Curas Villeros sobre la Violencia Institucional

El Grupo de Sacerdotes conocidos como ‘Curas Villeros’ se ha pronunciado sobre la violencia institucional que se vive en los barrios periféricos, debido a un accionar de las fuerzas del estado insuficiente muchas veces, pero también desordenado e ineficaz.

Carta del Equipo de Sacerdotes de Villas de Capital y Provincia (1 de junio de 2018)

Compartiendo la vida de nuestros vecinos, durante años hemos experimentado y denunciado la ausencia del Estado en muchas villas y barrios carenciados. Son muchas las barriadas del conurbano en las que sumamos nuestra voz a la de los vecinos para reclamar el mismo nivel de seguridad que tienen los otros barrios más acomodados. Sin embargo, aunque en algunas villas hemos celebrado la presencia, hoy vemos que en muchos casos es insuficiente y en otros ineficaz y desordenada.

Nos referimos a la presencia de las fuerzas de seguridad.

En primer lugar, recordamos que el concepto amplio de seguridad no sólo tiene que ver con los daños físicos o el atentado contra las pertenencias propias y la propiedad privada. Es inseguridad no tener vacante en las escuelas, no poder acceder a una atención de salud adecuada, no tener oportunidades laborales, etc. Recordemos que detrás de cada chico o joven en la calle suele haber una madre o un padre desocupado. Corresponde al Estado garantizar la seguridad en todos los aspectos. También sabemos lo que le toca a la sociedad civil en general.

En estos tiempos, en nuestros barrios vemos casos concretos de violencia institucional, algunos debidamente denunciados, y otros que tristemente no trascienden. No ayuda cierta opinión pública que mide con la misma vara lo que hace un chico o joven castigado por la exclusión y el procedimiento de un trabajador de las fuerzas de seguridad, que representa al Estado. Hay casos de mucha violencia y represión en nuestros barrios.

Como en otros ámbitos, debe mejorar considerablemente esta presencia del Estado. Vemos bueno que las fuerzas de seguridad estén en nuestros barrios. Pero creemos que se deben corregir los errores, no con parches pasajeros sino con profundidad. Debe haber un cambio en las actitudes y acciones agresivas, sean físicas o verbales.

Pensamos que estos excesos responden a fallas en su formación pero también a cierto aire de “habilitación e impunidad” que los lleva a obrar de esa manera.

En muchos casos se criminaliza a los jóvenes y más cuando son pobres.

En el supuesto caso de que algún joven tenga conductas atrevidas, el Estado no puede ponerse al mismo nivel. Debe actuar respetando siempre la sagrada dignidad de toda persona.

No puede ser que los que deben cuidar a nuestra gente sean los mismos que los agreden, a veces con mucha violencia y llegando incluso al gatillo fácil.

Apelamos a las autoridades correspondientes y a la comunidad en general -de la que formamos parte- para que cada uno ponga lo mejor de sí mismo para que se respete la dignidad de todos nuestros vecinos y para que se enmienden profundamente las deficiencias de la presencia del Estado y de la mirada de la sociedad con respecto a los barrios carenciados.

Por último, intentando ampliar la mirada, afirmamos que la inequidad genera una violencia en la que no habría recursos policiales, militares o de inteligencia capaces de detener. El camino de salida es el amor fraterno que se rebela frente a la injusticia social y nos invita a todos –especialmente a los que más oportunidades hemos tenido en la vida- a trabajar para que los más pobres, especialmente tantos niños y adolescentes, vivan con dignidad.

Que la Virgen de Luján nos inspire los caminos para cuidar a nuestra Patria empezando por los más pobres.

Equipo de Sacerdotes de Villas de Capital y Provincia

  • P. José María Di Paola: villa La Carcova, 13 de Julio y Villa Curita. Diócesis de San Martín.
  • Mons. Gustavo Carrara. Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Vicario para la pastoral en Villas de CABA
  • P. Lorenzo de Vedia, P. Carlos Olivero, P. Gastón Colombres, Villa 21-24 y Zavaleta. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Juan Isasmendi, P. Eduardo Casabal, P. Ignacio Bagattini: Villa 1-11-14. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Guillermo Torre, P. José Luis Lozzia, P. Marco Espínola: Villa 31. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Domingo Rehin: Villa Lanzone, Villa Costa Esperanza. Diócesis de San Martín.
  • Mons. Jorge García Cuerva, Obispo auxiliar de la Diócesis Lomas de Zamora.
  • P. Basilicio Britez: Villa Palito. Diócesis de San Justo.
  • P. Nicolás Angellotti: Puerta de Hierro, San Petesburgo y 17 de Marzo. Diócesis de San Justo.
  • P. Sebastián Sury, P. Damián Reynoso: Villa 15. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Rodrigo Valdez: Villa Playon de Chacarita. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Martín Carroza y P. Sebastián Risso. Villa Cildañez. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Pedro Baya Casal, P. Adrián Bennardis: Villa 3 y del Barrio Ramón Carrillo. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Joaquín Giangreco: Villa Trujuy. Diócesis Merlo-Moreno.
  • P. Nibaldo Leal: Villa Hidalgo. Diócesis de San Martín.
  • P. Antonio Mario Ghisaura: Villa Tranquila. Diócesis Avellaneda-Lanús.
  • P. Alejandro Seijo: Villa Rodrigo Bueno. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Andrés Tocalini: Villa los Piletones. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Dante Delia: Barrio la Loma de Roca. Diócesis de San Isidro.
  • P. Franco Punturo: Villa 20. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Omar Mazza: Villa Inta. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Raul Gabrielli: Cura Villero. Peregrino Itinerante de la Virgen de Luján.
  • P. Miguel Dedyn: Vicario Parroquia Nuestra Señora del Carmen – Benavidez
  • P. Juan Manuel Ortiz: Barrio San Fernando, Barrio 25 de Mayo – San Fernando
  • Carlos Morena, Mario Romanín, Alejandro León, Juan Carlos Romanín: Salesianos. Don Bosco. Cecilia Lee, misionera franciscana, Bea Gmiltrowicz, Misionera Franciscana. Villa Itatí.

