Ordenaciones Diaconal y Sacerdotales en Córdoba

El sábado 20 de Mayo, a las 10.30, en el Templo de la Compañía de Jesús de la Ciudad de Córdoba, Argentina, se celebraron las ordenaciones sacerdotales de Franco Raspa SJ y Matías Yunes SJ y la ordenación diaconal de Emmanuel Sicre SJ.

La celebración fue presidida por el arzobispo de Córdoba, Monseñor Carlos Ñáñez; contando también con la presencia de Monseñor Ibrahim Salaméh, Exarca Apostólico de la Iglesia Greco-Melkita en Argentina. El motivo de su presencia fue que Matías fue, por tradición familiar, bautizado en ese rito de la Iglesia Católica Oriental.

Además, se hicieron presentes una gran cantidad de compañeros jesuitas de Argentina y Uruguay, tanto hermanos jesuitas, sacerdotes concelebrantes (que se acercaron a imponer las manos a los nuevos ordenados), como también jesuitas en distintas etapas de formación.

Ocasión de Alegría para todos

Durante su homilía, Monseñor Carlos Ñáñez expresó que el evento que convocaba la eucaristía era una ocasión de enorme alegría para toda la Compañía y la Iglesia. Al mismo tiempo, invitó a los recién ordenados a intepretar este hecho, no como la finalización de un proceso, sino como el inicio de un camino en el que se los invita a vivir la vida en clave de Eucaristía.

Compartimos el Audio de la Homilía Completa para quienes quieran escucharla:

Primeras Misas

Las primeras misas de Matías y Franco se celebraron ambas el domingo siguiente, 21 de Mayo.

La primera misa de Franco Raspa se celebró en la Parroquia Santa Inés del Barrio la France a las 10.30 de la mañana. La misma, además de contar con una gran cantidad de jesuitas, tuvo la presencia de congregaciones de religiosas de espiritualidad ignaciana y de toda la familia de Franco, que organizó un asado para celebrar una vez terminada la misa.

Mientras tanto, la primera misa de Matías fue en el Templo de la Compañía, en el que el día anterior fue ordenado, a las 21.15, identificada generalmente como la ‘Misa de Jóvenes’, que generalmente cuenta con una gran participación de la comunidad.

¿Quiénes son los ordenados?

MATÍAS YUNES, SJ

Nació el 6 de junio de 1984, en la ciudad de Rosario, Santa Fe. Su familia está conformada por su padre, Miguel Eduardo, su madre Teresa (quien partió al cielo hace poco más de un mes luego de un tiempo de enfermedad) y sus dos hermanos, Germán y Cristián. Por tradición familiar, Matías fue bautizado en el rito bizantino, en la Iglesia católica-oriental de los greco-melkitas.

En el año 2001 se mudó junto a su familia a Córdoba para comenzar sus estudios de Administración de Empresas en la Universidad Católica, donde estudió cuatro años. Al mismo tiempo, participó de la Pastoral Juvenil y Vocacional de los jesuitas en Córdoba, el Centro Manresa.

Ingresó al Noviciado de la Compañía de Jesús en Córdoba en marzo del 2006 y luego de dos años pronunció los Votos de Pobreza, Castidad y Obediencia perpetuas en la Compañía. Realizó estudios de Humanidades y Filosofía entre el 2008 y 2011 en el Colegio Máximo en San Miguel (Buenos Aires). Entretanto, colaboró pastoralmente en la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en la Capilla Nuestra Señora de Itatí (Barrio Santa Brígida). Realizó su Magisterio en el Colegio Seminario de Montevideo, Uruguay, entre los años 2012 y 2013. Desde el año 2014 estuvo cursando sus estudios de Teología en la Pontificia Universidad Católica de Chile, en la ciudad de Santiago. Fue ordenado diácono en septiembre de 2016 en San Miguel, Buenos Aires y actualmente reside en Córdoba en la comunidad jesuita de la Residencia Mayor.

FRANCO RASPA, SJ

Nació el 6 de enero de 1977, en la ciudad de Córdoba. Su familia está conformada por sus padres, Francisco y Alba, y sus tres hermanos: Adrián, Natalia y Sergio. Su enseñanza primaria y secundaria la realizó en el colegio Ceferino Namuncurá, muy cercano al barrio en el que vivía, egresando del mismo en el año 1995. De ahí en adelante, Franco se destacó por las diversas tareas que realizara en la empresa familiar de su padre en Córdoba. El 7 de marzo de 2007 ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús, donde luego de dos años pronunció los votos de pobreza, castidad y obediencia perpetuas en la Compañía.

Realizó estudios de humanidades y filosofía entre el año 2009 y 2011 en el Colegio Máximo de San Miguel (Buenos Aires), obteniendo el grado de Bachiller en Filosofía. Entretanto, colaboró pastoralmente en los barrios de San Miguel, especialmente en la Parroquia del Perpetuo Socorro, la parroquia Ntra. Sra. De Guadalupe, acompañando a grupos de jóvenes misioneros. Realizó su Magisterio en el Colegio del Salvador (Cap. Federal), entre los años 2012 y 2013, sirviendo en la pastoral de secundaria del colegio, y acompañando a los Universitarios Ignacianos.

Desde el año 2014 se encuentra realizando sus estudios de teología en la Pontificia Universidad Católica de Chile, en la ciudad de Santiago, y trabajando en la ONG “Techo”. En ella, presta atención a las poblaciones más vulnerables de Santiago de Chile.

EMMANUEL SICRE, SJ

Nació en Mendoza hace 34 años. Hijo de Nilda y Jorge y hermano de Estefanía vivió en su casa natal hasta los 23 años cuando, luego de sus estudios de Letras y su discernimiento vocacional junto a la comunidad de jóvenes en Jesuitas, fue recibido en el noviciado de la Compañía de Jesús en Córdoba. Allí residió 2 años. Luego de su profesión de votos fue destinado a estudiar la filosofía en el Colegio Máximo de San Miguel, Buenos Aires, mientras tanto trabajaba apostólicamente en el MEJ –Movimiento Eucarístico Juvenil- en la Capilla Nuestra Señora de Luján de Barrio Mitre. En el año 2012 comienza su magisterio en el Colegio del Salvador en Capital Federal. Dos años después, al finalizar esta etapa, fue enviado a hacer sus estudios en teología en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia por tres años. Actualmente ha sido enviado para trabajar pastoralmente en el Colegio del Salvador.

