Experiencia La Storta en La Huella: Inserción y Radicalidad Evangélica

Desde septiembre de 2013 se lleva adelante en el Hogar “La Huella” la experiencia La Storta. Esta experiencia tiene como objetivos fundamentales la vida en inserción y la radicalidad evangélica, además de dar luces en el discernimiento del proyecto de vida. Hay tres pilares que articulan toda la experiencia: la comunidad, el apostolado y la oración.

 La vida comunitaria

Los jóvenes son invitados a vivir en comunidad. La comunidad que se forma para la experiencia es mixta. El número de miembros ronda entre las 5 y 8 personas. Cada integrante se compromete a poner su tiempo, su agenda, sus energías, a disposición de las necesidades de su comunidad. Es no implica que cada integrante de la experiencia renuncie a su vida y agenda personal, pero ésta queda supeditada a las necesidades e instancias comunes. Se espera que ambas agendas, la personal y la comunitaria, puedan coexistir desde un discernimiento compartido que ayude a todos a vivir los objetivos de la experiencia, sin descuidar la propia vida, espacio y tiempo vital.

 Vida apostólica

Se promueve que cada uno continúe con los apostolados que llevaba antes de ingresar a la experiencia, siempre y cuando disponga de tiempo para atender a las necesidades de los chicos/as que viven en el Hogar La Huella. Durante el tiempo de la experiencia, esos chicos/as son la prioridad apostólica.

 Vida espiritual

Será vital en esta experiencia, tener una vida intensa de oración y discernimiento espiritual. Por ello, los que participen, serán invitados a vivir en comunidad un espacio de oración al final de cada día, a la manera de un “examen-pausa ignaciana”. A esto se le suma la pauta semanal de oración que a la luz de los Ejercicios Espirituales es rezada individualmente y se concreta en una reunión semanal de la comunidad y con la guía espiritual del equipo asesor. Así la comunidad en general y cada uno en particular, podrá vivir en tiempo real, de cara al Señor, lo que va sintiendo, pensando, viviendo. El Señor es un actor fundamental en esta experiencia, que ha de tener un espacio diario de relación especial con Él.

 Fuente: CVX Uruguay

Noches de Caridad: la solidaridad juvenil ilumina Buenos Aires

En la última exhortación apostólica ‘Christus Vivit’, Francisco pone de ejemplo de acción social vivit’ a los jóvenes porteños que participan de ‘Las Noches de la Caridad’, que llevan 18 años llevando aliento a los sintecho.

Las Noches de la Caridad en Buenos Aires Argentina

Cuando la noche aprieta y se empieza a sentir el frío. Cuando no hay algo caliente en el estómago, ni una frazada para cubrirse, y mucho menos una palabra de aliento o la simple compañía, aparecen ellos, los más jóvenes, como signo de la fuerza de la Iglesia en las llamadas Noches de Caridad. En 2001, en medio de la crisis socioeconómica Argentina, distintas comunidades parroquiales creyeron en la necesidad de salir a recorrer las calles de la ciudad con la única intención de dar una respuesta inmediata a la realidad. Más de 20 parroquias de las cuatro vicarías de la Arquidiócesis de Buenos Aires despliegan su atención y están a disposición de quienes más lo necesitan.

Francisco conoce perfectamente este trabajo. Como arzobispo de Buenos Aires fue testigo. “Hoy, gracias a Dios, los grupos de jóvenes en parroquias, colegios, movimientos o grupos universitarios suelen salir a acompañar ancianos y enfermos, o visitan barrios pobres, o salen juntos a auxiliar a los indigentes en las llamadas ‘noches de la caridad’. Con frecuencia ellos reconocen que en estas tareas es más lo que reciben que lo que dan, porque se aprende y se madura mucho cuando uno se atreve a tomar contacto con el sufrimiento de los otros…”. Así lo expresa Jorge Mario Bergoglio en el punto 171 de la exhortación ‘Christus vivit’.