Fuente: AICA

Carta del Papa Francisco a toda la Iglesia Chilena

Al Pueblo de Dios que peregrina en Chile

Queridos hermanos y hermanas:

El pasado 8 de abril convocaba a mis hermanos obispos a Roma para buscar juntos en el corto, mediano y largo plazo caminos de verdad y vida ante una herida abierta, dolorosa, compleja que desde hace mucho tiempo no deja de sangrar’. Y les sugería que invitaran a todo el Santo Pueblo fiel de Dios a ponerse en estado de oración para que el Espíritu Santo nos diera la fuerza de no caer en la tentación de enroscarnos en vacíos juegos de palabras, en diagnósticos sofisticados o en vanos gestos que no nos permitiesen la valentía necesaria para mirar de frente el dolor causado, el rostro de sus víctimas, la magnitud de los acontecimientos. Los invitaba a mirar hacia donde el Espíritu Santo nos impulsa, ya que “cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también ciegos ante Dios”.

Con alegría y esperanza recibí la noticia de que han sido muchas las comunidades, los pueblos y capillas donde el Pueblo de Dios estuvo rezando, especialmente los días que estábamos reunidos con los obispos: el Pueblo de Dios de rodillas que implora el don del Espíritu Santo para encontrar luz en la Iglesia ‘herida por su pecado, misericordiada por su Señor, y para que sea cada día convertida en profética por vocación’. Sabemos que la oración nunca es en vano y que “en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce fruto”.

1. Apelar a Ustedes, pedirles oración no fue un recurso funcional como tampoco un simple gesto de buena voluntad. Por el contrario, quise enmarcar las cosas en su preciso y precioso lugar y poner el tema donde tiene que estar: la condición del Pueblo de Dios <es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo>s. El Santo Pueblo fiel de Dios está ungido con la gracia del Espíritu Santo; por tanto, a la hora de reflexionar, pensar, evaluar, discernir, debemos estar muy atentos a esta unción. Cada vez que como Iglesia, como pastores, como consagrados, hemos olvidado esta certeza erramos el camino. Cada vez que intentamos suplantar, acallar, ningunear, ignorar o reducir a pequeñas elites al Pueblo de Dios en su totalidad y diferencias, construimos comunidades, planes pastorales, acentuaciones teologías, espiritualidades, estructuras sin raíces, sin historia, sin rostros, sin memoria, sin cuerpo, en definitiva, sin vidas. Desenraizarnos de la vida del pueblo de Dios nos precipita a la desolación y perversión de la naturaleza eclesial; la lucha contra una cultura del abuso exige renovar esta certeza.

Como le dije a los jóvenes en Maipú quiero decírselo de manera especial a cada uno: “la Santa Madre Iglesia hoy necesita del Pueblo fiel de Dios, necesita que nos interpele. La Iglesia necesita que ustedes saquen el carnet de mayores de edad, espiritualmente mayores, y tengan el coraje de decirnos,’esto me gusta’, ‘este camino me parece que es el que hay que hacer‘, esto no va. Que nos digan lo que sienten y piensan. Esto es capaz de involucrarnos a todos en una Iglesia con aire sinodal que sabe poner a Jesris en el centro.

En el Pueblo de Dios no existen cristianos de primera, segunda o tercera categoría. Su participación activa no es cuestión de concesiones de buena voluntad, sino que es constitutiva de la naturaleza eclesial. Es imposible imaginar el futuro sin esta unción operante en cada uno de Ustedes que ciertamente reclama y exige renovadas formas de participaci6n. Insto a todos los cristianos a no tener miedo de ser los protagonistas de la transformaci6n que hoy se reclama y a impulsar y promover alternativas creativas en la búsqueda cotidiana de una Iglesia que quiere cada día poner lo importante en el centro. Invito a todos los organismos diocesanos sean del irea que sean a buscar consciente y lucidamente espacios de comunión y participación para que la Unción del Pueblo de Dios encuentre sus mediaciones concretas para manifestarse.

La renovación en la jerarquía eclesial por sí misma no genera la transformación a la que el Espíritu Santo nos impulsa. Se nos exige promover conjuntamente una transformación eclesial que nos involucre a todos. Una Iglesia profética y, por tanto, esperanzadora reclama de todos una mística de ojos abiertos, cuestionadora y no adormecida. No se dejen robar la unción del Espíritu.

2. <El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de donde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu> (Jn. 3,8). Así respondía Jesús a Nicodemo ante el diálogo que tenían sobre la posibilidad de nacer de nuevo para entrar en el Reino de los Cielos.

En este tiempo a la luz de este pasaje nos hace bien volver a ver nuestra historia personal y comunitaria: el Espíritu Santo sopla donde quiere y como quiere con el único fin de ayudarnos a nacer de nuevo. Lejos de dejarse encerrar en esquemas, modalidades, estructuras fijas o caducas, lejos de resignarse o «bajar la guardia» ante los acontecimientos, el Espíritu está continuamente en movimiento para ensanchar las miradas estrechas, hacer soñar al que perdió la esperanza, hacer justicia en la verdad y en la caridad, purificar del pecado y la corrupción e invitar siempre a la necesaria conversión. Sin esta mirada de fe todo lo que podamos decir y hacer caería en saco roto. Esta certeza es imprescindible para mirar el presente sin evasiones pero con valentía, con coraje pero sabiamente, con tenacidad pero sin violencia, con pasión pero sin fanatismo, con constancia pero sin ansiedad, y así cambiar todo aquello que hoy ponga en riesgo la integridad y la dignidad de cada persona; ya que las soluciones que se necesitan reclaman encarar los problemas sin quedar atrapados en ellos o, lo que sería peor, repetir los mismos mecanismos que queremos eliminar’. Hoy somos retados a mirar de frente, asumir y sufrir el conflicto, y así poder resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo caminar.

3. En primer lugar, sería injusto atribuir este proceso solo a los últimos acontecimientos vividos. Todo el proceso de revisión y purificación que estamos viviendo es posible gracias al esfuerzo y perseverancia de personas concretas que, incluso contra toda esperanza o teñidas de descrédito, no se cansaron de buscar la verdad; me refiero a las víctimas de los abusos sexuales, de poder, de autoridad y a aquellos que en su momento les creyeron y acompañaron. Victimas cuyo clamor llego al cielo». Quisiera, una vez más, agradecer públicamente la valentía y la perseverancia de todos ellos.

Es bueno reconocer a algunas organizaciones y medios de comunicación que han asumido el tema de los abusos de una forma responsable, buscando siempre la verdad y no haciendo de esta dolorosa realidad un recurso mediático para el aumento del rating en su programación.

Este último tiempo, es tiempo de escucha y discernimiento para llegar a las raíces que permitieron que tales atrocidades se produjeran y perpetuasen, y así encontrar soluciones al escándalo de los abusos no con estrategias meramente de contención – imprescindibles pero insuficientes – sino con todas las medidas necesarias para poder asumir el problema en su complejidad.