XXXIII Asamblea de la CPAL

Los Provinciales de las provincias pertenecientes a la Conferencia Jesuita de América Latina y el Caribe (CPAL) estuvieron reunidos en Ecuador del 9 al 12 de Mayo y comparten aquí lo ocurrido durante el encuentro.

Queridos compañeros y compañeras del Cuerpo Apostólico:

Desde el martes 9 al viernes 12 mayo de 2017, los provinciales de América Latina nos reunimos en la casa de retiros San Luis Checa – Ecuador, en la XXXIII Asamblea de la CPAL. Esta vez nos acompañaron Gabriel Ignacio Rodríguez y Claudio Paul, asistentes del padre general para América Latina, Rafael Moreno, asistente Paul Martin, superior regional de Guyana, François Kawas, representante de Haití e Inacio Luis Rhoden, superior de la plataforma de la amazonia de Brasil. Por Colombia asistió Víctor Martínez, viceprovincial, quien tomó el lugar del Carlos Eduardo Correa quien se recupera de una cirugía cardíaca y a quien tuvimos presente todo el encuentro. Queremos acercarnos a todos ustedes compartiendo la memoria de los días vividos en fraternidad y alegría, en medio de nuestras preocupaciones y esperanzas en la misión encomendada.

Resaltamos del día martes el trabajo realizado sobre los resultados de “imPACtando”, del cual agradecemos mucho la labor realizada por todos los participantes de esta experiencia y muy especialmente del equipo ejecutivo de la CPAL, que se dedicó a sintetizar y organizar los resultados de todo el trabajo llevado adelante. Valoramos positivamente el modo en que el equipo ejecutivo realizó la síntesis del trabajo de “imPACtando” y la presentación para su estudio. Nos centramos en los elementos sugeridos para las prioridades, y de esto un punto importante es la atención que debemos prestar al cómo hacemos lo que hacemos o queremos hacer, la revisión de nuestros estilos de vida y el llamado a la conversión que la misión nos hace. De esta manera, en sintonía con la Congregación General XXXVI, revisar el cómo, o el modo de proceder es un llamado fundamental para asumir las exigencias de la misión.

El día miércoles centramos nuestras deliberaciones en torno a la propuesta de reorganización del Equipo Ejecutivo de la CPAL, orientados por: la reflexión en torno a la pertinencia o no de la organización por sectores, de cara a responder a las necesidades de nuestra misión hoy; la optimización de los recursos y el trabajo en red como clave del modo de asumir la misión. De estas reflexiones se aprobó la propuesta de reducir el número de delegados y sus funciones, quedando organizados de la siguiente manera: Álvaro Dávalos, delegado de recursos y secretario; Rafael Moreno, delegado para la misión ad extra y Herman Rodríguez Osorio, delegado para el cuidado del Cuerpo Apostólico. También tuvimos la oportunidad de compartir por asistencia nuestra misión como provinciales, nuestras experiencias y sentir interno, lo cual nos unió en ánimos y nos brindó solidaridad en nuestros servicios como superiores mayores.

La deliberación intensa y enriquecedora sobre la reforma de los estatutos de la CPAL marcó la pauta del día jueves. Constatamos que el cambio dinámico de la realidad nos pone en sintonía con la Compañía universal en sus planteamientos sobre la renovación de las estructuras de gobierno. Un aspecto importante de esta deliberación fue el celo expresado en el conjunto de opiniones en torno a poder ofrecer lo mejor para el proceso formativo de nuestros estudiantes, de manera que los mismos puedan contar con el apoyo necesario para su crecimiento tanto en el desarrollo personal como para la incorporación a la Compañía de Jesús. Durante este día también se presentó la oportunidad de compartir inquietudes particulares de parte de los provinciales y se escucharon orientaciones en torno a las mismas.

Para abordar la revisión de los cuadernos de los CIFs, el día viernes nos acompañaron Edison de Lima, Fernando Polanco, Humberto José Sánchez, rectores de los mismos en Brasil, Chile y Colombia respectivamente, junto a Juan Miguel Zaldúa, delegado de formación de la CPAL. Se presentaron las consideraciones pertinentes en torno a las actualizaciones necesarias y una vez más, el diálogo franco, la reflexión conjunta, el discernimiento común y la escucha atenta se hicieron presentes, sin dejar de lado las diferencias naturales de la diversidad de opiniones y de consideraciones. Luego, abordamos el informe económico del año 2016 y se aprobó el presupuesto para el año 2017. Finalizamos con un diálogo abierto con los asistentes del padre general para las dos asistencias de América Latina y algunas informaciones varias.

Cabe destacar que las oraciones y celebraciones de la Cena del Señor diarias nos ayudaron a vivir comunitariamente todo el proceso de la Asamblea, buscando siempre la voluntad del Señor. También tuvimos presente la preocupante situación venezolana, la cual fue compartida por el provincial de Venezuela en diversos ambientes de escucha y oración.

Agradecemos de corazón a la provincia ecuatoriana, al provincial Gustavo Calderón, al socio Francisco Echeverría, a todo el equipo de la curia y de la casa San José, y a todos los que nos recibieron con generosa hospitalidad y nos brindaron su esmerada atención, Dios les retribuya con muchas bendiciones.

Pedimos a la virgen de Fátima que nos ponga al lado de su Hijo para en todo amar y servir.

