términos correlativos que van a marcar toda actividad apostólica. Si algo ha evolucionado en estos años es la conciencia de una mayor integración de estos aspectos en el servicio que realizamos. La última Congregación General ha seguido reflexionando sobre los mismos y ha incluido también el de “comunidad” (CG 35, d. 2, n° 19).

Esta mejor comprensión de la integralidad de la misión se ha reflejado en el modo como AUSJAL se ha percibido a sí misma, especialmente en los últimos años. No por azar se ha priorizado el acento sobre la “identidad y misión” de  nuestras instituciones. Los seminarios realizados entre los años 2002 y 2005 son la mejor expresión del modo como las Universidades en América Latina han sabido recoger los planteamientos que la Compañía ha venido realizando sobre su misión hoy. La conciencia de tener que responder a ella desde nuestras obras apostólicas es hoy un dato asumido. El reto es, más bien, lograr que identidad y misión sean asumidos cada vez más por toda la comunidad universitaria.

¿Pastoral universitaria o descubrimiento del Dios presente y activo en la realidad?

No es extraño vincular espontáneamente “servicio a la fe” en las universidades jesuitas a la llamada “pastoral universitaria”, entendiendo ésta como un conjunto de acciones orientadas a promover y fomentar la fe cristiana principalmente entre los jóvenes. La pastoral universitaria comprende, por ello, actividades litúrgicas, catequéticas, sacramentales; en algunos casos, ofrece conferencias y encuentros sobre religión, cultura, sociedad y, en vinculación con medio universitario, suele proponer experiencias que vinculen al estudiante con la realidad social del entorno.

Todo esto es, sin duda, necesario en nuestras instituciones. Pero la profundización en el sentido de misión nos hace ver también que “el servicio de la fe” debe apuntar a algo más; debe llevarnos, en palabras de la CG 34, a “situarnos en lo más íntimo de la experiencia humana” (decreto 2, n° 6) para -como dice la carta sobre el apostolado intelectual- “descubrir a Dios presente y activo en lo más profundo de la realidad, y a compartir ese descubrimiento”.

Ese descubrimiento supone, como dice la CG 35, “una mirada contemplativa de situarse en el mundo, de contemplar a Dios que actúa en lo hondo de la realidad” (d. 2, n° 6). Nada más lejos, por tanto, de “la globalización de la superficialidad” (A. Nicolás, Encuentro Mundial de Rectores, México 2010). El mayor servicio de los que constituyen nuestras comunidades universitarias, según él, es “promover profundidad de pensamiento e imaginación” o, como dice el plan estratégico de AUSJAL: “Frente a esa `globalización de la superficialidad´, AUSJAL debe propiciar la profundidad del conocimiento, a través de tres principios enraizados en la tradición ignaciana: imaginación, creatividad y sentido crítico. De ese modo, nuestro apostolado creativo provoca un proceso dinámico en la búsqueda de respuestas a los problemas reales de nuestro tiempo”. Esa búsqueda de respuestas es, para muchos, una búsqueda de sentido de vida.

El servicio a la fe nos debe llevar, pues, a las búsquedas de sentido que se plantean los jóvenes de nuestras universidades. Para muchos, son “situaciones límite” donde se encuentra “energía y nueva vida” (CG 35, n° 7) o, en términos de la reciente carta del P. General, esas búsquedas nos llevan a “aquellas fronteras que son parte de nuestra condición humana y que no escatima esfuerzos por tender puentes de reconciliación”. El apostolado intelectual y, por tanto, también el que se realiza en la universidad jesuita debe, de acuerdo a estos documentos, contribuir a tender puentes entre la fe y la razón o entre la fe y las culturas, en un momento en el que estos nexos se encuentran debilitados.