En este sentido, quisiera detenerme en la palabra «escucha», ya que discernir supone aprender a escuchar lo que el Espíritu quiere decirnos. Y sólo lo podremos hacer si somos capaces de escuchar la realidad de lo que pasa».

Creo que aquí reside una de nuestras principales faltas y omisión: el no saber escuchar a las víctimas. Así se construyeron conclusiones parciales a las que le faltaban elementos cruciales para un sano y claro discernimiento. Con vergüenza debo decir que no supimos escuchar y reaccionar a tiempo.

La visita de Mons. Scicluna y Mons. Bertomeu nace al constatar que existían situaciones que no sabíamos ver y escuchar. Como Iglesia no podíamos seguir caminando ignorando el dolor de nuestros hermanos. Luego de la lectura del informe quise encontrarme personalmente con algunas víctimas de abuso sexual, de poder y de conciencia, para escucharlos, y pedirles perd6n por nuestros pecados y omisiones.

4. En estos encuentros constate como la falta de reconocimiento/escucha de sus historias, como también del reconocimiento/aceptación de los errores y las omisiones en todo el proceso, nos impiden hacer camino. Un reconocimiento que quiere ser más que una expresión de buena voluntad hacia las víctimas, más bien quiere ser una nueva forma de pararnos frente a la vida, frente a los demás y frente a Dios. La esperanza en el mañana y la confianza en la Providencia nace y ll n El Señor dijo: “Yo he visto la opresi6n de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Yo conozco muy bien sus sufrimientos. Ex3,7.» Recordemos que esta fue la primera palabra-mandato que recibió el pueblo de lsrael por parte de Yahv6: <Escucha lsrael> (Dt. 6,4) Crecer en asumir la fragilidad, los límites e incluso el pecado para ayudarnos a salir adelante. El «nunca más» a la cultura del abuso, así como al sistema de encubrimiento que le permite perpetuarse, exige trabajar entre todos para generar una cultura del cuidado que impregne nuestras formas de relacionarnos, de rezar, de pensar, de vivir la autoridad; nuestras costumbres y lenguajes y nuestra relación con el poder y el dinero. Hoy sabemos que la mejor palabra que podamos dar frente al dolor causado es el compromiso para la conversión personal, comunitaria y social que aprenda a escuchar y cuidar especialmente a los más vulnerables. Urge, por tanto, generar espacios donde la cultura del abuso y del encubrimiento no sea el esquema dominante; donde no se confunda una actitud crítica y cuestionadora con traición. Esto nos tiene que impulsar como Iglesia a buscar con humildad a todos los actores que configuran la realidad social y promover instancias de diálogo y constructiva confrontación para caminar hacia una cultura del cuidado y protección.

Pretender esta empresa solamente desde nosotros o con nuestras fuerzas y herramientas nos encerraría en peligrosas dinámicas voluntaristas que perecerían en el corto plazo’. Decidámonos a ayudar y ayudemos a generar una sociedad donde la cultura del abuso no encuentre espacio para perpetuarse. Exhortó a todos los cristianos y especialmente a los responsables de Centros de formación educativa terciaria, de educaci6n formal y no formal, Centros sanitarios, Institutos de formación y Universidades, a mancomunar esfuerzos en las diócesis y con la sociedad civil toda para promover lucida y estratégicamente una cultura del cuidado y protección. Que cada uno de estos espacios promueva una nueva mentalidad.

5. La cultura del abuso y del encubrimiento es incompatible con la lógica del Evangelio ya que la salvación ofrecida por Cristo es siempre una oferta, un don que reclama y exige la libertad. Lavando los pies a los discípulos es como Cristo nos muestra el rostro de Dios. Nunca es por coacción ni obligación sino por servicio. Digámoslo claro, todos los medios que atenten contra la libertad e integridad de las personas son anti-evangélicos; por tanto es preciso también generar procesos de fe donde se aprenda a saber cuándo es necesario dudar y cuando no. «La doctrina, o mejor, nuestra comprensión y expresión de ella, ‘no es un sistema cerrado, privado de dinámicas capaces de generar interrogantes, dudas, cuestionamientos’, ya que las preguntas de nuestro pueblo, sus angustias, sus peleas, sus sueños, sus luchas, sus preocupaciones, poseen valor hermenéutico que no podemos ignorar si queremos tomar en serio el principio de encarnación”. Invito a todos los Centros de formación religiosa, facultades teológicas, institutos terciarios, seminarios, casas de formación y de espiritualidad a promover una reflexión teológica que sea capaz de estar a la altura del tiempo presente, promover una fe madura, adulta y que asuma el humus vital del Pueblo de Dios con sus búsquedas y cuestionamientos. Y así, entonces, promover comunidades capaces de luchar contra situaciones abusivas, comunidades donde el intercambio, la discusión, la confrontación sean bienvenidas. Seremos fecundos en la medida que potenciemos comunidades abiertas desde su interior y así se liberen de pensamientos cerrados y autorreferenciales llenos de promesas y espejismos que prometen vida pero que en definitiva favorecen la cultura del abuso.

Quisiera hacer una breve referencia a la pastoral popular que se vive en muchas de vuestras comunidades ya que es un tesoro invaluable y aut6ntica escuela donde aprender a escuchar el corazón de nuestro pueblo y en el mismo acto el corazón de Dios. En mi experiencia como pastor aprendí a descubrir que la pastoral popular es uno de los pocos espacios donde el Pueblo de Dios es soberano de la influencia de ese clericalismo que busca siempre controlar y frenar la unción de Dios sobre su pueblo. Aprender de la piedad popular es aprender a entablar un nuevo tipo de relación, de escucha y de espiritualidad que exige mucho respeto y no se presta a lecturas rápidas y simplistas, pues la piedad popular “refleja una sed de Dios que solamente los pobres y los sencillos pueden conocer”.