Fuente: CPAL SJ

 

Encuentro de Delegados de Pastoral Juvenil y Pastoral Vocacional

Del 8 al 12 de mayo, los Delegados de Pastoral Juvenil y Pastoral Vocacional de las Provincias de la CPAL se reunieron en Paraguay. Al encuentro asistieron los delegados de todas las provincias con excepción de Bolivia. A continuación, un relato día a día que los participantes han difundido para dar a conocer lo ocurrido y trabajado en el Encuentro.

El lunes 8, fue un día dedicado, primero, a conocernos, dedicando un tiempo generoso a la presentación personal de los miembros del Equipo, que concebimos como comunidad en dispersión. Y luego a conocer las experiencias pastorales, tanto juveniles como vocacionales, en cada Provincia.

El martes y miércoles el día fue dedicado a la formación. Con su sabia experiencia, el P. Carlos Domínguez Morano, de la Provincia de España, nos ayudó a profundizar en el tema de la afectividad y sexualidad en la juventud; y a descubrir pistas para la comprensión y el acompañamiento de los jóvenes con quienes trabajamos.

 paraguay3-1024x682

El martes, culminamos el día con la presentación de la realidad de la Compañía en Paraguay, ayudados por el P. Socio, Gabriel Insaurralde SJ. A su vez pudimos profundizar en el conocimiento de la realidad venezolana, y de la mano de Robert Rodríguez SJ, miembro de nuestro Equipo. Ambas exposiciones nos han abierto la sensibilidad y el ánimo para sentirnos más cerca de las dos realidades.

El día jueves fue dinamizado por tres temas que nos pedían reflexión y propuestas: 1) La recepción de lo vivido en Impactando, y los desafíos que esto nos plantea; 2) el Sínodo de Obispos sobre “Juventud, la fe y el discernimiento vocacional”, nuestro modo de acoger esta propuesta de la Iglesia y, a partir de ella, comenzar a diseñar cómo trabajarla con los jóvenes; y por último, 3) poner la mirada en el Magis 2019, conocer el estado de la cuestión de la mano de José Antonio Rubio, delegado de Centroamérica, para luego aportar nuestras ideas, y así pensar la manera de articularnos para ayudar a esta preparación que es y será muy exigente.

 paraguay2-1024x768

El viernes tuvimos una mañana de dispersión, paseando por el centro de Asunción, visitando la Casa de la Independencia. Por la tarde, definimos algunas tareas y acuerdos que nos ayudarán a articular nuestro trabajo. Realizamos la evaluación del encuentro semana, y culminamos nuestra reunión.

El ritmo de los días fue sostenido por las oraciones matutinas y las Eucaristías, llevadas adelante por distintos compañeros. Sin duda, la dimensión espiritual ha sido la fuerza de nuestra escucha, de nuestra reflexión y discernimiento, y de nuestra amistad en el Señor.

Fuente: CPAL SJ

Madre Catalina Rodríguez a un paso de ser proclamada beata

Fue la fundadora de las Esclavas del Corazón de Jesús, una congregación que se identifica con la espiritualidad ignaciana. Madre Catalina colaboró con los ejercicios espirituales siendo religiosa y laica.

La venerable Madre Catalina de María Rodríguez, fundadora de las Esclavas del Corazón de Jesús (Esclavas Argentinas) y colaboradora en la tarea evangelizadora que desplegó en las sierras de Córdoba el Santo Cura Brochero, quedó a un paso de ser proclamada beata.

El plenario de obispos y cardenales aprobó recientemente el milagro efectuado por intercesión de la religiosa, por lo que resta que el papa Francisco firme el decreto correspondiente y fije la fecha de la beatificación.

El proceso de beatificación atravesó los pasos que determina la Congregación para las Causas de los Santos. En 1998 fue declarada venerable y desde 2013 se propuso una gracia como posible milagro para la beatificación. Dicha gracia obtuvo la aprobación de los médicos en julio de 2016 y en enero de 2017 fueron los teólogos quienes se sumaron a la determinación de que la misma fue por mediación de la Madre Catalina.

Esposa, viuda y luego se vistió con el hábito

Josefa Saturnina Rodríguez -luego Madre Catalina de María- nació en Córdoba el 27 de noviembre de 1823. Cuando tenía tres años perdió a su madre y a los 9 a su padre. Estos hechos fueron determinantes en su vida, ya que su educación quedó a cargo de sus tías Luisa e Ignacia Orduña, de profunda fe religiosa.

Su vocación despertó alrededor de 1840. Pero no pudo cumplirla porque en la Argentina y sus alrededores sólo había conventos de clausura, y no existía en ese momento la opción de vida religiosa apostólica para las mujeres. Se dedica entonces a promover y sostener la obra de los Ejercicios Espirituales, y a los 29 años contrae matrimonio con el coronel Manuel Antonio de Zavalía, viudo, padre de dos niños. En los trece años que duró su matrimonio fue modelo de esposa y madre. Así, cuando en 1865 murió su esposo, quedó libre para concretar su primera vocación, que se despertó con mayor vehemencia.

Pero para llegar a este sueño dorado, pasaron siete largos años llenos de obstáculos y luchas que impedían su realización. Finalmente el 29 de septiembre de 1872 fundó en Córdoba el instituto de las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús (Esclavas Argentinas), dedicado a la educación y promoción de la mujer y atención de casas de ejercicios espirituales.

La Madre Catalina fue una mujer cordobesa de su tiempo que buscó vivir la plenitud del amor a Dios y al prójimo como laica, como madre y como religiosa.

En 1877, invitada por el San José Gabriel Brochero, el “Cura Brochero”,  se instaló en Villa del Tránsito (Córdoba), y ambos tuvieron una fecunda misión en la Iglesia de fines del siglo XIX, sobre todo en la evangelización de las sierras cordobesas y la difusión de los ejercicios espirituales.

La religiosa murió el 5 de abril de 1896, y fue declarada venerable el 17 de diciembre de 1997 por el papa Juan Pablo II.

Fuente: AICA

A. Sosa SJ, La Reconciliación Según los Jesuitas

Un texto que reflexiona sobre la reconciliación a la luz de la experiencia, oración y reflexión conjunta que se llevó adelante en la Congregación General 36, que se celebró en octubre del año pasado.