¿Cómo llegar a esas experiencias de vida y energía presentes en la realidad, a esas “situaciones límite” que se constituyen en “fronteras” existenciales? La Compañía siempre ha encontrado en los Ejercicios Espirituales uno de los caminos más eficaces. Y, por ello, ha animado a todos los jesuitas (no solo a los expertos en espiritualidad) a dar los Ejercicios (CG 35, d. 3, nº 21). Uno de los temas en los que se ha evolucionado más en los últimos años es en la oferta de Ejercicios en todas nuestras instituciones. Al mismo tiempo, hemos crecido también en una mejor comprensión de lo que son los Ejercicios como experiencia de encuentro en profundidad con uno mismo y de la necesidad de recuperar espacios como éstos en medio del bullicio cultural en que nos hallamos. Además, en muchos lugares, la experiencia de acompañar, orientar o dar Ejercicios ha pasado de manos de los jesuitas a las de laicos, religiosos o sacerdotes diocesanos, dándole una impronta propia.

Sin embargo, siendo los Ejercicios una propuesta indeclinable en el “servicio de la fe”, la práctica de las últimas décadas nos habla también de otro avance fundamental: un modo específico de articular la dinámica de los Ejercicios a la propuesta educativa, que se suele llamar “pedagogía ignaciana”. El énfasis en los procesos, el acompañamiento personalizado, la tutoría, la formación en la experiencia, la relación teoría y práctica en la articulación de los syllabus, la incorporación de las nuevas tecnologías, el enfoque innovador en las carreras a ofrecer, etc. son asumidos desde un “proyecto educativo común” a los diferentes sectores educativos, sean escolarizados o no, formen parte del sector público o privado o se abran a muy diversas modalidades educativas (desde el aula de clase hasta la educación radiofónica). Es interesante notar que esta propuesta resulta atractiva no sólo a quienes comulgan con la espiritualidad ignaciana sino a quienes se sienten atraídos por la misión de la Compañía en nuestras sociedades. Un paso ulterior les puede permitir descubrir que la propuesta educativa está preñada de la dinámica espiritual de los Ejercicios.

En este punto, hay aún mucho por hacer. El mismo concepto de “pedagogía ignaciana” es hoy objeto de debate. Pero la temática envuelta en él ya está en la agenda de las diferentes redes y ha llegado para quedarse. No hace mucho, la Carta de AUSJAL 37 (2012) dedicó el número a plantear la vinculación de la pedagogía ignaciana con la educación superior. En los años recientes, varios eventos internacionales han estado enfocados a explorar este campo. Se ha abierto un “centro virtual de pedagogía ignaciana” como repositorio y fuente de consulta de este enfoque. De este modo, pues, “el servicio a la fe” en nuestras instituciones cuenta con, al menos, dos propuestas en constante crecimiento: los Ejercicios Espirituales y la Pedagogía Ignaciana, cada una con su propia especificidad y ambas, en la perspectiva de la misión común.

¿Experiencias de proyección social o ser “hombres y mujeres para los demás” formados en instituciones de incidencia social?

Unos de los aspectos en los que nuestras universidades han evolucionado más, en la línea de poner en práctica el decreto 4 de la CG 32, es la consolidación del área de proyección social o de responsabilidad social universitaria. En este campo, hay también diversidad de propuestas, desde las experiencias de voluntariado hasta los servicios ofrecidos desde centros próximos al campus universitario o la constitución de redes de centros que incluyen servicios universitarios en espacios populares como son los barrios periféricos urbanos o las comunidades rurales.

Ahora bien, más allá de los servicios y las experiencias puntuales, podemos preguntarnos hasta qué punto la experiencia académica, intelectual o pastoral que ofrecemos en nuestras universidades tocan el corazón de modo que las personas queden marcadas definitivamente por un proyecto de vida concorde con la misión institucional. El P. Kolvenbach solía decir que las Universidades jesuitas se verifican en sus egresados: “el criterio real de evaluación de nuestras universidades jesuitas radica en lo que nuestros estudiantes lleguen a ser” (Santa Clara, 2000).