Es imprescindible llevar a cabo la tan necesaria renovación en los centros de formación impulsada por la reciente Constitución Apostólica Veritates Goudium. A modo de ejemplo subrayo que (en efecto, la tarea urgente en nuestro tiempo consiste en que todo el Pueblo de Dios se prepare a emprender, con espíritu’ una nueva etapa de la evangelización. Esto requiere ‘un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma’. Y, dentro de ese proceso, la renovación adecuada del sistema de los estudios eclesiásticos está llamada a jugar un papel estratégico. De hecho, estos estudios no deben sólo ofrecer lugares e itinerarios para la formación cualificada de los presbíteros, de las personas consagradas y de laicos comprometidos, sino que constituyen una especie de laboratorio cultural providencial, en el que la lglesia se ejercita en la interpretación de la performance de la realidad que brota del acontecimiento de Jesucristo y que se alimenta de los dones de Sabiduría y de Ciencia, con los que el Espíritu Santo enriquece en diversas formas a todo el Pueblo de Dios: desde el sensus fideifidetium hasta el magisterio de los Pastores, desde el carisma de los profetas hasta el de los doctores y teólogos>.

Ser «Iglesia en salida» es también dejarse ayudar e interpelar. No nos olvidemos que <el viento sopla donde quiere: tu oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu> (Jn. 3,8).

6. Como les decía, en los encuentros con las victimas pude constatar que la falta de reconocimiento nos impide caminar. Por eso creo necesario compartirles que me alegra y esperanza mucho confirmar, en el diálogo con ellos, su reconocimiento de personas a las que me gusta llamar los <santos de la puerta de al lado>. Seríamos injustos si al lado de nuestro dolor y nuestra vergüenza por esas estructuras de abuso y encubrimiento que tanto se han perpetuado y tanto mal han hecho, no reconociéramos a muchos fieles laicos, consagrados, consagradas, sacerdotes, obispos que dan la vida por amor en las zonas más recónditas de la querida tierra chilena. Todos ellos son cristianos que saben llorar con lo demás, que buscan la justicia con hambre y sed, que miran y actúan con misericordia; cristianos que intentan cada día iluminar su vida a la luz del protocolo con el que seremos juzgados: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver” (Mt. 25,34-36).

Reconozco y agradezco su valiente y constante ejemplo que en momentos de turbulencia, vergüenza y dolor siguen jugándose con alegría por el Evangelio. Ese testimonio me hace mucho bien y me sostiene en mi propio deseo de superar el egoísmo para entregarme más. Lejos de restarle importancia y seriedad al mal causado y buscar las raíces de los problemas, nos compromete también a reconocer la fuerza actuante y operante del Espíritu en tantas vidas. Sin esta mirada, quedaríamos a mitad de camino y podríamos ingresar en una lógica que lejos de buscar potenciar lo bueno y remediar lo equivocado, parcializaría la realidad cayendo en grave injusticia.

Aceptar los aciertos, así como los límites personales y comunitarios, lejos de ser una noticia más se vuelve el puntapié inicial de todo auténtico proceso de conversión y transformación. Nunca nos presenta a los suyos con sus llagas. Es más, precisamente desde sus llagas es donde Tomás puede confesar la fe. Estamos invitados a no disimular, esconder o encubrir nuestras llagas.

Una Iglesia llagada es capaz de comprender y conmoverse por las llagas del mundo de hoy, hacerlas suyas, sufrirlas, acompañarlas y moverse para buscar sanarlas. Una Iglesia con llagas no se pone en el centro, no se cree perfecta, no busca encubrir y disimular su mal, sino que pone allí al único que puede sanar las heridas y tiene un nombre: Jesucristo.

Esta certeza es la que nos mueve a buscar, a tiempo y destiempo, el compromiso por generar una cultura donde cada persona tenga derecho a respirar un aire libre de todo tipo de abusos. Una cultura libre de encubrimientos que terminan viciando todas nuestras relaciones. Una cultura que frente al pecado genere una dinámica de arrepentimiento, misericordia y perdón, y frente al delito, la denuncia, el juicio y la sanción.

7. Queridos hermanos, comenzaba esta carta diciéndoles que apelar a Ustedes no es un recurso funcional o un gesto de buena voluntad, por el contrario, es invocar la unción que como Pueblo de Dios poseen. Con Ustedes se podrán dar los pasos necesarios para una renovación y conversión eclesial que sea sana y a largo plazo. Con Ustedes se podrá generar la transformación necesaria que tanto se necesita. Sin Ustedes no se puede hacer nada. Exhorto a todo el Santo Pueblo fiel de Dios que vive en Chile a no tener miedo de involucrarse y caminar impulsado por el Espíritu en la búsqueda de una Iglesia cada día más sinodal, profética y esperanzadora; menos abusiva porque sabe poner a Jesús en el centro, en el hambriento, en el preso, en el migrante, en el abusado.

Les pido que no dejen de rezar por mí. Lo hago por Ustedes y pido a Jesús los bendiga y a la Virgen Santa los cuide.

 

La Compañía de Jesús se Involucra en la Lucha contra el Desmonte en Santiago del Estero

La Parroquia de los jesuitas en San José del Boquerón, junto con otras organizaciones está trabajando en el monte Santiagueño con la problemática de los desmontes, que afecta miles de hectáreas a lo largo del país, y que, en especial en esta región afecta a los más necesitados.

En estos días, habría llegado una autorización desde la Dirección General de Bosques y Fauna, avalando el desmonte. Según las organizaciones comprometidas con la protección de los bosques, esta sería ilegal. Por ello, ha armado una denuncia conjunta entre Greenpeace, la Parroquia San José de las Petacas y las organizaciones campesinas.

Además de chequear la acción de quienes ya han iniciado el desmonte del boque chaqueño por vía satelital (gracias a herramientas que provee Greenpeace) se está armando una visualización de los terrenos donde se está llevando adelante el desmonte con un grupo de campesinos.

A su vez, se está intentando mantener el diálogo con diversas instituciones, como la Dirección General de Bosques y Fauna; la Comisión Municipal y la Policía de la localidad.

La denuncia planeaba ser presentada el día 23 de febrero. Además de las instituciones involucradas, la Carta era apoyada por el Obispo de la zona. Hasta ahora, el terreno desmontado consta de 500 hectáreas de territorios fiscales.

Carta de Denuncia por los Desmontes en Santiago del Estero

Sr. Gobernador de Santiago del Estero

Dr. Gerardo Zamora

CC: Ing. Víctor Abel Rosales

Dirección de Bosques y Fauna de la Provincia de Santiago del Estero

Dr. Juan Pedro Cano

Dirección Nacional de Bosques, Ordenamiento Territorial y Suelos

Por medio de la presente queremos denunciar ante Usted un desmonte ilegal de aproximadamente 500 has en el departamento Copo, en un predio denominado Calancati, solicitado por Luis Mendez Ezcurra y Horacio Gándara, donde actualmente se encuentran trabajando topadoras. La zona está zonificada como Categoría Amarilla, donde no se admiten desmontes.