“Oración y acción, la mejor síntesis”

Los jóvenes de las Noches de Caridad  acercan, durante todo el año, un plato de comida caliente a la gente que vive en situación de calle. El objetivo es claro: ofrecer una vianda y un oído para quien quiera charlar y contar sus vivencias. De este modo incansable comienzan con una tarea que tiene mucho de promoción humana y de la dignidad de las personas, pero no alcanza. Es sólo el primer paso. En muchos lugares están preparados también para hacer un seguimiento de los casos: colaboran con trámites legales o pedido de turnos para ser atendidos en hospitales.

Leonardo, estudiante de 17 años, es uno más en las Noches de Caridad: “Ser parte le da sentido a ese tiempo de escucha y meditación de la palabra de Dios”. Y es que “oración y acción es mi mejor síntesis”, subraya. Con este servicio, descubren que el voluntariado y el servicio son muestras de que quizás no todas las noches son oscuras.

Fuente: Vida Nueva Digital

La voz de la Juventud por el cuidado del Medio Ambiente

Teniendo la voz como principal instrumento de protesta, la juventud acude a tomar el espacio público para manifestar su inconformidad, su frustración y también sus esperanzas para que quienes tienen en sus manos la toma de decisiones, lo hagan pensando en los que vienen por delante.

Por Flor María Ramírez

A mediados de marzo pudimos ver cómo niños y jóvenes estudiantes se movilizaron por el cambio climático, en ciudades emblemáticas para exigir a sus gobiernos medidas urgentes, a través del movimiento ‘Fridays for Future’. Denominada una cita social “sin banderas”, se ha puesto énfasis en la inactividad de los gobiernos para avanzar sobre acuerdos comunes que permitan reducir las consecuencias de este fenómeno. El papa Francisco ha reconocido este entusiasmo en el lanzamiento del reciente proyecto Scholas, afirmando que “hemos visto cómo en estos días, jóvenes de diversas ciudades del mundo han tomado la calle para defender el ambiente. Para defender la tierra. Los jóvenes tienen una potencia inimaginable, son creativos; lo que pasa es que la mayoría de las veces no tienen líderes que los conduzcan porque los buscan afuera y no se dan cuenta que los tienen adentro”.

La voz como principal instrumento de protesta

Teniendo la voz como principal instrumento de protesta, la juventud acude a tomar el espacio público para manifestar su inconformidad, su frustración y también sus esperanzas para que quienes tienen en sus manos la toma de decisiones, lo hagan pensando en los que vienen por delante. Estamos ante la reacción de una generación que tal vez creíamos apática o poco interesada en asuntos medioambientales que son de larga data. Recordemos que la preocupación global por la degradación medioambiental de nuestras ciudades y países se remonta a los años 70’s y desata un activismo internacional en el que emergen organizaciones ecologistas que, lograron mantener e incluir en la agenda internacional alcanzando culmen con la inclusión de la sustentabilidad en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), entendida ésta como “la capacidad de satisfacer necesidades de la generación humana actual sin que esto suponga la anulación de las generaciones futuras”.

Las nuevas formas de manifestación a favor de un cuidado al medio ambiente han tenido una funcionalidad indiscutible en la delimitación de la esfera pública, y la construcción paulatina de una cultura cívica que se auxilia de las herramientas digitales, misma que en épocas pasadas tuvo que forjarse a base de marchas y protestas, en una localidad que a duras penas alcanzaban resonancia nacional. Las protestas más globales, visibles y virales, se han ido dando en la medida en que hemos ido también teniendo información de las devastadoras afectaciones que en varias regiones del planeta han ido teniendo las actividades industriales y la irresponsabilidad tanto colectiva como individual.

Nuestra capacidad de acción, compromiso u omisión

En 2009 el Premio Nobel de Economía fue concedido a Elinor Ostrom por su teoría sobre el gobierno de los bienes comunes. Ostrom, usa la “tragedia de los bienes comunes” para explicar la degradación de los recursos naturales que son usados colectivamente, pero sobre los que es difícil acordar un sistema de reglas para gobernar. Este sería el caso del Acuerdo de París que tras años de negociaciones ha sido aprobado como parte del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático realizado en 2015. Lo que vemos hoy en día, resulta un motor clave por reconocer las responsabilidades a todos los niveles, particularmente, la responsabilidad que está en manos de los Estados. Las nuevas generaciones reclaman una acción inmediata y solidaria que va más allá del sistema de gobernanza global de esos bienes comunes.