En esa ocasión, el P. Kolvenbach recordó el emblemático discurso del P. Arrupe en Valencia.  “Ya antes de la CG 32 –dice- el Padre Arrupe había perfilado el significado de la diakonia fidei en el apostolado de la educación cuando, en el Congreso Europeo de Antiguos Alumnos de 1973, dijo: `Nuestra meta y objetivo educativo es formar hombres que no vivan para sí mismos, sino para Dios y su Cristo, para aquel que por nosotros murió y resucitó; hombres para los demás, es decir, hombres que no conciban el amor a Dios sin amor al hombre; un amor eficaz que tiene como primer postulado la justicia y que es la única garantía de que nuestro amor a Dios no es una farsa´. El discurso de mi predecesor no fue bien recibido por muchos antiguos alumnos del encuentro de Valencia, pero la expresión “hombres y mujeres para los demás” ayudó realmente a que la instituciones educativas de la Compañía se planteasen cuestiones serias que les llevaron a su transformación”.

En efecto, como la expresión “servicio a la fe y promoción de la justicia”, también ésta de “hombres y mujeres para los demás” marcó la educación jesuita, mostrando un objetivo claro. ¿Qué deseamos que nuestros alumnos lleguen a ser en el entorno en el que van a vivir y ejercer su profesión? “Hombres y mujeres para los demás”. Si lo logramos, la educación jesuita ha tenido éxito; si no, hemos fracasado en nuestros objetivos.

Las experiencias sociales, de voluntariado, de formación en la experiencia, cobran auténtico sentido y se hacen sostenibles en la medida en que son acompañadas por procesos académicos de reflexión que consoliden “una solidaridad bien informada” (P. Kolvenbach, Santa Clara, 2000). En el mismo discurso, continúa: “Los estudiantes a lo largo de su formación, tienen que dejar entrar en sus vidas la realidad perturbadora de este mundo, de tal manera que aprendan a sentirlo, a pensarlo críticamente, a responder a sus sufrimientos y a comprometerse con él de forma constructiva. Tendrían que aprender a percibir, pensar, juzgar, elegir y actuar en favor de los derechos de los demás, especialmente de los menos aventajados y de los oprimidos”. Una solidaridad bien informada, por tanto, que sea capaz de formar personas conscientes, compasivas, críticas y comprometidas. Un directorio actualizado de nuestros egresados y del rol que ocupan en la sociedad puede ser un buen indicador de hasta qué punto la formación ofrecida incidió realmente en ellos.

Siendo esto importante, hay que medir también el impacto social de nuestras instituciones. “Parafraseando a Ignacio Ellacuría, pertenece a la naturaleza de toda universidad ser una fuerza social, y es nuestra particular vocación como universidad de la Compañía asumir conscientemente esa responsabilidad para convertirnos en una fuerza en favor de la fe y de la justicia” (Kolvenbach 2000, citando una ponencia de Ellacuría en la misma Universidad, el año 1982). Continúa Kolvenbach: “Todo centro jesuita de enseñanza superior está llamado a vivir dentro de una realidad social (la que vimos en la “composición” de nuestro tiempo y lugar) y a vivir para tal realidad social, a iluminarla con la inteligencia universitaria, a emplear todo el peso de la universidad para transformarla. Así pues, las universidades de la Compañía tienen razones más fuertes y distintas a las de otras instituciones académicas o de investigación para dirigirse al mundo actual, tan instalado en la injusticia, y para ayudar a rehacerlo a la luz del Evangelio”.