En misión con Cristo el Reconciliador

Como preparación para la Congregación General 36, el P. Adolfo Nicolás invitó a la Compañía a iniciar un proceso de búsqueda para escuchar “la llamada del Rey Eterno, y discernir las tres llamadas más importantes que el Señor dirige hoy a toda la Compañía”. Nuestras Provincias y Regiones respondieron a esta invitación a través de sus Congregaciones Provinciales y Regionales. Con frecuencia y con fuerza fue emergiendo la llamada a participar en la obra de reconciliación que Dios está realizando en nuestro mundo herido. Lo que la CG 35 había localizado como las tres dimensiones de esta labor de reconciliación, es decir, la reconciliación con Dios, la de unos con otros y la de los seres humanos con la creación, ha adquirido nueva urgencia.

Esta reconciliación es siempre obra de la justicia; una justicia discernida y formulada por las comunidades y contextos locales. En el centro de la obra de la reconciliación de Dios se encuentra la cruz de Cristo y también nuestra participación en ella. Esta misión puede conducir al conflicto y a la muerte, como lo hemos testimoniado en la vida de muchos de nuestros hermanos. Aunque hablamos de tres formas de reconciliación, en realidad, las tres son una única acción de Dios, interrelacionada e inseparable.

1ª Llamada: la Reconciliación con Dios

Al acogerla, la reconciliación con Dios nos enraíza en la gratitud y nos abre a la alegría. El Papa Francisco escribe, “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. (…) Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”. Anunciar y compartir el Evangelio sigue siendo para la Compañía la razón de su existencia y su misión: que Jesucristo sea conocido, que sea correspondido en su amor, y que el amor de Cristo sea fuente de vida para todos. Él sigue siendo la fuente de gozo y esperanza que ofrecemos a los demás. Por eso la Compañía debe responder de manera más decisiva a la llamada de la Iglesia a una nueva evangelización, poniendo un énfasis especial en el servicio a y con los jóvenes y las familias.

Una contribución especial que los jesuitas y la familia ignaciana ofrecen a la Iglesia y a su misión de evangelización es la espiritualidad ignaciana, que facilita la experiencia de Dios y en consecuencia puede ayudar considerablemente en los procesos de conversión personal y comunitaria. El Papa Francisco afirma una y otra vez que el discernimiento debe desempeñar un papel muy especial en la familia, entre los jóvenes, en la promoción vocacional y en la formación del clero. La vida cristiana se hace cada vez más personal a través del discernimiento.

La proclamación del Evangelio se hace en contextos muy diferentes: a) en muchas culturas la secularización es un desafío de primer orden que exige creatividad, especialmente para atraer e iniciar a las generaciones jóvenes en la fe cristiana; b) en un mundo cada vez más plural, el diálogo interreligioso, en sus múltiples formas, sigue siendo una necesidad, no siempre fácil y con el riesgo de incomprensiones; c) en muchas partes del mundo la Compañía es llamada a responder al reto de fieles que abandonan la Iglesia en búsqueda de sentido para sus vidas y de espiritualidad; d) con el fin de ayudar a muchos a profundizar en su comprensión del Evangelio en los diferentes contextos culturales, con sus problemas y sus esperanzas, los jesuitas debemos seguir dando importancia a los estudios teológicos y escriturísticos; estos estudios deben asumir el acompañamiento de los pueblos, desde lo más profundo de sus tradiciones espirituales.

2ª Llamada: la Reconciliación de la humanidad

A lo largo de nuestra preparación para esta Congregación, como cuerpo universal con una misión universal, hemos escuchado relatos sobre las escandalosas formas de sufrimiento e injusticia que padecen millones de hermanos y hermanas nuestros. Al reflexionar sobre todo ello escuchamos a Cristo que nos convoca de nuevo a realizar un servicio de justicia y de paz, sirviendo a los pobres y excluidos, y ayudando a construir la paz. Desde muchas Provincias y Regiones, entre las diversas formas de sufrimiento, tres aparecen con mayor consistencia:

Los desplazamientos de población (refugiados, migrantes y desplazados internos). Ante las actitudes de hostilidad hacia estas personas, nuestra fe invita a la Compañía a promover dondequiera que sea, una más generosa cultura de la hospitalidad. La Congregación reconoce la necesidad de promover una articulación internacional de nuestro servicio a los migrantes y refugiados, encontrando formas de colaboración con el SJR.

Las injusticias y desigualdades que viven los pueblos marginados: Junto a un enorme crecimiento de la riqueza y el poder en el mundo, se da un enorme y continuo crecimiento de la desigualdad. Los modelos de desarrollo dominantes hoy día dejan a millones de personas, especialmente a jóvenes y a personas vulnerables, sin oportunidades para integrarse en la sociedad. Los pueblos y las comunidades indígenas, como son los dalits y los tribales de Asia Meridional, representan un caso paradigmático de este tipo de grupos. En muchas partes del mundo son las mujeres las que viven esta injusticia de modo particular. Estamos llamados a apoyar a estas comunidades en sus luchas, reconociendo que tenemos mucho que aprender de sus valores y su valentía. La defensa y promoción de los derechos humanos y de una ecología integral constituyen un horizonte ético que compartimos con muchas personas de buena voluntad, que buscan también responder a esta llamada.

El fundamentalismo, la intolerancia y los conflictos étnico-religioso-políticos, son fuente de violencia: En muchas sociedades se da un creciente nivel de conflicto y polarización, que frecuentemente origina una violencia que resulta tanto más escandolosa, en cuanto encuentra justificación en convicciones religiosas deformadas. En estas situaciones, los jesuitas, junto con todos aquellos que buscan el bien común, están llamados a contribuir, desde su tradición religioso-espiritual, a la construcción de la paz a nivel local y global.