El papa Francisco en la encíclica ‘Laudato si” de 2015 ha señalado que “necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos. Lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no solo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás. Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas. Necesitamos una solidaridad universal nueva”. La conversación ya está iniciada en muchos lados, también la Iglesia es un buen lugar para continuarla. Lo primero quizá será analizar con honestidad nuestra capacidad de acción, compromiso u omisión en el tema.

Fuente: Vida Nueva Digital

Marcelo Amaro SJ sobre la Preferencia Apostólica Universal n° 3

3° Preferencia Apostólica Universal: Acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador

El Padre Marcelo Amaro SJ tiene un largo recorrido en el trabajo con jóvenes. Fue, hasta hace poco, director del Centro Manresa (Centro de la Pastoral Juvenil y Vocacional de Argentina Uruguay); y encargado de Pastoral Juvenil y Vocacional en ARU y más tarde de Latinoamérica y el Caribe (CPAL).

Por Marcelo Amaro SJ

Esta es la formulación de la tercera preferencia apostólica de la Compañía de Jesús. La Compañía de Jesús, en sintonía con la Iglesia que camina de la mano del Papa Francisco, nos invita a reconocer una inmensa diversidad de grupos y culturas juveniles; y a reconocer, también, que los jóvenes viven en un mundo que está en constante cambio, que los afecta tanto en su presente como en su perspectiva de futuro.

Acompañar, implica caminar junto a ellos, conocer profundamente lo que interiormente los mueve, para poder ser sus amigos y servidores. La gran mayoría de los jóvenes viven en situaciones de pobreza, y en contextos que acotan sus posibilidades de elegir libremente la vida que desean vivir. Queremos comprometernos a trabajar junto a ellos, para abrir caminos de esperanza en un presente que construya el futuro.

Recibí esta preferencia como confirmación de un camino en el que hace tiempo venimos trabajando. Hace varios años, tanto en América Latina como en nuestra Provincia Argentino-Uruguaya, hemos asumido el desafío de llegar a una mayor cantidad de jóvenes, y ofrecerles la oportunidad de un camino de crecimiento en la espiritualidad, en el conocimiento de sí mismos, promoviendo procesos de maduración, y en el servicio a los más necesitados. Así es que la fe, la formación y el servicio, vividos en comunidad, se transformaron en los pilares de la Red Juvenil Ignaciana.

También, recibí esta preferencia como impulso renovador; una invitación a no quedarnos cómodos en lo que hemos caminado, sino a renovar nuestra pastoral para llegar a más jóvenes y para adaptarnos a los jóvenes de hoy. Esto nos implica una auténtica conversión. Se trata, por una parte, de la necesidad de ser rigurosos en conocer los mundos juveniles, y, por otra, de ponernos en movimiento para caminar junto a ellos. Tenemos que situarnos junto a los jóvenes, conocer sus demandas, sus lenguajes y sus modos de procesar las experiencias. Así, podremos repensar las propuestas pastorales, integrando a los propios jóvenes en esta misma reflexión. Necesitamos caer en la cuenta de que no es suficiente una pastoral para los jóvenes, sino con los jóvenes, siendo ellos sujetos activos en la propuesta pastoral. Creo que si bien es un camino que venimos haciendo, tenemos que seguir profundizando en ello, y que esta dimensión del caminar junto a los jóvenes, impacte en nuestra estructura pastoral.

Creo que esta preferencia nos desafía a integrar una propuesta múltiple, en la que los distintos jóvenes puedan encontrar focos de interés que les sean significativos. Quizás, nos encontramos con el desafío de proponer múltiples modos de acercarnos a los jóvenes para integrar así tanto la diversidad de acciones como el mismo cambio en nuestras propuestas. Una pastoral plural es aquella que busca crear vínculos; que se anima a escuchar las inquietudes de los jóvenes y que convive con la incertidumbre propia de ellos. Es una pastoral que no se plantea rígida y que busca acompañar las diversas formas de vivir lo religioso y eclesial. Se trata de una pastoral que no impone, no manda, sino que al modo de Jesús, propone, invita, y pregunta ¿qué les parece?, dirigiéndose al entendimiento; y pregunta, también ¿quieren vivir esto?, apuntando a la voluntad y a la libertad de los jóvenes.