En esa línea, nuestras universidades han trabajado con fuerza su concepción y estilo de “incidencia social”. Después de la CG 35, se ha desarrollado una red global de instituciones jesuitas para la incidencia (GIAN, por sus siglas en inglés) en diferentes campos, entre ellos el educativo, para lograr mayor eficacia en una fe que busca la justicia. Una incidencia orientada a influir en prácticas, valores, ideas y políticas que promuevan relaciones más justas y equitativas en la sociedad, basadas en el peso social que una universidad jesuita tiene en América Latina. Si bien nuestras instituciones han avanzado en esta tarea, es indudable que aún queda mucho por hacer a nivel nacional y, sobre todo, regional. También en este punto, aún no hemos extraído todo el provecho de ser una red significativa en el mundo universitario latinoamericano, que se puede potenciar aún más con una mejor relación con las redes de educación básica, organizadas en FLACSI y en la Federación Internacional de Fe y Alegría. El “servicio de la fe” que busca la justicia debe plantearse constantemente cómo ser más eficaz en un mundo cada vez más globalizado e inter-relacionado.

Conclusión

¿Cómo abordar, por tanto, esta relación universidad jesuita y servicio de la fe? En palabras de la CG 34 una universidad de la Compañía tiene que ser fiel, al mismo tiempo, al sustantivo ‘universidad’ y al adjetivo ‘jesuita’. Por ser ‘universidad’ se le pide dedi­ca­ción a “la investigación, a la enseñanza y a los diversos servicios derivados de su misión cul­tural”. El adjetivo ‘jesuita’ “requiere de la universidad armonía con las exigencias del servicio de la fe y promoción de la justicia establecidas por la CG 32, Decreto 4” (cfr. CG 34, d. 17, n. 6-7).

Estos años posteriores a la CG 32 hemos, sin duda, evolucionado en nuestra manera de integrar “el servicio a la fe” en nuestras instituciones educativas y, de modo particular, en nuestras universidades. En la medida en que nos hemos comprometido en el modo de entender nuestra misión hoy, hemos aprendido que “el servicio de la fe” en nuestras instituciones universitarias es más complejo, rico e integrador de lo que puede parecer a primera vista. Es lo que he intentado mostrar en este apretado artículo. Los frutos conseguidos nos confirman que el camino emprendido, aunque difícil y costoso, ha sido el adecuado para responder a los retos de nuestras sociedades latinoamericanas y a su demanda de una educación de calidad para todos.

La tarea, sin embargo, sigue abierta y desafiante en la medida en que en el mundo actual “se está haciendo más fácil conformarse con algo menos que la fe y que la justicia”, como bien dice la CG 34 (d. 2, nº 11). La “misión de esperanza” (CG 35, d. 2, nº 8) nos debe llevar, pues, a fortalecer el servicio de la fe sabiendo que en ello se juega también la realización de la justicia evangélica.

Fuente: Jesuitas Lationamérica

La Pedagogía Ignaciana en la Educación Superior Jesuita

El Centro Virtual de Pedagogía Ignaciana presenta la propuesta pedagógica para la educación superior jesuita, a través de un recorrido de las directrices trazadas en discursos de los Padres Generales y en documentos de la Compañía durante las últimas cuatro décadas. Además, se ofrece una selección de referencias sobre el tema y documentos que muestran cómo las universidades asumen el sello pedagógico ignaciano en sus programas de enseñanza, investigación y servicio/vinculación.

  1. Un modelo educativo-pedagógico transformador                  

En 1979, el P. Pedro Arrupe, en su charla a los jesuitas de México, “Universidad y educación jesuítica hoy”, resaltaba la necesidad de promover una transformación en las universidades que fermente la formación de los alumnos como “hombres para los demás”, para que sean agentes multiplicadores de cambio; una transformación sustentada en la investigación sobre los problemas humanos y de la realidad social como “apostolado intelectual” al servicio del pobre y por la justicia. Y en todo ello, comunicar “el espíritu que nosotros debemos tener, que es el ignaciano… Lo específico nuestro será aquello que se deriva de la especificidad del carisma ignaciano, traducida en vida académica, en educación, etc.” Así trazaba Arrupe, hace 40 años, las líneas básicas del modelo educativo-pedagógico ignaciano para las universidades jesuitas, al presente recogidas en sus planes estratégicos con variadas propuestas programáticas para su concreción; pero que no pocas divergencias causaron por entonces en la Compañía de Jesús, como lo analizó el P. Peter-Hans Kolvenbach, en 1985, en su discurso “La universidad jesuítica hoy”, dirigido a los rectores reunidos en Frascati-Italia, en el que ratificó  y explicó el sentido misional de dichas líneas.