De acuerdo al Monitoreo de Bosques Nativos del Norte de Argentina, que realiza Greenpeace, la provincia de Santiago del Estero continua realizando desmontes en zonas no permitidas. Según el último informe, en el año 2017, se desmontaron 42.827 hectáreas, de las cuales 28.987 eran bosques protegidos, incrementándose a la par, considerablemente el grado de violencia hacia los pobladores campesinos y campesinos indígenas. Particularmente el Pueblo Lules Vilelas que en este caso, no fueron consultados por parte de la Dirección de Bosques de la Provincia.

Cabe advertir que los solicitantes del mencionado desmonte, son socios de la empresa Sacha Rupaska SA, la cual presenta antecedentes de graves conflictos con campesinos en lotes cercanos, como Piruaj Bajo.

La Ley Nacional de Bosques establece en su artículo 40: “En los casos de bosques nativos que hayan sido afectados por incendios o por otros eventos naturales o antrópicos que los hubieren degradado, corresponde a la autoridad de aplicación de la jurisdicción respectiva la realización de tareas para su recuperación y restauración, manteniendo la categoría de clasificación que se hubiere definido en el ordenamiento territorial”.

La reglamentación de dicho artículo señala que: “Los trabajos de recuperación y restauración en los bosques nativos que hayan sido degradados por incendios o por otros eventos naturales o antrópicos motivados por causas imputables a su titular, podrán ser ejecutados por el Estado Nacional o Provincial según corresponda, con cargo al titular y/o responsable del siniestro o directamente por estos con la supervisión de la autoridad competente. En todos los casos se mantendrá la categoría de conservación del bosque que se hubiere definido en el Ordenamiento de los Bosques Nativos efectuado”.

Esperando que como máxima autoridad ambiental de la provincia, cumpla y haga cumplir la normativa forestal vigente, y detenga este crimen ambiental, saludamos a Usted atentamente,

GUIDO CORVALAN, MOCASE SANTIAGO DEL ESTERO

MOCASE VIA CAMPESINA

CRISTIAN CUELLAR, CENTRALCAMPESINA PRODUCTORES DEL NORTE CCP, LAS LOMITAS

HNO. RODRIGO CASTELLS, PADRE MARCOS ALEMAN, PARROQUIA JESUITA SAN JOSE DE

LAS PETACAS, BOQUERON

DIOSESIS DE AÑATUYA

MARIA RAIMUNDO LUNA, MESA DE TIERRA DE NUEVA ESPERANZA

COMUNIDAD INDIGENA TONOKOTES YAKU MUCHUNA DE SAN FELIPE IBARRA

PUEBLO LULES VILELAS, JUAN LUNA

NATALIA MACHAIN, GREENPEACE ANDINO

 

 

Rafael Velasco SJ: El Rol de la Parroquia Jesuita

El Padre Rafael Velasco SJ explica, en una entrevista realizada por la Oficina de Comunicaciones de la CPAL, el rol de la parroquia jesuita y los desafíos a los que se enfrenta en un mundo cambiante y diverso.

Rafael Velasco SJ

«La parroquia jesuita tiene hoy, más que nunca, la misión de ser una comunidad de puertas abiertas; una comunidad en diálogo con un mundo cambiante, que es desafiante porque hay diversos modos de buscar a Dios, hay problemáticas enormes en Latinoamérica en particular, de exclusión, de nuevas pobrezas, de minorías que son excluidas y dejadas al margen.

La Parroquia está invitada a ser como una comunidad que sale al encuentro. No una comunidad encerrada en sí misma sino una comunidad que sale al encuentro. Además de ser un espacio donde puedan convivir el anuncio explícito del Evangelio y el servicio a la Justicia desde diversas maneras. Creo que la Parroquia tiene la virtud de ser un espacio muy versátil en ese sentido, donde pueden convivir espacios de derechos humanos, trabajos por la promoción desde la educación, el espacio para la solidaridad con los más pobres, espacios de formación en la fe y la espiritualidad ignaciana.

Esta definición de la parroquia como “comunidad de comunidades” que decimos los jesuitas en Latinoamérica, creo que es una definición adecuada sobre lo que la parroquia está llamada a ser hoy. Esta parroquia que se concebía antes como una comunidad más bien cerrada para los católicos y que vienen a la Iglesia ‘los que vienen’ y que no había que hacer mucho, es una visión arcaica ya. Hoy el desafío de la Parroquia jesuita es poder anunciar el evangelio en diversos lenguajes.

Hoy el lenguaje eclesial es un lenguaje que ‘no llega’; que está quizás desajustado a la realidad; y que hay que intentar traducir la Palabra de Dios y la buena Noticia de Jesús en acciones que den cuenta de esa Buena Noticia; y en palabras que puedan ser comprendidas un poco por los jóvenes, por las personas que están lejos de la tradición religiosa católica, cristiana, pero a través de quienes el Espíritu también puede hablarnos. La parroquia puede ser ese espacio donde estemos abiertos para escuchar lo que el mundo tiene para decirnos como Iglesia; y donde haya lugar para todos. Lugar para aquellos que a veces en los estrechos límites institucionales de Iglesia, pareciera que no entran.

Entonces, creo que la Parroquia tiene hoy grandes desafíos, y esto de intentar anunciar el Evangelio y la Promoción de la justicia, tiene a la parroquia como un lugar ideal para desarrollarse.»

 

Paulo Suess: “El Conjunto de la Iglesia no tiene un Rostro Amazónico”

En entrevista para Vida Nueva, el teólogo y misionólogo brasileño analiza los desafíos pastorales del Sínodo para la Panamazonía. “La Iglesia amazónica tiene la tarea de sacudir la conciencia eclesial, que debe repensar su herencia colonial hasta hoy”.

PREGUNTA.- ¿Qué podría ofrecer el Sínodo para incentivar la misión evangelizadora de la Iglesia en medio de los pueblos de la Panamazonía?

 Tal vez sería bueno recordar las Conclusiones de Puebla, en 1979, cuando se afirmó una antigua doctrina de la Iglesia: “Cuando (los cristianos) anuncian un Evangelio sin conexiones económicas, sociales, culturales y políticas”, se trata de una “mutilación” y de una “confabulación –no obstante que inconsciente– con el orden establecido” (DP 558). El anuncio de un Evangelio no ‘mutilado’ o, dicho positivamente, de un Evangelio que realmente es buena noticia de solidaridad divina y humana, exige una nueva proximidad a los pueblos, no solamente una adaptación ritual o doctrinal. La proximidad de la encarnación es una proximidad a la vida integral del otro, desde el nacimiento hasta la muerte. Fraternidad significa proximidad en las luchas por la vida.