¿Qué podemos hacer?

Primero, podemos partir del convencimiento de que tenemos una espiritualidad honda, sana y que en sus venas está el adaptarse a las personas, tiempos y lugares.

Se nos hace necesario hacer un proceso de aprendizaje para poder ofrecer una Pastoral diversa y expansiva, que busque llegar a muchos desde distintas propuestas, siguiendo el impulso ignaciano de escuchar a los interlocutores y a ponerse en su lugar. Esto nos ayudará a abrirnos a lo que el Espíritu nos dice a través de los jóvenes, de sus búsquedas, anhelos y necesidades.

Creo que algo propio de este mundo en red, es la necesidad de en-red-darnos, y valorar así el aporte de todos, para buscar llegar a muchos, aunque la participación y la respuesta última sea de algunos. Hoy, la juventud, movida por la dinámica propia de las redes, nos dice que todos tienen voz y voto, que todos son de alguna manera líderes de sus propias búsquedas. En este último tiempo los jóvenes nos han mostrado que muchos que, quizás, no habíamos descubierto su liderazgo, siendo uno más entre tantos, manifiestan su opinión y promueven los valores que entienden como mejores. La juventud nos abre a una visión radicalmente democrática, solidaria y participativa de nuestras pastorales; reconociendo, también, con humildad, que nuestra propuesta, como la de Jesús, será una voz más entre tantas que llegan a los jóvenes; son ellos quienes, más tarde o más temprano, deberán poner en juego su propio discernimiento y libertad.

En esta realidad concreta y cambiante, encontramos que la Espiritualidad Ignaciana puede acompañar el camino de los jóvenes, y puede ayudar a que esta nueva realidad juvenil sea vehículo de un encuentro profundo con Dios, para que ellos puedan hallar caminos de libertad y de determinación, en pos de un proyecto esperanzador, de amor y justicia.

 

Mañana empieza la edición 2019 de la Misión San Francisco Javier

Por tercer año se llevará adelante la Misión San Francisco Javier en la Diócesis de San José; Uruguay. La misma se extenderá del 16 al 24 de febrero de 2019.

Esta experiencia es organizada por la Red Juvenil Ignaciana de Uruguay. De ella participan chicas y chicos pertenecientes a la Red Juvenil de Argentina y Uruguay. Este año será el último que los misioneros visitarán la Diócesis de San José de Mayo. El ciclo de misión comenzó en 2017 y se extiende hasta el 2019.

En total, más de 100 jóvenes participarán de la Misión San Francisco Javier, dividiéndose en pequeñas comunidades a lo largo de toda la diócesis.

Estas serán:

  • Parroquia Nuestra Señora de Lourdes y San Rafael en Rafael Perazza
  • Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Pompeya en San José: Capilla San Cono, Barrio Exposición
  • Capilla Virgen del Carmen, Barrio Cementerio y Barrio Mariano (San José de Mayo)
  • Capilla Nuestra Señora de los Treinta y Tres, Pueblo Raigón
  • Parroquia Sagrado Corazón de Jesús en Ecilda Paullier
  • Parroquia Cristo Redentor en Capurro
  • Parroquia Nuestra Señora del Rosario en Ciudad de Rodríguez
  • Parroquia Santísima Trinidad en Trinidad
  • Parroquia Nuestra Señora del Luján en Trinidad

INICIO Y CIERRE

La Misión San Francisco Javier iniciará este año el sábado 16 de febrero a las 18 horas en la Basílica Catedral de San José en una celebración que presidirá el Obispo de San José de Mayo, Mons. Arturo Fajardo y será concelebrada por los sacerdotes jesuitas que acompañan la misión, entre ellos el P. Álvaro Pacheco, del sector pastoral de la Universidad Católica del Uruguay. Los jóvenes han seleccionado como lema para esta misión “Vengan y vean”, tomado del evangelio de Juan, donde se narra un diálogo entre Jesús y sus apóstoles, allí le preguntan “Maestro, ¿Dónde vives?”. Jesús les dijo: “Vengan y vean”. Fueron y vieron dónde vivía. Eran como las cuatro de la tarde; y se quedaron con Él el resto del día”.