Luego, en 1986, se publica el documento “Características de la educación de la Compañía de Jesús”, que reafirma el modo ignaciano de proceder (inspiración, valores, actitudes, estilo…), en procura de una formación integral con orientación al compromiso por la justicia desde la dimensión de fe que la impregna. Kolvenbach, al promulgar este documento, pidió a las universidades la adaptación de lo aplicable de sus directrices pedagógicas y, en discurso posterior, “Características de nuestra educación” en Georgetown-USA, 1989, aportó variadas pistas para hacerlo, entre ellas el uso de los valores como punto de partida para la reformulación de los planes de estudio, la dinámica Fe-Justicia como foco apostólico en todas las políticas institucionales y la práctica de la pedagogía jesuita.   

En 1993, la Compañía publica el documento “Pedagogía Ignaciana: Un planteamiento práctico”. Allí Kolvenbach expresa el objetivo último de la educación jesuita en la fórmula de “las 4 Cs”: la formación de hombres y mujeres conscientes, compasivos, competentes y comprometidos. Como “modo de proceder en la práctica pedagógica” se propone el Paradigma Pedagógico Ignaciano (PPI), camino para el conocimiento y transformación de la realidad, personal y social, con cinco momentos en interacción derivados de la estrategia de los Ejercicios Espirituales: contexto, experiencia, reflexión, acción y evaluación. A la luz de este documento, las universidades revisaron sus proyectos educativos e impulsaron acciones para la formación del profesorado en la pedagogía ignaciana.

En su conferencia del 2000, “Servicio de la fe y promoción de la justicia”, Santa Clara-USA, Kolvenbach ahonda en el alcance de esta opción y las características de la universidad ideal del Siglo XXI: describe los rasgos del alumno que se desea formar, el rol del profesor en la enseñanza y la investigación, y el modo de proceder que se debe reflejar en políticas y estrategias fundamentadas en la espiritualidad ignaciana; todo ello para convertirla en “fuerza social” en favor de la justicia. En el 2001, con su discurso “Universidad y carisma ignaciano”,  Monte Cucco-Italia, avanzó un paso más en el enriquecimiento de la propuesta educativa-pedagógica universitaria, al esbozar la raíz de su “por qué” en el magis y el “para qué” en cuatro objetivos que constituyen los componentes de la “persona completa” y, por tanto, de la “enseñanza integral”: práctico-profesional, cívico-social, humanista y religioso, elaborando sobre una afirmación del P. Diego de Ledesma recogida en versiones de la Ratio Studiorum. En su último discurso sobre la educación superior jesuita, dirigido en el 2007 “Al Consejo Directivo de la Universidad de Georgetown” , Roma-Italia, profundiza en esos objetivos con sus implicaciones para la enseñanza, la investigación, el servicio y la organización universitaria, acuñando expresiones en latín: utilitas, iustitia, humanitas y fides;  formulación, ampliamente divulgada luego como el “Paradigma Ledesma-Kolvenbach”.