3ª Llamada: la Reconciliación con la creación

El Papa Francisco ha subrayado la conexión fundamental que existe entre la crisis ambiental y la crisis social que vivimos actualmente. La pobreza, la exclusión social y la marginación tienen conexión con la degradación del ambiente. No se trata de crisis independientes sino de una única crisis que es síntoma de algo mucho más profundo: el modo equivocado como están organizadas nuestras sociedades y nuestras economías. El sistema económico actual, con su enfoque depredador descarta tanto los recursos naturales como las personas. Por esta razón el Papa Francisco insiste en que la única solución adecuada es una solución radical. La orientación del desarrollo debe ser cambiada para que éste sea sostenible. Los jesuitas estamos llamados a prestar ayuda en la sanación de un mundo herido, promoviendo una nueva forma de producción y de consumo que coloque la creación en el centro.

El desafío polifacético de ocuparse de nuestro hogar común, exige de la Compañía una respuesta también polifacética. Comencemos por cambiar nuestro estilo de vida personal y comunitario, adoptando un proceder que sea coherente con nuestro deseo de reconciliación con la creación. Tenemos que acompañar y permanecer cercanos a los más vulnerables. Nuestros teólogos, filósofos y otros intelectuales y expertos deben contribuir a hacer un análisis riguroso de las raíces y soluciones de la crisis. El compromiso de la Compañía con regiones como la Amazonía y la Cuenca del Congo, esenciales reservas ambientales para el futuro de la humanidad, debe ser apoyado. Hemos de gestionar nuestras inversiones económicas de modo responsable. Y no podemos olvidar celebrar la creación, dando gracias por “tanto bien recibido”.

Fuente: Entre Paréntesis

Emmanuel Sicre SJ: la Vocación es algo Normal

Una reflexión sobre la naturalidad con la que Dios llama a las personas de una comunidad para trabajar con él de un modo particular.

Por Emmanuel Sicre, sj

La experiencia del llamado a una vida consagrada a Dios (como sacerdote, religioso o religiosa) en muchas personas surge desde la infancia, resuena en la adolescencia y luego puede prolongarse a lo largo de la vida. La vocación religiosa cristiana está dada por el deseo de entrega a Dios y a los demás en el servicio al estilo de Jesús. Pero, no siempre se tiene la claridad de una vida consagrada o del sacerdocio a primera vista. Entonces, ¿cómo comprender esta realidad tan peculiar?

En primer lugar, es necesario naturalizar este tipo de vocación. Aún existe en muchos imaginarios familiares y sociales –justificados o no-, una figura estereotipada del religioso como alguien «celestial», «angelical», «inmaculado», pero también de todo lo contrario («perverso», «incompleto», «infeliz», “encerrado”, “bobo”, …). Ni uno, ni lo otro.

Es natural que en un ambiente donde se reza, o donde existen prácticas religiosas habituales, o donde se pregunta y reflexiona sobre Dios, o donde se sirve a los más frágiles con amor, o donde se da una experiencia trascendente significativa, alguien se sienta más directamente comprometido y atraído, al punto de querer dedicarse sólo a esto de una manera exclusiva.

Es natural que en una comunidad donde hay distintos roles (“carismas”, al decir de San Pablo. Cf. Co12,4ss) se suscite el de la consagración exclusiva. Es natural y sano para la persona de fe hacerse la pregunta por una vida dedicada a Dios y a los hermanos. Por eso, la promoción vocacional puede darse desde la infancia, pero no como una “lavada de cerebro”, sino como un ofrecimiento y un reconocimiento de que Dios llama a algunos de la comunidad para este servicio particular y propio.

A decir verdad, todos estamos llamados a servir a la comunidad desde nuestros dones, así lo podemos ver a lo largo de la historia del cristianismo. Pero el de la consagración, tal y como la conocemos hoy, se comprende como un tipo de vocación que Dios siembra en el seno de nuestros deseos para poder dedicarnos sólo a él en los hermanos como lo hizo Jesús.

En el contexto de nuestra cultura actual donde la crisis de las instituciones pone en marcha mecanismos de sospecha y desconfianza hacia quienes forman parte de una organización; en donde cierta hiperinflación de lo subjetivo desdibuja los contornos claros y distintos de las reglas institucionales para apropiarse de lo que más “me gusta” y abandonar lo otro (esquivarle a la cruz) de manera personalista; en donde las figuras de autoridad han quedado cuestionadas de arriba abajo, la consagración religiosa se ha diversificado bastante.

Hoy, muchos jóvenes y personas adultas también, se sienten consagrados a Dios y a los hermanos, pero, podríamos decir, de manera “no formal”. Entonces, los que se preguntan por la vía formal, es decir, ser sacerdote, religioso, consagrado en una comunidad concreta, se encuentran con la disyuntiva de si “es necesaria tanta formalidad”. “Quizá yo puedo ser pobre, casto y obediente a mi manera”, dicen algunos.

Es cierto, pero lo que se desconoce, quizá por curioso idealismo, es que el hombre está llamado tanto a responder a sus íntimos deseos de servir a Dios en los demás, como a formar comunidad.

Y cuando hay comunidad se dan, al menos, dos momentos: el carismático donde la consolación y la experiencia de Jesús por el llamado aparece de manera fresca y gozosa; y el momento de la institucionalización de lo carismático, donde de forma casi espontánea surgen parámetros que buscan cuidar, proteger y fortalecer la experiencia originaria, sobre todo en los momentos de crisis. Son estas comunidades institucionalizadas con las que el llamado religioso muchas veces entra en conflicto.

Ante esto, es necesario dar el paso de aceptar que la realidad humana es más ambigua, más contradictoria y paradójica de lo que desearíamos. La honestidad para con el llamado se tiene que dar en todos los contextos. Por eso, la lucha por instituciones que cuiden y fortalezcan la fecundidad de las personas nunca será poca, si tenemos en cuenta que el más contundente crítico de la religión es el mismo que nos llama: Jesucristo. Fue él quien puso en el centro del corazón de los hombres al Buen Dios para darnos vida abundante (Jn10-10), a la vez que nos puso para siempre en el corazón misericordioso del Padre para que ya nada pueda separarnos de él (Rm8,35ss).