La Misa de cierre de la #MisiónSFJ será en la Basílica Catedral de San José el Domingo 24 de febrero a las 10 horas.

#MiExperienciaMAG+S: Un Dios que invita a comprometerse con el que sufre

Durante el mes de enero, en los días previos a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que este año fue en Panamá, se realizó el MAG+S: una experiencia ignaciana que lleva adelante como una suerte de pre-jornada organizada por la Compañía de Jesús. La experiencia nucleó a jóvenes de 18 a 30 años, provenientes de todo el mundo, quienes se mezclaron y dividieron en comunidades pequeñas, que se repartieron por distintos lugares de Centroamérica.

La Red Juvenil Ignaciana de Argentina – Uruguay tuvo una fuerte participación. Al regreso de los ‘peregrinos’, les hemos pedido que compartan su experiencia, respondiendo a tres consignas: 1) Contar un momento, sentimiento, aspecto, etc. que les haya quedado resonando de manera particular; 2) ¿Qué aprendizaje te llevas para tu vida de la experiencia del MAG+S 2019? 3) ¿Qué imagen representa lo que fue el MAG+S 2019 para vos?

Por Pedro Dacunda – Santa Fe

Algo que me llevo de mi experiencia en Magis 2019 es la opción radical que ha hecho la Iglesia salvadoreña a lo largo de su historia, poniéndose al lado de aquellos que más sufren. Pero no a la distancia, sino estando físicamente cerca suyo, y acompañándolos como uno más en sus luchas. Me impactó el esfuerzo constante por llevar el mensaje del Evangelio,  en la lucha por la paz y la igualdad, y que tenía al más pobre como estandarte en su bandera. Me llevo la imagen de esta Iglesia que no fue tibia, sino que se comprometió a trabajar con combatir las desigualdades de su tiempo.

Mi aprendizaje se traduce en la invitación de Dios a ser compasivos con el sufre, a no quedarnos callados, a hacer de la lucha del más pobre, nuestra lucha. Dios nos invita a abrirnos al amor más allá de lo políticamente correcto, y nos pone en nuestra vida ejemplos que son luz para nuestro camino.

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Me quedo con esta imagen porque fue San Oscar Arnulfo Romero quien le demostró a todo el mundo y nos sigue mostrando a nosotros, hoy, que es posible ser la voz de los que no tienen voz. Y que “El profeta tiene que ser molesto de la sociedad, cuando la sociedad no está con Dios”.

Mi Experiencia MAG+S: Jóvenes con deseos de MÁS

Durante el mes de enero, en los días previos a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que este año fue en Panamá, se realizó el MAG+S: una experiencia ignaciana que lleva adelante como una suerte de pre-jornada organizada por la Compañía de Jesús. La experiencia nucleó a jóvenes de 18 a 30 años, provenientes de todo el mundo, quienes se mezclaron y dividieron en comunidades pequeñas, que se repartieron por distintos lugares de Centroamérica.

La Red Juvenil Ignaciana de Argentina – Uruguay tuvo una fuerte participación. Al regreso de los ‘peregrinos’, les hemos pedido que compartan su experiencia, respondiendo a tres consignas: 1) Contar un momento, sentimiento, aspecto, etc. que les haya quedado resonando de manera particular; 2) ¿Qué aprendizaje te llevas para tu vida de la experiencia del MAG+S 2019? 3) ¿Qué imagen representa lo que fue el MAG+S 2019 para vos?

Por Alicia ‘Pipi’ Garzón

Mi experiencia fue en El Salvador, un país con una realidad y una historia muy dura. En ella compartimos con jóvenes de Colombia, España, Korea del Sur, República Dominicana, Uruguay y El Salvador.