¿Cómo se da, actualmente, la participación de los pueblos indígenas en los procesos de evangelización en la Panamazonía?

Hay diferentes grados de aproximación entre los pueblos indígenas y la Iglesia católica. Por las distancias y por opción, no todos estos pueblos pertenecen a una Iglesia. Viven su religión ancestral que los mantiene unidos y preparados para vivir en su territorio. Con el llamado ‘proceso civilizatorio’, una religión regional no encaja en un mundo globalizado que amenaza todos los espacios regionales. En esta situación, los pueblos indígenas pueden ‘mundializar’ su propia religión o asumen una religión que les permita permanecer indígenas y ciudadanos del mundo. Es un proceso difícil de autoafirmación y participación en las nuevas circunstancias históricas. Los pueblos indígenas pertenecientes a la Iglesia por el bautismo están lejos de una plena participación en los procesos de evangelización, debido a una “reserva ministerial”. Esa reserva o restricción ministerial es mantenida a través de patrones culturales, en la formación, impuestos universalmente a las iglesias particulares. Para el acceso a los ministerios de liderazgo eclesial más decisivos, como el de los presbíteros u obispos, la Iglesia exige, además del celibato, formación académica, culturalmente inadecuada y económicamente inaccesible a los pueblos indígenas.

En esta crisis de la selva amazónica, pulmón de capital importancia para nuestro planeta, ¿como pueden los pueblos indígenas ser los guardianes de esta selva para la sana respiración del mundo entero, siendo excluidos del liderazgo religioso decisivo de su Iglesia? ¿Cómo pueden vivir políticamente autodeterminados y eclesialmente tutelados? En sus comunidades de bautizados sin Eucaristía, se encuentran líderes de la Palabra, responsables de algunos ritos y, sobre todo, de los cultos dominicales que sustituyen la Misa, catequistas que preparan la visita esporádica de un sacerdote, y, a veces, diáconos que pueden administrar el bautismo y, en algunos casos, con el permiso del respectivo obispo, asistir a los matrimonios.

Con todo, el conjunto de la Iglesia no tiene un rostro amazónico, ni sus sacerdotes, ni sus misioneros, ni sus doctrinas, ni, cuando ocasionalmente acontecen, sus celebraciones eucarísticas. El pequeño núcleo autóctono de la Iglesia amazónica, de líderes eclesialmente secundarios, y el pueblo de los bautizados tienen la tarea de sacudir la conciencia eclesial que debe repensar su herencia colonial hasta hoy. Para los pueblos indígenas, el problema de una Iglesia alienígena (blanca), no es el color blanco de sus representantes, sino la incapacidad de ellos de hablar su lengua, conocer su pasado, comer su comida y comprender su pensamiento.

Ante la escasez de vocaciones sacerdotales y misioneras: desde el punto de vista pastoral, ¿qué se necesita para garantizar la misión evangelizadora y profética de la Iglesia en la Panamazonía ante la escasez de vocaciones sacerdotales y misioneras?

 Para transformar la parroquia administrada por “una pastoral de mera conservación hacia una pastoral decididamente misionera” (DA 370), configurada por una “comunidad de comunidades”, la 52ª Asamblea General de los Obispos de Brasil, en el Documento 100 de 2014, escogió, siguiendo el Documento de Aparecida (2007), la palabra clave de la “conversión pastoral” (DA 366; 368). Si nosotros nos preguntamos qué es necesario para garantizar la misión evangelizadora de la Iglesia en la Amazonía, entonces es la conversión que exige abandonar la ‘pastoral de mera conservación’ y ser “osados y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las respectivas comunidades” (EG 33).

Después de la conversión es preciso una nueva articulación entre evangelización e inculturación. Evangelización e inculturación no son dos disciplinas o actividades pastorales distintas, una teológica y otra antropológica. Desde la encarnación del Verbo, también la Buena Nueva está encarnada en las culturas humanas, y sin la encarnación del Verbo no habría Buena Nueva, ni evangelización, ni iglesia autóctona. Habría evangelización e iglesias coloniales. Según la Lumen Gentium (n. 8), en el paradigma de la inculturación, se trata de la convergencia entre “el elemento divino y el humano”, por lo tanto, de “una no mediocre analogía”. Anunciar un Evangelio no inculturado significaría anunciar la salvación sin encarnación. Con el Vaticano II y con Aparecida, la Iglesia panamazónica finalmente tendrá la oportunidad de ser asumida por la Iglesia universal como “casa de los pobres” (DA 8; 524) en busca de “nuevas formas para evangelizar de acuerdo con las culturas” (DA 369).

El tercer paso, que se espera del Sínodo, será la transformación de las estructuras que deben tener en cuenta las grandes distancias de la Amazonía y de las comunidades insertas en ella, la gran diversidad de una región donde se habla, entre 30 millones de personas, más de 240 lenguas diferentes y el 70% de las comunidades no tienen eucaristía dominical. Aparecida habla de la carencia eucarística, pero aún no tenía el coraje de hacer propuestas concretas (DA 100e). También en su Carta del I Encuentro de la Iglesia Católica en la Amazonía Legal, del 2 de noviembre de 2013, los obispos de la región lamentan: “Nos causa un profundo dolor ver millares de nuestras comunidades excluidas de la Eucaristía dominical. La mayoría de ellas solo tiene la gracia de celebrar el Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor una, dos o tres veces al año”. ¿Por qué hay esta carencia eucarística en la Amazonía? Porque no hay suficientes presbíteros para estar presentes en las comunidades. Los criterios para escoger a los presbíteros no están adaptados para la Amazonía. En vez de dejar a las comunidades sin Eucaristía, necesitamos cambiar los criterios para los ministros autorizados para celebrar la Eucaristía. Ahora es el momento de encaminar un ministerio presbiterial para la Amazonía, o desde la Amazonía para el mundo.