El P. Adolfo Nicolás, en su conferencia del 2008: “Misión y universidad: ¿Qué futuro queremos?”, Barcelona-España, reflexiona de qué manera las dimensiones del Paradigma Ledesma-Kolvenbach pueden definir el “espíritu universitario”, esto es los valores que permitan inspirar futuros deseados. Posteriormente, en el Encuentro Mundial de Rectores de Universidades Jesuitas, México 2010, discierne sobre el tema “Profundidad, universalidad y ministerio académico: Desafíos a la educación superior jesuita de hoy”: frente al contexto de la globalización, resalta la necesidad de encontrar maneras pedagógicas creativas para fomentar la profundidad de pensamiento y la imaginación transformadora en los estudiantes; del abordaje de temas tocantes a la fe, la justicia y la ecología desde la universalidad; y de la renovación del ministerio académico (apostolado intelectual) entendido como “mediación entre fe y cultura”.

En los distintos discursos del P. Arturo Sosa Abascal al mundo universitario aparecen frecuentes referencias a las realidades y tendencias del entorno (políticas, sociales, culturales, económicas, éticas, ecológicas, tecnológicas, etc.), con sus oportunidades y desafíos, de los cuales deriva implicaciones para la renovación del sentido misional y la pedagogía jesuita hoy. Propone mirar a la universidad como un “proyecto de transformación social para generar vida plena”, con capacidad creativa para anticiparse a su tiempo. En este sentido, ha venido reflexionando sobre estrategias que recomienda acentuar, como las siguientes: a) la promoción de la misión apostólica evangelizadora para la reconciliación (entre los seres humanos, con la creación y con Dios), la justicia social y la sustentabilidad ecológica, en diálogo con las culturas y las religiones; b) la formación de hombres y mujeres con conciencia de ciudadanía universal, comprometidos con la justicia, la reconciliación y el cuido de lo público como bien común; c) la comprensión de la utilitas como la incidencia real de la propuesta educativa jesuita en la transformación de la sociedad; d) el fomento de las experiencias de responsabilidad social, vinculadas al currículo, aplicando la pedagogía ignaciana; e) el reconocimiento de la acción política universitaria, para la defensa de los derechos humanos y la construcción de democracias; f) la profundización del apostolado intelectual para crear ambientes de búsqueda de la verdad y de alternativas a los problemas humanos; g) la incorporación lúcida en la nueva cultura digital; h) el desarrollo de políticas inclusivas que alcancen a los marginados y de una cultura de salvaguarda de las personas vulnerables;  i) el fortalecimiento del trabajo en colaboración y en redes. Los discursos del P. Sosa sobre educación universitaria se encuentran en este enlace al CVPI. Se recomienda la lectura de “La universidad fuente de vida reconciliada”, Encuentro Mundial de Universidades encomendadas a la Compañía de Jesús, Loyola-España, 2018; y “La universidad ante los desafíos de la sociedad: Pertinencia del enfoque universitario ignaciano de responsabilidad social universitaria”, Córdoba-Argentina, 2018.

  1. Referencias sobre la pedagogía ignaciana en la educación superior

Como lecturas generales proponemos: «La Pedagogía Ignaciana y su fuerza impulsora: Los Ejercicios Espirituales» de Luiz Fernando Klein, S.J; “Paradigma Pedagógico Ignaciano” de Luis Granados Ospina S.J.; “Aportes de la Pedagogía Ignaciana a los desafíos del futuro” de Jesús Montero Tirado S.J.; “El Paradigma Universitario Ledesma-Kolvenbach” de Melecio Agúndez SJ; y, también, la publicación “Liderazgo ignaciano: Nuestro modo de proceder”, producida por la Red de Homólogos de Pastoral Universitaria de AUSJAL, en la que se vincula la propuesta formativa de las 4 Cs con el PPI y el discernimiento ignaciano.

Con recomendación especial para su estudio presentamos la versión digital ampliada del libro: “Pedagogía ignaciana y currículo. Implicaciones en la formación de los jóvenes en la educación superior”, resultado del trabajo colaborativo de la Red de Homólogos de Educación de AUSJAL, coordinado por Javier Loredo Enríquez. Esta versión incluye el contenido de la edición impresa (publicada en 2018 por la Universidad Iberoamericana Puebla con la Iberoamericana México, la Iberoamericana León y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente) y más una introducción que da cuenta del propósito de la obra, la estrategia seguida y la estructura de los distintos apartados. En este documento el lector encontrará valiosas pistas para concretar y transparentar la pedagogía ignaciana en los procesos formativos y de construcción del conocimiento.