Algo que me llevo de esta experiencia es la unión del pueblo salvadoreño por reivindicar sus derechos como ciudadanos de su país. Guardo en el corazón lo compartido con los jóvenes de diferentes países, y su sed de amor y de justicia en el mundo; y el haberme dado cuenta de que todos tenemos un mismo sueño, que es el de un pueblo con VOZ y JUSTICIA. Hay muchos jóvenes con ganas de amar y servir hasta el extremo, jóvenes con pasión por la misión de Jesús y con quienes compartimos la espiritualidad ignaciana; con un corazón dispuesto y atento a las necesidades de los demás.

 Aprendí a servir en donde sea que Dios me necesite, sin reproches y sin miedo. A decir Sí. A dejarme transformar por Su palabra, porque su palabra habla, y no sólo en el Evangelio, sino también en el otro. Del Cristo que descubrí presente en cada persona que nos compartió su vida durante la experiencia, aprendí a ser más consciente de la luchas que hay mi país, a interesarme por estas lucha y como joven católica, a SER PARTE.

 En nuestra experiencia tuvimos la suerte de participar en la firma de los Acuerdos de Paz n° 27 del país. A ella asistieron el presidente y otras autoridades estatales, integrantes de las fuerzas armadas, personas privadas de libertad y otras organizaciones. Entre ellos estábamos nosotros, intentando comprender esta realidad. En un momento nos acercamos para ver más de cerca el escenario. Esa es la imagen que me guardo. Hay un misionero al medio, a su derecha un miembro de las fuerzas armadas y a su izquierda una persona privada de libertad.

Reinventar un espacio de mucho fruto. El MEJ de la Parroquia San Ignacio

Desde principios de este año en la Parroquia San Ignacio de Montevideo la catequesis está integrada al Movimiento Eucarístico Juvenil (MEJ). Gaby Ponce de León nos comparte su experiencia como animadora de uno de los grupos.

El MEJ lleva adelante su encuentro todos los sábados de tarde, en la Parroquia San Ignacio (Montevideo), a partir de las 17. Los animadores nos reunimos antes para organizar algunas cosas, hacer oración o compartir entre nosotros.

Cada semana, terminamos de dar forma al encuentro de los seis grupos que se dividen por edades a quienes llamamos, de menor a mayor: Peregrinos, Discípulos, Compañeros, Testigos, Apóstoles y Jóvenes Nuevos. Se inicia con 6 años y tomamos como base el material del MEJ de Paraguay para la preparación de los encuentros. Siempre buscamos hacer dialogar contenidos de la catequesis con el material de formación y el esquema propuesto por el Movimiento: ayuda mucho tener pasos de referencia, desde el planteo al trabajo concreto con los niños.

El encuentro incluye la merienda en la que todos aportan: los que cocinan llevan algo elaborado por ellos mismos y todos, desde los más chiquitos, están abiertos a compartir y recibir lo que otro pueda traer en un contexto en el que las realidades de cada familia en la Parroquia son muy diferentes. Y cada sábado finalizamos participando en la misa de las 19 en el templo donde conformamos el coro, que compartimos tanto animadores como niños. La celebración siempre deja una enseñanza para todos, niños y adultos, por su dinámica participativa y un lenguaje adaptado a la comprensión de todos.

A mí lo que me encantó del ambiente de Parroquia es la diversidad, que los chiquilines y toda la gente que participa sea diferente, y el acompañamiento de las familias. El MEJ es para los chicos, pero los padres también son parte. Ellos cocinan con sus hijos, los llevan y los van a buscar, participan de la misa. Se involucran. En la peregrinación que hicimos a Florida los padres se me acercaban a preguntarme cómo estaba con los chicos que yo acompañaba.

Creo que el MEJ es un espacio que ya está dando mucho fruto y que puede dar aún más. Para muchos chicos es el primer acercamiento a Dios. Hay mucho trabajo de fondo: los animadores tenemos muchas instancias de planificación, evaluación y también de retiros espirituales para poder acompañar mejor a los chicos. Es un ambiente muy familiar y se genera un vínculo de comunidad parroquial que está ‘tremendo’: la gente se compromete de verdad y se implican de corazón. Si tuviera que definir al MEJ con una palabra diría que es ‘auténtico’. Porque no tiene ningún tipo de prestigio. Que seas animador de MEJ no significa que seas un crack, como puede pasar en otros ambientes, sino que lo hacés por convicción personal.