Fuente: Pequeñeces Blog

¿Qué puede aportar la Iglesia a la Valoración de la Democracia?

Algunos puntos desde la Doctrina Social de la Iglesia que pueden sumar al debate sobre el desencanto que vive hoy la población respecto de la democracia representativa, sus resultados y las instituciones que la encarnan.

Por Gustavo Monzón SJ

Uno de los principales tópicos de discusión actual en los campos de la filosofía y la ciencia política es la constatación de la crisis de la democracia representativa. Existe enormidad de bibliotecas que exploran las causas de la crisis, buscando, al mismo tiempo, soluciones desde diversas corrientes y tradiciones políticas; todas ellas concuerdan en que la ruptura en la valoración de la representatividad se debe a un incumplimiento de las expectativas que la ciudadanía tenía con respecto a su funcionamiento.

En ese sentido, la experiencia latinoamericana nos puede servir de ejemplo. Luego de las restauraciones democráticas de los ochenta –impactadas, de paso, por una serie de dificultades económicas-, en los noventa se desarrollaron diversas políticas que, haciendo énfasis en la estabilidad económica y los equilibrios fiscales, dejaron de lado una serie de demandas sociales de sectores que quedaron desfasados de esta modernización que se prometía. Esto dejó un primer desencanto en la restauración democrática de finales de siglo, posibilitando la llegada de gobiernos autodenominados progresistas que, tomando estas demandas insatisfechas, construyeron su agenda política sobre las mismas. Si bien al inicio tuvieron relativo éxito en su cumplimiento -mediante la transferencia de recursos y el reconocimiento de los derechos incumplidos-, no fueron capaces de generar un encantamiento democrático. El uso indiscriminado de los recursos públicos, las acusaciones de corrupción, las prácticas autoritarias y de corte populistas, el bajo desarrollo institucional y el aumento de la brecha social y de la inseguridad pública fueron los resultados visibles de estos experimentos. Pese a la frustración, no existió por parte de la ciudadanía un deseo de volver hacia atrás, con soluciones autoritarias o económicamente irresponsables ya que creció en la conciencia ciudadana la necesidad de una auténtica y efectiva democracia, basada una elevada probidad ética, buenas prácticas institucionales y el respeto de los derechos y obligaciones de todos los participantes del contrato social.

Ante el peligro de confundir la democracia con relativismo e indiferencia de valores y un individualismo mal entendido, nuestra tradición nos recuerda que una auténtica democracia no es respeto formal de reglas, sino la “aceptación convencida de los valores (…) la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos del hombre y la asunción del bien común como fin y criterio regulador de la vida política” (Compendio Doctrina Social de la Iglesia, 407).

De esta manera, hoy se nos presenta como desafío al interior de nuestras sociedades la necesidad de reconstruir confianzas, teniendo en cuenta que la verdadera justicia se da, al decir de John Rawls, en una “sociedad bien ordenada”. Para que ocurra, son necesarias dos cosas: la primera, una república fuerte en donde se dé la división de poderes, el respeto de las leyes y el control de gobernantes a gobernados. La segunda, una visión de desarrollo que sea mayor al mero crecimiento económico y que resguarde la libertad de los ciudadanos asegurando su capacidad de agencia y participación.

Ante este desafío, como Iglesia podemos aportar al debate público con nuestra comprensión de la sociedad. Propongo hacer especial énfasis en dos cosas. En primer lugar, velar por la existencia de un pluralismo moral, que nos obliga a dialogar de manera pública y a no influir con prácticas de lobby para evitar la aprobación de leyes contrarias a nuestra visión de mundo. En segundo lugar, siendo realmente conscientes de nuestra rica tradición en una propuesta de vida buena. En ese sentido, la Iglesia, al aportar su visión, cumple un doble cometido: por una parte, exhorta a los creyentes a trabajar por ser mejores ciudadanos, y, por la otra, propone al resto de los ciudadanos un fortalecimiento de las convicciones democráticas, sumando así al bien común. Por tanto, ante el desencanto de la democracia, la Iglesia nos recuerda que “este sistema nos asegura la participación de los ciudadanos en la posibilidad de elegir y controlar sus propios gobernantes” (Centesimus annus, 46).

Por otra parte, ante el peligro de confundir la democracia con relativismo e indiferencia de valores y un individualismo mal entendido, nuestra tradición nos recuerda que una auténtica democracia no es respeto formal de reglas, sino la “aceptación convencida de los valores (…) la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos del hombre y la asunción del bien común como fin y criterio regulador de la vida política” (Compendio Doctrina Social de la Iglesia, 407). Ante la destrucción del Estado de derecho por parte de los gobiernos autócratas y populistas, se nos recuerda que “el Estado de derecho tiene como soberana a la ley y no la voluntad arbitraria de los hombres” (Centesimus annus, 44).

Como podemos ver, la Iglesia no posee una solución técnica ante los problemas, sino que con su mensaje de fe “orienta la mente a soluciones plenamente humanas” (Gaudium et Spes, 11). Sin embargo, dada la realidad de nuestro continente, en donde se conjuga un catolicismo fuerte con una institucionalidad débil, es nuestra responsabilidad como creyentes cooperar con nuestra reflexión y buenas prácticas a la construcción de la casa común.

Fuente: Territorio Abierto

Arturo Sosa SJ: El Horizonte de la Misión para América Latina

El Padre General de los Jesuitas, Arturo Sosa SJ, estuvo presente en ImPACtando, un encuentro en el que los jesuitas de América Latina y el Caribe, se han reunido para evaluar su misión, el desarrollo del Proyecto Apostólico Común (PAC) y re-lanzarlo tras haber revisado la puesta en acción de sus prioridades durante los años anteriores.

El Padre General en el discurso de apertura del encuentro, introdujo ideas que hacen al horizonte universal de la Compañía de Jesús.

Esta reunión se propone revisar lo andado en la misión para América Latina y el Caribe y establecer los pasos a dar en los próximos años. Mi intención es poner el horizonte universal en el que se mueve la misión en América Latina y el Caribe a partir del discernimiento de la Compañía de Jesús reunida en la 36ª Congregación General en octubre de 2016.