En la Iglesia primitiva eran los ancianos quienes celebraban la Eucaristía. Retomar esta antigua tradición, hoy reflejada con la sigla de viri probati, seguramente va a ser una propuesta del Sínodo. La Iglesia, que es el sacramento de vida, asume colectivamente esa carencia y la sana colectivamente: un grupo de viri probati celebra en conjunto la Eucaristía. La Iglesia los convoca y le encarga hacer comunitariamente, lo que ninguno de ellos puede hacer solo. El vínculo con la comunidad y para la comunidad, al interior de una diócesis y parroquia, va a hacer de la Iglesia local una “comunidad de comunidades” (DSD 58, DA 309)

Fuente: CPAL Social

Boquerón: Familias Ponen Manos a la Obra por el Acceso al Agua

Para las 50 familias de la comunidad Piruaj Bajo, el sueño de acceder al agua segura ya es una realidad. En ese paraje, perteneciente a la localidad San José del Boquerón, en el extremo norte de Santiago del Estero, el ProHuerta* lleva adelante un proyecto especial de acceso al agua para uso integral, mediante la construcción de cisternas familiares y comunitarias.

En este esfuerzo colectivo también participa la parroquia local, San José de las Petacas, que está a cargo de la Compañía de Jesús. Para realizar las obras, las propias familias se organizan en cuadrillas entre 6 y 12 miembros.

Gracias a este esquema de trabajo colaborativo, a comienzos de noviembre ya contamos con 50 cisternas familiares para almacenamiento de agua mientras que las otras diez restantes están prácticamente por terminarse. Pronto, comenzarán a construirse las 5 cisternas comunitarias. Así, la comunidad de Piruaj Bajo, junto al ProHuerta, es protagonista de su propio desarrollo territorial.

*Pro Huerta es una iniciativa que el Ministerio de Desarrollo Social lleva adelante junto con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Para la misma, se trabaja en un equipo interdisciplinario de jóvenes que trabajan en proyectos de sostenibilidad, inclusión social y agricultura urbana.

 

Templo Misional de San Ignacio de Mojos Luce una Nueva Imagen Restaurada

En la Parroquia y el Gran Cabildo Indígena de San Ignacio de los Mojos, una localidad al centro-norte de Bolivia se realizaron obras con el objetivo de recuperar la ornamentación orginal del Templo Misional.

Por Fabio Garbari SJ

El 21 de julio en la localidad de San Ignacio de Mojos se finalizaron las obras de ornamentación del Templo Misional que estuvo afectado a una serie de restauraciones desde el 2015.

Antes de comenzar con el trabajo, se realizó un estudio sobre las características ornamentales originales de la construcción y se buscó devolverle la identidad que fue perdiendo.

“Las crónicas señalan que este templo fue una de las mejores de la 27 que existieron aquí en Mojos (Beni). A mediados del siglo pasado este templo ha ido cayéndose. Por bonito y grande que lo hubiesen hecho, ya se estaba cayendo y el padre Estanislao de Marchena, con el pueblo, lo restauró, pero lo hicieron ya no buscando las maravillas que las crónicas nos dicen, sino simplemente buscando que no se cayera”, dijo Fabio Gabari, párroco de San Ignacio de Mojos.

Para los trabajos se recurrieron a materiales, como ladrillos y calaminas de metal, que nada tienen que ver con la estructura original de la edificación.

“Ha sido en 1997 que se decidió volver a la maravilla que había y que cuentan los jesuitas antiguos. Se reconstruyó este templo sobre el exacto diseño de lo que era el templo original que se inauguró en 1752. Aquella obra se quedó así porque no se sabía cómo adornar, cómo eran los dibujos, las columnas, los adornos”, agregó.

Según el padre Fabio, en 2015 se empezó con los trabajos de investigación acerca de los vestigios y aprovechando aquello se decidió tallar las columnas, refaccionar la infraestructura, pintar el frontis del templo misional. “Trabajo que se hizo con el aporte y apoyo de la población ignaciana”, remarcó.

“No sabemos si las columnas eran así originalmente, pero sí sabemos que esos dibujos los ignacianos los hicieron. Hemos querido hacer este trabajo junto a la población. En esta ocasión quisiera agradecer que pusieron su presencia y esfuerzo en el pueblo de San Ignacio”, añadió.

Fuente: Noticias Fides

 

El CELAM refuerza la Misión Continental Permanente en el Cono Sur

Crónica del Encuentro Regional Cono Sur del Consejo Episcopal Latinoamericano.

El propósito del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) de impulsar una “Iglesia continental en salida misionera con la alegría del Evangelio”, dio lugar al Encuentro regional del Cono Sur con los responsables nacionales de la Misión Continental Permanente, realizado en Buenos Aires (Argentina), entre el 19 y 23 de junio.

Así lo ha informado el CELAM, a través de su web, donde se explica que el encuentro ha sido organizado por la Secretaría General y los Departamentos de Vocaciones y Ministerios (DEVYM), y de Misión y Espiritualidad, con miras a “animar y acompañar el camino misionero de la Iglesia en y desde América Latina y el Caribe, comprometidos en la Misión Continental Permanente, en el horizonte del pontificado del papa Francisco con el fin de iniciar una nueva fase en la que los jóvenes sean los principales protagonistas”.

La Misión Continental desde Aparecida hasta hoy

Para el logro de este objetivo, según ha podido averiguar Vida Nueva, las sesiones desarrolladas siguieron el ritmo metodológico del ver-juzgar-actuar, a partir de los itinerarios de la Misión Continental desde Aparecida hasta los tiempos actuales, como se evidenció tanto en los informes como en las experiencias compartidas.

La Iglesia brasileña, por ejemplo, presentó dos de sus más emblemáticas experiencias misioneras: el proyecto ‘Iglesias hermanas’ que existe desde 1972, y el proyecto ad gentes que sostienen algunas regionales de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), en solidaridad con la Iglesia de Mozambique y Guinea-Bisáu, en África.

El espíritu de compartir fraterno que predominó en el encuentro –particularmente durante las celebraciones eucarísticas y los momentos de oración– permitió profundizar en la misión paradigmática y programática de la Iglesia, los rostros que interpelan la Misión Continental en la región, y la formación misionera en los seminarios, en la Universidad, en las casas de formación para religiosos y religiosas y en los centros de formación pastoral de laicos.

Líneas de acción misionera

Estos espacios de reflexión ofrecieron importantes insumos para la definición de líneas de acción misionera para la región Cono Sur y para cada país, así como la preparación para el V Congreso Misionero Americano (CAM), previsto para el próximo año, en el mes de julio, en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia).

A modo de balance, el presbítero Maurício da Silva Jardim, director de las Obras Misioneras Pontificias (OMP) de Brasil, considera que “este encuentro promovido por el CELAM favorece la comunión, la proximidad y la acción conjunta de las OMP con las conferencias episcopales, en el ámbito de la misión, paradigma de toda actividad habitual de las iglesias particulares”.