 

Servicio San Pedro Canisio SJ: Conjugando la Alegría de Jesús con el Apoyo Escolar

Desde 2017 funciona, como parte de la Red Juvenil Ignaciana en Corrientes, el grupo de servicio San Pedro Canisio SJ. Su objetivo es brindar un servicio eclesial por medio del apoyo escolar y lograr de esta manera la promoción social de niños en situación de vulnerabilidad. Es asesorado por Raúl González SJ y cuenta con tres coordinadores, elegidos de entre los mismos jóvenes del grupo. Uno de ellos, Federico Gómez Brúa, nos comparte sobre la experiencia de este grupo de servicio

Por Juan Luis Panizza SJ

Compartimos un deseo y una misión

Nos gusta pensarnos como un grupo de personas que compartimos las mismas ganas y una misma misión, la de servir a los demás para mayor gloria de Dios poniendo como eje el amor al prójimo. Al ser un servicio que se realiza los días sábados es elegido en su mayoría por jóvenes que trabajan, por lo que este es el día que tienen más disponible en su semana.

Lo vamos haciendo realidad

Tenemos dos objetivos que son inseparables para el grupo: evangelizar, que es transmitir la alegría y el mensaje de Jesús, y hacerlo a través del apoyo escolar. Ayudamos a mejorar el rendimiento de los niños en la escuela, les enseñamos a leer, matemáticas, historia. A su vez, buscamos que los niños puedan crecer en la fe, dando a conocer a Jesús y a Mamá María, por medio del diálogo y la oración. Esto conlleva vivir al modo de Jesús, misericordioso y solidario. Intentamos transmitir, primero entre nosotros y luego también con los chicos, este modo particular de vincularnos.

Visitamos quincenalmente, los días sábados, a los niños del comedor «Los Mellizos» del barrio Punta Taitalo. Llegamos hasta ahí caminando ya que el colectivo nos deja a unas trece cuadras. Por lo general tratamos de ir haciendo una dinámica: rezar el rosario, ir charlando. Antes de llegar, nos dividimos en equipos para ir a buscar a los niños. Algunos nos esperan en el comedor y otros hay que ir a buscarlos. La gran mayoría están acostumbrados a que los busquemos, es algo que les gusta.

Buscamos que cada uno de ellos aprenda todos los días algo nuevo y puedan ir mejorando su rendimiento escolar. Para esto se implementó la metodología de tutores, donde cada servidor tiene uno o varios niños a cargo. Esto permite hacer un seguimiento de los chicos para que a fin de año podamos evaluar los frutos. Estamos atentos a que se sientan contenidos por medio de la escucha y la atención. Pero no nos limitamos a actividades exclusivamente académicas, también hay instancias para realizar diferentes actividades artísticas y juegos, para ir incentivándolos y animándolos.

Una realidad que nos toca

El comedor en el que realizamos las actividades da de comer a este barrio hace ya más de ocho años. Todos los días ofrece la merienda y el almuerzo. Encargándose de esto está la señora Cruz, que es la ama y señora del comedor, junto con sus hijas y sus nietos que la ayudan. Ella fue la que nos abrió las puertas de este lugar y también de su corazón.

Al irlos a buscar a las casas tenemos contacto con el lugar donde vive, cuál es la historia que traen en su mochila. Esto hace que el trato sea mucho más delicado, porque sabemos de dónde vienen. Eso nos moviliza mucho a nosotros y hace que nos carguemos de pilas. En este barrio la mayoría trabaja como ladrilleros o pescadores (tienen el río ahí al lado). Es un lugar muy carenciado. Pero con niños que, a pesar de no contar con un buen acceso a la educación, sí son respetuosos y dedicados. Cada sábado acompañamos entre 30 y 50 chicos, desde los 3 a los 14 años.

Las visitas las hacemos de siesta-tarde, y antes de terminar todas nuestras actividades, compartimos con los niños la merienda que nosotros mismos les preparamos en las instalaciones del comedor, con donaciones que realiza la gente de la comunidad y los mismos chicos del grupo.