Las ideas que comparto a continuación no son nuevas, forman parte del largo proceso que sobre estos temas viene haciendo la Compañía.

Muchas de estas ideas las he compartido en reuniones en la Curia General y en la conferencia de Asia Meridional el mes pasado.

I. La misión en el corazón y el corazón de la misión.

1. La CG 36 vuelve a insistir en la razón de ser de la Compañía de Jesús y la Iglesia: somos llamados a estar con Cristo y ser enviados en misión.

  • Vida-Misión o Misión-Vida son, por tanto, las dos caras de la misma moneda de nuestra vocación cristiana y jesuita.
  • La misión es la reconciliación1 que nos lleva a la conversión para tener una vida coherente con ella.
  • Una misión que no es nuestra sino del Señor en la cual muchos participan.

2.  La reconciliación es el corazón de la misión de la Compañía de Jesús.

  • Así lo ha entendido la Congregación General 36ª continuando la reflexión de la Compañía a partir del Concilio Vaticano II y todo el camino recorrido como lo van expresando las Congregaciones Generales 31ª a 36ª.
  • Habría evocar, aunque sea en grandes trazos, como el Concilio Vaticano II vinculo la misión evangelizadora de la Iglesia a la atención de las condiciones sociales, económicas y políticas de la humanidad en el cambio de época que se vislumbraba.
  • Para ello la Iglesia tenía que: 1) Volver a sus raíces espirituales y recobrar su rostro de pueblo de Dios, servidora de la humanidad; y 2) Revisar sus relaciones internas, abriendo paso a la responsabilidad laical –pueblo de Dios- en la tarea evangelizadora acompañada por los Pastores al servicio de la misión
  • Los Obispos latinoamericanos reunidos en Medellín trazaron el mapa de la ruta a seguir en el continente. Ruta que se ha seguido con no pocas tensiones, resistencias, conflictos, avances y retrocesos.
  • La Compañía de Jesús se vinculó a ese proceso con el audaz liderazgo del P. Pedro Arrupe, elegido Superior General poco antes de finalizar el Concilio Vaticano II. El impulso a la renovación de la Compañía fue constante y tampoco faltaron las resistencias ni los conflictos.
  • La formulación de la misión de la Compañía de Jesús como la de un cuerpo frágil (pecadores-perdonados-llamados) al servicio de la fe y la promoción de la justicia culminó un largo proceso y orientó el camino a seguir en las próximas décadas.
  • Organizativamente dimos un primer paso al organizar las obras apostólicas en sectores apostólicos en cada Provincia que se fueron también relacionando con otras Provincias de la Región.
  • Nos atrevimos a dar algunos pasos de interprovincialidad.
  • Luego descubrimos que se trataba de dimensiones apostólicas. Lo social o la espiritualidad o la educación no se restringen a unas obras o sectores son, más bien, características de todos los apostolados de la Compañía.
  • Nos ha costado bastante entender cómo cada obra apostólica es un instrumento de la misión y cómo los sectores apostólicos no son compartimientos estancos sino, más bien, dimensiones transversales características del modo nuestro de proceder y presentes en todos los sectores apostólicos y en cada una de las obras.

3. Al reflexionar sobre la misión, la CG 36ª, dirige su mirada a la crisis que vive la humanidad actual.

  • El mundo vive una sola crisis que envuelve el modelo económico, las relaciones sociales y el deterioro del medio ambiente.
  • Se han establecido relaciones entre los seres humanos que llevan al abuso de las personas y de los bienes

4. La misión a la que somos enviados tiene la fe como fuente de la que nacen acciones al servicio de la promoción de la justicia a través del diálogo con las culturas y las religiones. El servicio de la fe se actúa en el ministerio de la reconciliación de los seres humanos entre sí y con la naturaleza creada que lleva a la reconciliación con Dios en Cristo.

5. Se nos invita a ser mensajeros de la esperanza conscientes de las muchas dificultades que viven los pueblos, especialmente los más pobres. Inspirados en nuestra fe somos enviados al:

  • Ministerio de la reconciliación por el cual ayudamos a sanar un mundo herido.
  • Curar las heridas personales, promover nuevos modos de producir bienes y consumirlos garantizando el respeto a la naturaleza, orientar las relaciones sociales hacia la justicia de modo que todos encuentren las condiciones para una vida digna y libre.
  • La reconciliación comienza con entender dónde estamos parados y discernir nuestra contribución más efectiva (magis).por eso es apostolado intelectual que permita comprender y ayudar a comprender las situaciones en las que viven los seres humanos para contribuir a la transformación de nuestras culturas y sociedades a la luz del evangelio. Por eso lo llamamos “apostolado”. Se trata de un trabajo intelectual consistente capaz de ser vehículo de la Buena Noticia.

6. Es una invitación a integrar una vida coherente con la vocación elegida y la disponibilidad a la misión en colaboración con otros.

  • Una vida coherente con la vocación elegida supone:
  • Un proceso permanente de conversión para ganar libertad interior, superar los afectos desordenados y adquirir la indiferencia ignaciana.
  • Formar parte activa de una comunidad de vida, es decir desarrollar la dimensión humana de la fraternidad que nos hace hermanos y hermanas.
  • Cercanía afectiva y efectiva a los pobres. Los pobres nos retan a volver una y otra vez a lo esencial del evangelio. Hacernos amigos de los pobres, oírlos, aprender de su sabiduría, inspira una misión que busca un mundo justo donde todos caben y encuentran condiciones para una vida digna.
  • Sólida formación intelectual para comprender el mundo que vivimos y contribuir eficientemente en su transformación desde cualquiera de las actividades o ministerios al que podamos ser enviados. En fin, una vida de unión con Cristo que nos permite ir adquiriendo el estilo de vida de Jesús.