  1. Documentos que muestran cómo las universidades AUSJAL asumen la pedagogía ignaciana

La mayoría de las universidades, hoy día, tienen planes estratégicos que dan cuenta de su identidad y la visión de su proyecto académico en la docencia, la investigación, el servicio/vinculación y la gestión; presentamos dos ejemplos de reciente formulación: “Universidad Iberoamericana México-Tijuana y “Universidad Católica del Uruguay”. En casos, se tienen documentos que explicitan el modelo educativo/formativo/pedagógico; ejemplos: “Universidad Centroamericana El Salvador”, “Pontificia Universidad Católica de Ecuador” y “Universidad Alberto Hurtado”. Hay también universidades que vienen desarrollando interesantes propuestas pedagógicas para profundizar la integración curricular vinculada a la práctica/servicio de los estudiantes; ejemplo bien documentado es la experiencia del “Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente”. Además, en todas se han elaborado propuestas para la formación de los estudiantes en la dimensión espiritual; un ejemplo es la del Centro Ignaciano de la “Universidad Iberoamericana México”. Y cabe destacar el esfuerzo que se realiza desde la AUSJAL, para contribuir a la formación integral de los estudiantes con el “Programa de Liderazgo Universitario Latinoamericano (PLIUL)”. 

Otra línea común, asumida con mayor o menor grado de sistematicidad en todas las universidades, es la formación del personal en la identidad y la propuesta pedagógica institucional, complementada con la oferta pastoral en espiritualidad ignaciana. Un ejemplo de programa consolidado es “Cardoner, Sentido Javeriano” de la Pontificia Universidad Javeriana Bogotá. Otro ejemplo con una programación estructurada, que incluye la formación de iniciación y diplomados en diversas especialidades académicas, es el de la “Universidad Centroamericana”

Para cerrar este Boletín, algunos comentarios. Los documentos institucionales producidos por AUSJAL y las universidades de la red, publicados en sus páginas web, dan cuenta de un significativo proceso de búsqueda y elaboración de propuestas que explicitan el sentido de su misión y las características que las distinguen como instituciones jesuitas. Pero, la generación de una cultura con el sello de la espiritualidad y la pedagogía ignaciana, en todos los procesos académicos y en la organización, sigue siendo un horizonte y reto que las obliga a profundizar mucho más en la concreción de sus propuestas.

Por otra parte, hay nuevos desafíos trazados por el P. Arturo Sosa, que necesitan ser asimilados y traducidos en la enseñanza, la investigación y el servicio/vinculación, para potenciar la acción reconciliadora y transformadora de las universidades en la sociedad. En algunas planificaciones recientes se plantea como prioridad la generación de un modelo educativo y una cultura de innovación; en casos se habla de la innovación como una línea estratégica de trabajo. Importante, en estas búsquedas, es que no se pierdan de vista y se adapten, con fidelidad creativa y criterios claros de pertinencia social, las directrices fundamentales del modelo educativo-pedagógico ignaciano para la educación superior jesuita. En tal sentido, invitamos a reflexionar sobre los planteamientos de David Fernández-Dávalos S.J., en su conferencia “La calidad académica como pertinencia social”. 

Fuente: Pedagogía Ignaciana

Pachacutí 2019

Del 1 al 7 de julio alrededor de 500 jóvenes de los Colegios de la Compañía de Jesús de Uruguay, Argentina, Chile, Paraguay y EEUU vivieron la experiencia Pachacutí 2019 bajo el lema ¨Él te convoca¨.