Un caminar que se va afirmando

El grupo se reúne todos los sábados. Aquellos días que no vamos al comedor a servir, nos juntamos en la Iglesia Jesús Nazareno. Allí tenemos un momento de formación espiritual a través de la oración, organizamos las actividades que se realizarán en las visitas sucesivas y evaluamos lo realizado, para así poder ir mejorando poco a poco.

Como el grupo es nuevo -acaba de cumplir un año-, todavía se están sentando las bases para su funcionamiento. Pero creemos que vamos bien encaminados y que avanzamos mucho en poco tiempo. Esto es lo lindo de este servicio: que es desafiante.

Todos formamos parte de un gran grupo y somos conscientes de que cada uno de sus miembros somos importantes y corresponsables en nuestra misión. Gracias a Dios, y de la mano de Jesús y María todo va tomando forma y dando frutos de a poco. Cada ‘Canisio’ sabe que no va a lucir una remera, sino a ayudar a ese hermano que está necesitado.

 

De Misión en Santa Fe – Grupo Peregrinos de Buenos Aires

Durante el fin de semana largo del 12 al 15 de octubre, doce integrantes del grupo Peregrinos, de la Red Juvenil Ignaciana de Buenos Aires, fueron a misionar a Alto Verde, Santa Fe.

Nicolás Pissani, uno de los participantes de esta experiencia, comparte su vivencia de la misión y el encuentro con la Red Juvenil Ignaciana de Santa Fe.

En las visitas de casas…

Uno de los principales objetivos que nos planteamos para la misión fue conocer la realidad de la gente del barrio. Desde el primer minuto buscamos escucharlos y compartir un poco la vida con ellos. Toda la mañana del sábado la dedicamos a eso. Conocimos un poco de sus vidas, cómo viven, sus costumbres… Se dieron ‘compartires’ sinceros y profundos en las casas, incluso de aspectos de sus vidas sobre los que no suelen hablar, como la ausencia de familiares o amigos, sus intenciones o la memoria de algún difunto.

Pero sobre todo, intentamos acompañarlos en la fe y ser instrumentos para acercarles la palabra de Dios. Nos contaron su modo de vivirla: cómo rezan y qué entienden ellos de la fe. Desde nuestro lado, tratamos de transmitirles que Dios siempre está: en las pequeñas cosas, en lo cotidiano… Hicimos bendiciones de casas y rezamos juntos.

Con los más chicos

También preparamos actividades para los chicos de la catequesis. El domingo dedicamos todo el día a estar con ellos. Se suspendió la catequesis habitual, por lo que pudimos comenzar el día con un taller de animación en el que cantamos y nos divertimos mucho. Después hicimos juegos y la representación actuada de una parábola del Evangelio.

La comunidad también es misión

Un aspecto en el que hicimos mucho énfasis fue que cada misionero tuviera su experiencia de fe comunitaria. Además de enfocarnos en el compartir con la gente del lugar, también le dimos mucha importancia a que cada uno de nosotros pudiera compartir su fe y afianzarla junto a los demás miembros del grupo.

Encuentro con la RJI Santa Fe

Por último, sobre el cierre de la misión, tuvimos un momento de encuentro con algunos miembros de la Red Juvenil Ignaciana de Santa Fe. Los chicos nos vinieron a buscar a la escuela en la cual nos estábamos quedando en Alto Verde y nos llevaron a la costanera. Ahí almorzamos, charlamos, tocamos la guitarra y les contamos de la misión. Aprovechamos también para conocer cómo trabajan ellos y ver cuál es su visión de la fe en comunidad. Intercambiamos ideas y experiencias. Finalmente nos acompañaron a la terminal y nos despidieron.

Frutos para la vida

En lo personal, esta misión a Alto Verde que realizamos con el grupo de Peregrinos me sirvió para reforzar mi fe y seguir conociendo realidades distintas que nos enriquecen mucho como personas y nos permiten tomar conciencia de lo necesario que es salir de uno mismo para ayudar a los demás al menos en pequeños gestos. Me voy muy contento y con muchísimo aprendizaje. Espero que podamos repetirla el año que viene.