“Fruto de este ejercicio de sinodalidad, nacieron líneas comunes para la animación, formación y cooperación misionera”, agrega el director de las OMP de Brasil.

Seis obispos participaron en el encuentro: Juan Espinoza Jiménez, secretario general del CELAM; Mario Antonio Cargnello, arzobispo de Salta (Argentina) y director del Departamento de Misión y Espiritualidad del CELAM; Julio César Bonino, obispo de Tacuarembó (Uruguay); Gabriel Escobar, obispo del Chaco (Paraguay); Bernardo Johannes Bahlmann, obispo de Óbidos (Brasil) y Jorge Patricio Vega, de la prelatura de Illapel (Chile).

También hicieron parte del encuentro diez sacerdotes directores de OMP y asesores de comisiones episcopales, incluyendo los secretarios ejecutivos del DEVYM y del Departamento de Misión y Espiritualidad del CELAM.

Fuente: CELAM

 

Trasladaron los Restos del Padre Büntig a Alto Verde

El día sábado 24 de Junio por la mañana fueron trasladados los restos del Padre Aldo José Bunting a la parroquia Jesús Resucitado de Alto Verde, ahora a cargo de los Jesuitas de Santa Fe, donde colaboran estrechamente, el Colegio de la Inmaculada y la fundación Manos Abiertas.

En 1969, Büntig se convirtió en el primer párroco del barrio y años después creó la primera escuela secundaria del barrio. Pero además de la parroquia y la escuela, creó la guardería que hoy es el CAF N° 27 de Alto Verde. Ahora, con este aval sancionado por unanimidad por el Concejo, se allanó el camino para concretar el pedido.

“Hace tiempos que los vecinos de Alto Verde vienen insistiendo con la iniciativa, que tiene origen en un pedido del Arzobispado. Tomamos como propio este pedido del traslado de los restos de Bünting a la parroquia, que está a cargo del Pbro. Héctor Ignacio Bossié SJ, de la orden de los jesuitas”, dijo a El Litoral el edil que impulsó la ordenanza, Ignacio Martínez Kerz

La parroquia trabaja desde hace muchos años por el bienestar de la gente de Alto Verde, barrio castigado por las necesidades y la inseguridad. “El requerimiento de los vecinos tiene relación con un reconocimiento a la labor que este sacerdote hizo por unas de la barriadas más importantes de la ciudad. Él fue en su momento uno de los principales trabajadores sociales, siempre de cara a la gente y desde la fe cristiana”, resaltó.

Fuente: Diario el Litoral

Documento Final del Encuentro de Párrocos y Rectores de Templo 2017

Tras el encuentro de Párrocos celebrado en el mes de Mayo en la Parroquia Sagrada Familia de la ciudad de Córdoba, los jesuitas presentes comparten a modo de plegaria, sus conclusiones, agradecimientos y desafíos.

Vamos llegando Señor, de diversas partes. Traemos en nosotros los rostros, las voces los clamores, las alegrías y las tristezas de tu pueblo, nuestra gente. Vienen con nosotros y en nosotros sus gracias y también sus desgracias, sus luchas por vivir la Fe en un mundo que muestra su rostro duro a los pobres, a los humildes y a los de corazón bueno.

Somos diversos, Señor, pero somos parte del mismo cuerpo apostólico. Nos alienta un mismo espíritu, Tu Espíritu confiado a Ignacio y sus compañeros. Nos vamos acomodando, orando y compartiendo. Y te agradecemos porque podemos confiar y confiarnos. Vamos experimentando, una vez más, la gracia de la fraternidad, el gozo profundo de tu llamada a la misión. Tu Compañía se nos hace sólida como el granizo que cae durante la primera tarde.

Pasan los rostros, los testimonios de las comunidades y de los compañeros. Escuchamos el eco de tu presencia y de tu palabra en las comunidades. Agradecemos especialmente el coraje evangélico de la comunidad de Nuestro Hogar 3, el entusiasmo y la calidez fraterna de la comunidad de Sagrada Familia, el amor hecho servicio de los voluntarios de Manos Abiertas. Ellos han compartido con nosotros sus luchas, sus esperanzas y la fe gozosa en Tu presencia. Te damos gracias por Tu acción siempre creativa, siempre antigua y siempre nueva.

Quedan resonando aquellas palabras de Adriana de Hogar 3: “al recordar el pasaje en el que Jesús llora por su amigo Lázaro, me dije: esos son los jesuitas para nosotros: amigos”. Escuchamos, también, el clamor de tus amigos, los pobres, en nuestras comunidades. En ellos nos prometiste, Señor, que te encontraríamos, cada vez que nos abramos al hambriento, al sediento, al preso, al enfermo, al que necesita hospitalidad…

Pero sentimos que a veces nos quedamos cortos Señor, que no pocas veces estamos más lejos de lo que nos gustaría, que nuestras opciones institucionales no siempre se condicen con Tus predilección por los más débiles.

Danos coraje Señor para optar más decididamente por acompañar a los pobres en sus caminos, por ser nosotros también más pobres. Que aprendamos de ellos porque estamos llamados a descubrirte en ellos. Estamos llamados por Vos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Vos querés comunicarnos a través de ellos. Junto a tus amigos los pobres podemos aprender lo que significan esperanza y valentía.

(Cfr Cg 36. D 1, 15) Te pedimos Señor, responder al pedido de los laicos y colaboradores: que como jesuitas los acompañemos, con respeto de su identidad y diversidad, que los acompañemos con espíritu de discernimiento, que los acompañemos en la escucha de tu Palabra, del susurro de Tu Espíritu, que seamos testigos creíbles, en palabras y opciones.

Volvemos a nuestros sitios, Señor, agradecidos y alentados por haber compartido la experiencia de ser miembros de un mismo cuerpo, haciéndonos cargo de la misión de todos. Volvemos a bendecir y acompañar, a escuchar y compartir tu palabra. Volvemos a ser ministros de tus sacramentos y tu palabra, a ser discípulos de tu pueblo, compañeros de camino. Volvemos a nuestras comunidades, conscientes de la fragilidad de nuestros intentos, de los grandes deseos y contradicciones que nos habitan. Que no olvidemos las palabras de Adriana. Que donde estemos, seamos tus amigos, amigos de tu pueblo, Compañeros en sus luchas uniendo siempre el anuncio de tu Evangelio y la búsqueda de la Justicia de tu Reino.

Amén