Pachacutí es un campamento de trabajo que se realiza en distintos destinos de Uruguay, en el que los estudiantes realizan servicios que consisten principalmente en construcciones y reparaciones de viviendas, escuelas y capillas. El nombre del campamento proviene del guaraní y su significado es “mundo al revés”, lo que refleja el sentido que se le busca dar a esta semana.

Es una experiencia de apertura a Dios con el objetivo de «dar vuelta el mundo», poniendo sus manos al servicio de los demás, y sus vidas al encuentro con los otros.

Fuente: FLACSI.Net

Una canción sobre una Experiencia

El campamento de trabajo “Pachacutí” (Mundo-al-revés) se realiza cada año Uruguay, durante las vacaciones de invierno. Participan alrededor de 500 jóvenes voluntarios, pertenecientes a los últimos años de secundario de los colegios jesuitas de Uruguay (Seminario, San Ignacio y San Javier), además de algunos invitados de colegios jesuitas de Argentina y Chile. Durante una semana se dividen en grupos de alrededor de 15 alumnos, coordinados por una dupla de exalumnos cada uno, para colaborar con su trabajo en tareas de construcción o mantenimiento a lo largo del país.

Una canción que la acompaña

Parte de la tradición del Pachacutí es la “Pacha-canción” (todo lo relativo al Pachacutí es referido con el prefijo “Pacha”). Cada año los alumnos componen un nuevo tema que acompaña la experiencia y expresa el espíritu que se vive. 

Este año la realización de la canción cambió respecto a años anteriores, en los que se encomendaba exclusivamente a alumnos del último año del secundario. La participación de alumnos de cuarto y quinto implicó un cambio de perspectiva al momento de encarar la composición. No es solamente la canción de los que ya vivieron la experiencia, sino también de los nuevos, que se dicen a sí mismos “sé más o menos qué es, me dijeron que está bueno, pero que te morís de frío, y la verdad es que no tengo tanta idea”. Es por esto que la canción comienza “va a salir el sol, vale la pena preguntar si con tanto miedo no es mejor quedarse acá”.

Otros elementos que se intentaron tener en cuenta fueron el coloquio con Jesús, el lema del año y el deseo de que el espíritu de servicio trascienda la experiencia. El diálogo entre Jesús y los participantes del Pachacutí quedó más plasmado en el pre-estribillo: “yo te llamo a este lugar, a mi Reino ir a buscar”. El lema “Él te convoca” tiene un lugar central en el estribillo. Con la frase “nunca dejes que se apague esta llama que nos arde” está el deseo de llevarse el Pachacutí a la casa. No dejar que la experiencia de servicio se quede solo en esta semana de las vacaciones.

“Es mi respuesta” – Canción del Pachacutí 2019 

A-B-G#m-A-B

                     C#m

Va a salir el sol

                G#m

vale preguntar

                       A

si con tanto miedos

            F#m.                 B

no es mejor quedarse acá.

 

                      C#m

En mi comodidad

                             G#m

sin lanzarme a andar

                       A

pero para qué es la vida

F#m.                B

si no es para dar

 

C#m- B- A- B

E

Siento al despertar

                   B

frío en la piel

                            A

Vos me das la fuerza

                 F#m.       B

que me invita a volver

               C#m

a esta misión

                  G#m

a otra realidad

                      A

Lo desconocido

                    F#m.               B

es donde me llamas a amar

F#m.                           B

Yo te llamo a este lugar

F#m.                       G#7

a mi Reino ir a buscar

 

ESTRIBILLO

A#m.  F#. C#.

Es mi respuesta

  G#.        A#m

darme a ti

Fm.        F#.   

en esta fiesta

G#.       A#m. F#.  C#

Pachacuti

G#.                   A#m. F#. C#

Quien nos convoca

G#.                 A#m. F#. C#

Dios nos convoca

G#.             C#sus4

Él nos convoca

                     C#m

Ir a construir

                G#m

para los demás

                       A

y así agradecerte

         F#m.                  B