Fuente:imapctandosj.org

Síntesis del debate de las Prioridades 5 y 6 del PAC

Compartimos un resumen de las conclusiones de la discusiones que se llevaron adelante en el encuentro ‘ImPACtando’ que se llevó a cabo el mes pasado, sobre las dos ultimas prioridades del Proyecto Apostólico Común (PAC) para todo América Latina y su puesta en práctica desde el año 2000.

Prioridad 5: Espiritualidad Encarnada y Apostólica

Esta prioridad tuvo un balance positivo dentro de la discusión. En general, se considera que en todas las obras de la Compañía de Jesús y el Caribe se experimenta una incidencia fecunda de la Espiritualidad Ignaciana.

Al mismo tiempo, los ejercicios espirtuales han sido protagonistas de experiencias sumamente diversas e interesantes, dado que de ellos han participado personas de otras religiones, con buenos resultados, al tiempo que la espiritualidad se ha enriquecido gracias a los contextos en los que está inmersa.

Al mismo tiempo, se enumeran una suerte de desafíos en los que trabajar los próximos años:

  1. Financiamiento de EE.EE de 8 días para que alcance a personas empobrecidas y excluidas; hacer esta experiencia asequible a todos.
  2. Hoy tenemos nuevas fronteras, nuevos medios (redes sociales), nuevos públicos y nuevos lenguajes.
  3. Nuestro modo de proceder tiene que estar más acorde con la espiritualidad y que adoptemos el discernimiento y la colaboración como principio de gobierno.
  4. Profundizar la encarnación de la espiritualidad en las obras y cultivar más la creatividad. Abrirnos a los nuevos aprendizajes.
  5. Adecuar los EE.EE a las personas, lugares y edades. Por ejemplo con la población joven.
  6. Colaborar en la formación del clero. Entrar en diálogo con otras espiritualidades.
  7. Seguir cultivando el carácter transversal de la espiritualidad ignaciana, transmitirla en todas las dimensiones de las obras.
  8. Formación de acompañantes espirituales (jesuitas y colaboradores).
  9. Socializar mejor las experiencias que ya tenemos.

Prioridad 6: Fortalecimiento del Cuerpo Apostólico y Colaboración en la Misión

Esta prioridad define como idea central para pensar y planear su desempeño: “adecuar las estructuras, estilos de gobierno y de gestión para la misión en colaboración con otros.”

En general, los debates que se dan son incipientes y no cuentan con grandes antecedentes. Sin embargo, se plantean una suerte de desafíos para pensar en la colaboración:

  1. Conciencia de diversidad de personas colaborando en la misma misión: trabajar en la terminología e identidad (¿compañeros y no colaboradores? ¿cuerpo apostólico y no sujeto apostólico?), diversas identidades, compromisos vitales diferentes y respuesta diversa a la llamada.
  2. Colaboración no es solo trabajo, sino formar comunidad de vida (modelos comunitarios, cuidar la confusión con lo laboral y sus implicaciones, atención a la responsabilidad por el cuidado de la vejez y situaciones familiares de todo el Cuerpo).
  3. Ausencias: en otras congregaciones ignacianas, colaboración en obras de otros(as), colaboradores no ignacianos o no cristianos.
  4. Propuesta: difundir curso de las Antillas (Cuba).

Para saber más sobre ImPACtando,  podes consultar su página web: impactandosj.org

ImPACtando: Conciencia y Solidaridad Latinoamericana

Conciencia y Solidaridad Latinoamericana es la cuarta prioridad del Proyecto Apostólico Común (PAC) que los jesuitas de América Latina y el Caribe estuvieron evaluando para re-lanzarse a la misión en sus lugares con criterios transversales a todas las obras y comunes para el continente entero.

Entre las conclusiones de la Prioridad 4 del Proyecto Apostólico Común (PAC), existe una percepción general: “vamos por buen camino, lentos pero en movimiento”, para seguir fomentando la integración en la misión común de las Provincias de América Latina y el Caribe.

La formación de los Centros Interprovinciales de Formación (CIF) es estratégica para dar una nueva visión y conciencia de una vocación que supere los límites provinciales. Los participantes destacan que el paso por los CIF es una buena estructura para ir formando un espíritu latinoamericano, porque enfatiza la sensibilidad de pertenecer y compartir una visión universal, y a la vez, hace énfasis en la riqueza de la diversidad cultural.

Sobre el trabajo en red y proyectos comunes, se compartieron algunas reflexiones y aprendizajes que ayudan a identificar elementos que pueden impulsar la integración:

  • Los proyectos concretos comunes entre provincias (Fronterizos, Panamazónico, Proyecto Caribe…) nos unen.
  • Una condición de posibilidad para que funcione el trabajo en red o un proyecto común es que el centro esté en atender un problema o desafío común sentido. De lo contrario, es visto como una carga. Esto implica que debe hacerse énfasis en buscar una mirada latinoamericana, una visión y análisis común de América Latina, para identificar lo que nos integra.
  • Potenciar el trabajo intersectorial es clave, y los proyectos comunes o en red lo refuerzan. Ahora bien, esta relación intersectorial debe comenzar dentro de cada provincia.
  • La tarea de dinamizar las redes necesita de personas y recursos. El Programa Comparte es una experiencia positiva de esto.

“El mayor desafío es abrirnos a la vocación universal del jesuita, a la conciencia del cuerpo universal -Compañía de Jesús-, que encamina a tener una sensibilidad afectiva y de disponibilidad a la misión común. Es necesario romper la barrera de la apropiación y de nuestras zonas de confort (mi obra, mi sector, mi provincia) con audacia y generosidad”.

Para ello, se aportan algunas luces, como: promover el discernimiento comunitario para pensar la misión en común: la integración, el encuentro y el intercambio de los laicos y laicas en la misión. El rol de los provinciales en impulsar este desafío, es clave: que se converse más sobre las redes y proyectos comunes, sobre la realidad latinoamericana; profundizar en la identidad latinoamericana; buscar formas de hacer más horizontales: negociación, coordinación, convencimiento y motivación.

Fuente: impactandosj.org